Los jóvenes no son nuestro futuro, son nuestro presente

Por: Roberto Patiño

Tras dos años de pandemia, el lunes 3 de octubre las clases presenciales volvieron a Venezuela, sin lugar a dudas una buena noticia para muchos venezolanos conscientes de la necesidad de recuperar la normalidad en la vida cotidiana y para quienes están conscientes del esfuerzo que tendremos por delante para recuperar el tiempo que se perdió durante este lapso académico, donde la educación a distancia mostró sus debilidades en una sociedad como la venezolana, alejada de las capacidades tecnológicas necesarias para trasplantar el liceo a la casa.

Como es natural el hecho fue celebrado por la red de medios públicos, quienes aprovecharon la fecha para hacer actos de campaña mostrando la recuperación de los liceos, celebrando la buena disposición del gremio docente y anunciando su compromiso de apoyar a las familias venezolanas con la vuelta a clases, un proceso que ha convocado a las aulas a más de 8 millones de niños y jóvenes, según cifras oficiales.

Denimar tiene sus dudas sobre este ánimo de celebración. Con doce años de experiencia como docente en un liceo en Nuevo Horizonte, Caracas, la profesora nos advierte que el regreso a clases es un reto muy grande. En principio las condiciones salariales y laborales que se le han impuesto al gremio docente ha hecho que muchos profesionales estén perdiendo su compromiso para atender un proceso educativo con las peculiaridades como el venezolano, donde falta personal en los colegios, donde muchos alumnos no cuentan con una red de apoyo familiar que lo acompañe durante su educación y donde es necesario, en muchos casos, retomar casi en el mismo punto donde se interrumpió las clases con la llegada del covid 19 en 2020. ¿Cómo puedes exigirle a un maestro atender aulas repletas de muchachos con necesidades pedagógicas específicas, cuando tiene que buscarse la vida al salir del liceo?, se pregunta Denimar quien para sobrevivir, al salir de clases, tiene que llenar su día con tareas dirigidas en su casa y con los pedidos en repostería que tiene que atender, iniciativas que ha emprendido en los últimos años para tratar de cuadrar las cuentas familiares. Y es que solo para cubrir la compra de útiles escolares y uniformes para su hija, con el salario que devenga como maestra, tendría que trabajar un año entero.

No tiene tiempo para nada que no sea trabajar, reconoce.

Quienes se dedican a la docencia, nos recuerda Denimar, lo hacen por vocación, pero el compromiso no es correspondido. La eliminación de los incentivos la llevó a la calle, junto a sus compañeros, en contra del llamado Instructivo Onapre, una causa justa que de momento no ha tenido un final feliz para el gremio docente, que se ha tenido que conformar, al parecer y por ahora, con un bolso y unos zapatos. Sin embargo no tira la toalla, hay mucha lucha que dar y “los buenos somos mayoría” nos dice.

El optimismo de Denimar es genuino. Desde hace meses participa en los talleres de formación para líderes comunitarios en Mi Convive y ha encontrado en estos espacios, muchas coincidencias con su vocación docente: hay que aprender a formar a los niños en el aula, a la gente en la calle, aprender a tener una meta en común, defender pacíficamente lo que es tuyo, trabajar en el espacio comunitario por una mejor calidad de vida, por el país que queremos.

El enorme parecido que existe entre el colegio como espacio de formación y crecimiento personal y la comunidad, lo “público”, como el lugar para formación los ciudadanos en valores, es evidente. En nuestros años de experiencia en Mi Convive hemos aprendido que la escuela es donde se concentra el reservorio de los valores democráticos de nuestro país, es un punto de encuentro para el trabajo compartido, voluntario, para la puesta en marcha de proyectos comunes, es el lugar donde se resume lo mejor de la vida comunitaria. El liceo es el corazón de una comunidad, el punto de partida donde se atan voluntades y se trabaja por el futuro. Todo lo que se haga en torno al aula de clases redunda en beneficio de los niños y jóvenes y es un lugar para la organización popular que lucha por el cambio en el país.

Invertir esfuerzo, tiempo y recursos en la escuela, en los maestros, en los padres que acompañan a sus hijos en su formación, es una forma de trabajar por el bien común de todos en la comunidad. Bien nos lo dijo Denimar: los niños no son nuestro futuro, ¡son nuestro presente!

www.rpatino.com

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/opinion/columnista/los-jovenes-no-son-nuestro-futuro-son-nuestro-presente/

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El drama de la vuelta a clases

Por: Roberto Patiño

No bastó con las amenazas de su madre, ni las explicaciones de que no tenían tiempo, que aquella era su parada y debían abandonar el vagón del Metro de Caracas lo antes posible; la niña seguía atornillada al piso, jalándola de la mano, exigiendo a su madre que la acompañara a saludar a su maestra, a la que había visto al final de la unidad. Así lo recuerda Yuleima, 43 años, profesora y líder comunitario de Casalta 2: “Dejamos una impresión muy fuerte en los jóvenes, es una gran responsabilidad la que tenemos los maestros, un compromiso de vida”.

Yuleima comenzó a ejercer su vocación de docente tarde, reconoce, hace apenas diez años, tras superar retos inesperados en su vida. Nunca dudó que podía alcanzar su meta, la constancia en el trabajo fue un valor que aprendió desde muy joven en la casa y en la escuela; sin embargo cada día es más difícil cumplir con esa vocación.

Ella, al igual que todo el gremio docente venezolano, ha visto disminuir sus ingresos desde que el Estado decidió aplicar el llamado Instructivo Onapre, unas tablas salariales, escritas por fuera de los márgenes del ordenamiento jurídico venezolano, que desconocen los logros sindicales del magisterio al suprimir bonos e incentivos, un instrumento que el TSJ calificó como inexistente, pero que es usado en todas las quincenas para quitarle parte de su salario. “Hay desánimo entre las maestras, se lamenta, hay quienes dicen que ganan más dinero vendiendo café en la calle que atendiendo un salón con treinta chamos”, nos dice, mientras saca cuentas y repite lo que hemos escuchado todos estos días en las calles de Venezuela: “Nos merecemos un salario digno, tener nuestro dinero para comprar nuestra comida, nuestras cosas, tener una vida”, con ese Instructivo “nos meten mano en nuestra cartera y nos piden un sacrificio que ellos no son capaces de hacer”.

Yuleima sabe que está ante un año complejo, la educación pública en Venezuela se ha convertido en un reto para los docentes, padres y jóvenes. Las instalaciones de su unidad educativa no están completamente reparadas, dejaron las obras por la mitad “y nos llaman todos los días para que hablemos con los padres y representantes, para que pidamos materiales para la escuela, un martilleo constante –se queja–. ¿Cómo voy a pedirles a unos padres que nos compren unos bombillos si a veces mandan a sus hijos con un vaso de agua como desayuno?”.

Con una inflación anual del 155% sobre los alimentos, según el Banco Mundial, Venezuela es el tercer país con mayor inflación alimentaria del mundo, una realidad que expone a los niños y jóvenes a una situación de inseguridad nutricional que afecta su crecimiento y su educación. “Tú no puedes prender un carro sin gasolina, un chamo no puede estudiar con hambre”, nos dice Yuleima quien afirma estar alarmada, las secuelas de la pandemia se sienten en el nivel educativo de sus alumnos, la educación a distancia no funcionó, se lamenta, “los muchachos lo que hacían era transcribir las tareas que los padres les hacían”, hay mucho que hacer en muy poco tiempo, “antes de terminar el curso, antes de que se vayan del país”, comenta mientras lleva la lista mental de los nueve alumnos que se fueron de Venezuela antes de culminar las clases.

Ahora Yuleima comparte su responsabilidad y divide su tiempo con otra vocación: el trabajo comunitario. Es egresada de la Segunda Corte de la Red Solidaria y en la actualidad, con el apoyo de sus vecinos y amigos, y con la fuerza que le dio una comunidad organizada, pudo abrir un comedor de Alimenta la Solidaridad en su casa y por allí pasan, de lunes a viernes, sesenta niños. “Ellos son el país, sin ellos Venezuela se va a pique y hay que darles todo el apoyo que necesitan, hacerles crecer el sentido de pertenencia, de madurez e inclusión”. “Vendrá un cambio en el país”, nos dice, “los venezolanos somos gente trabajadora y nos merecemos cosas buenas, la gente está cansada y quiere cambio, por eso es necesario que los chamos sigan estudiando, cuando uno se esfuerza los sueños se cumplen, yo pude ser maestra”, concluye mientras reconoce que, pese a las dificultades, volverá al aula de clase en el próximo curso, los niños de su colegio la siguen buscando en la calle o en un vagón del Metro y es un compromiso que no puede ni quiere eludir.

Volver a clases en Venezuela es un reto para la mayoría de los venezolanos, un compromiso por el futuro que exige el mayor esfuerzo de las familias, profesores y comunidades, una apuesta cierta por el futuro, una necesidad para avanzar el cambio que tanto necesita Venezuela. Somos un país que se merece cosas buenas y desde Mi Convive seguiremos trabajando en el apoyo a estos nuevos líderes y activistas que se comprometen por el futuro que tanto necesitamos y que nos merecemos todos.

Este es nuestro compromiso.

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Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/opinion/el-drama-de-la-vuelta-a-clases/

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Activistas hicieron viacrucis por crisis de los servicios públicos en Venezuela

América del Sur/Venezuela/15-04-2022/Autor(a) y Fuente: www.elnacional.com

Desde hace varios años, ONG, activistas y políticos opositores han denunciado el colapso de los servicios públicos en el país

Un grupo de ONG y activistas venezolanos hicieron este jueves, a propósito de la conmemoración de la Semana Santa, una protesta creativa en Caracas a la que denominaron «viacrucis de los servicios públicos» para exigir la mejora en el acceso al agua, la electricidad y el transporte y alertar sobre «la agudización de la crisis» en Venezuela.

«Juntos por la exigencia de los servicios públicos de calidad y los derechos humanos. Activistas, organizaciones y comités de derechos humanos marchamos pacíficamente en un viacrucis por la crisis de los servicios básicos», detalló la ONG Provea, participante de la actividad, en su cuenta de Twitter.

Activistas hicieron viacrucis

En la manifestación, que tuvo lugar en una zona popular del oeste de Caracas, participaron también las ONG Caracas, Mi Convive, Comité de DD HH, Radar Caracas y, al menos, dos decenas de vecinos de la comunidad y jubilados y pensionados de distintas zonas.

En cada una de las estaciones dispuestas para el viacrucis, los activistas explicaron cómo han terminado vulnerados en Venezuela, a su juicio, los derechos humanos a servicios fundamentales como el agua, la luz, la educación y el Internet, entre otros.

La activista y presidenta del Colegio de Enfermería de Caracas, Ana Rosario Contreras, participó en la actividad y aseguró que los venezolanos siguen viviendo la violación de los derechos humanos.

«Los venezolanos seguimos con una violación continua de nuestros derechos humanos. Hoy, a 22 años de tener esta mal llamada revolución, los venezolanos tenemos que decir que el derecho a la vida, a la educación, al Internet. Todos han sido vulnerados». Así lo dijo en un video publicado por Provea.

En este sentido, Contreras pidió a sus compatriotas levantarse «con una bandera de lucha» por la defensa de los derechos.

Crisis de servicios públicos en Venezuela

Desde hace varios años, ONG, activistas y políticos opositores han denunciado el colapso de los servicios públicos en Venezuela.

La semana pasada, el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP) informó que el 47% de los ciudadanos en 12 ciudades del país deben almacenar el agua. Esto como una alternativa ante la falta de suministro del líquido de forma continua por las tuberías.

Sobre el servicio eléctrico, este martes, el Comité de Afectados por Apagones, un ente independiente que contabiliza los cortes de luz y sus efectos, informó a Efe que las fallas eléctricas en Venezuela se redujeron un 64,6 % este año, respecto a 2021, cuando se registraron 38.004, frente a las 13.423 interrupciones del servicio computadas durante el primer trimestre de 2022.

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/venezuela/activistas-hicieron-viacrucis-por-crisis-de-los-servicios-publicos-en-venezuela/

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La cancha es la plaza

Por: Roberto Patiño

“En la cancha comienza la vida de un barrio”: esta certeza resume la razón por la cual varios jóvenes vienen trabajando, junto con Caracas mi Convive y Alimenta la Solidaridad, en el proyecto de recuperación de las canchas deportivas en sectores populares. Ya son quince los espacios intervenidos en esta iniciativa de organización popular, una cifra discreta si se compara con el tamaño de las aspiraciones de nuestras ciudades, pero todo un logro en lo que implica para los vecinos involucrados en estos proyectos.

Es mucho más que reparar una cancha, es recuperar el sentido de pertenencia de una comunidad con sus espacios, es una forma de apoyar la organización comunitaria, una vía para empoderarse de lo público de manera responsable, una excusa, reconocen, para formar una verdadera comunidad de vecinos. Y es que “la cancha” en el barrio va más allá de unas marcas en el suelo para hacer de deporte, es la plaza de una comunidad, el punto de encuentro, la referencia social y geográfica de los vecinos, el espacio de “lo público” donde nacen todas las iniciativas de trabajo por el bien común y donde debutan los nuevos liderazgos populares.

En Caracas Mi Convive somos muy conscientes de este universo de significados que hay que respetar, por eso la recuperación de estos espacios cumplen con una agenda de trabajo que incluye la presentación de la organización, la convocatoria de los vecinos, un taller de prevención de violencia, el trabajo organizativo y cultural en los “puntos calientes” y la divulgación de información sobre el proyecto Monitor de Víctimas.

Más adelante se avanza con un taller sobre identidad social y organización comunitaria donde se explora, junto a los vecinos, todo aquello que los vincula, se trabaja en la reconstrucción de los vínculos con su entorno, se les invita a formar parte de un proyecto para que “la cancha” les pertenezca. Esta es la única garantía, nos dicen nuestros líderes en la comunidad, de que estos espacios recuperados sobrevivan al paso del tiempo.

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