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Niños superdotados y diagnósticos erróneos

Por: Olga Carmona

La cuestión es que estas etiquetas se cuelgan en los niños con inusitada falta de conocimiento y responsabilidad, generando en los padres angustia

Los profesionales de la psicología, pedagogía, pediatría y en definitiva, todos aquellos que trabajamos con niños y adolescentes, hemos sido educados en la patología, en lo que no funciona como debería. Y ese “debería” algunas veces sí es un trastorno, y otras tantas que solo lo define la normalidad estadística.

Con enorme tristeza, enfado y preocupación asistimos día a día a familias a cuyos hijos se les ha colgado alguna patología porque su conducta es “anormal” en el contexto escolar y/o familiar y que sin embargo son las inocentes víctimas de la falta de información, el exceso de prejuicios y la negligencia más peligrosa.

Nos llegan muchos de ellos medicados, con anfetaminas y antipsicóticos. Si, si… con antipsicóticos para que no “se porten mal”. Las familias dudan, no saben qué hacer, si desobedecer al pediatra, al psicólogo, al profesor, no se atreven a desautorizar al presunto profesional, pero por otro lado intuyen que no deberían drogar con tanta alegría a sus hijos.

Nunca antes hemos tenido una generación de niños tan medicados como ahora, cerebros en pleno desarrollo cuya química se altera artificialmente para combatir los síntomas. Y por supuesto, no niego que hay niños con trastornos que pueden verse beneficiados de estos fármacos, lo que afirmo es que, en muchos, muchísimos casos hay un sobre diagnóstico o lo que es peor, la no detección de la alta capacidad que en demasiadas ocasiones se confunde con una patología.

Nosotros, como centro [CEIBE], hemos iniciado una cruzada para formar a psicólogos en diagnóstico diferencial, a colegios para que los docentes aprendan a diferenciar y a identificar, a las familias para que desobedezcan la pauta de medicar una vez que ya saben que lo que su hijo tiene no es ninguna enfermedad y en un futuro próximo queremos formar a los pediatras y los médicos de familia.

Lo que nos encontramos con mayor frecuencia en niños superdotados son diagnósticos de Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad, Trastornos del Espectro Autista y Trastorno Oposicionista Desafiante y, en menor medida, Trastorno Obsesivo Compulsivo y algunos otros del grupo de las Psicosis.

Desde luego que pueden confluir cualquiera de ellos con una alta capacidad intelectual, pero no es lo más frecuente. En el caso del TDAH, ambas excepcionalidades comparten rasgos comunes, tales como altos niveles de distractibilidad, excesiva actividad motriz ya sea corporal o verbal y enfrentamiento o desafío con las figuras de autoridad. Sin embargo, en el caso de los niños con alta capacidad, la distractibilidad tiene que ver con el profundo aburrimiento al que son sometidos en el aula con tiempos y modos de enseñar en las antípodas de sus necesidades, y la excesiva actividad motriz desaparece cuando se encuentra enfocados en algo que atrapa su interés y son sensibles a la explicación y a la negociación a la hora de acatar una norma.

De la misma manera las altas capacidades comparten algunas características con el trastorno de Asperger tales como una memoria extraordinaria, el gusto por la memorización de datos, la obsesión y profundización en un tema determinado, un lenguaje muy rico, resistencia a los cambios y la hipersensibilidad sensorial. Sin embargo, el niño con altas capacidades no tiene un lenguaje pedante, su memoria es excepcional pero generalizada, se adaptan a los cambios, suelen ser profundamente empáticos, entienden el metalenguaje, los dobles sentidos, las ironías si bien en algunas etapas de su desarrollo pueden ser rígidos y literales. De igual manera el niño con AACC no tiene problemas de interacción social pese al estereotipo, lo que ocurre es que no encuentra afinidades entre su grupo de iguales y prefiere relacionarse con personas cuyo lenguaje, capacidad y aficiones se asemejen a los suyos.

La cuestión es que estas etiquetas se cuelgan en los niños con inusitada falta de conocimiento y responsabilidad, generando en los padres la angustia de recibir un diagnóstico grave, crónico e incapacitante. Y por si fuera poco, además se les medica.

Todavía nos enfrentamos a la creencia de muchos padres y docentes de que detectar a un niño que probablemente tiene Altas Capacidades equivale a etiquetar. Sin embargo, es imprescindible la detección precisamente para intentar evitar caer en el frecuente riesgo del diagnóstico erróneo, para tomar las medidas psicoafectivas y educativas necesarias para canalizar un potencial que, de otra forma, se les volverá en contra y se traducirá, entonces sí, en problemas de conducta, de ansiedad, de depresión y otros bastante más severos. Pero el origen no está en tener un mayor potencial cognitivo, sino en la no atención de este.

Según datos de la Asociación Española para la Sobredotación y el Talento (AEST), En España, en el año 2003, el defensor del Menor de la Comunidad de Madrid reconocía que “los padres son excelentes identificadores de sus propios hijos superdotados, ya que en el 70% de los casos la selección hecha es correcta”. Sin embargo, según los datos obtenidos en la Comunidad de Madrid, “los maestros identificaron tan solo un 44% de los alumnos superdotados que estaban en sus clases (…) Además, identificaron como superdotados un altísimo número de alumnos -97%- que no lo eran”. Según el propio Defensor del Menor, “esto indica que los profesores no están suficientemente formados para identificar a los superdotados”.

No identificar, no detectar a un niño en su excepcionalidad, no va a librarle de la etiqueta de raro, friki, peculiar, etcétera… la sociedad se deleita y disfruta la etiqueta y la categorización porque refuerza su espejismo de control sobre el mundo y les reafirma la creencia de estar en el lado “normal”, si es que eso existe. De forma tal que, aquellos que se salen explícitamente del guion serán etiquetados, peyorativamente por supuesto. No realizar una detección cuando hay señales suficientes como para pensar que tu hijo o tu alumno no son como la media, es negligencia porque estamos negando a ese niño los “escasos”, pero recursos al fin, de que dispone el sistema para atenderle, pero lo peor es que le estamos negando su propia identidad. Y desde luego al no detectarle, no le salvamos de nada porque seguirá siendo obvio para los neurotípicos, que al diferente, hay que señalarle con el dedo acusador.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/02/03/mamas_papas/1580725392_528967.html

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Niños superdotados: cómo identificarlos y las dificultades en Uruguay

Por: www.subrayado.com.uy

¿Cuántos hay en el país?, ¿qué características podemos ver en ellos?, ¿qué trabajo está haciendo el MEC con esta población?

Ser superdotado no significa que todo sea más fácil, muchas veces significa todo lo contrario. No todos los niños son identificados a tiempo y las señales que indican sus altas habilidades son confundidas con hiperactividad o falta de atención. Son medicados, se aburren en clase y se desmotivan.

Las especialistas Pérez Barrera y Bendelman presentarán este viernes un manual dirigido a docentes para que ellos puedan identificar a niños con altas habilidades superdotacion en todas las áreas. Con respecto al trabajo de identificación que está realizando el MEC, las especialistas critican que solamente identifica la parte lingüística y lógico matemática dejando afuera otras áreas y por lo tanto a un número significativo de niños.

Por otro lado, el diputado nacionalista Mario García, quien presentó un proyecto de ley para que se declare de interés nacional la investigación e identificación de estos niños, espera poder tratar el tema ante la Comisión de Educación y Cultura de la Cámara de Representantes, a partir del mes de setiembre.

*Fuente: https://www.subrayado.com.uy/ninos-superdotados-como-identificarlos-y-las-dificultades-uruguay-n509453
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Argentina: (Video Viral) Niños superdotados que no encuentran su sitio en el sistema educativo

Redacción: Periodista Digital

En el imaginario popular la condición de superdotado o la de alguien con una inteligencia superior se asocia con el éxito. Sin embargo, muchos niños con un alto coeficiente intelectual (CI) se sienten marginados en un sistema educativo que no se adapta a sus capacidades.

Aunque no existen cifras oficiales, las organizaciones que se ocupan del tema aseguran que en Argentina alrededor de un 15% de chicos en edad escolar tiene altas capacidades intelectuales. Un amplio abanico que incluye a los superdotados, a quienes tienen talentos superiores y quienes, sencillamente, son precoces en el aprendizaje. Un fenómeno complejo y muy alejado de la fantasía popular sobre el supuesto beneficio de ser un genio.

Fuente: http://www.periodistadigital.com/fun/ciencia/2018/07/26/ninos-superdotados-que-no-encuentran-su-sitio-en-el-sistema-educativo.shtml

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Los niños superdotados invisibles o el “yo no lo veo”

Por: Olga Carmona

La realidad es que el grueso de los menores que lo son sigue sin ser detectados y tienen una alta probabilidad de que nunca lo serán

A pesar de esa sensación que empieza a llegarnos a los profesionales que trabajamos con niños de alta capacidad, acerca de padres y profesores que comentan que “ahora todos los niños tienen altas capacidades”, la verdadera realidad es que el grueso de niños que lo son, siguen sin ser detectados y con alta probabilidad no lo serán nunca porque no responden al falso estereotipo de niños académicamente brillantes. Y lo que es peor, puede que hasta sean diagnosticados con diferentes patologías, tales como el Déficit de Atención con Hiperactividad (o sin ella), el trastorno bipolar o el Síndrome de Asperger. Una tragedia para padres y para hijos. Y para todos. Una sociedad que patologiza la sobredotación por pura ignorancia, es muy mal síntoma.

Está comprobado por numerosos estudios que suelen ser los padres quienes son los primeros en darse cuenta de la diferencia de sus hijos, sin embargo, si esta diferencia no responde a unas calificaciones académicas excepcionales, empezarán a sospechar la posibilidad de que su hijo tenga “algo raro”. Algunos de ellos, los más proactivos, acudirán a un psicólogo que muy probablemente no tenga formación en alta capacidad y por ello difícilmente va a ver lo que realmente le pasa al niño. Les hablarán de falta de límites, de necesidad de disciplina y en muchos casos de ser unos padres demasiado tolerantes o sospechosos de narcisismo al pensar que su hijo es “especial”. Con suerte, no saldrán de la consulta con una etiqueta patológica acerca de su hijo aunque en la mayoría de los casos, sí con una sensación de incompetencia personal, de impotencia y angustia.

Y luego están los docentes del “yo no lo veo”. Como si tener alta capacidad llevara implícito una marcareconocible en alguna parte del cuerpo, como si hubiera un único patrón observable, como si tuvieran ciencia infusa a modo de enciclopedia andante…

En definitiva, lo triste es reconocer que no se puede ver lo que no se conoce.

Hablo de los llamados “superdotados invisibles”, los que no parecen destacar en nada, los que solo se comportan de manera disruptiva o peculiar , pero no se interesan por las clases, siempre distraídos, moviéndose sin parar, haciendo preguntas inusuales, negándose a hacer las fichas o los deberes, desafiando al profesor, estallando de rabia por razones incomprensibles, solos en los recreos, incluso con dificultades para entender un texto o una explicación. Hablo del potencial escondido por divergente, por inusual, por excepcional. En un sistema creado para la media, donde se ha confundido igualdad con uniformidad, excelencia como elitismo, salirse del patrón no está bien visto, sobre todo si no tienen un trastorno, entonces ni siquiera les alcanza la compasión o la empatía.

“Cuando se sabe qué buscar, el alto potencial de un niño aparece en los lugares más inesperados y se expresa de las formas más inusuales: Un grafiti lastimero, una razón muy inteligente para no hacer los deberes, un chiste ingenioso, una pregunta fascinante, un juego de palabras, la concienzuda dedicación a una actividad, hacer las cosas de forma inusual, pintarlas del revés, una pasión que perdura, el valor de defender a los indefensos, la capacidad de mantener la calma en los momentos de caos. Todos estos son indicadores cualitativos de la alta capacidad”.

Linda Kreger Silverman es psicóloga clínica. Autora de más de 300 libros, fundadora del Instituto para el estudio del desarrollo avanzado, y El Centro de Desarrollo de la superdotación (GDC) en Denver, Colorado.

Nuestra experiencia del día a día, nos trae a padres angustiados porque no saben qué les pasa a sus hijos: “siempre fue diferente”, “no obedece” “parece sordo” “explota con facilidad de forma muy intensa”, “parece ido, en su mundo”, “le cuesta relacionarse con los niños de su edad”, “nos hace preguntas inusuales” “le angustia la muerte”… y así llegan, esperando un diagnóstico de alguna patología porque han tenido una tutoría en el cole y les han dicho que “algo no va bien”.

La mayoría de los profesionales de la educación o de la psicología desconocen las sobre excitabilidades de los niños y niñas con Altas capacidades

Especialmente difíciles de detectar son los que provienen de entornos socio-económicos pobres, los que tienen además un problema de aprendizaje(doble excepcionalidad), los altamente creativos, los que tienen un estilo de aprendizaje predominantemente viso-espacial (la mayoría de superdotados tienen este estilo), los que tienen bajo rendimiento académico y las niñas.

La identificación de las niñas es especialmente complicada porque por un lado no suelen tener un comportamiento disruptivo en aula y además tienden a asemejarse a su grupo de referencia en cuanto a calificaciones y comportamiento, a fin de ser aceptadas por el grupo de iguales. Para las mujeres, la necesidad de aprobación social es pandemia.

La mirada de los padres y de los docentes es una variable determinante en la imagen que construya el niño (cualquier niño) de sí mismo. En el caso de los niños superdotados no detectados se produce con triste frecuencia el “efecto Pigmalión negativo”, cuando tanto unos como otros, niegan o ningunean la excepcionalidad del niño en un intento erróneo por “normalizarle”. El niño interioriza que ser como es él, no es bueno y tenderá a la desaprobación y al autorechazo. Es común escucharles decir, desde muy pequeños, que “no sirven para nada”.

La mayoría de los profesionales de la educación o de la psicología desconocen las sobre excitabilidades de los niños y niñas con Altas capacidades, de ahí la frecuencia de los diagnósticos erróneos:

  • La sobreexcitabilidad psicomotora se confunde con TDHA: El niño parece tener problemas de atención y su agitación motriz (verbal o física) hace que se piense en este trastorno. Si bien, cuando el niño está motivado en la tarea, inmerso en algo que le atrae y fascina, puede llegar a tener niveles de concentración fuera de lo esperado para su edad, olvidándose incluso de todo lo que le rodea.
  • La sobreexcitabilidad intelectual se confunde con Trastorno de Asperger, en tanto el niño superdotado muestra una curiosidad voraz que a veces proyecta sobre un único tema, obsesionándose y volcando toda su energía en él. El discurso, a veces tangencial, o la dificultad para las relaciones sociales y sus matices, puede llevar a pensar en este trastorno del espectro autista.
  • La sobreexcitabilidad emocional, la más frecuente de todas, la que los padres refieren como “niño muy intenso y extremo”, en algunos casos puede llevar a pensar a los que no conocen cómo es un niño con Alta Capacidad a pensar en un trastorno bipolar. Y nada más lejos de la realidad, son intensos emocionalmente pero no psicóticos, y este será, cuando sean adultos, uno de sus mayores recursos.
  • La sobreexcitabilidad sensorial hace que les moleste sobremanera las etiquetas de la ropa, el ruido de la clase o los olores del comedor, y supone para ellos algo tan invasivo que no pueden pensar en nada más. Incomprendidos casi siempre y juzgados la mayoría de las veces como maniáticos, cuando es algo que no pueden (ni debemos obligarles) a soportar.
  • La sobreexcitabilidad de la imaginación supone una enorme facilidad para inventar, fantasear a un nivel donde llegan a confundir la realidad con la ficción, creando sus propios mundos privados con compañeros imaginarios para escapar del aburrimiento. En aula suelen dibujar, escribir o imaginar historias con el fin de abstraerse de una realidad que la mayoría de veces les aburre profundamente, por rígida y árida.

Estas son solo algunas pinceladas que confío ayuden a algunos padres y docentes a cambiar la mirada hacia nuestros niños altamente dotados.

Es imprescindible la comprensión, la empatía, la canalización de un potencial que a veces amenaza con volverse en contra, el conocimiento de una realidad que es nuestra responsabilidad atender, desterrando tópicos y prejuicios, mirando de frente y sin miedo a los “diferentes”. Son sobre todo y por encima de todo, niños, con el legítimo derecho a ser felices, sin negarles su esencia.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/11/20/mamas_papas/1511190751_521756.html

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Los genios invisibles de las aulas: ¿cómo afrontan los superdotados el nuevo curso?

Por: Natalia Lázaro Prevost

La falta de formación en altas capacidades de los profesores y un sistema educativo que prioriza la homogeneidad dificultan los diagnósticos y no frenan el fracaso escolar

La inteligencia es hereditaria y las altas capacidades —aunque el debate está abierto— también. La Ley de Educación 2/2006 recoge las necesidades educativas de los niños con altas capacidades —AACC— y superdotación intelectual, pero la realidad en las aulas dista mucho del código legal. Si usted es padre, profesor, terapeuta o ha sido alumno —por probabilidades, algo le tocará—, sepa que las escuelas de nuestro país están repletas de pequeños cerebros geniales sin identificar. Y esto tiene consecuencias, porque el tiempo corre en ralentí comparado con su frustración. “Algunos de los países que van en primer lugar en educación es porque percibieron como talentos a los niños con altas capacidades y entendieron que es beneficioso para el desarrollo de su país”, advierte la presidenta de la Asociación Española para Superdotados y con Talento (AEST), Alicia Rodríguez Díaz-Concha. Esto todavía no ha pasado en España.

Juan sabe desde bien pequeño que su cerebro funciona mucho más rápido que el del resto de sus compañeros. También que el de sus profesores. Tiene 13 años y ha empezado tercero de la ESO, un año más del que le corresponde por edad. Su padre solía multiplicar sin necesidad de boli ni papel cifras de tres números en un par de segundos. Cuando el pequeño formuló su primera pregunta con tan solo 10 meses de vida, su madre, Mª Teresa Rodríguez, ahora viuda, tuvo la firme intuición de que Juan era especial.

MIGUEL AYUSO

Las sospechas se fueron confirmando. No solamente se cansó de gatear y empezó a andar prematuramente, sino que aprendió los colores antes de ir al colegio y aprendió a leer observando los carteles de las calles. De hecho, su primer gran examen lo pasó con su padre. Con él hojeaba revistas de coches y motos que al salir a la calle era capaz de reconocer por marca y modelo cuando pasaban por delante.

La verdadera evidencia llegó al poner un pie en la escuela. Para lo que sus compañeros necesitaban un mes, Juan en una semana ya lo tenía asumido. “El curso académico ha sido siempre una desmotivación constante”, lamenta su madre Mª Teresa. Ya no recuerda el día en que vio a su hijo estudiar, porque con una lectura aprueba con nota los exámenes de cualquier asignatura. “¡Se sabía hasta los papeles de todos sus compañeros en la obra de Navidad!”, recuerda con incredulidad. Decidida a tomar medidas, solicitó al colegio las pruebas de altas capacidades que, ante su sorpresa, el centro escolar se negó a tramitar. “Me dijeron que no veían señales y que no iban a pedir el test”, explica ahora con la confirmación de superdotación de su hijo.

Mª Teresa trabaja día a día por motivar a sus dos hijos superdotados. (Foto: Natalia Lázaro Prevost)
Mª Teresa trabaja día a día por motivar a sus dos hijos superdotados. (Foto: Natalia Lázaro Prevost)

“Curiosamente, somos los padres los primeros en notar ciertas diferencias en nuestros hijos cuando los comparamos con los de su misma edad”, explica la presidenta de la Asociación Española para Superdotados y con Talento (AEST), Alicia Rodríguez Díaz-Concha. Una gran sensibilidad, preocupación por temas que no son para su edad, la defensa sobre la justicia o su forma de aprender casi autodidacta son características que deben animar a los padres a actuar. Y no con cualquier profesional de la salud. Alicia Rodríguez advierte: “Debe ser un psicólogo sanitario especializado en AACC, no un orientador o pedagogo o psicopedagogo, quien realice las valoraciones, pues a ojo nadie lo puede confirmar”.

Tres palabras suelen resumir el inicio del nuevo curso escolar para estos pequeños genios: aburrimiento, desmotivación y hastío. Así de claro, así de sincero. Muchos no encuentran con quién compartir sus intereses y terminan siendo los raros o friquis del grupo. “En este clima hostil, se derivan situaciones de psicodolencias con vómitos, dolores de cabeza y estómago que a la larga derivan en problemas de ansiedad o depresión”, denuncia la presidenta de la AEST. Incluso para las personas con diagnóstico, el día a día es una constante frustración: “Los alumnos a los que se les ha concedido la flexibilización a un curso superior manifiestan una gran ilusión ante el nuevo reto siempre con esa prudencia que les caracteriza, pero cuando se dan cuenta de que es más de lo anterior, comienzan sus manifestaciones de malestar”, explica Alicia Rodríguez Díaz-Concha​ a El Confidencial.

GONZALO DE DIEGO RAMOS

Los padres de niños con altas capacidades diagnosticadas pueden —y deben— pedir la adaptación curricular para sus hijos. El artículo 76 de la ley española de educación manifiesta claramente que corresponde a las administraciones educativas “adoptar las medidas necesarias para identificar al alumnado con altas capacidades intelectuales y valorar de forma temprana sus necesidades” y adoptar planes “que permitan al alumnado desarrollar al máximo sus capacidades”. Pero la falta de formación de los docentes en esta materia, sumada a la tendencia homogeneizadora del sistema educativo, tiene un resultado fatal: se estima que un 70% de los alumnos y alumnas de altas capacidades no será identificado este curso entrante.

Las AACC son para toda la vida, y no detectarlas pasa factura hasta la edad adulta. Desde la Asociación Española para Superdotados y con Talento (AEST) denuncian que “se están haciendo diagnósticos erróneos donde se confunde la superdotación con la bipolaridad, el síndrome de Asperger o el TDAH, y esto es realmente preocupante”. Otras principales reivindicaciones son la creación de un equipo de referencia en altas capacidades, la eliminación de los plazos administrativos para solicitud de flexibilización y saltos en cada etapa, la formación obligatoria para el profesorado y el derecho a la no escolarización con permiso para examinarse con profesionales especializados.

Propuestas para un escenario modelo

¿Cómo puede un maestro ayudar si tiene mucha vocación pero poca preparación?, ¿por qué en medicina el acceso está restringido a los mejores, y en educación no?, se pregunta la psicóloga clínica especialista en altas capacidades Ingrid Creus. “La detección debería hacerla la escuela y para ello debería contar con un equipo variado de especialistas formados y actualizados”, propone la terapeuta.

La inteligencia es un concepto difícil de delimitar. Según el psicólogo de la Universidad de Harvard Howard Gardner, la inteligencia más castigada en nuestros tiempos es la emocional. Ingrid Creus lo apoya: “Nos da miedo admitir nuestras limitaciones y la realidad es que nuestros niños están hiperestimulados, lo cual favorece que los test que miden la inteligencia den resultados altos porque lo que valoran son las capacidades lógicas, matemáticas y lingüísticas”.

La propuesta de Ingrid Creus empieza por “admitir de forma natural que las aulas estén organizadas por capacidad intelectual y no por edad cronológica”. Creus también anima a “que se permita que estos niños invadan las universidades y que la Administración potencie nuevas asignaturas, transversalidad de las mismas, nuevos itinerarios y que haya detrás un profesorado altamente cualificado”.

En un modelo educativo de referencia en AACC, las correcciones podrían hacerse ‘online’ y valorar diferentes capacidades, como se hace con las competencias básicas. “Cada ser humano tiene un don que la familia en primera instancia y luego la escuela deben potenciar, porque no sirve de mucho ser muy inteligente y carecer de humildad, perseverancia o sacrificio”, sentencia la especialista.

Las familias piden una atención individualizada, pero psicólogos como Ingrid Creus defienden que “debe darse de la misma manera que se les da al resto del alumnado, porque la ley deja claro que hay que desarrollar al máximo las capacidades de todos”. Las escuelas tienden a la homogeneidad, que, como ella critica, “es lo más antinatural del mundo”. Entre estas ambiciosas propuestas, Ingrid Creus lamenta que “los protocolos de actuación con los alumnos especiales se toman como mandamientos y luego a puerta cerrada en el aula cada profesor hace lo que buenamente puede”. Con los nuevos criterios de evaluación, “la mayoría aprueba, la familia y el alumno están contentos, pero lo que realmente recibe el alumno es la picaresca típica donde cada uno intenta salirse con la suya con astucia y escepticismo”, lamenta.

Las altas capacidades no están asociadas al éxito escolar. (Foto: Natalia Lázaro Prevost)
Las altas capacidades no están asociadas al éxito escolar. (Foto: Natalia Lázaro Prevost)

Alternativas para el escenario actual

“Como el colegio no se adapta a sus necesidades, la motivación tiene que venir de casa”, lamenta Mª Teresa Rodríguez, que ya ha inscrito a su hijo Juan a piano y natación. Arca es una asociación especializadaen altas capacidades donde se estimulan nuevos intereses mediante cursos de enriquecimiento en horario extraescolar —diseño en 3D, Arduino, astrofísica, arte y creatividad, teatro, cine, escritura creativa, cómic e ilustración o matemáticas divertidas—. Su presidenta, la psicóloga Fátima Martí Cardenal, alerta: “La motivación y la creatividad son fundamentales, porque si no hay atención, el talento se pierde por falta de detección y nuestra sociedad no se lo puede permitir”.

Bajar el ritmo es una de las soluciones más recurrentes entre los profesores españoles. Mientras, familiares y expertos se escandalizan. Fátima Martí denuncia que “se confunden términos como rendimiento y alta capacidad, pero la realidad es que uno de los motivos por los que la atención especial no se considera necesaria es el mito de pensar que si hay potencial intelectual, hay éxito académico, y este no está asegurado”.

Las personas con altas capacidades se diferencian de los superdotados por tener talentos específicos, no en todas las materias. La Comunidad de Madrid contempla desde hace 18 años el Programa de Altas Capacidades, que es voluntario y se reforzará este curso con la apertura de una sexta sede, ubicada en el IES Beatriz Galindo de la calle Goya de Madrid. Desde la Consejería de Educación, Juventud y Deporte, confirman que, “desde su origen, el programa ha experimentado un importante incremento en la cifra de alumnos”, pasando de los 157 que participaron en la primera edición a los 2.000 que prevé alcanzar en la de 2017/2018.

El Gobierno de Aragón es pionero en la adaptación escolar de niños con altas capacidades. Un total de 60 centros educativos aragoneses, de los que 17 son institutos y 43 colegios, tendrán desde inicio de curso un programa de desarrollo de capacidades para dar una respuesta inclusiva al alumnado que destaca por su nivel de rendimiento, por poseer un talento especial o por poseer altas capacidades.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/espana/2017-09-17/como-afrontan-superdotados-nuevo-curso-escolar_1443673/

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Alumnos con altas capacidades: el doble reto de la detección y el abordaje en clase

Por: Anna Torralbo

La detección y atención escolar hacia las personas con AACC es una asignatura todavía pendiente. Según los datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, a finales del curso 2014/2015 solo se habían diagnosticado 19.187 alumnos con altas capacidades. La OMS se estima que al menos son un 2,3% de la población mundial.

A lo largo de los siglos XX y XXI hemos visto como los modelos y los conceptos de inteligencia han cambiado y han pasado de una concepción de la inteligencia psicométrica, a una más dinámica, cambiante y desarrollable a lo largo de la vida (Orientaciones  educativas.  Alumnado con altas capacidades intelectuales. Gobierno Vasco, Departamento de Educación, política lingüística y cultura. 2013).

Gracias a los avances en el campo de la neurociencia, entre otros, la idea de altas capacidades (AACC), así como las pautas de actuación, se alejan cada vez más de aquellas definiciones basadas únicamente en el coeficiente, como es el caso de la que plantea la Organización Mundial de la Salud (OMS) que define a una persona superdotada como “aquella que cuenta con un coeficiente intelectual superior a 130”. Hoy en día, existen diferentes enfoques a la hora de definirla: hay teorías basadas en el rendimiento, otras basadas en los componentes cognitivos, teorías basadas en los componentes socioculturales y teorías basadas en las capacidades (La teoría de Joseph Renzulli, en El fundamento del nuevo paradigma de la superdotación. UB Psicología. Conferencia del Prof. Josep de Mirandés i Grabolosa. 2001).

Actualmente, y especialmente desde que en 1978 Renzulli formuló su teoría inicial sobre la superdotación (conocida como Teoría de los Tres Anillos), las altas capacidades se explican a través de una interacción de tres elementos o factores determinantes: alta inteligencia, alta creatividad y compromiso con la tarea, o motivación. Así bien, se sostiene que los niños y niñas con AACC destacan por tener una capacidad de aprendizaje muy superior a la media, por su capacidad creativa (bien sea artística, literaria, científica, etc.)y por aprender de una manera radicalmente diferente.

Lamentablemente, en nuestro país no hay un criterio unificado en este ámbito, lo que nos lleva, como indican los miembros de El mundo del superdotado (organización dedicada a la identificación y desarrollo emocional de niños y niñas con AACC), a que un alumno pueda ser considerado de altas capacidades en Andalucía, pero no en Madrid.

Por otro lado, todavía está muy arraigada la idea del coeficiente intelectual como único indicador de las altas capacidades, por lo que es frecuente que estas se confundan con el “alto rendimiento”. Se suele pensar en niños precoces, responsables, que siguen en silencio y aplicados la clase. Alumnos que contestan a todo lo que se le pregunta acertadamente, que escriben perfectamente… Sin embargo, a veces la realidad dista mucho de este “ideal” y, en contraposición, nos encontramos con alumnos inquietos (física y mentalmente), rebeldes y con dificultades para aceptar las normas cuando no son razonables o justas. En muchas ocasiones se mal-diagnostican de TDA-H (Trastorno de Déficit de Atención, con o sin Hiperactividad). Por este motivo, y porque todavía hay muchos mitos y confusiones alrededor de estos alumnos, es importante ahondar en aspectos como: cuándo y cómo detectarlo y cuáles son las características de este tipo de niños y niñas.

Como señalan las estadísticas publicadas por El mundo del superdotado, el índice de personas detectadas con altas capacidades en nuestro país es todavía muy bajo. Si observamos la tabla, teniendo en cuanta que se estima que un 2% de la población puede ser de altas capacidades, las comunidades presentan un índice de detección pobre.

¿Cuándo puede detectarse?

Existe una creencia extendida de que los niños y niñas con AACC aprenden por sí mismos. Estudios han demostrado que esto no es así, y que un alto porcentaje de ellos tienen fracaso escolar y profesional. Es por este motivo, que es tan importante su detección y su tratamiento.

Como en cualquier caso en el que un niño o niña demuestre tener necesidades especiales, la detección precoz es fundamental a la hora de establecer pautas educativas adecuadas y dar respuestas a las necesidades que estos puedan tener.

Respecto a la edad idónea o a partir de la cual poder identificar las AACC, no hay un consenso claro. Hay quienes sostienen que se puede hacer a partir de los tres meses, observando cómo el bebé estructura su entorno o bien buscando antecedentes en la familia. Esteban Sánchez Manzano, autor de Los niños superdotados: una aproximación a su realidad, considera que no se puede hacer un diagnóstico fiable antes de los cinco años. También enfatiza que es necesario que, tras la detección por parte de los padres, sea un profesional y experto quien, mediante un informe psicológico y un seguimiento escolar, haga el dictamen de dichas capacidades.

Características niños superdotados

Ante todo debemos tener en cuenta que, como cualquier grupo de personas incluido dentro de un grupo, los sujetos con AACC representan un grupo heterogéneo, por lo que las características que se detallan a continuación deben entenderse como factores que interactúan entre sí y con el medio cultural y social, dando por consiguiente mayor o menos desarrollo según sean unas u otras.

Algunas de las primeras apreciaciones que podemos hacer en bebés son: su alto nivel de demanda, la facilidad con la que se sobrestimulan, su alto nivel de coordinación psicomotriz, el hecho de que levanten la cabeza antes del mes, la vocalización de dos sonidos diferentes al mes y medio, o el hecho de que puedan decir las primeras palabras alrededor de los 5 meses.

Algunas conductas que podremos observar  más tarde son, según las orientaciones editadas por el Gobierno vasco:

  • Gran curiosidad y ganas de aprender: son personas que demuestran un grado de actividad, energía y concentración más alta de lo común. En ocasiones los padres manifiestan que duermen pocas horas.
  • Razonamiento complejo: son capaces de hacer conexiones entre distintos hechos y situaciones.
  • Maduración precoz y/o disincronía entre diferentes áreas del desarrollo: son capaces de sentir cosas que, debido a su inmadurez, no pueden entender o explicar. También se crean disincronías entre el lenguaje y la capacidad de entendimiento/razonamiento.
  • Gran memoria a largo plazo.
  • Capacidad de pensamiento simbólico y abstracto.
  • Preocupación prematura por problemas sociales: injusticias, guerras, etc.
  • Motivación intrínseca: gran fuerza de voluntad e independencia de pensamiento.
  • Gran capacidad crítica con las normas y necesidad de conocer las razones.
  • Creatividad e imaginación rica en detalles: Autores como Cerdá (2002), sostienen que la creatividad es una de las características que definen a las personas con AACC. Es por eso que prefieren plasmar sus aprendizajes de una manera personal u original, disfrutan aportando soluciones, resolviendo problemas de manera creativa, utilizando la fantasía o el sentido del humor.
  • Flexibilidad y fluidez, pensamiento divergente: Suelen ver más allá de lo que es aparente y tienen gran capacidad para anticipar consecuencias.
  • Hipersensibilidad: Según las investigaciones de autores como la psicóloga americana Leta Hollingworth, el 90% de las personas con altas capacidades demuestran una sensibilidad muy elevada. El psicólogo Kazimierz Dabrowski, aseguraba que “tienen una capacidad de emocionarse profunda”. En un artículo publicado por la Fundación Javier Berché, se habla de “una experiencia interior rica, compleja y turbulenta. Idealismo, desconfianza, alta percepción, sensibilidad insoportable, imperativos morales, necesidades desesperadas de comprender… todo incidiendo simultáneamente”.

Intervenciones educativas

Las diferentes maneras de atender a las necesidades del alumnado con AACC se pueden englobar en tres grupos, según Sánchez Manzano:

El agrupamiento: Es decir, agrupar a este tipo de alumnos, bien sea en escuelas especializadas en AACC, o bien en clases especiales dentro de la escuela ordinaria. No obstante, hay una gran cantidad de autores y expertos que no consideran que esta sea la mejor vía (especialmente durante los primeros años), pues consideran que debe prevalecer la importancia por la integración de estos niños y niñas con alumnado de todo tipo de capacidades.

Flexibilización curricular: Consiste en avanzar al alumno de curso. Este método está aceptado en la mayoría de países, pues, aparte de ser poco costoso, es el más fácil de implementar. La aceleración ofrece a los alumnos la oportunidad de enfrentarse a unos contenidos que despierten más su interés. No obstante, es importante tener en cuenta la adaptación social en el nuevo grupo. Cuando se baraja la posibilidad de flexibilizar el currículo, muchos autores insisten en la importancia de que el niño o niña esté preparado psicológicamente para el cambio, que esté maduro, tanto físicamente como emocionalmente, así como que el maestro que lo reciba tenga una buena predisposición al respecto. Según los casos estudiados, esta medida supone mejoras académicas y no implica un impacto negativo en la autoestima del alumnado.

Enriquecimiento: Se trata de extender el contenido de aprendizaje más allá del programa escolar, ampliando así las áreas de estudio. Esto puede llevarse a cabo dentro del centro, como trabajo de fin de semana o bien en periodos de vacaciones. Existen diferentes modelos basados en esta idea, uno de los más conocidos es el Programa de Enriquecimiento Triárquico de Renzulli. Este consta de tres niveles: temas de carácter exploratorio; análisis, crítica y creatividad e investigaciones sobre problemas reales que interesen a los alumnos. El Programa de aprendizaje Autodirigido busca darles las estrategias necesarias para que sean autónomos en su propio aprendizaje. El Programa de Estructura de Inteligencia (SOIS), es un programa para enseñar a pensar basado en el modelo de inteligencia que plantea Guilford. El Programa de las Tres Etapas de Enriquecimiento, parte de cuatro aspectos: la investigación, el autoaprendizaje, el pensamiento creativo y el concepto positivo. Su principal objetivo es el desarrollo de la creatividad y la solución de problemas. En Madrid se lleva a cabo el Programa de Enriquecimiento para Superdotados (PES), diseñado en 1995. El programa se implementa contando con el trabajo y la coordinación entre el Ministerio de Educación de Cultura y Deporte, la Comunidad de Madrid y la Fundación CEIM.

La detección y la consiguiente atención escolar específica hacia el colectivo de personas con AACC es una asignatura todavía pendiente en nuestro país. En las estadísticas publicadas que correspondían al curso escolar 2014-2015, se apreciaba, en España, un aumento del 20,9% de casos de AACC diagnosticados respecto al curso anterior. Esto significa un total de 19.187 alumnos. Teniendo en cuenta que la definición más utilizada para este tipo de alumnos es la basada en un cociente intelectual del 130 o superior (lo que supone un 2% de la población), estaríamos hablando de un potencial de 162.029 alumnos. Esto nos lleva a cerrar considerando que alrededor de 142.842 niños y niñas, atienden nuestras escuelas sin ser atendidos como debieran.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/07/10/alumnos-con-altas-capacidades-el-doble-reto-de-la-deteccion-y-el-abordaje-en-clase/

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Los retos de educar a un niño superdotado

Por: Olga Carmona

Los intensos arranques de ira, el cuestionamiento crónico o la brutal intensidad emocional pueden ser desconcertantes para los padres

“Los niños superdotados son el fruto más hermoso del árbol de la humanidad. A la vez son los que corren más grande peligro, pues cuelgan de sus ramas más frágiles y con frecuencia se rompen”. Carl G. Jung, médico, psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo.

Educar a un hijo o hija con altas capacidades puede ser muchas veces un desafío.No sólo por la singular manera con la que estos niños procesan el mundo, sino también por nuestras propias creencias acerca de ello. Probablemente hayamos fantaseado con cómo seríamos como padres antes de serlo, pero de lo que estoy segura es que prácticamente ninguno de nosotros se imaginó siendo el padre o madre de un niño superdotado. Es esta una experiencia desconcertante para quien la tiene que vivir y que añade un gran plus de responsabilidad en tanto la mayoría de estos niños plantean conflictos cotidianos muchas veces difíciles de afrontar, a la vez que se enfrentan a una sociedad que les desconoce por completo, que no les entiende, y que se maneja a caballo entre la envidia y el prejuicio.

Y más allá de los pasos, pequeños, lentos y muy tímidos que se van dando para adaptarles académicamente, hay un reto para los padres infinitamente superior, que es apoyarles emocionalmente desde una crianza y una educación donde se respete su excepcionalidad y se canalice su potencial para que sean niños felices, integrando su diferencia sin asomo de marginalidad.

El desconocimiento social de esta realidad ha generalizado una serie de prejuicios tales como que alta capacidad equivale a alto rendimiento, lo que queda claramente desmentido por el doloroso índice de fracaso escolar de este colectivo, que se estima en más de un 50% superior al de la población normal. También se desconoce su vulnerabilidad psíquica así como su hipersensibilidad, cuyo manejo inadecuado se acabará traduciendo en una autoestima frágil y una visión dolorosa del mundo que en muchas ocasiones les llevará a replegarse sobre sí mismos, cercenando cualquier posibilidad de alcanzar una vida significativamente feliz.

La mayor influencia y responsabilidad de que esto no ocurra es nuestra, de los padres. Después podrán o no apoyarnos el resto de agentes sociales, pero en primera y última instancia somos nosotros su filtro y su espejo, que les devolverá una mirada crítica u optimista, agotada o constructiva. En definitiva y como decía un profesor mío de la facultad, “somos lo que percibimos que los demás perciben que somos”.

Algunos de los retos cotidianos más comunes que plantean los niños superdotados son problemas con las rutinas, dificultad para escuchar instrucciones, la brutal intensidad emocional, la hipersensibilidad sensorial (ropa, etiquetas, texturas, ruidos, luces…), la falta de sincronización en el desarrollo social, afectivo, físico y motor (síndrome de disincronía evolutiva), lo que les lleva a intensos arranques de ira y frustración, también la rebeldía, la actitud muchas veces desafiante, el cuestionamiento crónico, el perfeccionismo, la autocrítica, la dificultad para dormir, la demanda estimular constante y la dificultad para manejar los códigos sociales y de interacción, serían grosso modo los más comunes. Obviamente, cada niño es distinto así como lo es cada sistema familiar, pero a grandes rasgos podemos afirmar que a mayor rigidez y autoritarismo en su educación, mayor probabilidad de fracaso vital y académico: un niño superdotado no funciona con imposiciones, sólo con razones que tengan sentido para él. El desafío de la autoridad solo por el hecho de ostentar el poder es parte de su mirada genuina y distinta.

En Psicología Ceibe impartimos un taller para padres donde proponemos un paradigma educativo basado en el vínculo (madre/padre-hijo) y en la reestructuración de las creencias de los padres en cuanto a lo que son e implican las altas capacidades en el día a día con nuestros hijos, con el objetivo de facilitar su desarrollo y su adaptación a fin de que puedan disfrutar de su condición, tanto padres como hijos.

Lo basamos en la construcción y nutrición de un vínculo seguro y sólido entre padres e hijos porque esta será la base que sirva de trampolín para el despegue del potencial de nuestros hijos. Los niños con altas capacidades son sobre todo emoción, están gobernados por el hemisferio cerebral derecho y por tanto si esta variable no está ajustada, ellos no funcionan. Cuando un niño se siente emocionalmente seguro y contenido es mucho más receptivo a corregir conductas y más proactivo a hacer su mejor jugada.

Y la revisión y cambio de creencias que no nos apoyan en la gestión de hijos diferentes a la norma nos parece imprescindible. Es necesario revisar cómo fui educado y desechar lo que no me sirve aquí y ahora, reflexionar acerca de si vivo la diferencia de mi hijo como una carga añadida o como una preciosa oportunidad de crecimiento para ambos, afrontar los miedos, manejar las expectativas, dejar la futurología para los echadores de cartas y centrarnos en el hoy sin pensamientos catastrofistas, poner el foco en lo que tienen de luz que es la mayoría y no en sus zonas oscuras, informarme todo lo posible para romper mis propios prejuicios absorbidos por una sociedad que los percibe como raros por puro desconocimiento y ponerme las orejeras frente a los opinólogos que saben de todo y especialmente de cómo debe tratarse a un niño superdotado. En mi camino de crianza la prioridad es mi hijo, y el mundo se va a dividir entre los que son parte de la solución o son parte del problema. Sin ambigüedades.

Nosotros planteamos apoyarnos en cuatro pilares básicos:

  • Detectar la necesidad que “se esconde” detrás de la conducta inadecuada: generalmente la mala conducta solo es el síntoma, la punta de iceberg de un deseo o necesidad muy diferente a lo que aparenta. Si nos quedamos solo en atajar el síntoma no estamos trabajando en la base y no producirá ningún aprendizaje a medio ni a largo plazo.
  • Equilibrio entre flexibilidad y firmeza. Es necesario establecer un marco de juego donde los límites vienen a ser las normas necesarias para poder vivir en comunidad. Ahora bien, el establecimiento de estos debe ser lo más negociado posible, válidos para todos (no sólo para los niños), flexibles y siempre argumentados. Se puede y se debe ser firme y amable a la vez, no es necesario levantar la voz ni enfadarse para recordar un límite o repetir un no. Un niño superdotado no acatará nunca algo que no tiene sentido para él.
  • La comunicación emocional debe predominar por encima de cualquier otro tipo: hay que aprender a incluir dentro del lenguaje cotidiano las emociones porque son el motor de la mayoría de nuestras acciones y porque el manejo de este lenguaje es piedra angular para el desarrollo de la inteligencia emocional.
  • Los padres tenemos que intentar funcionar como un equipo de trabajo, coherente y sólido. Los niños con altas capacidades son especialmente frágiles a nivel emocional por lo que la contención y la percepción de consistencia de quienes educan le van a proporcionar la seguridad de la que ellos carecen. El constante intento de adaptación a un mundo hecho a la medida del percentil 50 hace que soporten altos niveles de ansiedad y que necesiten de forma imprescindible apoyarse en unos padres que formen equipo, sin fisuras.

Educar no es adiestrar. Educar es estimular la construcción de las herramientas emocionales que les permitan alcanzar una vida adulta constructiva, significativa y libre.

Hoy por hoy sabemos que el éxito se debe en un 70% a factores emocionales y sólo el 30% restante a factores cognitivos.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/03/23/mamas_papas/1490256914_614182.html

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