Abrázame

Por: Aram Aharonian

 

Entre las muchas cosas de las que nos ha privado la pandemia del covid-19, es el abrazo. El miedo, el terror al contagio nos aparta. Nos impide esa  muestra de cariño, de amor, de compañerismo, de saludo, de solidaridad.

Para nuestra información, el abrazo se lleva a cabo con los brazos, ya sea por encima del cuello o por debajo de las axilas,  alrededor de la persona a la que se brinda el gesto, apretando o constriñendo con fuerza y duración variables (según Wikipedia).

Aquello tan cotidiano se ha convertido hoy en algo casi prohibido en tiempos de pandemia y distanciamiento social, cuando es El amor en tiempos de coronavirus: besos con barbijo y millones ...sustituido, entre barbijos y alcohol en gel, en un incosistente toque de codo con codo. Los gatos y gorilas, que también suelen abrazarse, zafaron de la prohibición. El abrazo se ha vuelto peligroso, vea usted.

Expertos de la Universidad de Harvard (¿en abrazología?) pronostican que el distanciamiento social puede extenderse hasta 2022 y el no tocarse, sin dudas, traerá sus consecuencias, cambiarán los hábitos y, seguramente, producirán impactos psíquicos.

Dicen los entendidos que al abrazo nació por desconfianza, cuando los militares (de la época de Qin Shi Huang en la antigua China) se palpaban para asegurarse de que el otro no estaba armado. Qin no pasó a la historia por ello, sino por proclamarse como primer emperador chino y por los Guerreros de Terracota que mandó a construir para su mausoleo mucho antes de su muerte.

Generalmente, el abrazo indica afecto –también condolencia o consuelo-  hacia la persona que lo recibe, una forma de comunicación no verbal. Pero cuidado, también existe el abrazo del oso, aparente demostración de afecto que en el fondo encierra una trampa.  Los lectores de las aventuras de Astérix recordarán los abrazos de Obélix, que destrozaban las costillas de sus adversarios romanos.

El coronavirus crea nuevas formas de saludo en el mundo, sin besos ... Los abrazos constituyen el único lenguaje que el alma comprende. Acaso los cuerpos no sean sino la excusa para que las almas dialoguen. En un abrazo no hay error de interpretación ni entrelíneas.  Nos abrazamos en medio del duelo más mordaz, pero también en el triunfo.

Abrazamos a nuestro cónyuge con lágrimas o entre risas cómplices; a nuestros hijos, a nuestros hermanos, a los amigos. Nos abrazamos con un rival, cuando nos damos cuenta de que también está solo o reconocemos su misma dignidad en la lucha. El abrazo es una maravilla con la que nos topamos todo el tiempo cuando bailamos, incluso con gente que no conocemos.

Y, en la más agobiante soledad de la noche, somos capaces de abrazar la almohada hasta que escampe o llegue el alba sin sueños tan negros.

¿Por qué no podemos prescindir de los abrazos? Tal vez porque venimos de un largo abrazo de nueve meses en el que, sin discursos ni sermones, empezamos nada menos que a existir. ¿Es biológico? El bebé sale del útero y enseguida va a los brazos de la madre: su primer contacto humano es con los brazos de otro (sin contar los de la partera o médico). El abrazo y los brazos son lo que permiten nuestra fusión con el otro.

Sigmund Freud lo dice claramente: el ser humano nace indefenso, mucho más indefenso que el resto de los animales y necesita la El coronavirus revolucionará hasta el saludoasistencia ajena, en este caso de la madre. Sin ese abrazo no puede desarrollarse (Freud no conoció las incubadoras) por sí mismo.

El abrazo es la expresión más primitiva, más arcaica del amor, señala la psicoanalista argentina Amy Krieger. El (con)tacto es fundamental para la sobrevivencia y el desarrollo.

El estadounidense Kevi Zaborney se vio preocupado cuando notó que la sociedad en la que vivía no se abrazaba o se besaba en su vida cotidiana. Ante esto, desde 1986, todos los 21 de enero se celebra ¿en todo el mundo? el Día Internacional del Abrazo, una excusa más para abrazar a sus amigos y familia.

Quizá si la pandemia hubiera aparecido unos años antes, Scott Campbell no hubiera podido escribir La máquina de los Abrazos.

Y tampoco Eduardo Galeano hubiera escrito El libro de los abrazos, donde señala que “Un sistema de desvínculo: El buey solo bien se lame. El prójimo no es tu hermano, ni tu amante. El prójimo es un competidor, un enemigo, un obstáculo a saltar o una cosa para usar. El sistema, que no da de comer, tampoco da de amar: a muchos los condena al hambre de pan y a muchos más condena al hambre de abrazos”.

Hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran y se reconocen y se abrazan, y ese lugar es mañana”, añade. ¿Sin abrazos no hay futuro?

Coronavirus: reencuentros y abrazos en Italia tras la reapertura ...Un gol, una revolución, una primavera, un papá o una mamá y sus niños en la cancha o en un parque- que son siempre extraordinarios y, por tanto, son siempre noticia. ¿Por qué, entonces, los abrazos tienden a no ocupar ningún espacio como noticia o menos espacio que casi todo lo que ocupa algún espacio?, pregunta el maestro-periodista Daniel Scher.

¿Por qué los abrazos que ocupan más espacio en lo que llamamos el espacio noticioso son los abrazos secretos (que no son ni malos ni buenos por ser secretos), los abrazos prohibidos (que no son ni buenos ni malos por ser prohibidos), los abrazos que forman parte del campo del chisme y no del campo de lo cotidiano?

Enamorados, emocionados, pasión, o por compromiso. Los abrazos toman diferentes formas por diversas causas, pero existe una certeza: son saludables. El abrazo, dicen los científicos, provoca en el cuerpo la producción de oxitocina, dopamina y serotonina que son las hormonas relacionadas con la felicidad, el amor y el bienestar. Quizá no curen el coronavirus, pero son imprescindible para la salud espiritual de todos nosotros.

Quizá mañana, hermana, hermano, podremos darnos un abrazo. Quizá. No puedo imaginarme un mundo sin el único lenguaje que el alma pronuncia… y comprende.

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2020/06/18/abrazame/

 

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Escuelas y universidades: ¿Abrirlas o mantenerlas cerradas?

Por:  Héctor Rodríguez Cruz 

 

La epidemia del COVID-19 se ha dejado sentir más profundamente en la vida cotidiana a nivel mundial, intensificando las perturbaciones y daños a la educación de más de 360 millones de estudiantes en todo el mundo, de acuerdo con las Naciones Unidas. Por su importancia e impacto, en todos los países del mundo el tema se ha convertido en un asunto de “seguridad nacional”.  ¡Aquí deberá suceder lo mismo!

La abrumadora preocupación está más que justificada porque las escuelas y universidades brindan una estructura y soporte para las familias, comunidades y economías enteras. ¡El efecto de cerrarlas durante días, semanas y meses podría tener repercusiones incalculables en los estudiantes, profesores, padres y las sociedades en general!

Sobre  la apertura de las escuelas y universidades del país, se tienen más preguntas que respuestas. Pero unas y otras gozan de igual  importancia porque impulsan la reflexión que deberá aportar pautas para tomar la mejor decisión, que no puede ser, como tampoco puede serlo en los demás sectores, producto de un decreto, una autorización presidencial o de una medida unilateral de las instituciones educativas. La responsabilidad de su apertura debe ser producto de la decisión concertada del gobierno, las autoridades educativas y todos los sectores del país. ¡Ni más ni menos!

Sin embargo, en este sentido no estamos partiendo de cero.  Resultan alentadores los esfuerzos logísticos y financieros que ha venido desarrollando el Ministerio de Educación desde el inicio de la pandemia. En el marco de su “Plan Nacional  Orientación Preventivo del COVID-19”, fueron distribuidos unos tres millones de brochures y otros materiales gráficos informativos en las 18 regionales y  los 122 distritos escolares del país. También hizo la transferencia de cerca de 380 millones de pesos a los centros educativos, colegios católicos, politécnicos y a las juntas de regionales y distritos escolares, para que dispusieran de los recursos necesarios en el plan preventivo.

Lo que sigue ahora de cara a la apertura resulta ser más complejo, amplio, delicado y costoso. Requerirá  duplicar, o más, los esfuerzos técnicos, logísticos y colaborativos y los recursos financieros. No se trata de una simple “apertura de las puertas”,  sino de la “reconstrucción” mancomunada de “la nueva normalidad” de la educación dominicana. Pongamos en “pause” las urgencias, prejuicios, intereses particulares y autoritarismos. ¡Constituyámonos en una “comunidad pensante y dialogante” para proteger la salud en las aulas y elaborar un  vigoroso plan resiliente para su apertura!

Para todo el país la apertura de las actividades educativas, tiene una dimensión comparable a la apertura de las  actividades económicas.  Se trata de la defensa del derecho a la salud en el aula de una población educativa de  más de 5 millones compuesta por estudiantes, profesores, investigadores, laboratoristas, bibliotecarios, personal administrativo, personal de limpieza, de apoyo al almuerzo escolar, animadores culturales y deportivos;  padres, madres, tutores y amigos de la escuela, así como grupos empresariales, religiosos y comunitarios comprometidos con una educación de calidad para todos los dominicanos. 

No se trata simplemente de volver al  segundo “dulce  hogar” con las manos en los bolsillos, sin planes ni proyectos de vida. De lo que se trata es de regresar con esperanza al templo de la sabiduría donde se  forman  los hombres y mujeres para construir una sociedad digna, justa, transparente, solidaria y democrática.  De lo que es   volver a aprender y vivir la “nueva realidad” de la educación dominicana,  pero sin miedo al contagio y a la muerte que trae el COVID-19. ¡Se trata de volver a las escuelas y universidades garantizando la salud en el aula de la mitad de la población  dominicana!

Por eso es esencial que las escuelas y universidades del país reabran sus puertas con todas las garantías para asegurar la salud en el aula y de que todas las autoridades educativas trabajen para hacerlo posible y que cada comunidad educativa, los sectores económico y social,  cada uno de sus miembros, se haga responsable de las medidas necesarias para una vuelta a las aulas con todas las garantías sanitarias, higiénicas, de salud y seguridad. ¡Aquellas escuelas y universidades que no estén en condiciones para garantizarlas, mejor será que permanezcan cerradas hasta puedan hacerlo!

La estrategia para la apertura de las escuelas y universidades deberá ser por etapas. Debe enfocarse en la metodología  de  una estrategia “progresiva y escalonada”.  El proceso debe cumplir con los criterios y requisitos de claridad, seguridad y certidumbre; y privilegiar siempre la salud y la vida. En algunas zonas y poblaciones  con alta letalidad y alto riesgo de contaminación se dificultará más la apertura. Así, la apertura de las escuelas y universidades de estas zonas sólo podrá realizarse cuando las condiciones sanitarias se lo permitan.  ¡Por eso, no todas podrán abrir al mismo tiempo!

La apertura puede realizarse siguiendo el paradigma del “semáforo actualizable de cuatro colores”: rojo, anaranjado, amarillo y verde. ¡El rojo representa las mayores restricciones y el verde la apertura de todas las actividades! El anaranjado permite realizar más actividades esenciales. Es moverse un poquito de la situación del rojo; las personas vulnerables podrán incorporarse a las actividades, pero con máximo cuidado. El semáforo amarillo implica una ampliación de las actividades sin restricción, podrán operar todas las actividades esenciales y no esenciales, pero con restricciones en espacios abiertos y cerrados.

Según este paradigma las escuelas y universidades en color rojo, es decir, de  zonas geográficas y poblaciones muy afectadas por el COVID-19, no podrán abrir.   Aquellas en color verde, situadas en zonas no afectadas y poco afectadas por el COVID-19, podrán abrir sin restricciones. Las situadas en las franjas anaranjadas y amarillas podrán abrir con restricciones y riesgos calculados. Todos los “colores” deben ir acompañados y administrados  por “protocolos y guías” para el cumplimiento de la medidas de prevención y control del COVID-19.

Las escuelas y las universidades del país no pueden detenerse durante el COVID-19, ya que constituyen una parte esencial de la recuperación en una crisis: aporta normalidad, un sentido de la rutina, conocimientos y habilidades necesarias para el desarrollo, la resiliencia en casos de especial vulnerabilidad social y económica y sirve de puente para salvar las distintas brechas sociales, económicas y educativas a las que se enfrenta parte de la población. ¡Pero el COVID-19 no puede dejarse  suelto, hay que prevenirlo y controlarlo!

Para evitar contagio y muertes en las aulas debido al COVID-19,  y facilitar su pronta apertura aboguemos por la estrategia de la  “apertura escalonada y progresiva” de las escuelas y universidades, siguiendo el paradigma del “semáforo actualizable de cuatro colores”.  Hasta ahora nos hemos centrado en la acción inmediata, en la atención de las “urgencias”, en la improvisación  y en el exceso de un optimismo  que da ánimos y reconforta en medio del desconcierto  pero, cuanto antes, hemos de dar paso a la “planificación”  y  la “preparación” de la “nueva realidad” de la educación dominicana. 

Es conveniente que el COVID-19  encuentre a las escuelas y universidades del país abiertas. ¡Pero sólo aquellas que llenen las condiciones para estar abiertas! Las que puedan garantizar y defender la salud y la vida de los más de 5 millones que componen la comunidad educativa nacional.  Las que no lo estén deberán ajustarse a un programa para adecuarse para la apertura. No nos dejemos contagiar  por  el espíritu conformista del “todo va a salir bien”. Hagámoslo posible. ¡Hagamoslo juntos!

Fuente:  https://acento.com.do/2020/opinion/8819100-escuelas-y-universidades-abrirlas-o-mantenerlas-cerradas/

Imagen: https://pixabay.com/photos/nurse-stethoscope-medicine-2141808/

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