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Chile: Ejemplos a seguir: Conectando arte y ciencia en la búsqueda de soluciones contra el cambio climático

El Parque Cultural de Valparaíso (Chile) acoge ‘Ejemplos a seguir’, una exposición de arte internacional itinerante que conecta el arte y la ciencia con el medio ambiente y el cambio climático.

América del Sur/Chile/15.08.2017/Autor y Fuente: http://www.dw.com/

La brecha entre ciencia y cultura a la hora de abordar el cambio climático y la preocupación de numerosos artistas sobre cuestiones como el clima, el agua, la biodiversidad y la energía nuclear llevaron a Adrienne Goehler, exsenadora de Cultura, Ciencia e Investigación alemana, a idear ‘Ejemplos a seguir’, una exposición de arte internacional itinerante que hasta este fin de semana puede verse en el Parque Cultural de Valparaíso (Chile).

«No se puede desarrollar la sostenibilidad sin la dimensión cultural», aseguró la curadora especializada en temas globales. No se puede renunciar al conocimiento artístico, por eso empecé a mostrar, con esta exposición, cuántos artistas están envueltos con las grandes cuestiones ambientales», agregó criticando la falta de financiación para proyectos artísticos sobre esta temática.

Más información:

– El cambio climático en Alemania, cada vez más evidente

– ¿Cómo detener el cambio climático? ¡Empieza ahora!

La muestra itinerante arrancó en Berlín en 2010 y presenta cerca de una setentena de obras de artistas de 27 países. «La mayoría de los artistas piensan de la misma manera y esto es algo alentador. Espero que los artistas de todos los diferentes países sean capaces de influenciar sus gobiernos», confió la alemana que con su iniciativa pretende crear nuevas alianzas entre organizaciones no gubernamentales, gobiernos, organizaciones económicas, científicas y artistas.

Chile - Pedal Power de Christian Kulthz (Heinrich Böll Stiftung)La muestra también incluye invenciones como la de un alemán que ha creado una bicicleta que pedaleando proporciona energía a una lavadora.

Con un presupuesto de alrededor de 150.000 euros, la oficina Regional de la Fundación Heinrich Böll para el Cono Sur y el IASS de Potsdam ha contribuido económicamente para llevar la muestra a Chile, tras su paso por otros países suramericanos como México, Perú y Brasil. «Son países emergentes y eso siempre va junto el crecimiento económico, el aumento de demanda de energía, la generación de residuos… Hay que afrontar todos esos problemas para generar prosperidad», explicó la curadora que destacó las soluciones presentadas por los artistas como el uso de energías renovables y técnicas de cultivo tradicionales. «Hay muchas cosas en marcha en el mundo, solo tenemos que abrir los ojos y ser curiosos. Podemos aprender cómo manejan la naturaleza los pueblos indígenas y apoyar las energías eólica y solar. Eso es lo que necesitamos en el mundo», subrayó.

Nuevos trabajos, nuevas visiones

La exposición itinerante tiene como principal característica la incorporación de nuevos trabajos artísticos del país al que viaja así como la colaboración de un curador local. Teniendo en cuenta la escasez de artistas que trabajan en el ámbito de la sustentabilidad, y con la voluntad de ofrecer una visión más extensa del país, huyendo de la centralidad que se produce normalmente con las exhibiciones artísticas, Rodolfo Andaur, curador chileno que ha trabajado junto a Goehler para esta ocasión, seleccionó los trabajos de las artistas chilenas Teresa Aninat y Catalina Swibum, Natascha de Cortillas, Vania Caro Melo, Claudia Müller, Guisela Munita y Alejandra Prieto para añadirlos a la muestra.

Chile - 'Das Domain' von Vania Caro (Heinrich-Böll-Stiftung)El curador Rodolfo Andaur (a la izquierda), apostó por el trabajo de mujeres artistas chilenas como el de Vania Caro para mostrar la diversidad artísitica del país.

«Chile está pasando por una crisis de credibilidad muy fuerte», aseguró. Por este motivo, la exposición pretente hacer «reflexionar un país que ha perdido un trabajo de protección colectivo con la naturaleza e invitar a la gente a que visite la exposición para que piensen colectivamente sobre sostenibilidad», apuntó. De este modo, «todos los artistas tratan de crear consciencia sustentable y generar consciencia de lo que es ese cambio climático: un gran cambio cultural que la gente adopte para proteger el patrimonio de todos, la naturaleza».

Andaur criticó que tuvo problemas para ubicar la exposición, ya que «hablar de política en arte es complejo». No obstante, finalmente se optó por Valparaíso, ya que «es la región más complicada en sequía, y más allá de la crisis hídrica, hay una crisis social bien tremenda con un  índice de pobreza máxima». Además de la sequía y la gestión del agua, la muestra chilena refleja otras problemáticas medioambientales como el extractivismo, la minería, la crisis alimentaria, el urbanismo, la gentrificación… «Todos estos problemas son malas decisiones políticas que influyen hoy día en la visión de la sustentabilidad», lamentó.

Incorporando el diálogo en el intercambio

Visitada por más de 8.000 personas, la muestra chilena cuenta con la novedad de haber incorporado un programa de charlas llamado ‘Diálogo, ejemplos a seguir’. «Con más de 5.000 kilómetros de costa, Chile es sumamente vulnerable frente a una posible subida del nivel del mar y está entre uno de los 10 países más afectados por los efectos climáticos extremos. Aún así, el debate sobre los cambios necesarios aún no ha entrado en el debate público y político», dijo Ingrid Wehr, representante Oficina Regional Cono Sur de la fundación alemana. «Chile es el único país del mundo que tiene casi la totalidad del agua privatizada, tanto en sus fuentes como en su gestión», criticó enumerando otras problemáticas como la falta de eficiencia energética de los edificios y el uso de leña como combustible en invierno, lo que genera altos niveles de contaminación.

Chile - die aktuellen Kämpfe um Wasser (Heinrich-Böll-Stiftung)Uno de los temas abordados fue el el derecho humano al agua, que según Wehr «se está violando de forma preocupante en Chile».

Por este motivo, «aportamos recursos para fomentar un debate entre arte, política, academia y activistas sociales sobre posibles respuestas a los desafíos del cambio climático». Con la colaboración del Observatorio de Territorio y Participación Social de la Universidad de Playa Ancha y las organizaciones el Parque Cultural de Artes Violeta Parra, el Sitio Eriazo, Acción Basura y Valparaíso Interviene se ha debatido sobre temas como los sistemas extractivos y los bonos carbón, la seguridad alimentaria, el derecho humano al agua y la ciudad del futuro. Para ello se ha contado con las intervenciones del alcalde de la Municipalidad de Valparaíso, Jorge Sharp, el alcalde de la ciudad vasca de Hernani (España), Luis Intxauspe, el activista boliviano Oscar Olivera y académicos destacados de América Latina y de Europa como Walter Pengue, de la Universidad General Sarmiento de Buenos Aires, Pablo Galeano, de la Universidad de la República del Uruguay y el profesor alemán Joachim Borner, del Kolleg für Management und Gestaltung nachhaltiger Entwicklung, entre otros.

Asimismo, se mostraron alternativas locales como modelos chilenos de producción agroecológica, además de Uruguay, Argentina y Brasil que utilizan de manera sustentable el suelo, de economía circular y solidaria y de cooperativas de agua potable rural. «Las respuestas al cambio climático no son tecnológicas en primer lugar, sino políticas y requieren de participación activa ciudadana», consideró Wehr.

Chile - Workshops städtische Gärten (Heinrich-Böll-Stiftung)Sitio Eriazo albergó un taller de huertos urbanos, una iniciativa dónde los basurales se convierten en espacios comunes.

Tras su paso por Chile, Goehler quiere dar a conocer esta iniciativa mundial en la cumbre del clima COP23, que se llevará a cabo el próximo mes de noviembre en Bonn (Alemania). Asimismo, aunque prevé que el periplo de la muestra termine en Teherán (Irán) en 2020, está trabajando para que también pueda verse en Buenos Aires (Argentina) el próximo año, cuando el país latinoamericano ostente la presidencia del G20.

Fuente: http://www.dw.com/es/ejemplos-a-seguir-conectando-arte-y-ciencia-en-la-b%C3%BAsqueda-de-soluciones-contra-el-cambio-clim%C3%A1tico/a-40070868?maca=spa-vam_contentboxciencia_diariocolatino_dws-12925-html-cb

Imagen: http://www.dw.com/image/40070839_303.jpg

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¿Por qué es imprescindible la formación ambiental?

02 de agosto de 2017 / Fuente: http://www.ecoticias.com/

“Debido principalmente a razones antropocéntricas, la relación entre el ser humano y el Medio Ambiente se ha vuelto cada vez más difícil y contradictoria. La formación ambiental se considera la piedra angular, que podría permitir un cambio real, hacia la concientización de la existencia de un problema y, por consiguiente, a encontrarle solución.”

Conocer es proteger

La intensidad de esta tensión ha aumentado de forma acelerada en las últimas décadas debido a cambios en la actitud, en el comportamiento y en la percepción del ser humano, hacia el Medio Ambiente por un lado y al consumo excesivo, por el otro. Los países más avanzados del mundo han adquirido su opulencia y prosperidad, esencialmente a costa del Medio Ambiente. Su prioridad ha sido una vida de confort y abundancia, sin proyecciones a futuro. Hoy en día promueven con ahínco la educación ambiental y la toma de conciencia de que es necesario un cambio de conducta en el uso de los recursos naturales.

Los países más pobres son los más vulnerables desde el punto de vista de los peligros medioambientales, como la contaminación, el Cambio Climático y las catástrofes naturales, y los desafíos ambientales urbanos, como la mala gestión de los residuos, la contaminación del aire y la acústica y la degradación de las masas de agua. Muchos problemas relacionados con el Medio Ambiente y la salud de la biosfera son simplemente, una acumulación de pequeños daños aportados individualmente. Con un poco de esfuerzo y cuidado ejercidos por cada persona, los cambios serían enormes y minimizarían el problema.

  ¿Qué se está haciendo?

Si bien se han llevado a cabo innumerables reuniones mundiales con el fin de obtener un compromiso global para dar solución a los problemas del Cambio Climático, la COP21, fue la que consiguió poner de acuerdo a la gran mayoría de los países participantes, para conseguir un pacto claro, aunque no vinculante. Una buena conciencia de los problemas relacionados con la vida silvestre, los ecosistemas naturales, su degradación y conservación, sigue siendo parte del clamor, de quienes saben que el esfuerzo debe ser conjunto, por parte de toda la sociedad.

Una serie de actividades ecológicamente perjudiciales podrían ser detenidas, simplemente proporcionando una comprensión adecuada de las consecuencias que tal acción puede tener, sobre las personas directa o indirectamente involucradas.

Las personas, las comunidades y la sociedad humana en su conjunto deben adquirir la habilidad, la voluntad y la experiencia, para actuar individual y colectivamente, con el fin de hacer frente, a los problemas del Medio Ambiente. Sin una atmósfera de entendimiento general es difícil obtener la cooperación de todos los involucrados.

La formación ambiental tiene un papel fundamental que desempeñar, para motivar a las personas a adoptar prácticas respetuosas con el Medio Ambiente. Para combatir y controlar las degradaciones ambientales, la educación ambiental se considera un instrumento eficaz, que puede desempeñar un papel muy importante en la mejora del conocimiento de las personas que puedan hacerles cambiar su actitud y comportamiento.

En este proceso se deben proporcionar experiencias de aprendizaje a través de la información, la comprensión, las habilidades y la conciencia de los cambios de actitud deseables. El fin es conseguir que las relaciones del ser humano con el entorno, los recursos, la tecnología y la planificación urbana y rural, sean productivas y sostenibles.

Fuente noticia: http://www.ecoticias.com/especial-formacion-ambiental-2017/139406/Por-que-es-imprescindible-la-formacion-ambiental

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Universitarios mexicanos contribuirían a conservar los océanos

México/31 de Julio de 2017/20 Minutos

Universitarios de todo el mundo podrán aportar sus ideas para encontrar soluciones innovadoras a fin de reducir la basura marina, a través del concurso organizado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) Medio Ambiente y Think Beyond Plastic, el Marine Plastics Innovation Challenge.

Los interesados tienen hasta 6 de octubre próximo, para presentar sus ideas en los campos de ingeniería, comunicaciones, economía y elaboración de modelos de datos. Para ello, los estudiantes deben estar matriculados en un programa de posgrado o haberse graduado a partir de junio de 2017, ser apoyados por un miembro de su facultad y presentar una propuesta en una o más de las siguientes categorías:

Ingeniería y Diseño: incluye innovaciones en materiales, procesos de manufactura, diseño de empaques y otros campos relacionados a la reducción cuantificable de basura marina.

Comunicación: productos multimedia, aplicaciones móviles y redacción de historias innovadoras que aumenten la conciencia e inspiren la acción pública contra la basura marina.

Economía: metodologías innovadoras para evaluar el impacto económico de la contaminación de plásticos y / o desarrollar nuevos modelos financieros y empresariales para hacer frente a las fallas del mercado.

Predicción y recuperación: desarrollo de herramientas analíticas (algoritmos, modelos, identificación de puntos de acceso) para capturar y controlar mejor los datos sobre la contaminación plástica y proponer soluciones.

Un ganador en cada categoría será anunciado en la Sexta Conferencia Internacional sobre Basura Marina en San Diego, California, que se llevará acabo del 12 al 16 de marzo de 2018. Ellos tendrán la oportunidad de presentar sus ideas en la conferencia y participar en el programa anual de Think Beyond Plastic, que proporciona tutoría y asesoría sobre cómo hacer las ideas ganadoras comercialmente viables.

De acuerdo con la ONU Medio Ambiente, cada año, ocho millones de toneladas de plástico terminan en los océanos: el equivalente a un camión de basura por minuto. Esta contaminación, advierte, amenaza la supervivencia de peces y otras criaturas marinas, destruye ecosistemas marinos y costeros que sustentan a más de tres mil millones de personas en todo el mundo y pone en peligro la salud humana al entrar en la cadena alimentaria. En caso de no tomar las medidas necesarias, en 2050 podría haber más plástico que peces en los océanos. Para obtener más información sobre cómo ingresar y los criterios de evaluación los interesados pueden consultar: https://www.thinkbeyondplastic.com/marineplasticsinnovationchallenge Think Beyond Plastic es un acelerador de la innovación que busca eliminar la contaminación plástica y avanzar en la transición hacia materiales bio-benignos de fuentes renovables y procesos de fabricación asociados, productos innovadores y diseño de empaques. Identifica las innovaciones en sus etapas tempranas, desarrolla un puente hacia la comercialización para nuevas compañías, y amplía la red de inversionista.

Fuente: http://www.20minutos.com.mx/noticia/249664/0/universitarios-mexicanos-contribuirian-a-conservar-los-oceanos/

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Funcionarios argentinos y de la OCDE se reúnen para abordar un plan de desarrollo ambiental

Argentina / www.eldiario.es / 26 de Julio de 2017

El ministro de Ambiente de Argentina, Sergio Bergman, y su par de Hacienda, Nicolás Dujovne, mantuvieron un encuentro hoy con representantes de la OCDE con el objetivo de sentar las bases para el desarrollo ambiental en el país en el marco del «Plan de acción Argentina & OCDE 2016-2017».

Según se informó en un comunicado oficial, las reuniones se extenderán hasta este miércoles y Bergman celebró que «este encuentro da la posibilidad de extraer buenas prácticas y establecer un nuevo protocolo, de manera que Argentina pueda volver al mundo».

Por su parte, Dujovne señaló que el «compromiso de Argentina con la OCDE no es nuevo» y destacó que este es un trabajo conjunto de 16 pilares para el desarrollo económico integral, y uno de ellos es el ambiental.

En este sentido, el ministro de Ambiente dijo que «es imperioso utilizar criterios internacionales de estandarización que pongan a la Argentina en esta liga de países y «lleven al país a ser serio y predecible».

«Cuando uno tiene mejores prácticas, logra mejores resultados», agregó Dujovne para explicar que este proceso de integración entre Argentina y la OCDE traerá beneficios en cambios regulatorios y reformas institucionales que permitirán alcanzar un mayor crecimiento.

Argentina ya pidió formalmente poder adherirse a la OCDE y actualmente recaba apoyos con ese fin.

Fuente:http://www.eldiario.es/politica/Funcionarios-argentinos-OCDE-desarrollo-ambiental_0_668433876.html

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Medioambiente e igualdad social

Por: Alvaro García Linera

¿Puede la naturaleza hablar? ¿Puede la naturaleza contarnos los males que le afectan? Descontando el lenguaje verbal creado por el ser humano, la naturaleza no verbaliza; lo que sí tiene es una capacidad infinita de comunicar, mediante otros lenguajes no proposicionales, un conjunto de conmociones que la están perturbando. El calentamiento global es uno de estos cambios dramáticos que a diario la naturaleza nos informa. Cambios abruptos del clima, sequias en regiones anteriormente húmedas; deshielo de glaciales, cataclismos ambientales, huracanes con fuerza nunca antes vista, desbordes crecientes de ríos., etc., son solo unos de los cuantos efectos comunicacionales con los que la naturaleza informa de lo que le está sucediendo.

No obstante, la manera en que las catástrofes ambientales afectan la vida de la humanidad no es homogénea ni equitativa; mucho menos lo es la responsabilidad que cada ser humano tiene en su origen.

Clase y raza medioambiental

En la última década, se puede constatar que las catástrofes naturales más importantes están presentes por todo el globo terráqueo, sin diferenciar continentes o países; en ese sentido, existe una especie de democratización geográfica del cambio climático. Sin embargo, los daños y efectos que esos desastres provocan en las sociedades, claramente están diferenciados por país, clase social e identificación racial. De manera consecutiva, hemos tenido en el periodo 2014-2016, los años más calurosos desde 1880, lo que explica la disminución en el ritmo de lluvias en muchas partes del planeta. Aun así, los medios materiales disponibles para soportar y remontar estas carencias y, por tanto, los efectos sociales resultantes de los trastornos ambientales, son abismalmente diferentes según el país y la condición social de las personas afectadas. Por ejemplo, ante la escasez de agua en California, la gente se vio obligada a pagar hasta un 100% más por el líquido elemento, aunque esto no afectó su régimen de vida. En cambio, en el caso de la Amazonía y las zonas de altura del continente latinoamericano se tuvo una dramática reducción del acceso a los recursos hídricos para las familias indígenas, provocando malas cosechas, restricción en el consumo humano de agua y ‒especialmente en la Amazonía‒ parálisis de gran parte de la capacidad productiva extractiva con la que las familias garantizaban su sustento anual.

Asimismo, el paso del huracán Katrina por la ciudad de Nueva Orleans en 2005, dejó más de dos mil muertos, miles de desaparecidos y un millón de personas desplazadas. Pero los efectos del huracán no fueron los mismos para todas las clases e identidades étnicas. Según el sociólogo P. Sharkey [1] , el 68% de las personas fallecidas y el 84% de las desaparecidas eran de origen afroamericano. Ello, porque en las zonas propensas a ser inundadas, donde el valor de la tierra es menor, viven las personas de menos recursos; mientras que los que habitan en las zonas altas son los ricos y blancos.

En este y en todos los casos, la vulnerabilidad y el sufrimiento se concentran en los más pobres (indígenas y negros), es decir, en las clases e identidades socialmente subalternas. De ahí que se pueda hablar de un enclasamiento y racialización de los efectos del cambio climático.

Entonces, los medios disponibles para una resiliencia ecológica ante los cambios medioambientales dependen de la condición socioeconómica del país y de los ingresos monetarios de las personas afectadas. Y, dado que estos recursos están concentrados en los países con las economías dominantes a escala planetaria y en las clases privilegiadas, resulta que ellas son las primeras y únicas capaces de soportar y disminuir en su vida esos impactos, comprando casas en zonas con condiciones ambientales sanas, accediendo a tecnologías preventivas, disponiendo de un mayor gasto para el acceso a bienes de consumo imprescindibles, etc. En cambio, los países más pobres y las clases sociales más vulnerables, tienden a ocupar espacios con condiciones ambientales frágiles o degradadas, carecen de medios para acceder a tecnologías preventivas y son incapaces de soportar variaciones sustanciales en los precios de los bienes imprescindibles para sostener sus condiciones de vida. Por tanto, la democratización geográfica de los efectos del calentamiento global se traduce, instantáneamente, en una concentración nacional, clasista y racial del sufrimiento y el drama causados por los efectos climáticos.

Este enclasamiento racializado del impacto medioambiental se vuelve paradójico e incluso moralmente injusto cuando se comparan los datos de las poblaciones afectadas y de las poblaciones causantes o de mayor incidencia en su generación.

La nueva etapa geológica del antropoceno ‒un concepto propuesto por el Premio Nobel de Química, P. Crutzen‒, caracterizada por el impacto del ser humano en el ecosistema mundial, se viene desplegando desde la Revolución Industrial a inicios del siglo XVIII. Y, desde entonces, primero Europa, luego Estados Unidos, y en general las economías capitalistas desarrolladas y colonizadoras del norte, son las principales emisoras de los gases de efecto invernadero que están causando las catástrofes climáticas. Sin embargo, los que sufren los efectos devastadores de este fenómeno son los países colonizados, subordinados y más pobres, como los de África y América Latina, cuya incidencia en la emisión de CO2 es muchísimo menor.

Según datos del Banco Mundial [2] , Kenia contribuye con el 0,1% de los gases de efecto invernadero, pero las sequías provocadas por el impacto del calentamiento global llevan a la hambruna a más del 10% de su población. En cambio, en EEUU, que contribuye con el 14,5%, la sequía solo provoca una mayor erogación de los gastos en el costo del agua, dejando intactas las condiciones básicas de vida de su ciudadanía. En promedio, un alemán emite 9,2 toneladas de CO2 al año; en tanto que un habitante de Kenia, 0,3 toneladas. No obstante, quien lleva en sus espaldas el peso del impacto ambiental es el ciudadano keniano y no el alemán. Datos similares se puede obtener comparando el grado de participación de los países del norte en la emisión de gases de efecto invernadero, como Holanda (10 TM por persona/año), Japón (7 TM), Reino Unido (7,1 TM), España 5 TM), Francia 8% TM), pero con alta resilencia ecológica; frente a países del sur con baja participación en la emisión de gases de efecto invernadero, como Bolivia (1,8 TM), Paraguay (0,7 TM), India (1,5 TM), Zambia (0,2 TM), etc., pero atravesados de dramas sociales producidos por el cambio climático. Existe, entonces, una oligarquización territorial de la producción de los gases de efecto invernadero, una democratización planetaria de los efectos del calentamiento global, y una desigualdad clasista y racial de los sufrimientos y efectos de las conmociones medioambientales.

Medioambientalismos coloniales

Si la naturaleza comunica los impactos de la acción humana en su metabolismo de una forma jerarquizada, también existen ciertos conceptos referidos al medioambiente, parcializados de una manera todavía más escandalosa; o, peor aún, que legitiman y encubren estas focalizaciones regionales, clasistas y raciales.

Como señala McGurty [3] para el caso norteamericano en la década de los 70 del siglo XX, lo que hizo posible que el debate público sobre las demandas sociales de las minorías étnicas urbanas, e incluso del movimiento obrero sindicalizado, fuera soslayado, llevando a que la “temática social” perdiera fuerza de presión frente al gobierno, fue un tipo de discurso medioambientalista. Un nuevo lenguaje acerca del medio ambiente, cargado de una asepsia respecto a las demandas sociales, que ciertamente puso sobre la mesa una temática más “universal”, pero con responsabilidades “adelgazadas” y diluidas en el planeta; a la vez que distantes política y económicamente respecto a las problemáticas de las identidades sociales (obreros, población negra). Aspecto que no deja de ser celebrado por las grandes corporaciones y el gobierno que ven encogerse así sus deudas sociales con la población.

Por otra parte, el sociólogo francés Keucheyan [4] subraya cómo en ciertos países como Estados Unidos, el “color de la ecología no es verde sino blanco”; no solo por la mayoritaria condición social de los activistas ‒por lo general, blancos, de clase media y alta‒, sino también por la negativa de sus grandes fundaciones a involucrarse en temáticas medioambientales urbanas que afectan directamente a los pobres y las minorías raciales.

Al parecer, la naturaleza que vale la pena salvar o proteger no es “toda” la naturaleza ‒de la que las sociedades son una parte fundamental‒, sino solamente aquella naturaleza “salvaje” que se encuentra esterilizada de pobres, negros, campesinos, obreros, latinos e indios, con sus molestosas problemáticas sociales y laborales.

Todo ello refleja, pues, la construcción de una idea sesgada de naturaleza de clase, asociada a una pureza original contrapuesta a la ciudad, que simboliza la degradación. Así, para estos medioambientalistas, las ciudades son sucias, caóticas, oscuras, problemáticas y llena de pobres, obreros, latinos y negros, mientras que la naturaleza a proteger es prístina y apacible, el santuario imprescindible donde las clases pudientes, que disponen de tiempo y dinero para ello, pueden experimentar su autenticidad y superioridad.

En los países subalternos, las construcciones discursivas dominantes sobre la naturaleza y el medioambiente comparten ese carácter elitista y disociado de la problemática social, aunque incorporan otros tres componentes de clase y de relaciones de poder.

En primer lugar se encuentra el estado de auto-culpabilización ambiental. Eso quiere decir que la responsabilidad frente al calentamiento global la distribuyen de manera homogénea en el mundo. Por tanto, talar un árbol para sembrar alimentos tiene tanta incidencia en el cambio climático como instalar una usina atómica para generar electricidad. Y como en la mayoría de los países subalternos existe una apremiante necesidad de utilizar los recursos naturales para aumentar la producción alimenticia u obtener divisas a fin de acceder a tecnologías y superar las precarias condiciones de vida heredadas tras siglos de colonialidad, entonces, para estas corrientes ambientalistas, los mayores responsables del calentamiento global son estos países pobres que depredan la naturaleza. No importa que su contribución a la emisión de gases de efecto invernadero sea del 0,1% o que el impacto de los millones de coches y miles de fábricas de los países del norte afecte 50 o 100 veces más al cambio climático. Surge así una especie de naturalización de la acción anti-ecológica de la economía de los países ricos, de sus consumos y de su forma de vida cotidiana, que en realidad son las causantes históricas de las actuales catástrofes naturales. Dicha esquizofrenia ambiental llega a tales extremos, que se dice que la reciente sequía en la Amazonía es responsabilidad de unos cientos de campesinos e indígenas que habilitan sus parcelas familiares para cultivar productos alimenticios y no, por ejemplo, del incesante consumo de combustibles fósiles que en un 95% proviene de una veintena de países del norte, altamente industrializados.

La financiarización de la plusvalía medioambiental

Un segundo componente de esta construcción discursiva de clase es una especie de “financiarización medioambiental”. En los países capitalistas desarrollados ha surgido una economía de seguros, expansiva y altamente lucrativa, que protege a empresas, multinacionales, gobiernos y personas de posibles catástrofes ambientales. Así, el desastre ambiental ha devenido en un lucrativo y ascendente negocio de aseguradoras y reaseguradoras que protegen las inversiones de grandes empresas, no solo de crisis políticas, sino de cataclismos naturales mediante un mercado de “bonos catástrofe” [5] , volviendo al capital “resilente” al calentamiento global. Paralelamente a ello, en los países subalternos emerge un amplio mercado de empresas de transferencia de lo que hemos venido a denominar plusvalía medioambiental.

A través de algunas fundaciones y ONG, las grandes multinacionales del norte financian, en los países pobres, políticas de protección de bosques. Todo, a cambio de los Certificados de Emisión Reducida (CER) [6] que se cotizan en los mercados de carbono. De esta manera, por una tonelada de CO2 que se deja de emitir en un bosque de la Amazonía gracias a unos miles de dólares entregados a una ONG que impide su uso agrícola, una industria norteamericana o alemana de armas, autos o acero, que utiliza como fuente energética al carbón y emite gases de efecto invernadero, puede mantener inalterable su actividad productiva sin necesidad de cambiar de matriz energética o de reducir su emisión de gases ni mucho menos parar la producción de sus mercancías medioambientalmente depredadoras. En otras palabras, a cambio de 100.000 dólares invertidos en un alejado bosque del sur, la empresa puede ganar y ahorrar cientos de millones de dólares, manteniendo la lógica de consumo destructiva inalterada.

Así, hoy el capitalismo depreda la naturaleza y eleva las tasas de ganancia empresarial. Convierte la contaminación en un derecho negociable en la bolsa de valores. Hace de las catástrofes ambientales provocadas por la producción capitalista, una contingencia sujeta a un mercado de seguros. Y finalmente transforma la defensa de la ecología en los países del sur, en un redituable mercado de bonos de carbono concentrado por las grandes empresas y países contaminantes. En definitiva, el capitalismo esta subsumiendo de manera formal y real la naturaleza, tanto en su capacidad creativa, como el mismísimo proceso de su propia destrucción.

Por último, el colonialismo ambiental recoge de su alter ego del norte el divorcio entre naturaleza y sociedad, con una variante. Mientras que el ambientalismo dominante del norte propugna una contemplación de la naturaleza purificada de seres humanos ‒su política de exterminio de indígenas le permite ese exceso‒, el ambientalismo colonizado, por la fuerza de los hechos, se ve obligado a incorporar en este tipo de naturaleza idealizada, a los indígenas que inevitablemente habitan en los bosques. Pero no a cualquier indígena porque, para ellos, el que cultiva la tierra para vender en los mercados, el que reclama un colegio, hospital, carretera o los mismos derechos que cualquier citadino, no es un verdadero sino un falso indígena, un indígena a “medias”, en proceso de campesinización, de mestización; por tanto, un indígena “impuro”. Para el ambientalismo colonial, el indígena “verdadero” es un ser carente de necesidades sociales, casi camuflado con la naturaleza; ese indígena fósil de la postal de los turistas que vienen en busca de una supuesta “autenticidad”, olvidando que ella no es más que un producto de siglos de colonización y despojo de los pueblos del bosque.

En síntesis, no hay nada más intensamente político que la naturaleza, la gestión y los discursos que se tejen alrededor de ella. Lo lamentable es que en ese campo de fuerzas, las políticas dominantes sean, hasta ahora, simplemente las políticas de las clases dominantes. Por eso, aun son largos el camino y la lucha que permitan el surgimiento de una política medioambiental que, a tiempo de fusionar temáticas sociales y ecológicas, proyecte una mirada protectora de la naturaleza desde la perspectiva de las clases subalternas, en lo que alguna vez Marx denominó una acción metabólica mutuamente vivificante entre ser humano y naturaleza [7] .

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=226695

 

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Entrevista a Guillermo Almeyra, editorialista internacional de La Jornada (México)

«Las movilizaciones contra el G20 preparan las protestas sociales contra el ajuste en Europa»
Por: Mario Hernandez
Rebelión
M.H.: Reunión del G20 en Hamburgo, bastante movida por la multitudinaria movilización anti G20 y también por el encuentro entre Donald Trump y Putin. ¿Qué nos podés comentar al respecto?G.A.: Primero la protesta fue muy importante porque Angela Merkel en las elecciones se estaba reforzando frente a los opositores sociales, pero la movilización ha sido muy fuerte y ahora da otra impresión, es muy probable entonces que así como en el resto de Europa, la juventud, para las elecciones no confíe ni en los partidos ni en las elecciones, sino en su propia acción. Eso es importante. De ahí las abstenciones que permiten que gane desproporcionadamente la derecha, porque se ha abstenido en las elecciones francesas más de la mitad del electorado. Entonces, cuando llegue el momento de protestar contra los ajustes salvajes va a hacerlo toda esa gente junta. Y lo mismo sucederá en Alemania.

En cuanto al G20 hubo dos cosas, por un lado la oposición que manifestó prácticamente toda la Unión Europea a Trump y sus políticas en todos los terrenos y, en segundo lugar, el encuentro de Trump con Putin donde quien llevó la voz principal, la iniciativa y fue decisivo era Putin y no Trump. Ahora aparecen de nuevo en EE UU con el hijo de Trump las relaciones con Rusia, pero quien tomó la iniciativa en Hamburgo fue Rusia. Eso se va a ver reflejado en el próximo período y es evidente que la Unión Europea, entre los dos, por razones lógicas de la necesidad del petróleo y el gas rusos, entre otras cosas, va a contarlo al gobierno ruso no como aliado firme pero sí como un lugar donde apoyarse.

M.H.: ¿Qué significado tiene desde el punto de vista geopolítico en Medio Oriente, la caída de Mosul?

G.A.: La caída de Mosul es un golpe propagandístico. Mosul era la capital del llamado Estado Islámico que está muy reducido porque ha perdido la mitad de su territorio, aunque todavía se queda con una parte de Irak y otra de Siria. Pero Mosul es un problema, porque era una capital kurda y también sunita, el gobierno de Irak y las tropas iraníes, son más bien chiítas, entonces van a tener que hacer política y no solamente masacres, no solamente porque hay un sector de los kurdos que han avanzado muchísimo en una política democrática y que están luchando por el Kurdistán con una posición a la izquierda de la que tenía el Partido Comunista Kurdo de Turquía.

Esos sectores que son socialistas autogestionarios son la vanguardia en el pueblo kurdo y son sunitas también, con ellos van a tener que negociar los gobiernos de Siria, Irán e Irak, en particular las tropas de éste ultimo que son las que están a la ofensiva Mosul.

Eso les va a plantear problemas porque hasta ahora han bombardeado sin piedad todos los lugares, aunque no esté el Estado Islámico, sí hay grupos como Al Qaeda y otros que combatían contra Siria e Irak; grupos cristianos y ciudades enteras cristianas han sido masacradas. No han tenido una política sutil, resuelven todo a puro bombardeo, en cambio ahora tendrán una ciudad que tuvo más de un millón de habitantes, que va a repoblarse, muy importante, que de hecho era la capital del Kurdistán en Irak. Había resistido a Sadam Hussein, así que plantea un problema político importante.

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Estados Unidos: The Future of US Education Is Standing Rock

Estados Unidos / 05 de julio de 2017 / Por:  Sandy Grande / Fuente: http://www.truth-out.org

As a professor of education, an Indigenous scholar and member of the NYC Stands with Standing Rock Collective, I was ecstatic to learn that the Wallace Global Fund recently named the Standing Rock Sioux the inaugural recipient of the Henry A. Wallace Award, a $250,000 prize that includes up to an additional $1 million to support the tribe’s transition to renewable energy.

To be sure, such recognition and capital investment will go a long way in eradicating dependence on fossil fuel. But if the Fund’s broader aim to «lift up the extraordinary courage and will it takes to stand up to oppressive corporate and political power» is to be realized, then a commensurable investment in education will be needed.

As it stands, Wall Street billionaires, hedge fund managers and corporate think tanks are driving education reformnot out of concern for the environment, but in the interest of profit and — still — land. Indeed, historically, US schools were designed for Native erasure and little has changed.

The dominant narrative about Native American students and tribal schools remains that they are «failing.» The evidence? The so-called achievement gap as measured by standardized test scores. Beyond the specious nature of the tests, Native student «failure» should not be confused with the refusal to trade one’s culture and ways of being for a form of «success» marked by individualist modes of competition and an «American Dream» fundamentally reliant upon property ownership and resource exploitation.

Neither Native peoples nor the planet can afford systems of education that are built upon the reduction of life to transactional relationships, whether for profit or individual advancement. So, without an educational paradigm shift, there will always be a next Standing Rock (see: Bears EarsLancaster County, central Florida).

Toward this end, Native education — centered in Indigenous knowledge and decolonial curricula — has much to teach mainstream schools. For example, the Defenders of the Water School, founded by Alayna Eagle Shield at the Oceti Sakowin camp, engaged a curriculum centered on Lakota language, culture and intergenerational knowledge as a practice of Indigenous sovereignty. Students at the school spent their days in song, dance and prayer, as well as learned the history, math and science embedded in their surroundings. Most importantly, however, they witnessed the courageous actions taking place in defense of water and their peoples. And, in so doing, they learned about what it means to be a good relative, to be accountable to each other as well as to the generations to come.

In other words, the children of Standing Rock learned that the resistance was not just about a pipeline or even unchecked corporate power, but rather about their right to defend themselves, their land and relatives, including the Missouri River. It was about the history of US settler colonialism — based on the dispossession of Indigenous peoples from land and Black peoples from labor — and the ongoing impact of these relations of power on their communities. They learned to question and contest alternative facts: that we need more fossil fuel, more extraction, more oil; that climate change is a myth; that we can trust a multibillion-dollar industry to tell the truth about renewable energy; that history doesn’t matter; and that actions of the people don’t make a difference.

In short, they learned that Standing Rock was, and is, about a broader struggle for liberation.

So, what is needed is an education for liberation, one that begins with examining the knowledge systems that gave rise to the dispossession of Native peoples and Black enslavement in the first place. Such an education would not only offer a more accurate, complex and nuanced understanding of the history of the United States as a settler nation, but also help to strengthen solidarities between Black, Indigenous and other colonized peoples working to bring an end to violence and injustice in all forms.

Particularly as the US faces devastating debt, dangerous climate change and unprecedented inequality, understanding settler colonialism as a structure defined by processes of extraction, removal, elimination and consumption is not only instructive, but also imperative for defining alternative ways of being. Henry A. Wallace’s broader vision for a more democratic US that places well-being ahead of profits needs and deserves an analogous vision for education; one grounded in the ethics of relationship so we would no longer need to make the case that #BlackLivesMatter or «water is life.» Enough is enough.

Fuente noticia: http://www.truth-out.org/opinion/item/41146-the-future-of-us-education-is-standing-rock

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