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La OIT pide aumentar la protección de los trabajadores a domicilio

La pandemia acelera el paso al teletrabajo en medio de legislaciones deficientes, según el organismo de la ONU

La pandemia ha aumentado la nómina mundial de los trabajadores a domicilio. En medio de restricciones de movilidad para contener la propagación del virus, las empresas e instituciones han modificado sobre la marcha su modus operandi para garantizar la continuidad de sus cadenas de producción, mientras los trabajadores han tenido que convertir las mesas de sus cocinas en escritorios y escenarios para innumerables videoconferencias por Zoom. Pero el reajuste deja una cuenta pendiente, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT): garantizar la protección social y económica de los empleados que trabajan desde el hogar.

En el informe Trabajo a domicilio. De la invisibilidad al trabajo decente publicado este miércoles, la OIT pone de relevancia una deuda cotidiana para unos 260 millones de personas que ya trabajaban a domicilio en todo el mundo antes de la crisis de la Covid-19, un 7,9% del empleo mundial. «Por lo general, la reglamentación del trabajo a domicilio es deficiente y el cumplimiento de la legislación vigente resulta complejo. En muchos casos, los trabajadores a domicilio son considerados contratistas autónomos y, en consecuencia, quedan excluidos del ámbito de la legislación laboral», afirma el organismo.

Entre las mayores deficiencias, la OIT denuncia la desventaja salarial. En el caso de Europa, en países como Reino Unido, los trabajadores a domicilio ganan un 13% menos que aquellas personas que trabajan fuera de casa. Pero la diferencia es aún mayor en otros continentes. En Estados Unidos, el salario es un 22% menos, mientras que en Argentina o México llega hasta un 50% menos.

Al desfase económico, el organismo de la ONU agrega una problemática agudizada durante las cuarentenas impuestas en 2020: el aislamiento social. Esto ha puesto de manifiesto que los trabajadores a domicilio no poseen el mismo grado de protección social que los demás trabajadores. Como este tipo de trabajo tiene lugar en la esfera privada, los home workers son menos proclives a formar parte de un sindicato, figurar en convenios colectivos o disfrutar de programas de formación, lo que aumenta la sensación de “invisibilidad” de quienes trabajan desde casa, de acuerdo con la OIT.

Estos hándicaps ya impuestos antes de la pandemia, ahora se extienden a quienes han tenido que incorporar el teletrabajo a su rutina, de la noche a la mañana. En los primeros meses de la pandemia, según el informe, en torno a uno de cada cinco empleados realizó su trabajo desde casa. Y aunque aún no se dispone de la cifra total de 2020, la OIT advierte de un crecimiento exponencial en esta modalidad a lo largo de los próximos años.

Solo en España, recelosa del trabajo remoto, el porcentaje de población que trabajaba desde casa se duplicó en los meses de emergencia y alcanzó un 30,2%, según los datos de Eurofund. Tras el experimento impuesto, ya para diciembre, ocho de cada diez empresarios afirmaban que favorecerán el teletrabajo tras el fin de la pandemia, según el estudio El futuro del trabajo después de la Covid-19, realizado por The Adecco Group Institute.

Ante este escenario, la OIT demanda a los gobiernos “garantizar que todos los trabajadores a domicilio pasen de un estado de invisibilidad a una situación con trabajo decente, con independencia de que trencen mimbre en Indonesia, elaboren manteca de karité en Ghana, clasifiquen fotografías en Egipto, cosan máscaras en Uruguay o trabajen a distancia en Francia”.

Fuente: https://cincodias.elpais.com/cincodias/2021/01/13/economia/1610543407_026737.html

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México: Efectos de crisis por COVID impactan más en mujeres: OIT

Tras advertir que el impacto de la crisis por COVID no ha tenido los mismos efectos para mujeres trabajadoras que para hombres, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoció que sin el pago de subsidios salariales que se dio en algunos países, las y los trabajadores hubieran perdido 6.5 por ciento de la masa salarial entre el primer y el segundo trimestre de 2020; en el caso de las mujeres, la pérdida hubiera sido de 8.1 por ciento frente al 5.4 por ciento en el de los hombres; es decir, tres puntos de diferencia por sexo.

Al presentar su “Informe Mundial sobre Salarios 2020-2021” este 2 de diciembre, el organismo internacional dijo que “esta diferencia se deriva sobre todo de la reducción de las horas de trabajo, más que de la diferencia en el número de despidos. La masa salarial perdida a consecuencia de la caída de las horas de trabajo fue del 6.9 por ciento en el caso de las mujeres, frente al 4.7 por ciento en el de los hombres”.

En el mundo, aproximadamente 327 millones de personas asalariadas perciben una remuneración equivalente o inferior al salario mínimo por hora vigente. Esta cuantía representa 19 por ciento del total de las personas asalariadas y abarca a 152 millones de mujeres, de acuerdo con la OIT.

Pese a que en números absolutos hay más hombres que mujeres percibiendo el salario mínimo o un monto inferior, las mujeres son mayoría en esta categoría: aunque constituyen 39 por ciento de los asalariados del mundo con un sueldo superior al mínimo, representan 47 por ciento de las personas asalariadas que perciben una remuneración inferior o equivalente al salario mínimo.

Por lo general, dijo la OIT, las mujeres predominan entre las y los trabajadores mal pagados; los estudios indican que en muchos casos el salario mínimo reduce la brecha salarial de género.

En todas las regiones la proporción de mujeres que perciben el salario mínimo o un monto inferior es mayor que entre quienes perciben un monto superior al del salario mínimo. También predominan las y los trabajadores jóvenes (menores de 25 años), los que tienen un nivel de instrucción inferior y los trabajadores rurales, lo cual apunta a que el salario mínimo también reduce la brecha salarial entre estos y otros grupos, de acuerdo con el organismo internacional.

Por lo que respecta a las características laborales, el informe indicó que quienes perciben el salario mínimo o una suma inferior tienen más probabilidades de trabajar con un contrato temporal o a tiempo parcial que quienes gozan de un nivel de remuneración más elevado; además en promedio trabajan más horas.

México, la desigualdad

De acuerdo con el más reciente reporte del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), al tercer trimestre de 2020, la pobreza laboral de los hombres ocupados presentó un aumento de 2.0 puntos porcentuales respecto al primer trimestre de 2020, mientras que la pobreza laboral de las mujeres ocupadas se mantuvo en 15.6 por ciento, en el mismo periodo.

Esto quiere decir que en nuestro país los hombres ocupados reportaron un ingreso laboral real mensual de 4 mil 516.86 pesos, mientras el ingreso de las mujeres fue de 3 mil 822.51 pesos. En términos relativos para este trimestre, en México el ingreso de los hombres ocupados es aproximadamente 1.2 veces mayor al de las mujeres.

En términos absolutos, entre el tercer trimestre de 2019 y el tercer trimestre de 2020 (antes de la pandemia), el ingreso laboral real promedio de los hombres disminuyó 24.59 pesos, mientras que el de las mujeres aumentó 289.60 pesos.

“Este incremento en el ingreso laboral real promedio de las mujeres indica una recuperación de 314.19 pesos respecto a la brecha del mismo periodo del año anterior”, dijo el Coneval.

Fuente  e imagen: CIMAC Noticias

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África: La Coalición Mundial por Pisos de Protección Social, la OIT y Unicef ​​unen fuerzas para expandir la protección social para todos a través de una financiación sostenible

Programa conjunto para mejorar las sinergias entre la protección social y la gestión de las finanzas públicas

La Unión Europea, la Coalición Mundial por los Pisos de Protección Social, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF presentaron hoy una asociación innovadora sobre protección social y gestión de las finanzas públicas.

El programa multinacional de 22,9 millones de euros, financiado con fondos de la Unión Europea, se desarrolló en colaboración con ocho países socios, incluidos Angola, Burkina Faso, Camboya, Etiopía, Nepal, Paraguay, Senegal y Uganda. Apoya el desarrollo de sistemas de protección social más inclusivos, sólidos y sostenibles que también puedan responder a futuras crisis. Esta nueva asociación brinda apoyo integrado a los ministerios nacionales y agencias públicas en la planificación, diseño, financiamiento e implementación de sistemas, programas y mecanismos de ejecución de protección social.

La protección social es un derecho humano y una inversión con altos rendimientos sociales y económicos; sin embargo, más de la mitad de la población mundial no tiene acceso a ninguna protección social [1], y la cobertura sigue siendo particularmente baja para los grupos vulnerables como los niños, las personas con discapacidades, mujeres y hombres que trabajan en la economía informal y migrantes.

Una barrera clave para expandir la protección social es la falta de financiamiento adecuado y sostenible. Un informe reciente de la OIT estima que los países en desarrollo tendrían que invertir 1,2 billones de dólares adicionales [2], equivalente al 3,8% de su producto interno bruto (PIB) medio anual, para cerrar la enorme brecha de financiación de la protección social y garantizar una seguridad de ingresos mínimos. y acceso a la atención médica para todos.

«Cerrar estas brechas es necesario y alcanzable. Con una voluntad política concertada, podemos hacer que esto suceda y hacer que la protección social sea una realidad para todos», dijo Shahra Razavi, Directora del Departamento de Protección Social de la OIT.

La actual pandemia de COVID-19 y la crisis socioeconómica demuestran la pertinencia y actualidad del programa de protección social y gestión de las finanzas públicas. Con la pandemia que va a empujar a 150 millones de personas [3] a la pobreza extrema y a 150 millones de niños a la pobreza multidimensional [4], es más importante que nunca fortalecer y ampliar los sistemas de protección social para amortiguar los impactos de la crisis de los trabajadores y sus familias, y garantizar una recuperación inclusiva para todos.

Según las últimas estimaciones mundiales de la OIT, el empleo ha disminuido significativamente, medido por una reducción del 17,3 por ciento en las horas de trabajo para el tercer trimestre de 2020 en comparación con el último trimestre de 2019. Esto equivale a la pérdida de 495 millones de personas a tiempo completo. trabajos. [5] Entre los más vulnerables se encuentran los casi 1.600 millones de trabajadores de la economía informal que se ven significativamente afectados por las medidas de cierre y / o que trabajan en los sectores más afectados [6].

Para responder a las consecuencias socioeconómicas de la pandemia de COVID-19, muchos países promulgaron respuestas de protección social para apoyar a los trabajadores, los niños y las familias [7]. Sin embargo, se trata, en su mayor parte, de medidas ad hoc de corta duración. Es hora de aprovechar estas experiencias para convertir las medidas a corto plazo en sistemas de protección social a largo plazo para todos.

«La magnitud y la profundidad de las dificultades financieras provocadas por la pandemia revertirán años de progreso en la reducción de la pobreza, especialmente entre los niños y las comunidades más marginados. Las inversiones para fortalecer y ampliar la cobertura y la adecuación de los sistemas de protección social son fundamentales para revertir estas tendencias y asegurar una recuperación sostenible y evitar una generación perdida ”, dijo Natalia Winder-Rossi, Directora Asociada y Jefa Global de Política Social de UNICEF.

En Angola, por ejemplo, el proyecto apoya un diálogo nacional coordinado para la formulación de la política de protección social con costos concretos y opciones de financiamiento sostenible; en Camboya, el proyecto contribuye al desarrollo de un Paquete Familiar Integrado de transferencias de efectivo, con el objetivo de ampliar la cobertura y la adecuación de la prestación de asistencia social a lo largo del ciclo de vida. En Paraguay, el proyecto apoya la implementación del sistema de protección social ¡Vamos! proporcionando asistencia técnica al Gobierno en la gestión de las finanzas públicas y la identificación de recursos para la protección social. Además de los ocho países socios, otros países pueden solicitar servicios de asesoramiento a más corto plazo para mejorar el rendimiento de su sistema de protección social y las opciones de financiación relacionadas.

El programa contribuirá a aumentar las inversiones públicas en protección social al vincular los esfuerzos desplegados por la UE y otras organizaciones internacionales para fortalecer los sistemas de finanzas públicas y las capacidades de los países socios para aumentar los recursos nacionales para la protección social.

El programa también contribuirá a invertir mejor en los sistemas de protección social mediante la creación de una hoja de ruta común y la mejora de la coordinación entre los ministerios de finanzas, los ministerios técnicos, los interlocutores sociales y la sociedad civil en cuestiones de política de protección social y finanzas públicas.

«Trabajaremos en estrecha colaboración con las organizaciones nacionales de la sociedad civil y los sindicatos para asegurar su participación significativa en los diálogos de protección social y los procesos de toma de decisiones. Dado que el aumento de la financiación de la protección social se basa en diálogos inclusivos y la apropiación de los países, esperamos que el programa establezca un ejemplo de una nueva forma de trabajo colaborativo ”, dijo GCPSF Bart Verstraeten.

Además de apoyar la respuesta inclusiva y la recuperación en medio de la crisis de COVID-19, el proyecto también contribuirá al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 1 y 10 sobre reducción de la pobreza y la desigualdad, y la Agenda 2030 más amplia, incluidos los objetivos de igualdad de género, acceso a la salud, la educación y el empleo decente y las instituciones inclusivas en todos los niveles.

[1] https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—dgreports/—dcomm/—publ/documents/publication/wcms_604882.pdf

[2] https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_755546/lang–en/index.htm

[3] https://www.worldbank.org/en/news/press-release/2020/10/07/covid-19-to-add-as-many-as-150-million-extreme-poor-by -2021

[4] https://data.unicef.org/resources/impact-of-covid-19-on-multidimensional-child-poverty/

[5] https://ilostat.ilo.org/topics/covid-19/

[6] https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/@dgreports/@dcomm/documents/briefingnote/wcms_743146.pdf

[7] https://www.social-protection.org/gimi/ShowWiki.action?id=3417

Fuente: https://allafrica.com/stories/202012020657.html

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La protesta es un derecho que no debe prohibirse ni limitarse

Por: Manuel Humberto Restrepo Domínguez

 

El 14 de noviembre del año de 1152 A.C, ocurrió una protesta civil reconocida como la primera huelga de la historia (ngenespañol.com; otras fuentes datan el año 1166), contra el reinado de Ramsés III. Sesenta artesanos se negaron a realizar su trabajo en el Valle de los reyes y se movilizaron ante el faraón gritando que tenían hambre y sed, que no tenían vestidos, ni pescado, ni legumbres. En 1886 más de 350.000 trabajadores en las calles de Haymarket (Estados Unidos) convocados por la Federación del Trabajo denunciaron las jornadas de trabajo de 14 horas y reclamaron por salarios y bienestar. Allí por primera vez ocurrió un final con disturbios, luego que un “desconocido” arrojara una bomba matando un policía, lo que degeneró en una masacre con resultado de 38 obreros asesinados con las armas del estado, más un centenar lesionados y el ahorcamiento de varios dirigentes sindicales al año siguiente, según el dictamen de un cuestionado proceso judicial.

      En enero de 1905 obreros y campesinos unidos con la clase media rusa protestaron contra el imperio del Zar Nicolás II, hubo tomas de tierras y actos de desobediencia que terminaron con una marcha pacífica que derivo en el “domingo sangriento” provocado con las armas del estado, lo que apresuró la capitulación del Zar (semana.com, 2015). Del final del siglo XX se destacan las huelgas asociadas a líderes, Walesa en Polonia en 1980, le creo fisuras al gobierno comunista de entonces y lo llevó a la firma de un acuerdo para el reconocimiento de derechos consagrados en las convenciones de la OIT y; Lula Da Silva, con los obreros metalúrgicos reclamó por sueldos y garantías, fueron protestas duramente reprimidas con las armas del estado, pero la capacidad organizativa triunfó con la creación del partido de los trabajadores (PT) que en las urnas convirtió a Lula en presidente.

       La protesta es una facultad de la sociedad y la huelga un derecho de los trabajadores, ambos insertos en la declaración de derechos del hombre y del ciudadano de 1789, en la que los ricos y poderosos se reservaron la propiedad y los excluidos del poder la rebelión, civil para demandar garantías y armada para acabar la tiranía. La huelga y la protesta social llegaron mezcladas en 1948 a la declaración universal de derechos humanos y cumplen la misión de indicar el grado de respeto y responsabilidad del estado con los derechos humanos, pero a la vez ponen en evidencia la fortaleza de las instituciones democráticas para evitar y prevenir el uso abusivo o violento del poder público contra sus ciudadanos (manifestación pacífica, civiles DDHH, 2014).

       Protesta y huelga son constitutivas de la libertad y están amparadas por estándares internacionales tales como que los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a la manifestación pacífica o que la protesta no requiere autorización previa por ser expresión de inconformidad, insatisfacción, indignidad o resistencia ante políticas o conductas de los poderes públicos que afectan derechos. Son prácticas de restricción indebidas por parte del estado la prohibición, imposición de obstáculos, exigencia de requisitos innecesarios, penalizar o enmarcar en delitos de terrorismo o desestabilización, como también expedir leyes para dificultarla, tipificarla como delito, interferirla, censurarlas o ejercer amenazas físicas o psicológicas contra sus participantes o presumir de antemano su carácter desfavorable o descalificarlas como actos de desorden público o justificar una respuesta violenta de los cuerpos de seguridad. Prohibirlas es ilegitimo e ilegal, incluso inmoral. Por eso es reiterativo pero necesario repetir mil veces, que los derechos son de los pueblos y la obligación de ofrecerles garantías, respetarlos y hacerlos respetar es del estado sin perder su neutralidad.

       En Colombia la protesta esta consignada en el art. 37 de la constitución, que la reconoce como un medio legitimo para la defensa, construcción y reivindicación de derechos. En ella se integran derechos de reunión, asociación, expresión y movilización y la huelga derechos laborales, a la vida, la dignidad y el bienestar. Protesta y huelga son parte de históricas conquistas sociales y aunque sean afectadas con disturbios ocasionados por “desconocidos” e intervenidas con «brutalidad aprendida”, son una herramienta de dialogo, un punto de llegada luego de haber agotado otras vías de solución.  En ningún disturbio esta permitida la fuerza utilizada en la guerra contra enemigos en combate y si ocurre debe ser juzgada a la luz de los derechos humanos y donde hay conflicto armado con las reglas del DIH, que implican la no prescripción de los delitos cometidos con las armas del estado.

       Para la OIT la huelga y la protesta son medios legítimos fundamentales de los que dispone la ciudadanía para promocionar y defender sus intereses económicos, sociales o culturales.  “La encuesta Global de la CSI 2013, reveló que más del 90% de los ciudadanos defiende los derechos y el 99% de los ciudadanos apoya el derecho a la huelga para defender mejores salarios, condiciones de trabajo y salud y seguridad” (ituc-csi.org) y el pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales de 1966 suscrito y firmado sin reservas por Colombia el 29 de octubre de 1969, obliga al estado y al gobierno a respetar y hacer respetar los derechos allí consignados y lo conmina a establecer mecanismos para su protección y garantía y a no privar al pueblo de sus medios de subsistencia.

      Las ultimas protestas sociales y la del próximo 21 de octubre de 2020, reclaman del estado y del gobierno garantías para proteger y realizar los derechos humanos y en especial el derecho a vivir, a no ser asesinados, a un nivel de vida adecuado con alimento, vivienda, agua, salud, educación, empleo, seguridad, paz y dignidad y una mejora continua de las condiciones de existencia. Pretender reglamentar, condicionar, sujetar o “exterminarla” degenera el orden democrático. Las demandas –cada una en su contexto- son similares a las que enfrentó el Faraón Ramsés III, hace 1800 años y por lo que se conoce, sin ocurrir en democracia, la permitió sin censura ni uso de las armas de su reino para disolverla, ni de amenazas para disuadirla. Las huelgas y protestas son una ganancia común, son garantías de convivencia humana para vivir con derechos, están amparadas en la carta internacional de derechos humanos, la declaración universal de derechos humanos y el pacto internacional de derechos civiles y políticos y pretender prohibirlas o limitarlas, sería irracional, ilegal e ilegitimo.

P.D. Resulta “inconcebible” la incitación al odio e inequívoca afectación de la salud mental en época de pandemia, la aparición de grandes vallas en defensa de “Uribe Libre”, con letreros como: “No permitamos que el comunismo y la izquierda se tomen el estado”. Cada letra incita a otro rio de sangre…

Fuente: Rebelión

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Covid 19, el virus del capitalismo y la explosión histórica del desempleo

Por: Eduardo Camin*

La pandemia provocó en el segundo trimestre de 2020 una pérdida de horas de trabajo equivalente a 495 millones de empleos, al mismo tiempo que entre enero y septiembre los ingresos de los trabajadores cayeron en 3,5 billones de dólares, concluye el nuevo estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Los 495 millones ahora calculados, que suponen una pérdida del 17,3 por ciento de las horas de trabajo, podrían moderarse en el tercer y cuarto trimestre, pero la OIT aún prevé en esos periodos descensos equivalentes a 345 y 245 millones de empleos respectivamente.El coronavirus dejará 11,5 millones de nuevos desempleados en América Latina en 2020, según informe | El Comercio

El nuevo informe sobre los efectos de la pandemia en el mercado laboral global, sexto que elabora la organización con sede en Ginebra, empeora las cifras del anterior estudio de junio, en el que la pérdida de empleos equivalente se había cifrado en 400 millones, siempre comparando con cifras del año anterior.

Este grito, en un inmenso mar de silencio, no cae del cielo, ni sube al infierno de las profundidades mas oscuras de la tierra, pero despierta cada día en la inmensidad de poblaciones que naufragan en las promesas de las tristes capitales. Los titulares de la prensa nos hablan hoy del trauma, del dolor y del desastre debido a una explosión histórica del desempleo.

Latinoamérica, la región más golpeada

Los jóvenes en el escenario pospandemia. Una mirada desde la oit.Todas estas pérdidas en horas de trabajo se tradujeron en el mencionado descenso global en los ingresos laborales de 3,5 billones de dólares (un 10,7 por ciento interanual).

América, subraya la OIT, es el continente más afectado por esta pérdida de ingresos, con una caída del 12,1 por ciento con respecto al mismo periodo de 2019, y los países en desarrollo también han resultado más golpeados que los ricos en este sentido, sufriendo una bajada interanual del 15,1 por ciento.

Los descensos en horas de trabajo e ingresos se han debido principalmente a las medidas de prevención contra la Covid-19, que supusieron especialmente durante los confinamientos masivos el cierre de muchas actividades laborales, algo que según la OIT aún afecta a la mayor parte del planeta.

Pese a que muchas medidas restrictivas se aplican de forma más laxa, la organización subraya que el 94 por ciento de los trabajadores reside en países en los que aún se aplica algún tipo de limitación que afecta a los lugares de trabajo. Uno de cada tres trabajadores reside en naciones donde están cerrados todos los lugares de trabajo salvo los esenciales, recuerda el estudio.

El principal motivo de los cálculos más pesimistas, según la OIT, es justamente la situación de las economías en desarrollo y emergentes, en particular en el sector informal, que se ha visto mucho más afectado por la pandemia que otras actividades económicas.Jóvenes, la generación del confinamiento: OIT

Por regiones, Latinoamérica es la más afectada en términos relativos, con una pérdida de horas de trabajo en el segundo trimestre del 33,5 por ciento (equivalente a 80 millones de empleos) que seguirá siendo alta en el tercero, hasta el 25,6 por ciento (60 millones de empleos), según la OIT.

En términos absolutos, la mayor pérdida de horas de trabajo se dio en el sur de Asia, donde equivalió a 170 millones de empleos en el segundo trimestre y aún llegará a 115 millones en el tercero de acuerdo con las previsiones del organismo.

Aunque la OIT no dio información pormenorizada de cada país, sí destacó que la pérdida de horas de empleo en España ha rondado el seis por ciento, en países como Estados Unidos o Brasil llegó al 10% y en muchas naciones latinoamericanas (México, Chile, Ecuador, Colombia, Costa Rica) estuvo en la banda del 20 por ciento.
Más dramático fue el caso de Perú, uno de los países con más casos de COVID-19 en el planeta y con un alto predominio del empleo informal, donde se calcula que la pérdida interanual de horas de trabajo superó el 50 por ciento entre abril y junio.

Medidas fiscales de choque

OMT: Pandemia amenaza con dejar marcados a jóvenes de la "Generación del Confinamiento" | Voice of America - SpanishEl informe de la OIT también analiza las medidas de incentivo fiscal ordenadas por distintos gobiernos para mitigar estos efectos adversos de la pandemia en el mercado laboral, y concluye que por cada uno por ciento del PIB utilizado en estas políticas puede lograrse un descenso del 0,8 por ciento en la pérdida de empleos.

Sin embargo, estas medidas, lamenta la OIT, se han concentrado especialmente en los países desarrollados, debido a la limitación de recursos en los países emergentes y en desarrollo, pese a que éstos han sido más golpeados debido al predominio del empleo informal y lo mucho que éste se ha visto afectado por la crisis sanitaria.

Estos países en desarrollo deberían invertir 982.000 millones de dólares adicionales en total para conseguir los mismos efectos paliativos de las medidas adoptadas en las naciones más ricas, concluye la OIT.

«Al tiempo que redoblamos esfuerzos para vencer al virus, debemos adoptar medidas a escala lo antes posible para paliar sus efectos en los planos económico, social y laboral. En particular, se debe fomentar el empleo y la actividad empresarial, además de garantizar los ingresos», opino en la presentación del informe Guy Ryder director general de la OIT

La obstinada realidad

La crisis económica que se acarrea desde hace más de una década y que hoy se ve profundizada por efecto del impacto de la pandemia del coronavirus Covid 19, ha llevado a un aumento importante del desempleo y por consecuencia al crecimiento de la pobreza, lo cual ha afectado severamente a los mas vulnerables.El confinamiento aumenta en casi un 30% la generación de residuos | Canarias7

Las cifras, estudios y análisis emanados por los propios organismos multilaterales del capitalismo, son catastróficos, y, sin embargo, sabemos que, a pesar de eso, la realidad concreta de los trabajadores es aún más devastadora que lo que expresan los informes y números oficiales de los organismos internacionales, que por otra parte insisten en presentar la crisis, como producto de la pandemia.

De forma particular a las familias que ya vivían en condiciones de exclusión, marginalidad y hacinamiento, y que se desempeñaban en empleos informales, de igual manera a las trabajadoras domésticas, los jóvenes, y aún más triste, la evolución manifiesta del trabajo infantil, serán parte de la población más afectada por la actual crisis del sistema capitalista.

El escenario económico.

Junto al escenario económico la pandemia tendría características que la transforman en una crisis sanitaria a escala global sin precedentes en la historia del último siglo, peor que la gran depresión de 1929 y que la segunda guerra mundial.

El brote de esta enfermedad ha profundizado aún más la crisis capitalista, lo que ha llevado a una recesión económica, la más grave registrada en casi 100 años y está causando enormes daños en la salud, el empleo y precarizando aún más a los mas vulnerables.

La OrganizEstiman que la crisis recién asoma y el desempleo crecerá hasta fin de año sin frenos | BAE Negociosación Internacional del Trabajo, OIT y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) declaraban hace algún tiempo atrás, que el PIB de esta región tendrá este año un decrecimiento del 5.3% y que se producirá un aumento del desempleo con 11.5 millones de nuevos desempleados y desempleadas, lo que llevará a aumentar la pobreza en 28,7 millones de personas, y la pobreza extrema en 15,9 millones, un escenario nada alentador para la región.

Los datos van demostrando que serán las y los jóvenes entre 15 y 24 años, quienes serán uno de los rangos etarios más golpeados por el desempleo y la precarización laboral.

Ya se comienza a hablar de “generación de confinamiento”, principalmente porque son quienes han visto interrumpidos sus procesos de educación, formación y capacitación, pérdidas de empleo, reducciones de jornadas y remuneración y además tienen mayor dificultad para conseguir un nuevo empleo. Este sector además es el que ha mantenido altas tasas históricas y estructurales de desempleo, previo a la pandemia.

En el mundo son cerca de 178 millones de jóvenes trabajadores y trabajadoras formales, de los cuales cuatro de cada 10 trabajaban en los sectores más afectados al surgir la crisis sanitaria, a saber, el comercio, fabricación, inmobiliario, hotelería y alimentación.

Pero eso no es lo peor: alrededor de 328 millones de jóvenes tiene un empleo en el marco de la informalidad. Otra expresión de trabajo informal se visualiza a través del empleo por cuenta propia donde el 39,8% de todo el trabajo cuentapropista son jóvenes, a pesar que en términos científico esta categoría no esta entendida dentro del materialismo dialéctico, pero en realidad da cuenta de un sector altamente precarizado.La crisis llevará al desempleo a más de 11,5 millones de latinoamericanos este año | Economía | EL PAÍS

Por otro lado, 68 millones de jóvenes se encuentran sin trabajo. Además, 267 millones (incluidos los anteriores) no estudian ni trabajan, los llamados ni-ni. A esto se suma que las y los jóvenes menores de 30 años son cerca del 70% del flujo de población migrante, situación que las y los expone a condiciones de desprotección y precariedad adicionales a las conocidas.

Claramente serán las y los jóvenes quienes pagarán los costos de la crisis. Las cifras grafican de forma dantesca el abismo al cual serán lanzados millones de jóvenes y del cual les será muy difícil sobreponerse. Estos datos reflejan claramente que la crisis del sistema capitalista sustentado en explotación y dominación ha venido teniendo impactos en la sociedad anterior al brote sanitario.

Este sector viene siendo golpeado desde hace años por las medidas de los gobiernos que buscan maximizar las ganancias de la burguesía monopólica a costa de extraer más y más plusvalía de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo. La fórmula es simple: para que la burguesía siga concentrando más riquezas y privilegios, las y los trabajadores deben estar más y más precarizados y sobreexplotados.

El capitalismo, dadas sus inherentes contradicciones, enfrenta crisis periódicas que desajustan sus propios equilibrios y se resuelven a través del sacrificio de las y los más desposeídos. Sin embargo, hoy asistimos a una crisis integral del sistema capitalista, es decir, es mucho más profunda y extensa que otras anteriores.

Todo el mundo lo sabe, pero pocos se enteran, aunque su silencio es incontenible en medio del calcinante estertor de la pandemia: el trabajo es herido impunemente en la miserable especulación o en el ascensor del casino de Wall Street.

Fuente e imagen. http://estrategia.la/2020/10/03/covid-19-el-virus-del-capitalismo-y-la-explosion-historica-del-desempleo/

*Periodista uruguayo acreditado en ONU-Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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Mundo: Respuesta de los Gobiernos a los pueblos originarios ha sido mixta

Mundo/América Latina/27-09-2020/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

«Los pueblos indígenas no necesitan salvadores, lo que necesitamos es apoyo por parte de los Estados», expresó Masaquiza.

La oficial asociada de Relaciones Sociales en la Secretaría del Foro permanente para las cuestiones indígenas de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Mirian Masaquiza, indicó este miércoles que la respuesta de los Gobiernos a los pueblos originarios indígenas ha sido «mixta» en medio de la pandemia de la Covid-19.

Durante su intervención en el programa Enclave Política de la televisora teleSUR, la representante indígena ecuatoriana explicó que si bien algunos Gobiernos han garantizado apoyo a las comunidades indígenas del mundo, no lo han hecho de manera puntual, mientras que otros ni siquiera han garantizado los servicios básicos en medio de la crisis sanitaria.

Igualmente, aseveró que la actual situación epidemiológica global ha venido a confirmar las enormes brechas de desigualdad en el mundo, y ha afectado a «los más débiles», entre ellos los pueblos originarios, muchos de los cuales aun no han sido reconocido por muchos Estados en el planeta.

«En América Latina estamos reconocidos en la Constitución. Sin embargo la participación es bastante baja. O existen leyes o presupuestos en los que simplemente están invisibilizados los pueblos indígenas», afirmó  Masaquiza.

En tal sentido, la funcionaria de la ONU explicó que la ausencia de datos específicos sobre el número de personas que integran las comunidades indígenas y sus ubicaciones, afecta el apoyo que se les pueda brindar a sus miembros, y en el caso de las mujeres es más grave aun «porque si no existen datos desglosados con referencia al género es invisible el desglose con respecto a la pertinencia étnica», afirmó.

Asimismo, aseveró que varias naciones no han asumido la existencia de otros sectores sociales como el movimiento de los indígenas, de las mujeres, de los migrantes, que exigen acciones precisas de acuerdo a sus realidades, por lo que es fundamental el diálogo con esos sectores. «Hay que consultarles y trabajar con ellos», expresó.

Masaquiza también destacó que los pueblos indígenas son poseedores de conocimientos tradicionales, lengua propia, sistemas de Gobierno, y otros rasgos distintivos sistemas que han persistido por civilizaciones, que han usado para combatir la pandemia de la Covid-19.

Además, reconoció como positiva la cooperación entre las comunidades indígenas en medio de la emergencia sanitaria, la cual debe ir «de la mano de los tratamientos científicos», lo cual es fundamental lleguen a los indígenas», recalcó la representante indígena del Ecuador.

Con relación a este punto, llamó a los Estados a utilizar las guías que han creado la ONU y varias organizaciones no gubernamentales sobre el potencial de los pueblos originarios, para que basándose en estas puedan apoyar a los miembros de esas comunidades.

«La pandemia ha marcado un antes y un después de todo lo que vivimos. El cambio climático, la inequidad siguen estando en primer plano y los más excluidos seguimos en esta situación», afirmó la funcionaria.

Al respecto, instó a los Gobierno a implementar documentos ya suscritos como los Objetivos de Desarrollo 2030, la Declaración de la ONU sobre los Derechos Indígenas del 2007, el documento final de la Conferencia Mundial de los Pueblos Indígenas y otros documentos que abogan por el reconocimiento y la protección de los sectores indígenas.

«En nuestra región, el Convenio 169 de la OIT es también una guía complementaria a la Declaración de la ONU para que los Estados trabajen con los pueblos indígenas, con la participación de los líderes de las comunidades», enfatizó.

Al preguntarle sobre los retos del planeta ante el cambio climático y las agresiones del ser humano a la naturaleza, la representante indígena respondió que es falta de voluntad política que no se haya avanzado más en esa cuestión que le atañe a toda la humanidad.

Masaquiza resaltó que es muy necesario que la sociedad civil conozca de los compromisos internacionales sobre el cuidado del medio ambiente, para exigir que estos sean implementados. «Esto no es una situación en la que tenemos que ganar todos para sobrevivir», alertó.

Por último precisó que las mujeres indígenas necesitan más apoyo para prepararse y asumir cargos en las diferentes instancias nacionales e internacionales que le permitan defender los derechos de sus comunidades, sin ser estigmatizadas como mujer o como autoridad. «El sistema de cuotas en algunos países está ayudando», reconoció.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/respuesta-gobiernos-pueblos-originarios-ha-sido-mixta-20200923-0057.html

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La noción de trabajo decente, ¿un ardid de la teología del capitalismo?

Por: Eduardo Camín

 

El lenguaje es una de las herramientas usuales para interpretar y comprender la realidad. En nuestros días es habitual la utilización del lenguaje fingido, para controlar la forma de pensar o legitimar desigualdades. Y ciertas nociones o enunciados que surgen de un determinado contexto se convierten en claves para objetivar cuestiones hasta entonces no objetivadas.

Un concepto muy manido en estos tiempos es el del trabajo decente, emergente del actual contorno socio-histórico en donde la situación laboral es endeble y la categoría trabajo ha perdido significación, un concepto que se constituye en un término altamente valorativo y explicativo de la realidad, pero que, paradojalmente lleva implícito su déficit.Ponencia sobre el trabajo decente

Si bien el sentido ético es el carácter más visible de este término, cuestión que puede llevar a confundirlo con un anhelo, las dimensiones que la constituyen estructuran una sólida noción analítica y dan cuenta de cómo puede ser el trabajo, o bien, de cuánto adolece hoy en día y en cada lugar esta actividad vital, ese acto social propiamente humano.

En el marco de este proceso de formación de una nueva cultura civilizatoria, en la que teoría e historia van configurando nuevos escenarios de conocimiento y realidades sociales, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptó en 1999, el Programa de Trabajo Decente ,con el cual se compromete a promover las condiciones que brinden oportunidades para que los hombres y las mujeres puedan conseguir un trabajo digno y productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana.

Y lo definició como “el trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad, en el cual los derechos son protegidos y que cuenta con remuneración adecuada y protección social” (OIT 1999a: 4).

Después de aquella 87ª reunión de la OIT, esta organización ha elaborado varios documentos en los que se profundiza en el concepto. En el 2000, el entonces Director General Juan Somavia, presentó una nueva metodología en la que el trabajo decente debe entenderse como un concepto integrador, en cuya realización es necesario combinar aspectos relativos a los derechos, el empleo, la protección y el diálogo en un todo.

Además debe constituir una meta, un marco para la definición y la actuación de políticas, un método de organización de actividades y programas, y una plataforma para la asociación con otras entidades (OIT 2000: párrafos 1.1 y 3.5).

Trabajo decente en condiciones indecentes

El trabajo decente | Voces en el FenixCuando hablamos de trabajo, hemos limitado su significado habitual al empleo, al trabajo asalariado. Pero abarca mucho más que eso, en capacidad creadora, construcción social, desarrollo humano, solidaridad… Muchos de los trabajos que desarrollamos, sin ser empleos, son imprescindibles para la vida humana (el trabajo en el hogar y la familia, el del cuidado, el voluntariado…) y sin ellos el empleo no se podría sostener.

La OIT acuñó el término “trabajo decente” y lo convirtiera en su prioridad a partir de 1999, entendido desde la promoción de oportunidades para que hombres y mujeres pudieran conseguir un trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana.

Desde ese momento comenzó a diseñar estrategias internacionales para que el trabajo decente ocupara un lugar central en las políticas de los gobiernos y, con ello, se lograra un progreso social y económico que fortaleciera a personas, familias y comunidades. El objetivo era reafirmar que el trabajo decente es fuente de dignidad personal, indispensable para reducir la pobreza y alcanzar un desarrollo equitativo, global y sostenible.

La realidad neoliberal: ¿cómo andamos de trabajo decente?

Nuestras sociedades se han ido configurando de tal manera que lo no-productivo, lo que no es útil para obtener beneficio en el menor tiempo posible, se desecha, se descarta. En el actual contexto globalizador, el mundo se mueve alrededor de la “economía”, del mercado: trabajo, política, sociedad, ocio, relaciones, la persona es un todo. Nada queda fuera del alcance del culto al dios dinero, que convierte todo en mercancía. Incluidas las personas. Una economía que destruye toda noción de vida.

La lógica del modelo económico neoliberal dominante ha impuesto una nueva configuración del trabajo en la que el desempleo y la precariedad son lo habitual, lo normal, puesto que lo nuclear no son las personas sino la rentabilidad. Desde esa perspectiva, el empleo, y las personas que lo desarrollan, se vuelve inestable, inseguro, a merced de las fluctuaciones del mercado.El trabajo decente sigue lejos para mujeres latinoamericanas

Éste es el que acaba decidiendo qué persona y en qué lugar trabajará o no hoy, en qué empresa, con qué horario, en qué puesto, por cuánto salario. Se precariza el empleo y, con él, la vida de las y los trabajadores y de sus familias. Tanto que cada vez es más difícil planificar el futuro: se dificultan las relaciones familiares y sociales, así como la participación.

Del trabajo decente pasamos a una “flexiprecariedad”, a la fragmentación del mundo del trabajo ante las diversas y siempre cambiantes modalidades de empleo, con constantes salidas del mercado laboral y con retornos, la mayoría de las veces, en peores condiciones.

El salario cada vez cumple menos su función de dar estabilidad, seguridad y cubrir necesidades personales y familiares. Ahora tener un trabajo no asegura estar fuera de la pobreza: miedo a perderlo es, muchas veces, miedo a la exclusión que acecha.

Las malas condiciones de trabajo también se manifiestan en los bajos ingresos. En 2019, más de 630 millones de trabajadores en todo el mundo –el 19 por ciento de todos los empleados– no ganaron lo suficiente para salir ellos y sus familias de la pobreza extrema o moderada, que se define como la situación en la que los trabajadores ganan menos de 3,20 dólares al día, en términos de paridad de poder adquisitivo.

Así, se niega en la práctica el derecho al trabajo: Los derechos laborales son un obstáculo para la rentabilidad; se estigmatiza la negociación colectiva, pues el objetivo es que el trabajador – y su familia – sea “flexible”, se adapte a las exigencias de la producción.

Sin embargo, nunca en la historia ha habido tanta riqueza acumulada como ahora. El problema del hambre es solucionable, al igual que la posibioidad de que todas las personas puedan vivir dignamente. Es un problema de equidad, de solidaridad y de justicia, que debe traducirse en prioridades políticas, económicas y sociales.

Necesitamos trabajo y sustento … y nos ofrecen empleo cada vez más precario, cada vez más indecente. Este es el problema por resolver. Y no tiene solución viable razonando con la lógica del lucro, del dinero.

Covid 19, realidad convertida en ardid

El Derecho del Trabajo en la emergencia del Covid-19 | Blog Alternativas | EL PAÍSSomos conscientes de las consecuencias del Covid-19 en el empleo son profundas, de gran alcance y sin precedentes. El ajuste del empleo suele seguir a la contracción económica con cierto retraso. La presente crisis, los cierres y otras medidas han afectado al empleo directamente y en una magnitud mayor a la prevista inicialmente al comenzar la pandemia.

Vivimos la crisis más grave desde la Segunda Guerra Mundial, con un rápido aumento de la destrucción de empleo en el mundo Para captar con mayor precisión las características actuales de la crisis del COVID-19.

El Estado podría –y debería– ampliar sus competencias para ofrecer siempre oportunidad de trabajo e ingreso a cualquier personas empleadas de empresas privadas, públicas o cooperativas lanzadas al desempleo por las fluctuaciones de la demanda. Ante esta situación, el empleo –tenerlo o no, las condiciones en que se desarrolla, los ingresos que aporta– condiciona enormemente la vida de las personas, de las familias y de la sociedad entera.

Hasta hoy el empleo es un elemento decisivo en la inclusión social y no tenerlo aboca a muchas personas y familias a la pobreza o la exclusión. En el modelo capitalista, el capital privado sufraga una parte de la vida del obrero que no tiene nada que ver con la esfera productiva. Cumple, por tanto, una función social, que convierte al capitalista en un gestor que goza de un importante poder para condicionar la vida de un número de personas.

El capitalismo sustrae a los actores reales de la actividad económica la soberanía material sobre sus vidas: los convierte en juguetes zarandeados por estrategias empresariales orientadas al máximo beneficio para el capital.

El «impotente» discurso de los gobiernos sobre el “trabajo decente” se ha transformado, en definitiva, en una versión laica de las encíclicas papales. Obviamente, la caridad no es vocación de las empresas.

Los dueños de empresa y los operadores financieros tienen todos los motivos del mundo para felicitarse por el estado de cosas y vivir la vida que se presenta como una situación y una época bendita, ya que ninguna teoría, ninguna manera de pensar; ninguna acción seria se opone a ellos. El virus tampoco, lo hará.

Entonces, ¿por qué continuar en la retórica discursiva de la «indignación» en los foros sociales, en las cumbres mundiales y renunciar a una acción seria en sus propios países, que se oponga a este estado de las cosas?

Una de las tentaciones permanentes es acabar aceptando el mensaje mil veces repetido, de que las cosas son así y no hay alternativa posible. Hasta que no se elabore una propuesta real y valiente para intentar salir de la situación presente – y no simplemente para paliar sus efectos más atroces, con planes de emergencia, ayudas sociales y trabajo decente – su destino político seguirá preñado de melancolía.

¿Será cierto que un mundo de transformación seguirá reduciéndose en la nostálgica llorona de un universo perdido en décadas de miseria. ¿El mundo de las modernidades nacionales, y la retórica del discurso del neoliberalismo conservador globalista, seguirá marcando el sentido de los tiempos? … A esta barbarie parece que vamos encaminados.

Fuente e imagen:  http://estrategia.la/2020/09/12/la-nocion-de-trabajo-decente-un-ardid-de-la-teologia-del-capitalismo/

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