‘Mujer y liderazgo en ámbitos STEM’ fue la segunda mesa redonda de la programación
Pilar Mateo y Ana Lluch fueron las protagonistas indiscutibles de la segunda mesa redonda del encuentro, «Mujer y liderazgo en ámbitos STEM», moderada por Elena Pinilla, investigadora distinguida en el Centro de Tecnología Nanofotónica de la UPV y vicepresidenta de la Real Sociedad Española de Física.
Sus perfiles profesionales —científica y presidenta de Inesfly Corp y catedrática emérita de la Universitat de València, así como coordinadora del Grupo de Investigación de Biología en Cáncer de Mama Incliva, respectivamente— las convierte no solo en referentes, sino en eminencias.
Ana Lluch, coordinadora del Grupo de Investigación Incliva. ED
«Ser mujer nos hace tener una sensibilidad especial para entender problemas pero, por ser mujer, nos ha hecho falta mucha ilusión, tesón y trabajo, pues nos hemos enfrentado a muchas trabas», admitió Ana Lluch al ser preguntada por su profesión, autodefinida como «medicina humanizada».
«La mirada holística de las mujeres debe servir para reivindicar el valor social de la ciencia», destacó Pilar Mateo, presidenta de Inesfly Corp
En esta línea, Pilar Mateo quiso puntualizar que la «mirada holística» de las mujeres mencionada por su compañera de debate debe servir para reivindicar el valor social de la ciencia. «Asumir el riesgo es algo que en el mundo del género femenino cuesta», admitió en relación a su propia experiencia personal.
Pilar Mateo, presidenta de Inesfly Corp. ED
Emprender en su carrera no solo la condujo a Bolivia, sino que la acercó a una realidad marcada por la soledad y el silencio. «Las mujeres nos enfrentamos al mito de Sísifo —metáfora de un esfuerzo incesante y, con frecuencia, inútil—».
«Cuesta mucho, pero las mujeres estamos capacitadas para hacer mucho más de lo que hacemos».
Reseña: Este libro muestra una recopilación de biografías de mujeres científicas que han sido invisibilizadas a lo largo de la historia por ser mujeres, investigaron y descubrieron a partir de seudónimos, el nombre de sus esposos o simplemente no se habla de ellas- sufrieron de el robo de sus trabajos por sus compañeros de vida y de investigación.
A pesar de ser mayoría entre la población universitaria, la presencia de la mujer en las disciplinas de estudio científicas y tecnológicas sigue siendo muy inferior a la del hombre
Si juzgáramos por los números, hace años que pensaríamos que las mujeres mandan en la universidad española: del aproximadamente millón y medio de estudiantes, ellas representan el 55,2 % de los matriculados, 10 puntos más que los hombres. Pero se trata de una presencia muy poco homogénea que resulta especialmente evidente en las llamadas disciplinas STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés), donde apenas un 18 % de los alumnos son mujeres; mientras que la representatividad se invierte en las disciplinas de carácter más artístico y social: las universitarias son el 70 % de las matrículas en Ciencias de la Salud, el 61,6 % de Artes y Humanidades y el 59,8 % de Ciencias Sociales y Jurídicas.
Esta es una foto que ha cambiado muy poco a lo largo de los años, y que debería invitar a cuestionarse seriamente el porqué: aunque el porcentaje fluctúa desde el 12,93 % de las estudiantes de Informática al 25 % de Ingenierías o el 41,87 % de Ciencias, está siempre muy por debajo de su presencia en la universidad. “Es un tema complejo porque influyen muchos factores, desde estereotipos culturales a mensajes en los medios de comunicación y dentro de las propias familias, que llegan a las niñas desde que son pequeñas”, cuenta Isabel Tajahuerce, delegada para Igualdad del rector de la Universidad Complutense de Madrid y profesora de Comunicación y Género. “Además, el profesorado no tiene formación de género (ni el de los colegios, ni el de los institutos, ni el de la universidad), y esto es muy importante a la hora de formar a quien luego, a su vez, debería a educar a otros con una perspectiva de género que explique el porqué de la desigualdad en la sociedad”.
Eliminar los estereotipos
Las imágenes que persisten en el imaginario colectivo del ingeniero, normalmente un hombre, o del informático como alguien friqui con dificultades para relacionarse con los demás son solo algunos de los prejuicios y estereotipos arraigados en la sociedad. Ideas preconcebidas que, a juicio de los expertos, vienen reforzadas desde la infancia a través de los medios, de la educación e incluso de las familias: “Normalmente das al niño juegos de construcciones, grúas, coches y aviones, y a las niñas, muñecas. Ahí estás ya diferenciando y fomentando una serie de condiciones. A ellas también hay que darlas todo eso, para favorecer su curiosidad y su interés por saber de qué están hechas y cómo funcionan las cosas”, afirma Tajahuerce.
Los estereotipos llegan también a través del entretenimiento: “Por muchas campañas de promoción de las mujeres STEM que hagas en los medios de comunicación o en las escuelas, si luego el alumno pone YouTube o la televisión y se encuentra con que el personaje asociado a la ciencia es un chico friqui, la socialización expulsa a las chicas. Si se quiere reducir el diferencial de género, hay que trabajar en los medios y en la ficción; estamos vendidos al contexto mediático general”, sostiene Rafael Conde, director del grado de Artes Digitales de la Universidad Camilo José Cela. Este académico lleva más de una década de profesor en grados como el de Diseño de Videojuegos, con aulas casi exclusivamente ocupadas por chicos, principalmente en las especialidades de diseño y programación.
La existencia de desigualdades de género en el acceso y participación de las chicas en los ámbitos TIC genera un alto grado de injusticia social, asegura Milagros Sáinz, investigadora líder del grupo de Género y TIC de la Universitat Oberta de Catalunya: “No es de justicia social creer que las niñas no tienen talento suficiente para la ciencia y la tecnología cuando sacan notas equiparables o incluso superiores a sus compañeros. Tampoco lo es invisibilizar de manera sistemática las contribuciones de las mujeres a la ciencia y la tecnología en los libros de texto y materiales didácticos de todas las materias (no solo STEM), desde la infancia hasta la edad adulta. Como tampoco lo es discriminarlas a nivel salarial, teniendo tantas competencias como sus compañeros, o impedir su avance y promoción académica y profesional”.
Iniciativas para fomentar las vocaciones
Los esfuerzos desarrollados en muchos países para desterrar estos estereotipos de género, fomentar las vocaciones científicas y tecnológicas entre las chicas y facilitar referentes femeninos a las niñas de Primaria y Secundaria han sido numerosas. Espacios públicos como ChicaStem o el Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación, creado en 2019 para “combatir cualquier discriminación por razón de sexo, garantizar la igualdad de oportunidades y aumentar la presencia de mujeres en todos los ámbitos de la vida científica y universitaria”.
Por su parte, el proyecto Por qué tan pocas, presentado en junio de 2019 por la Universidad Complutense, consta de un largometraje y 20 píldoras audiovisuales con las que se pretende visibilizar el papel de las mujeres españolas en los campos de la tecnología y la ciencia, con referentes como Margarita Salas (bioquímica), María Blasco (bióloga), Elena García (ingeniera robótica) o Clara Grima (matemática). Todo con el objetivo de alejarse también de los estereotipos respecto a lo que son en realidad estos campos del saber, acercándolos a la ciudadanía y explicando lo que se está haciendo. “Hay como una idea establecida en la sociedad de que es algo muy complicado y difícil de entender. Tenemos que romper con eso, porque si lo acercamos habrá mucho más interés”, argumenta Tajahuerce.
“A consecuencia de los estereotipos, hay menos mujeres en estas disciplinas, lo que a su vez lleva a que haya menos modelos y provoque que los estereotipos se refuercen”, explica Carmen Fenoll, presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT). Desde la asociación, trabajan con las administraciones para reducir la brecha de género, y en cada territorio desarrollan actividades para fomentar esas vocaciones entre las niñas a través de programas de mentoría, charlas y otras jornadas. “Para despertar las vocaciones, hay que ir a las escuelas, para que vean que no eres ninguna rata de laboratorio. A todo el mundo le gusta leer sobre ciencia y entender el mundo que les rodea, y sentir que ellas pueden ser protagonistas de esos avances científicos. Un buen divulgador debe ser capaz de contagiar su amor por la ciencia”.
La paradoja de la igualdad de género
Aunque pueda parecer contradictorio, los países con un mayor índice de igualdad presentan una proporción menor de mujeres cursando disciplinas STEM que otros donde se considera que no hay igualdad de género. Así lo afirma un estudio de la Universidad de Leeds (Reino Unido) y la Universidad de Missouri (Estados Unidos), publicado en 2018 en Psychological Science. Es la conocida como “paradoja de la igualdad de género”, que reveló que, en países como Albania y Argelia, el porcentaje de mujeres graduadas en STEM era superior al de otros como Finlandia, Noruega o Suecia.
Para los investigadores, esto podría deberse a que los países con menor igualdad a menudo presentan una asistencia social más reducida y condiciones de vida más difíciles y menos seguras, lo que hace más atractiva la elección de una carrera en el ámbito STEM, por lo general mejor remunerada. Por el contrario, las naciones con una mayor igualdad de género suelen ser estados de bienestar más desarrollados que garantizan un alto nivel de seguridad social a sus ciudadanos, y ello permite a las mujeres realizar elecciones menos basadas en factores económicos.
Desigualdad salarial
La brecha de género no se deja ver tan solo en las elecciones académicas de los estudiantes universitarios. De acuerdo con el reciente estudio de la consultora especializada en employer branding Universum, las expectativas salariales de los universitarios y universitarias varían considerablemente, y siguen en aumento: de media, los hombres esperan recibir un salario anual de 24.536 euros, mientras que las mujeres lo cifran en 19.247, más de 5.000 euros menos; una diferencia que también se observa de forma general entre los alumnos de las universidades públicas (21.232 euros) y las privadas (24.454).
Las diferencias de género se dejan ver también en cuanto a las áreas donde unos y otras prefieren desarrollar su carrera profesional: las que más les interesan a ellos son la industria aeroespacial, el sector bancario y la consultoría estratégica; a ellas, los sectores de publicidad, marketing y relaciones públicas, las artes y el entretenimiento, y la moda, los accesorios y los artículos de lujo.
Escasa representatividad universitaria
Pero la brecha de género no se limita solo al alumnado de las universidades, como señalan los expertos. “De todos los catedráticos de las universidades españolas, solo el 20 % son mujeres; y lo mismo ocurre en la escala superior de los centros de investigación, a pesar de que ya hace años que hay más mujeres graduadas que hombres”, recuerda Fenoll.
La diferencia es a su vez notoria entre el personal investigador de las universidades públicas y organismos públicos de investigación (OPIs), y denota el mismo sesgo de género observado ya entre los estudiantes de las diferentes áreas del conocimiento, según se observa en el informe Científicas en cifras 2017, del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Así, los ámbitos donde se detecta una mayor presencia femenina son los de humanidades (47 % en 2016), ciencias sociales (46 %) y ciencias médicas y de la salud (44 %), mientras que el porcentaje disminuye según van adquiriendo un carácter más científico o tecnológico: 42 % en ciencias agrícolas, 34 % en ciencias naturales y solo un 28 % en Ingeniería y Tecnología. De media, el personal investigador femenino se mantuvo estable entre 2013 y 2016, en un 39 %.
La conciliación de la vida personal, laboral y familiar, y la eliminación de barreras de género en el acceso y promoción de la carrera investigadora es, según dicho informe, una prioridad para la mayoría de universidades públicas y privadas (72 %) y OPIs (83 %), si bien no sucede lo mismo cuando se trata de la promoción de las vocaciones STEM en niñas y jóvenes a través de acciones específicas como los programas de mentoría (en un 80 % de las universidades públicas, pero solo un 44 % de las privadas y un 63 % de los OPIs).
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Aún está pendiente la igualdad en el acceso y la permanencia en puestos relevantes y en la remuneración económica, la posibilidad de compatibilizar plenamente la vida con hijos con la carrera profesional, y una mejor protección contra diferentes formas de discriminación, maltrato, acoso o abusos. Así lo cuenta Ana Franchi (Buenos Aires, 1956), investigadora en química biológica, activista por los derechos de las mujeres en las ciencias, y presidenta del Conicet, el mayor organismo público dedicado a la investigación científica y tecnológica de la Argentina, a partir del inicio de la Presidencia de Alberto Fernández.
Han pasado más de dos décadas de reclamos en las veredas de las instituciones científicas por una mejor participación de las mujeres, dice Franchi, pero ahora es el momento de impulsar e implementar medidas concretas con perspectiva de género. En Iberoamérica, Venezuela es el país con mayor porcentaje de mujeres (61%) sobre el total de personas que investigan, seguido por la Argentina y Guatemala (con el 53% para ambos países). España se encuentra en el lugar número 12, con el 40% de mujeres que investigan, según la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología Interamericana e Iberoamericana (RICYT). En Chile, México y Perú, el porcentaje de mujeres todavía no supera el 33%. Hoy, 11 de febrero, con el fin de lograr el acceso y la participación plena y equitativa, la ONU celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
Pregunta. ¿Considera que aún se desalienta a las mujeres a seguir las carreras de ciencias?
Respuesta. Los estereotipos subsisten todavía. Se piensa que las mujeres son prolijas, ordenadas y estudiosas, pero no son brillantes. A través de una investigación que la Cátedra Regional Unesco dedicada a Mujeres, Ciencia y Tecnología realizó en las ciudades de Buenos Aires, San Pablo y México, se pudo indagar en por qué las mujeres no acceden a ciertas disciplinas. Se hizo una encuesta a 600 docentes hombres y mujeres. Se encontró que hay docentes que aseguran que niñas y niños tienen cualidades diferentes para desempeñarse en ciencias, matemática, tecnología e ingenierías. Siguen aludiendo a una diferencia por “naturaleza” que no es posible modificar. También la investigación encontró que muchos padres y madres aún piensan que la informática es para ser desempeñada por varones. Aún a las niñas se las ubica con menores posibilidades para las ciencias como la matemática. Es preocupante la situación. Por eso, sería importante que haya más programas en la educación primaria para que las niñas no sean desalentadas por docentes ni sus familias hacia las carreras científicas.
P. En su caso, ¿cómo se despertó su vocación por las ciencias?
R. Cuando cursaba la escuela primaria a los 10 años, vinieron alumnas del colegio secundario a mostrarnos un experimento con un aro metálico que aumentaba su temperatura, y me dí cuenta que ese tipo de experiencias me fascinaban. Pensé en seguir una escuela secundaria técnica, pero por cuestiones laborales de mi padre nos tuvimos que mudar a otro país y seguí un bachillerato común. Cuando volví a la Argentina, estudié química en la universidad. Con las clases del científico Eduardo Charreau me empezó a gustar la química biológica. Más adelante, cuando estaba terminando el doctorado, cursé sociología en la Universidad de Buenos Aires. Aprendí mucho sobre sociología de la salud y las cuestiones de género, y todo ese aprendizaje me permitió tener una mirada más social sobre las ciencias y la salud pública.
P. ¿Cómo ha cambiado la situación de las mujeres que han elegido trabajar en las diferentes ciencias?
R. Se ha modificado significativamente durante los últimos 25 años. Cuando fundamos con la filósofa Diana Maffia y la médica neuróloga Silvia Kochen la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología, nos solían decir que no era el momento para hablar del problema de género en las ciencias. Que había cuestiones como los salarios bajos que eran más urgentes. Sin embargo, entre el ruido del lavarropas y nuestros hijos que caminaban alrededor, creamos en 1994 el espacio para expresar que había discriminación hacia las mujeres que querían dedicarse y crecer en la carrera como científica. Como a las científicas y a los científicos se los convence con números, hicimos un relevamiento y detectamos que las mujeres eran mayoría en la categoría asistente del Conicet. Luego, se producía una tijera y sólo había 8 mujeres en la categoría superior. El primer informe que hicimos sobre la situación fue presentado en la Conferencia Mundial de mujeres en Pekín, China. Luego, entrevistamos a científicas con muchos años de trayectoria. Al principio, negaban que hayan sufrido algún tipo de discriminación. Cuando se desmenuzaban sus historias, podíamos ver situaciones de desigualdad. Habían sacrificado su vida personal por todo el esfuerzo que tuvieron que hacer para avanzar en sus carreras científicas. Muchas no habían tenido hijos o se habían casado con un colega. Tuvieron que enfrentar la imposibilidad de compatibilizar la vida científica con la vida familiar.
P. ¿Cuál es la situación hoy?
R. El movimiento de mujeres produjo cambios. Ahora las jóvenes demandan más por sus derechos. Las universidades y los institutos científicos piden charlas y talleres sobre las mujeres en la ciencia. Las científicas más grandes se animan a contar diferentes situaciones de discriminación y resaltan que tuvieron compañeras que no pudieron seguir en la carrera científica por falta de oportunidades. También denuncian las estrategias que tuvieron que desarrollar para superar la discriminación. A pesar de esos cambios, sin embargo, hoy las mujeres seguimos siendo minoría en los puestos de gestión. El directorio del Conicet está formado por ocho personas, y hoy sólo tiene una mujer. Ahora, me designaron como presidenta del directorio y somos dos. Además, sólo el 25% de los institutos del Conicet están liderados por mujeres. Sólo el 11% de las universidades públicas de Argentina están lideradas por mujeres.
P. ¿Se esperan cambios para el futuro?
R. Se esperan los resultados de medidas recientes. En algunas universidades públicas, como la de Buenos Aires, se decidió la paridad de género en la conformación de las listas de candidatas y candidatos a representantes por los claustros de profesores, graduados y estudiantes para los próximos años. También hay una media sanción en la Cámara de Diputados de la Nación de una nueva ley para que haya paridad de género en todos los organismos públicos dedicados a la ciencia, tecnología e innovación. Aún falta la sanción del Senado. En el principal organismo público dedicado a la investigación en tecnología agropecuaria, el INTA, fue designada por primera vez una mujer: es la ingeniera agrónoma y doctora en ciencias sociales Susana Mirassou.
P. ¿Qué cambia cuando una mujer lidera una institución científica?
R. Impulsamos que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los varones en las carreras como científicas. Aún no tenemos garantizados los jardines maternales para los hijos de las jóvenes científicas. Las becas para estadías en el exterior generalmente obligan a que los científicos se vayan por tres meses. Pero las mujeres con hijos pequeños tienen dificultad para ausentarse por tanto tiempo. Por lo cual, estamos evaluando propuestas para que las estadías sean más cortas para mujeres. Las mujeres no sólo se ocupan de los hijos. También se ocupan del cuidado de los padres. Con la mayor longevidad de la población y la falta de respuesta estatal, el cuidado de los adultos mayores muchas veces recae en las mujeres.
P. ¿Qué otras acciones se necesitan para considerar mejor a las mujeres?
R. Vamos a fortalecer la Comisión de Igualdad de Oportunidades y Tratos del Conicet que puede recibir denuncias por acoso y abusos, y a vamos a considerar la situación de las personas trans. No se les ha dado facilidad para que entren a investigar. Es un tema a tener en cuenta. En los jurados que seleccionen a líderes de institutos científicos, también debe haber equidad de género. Hay microdesigualdades, como los horarios de las reuniones o la exigencia de horarios laborales sin sentido, que pueden hacer que la vida personal y la vida profesional sean incompatibles para las científicas. En los momentos de otorgar subsidios, se incluye un criterio de “pertenencia”, que obliga a considerar qué hizo el ó la postulante en investigación durante los últimos cinco años. Aquí no se tiene en cuenta que si las postulantes tuvieron un hijo, adoptaron un hijo o sufrieron alguna enfermedad que puede haber desacelerado su carrera. ¿Por qué no podemos hacer que esas situaciones se informen y se piensen para tener en cuenta la igualdad? Es un punto importante porque sin financiamiento, las carreras científicas se frenan o se atrasan.
P. ¿Considera que científicas y científicos deben seguir una carrera por “publicar o perecer” [un aforismo que describe la presión de los científicos por publicar los resultados de sus investigaciones]?
R. Queremos también que científicas y científicos formen parte de un Conicet más moderno y bajado al territorio. En general, las investigadoras y los investigadores son evaluados por sus publicaciones. Pero la evaluación se hace difícil cuando hacen algo no tradicional. Con el nuevo Presidente Alberto Fernández, hubo investigadores del Conicet que pasaron a liderar áreas de gobierno en educación, trabajo y seguridad a nivel nacional. Se busca gobernar con base en evidencia científica. Otros investigadores también están trabajando en empresas públicas. ¿Cómo evaluamos a esos investigadores que ahora están en el Gobierno o en empresas y que son tan necesarios para el país? Además, los diferentes ministerios están pidiendo la participación de investigadores para la toma de decisiones para resolver problemas. Vienen municipios y organizaciones sociales y nos piden colaboración. Por todo, considero que hay que desarrollar una nueva métrica para poder encontrar una forma de evaluar también a los investigadores y a los becarios que van al territorio y ayudan a resolver problemas locales y regionales de América Latina. Nos interesa la cooperación Sur-Sur en temáticas que nos atraviesan, como la pobreza, las enfermedades regionales, y el impacto regional de la crisis climática. A veces se copian temas de países desarrollados, pero que no tienen nada que ver con nuestras necesidades.
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Es claro que las mujeres han sido el pilar para el desarrollo de las sociedades, sin embargo, lejos de destacar en los distintos ámbitos se han mantenido a la sombra de género masculino. Hoy tenemos «La mujer en la ciencia: serie animada»
Una cultura del patriarcado ha hecho que los aportes a la cultura y a la ciencia hayan sido opacadas de manera consciente e inconsciente, incluso por las mismas mujeres. Vivimos una tendencia donde el feminismo retoma el papel de la mujer en la justa dimensión en que debe estar, a la par de su género contrario.
Son muchas las iniciativas que siguen en busca de este reconocimiento, sobre todo velando por aquellas voces que ya no pueden ser escuchadas, como con la app Grandes Mujeres en la Ciencia.
Ahora es turno del Museo de Ciencias Universidad de Navarra que presenta el proyecto “La mujer en la ciencia”: una serie de animación que narra, a través de pequeños videos y en un tono divulgativo, la biografía de científicas relevantes en su campo pero que resultan desconocidas para el público general.
De momento esta serie solo consta de 4 vídeos y ojalá sigan publicando más. Las protagonistas de estas historias son la microbióloga Alice Catherine Evans (1881-1975), la enfermera y estadística Florence Nightingale (1820-1910), la bióloga y divulgadora Rachel Louise Carson (1907-1964), la astrónoma Cecilia Payne-Gaposchkin (1900-1979), Margarita Salas (1938-2019).
El empresario Alfred Nobel, conocido por la invención de la dinamita, fue el responsable de crear el premio que lleva su nombre y que la Real Academia de las Ciencias de Suecia entrega anualmente desde 1901. Desde entonces, hasta la edición de 2019, un total de 53 mujeres (y 866 hombres) fueron galardonadas en las diferentes categorías: Física, Química, Fisiología o Medicina, Literatura y Paz (este último es el único que es elegido por un comité noruego).
Como homenaje a su esfuerzo y dedicación, Genial.guru recopiló datos interesantes y curiosidades de algunas mujeres que brillaron en sus disciplinas y se convirtieron en voces valientes por un mundo mejor.
Marie Curie y el Premio Nobel son prácticamente sinónimos. La polaca nacionalizada francesa fue la primera mujer en obtener esta distinción en 1903, debido a sus estudios sobre la radiación. También es la única persona que logró conseguirlo en más de una ocasión, ya que en 1911 ganó el de Química (el anterior fue de Física) por su descubrimiento de los elementos radio y polonio.
Entre las contribuciones de la científica, quien además fue la primera mujer en convertirse profesora de la Universidad de París, se destaca la construcción de máquinas de rayos X portátiles que permitieron hacer estudios radiológicos en el frente de batalla durante la Primera Guerra Mundial. Falleció a los 66 años, producto de la exposición a la radiación causada durante su trabajo.
Marie Curie y su esposo, Pierre Curie (también ganador del Nobel de Física en 1903) tuvieron dos hijas: Irène y Ève Denise. La segunda fue una escritora reconocida, mientras que la primera fue galardonada con el Nobel de Química en 1935 por lograr la síntesis de nuevos elementos radioactivos.
Estudió física y química en la Universidad de París, fue funcionaria del gobierno francés en temas de investigación científica y trabajó como asistente de su madre. Allí conoció a su esposo, Frédéric Joliot, con quien obtuvo el Nobel en conjunto. Sus estudios contribuyeron a la construcción de los reactores para obtener energía nuclear.
La chilena Gabriela Mistral recibió el Nobel de Literatura en 1945, en reconocimiento a su poesía, la cual “ha hecho de su nombre un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano”. Fue la primera mujer de Iberoamérica en lograr la distinción, y la segunda persona latinoamericana tras el argentino Carlos Saavedra Lamas, quien logró el de la Paz en 1936.
La otra representante de la región en obtenerlo fue la guatemalteca Rigoberta Menchú, la cual fue premiada en 1992 por su lucha por el respeto a los derechos de los pueblos indígenas. Activista de los derechos humanos y política, fue mediadora en el proceso de paz entre el gobierno de su país y la guerrilla.
La ganadora más joven de un Nobel es Malala Yousafzai, quien recibió el de la Paz en 2014 por su lucha a favor de la educación femenina en el mundo y principalmente en su país natal, Pakistán. Antes, ese récord entre las mujeres lo tenía Tawakkul Karman. La periodista yemení lo logró en 2011, cuando tenía 32 años, por su defensa de los derechos políticos de las mujeres.
La campaña de Malala tomó revuelo internacional en 2012, cuando bajo un seudónimo empezó a escribir un blog para la cadena británica BBC sobre su vida bajo la ocupación de los talibanes. Tres años después fue atacada por ese grupo fundamentalista y, tras recuperarse, se convirtió en una representante activa de Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales.
Uno de los casos más particulares entre los ganadores del Nobel de la Paz es el de la activista birmana Aung San Suu Kyi. Ella lo recibió en 1991 “por la lucha no violenta por la democracia” de su país, gobernado en aquel entonces por una junta militar. Hubo otras dos personas que fueron distinguidas cuando estaban encarceladas: el pacifista alemán Carl von Ossietzky (1935), y el defensor de los derechos humanos Liu Xiaobo (2010).
Pero lo que convierte en peculiar a esta situación es que Aung San Suu Kyi pasó de ser aplaudida a criticada al llegar al poder de Birmania en 2016. Otros Nobel de la Paz, organizaciones de derechos humanos y líderes políticos exigieron quitarle sus reconocimientos al acusarla de inacción ante el éxodo masivo de los rohinyá, una minoría musulmana.
La segunda mujer en obtener un Nobel y la primera en lograrlo por la paz fue la baronesa austríaca Bertha von Suttner, en 1905. Se crió en un ambiente aristocrático que celebraba las tradiciones militares, pero pasó buena parte de su vida criticándolo. Esto se reflejó en su novela más famosa ¡Abajo las armas!, el cual se convirtió en un clásico del movimiento pacifista internacional.
Los problemas económicos en su familia y su negación a casarse con una persona acomodada solamente por su fortuna la llevaron a trabajar. En 1976, durante dos semanas, fue la secretaria de Alfred Nobel, impulsor del premio que lleva su apellido. Pese a que esto fue breve, ambos mantuvieron una amistad y continuaron intercambiando cartas por varios años.
7. La Nobel que fue proclamada santa por la Iglesia católica
Su nombre era Agnes Gonxha Bojaxhiu, pero el mundo la conoció como la Madre Teresa de Calcuta. Su trabajo humanitario en la India al atender durante más de 45 años a personas pobres, huérfanas y enfermas le valió varios reconocimientos internacionales, entre ellos, el Nobel de la Paz, otorgado en 1979.
Tras su muerte, ocurrida en 1997, el entonces papa Juan Pablo II la beatificó en 2003, proceso en el cual la Iglesia católica certifica las virtudes que tuvo una persona durante su vida. Fue el paso previo a su canonización, aprobada por el papa Francisco, acto en el que se la declaró santa.
Solamente dos mujeres obtuvieron el Nobel de Economía. La primera fue la estadounidense Elinor Ostrom, en 2009, por demostrar el éxito que pueden tener los llamados bienes comunes, aquellos controlados por comunidades o la sociedad. Derribó la teoría tradicional que afirmaba que este tipo de bienes requieren la intervención estatal o su privatización para ser bien administrados.
La segunda en lograrlo fue la francesa Esther Duflo, en 2019, por su “enfoque experimental para aliviar la pobreza global”. Asesora del expresidente de Estados Unidos Barack Obama, estudió el impacto que tienen las políticas públicas entre las familias a pequeña escala. Por ejemplo, el aumento en la vacunación de niños que produce el incentivo de ofrecer a cambio un paquete de lentejas.
Nadia Murad Basee Taha tenía 19 años cuando fue secuestrada junto a varias jóvenes por el Estado Islámico en el pueblo en el que vivía en su Irak natal. Fue esclava sexual durante varios meses hasta que logró escapar después de que su captor olvidara cerrar la puerta del lugar en el que estaba cautiva.
Ya libre, se convirtió en una voz central para denunciar los abusos cometidos en contra de su minoría, llamada yazidí, y del tráfico de personas durante la guerra. En 2018, el Comité Noruego reconoció esto y le dio el Nobel de la Paz “por sus esfuerzos para acabar con el uso de la violencia sexual como arma en guerras y conflictos armados”.
Aunque las mujeres siguen siendo una minoría a la hora de ser reconocidas con un Nobel, 2009 fue el año que más distinciones cosecharon, llevándose 5 premios. Además de la nombrada Elinor Ostrom en Economía, las bioquímicas Elizabeth Blackburn (australiana) y Carol Greider (estadounidense) se lo llevaron en Medicina por su trabajo sobre el funcionamiento de los cromosomas.
Por su parte, la química Ada Yonath (israelí) fue galardonada en la categoría Química por su estudio sobre unas partículas celulares llamadas ribosomas y la novelista Herta Müller (nacida en Rumania y nacionalizada alemana) obtuvo el de Literatura por su capacidad para describir “con la concentración de la poesía y la franqueza de la prosa, el paisaje de los desposeídos”.
11. Nobel de la Paz, la categoría con más galardonadas
Casi un tercio de los Nobel ganados por mujeres son de la Paz. En total, han recibido 17 de estas distinciones a lo largo de la historia. Destacan Jane Addams (pionera del feminismo y el trabajo social), Emily Greene Balch (figura central de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad), Betty Williams y Mairead Maguire (lideraron el proceso que terminó con el conflicto en Irlanda del Norte) y Alva Myrdal (diplomática que impulsó políticas de desarme de los países).
Otras reconocidas son Jody Williams (trabajó en la prohibición de las minas antipersonales), Shirin Ebadi (activista de los derechos de las mujeres y los niños) y Wangari Maathai (contribuyó a la democracia en su Kenia natal). En 2011 se dio un hecho inédito y tres mujeres fueron premiadas en conjunto (foto): Ellen Johnson-Sirleaf (expresidenta de Liberia, primera mujer en ocupar ese cargo en África), Leymah Gbowee (clave en la pacificación también de Liberia) y Tawakkul Karman (rostro de la llamada Primavera Árabe en Yemen).
12. Reconocimientos diversos en el terreno de la literatura
El último Nobel obtenido en Literatura se lo llevó la polaca Olga Tokarczuk en 2018. El primero llegó 109 años antes, en 1909, y fue para la sueca Selma Lagerlöf. Entre uno y otro hay una lista de importantes autoras: Grazia Deledda, Sigrid Undset, Pearl Buck, la chilena Gabriela Mistral, Nelly Sachs, Nadine Gordimer, Toni Morrison, Wisława Szymborska y Elfriede Jelinek.
Una de las escritoras más reconocidas internacionalmente en ser galardonada fue Doris Lessing (foto), autora de El cuaderno dorado, entre otras novelas. También fueron premiadas Herta Müller, Alice Munro y Svetlana Aleksiévich, responsable del libro documental Voces de Chernóbil, el cual fue traducido a varios idiomas y se convirtió en una de las bases para los testimonios reflejados en la reciente serie de HBO.
La familia Curie aportó dos de los cinco Nobel en Química ganados por mujeres. Marie lo obtuvo en 1911; su hija, Irène, en 1935, y el siguiente recién llegó en 1964, gracias al trabajo de la británica Dorothy Crowfoot Hodgkin, quien, a través de técnicas de rayos X, logró identificar la estructura de la vitamina B12, de la penicilina y de la insulina.
Hubo que esperar un lapso grande de tiempo para que la Real Academia de Ciencias de Suecia premiara nuevamente a una mujer. Fue en 2009, a la israelí Ada Yonath, galardonada por su estudio sobre las partículas celulares llamadas ribosomas. El último se entregó en 2018, y lo recibió la estadounidense Frances Arnold (foto) “por la evolución dirigida de enzimas”.
14. Todos los premios en Física fueron compartidos con hombres
El reconocimiento a las mujeres es menor en las ciencias duras. Al igual que en Química, en Física son pocas las científicas galardonadas con el Nobel: solamente tres, y en todos los casos fueron premios compartidos con hombres. Marie Curie lo obtuvo en 1903 junto con su esposo, Pierre Curie, y Henri Becquerel.
En 1963 se distinguió a Maria Goeppert-Mayer (foto) por proponer el modelo de capas nuclear, junto con los investigadores alemanes J. Hans Jensen y Eugene Wigner. La canadiense Donna Strickland lo consiguió en 2018 por su método para generar pulsos ópticos ultracortos de alta intensidad, en este caso, compartido con Gérard Mourou y Arthur Ashkin.
Doce mujeres fueron galardonadas con el Nobel de Fisiología o Medicina. La primera fue Gerty Cori, en 1947, por descubrir la forma en la que el glucógeno (un derivado de la glucosa) se convierte en una fuente de energía. Entre 1977 y 1988, se reconoció a Rosalyn Yalow (por el desarrollo del radioinmunoanálisis de las hormonas peptídicas), Barbara McClintock (estudió los elementos genéticos móviles), Rita Levi-Montalcini (trabajó sobre los factores de crecimiento) y Gertrude Elion (encontró importantes principios en el tratamiento con fármacos).
Desde entonces, el premio se lo llevó Christiane Nüsslein-Volhard (observó el control genético del desarrollo embrionario temprano), Linda Buck (por sus hallazgos en el sistema olfativo), Françoise Barré-Sinoussi (pionera en los avances contra el VIH), las mencionadas Elizabeth Blackburn y Carol Greider, May-Britt Moser (descubrió células que constituyen un sistema de posicionamiento en el cerebro) y Tu Youyou (responsable de una nueva terapia contra la malaria).
¿Crees que se ha realizado un progreso en el reconocimiento del aporte de las mujeres en la ciencia y la sociedad? ¿A quién nominarías para un Nobel y por qué? No dudes en compartir tu opinión con nosotros en la sección de comentarios.
Fuente de la reseña: https://genial.guru/inspiracion-mujer/15-curiosidades-y-datos-interesantes-sobre-las-mujeres-ganadoras-del-nobel-a-lo-largo-de-la-historia-1180960/
Las mujeres son minoría en la ciencia: tanto en las aulas como en los despachos. Cinco científicas e ingenieras de prestigio ofrecen consejos a las jóvenes decididas a seguir ese camino
La ciencia no es muy popular entre los niños, pero entre las niñas menos. Solo el 15% de los varones que estudian Secundaria se ve siendo científico. En el caso de ellas, solo el 6,8%, según datos del Instituto de la Mujer, dependiente del Ministerio de Igualdad. Esa situación se repite en las aulas universitarias. Solo un cuarto del alumnado de los grados de ingeniería y arquitectura son mujeres. ¿A qué se debe?
“El mayor problema es la falta de referencias, de modelos a seguir”, asegura Lola Pereira, vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) y catedrática de Geología de la Universidad de Salamanca. “Siempre ha habido mujeres en ciencia e ingeniería, pero, por desgracia, solo se conoce a Marie Curie y cuatro nombres más”, argumenta Laura Abad, profesora de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad Alfonso X el Sabio.
La divulgación del trabajo de científicas del pasado y del presente es, por tanto, clave para cambiar la situación actual que hace que solo un cuarto de los profesionales que se dedican a la tecnología en empresas sean mujeres. ¿Cómo revertir esta situación? Cinco profesionales dedicadas a la ciencia o la ingeniería exponen las razones por las que las jóvenes no deben dudar si quieren ser científicas y reflexionan sobre los problemas que han encontrado en su carrera por ser mujeres.
En un mundo necesitado de referentes femeninos en la ciencia, aquí van unos cuantos.
Natalia Larrea
Consultora en el sector espacial y líder de una misión simulada a Marte en Mars Desert Research Station (MDRS)
“Cree en ti misma, en que puedes marcar la diferencia y alcanzar lo que desees”
Natalia Larrea tiene claro que toda aspirante a científica debe poner énfasis en la seguridad. “Cree en ti misma y en que puedes alcanzar lo que desees”, comenta por correo electrónico desde Montreal, Canadá, donde reside. Allí trabaja como consultora senior en Euroconsult, una multinacional dedicada al sector espacial después de trabajar para la Agencia Espacial Europea e investigar en el Ames Research Center de la NASA. Llegó al país norteamericano becada por la Fundación La Caixa para realizar un máster en Ingeniería Aeroespacial en McGill University en 2012, tras haber obtenido el título de ingeniera superior de Telecomunicaciones en la Universidad Alfonso X el Sabio y el diploma de Astronomía y Ciencia Planetaria de la Open University de Reino Unido.
Esta madrileña de 33 años asegura que no ha sentido rechazo en el ámbito laboral por ser mujer. “Nunca me he enfrentado a ninguna situación problemática por ser mujer. Y, mejor dicho, nunca he dejado que sea un factor que afecte a lo que hago”, aclara. Aunque reconoce que sí que ha experimentado situaciones en las que se ha sentido prejuzgada fuera del ámbito de trabajo. “Ciertas personas pueden pensar automáticamente que si una mujer se ve bien físicamente y va bien vestida no es todo lo inteligente que debería. No obstante, nunca he dejado que eso me limite”, agrega.
A Larrea, premiada en múltiples ocasiones e incluida en la lista 35 under 35 (35 por debajo de 35 años) del International Institute of Space Commerce (IISC), siempre le ha fascinado el universo. “Mis padres son científicos los dos y me inculcaron la pasión por el conocimiento en cualquier campo y especialmente en ciencia e ingeniería”. Para ella, estudiar ciencia y entender por qué y cómo funcionan las cosas es fascinante y considera que merece la pena que más mujeres se animen a estos campos para que marquen el camino a muchas personas más en el futuro.
Andrea Martínez Maroto
Jefa de obra en la Dirección de Ferrocarriles y Transportes de Ferrovial Agromán
“Que no calen los mensajes pesimistas en ellas”
Andrea Martínez Maroto cree que las denuncias públicas ante la falta de igualdad o el dominio de los hombres en las carreras de ciencias no debe desalentar a las jóvenes. “Todo esto acaba calando en aquellas que tienen que decidir a qué dedicarse laboralmente”, cuenta. Por esto considera necesario difundir los casos de éxito. Su historia, precisamente, podría ser una de ellas. Esta madrileña de 32 años, ingeniera superior de Caminos, Canales y Puertos, por la Universidad Alfonso X el Sabio, ha sido nominada a los Premios WICE (acrónimo de Women in Construction & Engineering), que reconocen el trabajo de mujeres en el campo de la ingeniería y la construcción en Europa. “Ferrovial me propuso a mí en la categoría de Rail Engineer [ingeniero ferroviario, en castellano]. Los ganadores se conocerán el 23 de mayo el Londres”, detalla.
Su sector, el de la construcción, es un ámbito en el que la mujer ha entrado hace poco. Esta ingeniera reconoce, sin embargo, que nunca ha encontrado ningún problema por ser mujer. “Estoy embarazada de siete meses y la respuesta de mis jefes y compañeros a la nueva situación ha sido la adaptación de todo el equipo para los meses en los que no estaré operativa. Cuando me incorpore, dependerá de mí y de la igualdad en el reparto de responsabilidades con mi familia que mi trayectoria siga una evolución u otra. Pero mi empresa me permite todas las oportunidades”, expone Martínez, que reitera que las carreras STEM (las de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) requieren capacidad de esfuerzo, trabajo en equipo, análisis de datos y toma de decisiones, al margen del sexo del ingeniero.
Lola Pereira
Catedrática y vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT)
“Hoy nadie puede pararte. Si ves discriminación, puedes denunciar”
“Si una niña quiere ser ingeniera, lo único que tiene que hacer es seguir los pasos para serlo”, asegura Lola Pereira, catedrática de Petrología y Geoquímica de la Universidad de Salamanca. “Hoy ya no hay ningún impedimento, nadie puede pararte”, agrega. Pereira, de 55 años, cree que la Ley de Igualdad de 2007 ha sido definitiva en las reivindicaciones. “Si cualquier mujer detecta una discriminación, la puede denunciar”.
Pereira sí piensa que en su carrera lo ha tenido más difícil por ser mujer. “Sobre todo al plantearme trabajar en temas de minería en empresas privadas”, sentencia. Aunque, agrega, también ha sentido discriminación cuando competía por un puesto en el ámbito académico. “He tenido que trabajar más del doble que un hombre para demostrar que estoy en el puesto que merezco. También he vivido cosas que si me pasasen ahora, no dudaría en denunciar”, continúa. Y destaca la paciencia como una de las cualidades para dedicarse a la ciencia. “Si una joven no siente la vocación, pero tiene inquietudes, puede ser la semilla de una gran científica”.
Laura Abad
Profesora de la Escuela Politécnica en la Universidad Alfonso X el Sabio
“Disciplina antes que inteligencia”
“Curiosidad y valentía ante los problemas y desafíos”, eso es lo que debe tener cualquier estudiante de ingeniería, según esta experta. “Más que inteligencia, porque hay muchos tipos de inteligencia, hace falta disciplina”, añade. Para Abad, madrileña de 52 años, las redes sociales son definitivas para que las científicas e ingenieras tengan más visibilidad. “Permiten que conozcamos mejor su trabajo y, sobre todo, sus logros”.
Esta doctora en Ciencias Físicas descubrió su vocación muy pronto. “Con 12 años impartí mi primera clase a un chico de 14”, recuerda. En toda su carrera, nunca ha experimentado discriminación por ser mujer. “Me he sentido aceptada y valorada y me han tratado igual que a mis compañeros hombres”, asegura. Durante sus estudios, sin embargo, tuvo que esforzarse para conciliar: se casó al terminar la titulación y su primer hijo nació mientras hacía la tesis. “Tenía que pasar mucho tiempo realizando medidas y simulaciones estando embarazada y cuidando después a un bebé”, confiesa. La ayuda de su familia fue clave para lograrlo.
Abad celebra las facilidades que ahora muchas compañías proporcionan para la conciliación laboral. Pero cree que no hay que bajar la guardia. Aún hay muchos empresarios, puntualiza, que consideran que es mucho más rentable contratar a un hombre. “El error es no darse cuenta de que los padres tienen los mismos derechos en el cuidado de los hijos. Ahora existe un permiso de paternidad que en mi época no existía”.
Susana Marcos
Investigadora del Instituto de Óptica del CSIC y medalla Santiago Ramón y Cajal de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales
“Es una carrera de fondo para todos”
Susana Marcos, directora del Laboratorio de Óptica Visual y Biofotónica del Instituto de Óptica del CSIC, cree que es necesario aprovechar el talento femenino que hasta ahora estaba invisibilizado. “Tal vez, por culpa de los estereotipos o la presión de los padres o creer que no es lo suficientemente brillante para ello”, afirma.
La científica, que pasó tres años en Harvard tras doctorarse en la Universidad de Salamanca y cuenta con 17 patentes a su nombre, no cree que las incertidumbres que se le han presentado en su carrera sean muy distintas de las de sus compañeros. “Siempre surgen a la hora de lograr una beca, por ejemplo». Y continúa. “Probablemente mi convicción por lograr las metas e hitos que me he ido planteando ha sido más fuerte que cualquier otro obstáculo”, reconoce.
Esta salmantina de 49 años entiende la ciencia como una carrera de fondo, pero para todos, competitiva y con muchos filtros en la que hay mujeres que se quedan en el camino. “Sin embargo, hay áreas de investigación, como en la biomedicina, donde hay muchas mujeres muy brillantes”, apostilla. No duda en que cualquier mujer puede llegar donde quiera en el mundo actual. “Si realmente desea dedicarse a ello y pone empeño, no debe haber nada ni nadie que le impida hacer realidad sus sueño”, concluye.
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