Gestión territorial y gobernanza

14 de diciembre de 2016 / Fuente: http://pcnpost.com/

Por: Rodrigo Arce Rojas

En tanto el territorio es un concepto sistémico totalizador (masa, energía, información y sentido; dimensión biofísica y dimensiones socioculturales; tangibles e intangibles) es importante que podamos tener muy claro cuáles son sus límites. Simplificando podríamos identificar dos categorías: (1) Circunscripciones jurisdiccionales establecidas (criterios geográficos políticos), y (2) unidades convergentes.

En la primera categoría podríamos ubicar una comunidad, una localidad, una región, una provincia, un distrito (según la tipología que tenga cada país) y en la segunda categoría se ubican muchos sistemas que no necesariamente se inscriben en la categoría anterior y que tienen dinámica propia. Por ejemplo podemos estar hablando de unidades ecológicas, unidades hidrológicas (cuencas), corredores ecológicos, corredores económicos, corredores históricos, corredores culturales (caminos de las semillas),  entre otros criterios. Un ejemplo interesante de esta segunda categoría corresponde al territorio del pueblo Wampis.

Para la gestión sostenible del territorio necesitamos considerar 5 elementos fundamentales, estos son: buenos propósitos, buena gestión, buena ciencia,  buena comunicación y buena gobernanza. Explicaremos cada uno de estos elementos que en la práctica son convergentes e interrelacionados.

Buenos propósitos: refiere a la formulación participativa de los grandes objetivos de desarrollo, buen vivir, vivir bien o vida plena según prefieran llamarlo el conjunto de los actores. Alude a las grandes visiones o acuerdos concertados del ideal de vida para que las personas puedan desplegar a plenitud sus capacidades, facultades y potencialidades con pleno respeto a su dignidad, sus derechos y todas sus posibilidades siempre con respeto, solidaridad, reciprocidad entre todos los actores (hombres, mujeres, niños, niñas, discapacitados y otros) y con la naturaleza y el cosmos. Alude a la cultura de paz, la capacidad de adaptación y resiliencia; la fluidez de la creatividad y la innovación respetuosa de la vida. En estos tiempos es de suma importancia considerar el desarrollo territorial bajo de emisiones o desarrollo “descarbonizado” por todos los retos que nos imprime el cambio climático.

Los alcances y conceptos clave deben ser producto de amplios procesos democráticos de diálogo, deliberación y consensos.

Buena gestión: alude a los principios, mecanismos, herramientas, procedimientos, protocolos a tener presente para la correcta administración de la energía material y cultural del territorio. Alude a las condiciones objetivas y subjetivas para lograr los grandes propósitos establecidos en el elemento anterior con efectividad, justicia, equidad y sostenibilidad.

Buena ciencia: implica reconocer que las buenas decisiones parten de buenos sistemas de información que capitalizan los conocimientos, los aprendizajes. Significa contar con centros de excelencia de producción de conocimientos con capacidad para afrontar los problemas de frontera, aprovechar las oportunidades existentes. Implica grupos de pensamiento creativo y transformador de realidades siempre acorde con los grandes propósitos. En este elemento se toma en cuenta el valor de los conocimientos ancestrales y tradicionales bajo perspectivas de diálogo intercultural.

Buena comunicación: alude al hecho de generar mecanismos para la fluidez de la información, la conectividad, las redes que hacen posible pensamiento crítico, pensamiento autónomo y una cultura dialógica, democrática y participativa para la construcción de propuestas de mejora continua.

Buena gobernanza: significa la forma en la que todos los actores se organizan para la toma de decisiones, para resolver sus diferencias, controversias y conflictos, la forma cómo favorecen la mejor administración de la energía del territorio. Implica tomar en cuenta mecanismos para la transparencia, rendición de cuentas y lucha decidida contra la corrupción.


gestión forestal

Imagen cortesía de Tuomas Lehtinen en FreeDigitalPhotos.net


Es en este marco que se puede inscribir la gestión de los paisajes forestales sostenibles en los que bajo criterios de gestión holística se definen los elementos de convivencia entre las diversas propuestas productivas con consideraciones de mitigación y adaptación al cambio climático y la construcción de resiliencia de ecosistemas y de sociedades.

Bajo enfoques de gestión territorial sostenible se eliminan las falsas contradicciones entre enfoques productivistas y enfoques conservacionistas. Gestionar bosques con criterios de sostenibilidad permite que se pueda hacer un aprovechamiento económico responsable pero siempre con profundo respeto a la naturaleza de tal manera que no se afecte la capacidad productiva y reproductiva de los ecosistemas.

Implica también reconocer el papel de la agricultura adaptada al clima en la que tienen cabida los sistemas agroforestales de producción, enfoques de producción agroecológica y la importancia de la gestión de la agrobiodiversidad.

De ahí que el concepto de socioecosistemas tome real sentido en tanto la gestión toma en cuenta la estrecha relación entre el ser humano y la naturaleza (el ser humano es naturaleza) y no sucumbe bajo pensamientos colonizadores que pregonan que la naturaleza está al servicio del ser humano y por tanto se cuenta con licencia para explotarla, expoliarla, contaminarla.

A la luz de estas consideraciones es muy importante ser capaces de gestionar nuestros paradigmas, niveles de conciencia, creencias, discursos y acciones que construidos bajo el marco epistemológico de dominio del hombre sobre la naturaleza hemos provocado una crisis civilizatoria y ambiental que está poniendo en cuestión la propia viabilidad de la vida en el planeta.

Para hacer posible estos elementos de la gestión territorial sostenible se requiere sociedades dialogantes con alta capacidad para el pensamiento creativo y compromiso con la transformación positiva. Personas que no solo saben dialogar con otros sino también consigo mismo y con la naturaleza. Personas que no imponen sus intereses a toda costa sino que son capaces de reconocer la estrecha interrelación entre individuo-sociedad-especie y por tanto se reconocen como ciudadanos planetarios con responsabilidad con los ecosistemas que le han sido prestados y tienen la obligación de dejarlos saludables para las futuras generaciones.

Fuente artículo: http://pcnpost.com/rodrigo-arce-gestion-territorial-y-gobernanza/

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Fortalecimiento de capacidades y gestión del conocimiento para la gestión de paisajes forestales sostenibles en la gestión pública forestal

13 de agosto de 2016 / Por: Rodrigo Arce Rojas / Fuente: http://pcnpost.com/

El enfoque de paisajes forestales sostenibles tiene la virtud de tomar en cuenta la totalidad de elementos, estructuras, funciones y procesos que se dan en el paisaje de tal manera que se logren armonizar lo que se ha dado en llamar sectores productivos y la conservación ambiental.

Bajo esta perspectiva se promueve que la producción de bienes se integre con el mantenimiento de los servicios ecosistémicos. El enfoque de paisajes se fundamenta en una concepción territorial donde el territorio es entendido como flujos de materia, energía e información y por lo tanto no se reduce a cuestiones biofísicas sino que además incorpora la dinámica social, institucional, legal y el valor de la cultura.

Desde una perspectiva política la gestión de paisajes forestales sostenibles implica conceptos y prácticas claras de gobernabilidad y gobernanza. Desde una perspectiva sociopolítica se requieren procesos de ordenamiento territorial y de ordenamiento forestal. Por ello se necesita construir un proceso de toma de decisiones que refleje los consensos entre los funcionarios públicos y los actores involucrados (ciudadanos, organizaciones, empresas, pueblos indígenas) que se base en la mejor información. De ahí que la generación de evidencias sea una de las tareas fundamentales para la toma de decisiones.

Para lograr los propósitos de la gestión de paisajes forestales se requiere una administración pública efectiva que tenga una alta capacidad de coordinación que permita superar la fragmentación organizativa y la hiperespecialización profesional y técnica. Todo ello en el marco de un proceso de democratización de la gestión pública, gestión para resultados y la descentralización que no debe retroceder sino mejorarse.

Avanzar en la dirección de los paisajes forestales sostenibles implica captar, desarrollar y mantener los talentos humanos que hagan posible la aplicación de los principios de la gestión de paisajes. Precisa por tanto procesos de profesionalización desde la perspectiva de la complejidad. No solo se trata de funcionarios que sepan resolver problemas (que sigue siendo muy importante) sino que sepan identificar problemas, anticiparse a los problemas, aprender de los problemas, recrear nuevas posibilidades y alternativas en la solución de los problemas. Pero no se trata solo de una visión reactiva sino de incorporar una visión prospectiva que permita identificar tendencias.

Significa además que los funcionarios tienen la capacidad de superar una visión lineal de causa y efecto para reconocer la multicausalidad, la multidimensionalidad, las múltiples escalas y el comportamiento de los sistemas. Se necesita por tanto profesionales con capacidades de trabajo interdisciplinario y transdisciplinario, lo que implica mucha apertura, capacidad de tender puentes y alta predisposición para aprender desde otras perspectivas y métodos, capacidad para deconstruir y volver a construir a partir de las nuevas realidades.

Un gran reto de la buena burocracia alude a la capacidad de desarrollar un proceso de mejoramiento continuo de procesos y procedimientos. Muchas veces es la propia institucionalidad que genera camisas de fuerza de corte legal y administrativo que constriñen la creatividad y la innovación. No se trata solo de simplificación administrativa sino de optimización administrativa. Las propias presiones políticas internas con frecuencia constituyen limitantes para el despliegue imaginativo de nuevas y formas más efectivas para abordar una situación o proceso. Gran reto entonces de tumbar todos los muros que atentan contra el desarrollo y consolidación de talentos humanos necesarios para la gestión del cambio.

Promover las buenas prácticas ayuda, no obstante, es preciso avanzar hacia prácticas inteligentes y generar procesos de gestión del conocimiento de dichas prácticas. No se trata solo de enumerar las lecciones aprendidas sino de gestionar las lecciones aprendidas. No se trata solo de generar informes que aumentan los volúmenes de papel a imprimir y almacenar sino de promover procesos de reflexión y propuesta tomando en cuenta todos los aspectos de la complejidad anteriormente señalados.
Se requiere además un funcionario público con valores.

Un funcionario que sea capaz no solo de responder a la visión y misión institucional, lo cual es muy plausible, sino que sobre todo sea capaz de actuar y responder desde la perspectiva del usuario manteniendo siempre los principios de justicia, equidad y sostenibilidad. Tener en mente que la función pública es de servicio con los más altos estándares de calidad y ello implica no perder de vista la sostenibilidad. No se trata solo de cómo se facilita el desarrollo de negocios (los cuales son muy importantes por cierto) sino de cómo se construye la sostenibilidad de los paisajes forestales. Transparencia y lucha decidida contra la corrupción son elementos claves para avanzar en el sentido de la sostenibilidad.

Todo lo mencionado arriba implica entonces una adecuada conjugación entre los procesos de fortalecimiento de capacidades y la gestión del conocimiento. Abordar los retos de la complejidad de la gestión de paisajes forestales sostenibles implica la generación y desarrollo de los talentos humanos con pensamientos críticos y capaces de administrar la energía cultural en la dirección de los objetivos del desarrollo sostenible. Eso exige de los funcionarios enfoques y prácticas de participación, de diálogo intercultural, de inclusión, de derechos humanos, igualdad y equidad de género.

Fuente artículo: http://pcnpost.com/rodrigo-arce-fortalecimiento-capacidades-gestion-del-conocimiento-la-gestion-paisajes-forestales-sostenibles-la-gestion-publica-forestal/

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El diálogo en la gestión de paisajes forestales sostenibles

10 de agosto de 2016 / Por: Rodrigo Arce Rojas / Fuente: http://pcnpost.com/

Un paisaje forestal sostenible no se ajusta necesariamente a las divisiones políticas-administrativas porque las circunscripciones territoriales no siempre han partido desde una perspectiva de las cuencas. Ello se manifiesta en fracturas en la gestión de paisajes forestales por cuanto no se toma en cuenta las dinámicas ecológicas, culturales y económicas que se dan en la realidad.

Esta situación tiene serias implicancias en los ciclos biogeoquímicos, en la gestión de los recursos hídricos, en los flujos genéticos, entre otros impactos que repercuten directamente en la calidad de vida no solo a los pobladores del paisaje forestal sino también – debido a los procesos atmosféricos globales – a lugares que geográficamente están muy distantes.

Esta situación nos debe llevar a reconocer a los paisajes forestales como sistemas complejos integrados por materia, energía e información en los que se verifican interacciones e interrelaciones de gran dinamismo. Como consecuencia de ello se producen una serie de tensiones producto de quiebres, disrupciones, discontinuidades, emergencias, aleatoriedad, caoticidad entre otros fenómenos que dan cuenta la relación estrecha entre orden e inestabilidades en busca de los equilibrios siempre dinámicos.

No solamente estamos hablando de la complejidad ecológica sino que debemos considerar la complejidad de los sistemas en una perspectiva totalizadora donde la energía cultural forma parte intrínseca de un paisaje forestal. En tal sentido, los paradigmas, creencias, valores, ideologías, imaginarios, representaciones sociales, los significados y sentidos de los actores también son dignos a tomarse en cuenta. No son casuales los diversos intentos de los sectores de avanzar hacia una cultura ambiental, cultura forestal, cultura del agua, entre otras perspectivas que buscan maneras de creer, pensar, sentir, comunicarse y proceder de manera amigable y sostenible con aquello que llamamos naturaleza y sus elementos.

Entendido el paisaje forestal como el espacio en el que se verifican diversas actividades productivas forestales, agrarias, pecuarias, comerciales y otras desarrolladas por diversos actores con distintos intereses, discursos, narrativas, actitudes y comportamientos no estamos exentos de conflictos de resistencia (negación o rechazo) y conflictos de convivencia (distribución de beneficios), conflictos funcionales (estructurantes) y conflictos disfuncionales (desestructurantes) que en la práctica se constituyen en campos de fuerza que dan dinamismo al sistema.  Estos conflictos nos están invitando permanentemente a revisar nuestras formas de pensar, sentir, decir y actuar por lo que llevan siempre el germen de la transformación. Ello requiere mucha apertura mental para dar pie a los procesos creativos e innovadores que dejen fluir nuevos discursos, nuevas narrativas y nuevas imágenes para la convivencia en el marco de la sostenibilidad.

La gobernanza del paisaje forestal alude a las decisiones que se toman, los que participan en las decisiones, la forma y los atributos de las decisiones. Estamos hablando si son decisiones producto de procesos participativos y democráticos o de decisiones tecnocráticas e impuestas, estamos hablando si las decisiones se toman basados en información y evidencias, estamos hablando si hay mecanismos de transparencia.

Una buena gobernanza alude a la capacidad de diálogo entre las autoridades y la sociedad civil incluyendo a los pueblos indígenas para tomar buenas decisiones. Téngase presente que muchos de los paisajes forestales escapan a las jurisdicciones político-territoriales y se requiere el uso de otros mecanismos como los comités de gestión de cuencas o mancomunidades. Lo importante es no perder de vista la gestión del paisaje forestal concebido como sistema. Ello implica altas capacidades de coordinación y de concertación.

Todo lo expresado nos lleva a reconocer la importancia del diálogo intercultural en la gobernanza de los paisajes forestales que deben ser gestionadas bajo el sello de la sostenibilidad, la paz, la equidad y la justicia. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible constituyen un excelente marco para esta gestión integradora. En esta misma dirección, los planes de vida de los pueblos indígenas pueden ser valiosas herramientas que favorezcan el diálogo con propuestas.

Diálogo no es únicamente un proceso de intercambio de información, alude más bien a un proceso en el que los actores se predisponen sinceramente a encontrarse en espacios seguros y de confianza, la predisposición de interaprendizaje en el reconocimiento que no hay una única verdad y la predisposición a transformarse a la luz de los procesos deliberativos.

El diálogo tiene que ver con la empatía, el amor y el reconocimiento genuino de sentirnos como un “nosotros” antes que “los unos contra los otros”. La filosofía del diálogo alude a la capacidad de saber dialogar con nosotros mismos, con las personas, con la naturaleza y el cosmos para que sean procesos comunicacionales significativos, con sentido y con capacidad de transcendencia. Esto cobra mayor sentido en sociedades altamente diversas donde no siempre los atributos de calidad de vida son los mismos para los diferentes actores presentes.

Seguramente en el sistema podrá haber dolor, frustración, furia contenida, regionalismos, dogmatismos y sectarismos pero habrá que tener la capacidad de saber procesarlos y convertirlos en catalizadores de procesos positivos de transformación. Son frecuentes los regionalismos producto de procesos históricos pero estas actitudes no se condicen por ejemplo cuando se trata de la gestión integrada de los recursos hídricos o cuando se trata de las grandes migraciones de aves o procesos reproductivos de peces que escapan largamente un paisaje forestal incluso.

No es que la desglaciación afecte únicamente a los pueblos aledaños sino que afecta incluso a los pueblos costeros, no es que la deforestación sea un proceso lejano y ajeno sino que sus efectos nos alcanzan con los embates del cambio climático.

Todos estos elementos nos llevan entonces a recuperar conceptos como la ciudadanía ambiental o la ciudadanía planetaria. No es posible seguir manteniendo un individualismo pragmático, materialista y consumista porque al final la factura la pagamos todos. De ahí la importancia la gestión de paisajes forestales se base en diálogo generativo, diálogo transformador, diálogo de afectos, diálogo de unidad en la diversidad.

Fuente artículo: http://pcnpost.com/rodrigo-arce-el-dialogo-en-la-gestion-de-paisajes-forestales-sostenibles/

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Gestión de paisajes forestales sostenibles desde la complejidad

30 de julio de 2016/ Por: Rodrigo Arce Rojas / Fuente: http://pcnpost.com

Uno de los grandes retos que tenemos como países megadiversos es gestionar los paisajes forestales más allá de miradas fragmentarias desde los recursos (bosques, aguas, suelos, aire) o desde las dimensiones sociales, culturales, institucionales, legales, económicas o ambientales (entendida fundamentalmente como relativo a lo biofísico). En esta perspectiva se requiere avanzar desde los enfoques disciplinarios, a los enfoques interdisciplinarios, transdisciplinarios e incluso indisciplinarios.

La indisciplinariedad implica un nuevo paradigma del conocimiento que hace frente a la complejidad abordando la realidad no desde objetos de estudio sino trabajando con problemas de frontera. Esto significa trabajar con las totalidades, reconocer y gestionar la diversidad y realizar procesos de síntesis y sinergias de los enfoques empíricos analíticos e interpretativos (Hincapié, 2015).

Los paisajes forestales podrían ser catalogados como sistemas dinámicos no lineales, sistemas complejos no-lineales o sistemas complejos adaptativos (Maldonado, 2011) lo que da cuenta de su complejidad. En ellos se verifican una serie de características de la complejidad tales como auto organización, rupturas, inestabilidades, fluctuaciones, irreversibilidad, caos, evolución, sinergias, emergencias, recursividad, entre otras (Maldonado, 2011; Segura, 2009; Maldonado, 2003). Ello implica entonces superar visiones lineales y determinísticas de la gestión.

Queda corto entonces contentarse con la visión del árbol, con la visión del bosque, aunque siendo necesarios, se tiene que avanzar hacia una visión de las totalidades de los paisajes forestales que no significa verlo absolutamente todo sino tener la capacidad de identificar los fenómenos que atraen o convocan los fenómenos críticos. No es gratuito entonces la mirada de socioecosistemas y el reconocimiento de la ecología de paisajes y la biología de poblaciones como sistemas sociales naturales (Maldonado, 2009).

Un enfoque central de la gestión de paisajes forestales corresponde a los sistemas entendidos como conjunto de elementos interconectados o interrelacionados con un objetivo concreto (Segura, 2009). Específicamente estamos hablando de sistemas abiertos que importan y procesan elementos (energía, materia, información) de sus ambientes. Que un sistema sea abierto significa que establece intercambios permanentes con su ambiente, intercambios que determinan su equilibrio, capacidad reproductiva o continuidad, es decir, su viabilidad (entropía negativa, teleología, morfogénesis, equifinalidad) (Arnold y Osorio, 1998).

Como sistema abierto los paisajes forestales presentan algunas características como la no linealidad, interconexión estrecha, la auto organización, el cambio constante, la retroalimentación, la emergencia, entre otros. Asimismo, se resalta el hecho de ser contra intuitivos, no todo tiene necesariamente explicación causal e irrumpen hechos aparentemente sin conexión alguna. Así es que no solamente estamos hablando que no siempre existe una relación lineal de causa y efecto sino que las causas pueden convertirse en efectos y viceversa. 

En los paisajes forestales podemos apreciar una serie de dilemas o tensiones tales como orden-desorden, estabilidad-inestabilidad, equilibrio-no equilibrio, razón-emoción, producción-conservación, vida humana-vida silvestre, ingeniería-poesía, pasado-futuro, convivencia-conquista, formalidad-informalidad, legalidad-ilegalidad, entre otros. Desde la perspectiva del principio dialógico de la complejidad estos temas no se abordan como campos polarizados sino se les reconoce como términos complementarios y permite mantener la dualidad en el seno de la unidad (Castellanos, 2003). Estamos hablando entonces tanto desde la perspectiva del reconocimiento de diferentes lógicas que interactúan como la capacidad que tienen estos elementos para entrar en un proceso de encuentro dialógico. 

Con el principio Hologramático se concibe a la parte en el todo y al todo en cada parte (Castellanos, 2003). Este principio se aplica a todo nivel como por ejemplo la célula que contiene al individuo y el individuo que contiene a las células, la persona que está contenida en la sociedad y la sociedad que contiene a las personas. Así es que podemos decir que el ecosistema contiene al paisaje y el paisaje contiene al ecosistema. En buena cuenta este principio nos describe la estrecha interrelación que existe entre el micro mundo y el macro mundo. 

El principio de recursividad considera que los productos y los efectos son al mismo tiempo causa y productores de aquello que los produce. Esta tesis derrumba la causalidad lineal propia del positivismo (Castellanos, 2003). Ello nos da cuenta de los límites del marco lógico como herramienta de gestión. Necesitamos marcos metodológicos que den cuenta de las estrechas interrelaciones de los factores presentes en un problema.  Este principio es de especial consideración cuando hablamos de los grandes problemas que enfrentamos como la tala ilegal, la minería ilegal, los cultivos ilícitos, entre otros. 

Por todo ello, la gestión de paisajes forestales requiere fortalecer las capacidades de pensamiento sistémico y pensamiento crítico. El pensamiento sistémico alude a la capacidad de comprender las relaciones entre los diversos componentes de un sistema organizacional que obtiene resultados deseados e indeseados (Aljure, 2007). Es una disciplina para ver totalidades, un marco para ver interrelaciones en vez de cosas aisladas. Es la habilidad de encontrar patrones de cambio y de entender cómo las partes afectan al todo (Senge, 1999). El pensamiento crítico alude a la capacidad de irse más allá de las explicaciones hegemónicas.  

La forma cómo abordamos la gestión de paisajes forestales está muy influenciado por los marcos epistemológicos de la dominación del hombre a la naturaleza.  Latinoamérica necesita definir con qué marco epistemológico va a gestionar sus paisajes forestales para una relación de convivencia antes que de explotación. Se precisa entonces enfoques de descolonización epistemológica para construir alternativas al desarrollo y no seguir únicamente en la senda del progreso que se realiza a costa del ambiente y de las culturas. Requerimos que la construcción del conocimiento para la gestión sostenible de los paisajes implique la construcción participativa de un discurso y prácticas comunes de solidaridad y reciprocidad. No se trata de negar la economía sino de sincerarla, humanizarla a la vez dialogante con la naturaleza y el cosmos. 


Bibliografía revisada:

Aljure, J. (2007). Pensamiento sistémico: la clave para la creación de futuros realmente deseados. ELEGIR (9).

Arnold, M. y Osorio, F. (1998). Introducción a los Conceptos Básicos de la Teoría General de Sistemas. Cinta de Moebio [en linea]  [Fecha de consulta: 10 de mayo de 2016]

Castellanos, R. (2003). Metodología sobre el desarrollo del ser como personalidad. Caracas: Universidad Nacional Experimental de Guayana (UNEG).

Maldonado, C. (2011). Termodinámica y complejidad. Una introducción para las ciencias sociales y humanas. Bogotá: Ediciones desde abajo.

Maldonado, C. (2009). Complejidad de los Sistemas Sociales: Un reto para las ciencias sociales Cinta Moebio 36:146-157

Maldonado, C. (diciembre 2003). El problema de la filosofía del conocimiento y el estudio de los sistemas complejos. En: Praxis Filosófica, Universidad del Valle, No. 17, págs. 103-120

Segura, F. (2009). ¿Puede gestionarse la complejidad de los problemas sociales? Aportaciones desde la teoría de la complejidad en la formulación de políticas públicas. Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas. Instituto Tecnológico de San Luis – Potosí, México.  23 (2009.3)

Senge, P. (1999). La Quinta Disciplina El Arte y la Práctica de las Organizaciones que Aprenden. Barcelona: Editorial Granica (Grupo Editorial Norma), Colección Management y contexto, 1999, pp. 494.

Fuente artículo: http://pcnpost.com/profile/rodrigoarcerojas/

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