Estados Unidos – Colombia / 7 de octubre de 2018 / Autor: Análisis Universidad EAN / Fuente: El Tiempo
Si bien John Warner viaja por el mundo difundiendo el concepto de química verde, no suele presentarse como químico sino como un “diseñador de moléculas”. Así es él: un verdadero profesor, que aborda los temas sin complejidad ni arandelas, pero sí con una profundidad que soporta en metáforas y anécdotas.
Este científico, músico e inventor llegó a Colombia invitado por la Universidad EAN, la primera en Latinoamérica en firmar el compromiso con la química verde, al que también están adscritas 50 universidades de Canadá y Estados Unidos.
Con su calidez característica, no solo instó a la industria a reflexionar sobre la importancia de crear productos no tóxicos, sino que se refirió al modelo educativo mundial y sus falencias.
La palabra “química” está usualmente asociada a lo tóxico y dañino. ¿Cómo derribar ese mito y asociarla con un concepto de sostenibilidad?
Cuando voy a una fiesta y digo que soy un químico, la gente se escandaliza, así que yo prefiero presentarme como un “diseñador de moléculas”. Creo que ese rechazo sucede porque no hay un entendimiento verdadero de esta ciencia. No solo se asocia con toxicidad, sino que muchos tuvieron experiencias negativas en su paso por el colegio con esta materia.
Es muy importante que la gente entienda que todo es química. Nuestra piel es química, nuestro pelo es química… todos los compuestos son química. Entonces, no todos los químicos son malos.
Todo empieza por la educación. ¿Qué deben hacer las universidades colombianas para empezar a trabajar en esa dirección?
Yo tengo una organización sin ánimo de lucro llamada Beyond Benign, que lleva más de 15 años trabajando con los departamentos y facultades de química de varias universidades. La idea es crear una red de colaboración entre las instituciones educativas que están implementando los principios de la química verde para que puedan comunicarse entre ellas y expandir sus saberes. La mayoría de universidades que pertenecen a esta red son de Canadá y Estados Unidos; sin embargo, la Universidad EAN es la primera de América Latina en firmar el compromiso con la química verde.
¿Cómo entender la química verde desde la vida cotidiana?
Uno de los problemas de la química es el ego del ser humano. Nosotros creemos que podemos controlar y dominar la naturaleza e inventar tecnologías mejores que la misma naturaleza. Nada más alejado de la realidad. Mientras los humanos acuden a la antropía, la naturaleza es pura entropía.
La entropía es la forma como suceden las cosas de manera natural, en tanto la antropía necesita una inyección de energía externa para generar un cambio y modificar las reacciones de las moléculas. Para producir algo, las industrias emplean fuentes de energía externas; deberían emular más a la naturaleza y su forma de producción para reducir los niveles de toxicidad.
Usted también se refiere a la entropía como caos, pero el caos se asocia con desorden. ¿Cómo puede ser esto positivo?
El caos es hermoso y yo lo asocio con diversidad. De hecho, la naturaleza no esconde su deseo por el caos. La verdadera razón por la cual nos reproducimos y tenemos hijos es para ser más caóticos y seguir aumentando la diversidad. Pelear con esa naturaleza hace que creemos sustancias tóxicas que no son naturales.
Por ejemplo, a lo largo de la historia la educación occidental ha intentado poner todos sus contenidos en pequeñas cajas separadas, sin darse cuenta de que al hacerlo nos estamos alejando de la entropía y su complejidad, que justamente es sinónimo de interconexión y sistema.
¿Por ese mismo dinamismo, un músico como usted terminó siendo científico?
Sigo siendo un músico, pero ahora soy un compositor de moléculas. Cuando tenía 15 años descubrí que lo que me gustaba de la música era que se parecía mucho a lo que hacían los científicos. La música es innovadora, es cercana a la creatividad, y así concibo yo la química. Muchas personas que se dedican a la ciencia no la ven como un proceso creativo y por eso la enseñan de manera rígida y acartonada. Para mí es innovación pura y me encanta.
La ausencia de innovación y el castigo al error son los problemas más grandes de la educación…
Absolutamente. Si bien yo creo que para ser un excelente músico de jazz se requieren estudios en música clásica y que para ser experto en química se necesitan los fundamentos y postulados base, el problema es que nos apoyamos completamente en el conocimiento enciclopédico y no pensamos de manera crítica ni abrimos posibilidades.
Los humanos siempre nos hemos sentido atraídos por todo lo que podamos medir y calificar y las instituciones académicas han reforzado este tipo de pensamiento. Y resulta que una niña de 4 años, por ejemplo, es 100% intuitiva porque no tiene conocimiento enciclopédico. Ella cree que puede hacer cualquier cosa y lo logra. Sin embargo, cuando entra al sistema escolar y universitario esa creatividad se va perdiendo hasta llegar a cero.
Lo paradójico es que ahora colegios y universidades se han lanzado a enseñar innovación y creatividad, pero resulta que eso no es algo medible. Es ridículo sacarle una métrica a la creatividad. La creatividad es algo natural de las personas y hay que fomentarla desde el principio, no matarla para luego enseñarla.
El fallecimiento de su hijo fue un hecho trascendental en su vida. ¿Tuvo algún efecto en su visión científica?
La angustia de haber perdido un hijo fue algo terrible, pero a la vez una luz porque me cambió para siempre. Cuando empecé a trabajar en el concepto de química verde, lo vi bajo una perspectiva empresarial y del conocimiento, pero la partida de mi hijo me hizo ver el componente humano de lo que estaba a punto de crear.
Usted también es un inventor ¿Cuál es la creación que recuerda con más cariño?
El producto que desarrollé para restaurar naturalmente el color del cabello. Se llama Hairprint y es muy significativo porque no solo lleva felicidad y levanta la autoestima de millones de personas, sino que les devuelve la vida a enfermos de cáncer que habían perdido la posibilidad de restaurar su pelo porque en el mercado solo existen productos tóxicos que afectan su salud.
Otro muy importante es el asfalto sostenible, que no es contaminante ni deja de ser rentable. También he creado tratamientos para tratar la diabetes, el Alzheimer y algunos tipos de cáncer, pero con el tiempo me he dado cuenta de que esas enfermedades son causadas por la toxicidad del medio ambiente que nosotros mismos contaminamos. Por eso, si todos aplicáramos la química verde, el ambiente no estaría cargado de esas toxinas y las enfermedades desaparecerían.
¿Cómo puede ayudar la química verde a Colombia, que basa su economía en la industria extractiva?
Inventar nuevos productos y tecnologías no tiene que ser considerado como una amenaza para las industrias tradicionales. No se trata de una competencia. Al contrario, lo que hay que hacer es trabajar de manera colaborativa. De hecho, las grandes industrias no le temen a la química verde porque saben que pueden crecer gracias a los nuevos conocimientos que se pueden desarrollar. En el caso de la industria de los hidrocarburos lo que se podría hacer con la química verde es desarrollar procesos de sostenibilidad para reducir los impactos que le estamos generando al planeta.
Ha conocido poco de Colombia, pero ¿cuál cree que sea el potencial de nuestra gente y de las industrias?
Llevo pocos días en Colombia y no creo que pueda dar una opinión completa sobre el país. Por supuesto, el talento de su gente es lo más destacable y, por lo mismo, quiero invertir mi tiempo en conocer y capacitar a la gente que quiera hacer esto más grande. La Universidad EAN, por ejemplo, ya se vinculó a este proceso y va a aplicar los principios de la química verde, así que me siento muy complacido de acompañar a esta institución en este camino de descubrimientos.
Fuente de la Entrevista:
https://www.eltiempo.com/vida/educacion/trabas-del-modelo-educativo-bajo-la-lupa-de-un-cientifico-atipico-275676
ove/mahv