Por el derecho a la educación

Por: Circe Camacho.

 

Pude corroborar de primera mano en el Cendi de Monterrey la dedicación y atención de un gran equipo de profesionales

Recientemente visité el Centro de Desarrollo Infantil (Cendi) 1 Felipe Ángeles del Frente Popular Tierra y Libertad, en la ciudad de MonterreyNuevo León.

Sobre estos espacios, primero quiero comentarles que la lista para ser aceptado es muy larga, debido a que es un proyecto psicopedagógico muy completo; reconocido por garantizar una educación y desarrollo integral para la niñez, pues no solamente cuidan a los hijos de madres trabajadoras durante la jornada laboral, también ofrece servicios educativos y asistenciales para menores desde los 45 días de nacidos hasta los cinco años 11 meses de edad; servicios que permiten prepararlos para la vida familiar, social y académica, antes de ingresar al preescolar que forma parte del mismo sistema.

Durante este recorrido que les platico pude corroborar de primera mano la dedicación y atención de un gran equipo de profesionales y especialistas, como trabajadores socialespedagogosdentistasmédicospsicólogos y psicoterapeutas, todos enfocados en mejorar la calidad de vida de todos los infantes y de las familias de sectores vulnerables de la población a quienes atienden.

Al día siguiente de esta visita, participé en la junta anual de padres de familia de los Cendi, lo que me permitió conocer más sobre las historias de vida que son tocadas por este proyecto, además de conocer los resultados del mismo.

Las respuestas de madres y padres fue clara: tienen aquí una oportunidad a su alcance que les ofrece mucho más que cuidar a sus hijos mientras trabajan. La labor de todos los médicos y especialistas involucrados permite crear verdaderos espacios formativos dentro de un marco afectivo, en el que los padres de familia también participan y aprenden.

A este beneficio debemos sumar que los Cendi nos permiten garantizar el derecho a la educación y al desarrollo integral, cuidando que también sea de calidad y completo.

Estoy convencida del papel de la educación –de todo tipo– en la transformación de las sociedades, por lo que debemos reconocer y reforzar esfuerzos como el que realizan los Cendi, y con mayor razón ahora que vivimos el momento histórico de un Gobierno emanado de la voluntad popular y con una clara visión humanista.

Recordemos que hace no muchos años, en el mejor de los casos, las madres trabajadoras podían aspirar a contar con el servicio de guardería seguras en las que pudieran cuidar a sus hijos durante la jornada laboral.

Ahora, en todo el país, es posible tomar mejores decisiones para nuestras niñas y niños, sin que el factor económico sea el único a considerar, y esa es la mejor forma de ejercer un derecho.

Porque si bien la educación es un derecho, también es la base para exigir todos los demás derechos que tenemos.

Y esta es una de las razones por las que soy parte del Partido del Trabajo.

Fuente del artículo: https://heraldodemexico.com.mx/opinion/por-el-derecho-a-la-educacion/

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Reflexiones sobre el papel de la educación. ¿Para qué sirve la educación formal?

Por: 

Les dejo algunas reflexiones sobre el papel de la educación. ¿Para qué sirve la educación formal? Desde hace algunas décadas en la Teoría Económica ganó terreno la concepción del “Capital Humano” en teorías del Crecimiento y Economía laboral. (Sigue hilo largo).

 

Fuente del documento: https://twitter.com/ecres70/status/1128710508155154432?s=19

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Entrevista a Thomas Trebat:“Los sistemas escolares no tienen en cuenta para qué preparar a los niños”

10 Septiembre 2017/Fuente: semana/Autor: semana educación

La economía en un país va de la mano de su educación. El economista y experto en América Latina, Thomas Trebat, habló con Semana Educación sobre cómo se apoyan estos sectores mutuamente.

Los expertos coinciden en que la educación juega un papel fundamental para impulsar la economía. Un sistema educativo coherente y pertinente le da un impulso grandísimo al sector productivo.

En el mundo, nunca había sino tan necesario que un país enfoque sus fuerzas en mejorar su talento humano. El rápido desarrollo de la tecnología y la nuevas economías han generado una suerte de cortocircuito entre la academia y el sector laboral, donde los empresarios ya no encuentran las capacidades que necesitan en los jóvenes egresados.

Thomas Trebat es un convencido de que América Latina debe concentrarse más en este asunto. Por mucho tiempo, este economista fue uno de los analistas más influyentes en Wall Street en temas de países en desarrollo y desde 2013 es el director del Columbia Global Center en Río de Janeiro, una iniciativa de la Universidad de Columbia para promover la investigación en relación con diversas instituciones locales en América Latina.

El estadounidense asegura que la pobre educación de la región tiene un impacto directo sobre el lento crecimiento de su economía. Pero, a su vez, es la poca competencia lo que genera empresas perezosas, poco preocupadas por la investigación y la educación de calidad. Por eso, opina Trebat, el país necesita más competencia que impulse a las empresas a desarrollar sus productos e invertir en la formación de su capital humano.

Semana Educación conversó con Trebat sobre cómo ve a la región en desarrollo y qué le falta al sector educativo en materia de pertinencia.

Semana Eduación (S.E.): ¿Cómo beneficia la educación el desarrollo económico de un país?

Thomas Trebat (T.T.): Creo que lo beneficia en varias formas. En el siglo XXI la educación es especialmente necesaria porque nos permite desarrollar capacidades del capital humano que necesita un país. Y además, nos prepara para transformar las tecnologías existentes en nuevas tecnologías. Para que países en desarrollo como Colombia o Brasil logren desarrollarse tienen que tener la habilidad de innovar y hacer nuevas tecnologías que se adapten al contexto. La educación de ciclo básico es suficiente para crear cierto tipo de desarrollo, el que tiene América Latina hoy en día. Pero eso no satisface las ambiciones nacionales. Para que las economías emergentes se conviertan en economías maduras y desarrolladas, el papel de la educación es absolutamente crítico. Y eso es algo que hemos subestimado ampliamente en América Latina. Todos los estudios económicos nos muestran que los países donde la educación está más distribuida en la población, donde las instituciones científicas y matemáticas están en su máximo nivel, donde hay una información abierta que le permita a los ciudadanos aprender entre sí, son las que se desarrollan.

S.E.: ¿Por qué cree que hemos subestimado el papel de la educación?

T.T.: Diría que la causa está muy relacionada con una estructura preexistente de mala distribución de los ingresos, una capacidad física del Estado muy débil y la escasa voz de esas personas que no están recibiendo una buena educación. Por otra parte, las personas que tienen dinero siempre han estado dispuestas a pagar lo que sea por sus estudios y nunca han visto el beneficio de hacer sacrificios por el sector. Ese rezago histórico y ese mal desempeño que hemos tenido, en especial desde los 90s (cuando países como Corea China Singapur India superaron a América Latina), se explican por esas razones. Además, el rápido ritmo de urbanización en las ciudades latinoamericanas ha generado que las demandas de más y mejores escuelas haya sido imposible de atender.

S.E.: ¿Entonces estamos muy mal en educación?

T.T.: Pues, la situación no es tan catastrófica de América Latina. Acá casi todos los niños tienen algún tipo de educación. Pero hay grandes rezagos por el legado histórico. Además, la falta de apertura hace que el ritmo lento de las economías tampoco ayude. Acá el mercado de trabajo no exige mucho, por lo que no hay necesidad de lograr un gran esfuerzo educacional. Eso nos pone en un círculo vicioso donde hay poca educación y un pobre mercado de talento. Eso explica por qué tenemos tantas dificultades para mejorar los niveles de educación.

S.E.: ¿Qué podemos hacer para capacitar mejor a los egresados para los que se espera de ellos en el sector privado?

T.T.: Depende un poco de las demandas hechas por el sector privado. A medida que la economía avanza, muchas industrias demandan más conocimientos del siglo XXI. Yo creo que tenemos que dar más peso a lo que en otros países llaman educación vocacional. La escuela tiene que preparar a sus alumnos para los talentos que hacen falta en empresas modernas. Además, debe haber acuerdos entre el sector privado y el educacional. Eso lo veo muy incipiente en América Latina. Los educadores y los sistemas escolares, a mi modo de ver, no tienen en cuenta para qué estamos preparando a los niños, qué van a hacer con la educación que están recibiendo y si van a encontrar oportunidades laborales. Cuando se empieza a considerar esas cuestiones mejora el crecimiento económico, y ese círculo vicioso del que hablaba antes se vuelve un círculo virtuoso.

S.E.: ¿En qué políticas educativas tendríamos que invertir más para fortalecer nuestra economía?

T.T.: Empiezo por lo básico: hay que mejorar la cobertura de las escuelas públicas alrededor del país, la calidad de los profesores, la banda ancha, la segunda lengua, que se debería aprender en todas las escuelas. Pero además, creo que hay que hacer mucho más hincapié en las ciencias computacionales, la inteligencia artificial y la robótica y mucho menos en profesiones como derecho o economía. Hay que estimular una verdadera inclusión de cursos y ofertas dedicadas a los talentos que sabemos que hay que tener en los próximos 20 o 30 años. La mirada debería ser siempre a largo plazo.

S.E.: ¿Hay suficiente internacionalización en las universidades de la región?

T.T.: No, de ninguna manera, tiene que haber mucho más. Parte de lo que hace la globalización es permitir más comunicación de ideas. Colombia, por ejemplo, se preocupa con el libre comercio con Estados Unidos, pero deja un poco de lado el libre intercambio de ideas. Eso tiene que ser una prioridad. Para lograrlo, es importante crear centros e institutos internacionales de investigación en los países latinoamericanos. Yo, por ejemplo, optaría por una política que le diera la oportunidad a los alumnos más promisorios de salir a estudiar fuera del país, para que traigan de vuelta diferentes conocimientos del exterior. Colombia ya hace un buen trabajo en esto y es líder en este tema en América Latina, pero tiene que hacerlo mucho más.

S.E.: Las instituciones de educación superior de la región tienden a salir mal paradas en los rankings internacionales que priorizan la investigación, como el de Shanghái. ¿Cómo podemos mejorar este aspecto?

T.T.: Yo creo que son tres factores básicos: primero, favorecer un intercambio de ideas libre y cada vez mayor. Además, es importante invertir más en investigaciones. Lo que gastamos en América Latina para este sector es una vergüenza. Tendría que ser al menos dos o tres veces más. Y tercero, el sector privado también debe cumplir un papel: no quedarse contento con sus posiciones en el mercado actual sino buscar siempre mejorar sus productos con más gastos en investigación. Pero para eso, tiene que haber más competencia entre empresas, que es algo en lo que estamos muy mal en América Latina. Esa competición estimularía más gastos en desarrollo e investigación.

Thomas Trebat y otros expertos estarán en la Cumbre Líderes por la Educación 2017, el evento más importante del sector en el país, que tendrá lugar el 20 y 21 de septiembre en el Cubo de Colsubsidio, en Bogotá.

 

Fuente de la entrevista:  http://www.semana.com/educacion/articulo/entrevista-thomas-trebat-economia-y-educacion/539265

Fuente de la imagen: https://static.iris.net.co/semana/upload/images/2017/9/7/539261_1.jpg

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Alain Touraine: “Los culpables de lo que pasa en educación no son los maestros, es el sistema”

15 diciembre 2016/Autora:Anna Montero /Fuente:Insurgencia Magisterial

El sociólogo francés reflexiona sobre del papel de la educación, la escuela y los maestros en el modelo social que describe para nuestros tiempos.

Sus 91 años no le impiden seguir pensando y compartiendo con claridad y lucidez sus ideas acerca de la sociedad que viene. El sociólogo francés, uno de los máximos representantes del pensamiento europeo y premio Príncipe de Asturias 2010 junto a Zygmund Bauman, advierte que hemos pasado de una sociedad posindustrial a un modelo postsocial donde la sociedad, tal y como la conocemos, se descompone en favor de un sistema donde predomina el individualismo. Durante su visita a Barcelona con motivo de la conferencia Encuentros BCN reflexiona en exclusiva para AIKA acerca de la educación que viene:

Ayer pensaba que no podría dar una conferencia en español, estaba casi seguro de que me iban a salir puras palabras italianas, porque actualmente hablo italiano todos los días y español casi nunca. Estaba un poco asustado, la verdad, pero ha funcionado.

Le escuché y se le entendió perfectamente. Ha explicado que lo social ha desaparecido, y que hemos de pensar en términos individuales. ¿Cómo encaja la educación en el paradigma que usted plantea?

Es muy sencillo. La educación en nuestras sociedades era definida como socialización. ¡Eso era horrendo! Es horrendo utilizar la educación como una manera de incorporar los individuos a la sociedad, que es un sistema de poder. La cuestión es reemplazar la socialización, como meta de la educación, por la famosa subjetivación. El papel de la educación es aumentar el grado de autonomía, de iniciativa y de crítica de cada individuo, especialmente de cada joven. No solamente, pero la población más importante es esa.

“El papel de la educación no es socializar, sino aumentar el grado de autonomía, de iniciativa y de crítica de cada individuo”

Yo fui educado en un liceo público, pero también en mi familia, con los métodos antiguos. Es decir, el profesor, el maestro —una palabra clave: ¡el maestro!—, transmitía ideas universales: la ciencia, la patria, la familia, la cultura (con una C grande), los grandes valores, etc. a jóvenes que vivían en un espacio limitado. Hay que eliminar eso. Entonces, la idea era realmente muy buena: frente a un mundo campesino donde la gente estaba dominada por una burguesía local rentista, se podían acercar temas universales a través de la escuela pública (y contra la Iglesia católica prácticamente, en el caso francés). Yo he vivido eso durante muchos años, largos años de guerra, y no era el momento para discutir órdenes, pero recibir esa educación para mí fue realmente un sufrimiento. Yo fui muy infeliz en la escuela.

¿La escuela de hoy en día está preparada para este cambio?

No. Yo creo que está muy atrasada, pero ha cambiado un poco. Lo que he descubierto, en el caso francés, es que un porcentaje relativamente alto de los maestros han cambiado. No son un 10% los que hacen otras cosas sino que hay un 30 o 40% que están tratando de cambiar la capacidad de expresión y de iniciativa de los jóvenes.

También he descubierto, con más distancia, que no son los maestros realmente los culpables de lo que pasa, es el sistema. El sistema es el ministerio centralizado y los sindicatos que viven del sistema. Aumentar el grado de autonomía e iniciativa para mí es fundamental. Primero, de los maestros, y segundo, y en consecuencia, de los alumnos. La burocratización de la escuela, de la educación, es responsable de este tipo de reproducción social. Cuando se discute sobre educación y hacen huelga en Francia, los sindicatos dicen que con 25 alumnos no se puede hacer nada, pero con 22 es muy fácil. ¡Es estúpido! No quieren cambiar nada. Cambiar cosas es difícil, pero cambiar ideas cuesta más.

“Cambiar cosas es difícil, pero cambiar ideas cuesta más”

El cambio no consiste en transformar la abstracción en actividades prácticas y de trabajar en una máquina. No se trata de eso, sino de dar más importancia, incluso en las notas de los alumnos (aunque hay que eliminar las notas lo máximo posible) a los medios técnicos y tecnológicos. Usando las palabras del mejor especialista en educación en Francia: hay que realizar un trabajo más cercano, más vinculado con la experiencia. Experiencia significa tecnología, pero también emociones y comunicación. No se puede aislar el conocimiento matemático, o a Platón, o la teoría de la relatividad, sino que es necesario vincular la experiencia, la interpretación y el análisis, no romper a favor de la abstracción, que es la reacción a lo concreto. No se debe eliminar lo concreto. Hay que pensar, por ejemplo, en colores, en formas, en movimiento…

Para el sociólogo francés, el papel de la educación es aumentar el grado de autonomía, de iniciativa y de crítica de cada individuo. Foto: Anna Montero

 ¿Cómo encajan las nuevas tecnologías en ese marco?

Yo creo que las tecnologías como tales no son tan importantes. Lo importante es si la tecnología favorece la reintroducción de la experiencia, incluso en el aspecto de la comunicación y el aspecto afectivo. No hay que aislar el mundo escolar, no aislar al maestro del padre, de la madre, del amigo, de la amiga o del estudiante.

¿Las nuevas tecnologías ayudan a socializar o a desocializar, en el mundo educativo?

Depende de las tecnologías. La mayor parte de las tecnologías son colectivas, son máquinas. Yo diría que lo importante en las tecnologías es la información, porque no hay conocimiento sin información. Pero la información no tiene que estar aislada de la comunicación, que es fundamental, ni de las emociones, de lo afectivo. Es una idea clásica muy elemental pero fundamental.

“Hay que realizar un trabajo más cercano, más vinculado con la experiencia”

Del mismo modo, no se debe aislar lo mejor de lo inferior, que no hable solo la elite científica. No es fácil, porque necesitamos una elite científica, y no cualquier persona puede estudiar, por ejemplo, matemáticas a un nivel alto. Pero lo importante es que esta gente tenga la capacidad de ascender en su imaginación y no oponerse, no decir: “si tu eres bueno en matemáticas, no pierdas tu tiempo con pintura, juegos, amistades, conflictos o peleas”. Hay que subir hacia la abstracción y la creación científica o intelectual, pero en relación con toda la vida, como conjunto de experiencias afectivas y de comunicación. El éxito de una nación o un individuo está en la capacidad de pensar de forma abstracta y científica, pero eso no puede eliminar lo concreto, porque eso es una motivación de clase social.

Hablando de clase social, había dicho usted que la escuela era importante para disminuir las desigualdades…

No en el momento actual. La escuela, y hablamos de la escuela pública, aumenta las desigualdades. No las mantiene o las reproduce, sino que las aumenta. Hay que respetar la experiencia del alumno o de la alumna. Eso es importante. Por ejemplo, en Francia, no sé en España, está prohibido hacer estadísticas según el origen étnico de los estudiantes. Se hace por buenas razones, es muy respetable, pero el resultado es que cuando se habla en sociología de sectores especiales de la escuelas, de gente en situación difícil, son todos árabes. Ahí el efecto es absolutamente negativo por no utilizar las palabras, los datos, lo que todo el mundo sabe. ¡En el barrio todo el mundo sabe que en esa escuela son todos árabes!

“La escuela pública no mantiene o reconduce las desigualdades, sino que las aumenta”

Lo interesante es que la discriminación étnica es muy fuerte con los hombres y casi nula con las mujeres. Las mujeres, si buscan un empleo, dicen “yo me llamo Leila no se qué” y pueden conseguir el empleo. Si dices “Mohamed”, nunca lo vas a tener. La discriminación y la segregación afectan a los hombres, porque los hombres son considerados superiores.

¿La falta de escolarización no suele afectar más a las mujeres?

No. Incluso para los inmigrados, el nivel de escolarización es más alto para las mujeres que para los hombres. Hay que hablar de forma precisa. Las alumnas, las mujeres, obtienen un nivel de escolaridad más alto, pero tienen un nivel de expectativas más bajo. Hay un viejo estudio muy conocido de estudiantes de química. Las niñas estudiantes de química han resultado mejores y estudian más que los hombres, pero ¿cuánto ganarán dentro de cinco años como ingenieras químicas? Las expectativas de las mujeres son más bajas, a pesar de que hay más escolarización o mejores resultados escolares. La contradicción es impresionante, es una demostración de la sociología. Es evidente que no es un problema de competencia, de calidad o de inteligencia, es un puro mecanismo de interiorización, de discriminación. Las expectativas han resultado.

¿Qué papel le queda al profesor?

Más y más, se ve una relación inversa. En general, el alumno utiliza la tecnología para dar solución a los problemas, y el papel básico del maestro es ayudar al alumno o la alumna a incorporar un conocimiento o una técnica dentro de la experiencia multidimensional, afectiva y comunicativa del joven.

Touraine, durante su conferencia en la Universidad de Barcelona. Foto: Anna Montero.

Touraine, en la Universidad de Barcelona, durante su conferencia en Encuentros BCN. Foto: Anna Montero

A lo largo de su larga carrera profesional ha escrito usted muchísimos libros. En la era de la tecnología, permítame la curiosidad, ¿escribe usted a mano?

(ríe) Es cierto que en mi caso hay dos cosas. Primero, es un aspecto físico o emotivo, tengo una relación del tipo amorosa-erótica con la escritura. Es hermoso, es un poco como hacer nacer, es una visión femenina, de crear. Segundo, empecé en la profesión muy joven, como profesor. Cuando escribí mi primer libro tenía 28 años.

Yo hablaba mucho con un amigo, y él me decía que en matemáticas el 10 % produce el 90 % del conocimiento. Le dije que lo mismo pasa con las ciencias sociales, solo que aquí no es el 10 sino el 5 % quién produce el 95 % del conocimiento. Yo creo que esa lógica es un mundo que atrae a los mediocres. Es un trabajo mal pagado, realmente muy mal pagado y con un estatus social muy limitado, pero te da mucha libertad. Ninguna persona me ha dado en toda la vida una orden.

¡Qué afortunado!

Es una suerte, he hecho absolutamente lo que quería hacer.

¿En este mundo en el que se valora tanto la ciencia y la tecnología, cree que se le da poco valor a las ideas de pensadores, de filósofos o sociólogos como usted?

Yo creo que en el momento actual hay un cambio de mundo, y tratar con ideas es difícil. Yo tenía un amigo físico que recibió un premio Nobel y decía: “Yo era incapaz y fui a un colegio experimental”. Y no le fue tan mal, ¡ganó un premio Nobel!. Es un poco lo mismo. La sociología no es un mundo exacto, es un trabajo de imbéciles muchas veces, aunque no siempre.

Hay muchos sociólogos hoy aquí…

¡Pues seguramente muchos de ellos son tontos!

Fuente:http://insurgenciamagisterial.com/alain-touraine-los-culpables-de-lo-que-pasa-en-educacion-no-son-los-maestros-es-el-sistema/

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