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Con la niñez ultrajada y laborando no hay futuro

Por: Diego Arias Serna

En todo el mundo -en unos países más que en otros- la infancia es víctima de los conflictos armados, migraciones forzosas, agresiones sexuales, maltrato, vinculación al mundo laboral, padres irresponsables, gobernantes corruptos que han contribuido a la desnutrición de los párvulos y de una sociedad que pereciera invidente.

El año pasado, a mediados de abril, precisamente el mes de los niños en Colombia, la Defensoría del Pueblo denunciaba la deprimente situación de esa población. Las cifras hablan por sí solas: En el 2015 fueron abandonados 1.297 menores, cifra preocupante para la entidad.

En una nota periodística de Sally Palomino, que se publicó el 25 de abril en el diario El País de España y titulado: “Denunciados más de 4 mil casos de abuso sexual de niños en Colombia en 2017”, se dan cifras alarmantes: cada 120 minutos se alerta de un hecho de abuso sexual. De diez casos, siete son niños.

El coronel Henry Cruz, jefe de la Policía de Infancia y Adolescencia, aseguró queen el 80% de las denuncias, el agresor es una persona cercana. Entre enero y febrero de este año, los investigadores recibieron 2.600 denuncias. “Hay una cifra que preocupa de estudios que se han hecho y apuntan a que un promedio de cada dos horas se está conociendo un caso de abuso sexual”, informó el oficial.

4.315 violaciones entre enero y marzo 

Palomino además afirmó que durante el año 2016, el Instituto de Medicina Legal atendió 17.908 casos de menores remitidos por denuncias de presunto abuso sexual. El 2017 tampoco pinta bien. De enero a marzo habían recibido atención por aparente violación 4.315 menores de 17 años.

También agregó: “El mayor número de casos se presenta en niñas y niños entre los 10 y los 14 años. Le siguen los que están entre cinco y nueve. Los bebés también son víctimas. Casi 500 niños, desde recién nacidos hasta los cuatro años, tuvieron que ser sometidos a exámenes médicos por presunto delito sexual”.

El crimen de Yuliana Samboní, cometido por Rafael Uribe Noguera el año pasado, está siendo olvidado por la barbarie de los actos recientes que cubren toda la geografía colombiana. En el oriente, una menor de 15 años fue degollada; en el sur, a dos hermanos los asesinó su padre; en el centro, un soldado del Ejército violó a una bebé de cuatro meses.

La niñez también vive en la pobreza

La situación de maltrato y violación de sus elementales derechos no solo es de Colombia, sino también del mundo, pues está inundado de infamia. La Unicef, en 2016, afirmaba que las vidas y el futuro de millones de niños están en peligro y exhortaba a invertir en aquellos que están quedando marginados o enfrentan las consecuencias de un mundo aún más dividido e injusto.

También expresaba que al menos que el mundo aborde hoy en día la inequidad,en el año 2030 la humanidad tendrá 167 millones de niños viviendo en la extrema pobreza; 60 millones en edad de asistir a la escuela primaria seguirán sin escolarizar y 69 millones menores de 5 años morirán entre 2016 y 2030.

Manifiesta en su página web que “Ellos se convertirán en parte de un círculo vicioso e intergeneracional que restringe las oportunidades de los niños y las niñas, profundizando las desigualdades y amenazando a todas las sociedades”.

Dice también que ese círculo se puede superar si los gobernantes toman la decisión de modificarlo. “Existen estrategias comprobadas para llegar a las personas de más difícil acceso y expandir sus oportunidades. Cuando los gobiernos orientan hacia los niños más desfavorecidos sus políticas, sus programas y sus prioridades en materia de gasto público, contribuyen a transformar las vidas de estos niños y sus sociedades”.

Continúa: “Pero cuando no dedican especial atención a solucionar las necesidades de las personas más marginadas, corren el riesgo de que las desigualdades se perpetúen por generaciones”. En el caso colombiano es bien conocido que ese círculo se acentúa por la corrupción en el manejo de los recursos dedicados a la alimentación escolar, por citar un solo caso de descomposición en el manejo de los recursos del Estado.

De 900 millones de pobres, el 50% son niños

En el mundo, los niños constituyen cerca de la mitad de los casi 900 millones de personas que viven con menos de 1,90 dólares por día, lo cual no permite una adecuada nutrición, por eso en 2014, cerca de 160 millones de ellos presentaban retraso en el crecimiento. Las cifras que aporta la Unicef indican que el mundo no va tan bien.

El número de niños de 6 a 11 años que no asisten a la escuela ha aumentado desde 2011. De acuerdo con datos de 2013, aproximadamente 124 millones de niños y adolescentes se encontraban desescolarizados, y dos de cada cinco niños, dejaban la escuela primaria sin haber aprendido a leer y escribir y sin las nociones básicas de aritmética.

Casi 250 millones de niños viven en países y zonas afectados por conflictos armados y millones más soportan los peores efectos de los desastres asociados con el clima y las crisis crónicas.

Como lo afirma la Unicef, esto no tiene por qué ser así.

En Colombia, de acuerdo con la Alta Consejería Presidencial para Programas Especiales, en 2013, cerca de 5.140.000 niños y niñas estaban entre las edades de 0 y 5 años, ciclo de vida denominado como primera infancia. De ellos, unos 2.200.000 vivían en condición de pobreza y el 30% de ellos, en pobreza extrema.

Con el “Programa de cero a siempre”, impulsado por el presidente Santos, se pretende seguir la propuesta de James Heckman, Nobel de Economía 2000, quien expresa: “Invertir en las aptitudes socioculturales de los niños y las niñas tales como educación, salud, personalidad, motivación y confianza en sí mismo, genera más beneficio económico y social para los estados que el mismo gasto en programas sociales o de infraestructura”. Pero en Colombia la corrupción no permite aplicar esta propuesta.

Los adultos sin trabajo y los niños laborando

El 29 de abril fue el “Día del Niño” en Colombia, y aunque todo el mes estuvo dedicado a ellos, las cifras nos dejan muy mal. Y si tenemos en cuenta el “Día del Trabajo”, el panorama de la niñez es más catastrófica.

Aunque los adultos y jóvenes no tienen cómo ocupar un puesto de trabajo, los niños sí ‘disfrutan’ de este beneficio. En nuestro país a mediados del 2016 había más de un millón de niños laborando. Así lo indica un informe del Observatorio Laboral de la universidad del Rosario.

Por otra parte, uno de cada cinco jóvenes está desempleado en Colombia, afirmó la Organización Internacional del Trabajo –OIT-. El director regional para América Latina y el Caribe de esta Organización, José Manuel Salazar-Xirinachs, planteó recientemente que cinco millones de latinoamericanos pasaron a engrosar las filas de desempleo en el último año.

En enero de este año, la OIT estimó que en el mundo el número de personas desocupadas será de 201 millones en este 2017, y se prevé que en 2018 aumentará en 2,7 millones. Así que los flujos migratorios aumentarán. ¿Habrá más Trump proponiendo levantar muros fronterizos?

No solo no hay puestos de trabajo, sino que estos son vulnerables. En los países emergentes casi uno de cada dos trabajadores ocupa un empleo vulnerable y en los países en desarrollo, más de cuatro de cada cinco obreros, según expresó Steven Tobin, economista principal de la OIT en un informe reciente de la OIT. El panorama, entonces sigue siendo obscuro para la niñez y los trabajadores.

Fuente: http://www.cronicadelquindio.com/noticia-completa-titulo-con_la_niez_ultrajada_y_laborando_no_hay_futuro-seccion-en_profundidad-nota-109792

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UNICEF: Explotación infantil, un drama sobre el que debemos hablar con nuestros hijos

África/17 de Abril de 2017/El País

El desarrollo de políticas de acceso a la educación es una de las mejores forma de combatir el trabajo infantil, porque donde hay un maestro existe una escuela.

Desde hace 20 años, cada 16 de abril se conmemora el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil en honor a la memoria del niño pakistaní Iqbal Masih, quien empezó a trabajar a los cuatro años de edad y fue asesinado un día como hoy de 1995, cuando solo contaba 12 años de edad. Desde el Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) se indica que “es difícil determinar qué se entiende por esclavitud infantil”. Según la propia organización, los principales sectores de explotación de niños y niñas son el matrimonio infantil, la utilización de niños como jinetes de camellos, los niños soldados, los esclavos sexuales y trabajos en condiciones duras y peligrosas (sector rural, industria, servicio doméstico, servicios y trabajo en la calle). Todas estas actividades realizadas por niños y niñas en edades que van desde los 5 hasta los 18 años.

 La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que actualmente unos 168 millones de niños son víctimas de trabajo infantil en el mundo, de los cuales 85 millones de ellos sufren las peores formas de trabajo infantil. Asimismo, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) indica en su último informe que la población infantil representaba en 2013 casi una tercera parte de todas las víctimas de trata de personas en el mundo (20% niñas y 8% niños). Una cifra que ha aumentado alarmantemente respecto a las cifras de 2004, donde existía un 13% del total (10% niñas y 3% niños). Por regiones, en África subsahariana y América Central y el Caribe, los niños y niñas suponen más del 60% de todas las víctimas expuestas a sufrir algún tipo de explotación. Las mujeres y niñas son explotadas principalmente para matrimonios forzados y esclavitud sexual, mientras que los hombres y niños son captados en su mayoría para trabajos forzosos en distintos sectores.

Almudena Olaguibel, especialista de políticas de Infancia en UNICEF, señala que “la mayoría de los niños que trabajan en condiciones penosas, lo hacen en el sector de la agricultura (59%). Las tareas oscilan entre sembrar, cosechar, manejar pesticidas y cuidar del ganado. El 11% lo hacen en el sector de la industria (talleres, minas, canteras y en la construcción)”. Además, destaca que “estos datos son de sectores legales. La explotación sexual, en sus distintos tipos como la pornografía infantil o el turismo sexual, que mueve millones de euros, está escondida”.

El que todavía en pleno siglo XXI existan este tipo de explotaciones se debe, en opinión de Olaguibel, a que “los niños constituyen una mano de obra barata y, para algunas actividades, su pequeño tamaño o ligereza los hacen muy valiosos (minería, manufactura). El caso de la esclavitud sexual es muy especial”, prosigue la especialista de políticas de Infancia en UNICEF, “pues aunque suele estar prohibido expresamente en casi todos los países del mundo, la ley de la oferta y la demanda hace que esté aumentando el número de niños y niñas víctimas de este tipo de explotación”. Además, añade Olaguibel, “hay muchas formas de acceder a estos menores para explotarlos, como son las nuevas tecnologías o los viajes turísticos, que hacen que aumente la demanda de niños y niñas”.

Una lacra, la esclavitud infantil en cualquiera de sus formas, sobre la que los países industrializados o desarrollados parecen no darse cuenta de su existencia o sobre la que, sencillamente, hacen la vista gorda. Amparo Medina, responsable para temas a nivel global de Save the Children, indica que “se trata de una realidad poco visibilizada; pero el no saber no puede venir motivado por él prefiero no saber, por lo que es indispensable que las políticas públicas incluyan campañas dirigidas a sensibilizar en este sentido”. Por ello, para conseguir su erradicación en cualquiera de sus formas: bien sea exploración laboral, explotación sexual infantil, trata de menores, esclavos domésticos, utilización de niños soldados. Es fundamental, en opinión de Medina, “articular el trabajo en los ámbitos en los que se desarrolla la esclavitud infantil: trabajo con las familias para amentar los ingresos económicos de las mismas; cambio de patrones sociales y culturales de tolerancia hacia la violencia y la explotación de niñas y niños; fortalecimiento de los gobiernos para identificar, prevenir y atender los casos de explotación infantil en los países, o promover y facilitar el acceso de los niños a la educación”.

La educación es un punto fundamental para lograr disminuir la existencia de la esclavitud infantil. Joaquín Nieto, director de la Oficina de la Organización Internacional del Trabajo para España (OIT), apunta que “el desarrollo de políticas de acceso a la educación es una de las mejores forma de combatir el trabajo infantil, porque donde hay un maestro o maestra es porque existe una escuela a la que deben asistir los niños y las niñas de ese entorno. Y entonces, los maestros son conocedores de la asistencia o no a la escuela por parte del menor. Un conocimiento que ayuda a que si el niño o la niña falta a clase, se pongan en contacto con su familia y se interesen de por qué ha faltado. Una relación que puede descubrir si ese niño está trabajando y, si es así, denunciarlo ante las administraciones sociales para corregir esa situación”.

Pero no solo hay que combatir la esclavitud infantil en aquellos países en los que se produce de manera visible y clara. Desde sociedades como la nuestra se puede enseñar a nuestros hijos, dentro del entorno familiar, a poner su granito de arena para dificultar la expansión de este tipo de prácticas. Nieto expone que, “como padres, sería interesante que animáramos a nuestros hijos a preguntarse de dónde provienen algunas de las prendas que compran. Que se pregunten sobre el precio de las cosas”. E insiste en que “compramos aquello que cuesta menos, sobre todo los adolescentes; pero cuando compras una prenda que tiene un precio tan reducido, no es explicable”. Así, Nieto pone el ejemplo de la fabricación de una prenda de algodón. “Para que una prenda de algodón llegue al mercado”, explica el representante de la OIT, “ha tenido que cultivarse el algodón, recogerlo, hilarlo, tejerlo, diseñarlo, transportarlo hasta una sitio y venderlo”. En su opinión, “todo esto supone mucho tiempo de trabajo. Si esto luego vale nada o casi nada, a cuánto se reparte el precio de la hora de trabajo. Los padres pueden hablar con sus hijos del precio y lo que conlleva la fabricación de la ropa que se compran. No para darles una idea del trabajo infantil, que lo puede haber, y adulto. Sino para enseñarles de que hay trabajo infantil a los que todavía se les paga menos que a los adultos. Esta es una labor educativa que los padres podrían hacer. Estamos en una cadena de suministro global y en un proceso global. Por lo tanto, hay que pensar en términos globales para descubrir esas realidades y actuar en consecuencia”.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/04/16/mamas_papas/1492322256_876489.html

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Jóvenes excluidos de educación y trabajo

Por: José Roberto Osorio

Según el estudio “Exclusión educativa y laboral de la población de 15 a 24 años en Centroamérica”, (ERCA-Estado de la Nación, con auspicio de OIT), en 2015, Centroamérica tenía 45.4 millones de habitantes de los cuales 9.1 millones, cifra equivalente a una quinta parte, eran jóvenes. El 59 % de ellos estaba fuera del sistema educativo y dos millones (22.8 %) estaban simultáneamente fuera del sistema educativo y del mercado laboral.

Este grupo es importante numéricamente y porque se espera desempeñen funciones sociales, económicas y políticas estratégicas para sus países, aunque muchos ya se han incorporado tempranamente al mundo del trabajo, generalmente en forma precaria y es obvio que se integran de varias y con frecuencia limitadas formas a la dinámica social. Empero, sin formación, o con una de baja calidad, no tendrán las condiciones para contribuir positivamente al proceso de desarrollo de los países y la falta de trabajo decente les impediría disponer de recursos mínimos para crear familias y ser parte de un proceso de crecimiento de ellos mismos y de cada nación. CEPAL ha planteado que “una persona en edad laboral debe contar al menos con 12 años de escolaridad formal para reducir su riesgo de ser pobre”.

En la Región, Honduras tiene el mayor porcentaje de jóvenes de su población (2015), con el 22 %, siguiéndole Nicaragua con el 21 %. Guatemala y El Salvador exhiben una tasa del 20 %, Costa Rica el 18 % y Panamá el 17 %.

La cobertura educativa en la Región se habría incrementado. En 2013 la educación primaria acogía entre el 80 % y 95 % de los niños y niñas en edad de acudir a la escuela, tasa que disminuye a menos de la mitad en preescolar y secundaria en la mayor parte de los países. Un fuerte desafío de la institucionalidad y los propios civiles es lograr una inclusión temprana de los estudiantes y retenerlos en el sistema para que continúen en la secundaria.

En cuanto a inversión pública en educación por persona, en 2013, Costa Rica casi sextuplicaba, por ejemplo, la de El Salvador y Honduras; decuplicaba la de Nicaragua, siendo casi el doble de la que se registró en Panamá.

También en 2013, la PEA de la Región fue de 20 millones de personas y la tasa de desempleo del 5.5 %. El problema mayor no es el desempleo sino la “precariedad de las condiciones de trabajo, y en ambas situaciones la población joven es la más afectada”. Los jóvenes tienen fuertes limitantes para incorporarse al mundo del trabajo y la tasa de desempleo en este grupo social duplica o triplica los promedios de cada país.

La clasificación elaborada en el estudio mencionado va desde la exclusión total que es la de aquellos jóvenes que no estudian ni trabajan (en este contexto se denominarán NENT, debido a las tergiversaciones del muy difundido vocablo “ninis”, grupo que en ocasiones se ha llegado a interpretar como una amenaza a la convivencia democrática, en tanto no creen en nada y se oponen a todo), hasta la inclusión en que se encontrarían los jóvenes que se dedican solamente a estudiar.

Combinaciones intermedias son “solo trabaja” y “estudia y trabaja”.

Suponiendo que los jóvenes que solo estudian (inclusión), asisten a un grado acorde a su edad y reciben una educación de buena calidad, tendrían mayores y mejores oportunidades de inserción en el mercado laboral.

En general los jóvenes trabajan en empleos peligrosos, mal remunerados y precarios.

Este panorama, complicado y difícil, impone tareas urgentes y prioritarias a los gobiernos, en particular a los tomadores de decisiones, gestores y gerentes públicos.

Fuente: http://www.laprensagrafica.com/2016/10/07/jovenes-excluidos-de-educacion-y-trabajo

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