Page 1 of 4
1 2 3 4

Mutilación genital femenina, costumbre patriarcal de control del cuerpo

la mutilación genital femenina tiene consecuencias devastadoras en términos físicos, psicológicos.

Práctica milenaria anterior al siglo V antes de Cristo, aplicada en su mayoría -pero no únicamente- en el África subsahariana, la mutilación genital femenina implica la escisión, total o parcial, de algunos o de todos los órganos genitales femeninos externos, del clítoris y a veces de los labios mayores o menores, además del estrechamiento de la abertura vaginal, explicó la investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, Helena López González de Orduña.

Es un procedimiento cuyo sentido en las sociedades patriarcales es básicamente asegurar el control sobre el cuerpo de las mujeres. Otra explicación simbólica es hacerlas sujetos de matrimonio y de intercambio, afirmó.

Se trata claramente de un hábito patriarcal que viola sus derechos fundamentales, tiene consecuencias devastadoras en términos físicos, psicológicos y es violento. La decisión de la mujer no se toma en cuenta.

Según datos de la ONU,  la mutilación genital femenina se concentra en cerca de 30 países de África y de Oriente Medio y Asia meridional, así como en algunos asiáticos (India, Indonesia, Iraq y Pakistán), además de pequeñas comunidades de Latinoamérica. Persiste en las poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, Norteamérica, Australia y Nueva Zelanda.

El organismo internacional también indica que en los últimos 25 años la prevalencia de la mutilación ha disminuido en el orbe. En la actualidad, una niña tiene un tercio menos de probabilidades de sufrirla, que hace 30 años.

En entrevista, López González de Orduña aseveró que hay avances en la erradicación de esta práctica, toda vez que en Egipto, Turquía y Burkina Faso existen leyes que la prohíben, además de que hay personajes que la denuncian. Para exterminarla, se requieren esfuerzos coordinados y sistemáticos en los que participen las comunidades sobre la concienciación de las garantías inalienables, igualdad de género, educación sexual y atención a las víctimas de la también llamada ablación.

Elogió a la médica ginecóloga y activista social nigeriana Olayinka Koso-Thomas, investida por la UNAM con el doctorado honoris causa en 2015, por su trabajo en esta materia.

 «Se le hizo esta distinción en la Universidad, porque es una gran luchadora a favor de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las niñas en el continente africano. Hay reconocimientos como este, modificaciones legislativas, avances en el activismo; creo que hay motivos para ser optimistas», recordó.

Abundó que el control sobre el cuerpo femenino no es exclusivo de naciones que evaluamos como «más atrasadas», sino un ejercicio que sigue siendo común en el mundo, aunque en otras formas. «En nuestros países persisten problemas como los feminicidios, el aborto y los bebés sin dimorfismo sexual sobre los que se decide arbitrariamente su condición sexual». Por ello estimó que «el feminismo tiene aún mucho que pelear, para lograr que las mujeres hagan con su cuerpo lo que quieran».

En Eritrea, Etiopía, Guinea y Sudán, por ejemplo, porcentajes significativos de hombres y niños se oponen a erradicarla, indicó.

En tanto, el Fondo de Población de las Naciones Unidas calcula que en 2030 podría haber hasta dos millones más de casos de mutilación. El organismo internacional revela que una de cada cuatro niñas y mujeres víctimas -es decir, 52 millones en el mundo- fueron mutiladas por personal sanitario, lo cual significa una tendencia alarmante en la medicalización.

https://imagendelgolfo.mx/mundo/mutilacion-genital-femenina-costumbre-patriarcal-de-control/50311879

Comparte este contenido:

ONU: La educación es vital para las mujeres porque, a mayor educación, mayor control sobre sus cuerpos. Mundo

Mundo/18-02-2022/Autor(a) y Fuente: www.radiocable.com

Un nuevo informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas señala que la educación es vital para las mujeres porque, a mayor educación, mayor control sobre sus cuerpos. Según concluye este nuevo estudio sobre el Estado de la Población Mundial 2021, casi la mitad de las mujeres en 57 países en desarrollo no tienen el derecho a decidir si quieren tener relaciones sexuales con sus parejas, usar anticonceptivos o buscar atención sanitaria.

Además, «una mujer que tiene control sobre su cuerpo tiene más probabilidades de estar empoderada en otros ámbitos de su vida. Se beneficia no sólo desde el punto de vista de su autonomía, sino también a través de los avances en los ámbitos de la salud, educación, ingresos y seguridad. Tiene más probabilidades de prosperar, y lo mismo sucederá con su familia», señala la directora ejecutiva del Fondo de Población, Natalia Kanem.

El análisis mide tanto el poder de las mujeres para tomar decisiones sobre sus cuerpos como el grado de apoyo o interferencia legislativo de los países sobre el derecho de una mujer a tomar este tipo de decisiones. Y, los datos muestran que existe un fuerte vínculo entre el poder para tomar decisiones y los niveles educativos más altos.

Las principales vulneraciones que sufren las mujeres incluyen la violación, la esterilización forzada, las pruebas de virginidad, la mutilación genital femenina o el matrimonio infantil entre otros.

Fuente e Imagen: https://www.radiocable.com/onu-la-educacion-es-vital-para-las-mujeres-porque-a-mayor-educacion-mayor-control-sobre-sus-cuerpos.html

Comparte este contenido:

Mujeres y niñas en Kenia doblemente golpeadas por la covid-19

África/Kenia/27 Agosto 2020/elpais.com

La mutilación genital femenina, los embarazos y los matrimonios infantiles han aumentado de manera alarmante durante la pandemia y no se están aplicando políticas eficaces de protección

“He estado recibiendo cada día llamadas de socorro de las comunidades diciendo ‘muchas niñas están siendo cortadas (mutiladas), por favor haz algo, por favor haz algo, contacta con las autoridades, por favor, rescátalas’”, explica Chesang Domtila en una conversación telefónica que se corta cada dos minutos. Es activista por los derechos de las niñas, fundadora de la organización I_Rep Foundation, y vive en el condado de West Pokot, fronterizo con Uganda, uno de los más golpeados por la mutilación genital femenina (MGF) durante la pandemia.

La MGF es la extirpación parcial o total de los genitales externos femeninos por motivos no médicos. Hay cuatro tipos diferentes de mutilación según el grado de agresividad y se suele practicar entre la infancia y la adolescencia. Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Kenia hay un 21% de mujeres entre 15 y 49 años que han sufrido algún tipo de MGF, cifra que se sitúa por debajo de otros países como Somalia (98%), Guinea (97%) o Yibuti (93%), pero que sigue siendo alarmante ya que se trata de una práctica ilegal en el país desde 2011.

Domtila asegura que los casos de mutilación en West Pokot habían bajado mucho, pero durante la pandemia se han disparado y se ha dejado atrás el secretismo para hacerlo en público mediante ceremonias. “Los padres se imaginan que pueden esconderse detrás de la covid-19 para cortar a las niñas y salir impunes; se piensan que el gobierno está demasiado ocupado como para arrestarles”, comenta la activista. La topografía de la zona hace difícil el acceso a muchos de los pueblos pero se ha conseguido arrestar a algunas de las personas responsables gracias a la movilización de líderes locales como Domtila.

A menudo, los rituales de ablación se hacen durante las vacaciones escolares para no llamar la atención y para que las niñas tengan tiempo de curarse. Hay diferentes tradiciones y creencias que envuelven esta práctica y su grado de incidencia varía según el grupo étnico —los somalis tienen un 94% de incidencia, por ejemplo, mientras que los luo tan solo un 0,2%—. Suele ser una práctica más prevalente en las áreas rurales que las urbanas (un 25,9% ante un 13,8%) y entre las comunidades con menor escolarización (un 58,2% ante un 8,6%). Supone un ritual del paso de niña a mujer, aumenta las posibilidades de contraer matrimonio y lleva asociadas una lista de connotaciones culturales de pertenencia a la comunidad que en caso de rechazarlas, acarrea exclusión y estigma.

“Había programas en las escuelas que protegían a las niñas pero ahora estas están cerradas y la comunidad no tiene otra alternativa que celebrar el rito de paso. Las mutilan y así están listas para casarse en dos o tres años”, comenta Domtila, que estima que los casos de ablación femenina en West Pokot han subido a 800 entre marzo y junio. En situaciones de crisis como la actual, el matrimonio es visto como una transacción económica que puede ayudar a la familia de la mujer a mejorar su situación económica gracias a la dote.

En cada comunidad las afectaciones y las medidas están siendo distintas y, de hecho, debido a la limitación de la movilidad por la pandemia y la dificultad de acceder a zonas remotas, no se dispone del número real de chicas afectadas por este o cualquier tipo de violencia. “El impacto actual de la covid-19 se verá realmente cuando las escuelas reabran (en 2021) y todo vuelva a la normalidad; es entonces cuando veremos cuantas niñas regresan al colegio”, dice Tony Mwebia, activista por la igualdad de género y fundador de la organización Men End FGM, centrada en educar a los niños y hombres en torno a la mutilación genital femenina y al matrimonio infantil. Asimismo, cuando se tiene constancia de un caso sigue siendo muy difícil llegar a una condena, ya que depende de la evidencia presentada en el juicio “y eso lo complica porque se supone que las niñas que han sido circuncidadas tienen que testificar y a veces se sienten amenazadas porque quien se lo ha hecho son vecinas o miembros de su propia familia”, añade Mwebia.

Convivencia forzosa con familiares abusadores

Son varios los esfuerzos de la Administración y la sociedad civil para acabar con la incidencia de cualquier violencia contra niñas y mujeres, pero faltan recursos y una mejor organización. “Las estrategias deben ser dirigidas; qué hacer en qué comunidades, ya que no todas tienen las mismas necesidades», explica Eva Komba, investigadora y especialista en género.

“Necesitamos conocer cada casa donde haya niñas entre cuatro y 18 años y ponerlo en una base de datos, de manera que si vas a esa comunidad podrás implementar respuestas específicas”, comenta Komba, que añade que la violencia contra las mujeres forma parte de todo un espectro que debe ser modificado, incluyendo el cambio climático, la seguridad alimentaria, la mejora de la cobertura sanitaria, la escolarización de las niñas, etcétera.

En los últimos meses, Kenia se ha enfrentado no solo a un incremento de la ablación sino también a una subida preocupante de los embarazos adolescentes. En el condado de Machakos, bordeando Nairobi, se registraron 4.000 embarazos  de niñas menores de 19 años tan sólo de enero a abril. Los casos se concentraron sobretodo a partir de marzo cuando los colegios cerraron por el coronavirus, y se especula que puede haber más.

La convivencia forzosa con familiares abusadores ha sido una de las causas, pero también el intercambio de sexo sin protección con hombres mayores por productos de higiene menstrual que antes ofrecía el colegio y ahora son de difícil adquisición para las chicas sin recursos. La menstruación no desaparece ante una pandemia, las ayudas sí.

Recientemente en el condado de Kajiado, el gobierno local junto con organizaciones comunitarias lanzaron una campaña de sensibilización para dar respuesta a este problema. La iniciativa lleva el nombre de “Funga Miguu”, que se traduce en un “Cerrar las piernas”. Y va dirigida exclusivamente a mujeres, hecho que ha generado críticas, ya que, de nuevo, se está responsabilizando a las víctimas del abuso sufrido.

“Involucrar a los hombres en esta lucha es vital”, comenta Tony Mwebia. “Necesitamos transformar la masculinidad de los chicos jóvenes para que puedan entender que las mujeres son seres humanos iguales y que tienen sus derechos y debemos respetarlos y cuidarlos”. Esta es su tarea en la organización Men End FGM, que en situación de normalidad imparte talleres presenciales a grupos de chicos y hombres de todo el país sobre su papel en la desigualdad y la violencia contra las mujeres, y genera un espacio de debate y reflexión.

Iniciativas en red  o puerta a puerta

Las comunidades hace años que trabajan conjuntamente para combatir estas prácticas que amenazan los derechos de las niñas y las mujeres, pero durante la pandemia han visto como su radio de acción ha quedado gravemente afectado y han tenido que extremar sus lazos y buscar alternativas para seguir protegiendo este colectivo.

En algunas localidades rurales los jefes comunitarios van puerta por puerta para controlar que no se circuncide ni se case a ninguna niña, y también se han lanzado campañas de sensibilización por radio, uno de los canales más accesibles para la sociedad. No obstante, hay demandas para una actuación policial más eficaz, ya que parece que todos los esfuerzos van dirigidos únicamente a hacer cumplir las restricciones impuestas por la covid-19.

Las personas que tienen Internet y smartphones disponen de más recursos para hacer frente a estas prácticas durante la pandemia. No sólo es más fácil mantener un contacto directo con líderes locales y centros de rescate sino que también facilita el acceso a aplicaciones como i-Cut, creada en 2017 por un grupo de adolescentes, que permite acceder a ayuda medica y legal antes o después de sufrir la mutilación genital femenina. El principal problema es que aún hay muchas zonas rurales que no tienen acceso a Internet, por lo que cuesta hacer un rastreo o seguimiento de las menores más vulnerables.

Este es uno de los obstáculos con los que se ha encontrado la activista Selina Nkoile desde que empezó la pandemia. Gestiona un internado para niñas llamado Naning’oi en la ciudad masai de Mosiro (Kajiado), el mismo al que ella acudió siendo pequeña y que la salvó de un matrimonio ya pactado. La institución tuvo que cerrar en marzo y Nkoile ha enviado a casa de su madre a las niñas más vulnerables que no podían volver con sus familias y ha intentado mantener contacto telefónico con el resto. Asimismo, trata de tejer una red de colaboración con los líderes locales y las autoridades, pero es un trabajo duro y lento para una sola persona y reconoce estar preocupada porque “las niñas saben que Naning’oi es un sitio seguro donde pueden acudir en caso de violencia o si las van a casar, pero (…) ahora no hay ningún sitio donde puedan escapar si hay un problema, están encerradas en casa con los mismos padres abusivos”.

Para coordinar esfuerzos entre activistas, Tony Mwebia ha creado un ciclo de conversaciones en línea llamado “End FGM Live” en el que participan activistas de todo el país y ponen en común los problemas y las estrategias de sus comunidades. Las llamadas se comparten en directo a través de las redes sociales. «Y de esta forma amplificamos sus voces e intentamos responsabilizar al Gobierno”, explica.

Acabar con la ablación en 2022

Kenia había fijado el año 2022 para la eliminación total de la MGF, y el 2030 para la de todas las formas de violencia de género, pero parece que las actuaciones no están yendo por ese camino, siendo el coronavirus un importante obstáculo. Se realiza mucho trabajo por parte de la sociedad civil pero se necesita más compromiso y apoyo gubernamental para amplificar su incidencia. “No hemos visto los sistemas ni los recursos ni la movilización para asegurar que este objetivo se consiga”, comenta Mwebia.

Se trata de un proceso complejo que requiere la unión de fuerzas de todos los sectores de la sociedad para conseguir una infraestructura externa eficiente que responda a un cambio de mentalidad de la comunidad. La activista Masai Selina Nkoile no duda en su valoración: “En vez de aplicar normas duras desde arriba, introduzcamos medidas en la comunidad para que un padre no llegue ni a plantearse la idea de cortar a su hija”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/08/12/planeta_futuro/1597247467_508576.html

Comparte este contenido:

Entrevista a Tharanga Godallage: «El matrimonio infantil, la mutilación genital femenina y las prácticas nocivas en los cuerpos de las mujeres aumentan en pandemia»

Por:   Samira Sadeque

Los estudios han demostrado que cuanto más tiempo permanezca una niña en la escuela, es menos probable que se vea obligada a contraer matrimonio infantil. Con muchas escuelas cerradas actualmente y las niñas no van a la escuela, se espera un aumento en el matrimonio infantil. Crédito: Ahmed Osman / IPS

Se pueden esperar 5,6 millones de matrimonios infantiles adicionales debido a la pandemia de coronavirus, que resultó en un aumento a corto plazo de la pobreza y el cierre de las escuelas.

También se espera que la pandemia actual tenga un impacto masivo en el crecimiento proyectado de prácticas nocivas en los cuerpos de las mujeres.

Según un informe reciente publicado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), titulado  “ Contra mi voluntad: Estado de la población mundial 2020 ”, se producirán dos millones de casos adicionales de mutilación genital femenina (MGF) para 2030.

«Un gran factor de protección para prevenir el matrimonio infantil es la educación», dijo a IPS Richard Kollodge, asesor editorial principal del informe. “Los estudios han demostrado que cuanto más tiempo permanezca una niña en la escuela, es menos probable que se vea obligada a contraer matrimonio infantil. [Ahora] si las escuelas cierran y las niñas no van a la escuela, eso es una pérdida de un factor de cy eso podría contribuir a un aumento en los matrimonios infantiles «.

Otros factores que contribuyen incluyen la incapacidad de las personas para ir a trabajar, lo que a su vez está afectando los medios de vida. En tales circunstancias, algunos padres pueden sentirse alentados a casar a su hija ya que es una boca menos para alimentar o porque creen que podría ser más seguro, dijo Kollodge.

Es significativo entonces que este año el UNFPA comenzó su agenda de 10 años para poner fin a las prácticas nocivas para 2030 en todos los países. IPS habló con Tharanga Godallage, un asesor de gestión basada en resultados del UNFPA, sobre cómo la pandemia actual afecta esta agenda y cómo exacerba las crisis de la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil en todo el mundo.

Inter Press Service (IPS): Su informe dice: “Llegar a cero las prácticas nocivas requerirá un progreso mucho más rápido. Exige un esfuerzo de toda la sociedad, donde todos los que tienen un papel en detener estas prácticas dan un paso adelante para hacerlo ”. ¿Qué pasos pueden tomar los diferentes actores de una sociedad para abordar este problema?

Tharanga Godallage (TG): Las «prácticas nocivas» son un compromiso de múltiples partes interesadas porque ninguna parte interesada puede resolver este problema. En realidad, no es solo un problema a nivel de país: existen a través de las fronteras. Para la MGF en particular, la defensa transfronteriza de los interesados ​​es realmente importante.

En la erradicación de la mutilación genital femenina, y en general, el factor más importante es el fuerte compromiso político del gobierno. El segundo es la aplicación de la ley porque necesitamos crear nuevas leyes y políticas si realmente desea tener un cambio sostenido.

El tercero es la participación de varios ministerios, porque este no es un programa de un solo ministerio. El enfoque es involucrar a todo el gobierno.

Nuestra observación y recomendación es mirarlo de una manera más holística, especialmente el cambio sostenible.

También existe la necesidad de un cambio en las normas sociales, que también es el más crítico y el más difícil. Es por eso que necesita una gran campaña de defensa.

La norma social es la causa principal de la mayoría de estos casos, y eso requiere un compromiso a nivel comunitario, incluidos los líderes, que tienen un papel más importante que desempeñar, y los líderes comunitarios formales e informales.

Y luego hay un vínculo socioeconómico con el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina y la preferencia del hijo. Necesitamos reunir a los responsables políticos y las partes interesadas y hacer que todo esto se traduzca en un cambio de políticas.

IPS: Su informe dice: «Si la pandemia causa un retraso de dos años en los programas de prevención de la mutilación genital femenina, los investigadores proyectaron que durante la próxima década se producirían dos millones de casos de mutilación genital femenina que de otro modo se habrían evitado». ¿Puedes analizar cómo tal retraso llevaría a dos millones de vidas afectadas? 

TG: Basado en la tendencia histórica y las proyecciones, sabíamos que los casos estimados de MGF para 2030 sin el impacto de COVID-19 serían de alrededor de 34 millones.

Luego observamos la reducción de los programas de ampliación y los nuevos casos para determinar a cuántos casos conducirían esos ajustes, y proyectamos 36 millones.

En general, este impacto de COVID-19 se ha observado de dos maneras: una es el efecto sobre la ampliación de los programas de prevención, ya que no podremos realizar programas de prevención de la manera que planeamos, y luego podrían surgir nuevos casos. de eso.

IPS: ¿Qué factores está contando al contabilizar este cambio en el número proyectado debido a COVID-19? 

TG: Las restricciones sobre las reuniones grupales y los viajes han reducido la disponibilidad de personal técnico y la demora de iniciar programas internacionales o programas de prevención.

El segundo es el impacto económico. En el impacto económico, según los datos que encontramos, hubo una reducción del 10 por ciento en el PIB en general y luego, debido a la caída del PIB, hubo un aumento en la pobreza. Por lo general, sabemos que el aumento de la pobreza tiene un impacto del 32 por ciento en el matrimonio infantil, está muy relacionado. Por lo tanto, debido al factor económico y al aumento de la pobreza a corto plazo debido a COVID-19 que se incluyó en el modelo, ahora habrá 5,6 millones de matrimonios infantiles adicionales.

IPS: Su informe dice «Poner fin a las prácticas nocivas para 2030 en todos los países y comunidades, un objetivo del UNFPA, requerirá cambios rápidos en la mentalidad que aún sanciona la violencia contra las mujeres y las niñas y niega sus derechos y autonomía corporal». ¿Cómo ha sido afectado este objetivo por la pandemia, y cómo pretendes avanzar en estas circunstancias?  

TG: Hasta ahora hemos realizado nuestro análisis interno de los desafíos generales. Por lo tanto, la investigación relacionada con la movilización de la comunidad va a ser un reto muy grande especialmente en lo que estamos tratando de ver cómo [dirección que], especialmente los compromisos relativos a la movilización de la comunidad como cambiar las normas sociales y las c programas de educación sexual omprehensive (educación ieinformal) . Ese tipo de programas se verá muy afectado, y la generación de datos será un desafío.

Las personas están acostumbradas a la nueva normalidad ahora y han ideado estrategias alternativas: centros de llamadas, telemedicina y reuniones electrónicas. Estas son nuevas alternativas innovadoras, por lo que tal vez con el tiempo podamos llegar a una nueva normalidad en nuestros enfoques para abordar estos problemas.

Fuente e imagen: http://www.ipsnews.net/2020/07/child-marriage-fgm-harmful-practices-womens-bodies-increase-covid-19/

Comparte este contenido:

En 10 años se puede acabar con el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina en todo el mundo

Noticia Global/ONUNoticia

Se precisa una acción urgente y acelerada para acabar con la mutilación genital femenina, el matrimonio infantil y a otras «prácticas nocivas» y abusos cometidos contra las mujeres y las niñas, dijo este martes la agencia de salud sexual y reproductiva de la ONU en su último gran informe sobre el estado de la población mundial.

La ONU denunció este martes la continuidad en muchos países de prácticas dañinas como los matrimonios infantiles y la mutilación genital que afectan a millones de niñas alrededor del mundo y aseguró que con una inversión suficiente puede acabarse con ambos problemas en diez años.

En su informe anual, el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) -la agencia que se encarga de la salud sexual y reproductiva- defendió que es hora de tomar medidas urgentes para acabar con estas prácticas que provocan daños físicos y emocionales y que, habitualmente, se llevan a cabo con el visto bueno de las familias y comunidades.

El documento identifica hasta 19 costumbres nocivas que suponen violaciones de los derechos de las niñas, pero se centra en las tres más habituales: la mutilación genital femenina, el matrimonio infantil y la preferencia por los hijos varones frente a las hijas.

El UNFPA considera necesarios cambios en economías y sistemas jurídicos en los que se apoyan estas violaciones de derechos y pone como ejemplo la conveniencia de modificar las normas relativas a las herencias en muchos lugares para hacer que desaparezcan los incentivos para dar preferencia a los varones y para el matrimonio infantil.

Según el UNFPA, es factible eliminar tanto el matrimonio de niñas como la mutilación genital femenina en todo el mundo en un plazo de diez años si se amplían los esfuerzos destinados a que las niñas prolonguen su escolorazación, aprendan competencias para la vida y se trabaja en implicar a niños y hombres en la transformación social.

El informe defiende que con 3.400 millones de dólares al año de aquí a 2030 se puede acabar con esas dos prácticas y con el sufrimiento de unos 84 millones de niñas.

Sin embargo, advierte también de que la pandemia está causando nuevas complicaciones y dice que si continúan suspendidos los programas en este ámbito que se han parado por el coronavirus, otros 13 millones de niñas podrían ser casadas y dos millones adicionales sufrir la mutilación genital de aquí a 2030.

Según el UNFPA, se calcula que más de cuatro millones de niñas sufrirán este año la mutilación genital en el mundo y, pese a los progresos en los últimos años, se está registrando un repunte durante la pandemia a tenor de varios informes.

Mientras, uno de cada cinco matrimonios que se celebran a nivel global incluyen a una menor, denuncia la agencia de Naciones Unidas, que estima que unos 650 millones de mujeres vivas hoy en día se casaron cuando eran niñas.

El tercer pilar del informe es la preferencia por los hijos varones, una situación que en algunos países ha promovido la selección del sexo con sesgo de género o casos de desamparo que han acabado en muertes de niñas

Según el UNFPA, el resultado de este problema son unos 140 millones de mujeres «desaparecidas» en todo el mundo.

Fuente: https://www.eldiario.es/internacional/ONU-erradicar-matrimonio-infantil-mutilacion_0_1043595695.html

Comparte este contenido:

Tú no la conoces, pero deberías…

Por: Alejandra Agudo

Una campaña de la ONG The South Face pone rostro y voz a la mutilación genital femenina, y destaca la importancia de la educación y sensibilización entre iguales para acabar con ella

https://youtu.be/1rhae_eGV7A

«¿Por qué tendrías que saber de dónde soy, quién soy, cómo soy? (..) ¿Quién quiere saber que tuve que esconderme y vinieron a buscarme debajo de la cama, que me cortaron con sus cuchillas y me hicieron cambiar…?». Kamboula, la protagonista de la campaña de The South Face, es la voz de 200 millones de mujeres que han sido sometidas a la mutilación genital femenina. En Somalia y en algunas zonas de Kenia donde trabaja esta ONG, más del 95 y el 80% de la población femenina, respectivamente, han sufrido esta práctica que supone una violación de sus derechos humanos.

«Becamos a chicas de pocos recursos (Kenia/Somalia) que provienen de zonas rurales o de conflicto y que están muy comprometidas con sus comunidades, para que continúen con sus estudios universitarios y se conviertan posteriormente en ejemplos a seguir en su zona», explica Borja Juez, fundador de The South Face. Algunas de ellas han sido mutiladas. Por eso, continúa, los miembros de la ONG están  «muy acostumbrados» a discutir sobre este tema con las beneficiarias. «Es muy duro cuando explican que no eran conscientes del problema que tenían hasta que llegaron a la universidad y lo comprobaron a través de otras chicas que no la habían sufrido», afirma Juez.

«Con la productora Blua apostamos por una filosofía conjunta y es que, a través de la educación, ellas mismas transformen su entorno y de alguna forma cambien la suerte de las nuevas generaciones. Por esto, la campaña apuesta por el placer reprimido, sin desconocer las otras consecuencias que esta práctica tiene para las mujeres, que en casos extremos, puede acarrear la muerte. Al final, es un tema de libertad individual», explica el fundador de la ONG. Y aclara: «El vídeo no pretende jugar con el placer, sino que desde una concepción moral y social, estos asuntos se convierten en un tabú y se callan u omiten para evitar polémica, pero es un tema que debe sobresalir en la opinión pública al tratarse de la desigualdad de condiciones en las que se encuentran las mujeres, que va mucho más allá del daño físico».

El vídeo termina con esta frase: «Hoy puedes conocer a una, para que mañana no haya otra más». Esa una es Kamboula, quien se escondió bajo la cama para evitar ser mutilada, originaria de Malí, país en el que se estima que nueve de cada diez niñas y mujeres son víctimas. «Actualmente vive en Barcelona, estudia Derecho y se dedica en parte al modelaje. Muchos pensarán en la suerte que ha tenido. Partimos de la base de que es afortunada por vivir otra realidad, una realidad occidentalizada de lo que es la fortuna, pero ¿qué sucede cuando sin elección son arrancados de tu vida derechos con los que deberías gozar desde que naces? Lo último que esperarías al ver una mujer inteligente y empoderada es que no tenga libertad de elegir cuándo sentir placer en su cuerpo», sentencia Juez.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/02/04/planeta_futuro/1580819877_113992.html

Comparte este contenido:

El viaje de una madre para librar a una generación de niñas de la mutilación

Reseña/África/06 Febrero 2020/elpais.com

Asha Ismail, que fue víctima a los cinco años de la ablación, es la fundadora de la ONG Save a Girl Save a Generation, con la que quiere romper el tabú de su propia vida para ayudar a erradicar una práctica que constituye una de las peores formas de violencia contra las niñas

Al compartir su relato, el de una niña de cinco años a la que acaban de someter a la infibulación (uno de los cuatro tipos de mutilación genital femenina), las palabras de Asha suenan como el verso suelto de un poema desgarrado:

Y dejas de correr,

de jugar como antes,

de buscar los mangos en los árboles.

Ya todo es miedo a caer,

que se pueda romper,

que se repita la misma operación;

ya no saltas a la cuerda,

ya no quieres jugar con los niños

ni descubrir lo que hay entre tus piernas.

Objetivo cumplido:

ya eres intocable.

A los 52 años, una buena parte de la vida de Asha Ismail (nacida en 1968 en Garissa, Kenia, y de etnia somalí) se quedó en aquella niña de cinco años que una mañana descubrió que el dolor era inherente a su condición de ser niña. “Aunque era una práctica presente en mi familia durante generaciones, yo me enteré el día que me tocó a mí”, explica.

En aquella escena, estaban dos de las personas a las que Asha más quería: su madre y su abuela. “Mi madre me bañó y me puso un vestido muy corto, luego me mandó a comprar cuchillas y yo compré dos. A la vuelta me encontré a mi abuela, una señora y mi madre en lo que era la cocina de mi abuela. El suelo era de barro y habían cavado un agujero”, detalla Asha quien, a medida que avanza en su relato, irá alternando el tiempo presente con el pretérito, como si aquel día nunca se hubiera terminado.

Asha Ismail imparte talleres para erradicar la ablación.
Asha Ismail imparte talleres para erradicar la ablación. CEDIDA POR SAVE A GIRL SAVE A GENERATION

Dolor. El dolor insoportable de aquel día nunca se fue. Aquel día, aquella niña de cinco años a la que obligaron a hacerse mujer a través de la violencia, se prometió que nunca obligaría a pasar por eso a ninguna hija suya.

Mucho tiempo después, en el año 2007, y ya en España, esa promesa se convertiría en el nacimiento de la ONG Save a Girl Save a Generation, desde la que Asha y su hija, Hayat Traspas Ismail, trabajan para prevenir y erradicar la mutilación genital femenina, evitar los matrimonios prematuros de niñas y denunciar la explotación infantil.

Asha está convencida de que romper el tabú sobre la ablación entre las comunidades que la practican (dentro y fuera de sus países), es la única forma de prevenir esta forma de violencia. “Las leyes que la prohíban son necesarias, pero tienen que ir mano a mano con la voluntad de las personas y hay que conseguir esa voluntad”, explica. Su convicción no va desencaminada: según Unicef, desde 2008, más de 15.000 comunidades en 20 países distintos han abandonado la práctica de la mutilación genital femenina.

30 millones de niñas en riesgo

A pesar de estas cifras esperanzadoras todavía queda mucho por hacer. Más de 200 millones de niñas y mujeres han pasado por alguno de los cuatro tipos de mutilación genital femenina en los 26 países de África y Oriente Medio donde se practica, así como en otros 33 países donde hay población inmigrante potencialmente vinculada a esta práctica. Durante la próxima década, 30 millones de niñas se encontrarán en riesgo de pasar por esta puerta de entrada al dolor que va asociada a otras formas de violencia contra la infancia, como el matrimonio forzoso.

Asha imparte un taller en Nairobi (Kenia) a niñas con riesgo de sufrir ablación.
Asha imparte un taller en Nairobi (Kenia) a niñas con riesgo de sufrir ablación. CEDIDA POR SAVE A GIRL SAVE A GENERATION

“En realidad, la mutilación genital femenina y el matrimonio forzado van de la mano, porque la finalidad de la mutilación es asegurar la virginidad, es intentar quitar esa necesidad sexual, que la mujer no tenga voluntad sobre su sexualidad para que conserve esa virginidad hasta que encuentre marido”, explica Asha.

“Ya todo es miedo a caer, que se pueda romper”, como contaba en su verso desgarrado.

En la noche de bodas con un hombre que ella no había elegido, Asha tenía 20 años y un miedo terrible a que algo se rompiera. “Mi vida cambió por completo ese día; si tenía alguna duda de pensar que lo que me había pasado era bueno, murió aquella noche”, relata emocionada.

De aquel encuentro con un hombre al que Asha no volvería a acercarse, nació una niña. “Me dieron a esa criatura en los brazos y yo solo pensaba: ¿por qué, por qué tenía que ser una niña?, ¿a qué mundo la he traído para que pase por todo lo que yo he pasado?”.

El despertar de un movimiento

Asha eligió llamar a su hija Hayat, que significa vida en suajili, porque con ella nació el convencimiento de que algo tenía que cambiar. Nació la fuerza para revolverse sobre sí misma y sobre toda la estructura que sostenía aquel dolor. A partir del nacimiento de su hija, Asha empezó a tejer una red de mujeres –sus hermanas, sus primas, sus vecinas– dispuestas a cuestionar una práctica que solo las había hecho sufrir y que no querían imponer a sus hijas.

Después de trasladarse a Tanzania, Asha siguió rompiendo ese silencio con más y más mujeres. La fuerza de su revolución personal iba creciendo, hasta que un día logró convencer a una madre, que iba a hacer pasar por la mutilación a sus cinco hijas, de que no lo hiciera.

Asha Ismail y la actriz española Maggie Civantos, embajadora de la ONG.
Asha Ismail y la actriz española Maggie Civantos, embajadora de la ONG. CEDIDA POR SAVE A GIRL SAVE A GENERATION

Años más tarde, esa red de mujeres y madres en contra de la ablación que ya formaba parte de ella, se fue con Asha cuando se trasladó a España con sus hijos.

“La primera vez que fui a la ginecóloga en España me avergoncé y me sentí mal, empecé a temblar, a sudar… ¿Por qué me tenía que sentir así? Entendí el desconocimiento que existía y pensé: ‘¿Cuántas mujeres en mi situación no acudirán al ginecólogo?”.

Con el apoyo de su hija Hayat, Asha fundó Save a Girl Save a Generation, la ONG desde la que ofrecen información sobre la ablación a personal sanitario y educativo, a policías, a jueces y, sobre todo, a mujeres y familias que no han tenido la oportunidad de romper con el tabú y hablar sobre la ablación. En España hay 18.000 niñas expuestas a la mutilación genital. El siguiente paso en este viaje será construir un refugio en Nairobi para acoger y dar educación a todas las niñas que tuvieron que dejar a sus familias para huir de la mutilación genital femenina.

Niñas asisten a uno de los talleres que imparte la ONG.
Niñas asisten a uno de los talleres que imparte la ONG. CEDIDA POR SAVE A GIRL SAVE A GENERATION

“Creo que tenemos que ser nosotras, las supervivientes, las que digamos ‘¡Ya está bien!’. Que salgan y que digan: ‘Esto ha acabado conmigo y mis hijas no lo conocerán. Ni para mí, ni para mi hija. Es una generación salvada; para mis nietas es historia’”, explica.

Cuando Hayat convirtió a su madre en abuela de una niña, Asha supo que algo había cambiado: “Ahora quería una niña porque estaba segura, sabía que no corría ningún peligro”. El viaje de esta madre por poner a salvo a muchas más niñas como ella continúa.

¿Quieres conocer la historia completa?

MÍRALA

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/sociedad/2020/01/30/pienso_luego_actuo/1580386762_950839.html

 

Comparte este contenido:
Page 1 of 4
1 2 3 4