Como un faro de esperanza en medio de la pandemia de coronavirus, los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020 fueron inaugurados este viernes.
El honor de encender el pebetero olímpico lo tuvo la tenista japonesa Naomi Osaka en el punto culminante de una ceremonia que, como se esperaba, estuvo limitada por las medidas preventivas para evitar contagios.
No hubo público. Solo algunos atletas, autoridades y periodistas -usando mascarillas en todo momento- estuvieron presentes en un estadio olímpico con capacidad para 68.000 espectadores.
«Hoy es un momento de esperanza», declaró el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach.
«Sí, es muy diferente de lo que todos habíamos imaginado. Pero valoremos este momento porque finalmente estamos todos aquí juntos», dijo.
Estos son 5 momentos destacados de la ceremonia de unos juegos que serán muy diferentes.
1. El encendido del pebetero
El momento culminante de la ceremonia fue el encendido del pebetero olímpico.
Naomi Osaka, una de las estrellas del momento del deporte japonés, fue la encargada de portar la antorcha en su último tramo.
La tenista de 23 años subió una escalinata que representaba el monte Fuji y que estaba coronada por un sol que se fue abriendo como una flor, que significaba «vitalidad y esperanza».
Sobriamente, Osaka presentó la llama al público, dio media vuelta y llevó la llama hacia el pebetero que en unos segundos llegó a su máxima intensidad.
Aunque no hubo una ovación por la falta de público, los fuegos artificiales sobre el estadio olímpico crearon un espectáculo al nivel de cualquier edición pasada de los Juegos Olímpicos.
2. La alegría latinoamericana
La ceremonia en sí fue modesta, un recordatorio de todo lo que ha pasado el mundo en el último año por la pandemia de coronavirus.
Sin embargo, los atletas de los países de América Latina se hicieron notar en el desfile. Con bailes, prendas tradicionales y uniformes vistosos, llevaron la alegría al estadio.
La delegación de Argentina hizo su entrada saltando y levantando las manos, coreando «Oé, oé, oé».
El traje de los colombianos fue muy llamativo, con los sombreros vueltiaos tradicionales del Caribe, pero con unos kimonos azules con vivos dorados en honor al país anfitrión.
También hubo momentos llamativos de otros países, como una pirueta que hizo al entrar el abanderado de Francia, así como el musculoso Pita Taufatofua, el abanderado de Tonga.
3. El planeta de drones
Luego del desfile de las más de 200 delegaciones, vino el tradicional juramento de los deportistas que prometieron respetar las reglas y el espíritu olímpico de competición.
A continuación llegó otro de los momentos más llamativos: un espectáculo de 1.800 drones.
En el cielo hicieron una representación del logo de Tokyo 2020, que significa la «unidad en la diversidad».
Entonces se elevaron para recrear el planeta con sus continentes más allá del techo del estadio, iluminando espectacularmente la noche en Tokio.
Lo que no se vio en la televisión
Tamara Gil, enviada especial de BBC MundoaTokyo 2020
Lo que se vio en la inauguración de los Juegos de Tokio a través de las pantallas fue lo mejor de Japón. Lo que no: un vacío penetrante, incapaz de disiparse ni con los mejores fuegos artificiales ni un espectacular juego lumínico de drones.
Y no fue porque no lo intentaran: cada participante, cada detalle, llamaba al aplauso, a celebrar una fiesta olímpica que ha tardado un año de más en empezar.
Pero era imposible combatir esas frías gradas vacías, que ocupaban más de la mitad de un estadio con capacidad para 68.000 personas y al que solo 950 tenían acceso como asistentes este viernes.
La imagen era por momentos desoladora, viendo en primera línea esa puesta en escena en la que los japoneses comenzaron a trabajar hace 10 años y la falta de presencia humana para recibirla.
Los organizadores querían que estos Juegos, los segundos de verano que organizan en Tokio, marcaran la superación de la triple tragedia de 2011; pero la inauguración empezó con un solemne homenaje, en silencio, en honor a los afectados por el coronavirus, que se veía interrumpido constantemente por los gritos de las protestas.
«¿Llaman a esto el festival de la paz?», denunciaban los manifestantes a la entrada del estadio olímpico, a poca distancia de donde otro grupo de personas se concentraba a favor del olimpismo.
Para unos, el evento es un riesgo sin sentido en plena pandemia, con Tokio en estado de emergencia; para otros, una lástima fruto de la mala suerte.
«Estábamos tan preparados…», lamentaban dos japonesas antes de entrar a la ceremonia. «Estábamos con todo listo para recibirles».
Las instalaciones sin duda brillan por su modernidad y su pulcritud, y en la ceremonia inaugural ayudó a realzar el mensaje.
Pero inevitablemente la imagen, en primera línea, se parecía más a un ensayo que a la festiva apertura de unos Juegos Olímpicos, y de eso eran conscientes.
«Hoy es un momento de esperanza. Sí, es diferente a lo que nos habíamos imaginado», reconocía el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, a principio de su discurso.
El acto estuvo marcado por el coronavirus de principio a final y, pese al entusiasmo y la ilusión de los atletas -sobre todo latinoamericanos- y los organizadores, estos Juegos sin duda empiezan como se esperaba: faltos de emoción, pero sobrados de tensión.
4. El homenaje por los que ya no están
Otro momento emotivo fue el homenaje a las víctimas de la pandemia de coronavirus.
Hubo un minuto de silencio por los más de cuatro millones de fallecidos en el mundo por la covid-19.
Pero también se rindió homenaje a los atletas israelíes que murieron en el atentado de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972.
5. Gradas vacías adentro, protestas afuera
Llevar a cabo los Juegos Olímpicos en Tokio ha sido difícil para los organizadores, que tuvieron que posponerlos un año y enfrentar el rechazo de muchos japoneses a su realización.
Tokio está bajo estado de emergencia, por lo que no está permitido el público en las gradas de las sedes deportivas, incluidas ceremonias como las de este viernes.
En el estadio olímpico, los miles de asientos vacíos fueron cubiertos de colores.
Pero en el exterior sí hubo gente.
Antes de la ceremonia, algunos manifestantes hicieron oír su voz en contra de la celebración de los Juegos.
Decenas de policías intentaron mantener la protesta en los alrededores del estadio.
Meses antes del inicio de los Juegos, un 80% de los japoneses expresaba su rechazo al evento por el temor a que contribuyera a la expansión del coronavirus, aunque ese rechazo bajó al 30% en los últimos días.
La pandemia en África ha disparado la creatividad de las nuevas generaciones. La red panafricana de comunidades de ciberactivistas, llamada Africtivistes, ha cartografiado este esfuerzo en diez países de África Occidental.
Son solo un puñado de ejemplos, una muestra de cómo la crisis sanitaria global ha movilizado especialmente a los jóvenes y les ha empujado a sentirse interpelados para construir soluciones a través de su creatividad y de las posibilidades que ofrecía el espacio digital. La red panafricana de comunidades de ciberactivistas Africtivistes, con el apoyo de Oxfam ha querido visibilizar este esfuerzo y estas experiencias haciendo una cartografía que no llega a agotar todas las posibilidades, pero que pone en el mapa de diez países fundamentalmente de África Occidental, 107 iniciativas impulsadas por los jóvenes para luchar contra la Covid19.
“Hemos identificado experiencias numerosas y diversas”, explica Sokhna Cissé, asistente del programa regional de Africtivistes y una de las coordinadoras de este proyecto de mapeo. “Nos hemos encontrado”, continúa esta joven senegalesa, “con iniciativas que van desde la sensibilización hasta la creación de dispositivos, pasando por la distribución de kits o productos higiénicos, entre otros”. “En mi opinión, hay cuatro puntos a destacar: el compromiso de los jóvenes, la dinámica comunitaria, la innovación en el enfoque y la resiliencia. Tanto si han recibido financiación de las instituciones como si no, es necesario reconocer que la juventud ha dado un paso al frente y ha mostrado su capacidad para ser un motor de desarrollo en África”, sentencia.
La prospección realizada por miembros de la red se ha desarrollado en Benín, Costa de Marfil, Gambia, Ghana, Mali, Mauritania, Níger, Nigeria, República Centroafricana y Senegal y ha intentado clasificar las experiencias según diversos criterios. Por un lado, en relación con el enfoque de las acciones distinguiendo entre las que intentaban mejorar el acceso a la información y trabajaban en la sensibilización; las que impulsaban el compromiso ciudadano, empujando a participar en acciones concretas o, por ejemplo, a través de campañas de microfinanciación; las acciones de mejora de la gobernanza, para el control de la acción pública; o las de aplicación de las innovaciones tecnológicas y la investigación científica, a través del desarrollo de aparatos, de aplicaciones o de análisis de datos, por ejemplo.
El mapeo elaborado también ha querido clasificar las acciones según el país en el que se han desarrollado, si han sido impulsadas por organizaciones o personas individuales, si han sido lideradas por mujeres u hombre, las fuentes de financiación y el establecimiento de vínculos o no con instituciones públicas.
En mi opinión, hay cuatro puntos a destacar: el compromiso de los jóvenes, la dinámica comunitaria, la innovación en el enfoque y la resiliencia
SOKHNA CISSÉ
“Estas iniciativas”, asegura Mame Diarra Gueye, una de las encargadas de detectar proyectos en Senegal, “además de sensibilizar, han permitido concienciar sobre la obligatoriedad del cumplimiento de las medidas de protección. En una sociedad en la que la comunicación de proximidad ha demostrado su eficacia, estas iniciativas han servido de relevo a las medidas emprendidas por el Estado para frenar la propagación del virus y la prevención de sus consecuencias”. Maurice Thantan, el referente de la red en Benín, añade que las acciones de los jóvenes “también han contribuido a apoyar a las personas más vulnerables que se encontraban en una situación de mayor precariedad durante este periodo”. Este activista matiza la situación en el país y el enfoque de las iniciativas identificadas: “En Benín, por ejemplo, la enfermedad no causó directamente daños humanos como en otros lugares. Pero las restricciones han tenido enormes consecuencias económicas. Los cursos online y las cestas solidarias han sido muy útiles”.
La valoración de Thantan pone de manifiesto que a pesar del mapeo regional, en cada país la situación ha tenido características diferentes y que esas experiencias impulsadas por los jóvenes han respondido a esas particularidades. “Las noticias falsas y la desinformación siguen siendo el principal reto para frenar la propagación de la covid-19 en Nigeria. Aquí han tenido un enorme impacto. El acceso a la información verificada y auténtica sobre la pandemia era una necesidad muy importante para que tanto el Gobierno como los ciudadanos pudiesen frenar la propagación de la enfermedad en el país. La juventud ha aprovechado los medios de comunicación y la tecnología digital para mejorar el acceso a la información crítica sobre la pandemia y aumentar la acción de los ciudadanos”, cuenta Muazu Alhaji Modu, el encargado de detectar iniciativas en Nigeria.
Por su experiencia en la investigación en Níger, Tamimoudari Noma destaca la importancia de la respuesta a esas particularidades. “Las iniciativas de los jóvenes han aportado soluciones concretas y adaptadas a la lucha contra la covid-19. Por ejemplo, en la prevención mediante la confección de kits de lavado de manos adecuadas a nuestro contexto o la confección de máscaras con materiales más asequibles reduciendo considerablemente el costo que pasó de 1000 CFA (1,5 euros aproximadamente) al inicio para terminar bajando a 100 CFA (unos 0,15 euros). En el ámbito de la sensibilización, igual que en otros países, se han creado plataformas para difundir la información correcta y evitar que las noticias falsas creen psicosis y reticencia a protegerse contra la enfermedad”, comenta el activista nigerino.
Más allá de los proyectos concretos, este mapeo evidencia la disponibilidad de esa juventud africana para dar un paso al frente y comprometerse, ante la amenaza de la enfermedad, y también pone de manifiesto las capacidades que les otorga el dominio del entorno digital. “La pandemia ha sido una oportunidad para que demuestren que les preocupa lo que afecta a la nación”, asegura Tamimoudari Noma, mientras que Mame Diarra Gueye añade que “estos jóvenes tomaron conciencia de su deber moral para con su comunidad”. Por su parte, Mohamed G. Ndoye, otro de los responsables de la identificación en Senegal afirma: “Se levantaron espontáneamente sin esperar una llamada o un gesto de las autoridades. Y muchos se han sorprendido al ver que los jóvenes mostraban tanto civismo y que actuaban sin esperar nada a cambio”.
Algunas de las iniciativas en Gambia, en Nigeria o en Mauritania, han intentado atacar el aumento de riesgo de violencia basada en el género en el contexto de los confinamientos, a través de sensibilización, de asistencia o de promoción de la autonomía de las mujeres
Entre los proyectos identificados destacan, sobre todo, las iniciativas de sensibilización a través de materiales pedagógicos distribuidos en las redes sociales y los proyectos que han intentado contrastar la difusión de bulos y noticias falsas por los mismos canales, prácticamente presentes en los diez países en los que Africtivistes y Oxfam han hecho el estudio. Resulta llamativo cómo también han sido recurrentes los desarrollos para reforzar la educación durante el confinamiento, esfuerzos que se han identificado tanto desde Benín a Ghana pasando por Costa de Marfil o Senegal.
Y de la misma manera, el mapeo realizado por estas organizaciones muestra cómo los jóvenes han enfocado su ingenio también a crear materiales de protección que, sobre todo, en los primeros momentos eran caros y escasos. Si en Costa de Marfil producían gel hidroalcohólico, por ejemplo; en Ghana, en Mauritania o en Senegal elaboraban dispositivos de lavado de manos sencillos, baratos y adaptados a las realidades locales; en Níger ideaban un portal desinfectante o producían viseras como en muchos otros países. Algunas de las iniciativas, por ejemplo en Gambia, en Nigeria o en Mauritania, han intentado atacar el aumento de riesgo de violencia basada en el género en el contexto de los confinamientos, a través de sensibilización, de asistencia o de promoción de la autonomía de las mujeres.
A partir de la observación de esos más de cien proyectos impulsados por jóvenes para afrontar la crisis sanitaria desde diferentes ángulos, la mayor parte de los activistas que han participado en la investigación coinciden en la importancia de la creatividad de sus impulsores. “Lo más importante no es, evidentemente, la disponibilidad de fondos. Las soluciones más notables no son las que han recibido las mayores inversiones, sino las más creativas y las que han ofrecido soluciones con más impacto en sus comunidades”, comenta Maurice Thantan, a partir de su experiencia en Benín. Por su parte, a partir del mapeo en Níger, Tamimoudari Noma, añade que lo más determinante ha sido “el espíritu creativo adaptado a nuestras realidades, esta capacidad de proponer soluciones locales”.
Mientras que Mame Diarra Gueye incorpora que las experiencias en Senegal muestran que lo fundamental es “la conexión con la comunidad, por la capacidad para movilizar”. En este sentido, con una visión global, Sokhna Cissé afirma que la crisis ha demostrado que “los jóvenes quieren aportar soluciones a la comunidad”. La pandemia ha sido “una oportunidad para demostrar al mundo que tienen la competencia, la voluntad y la capacidad de hacer que las cosas sucedan. Todo lo que necesitan es un poco de ayuda, sobre todo financiera, para ponerse en marcha en cualquier campo”, concluye esta activista senegalesa.
Entrevista a Elisabeth Bik, consultora independiente y experta en integridad científica.
En el último año, Bik se ha visto envuelta en uno de los mayores escándalos de la pandemia: el relacionado con la hidroxicloroquina, el medicamento que Donald Trump ensalzó como una solución para la covid. Hoy, aunque este fármaco ha sido descartado por los ensayos clínicos, la historia aún no ha terminado.
La hidroxicloroquina es un fármaco contra la malaria del que la mayoría de gente no había escuchado hablar antes de que llegara el SARS-CoV-2. Hoy es sinónimo de culebrón pandémico. Todo empezó con un polémico estudio publicado en marzo de 2020, primero en forma de prepublicación y luego en una revista en la que el propio autor era editor jefe. El proceso de revisión llevó menos de 24 horas. Su conclusión: que el medicamento curaba la covid-19.
Pocos días después Donald Trump tuiteó el estudio y empezó a cantar las alabanzas del fármaco. Esto convirtió a la hidroxicloroquina —como otros tantos temas relacionados con la covid-19— en un asunto político con bandos extremos e irreconciliables. Su principal defensor, el investigador y coautor de la prepublicación que lo inició todo, Didier Raoult, se convirtió en una estrella científica en Francia y Estados Unidos.
Para complicar todavía más esta telenovela, un estudio publicado en The Lancet en mayo hizo pausar los ensayos clínicos con este fármaco al concluir que su uso se asociaba con una mayor mortalidad hospitalaria. Pero días después el trabajo era retractado al convertirse en el mayor escándalo científico de la pandemia. Nada de esto quería decir que la hidroxicloroquina sí funcionara: numerosos ensayos han descartado desde entonces su eficacia, el más importante de ellos el Recovery llevado a cabo en Reino Unido.
La mayoría de científicos son muy listos y hay muchas formas de cometer fraude que no serían detectables solo mirando el paper. Creo que el porcentaje real de mala conducta científica es mayor del que encontramos
La consultora independiente Elisabeth Bik (Países Bajos, 1966), experta en perseguir fraudes científicos, ha formado parte de esta historia desde el comienzo. Como muchos otros, sospechó inmediatamente del estudio de Raoult y comenzó a indagar. Hoy es insultada en redes sociales por parte de los seguidores del científico francés y del fármaco, que atacan hasta su aspecto físico. Han llegado a publicar su domicilio en internet. SINC ha hablado con ella sobre su trabajo.
Usted es microbióloga de formación, ¿por qué empezó a perseguir el fraude científico?
En 2013 encontré por accidente unas duplicaciones mientras hojeaba una tesis doctoral plagiada. Habían rotado una imagen para reutilizarla. Decidí ver si podía encontrar estos fallos en otros papers, porque pensé que igual tenía un talento que no conocía. Esa noche empecé a escanear un par de artículos de PLOS ONE y hallé más ejemplos. A veces nuestras vidas cambian por una coincidencia: si no hubiera encontrado nada ese día no me habría dedicado a esto. En 2014 cambié de carrera para dedicarme a buscar imágenes duplicadas.
¿Es el fraude en ciencia más común de lo que creemos?
Sí, yo solo encuentro la punta del iceberg. Puedo ver si alguien usa el mismo Western blot [una una técnica analítica] para representar dos experimentos distintos en el mismo estudio, pero no si lo usa otra persona en otro paper. Eso sería imposible, no puedo recordarlos todos. Solo detecto las duplicaciones que son muy obvias y, además, no puedo ver fraude en las tablas: si alguien se inventa los números y son realistas, no lo notaría.
La mayoría de científicos son muy listos y hay muchas formas de cometer fraude que no serían detectables solo mirando el paper. Por eso creo que el porcentaje real de mala conducta científica es mayor del 4 % que encontramos entre 20.000 trabajosque analizamos en un estudio. La mayoría de investigadores son honestos, pero no son inmunes y probablemente hay entre un 5 y un 10 % de fraude.
Probablemente el fraude siempre ha estado ahí, pero ahora hay más presión para publicar y esto incentiva estos comportamientos. Si Van Leeuwenhoek [en el siglo XVII] hubiera tenido que publicar un paper cada semana, habría investigado de forma muy diferente
Pero, ¿es más común hoy o solo lo buscamos más?
Probablemente siempre ha estado ahí, pero ahora hay más presión sobre los científicos para publicar y eso aumenta las expectativas e incentiva estos comportamientos. Si Anton van Leeuwenhoek [precursor de la microbiología en el siglo XVII] hubiera tenido que publicar un paper cada semana, habría investigado de forma muy diferente. La ciencia es un proceso muy lento y, si aprietas para publicar un número de estudios al año, algunas personas recurrirán al fraude.
¿Cómo empezó su relación con la hidroxicloroquina?
En marzo de 2020 Trump tuiteó un paper científico por primera y última vez. Me pareció notable, así que le pegué un vistazo. Me di cuenta de que había varios errores de diseño: la metodología no parecía correcta y los grupos eran diferentes. Quienes habían recibido hidroxicloroquina eran más jóvenes y habían sido tratados en otro hospital, por lo que no estaba claro si estaban tan enfermos como los que no habían recibido el fármaco. Tampoco si los grupos se habían aleatorizado: si eliges a gente más sana para recibir el tratamiento eso aumenta sus posibilidades de supervivencia.
El estudio era pequeño pero, además, faltaban pacientes.
Habían dejado fuera del estudio a seis pacientes que habían recibido hidroxicloroquina: tres empeoraron tanto que acabaron en la UCI, uno murió, otro tuvo efectos secundarios por la medicación y tuvo que dejarla; y el último abandonó el hospital, no sé por qué. Eso quería decir que al menos a cinco personas no les había ido bien con el tratamiento. ¡No puedes sacarlos del estudio solo porque los resultados no son los que quieres! Eso es cherry-picking. Era un estudio muy pequeño y si hubiera incluido a esa gente los resultados habrían sido mucho menos favorables para la hidroxicloroquina.
Los tuits de Trump marcaron la diferencia. Muchos empezaron a usar la hidroxicloroquina como medida preventiva porque Trump dijo que estaba usándola
Había todo tipo de problemas con este paper, grandes y pequeños. Las fechas de aprobación de la revisión ética eran posteriores al comienzo del estudio. También decía que no se habían incluido niños, pero había dos o tres personas de doce años. Escribí un comentario con todo esto en PubPeer y me dijeron que había otros artículos problemáticos escritos por el mismo autor, Didier Raoult.
¿Sabía entonces que Raoult era un investigador controvertido?
Lo conocía y sabía que es un autor muy prolífico, porque fui microbióloga antes. Me pareció que valía la pena investigar sus estudios. Empecé a mirar algunos de los 3.500 que ha publicado. Encontré varios ejemplos de erratas que probablemente eran honestas, pero también casos en los que parecía que había habido manipulación fotográfica.
También encontré problemas con aprobaciones éticas. Pregunté sobre estos y otros problemas que localicé, y otras personas añadieron los suyos en PubPeer.
Los tuits de Trump marcaron la diferencia. Tiene una enorme influencia y la mayoría de gente no sabe leer ciencia de forma crítica, por lo que sigue a su líder. Muchos empezaron a usar la hidroxicloroquina como medida preventiva porque Trump dijo que estaba usándola, aunque el estudio decía que se usaba para mejorar pacientes, no para evitar infecciones. Eso fue extraño y causó problemas porque hay personas que sí deben tomarla y se quedaron sin el fármaco porque había mucha gente sana comprándolo. También hay muchísima desinformación en redes sociales y en algunos medios poco fiables, tanto en Estados Unidos como en Francia. Es increíble lo rápido que se extienden estas cosas.
Irónicamente, la hidroxicloroquina también ha estado implicada en otros estudios fraudulentos que aseguraban lo contrario, como el publicado y retractado por The Lancet.
La gente tiende a creer lo que quiere creer y no aquello que no encaja en su narrativa. Sin embargo, hay muchos estudios que prueban que la hidroxicloroquina no tiene efecto alguno
Desde entonces, muchos estudios han mostrado que no funciona y un par que sí, incluyendo los del laboratorio de Raoult. Tiendo a no tomar muy en serio esos artículos hasta que han sido revisados porque podrían estar llenos de errores, aunque la revisión por pares no sea garantía como vimos con el paper de The Lancet. Todo esto es muy complicado para la audiencia general: la gente tiende a creer lo que quiere creer y no aquello que no encaja en su narrativa. Sin embargo, hay muchos estudios que prueban que la hidroxicloroquina no tiene efecto alguno.
Todos estábamos dispuestos a creer que era la revolución. Yo era algo escéptica sobre el pequeño estudio de Raoult, pero parecía que merecía ser investigado. Aunque hagas un estudio con cuarenta personas con errores, si parece prometedor vale la pena continuar si estás en una situación como la de marzo de 2020, con gente muriendo en hospitales llenos, sin idea de cómo tratarla. Fueron tiempos de grandes incertidumbres y pánico y había que investigar cualquier pista.
¿La han demandado?
Todavía no. Han cumplimentado una queja al fiscal de Francia, que tiene que decidir si es válida y si hay evidencias. Esto puede llevar meses. Sé todo esto por periodistas que me lo han confirmado, porque todavía no se me ha informado oficialmente. [Según informó Cathleen O’Grady en Science, habrían presentado una denuncia contra Bik ante la fiscalía francesa].
¿Es la primera vez que le pasa algo así?
He recibido otra queja. Es un maestro qigong de China que asegura que puede irradiar células cancerígenas con energía y matarlas a siete kilómetros de distancia. No es muy científico, si yo tuviera esos poderes los usaría desde el aparcamiento de los hospitales. Planteé algunas cuestiones y no voy a retirarlas, así que veremos cómo acaba eso. Es inquietante, estresante y da miedo, pero de momento no me están denunciando.
Últimamente ha sufrido mucho acoso en redes sociales, donde la insultan incluso a nivel personal. ¿Cree que la han atacado más por ser mujer?
Solo puedo especular, pero creo que a algunos hombres poderosos no les gusta ser criticados por mujeres.
¿Se ha sentido sola al no tener una universidad o empresa detrás que la respalde?
Me sentí muy sola desde septiembre, cuando empezó el acoso por Twitter, hasta que peticiones independientes comenzaron a apoyarme. Ha marcado la diferencia saber que hay otras personas que están de acuerdo conmigo y mi trabajo y que han firmado porque creen que lo que hago debería discutirse entre científicos.
Acaban de informarme de que un paper que reporté en octubre de 2015 ha sido retractado ahora. Ha llevado cinco años y yo lo vi en cinco minutos. ¿Por qué tiene que tardar tanto tiempo? Es frustrante
¿Hacemos suficiente para investigar y perseguir el fraude científico?
No. Yo intento mejorar la ciencia y su integridad y me frustra la falta de respuesta. Cuando encuentro algo que puede ser fraude alerto a la revista o a la institución y ellos deciden, pero muchos ignoran esos correos o responden tarde. Acaban de informarme de que un paper que reporté en octubre de 2015 acaba de ser retractado. Ha llevado cinco años y yo lo vi en cinco minutos. ¿Por qué tiene que tardar tanto tiempo? Es frustrante.
¿Debería haber más organismos que vigilaran estos comportamientos?
Por un lado, estoy de acuerdo, pero yo puedo hablar porque soy independiente. No debo preocuparme por arruinar mi reputación. Si trabajara como científica y llamara la atención a una revista de alto impacto, arruinaría mis posibilidades de publicar ahí. Como no tengo que dar cuentas a nadie, ser amigable ni perdonar a mis compañeros, puedo decir mucho. Los académicos están conectados en su campo, se conocen todos, quedan en los congresos, trabajan juntos. Cuando alguien es acusado de mala conducta, pero es colega del editor jefe y del decano de la universidad, es muy difícil hacer algo. Por eso no sé si organizaciones grandes lo harían mejor, tal vez haya que dar un paso atrás.
De hecho, ya hay organismos que lo podrían hacer mejor, como la Oficina de Integridad de la Investigación de Estados Unidos. El año pasado solo reportaron un caso, cuando yo les envío unos veinte al año y nunca me contestan. Sospecho que recibirán cientos de otras personas, pero solo investigan uno. Creo que podrían hacer mucho más y castigar a la gente que de verdad comete fraude.
¿Favorecen las jerarquías científicas estos comportamientos?
He escuchado demasiadas historias en las que científicos jóvenes y ambiciosos, pero también honestos, ven cosas que están mal. Si dicen algo, como las jerarquías son tan fuertes en ciencia, son ellos los que tienen que abandonar la academia mientras que los más mayores, que cometen el fraude o empujan a otros para que lo hagan, permanecen. Por desgracia lo vemos también en otras profesiones.
La mejor respuesta [ante las malas conductas] sería que las sociedades científicas retiraran premios o membresías. Pertenecer a una sociedad es un gran logro y ser expulsado hace mucho daño
¿Han ayudado plataformas como PubPeer y las redes sociales a combatir estos comportamientos?
Sí, porque permiten a la gente compartir preocupaciones de forma anónima. Hay similitudes con el movimiento #MeToo en el que las redes sociales están empezando a marcar la diferencia a la hora de exponer estas historias y, esperemos, cambiar las cosas. Su influencia es positiva porque estamos perdiendo a mucha gente buena y con talento porque no pueden combatir al sistema.
¿Ignoran medios y gobiernos estas historias?
De nuevo trazo pararelismos con el movimiento #MeToo, en el que alguien poderoso y respetado que ha hecho mucho bien en su comunidad de repente es un acosador sexual. ¿Qué haces cuando alguien a quien admirabas resulta que no es tan admirable? No podemos ignorar lo que ha hecho, pero psicológicamente es difícil tenerlo en cuenta. En ciencia pasa algo similar con gente que trae mucho dinero o ha hecho grandes descubrimientos y se descubre que ha acosado o cometido fraudes.
¿Cómo lidiar con todo eso?
La mejor respuesta sería que las sociedades científicas les retiraran premios o dijeran que ya no pueden ser miembros. Hay un caso reciente de un astrónomo que ha sido expulsado de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos por acoso sexual. Ser miembro es un gran logro y ser expulsado hace mucho daño. Es bueno que estas organizaciones decidan que, pese a tus contribuciones pasadas, algo así es suficiente para retirarte la membresía.
¿Qué es lo peor que ha visto en su carrera?
He visto 4.000 casos y al menos un centenar fueron muy memorables porque el Photoshop era muy obvio. Por ejemplo, ver una célula clonada diez veces. Ves la foto y piensas: «¿Cómo puede ser que nadie se diera cuenta durante la revisión? ¡Es tan evidente!». Y aun así los reportamos y ahí siguen. No sé si lo peor que he visto es un paper con Photoshop o la falta de respuesta de las revistas. Hay un estudio en Science que me enfada mucho porque es muy obvio y ni lo retractan ni me contestan.
En la pandemia los científicos lo hicieron lo mejor que pudieron. Sí, ha habido papers flojos, pero es lo esperable en una situación de pánico en la que todos esperan una respuesta
Los investigadores ‘pillados’ suelen decir que la imagen ha sido modificada por cuestiones prácticas, pero que los datos y la ciencia que hay detrás son correctos.
[Ríe] Es cierto. Me desconcierta cuántos autores dicen eso. «Sí, usamos Photoshop o reusamos cinco imágenes, pero las conclusiones no se ven afectadas». Cada imagen de un paper son datos representados. Son la prueba de que hiciste algo que describes en el texto, de que el experimento salió como dices. Si enredas con las imágenes los resultados sí se ven afectados.
¿Cree que la ciencia realizada durante la pandemia ha sido peor?
En la pandemia los científicos lo hicieron lo mejor que pudieron. Sí, ha habido papers flojos y apresurados, pero es lo esperable en una situación de pánico en la que todos esperan una respuesta y puede que no tomes las mejores decisiones. La buena ciencia necesita hacerse despacio y no era un buen momento. Sin embargo, no diría que ha sido lo peor que ha pasado, porque he visto estudios realmente malos que no tenían nada que ver con la pandemia.
Trasladar la escuela a la casa no fue la mejor decisión que la Secretaría de Educación Pública (SEP) tomó al inicio de la pandemia pues, como se sabe, la escuela es por excelencia el espacio en el que ocurren una serie de interacciones de gran valía para la generación y adquisición de aprendizajes formales en los estudiantes. ¿Por qué fue tan necesario e indispensable que, tanto profesores y alumnos, agotaran los contenidos de un plan de estudios durante el ciclo escolar 2020-2021 o, mejor dicho, porqué no se propuso, desde la propia Secretaría, la dosificación de contenidos o el desarrollo de actividades relacionadas, por ejemplo, con la lectura y escritura situadas en el propio contexto de los educandos para favorecer dichos aprendizajes puesto que las condiciones de vida de los padres de familia de los niños, niñas y adolescentes (NNA) son tan diversas?, ¿acaso no se contaba con un diagnóstico de esas condiciones cuando el propio Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publica continuamente indicadores sobre ese rubro?
En este sentido, hasta el hartazgo se ha dicho que la contingencia sanitaria visibilizó los males que padece el Sistema Educativo Mexicano (SEM), y esto es cierto porque, quienes cotidianamente transitábamos por diferentes espacios educativos y no educativos, pudimos observar las brechas de desigualdad existentes en una comuna, municipio, estado o región, aunado, desde luego, a las evidentes desigualdades entre escuelas públicas ubicadas en dichos contextos. La falta de agua, energía eléctrica, sanitarios, drenaje, espacios o aulas con mobiliario adecuado, internet, etcétera, contrastaba con aquellas que sí los tenían o, al menos, con la mayoría de ellos.
Es cierto, esto ha sido el lastre que se ha venido arrastrando desde hace muchas pero muchas décadas. Y con esta realidad, a veces lacerante, esta Secretaría diseñó un esquema denominado Aprende en Casa que, como sabemos, fue de poca utilidad, dado que el número de estudiantes y profesores que hicieron uso de la televisión y radio, no fue el esperado.
Y no fue el esperado porque quien conoce perfectamente las condiciones de vida de sus alumnos y de sus familias son las maestras y los maestros. Docentes que, independientemente de su grado de compromiso y responsabilidad con su labor, diseñaron sus propias herramientas de trabajo para sacar a flote el barco, destacan: la adquisición de equipos tecnológicos con sus propios recursos, la elaboración de cuadernillos a partir de su conocimiento y lo que implicaba el trabajo en casa de sus educandos, la toma de cursos para conocer sobre el empleo de alguna plataforma, el uso de internet y diversos materiales educativos pagados con dinero de su bolsillo, el doble trabajo o actividad que en algún momento significó (y aún significa) el quehacer docente de manera sincrónica y asincrónica, las planeaciones modificadas o ajustadas a esta “nueva” realidad, la extenuante revisión de trabajos enviados a todas horas, los consejos técnicos muchas veces sin sentido y sin propósitos acordes a las demandas y necesidades del profesorado, entre otras. Acciones que, indiscutiblemente, los llevo a ser lo suficientemente creativos; pero no fue suficiente, por un lado, no todos los padres de familia y alumnos se comprometieron con la continuidad de ese proceso formativo y, por el otro, la Secretaría hizo oídos sordos a las distintas problemáticas que se fueron gestando a lo largo del ciclo escolar que ha culminado y, de las cuales, no dio una respuesta clara y contundente que permitiera direccionar el trabajo de los mentores.
Hoy, desde Palacio Nacional, se habla de un regreso a clases presenciales en próximos días como si esto fuera la solución a las dificultades que, brevemente, he señalado; no obstante, regresar a lo mismo, desde mi perspectiva, no encuentra sentido porque, indiscutiblemente, no es ni será lo mismo, y por ello tenemos que empezar a reconocer que esas mismas problemáticas se han incrementado en este tiempo y por lo cual dificultarán el proceso de regreso de todos los actores educativos.
Educación presencial, a distancia o en línea parece ser el dilema que habrá de resolverse en los próximos días. No obstante, ¿es viable el establecimiento de un modelo híbrido o combinado entendiéndolo como la integración eficaz de dos componentes: la enseñanza presencial y la tecnología no presencial en las escuelas? (Contreras, Alpiste y Eguia, 2006), ¿el magisterio y los padres de familia están preparado para ello?, ¿las instituciones educativas cuentan con todos los medios para hacerlo efectivo? Es más, ¿de qué manera se asegurará el establecimiento de este “modelo” cuando en los hechos innovar un ambiente de aprendizaje a distancia, no es trasladar la docencia de un aula de adobe a un aula virtual, ni cambiar el gis y el pizarrón, por un pizarrón inteligente? (Moreno, 1997). Preguntas, si usted gusta, sencillas, pero que permiten la reflexión y el necesario análisis y debate en torno a una posible alternativa que, supongo, visualiza la SEP y los “altos” funcionarios de esta Dependencia para el ciclo escolar 2021-2022. Desde mi perspectiva, incorporar este tipo de escenarios sin un diagnóstico real de los sujetos que emplearían este esquema, así como también, de los contextos de trabajo donde presumiblemente operaría con un enfoque estrictamente pedagógico, generaría mayores problemas que aquellos que se busca resolver o atender.
Esto lo traigo a colación por dos cuestiones. La primera, el incremento de contagios de Covid-19 en varios estados de la República Mexicana en los últimos días, y la incertidumbre que priva en la sociedad y en el sector educativo sobre el inminente regreso a clases presenciales anunciado por el Presidente hace unos días.
Tengo claro pues, que un esquema que tienda a trabajar de manera híbrida debe estar fincado en un programa educativo formal mediante el cual, el alumno pueda realizar al menos una parte de su aprendizaje en línea con un cierto grado de manejo sobre el tiempo, lugar, ruta o ritmo del mismo. Mientras que otra parte de ese aprendizaje, podría ser llevado a cabo en un espacio físico distinto a la casa y con algún tipo de supervisión, en este caso, del padre de familia o tutor. Tal programa educativo formal, ¿será el que direccione las actividades escolares y, desde luego, la generación de aprendizajes de los alumnos pues no todos los paterfamilias están de acuerdo en enviar a sus hijos a los centros escolares porque no se garantiza un regreso seguro a los mismos?, ¿la SEP tomará esta alternativa y la establecerá oficial y arbitrariamente cuando no en todas las instituciones educativas se cuenta con los recursos que permitan integrarla adecuadamente para aplicarse pedagógicamente?
Y luego, el tema de la planeación didáctica, un asunto no menos importante puesto que, independientemente de las adecuaciones que los docentes pudieran realizar, tendría que partir del diagnóstico ampliamente referido y de las actividades sincrónicas y asincrónicas que podrían diseñarse a partir de los contenidos; en consecuencia, ¿el trabajo por proyectos es una alternativa?, ¿qué pasará con aquellos estudiantes que no cuenten con los recursos para trabajar virtualmente, por ejemplo?, ¿se tendría que planear para el trabajo a distancia, presencial y en línea?, ¿y los alumnos con alguna discapacidad integrados al Sistema Educativo Mexicano?
Hace tiempo tuve la oportunidad de conocer el caso de una escuela pública que trabajaba bajo este modelo con el esquema denominado “Rotación de Estaciones”. En éste, como su nombre lo indica, los estudiantes rotaban en equipos para trabajar algún contenido, que formaba parte de un proyecto, diseñado por el docente. Mientras unos se encontraban en la sala de cómputo de la institución educativa indagando sobre el tema, otros se encontraban en el aula respondiendo algunas preguntas sobre el mismo, y otros, en casa, leían una lectura dada por el profesor, sobre la misma temática, con la intención de recuperar los aspectos más importantes de ésta. Las condiciones, como parece obvio, eran las que todos quisiéramos que existieran en cada una de las escuelas de nuestro país. ¿Existirán las mismas condiciones en todos los centros escolares y familiares?
En suma, desde mi perspectiva, el modelo híbrido o combinado tiene un futuro incierto en México. Supongo, esto lo deben de saber en la SEP quien, dicho sea de paso, sigue tratando los síntomas, pero no la enfermedad que se ha agravado con esta pandemia.
¿Regreso a clases presenciales a qué, cómo y para qué?
Al tiempo.
Referencia:
∙ Contreras Espinosa, Ruth Sofhía, & Alpiste Penalba, Francesc, & Euguia Gómez, José Luis (2006). Tendencias en la educación: aprendizaje combinado. Theoria, 15(1), 111-117.
∙ Moreno, M. (1997). El desarrollo de ambientes de aprendizaje a distancia. Ponencia presentada en el VI Encuentro Internacional de Educación a Distancia: Desarrollo de ambientes de aprendizaje, Guadalajara, México.
El sector educativo se une ante la pretensión del Ejecutivo de derogar La Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI).
Jóvenes de disímiles organizaciones en Ecuador continúan participando en una huelga de hambre de docentes en rechazo a la pretensión del Gobierno de declarar inconstitucional el Proyecto de Reformas a la Ley Orgánica de Educación Intercultural, la cual garantiza (LOEI) que garantiza entre otros aspectos el derecho a la enseñanza.
La Unión Nacional de Educadores (UNE), la Federación de Estudiantes Universitarios de Ecuador (FEUE), la Juventud Revolucionaria (JRE) y la Federación de Estudiantes Secundarios (FESE), participan de la jornad.
La Juventud Revolucionaria de Ecuador aseveró que la medida se toma ante la pretesión del Ejecutivo de derogar el derecho a la Ecuación, «la huelga de hambre es por la recuperación de derechos en beneficio de la educación (…) los jóvenes luchan por una educación publica y de calidad, que el gobierno busca impedir que exista”, agregan.
“Por escuelas libre de acoso y violencia sexual”, es otro de los reclamos de la Juventud Rebelde de Ecuador. Por su parte, la Unión Nacional de Educadores resaltó que la LOEI tiene en cuenta “la inclusión de docentes especializados para la enseñanza artística y cultural, docentes o asistentes pedagógicos o de aula especializados en personas con discapacidad en todos los niveles educativos”.
Otra de las propuesta defendidas por la LOEI es que los centros de enseñanza que impartan educación especializada contarán con “la estructura orgánica, equipos multidisciplinarios y planta docente”.
De acuerdo a las organizaciones estudiantiles y docentes, la Ley recupera el componente vocacional y propone el acceso de una conectividad en todos los establecimientos de educación pública del país y dotación gratuita de Internet.
Además se reconocen los años de experiencia para la revalorización docentes, se valora la asignación del seis por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) para la educación y “se avanza en la equiparación de la remuneración del magisterio, que significa justicia y reparación”.
La Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI) fue aprobada en la Asamblea Nacional el 9 de marzo de 2021 pero se mantiene suspendida por dos acciones de inconstitucionalidad contra esta y la Corte Constitucional deberán decidir si desechan las demandas y ponen en vigencia la norma o la mantienen suspendida.
Ante el recrudecimiento de la variante delta en los países vecinos, varias ciudades y condados decidieron imponer la vacunación a los habitantes.
Millones de ciudadanos chinos podrían verse privados de acceso a los lugares públicos como hospitales y escuelas o ser despedidos si no se vacunan contra el covid-19, según decretos adoptados por varias ciudades y condados.
China, cuna de la pandemia en diciembre de 2019, ya inyectó más de 1.400 millones de vacunas y aspira a inmunizar totalmente a los dos tercios de la población antes de fin de año.
Sin embargo, numerosos chinos rechazan la vacunación ya sea porque no tienen confianza en las vacunas o consideran que no es necesario en la medida en que la epidemia ha sido prácticamente erradicada.
En reacción al recrudecimiento de la variante delta en los países vecinos, varias ciudades y condados decidieron imponer la vacunación a los habitantes, lo que podría anunciar una decisión nacional.
En Yunnan (suroeste) una de las 22 provincias chinas, la ciudad de Chuxiong (510.000 habitantes) anunció este miércoles que todos los ciudadanos mayores de 18 años tienen que haber recibido al menos una dosis de vacuna antes del 23 de julio.
Los recalcitrantes “no serán admitidos en los lugares públicos como hospitales, residencias de ancianos, escuelas, bibliotecas, museos, cárceles o transportes públicos”, advirtió el alcalde de la ciudad.
Un mes más tarde solo las personas que hayan recibido las dos inyecciones podrán acceder a esos lugares.
En Henan (centro), el condado de Tianhe amenazó con despedir a los funcionarios que no se hayan vacunado antes del 20 de julio, según un edicto publicado el lunes.
Esas medidas fueron criticadas en las redes sociales.
“Primero nos dijeron que la vacunación era facultativa y ahora es obligatoria”, protestó un internauta en la red social Weibo.
En los últimos meses, varias colectividades intentaron desarrollar la vacunación, al parecer sin mucho éxito, regalando bonos de compra o huevos frescos a cambio de una inyección.
Este análisis se desprende de un informe realizad por Unicef.
La asistencia de alumnos a las escuelas en el contexto de pandemia se incrementó de manera muy fuerte este año y llegó al 91 % con un intenso trabajo en las escuelas para que el retorno sea seguro, aunque hubo disparidades por región, según la cuarta encuesta de Unicef sobre el Impacto de la Pandemia en Niños, Niñas y Adolescentes.
El documento de la entidad fue presentado ante los ministros de Educación de todas las provincias argentinas y revela la situación de presencialidad escolar y acceso a tecnologías entre el 24 de abril y el 12 de mayo pasados.
Allí se afirma que en mayo, el 91 por ciento de los hogares argentinos reportó que los chicos y las chicas tuvieron clases presenciales, mientras que el 81% de los que mencionaron que habían abandonado escuela en el 2020 la retomaron este año.
Entre los hogares cuyos integrantes afirman que no regresaron a la escuelas este año (19%) hay fuertes disparidades regionales.
Mientras el 74% de los hogares del AMBA afirman haber retornado a las aulas, un 92% lo hizo en la región Pampeana, un 83% en Cuyo, un 79% en el NEA, un 71% en el NOA y un 96% en la Patagonia.
El informe muestra que, a dos meses del inicio del ciclo lectivo, el 67% de los estudiantes asistía a modalidad combinada y el 33% continuaba su educación a distancia, ya sea por efecto de suspensiones temporales, por casos o sospechas de casos positivos en las escuelas, o bien por decisiones jurisdiccionales vinculadas con la situación sanitaria.
Además, nueve de cada diez adultos consultados afirmó conocer y comprender las pautas y recomendaciones de los protocolos escolares.
El impacto positivo de la presencialidad
El relevamiento comprobó que la presencialidad escolar “tuvo un impacto sumamente positivo entre las y los estudiantes, donde 9 de cada 10 familias destacaron que el regreso a las aulas había mejorado el estado de ánimo de las niñas y niños del hogar.”
Entre los adolescentes se destacó además una mayor motivación con el estudio y la realización de tareas.
En tanto, un estudio del Observatorio Federal del Regreso a las Aulas del Ministerio de Educación, que incluye a los alumnos del nivel superior no universitario, indica que a principios de julio el 22% de los estudiantes no asistía a clases presenciales.
El informe advierte además sobre el deterioro de las condiciones sociales y económicas en hogares por la pandemia y su proyección en las trayectorias escolares.
En el 6% de los hogares relevados, por lo menos uno de los chicos o las chicas interrumpió su escolaridad durante 2020, lo que representa que al menos 357 mil niños y niñas dejaron sus estudios en el primer año de la pandemia y hasta más de 690 mil.
En el acceso a la tecnología si bien se identifica una leve mejora respecto del 2020, la situación “aún es crítica en tanto 1 de cada 2 hogares no cuenta con una computadora para uso escolar en la casa”, detalla el informe.
La realidad tecnológica con un cuarto de hogares sin conectividad
Según datos del informe de Unicef que toma el análisis conjunto de equipamiento y conectividad , en 2021 el 26% de los hogares tiene una situación desfavorable, sin dispositivos para trabajo escolar o sin Internet en sus domicilios, mientras que 1 de cada cuatro hogares no tienen recursos TIC.
Cora Steimberg, responsable del área Educativa de Unicef, dijo que “el dato positivo es que el 91% de los hogares han asistido a clases presenciales lo que da cuenta del esfuerzo enorme que tomó el sistema educativo en los compromisos de febrero pasado de priorizar la presencialidad”.
“Pero nos preocupa ese 9% de hogares donde hay chicos que ninguno tuvo posibilidades de volver a clases presenciales y siguen de manera remota, En el 75% de los casos porque las escuelas no abrieron por no cumplir los protocolos y el resto porque las familias no los quieren mandar”.
“Pudimos ver una persistencia en el desarrollo para los más chicos, en los hábitos alimenticios y problemas de comunicación”, dijo Steimberg y aseguró que en la encuesta los motivos que adujeron los niños para no volver fue “un desenganche con el sistema en un año muy difícil atravesando por la educación a distancia”.
Steimberg aseguró, además, que “hay un gran dinamismo en el porcentaje de aperturas y cierres con grandes diferencias entre regiones pero a medida que crece la vacunación entre docentes, genera un buen augurio en las condiciones que se trabaja en la escuela”.
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