Leer Mejor, Asignatura Pendiente

Según el Informe Pisa, realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y que como objetivo evaluar y comparar el rendimiento educativo de los estudiantes en diversos países, los alumnos españoles del último curso de la ESO han bajado 8 puntos en matemáticas respecto a la edición anterior, de 2018, hasta quedarse en 473 y han retrocedido 3 en comprensión lectora, hasta los 474. 

La habilidad para entender, analizar y sintetizar información textual es esencial en el mundo contemporáneo, donde la información fluye de manera constante. En palabras del filósofo José Antonio Marina, «la lectura no es un fin, sino un medio. Permite desarrollar la inteligencia del niño que es básicamente lingüística; permite recibir la cultura, y le proporciona una gigantesca caja de herramientas para conocer el mundo exterior y a sí mismo».

El informe PISA 2023 destaca que la comprensión lectora sigue siendo un desafío significativo en muchos países. A pesar de los esfuerzos para mejorar los estándares educativos, se observa una brecha persistente entre los estudiantes con un alto nivel de competencia lectora y aquellos que enfrentan dificultades en este aspecto.

La falta de recursos educativos, el acceso limitado a la lectura y la atención insuficiente a las necesidades individuales son algunas de las causas de la baja comprensión lectora

Las causas detrás de las dificultades en la comprensión lectora son múltiples y varían entre países. Entre los factores recurrentes se encuentran la falta de recursos educativos, métodos pedagógicos desactualizados y la insuficiente atención a las necesidades individuales de los estudiantes. Además, el acceso limitado a la lectura fuera del entorno escolar también puede contribuir a las deficiencias en esta habilidad fundamental.

Según el último Barómetro CICLIP, en España cerca del 49% de las y los docentes de Educación Infantil y Primaria reconoce que sus alumnos leen 4 o menos libros al año, mientras que tan solo un 9% reconoce que leen más de 10 libros. Llama la atención que cerca del 25 % de los docentes afirman que en su centro no se dedica ningún tiempo, o se dedica menos de una hora semanal, al fomento de la lectura, más allá de las horas dedicadas a la asignatura de Lengua Española.

De acuerdo con los expertos Isaías Martin-Ruiz y María-José González-Valenzuela, esta escasa atención que se le otorga a la comprensión lectora en la escuela y al hecho de que, en general, estas destrezas se aprenden de modo asistemático e intuitivo, llevan a que los problemas en el desarrollo de la misma, y por extensión a la expresión a través del lenguaje escrito, se acentúen en la adolescencia.

Es habitual que los estudiantes deban comprender textos para aprender los contenidos académicos, pero parece más eficaz poner énfasis en la enseñanza explícita de los conocimientos y los procedimientos adecuados sobre cómo hacerlo. Como expone Gracia Jiménez Fernández, profesora titular en el Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada, «mientras a nadie se le ocurre pedirle a un niño que realice restas o una raíz cuadrada sin habérsela enseñado antes, en comprensión lectora le pedimos que elija el resumen que mejor explica un texto o que detecte información que no está explícita en el texto sin haberle explicado qué es un resumen o cómo se deduce esa información implícita».

Las consecuencias de la baja comprensión lectora son preocupantes, ya que impactan no solo en el rendimiento académico sino también en la participación activa en la sociedad. Nombrando de nuevo a Marina: «El que estemos perdiendo capacidad de lectura significa que estamos perdiendo capacidad de comprender. Por una parte, de comprender los argumentos, lo que nos somete a un régimen de eslóganes, consignas o exabruptos. Por otra, porque no tenemos las herramientas conceptuales, es decir lingüísticas, para redescribirnos la realidad, para contárnosla a nosotros mismos y comprenderla».

Es evidente que abordar la comprensión lectora requiere un enfoque integral y colaborativo entre educadores, padres y la sociedad en general. La inversión en recursos educativos, la actualización de métodos pedagógicos basados en la investigación y la promoción de entornos de lectura enriquecedores son pasos esenciales. Además, la implementación de programas de apoyo individualizado y la capacitación continua para los educadores son elementos clave en el camino hacia la mejora.

Fuente de la información e imagen:  https://ethic.es

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AMLO y el poder real

Por: Carlos Fazio

EL primero de julio,   millones de mexicanos salieron a votar, y si no hubo un fraude de Estado monumental, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) será el próximo presidente de la República. De no ocurrir nada extraordinario en el periodo de transición, el primero de diciembre próximo AMLO deberá asumir el gobierno. Pero en ese lapso, y aún más allá del mediano plazo, el poder seguirá estando en manos de la clase capitalista ­trasnacional.

Es previsible, también, que a partir de este 2 de julio, el bloque de poder (la plutonomía, Citigroup dixit), incluidos sus medios hegemónicos (Televisa y Tv Azteca, de Azcárraga y Salinas Pliego, ambos megamillonarios de la lista Forbes), y sus operadores en las estructuras gubernamentales (el Congreso, el aparato judicial, etcétera), escalarán la insurgencia plutocrática buscando ampliar sus privilegios y garantizar sus intereses de clase, y para seguir potenciando la correlación de fuerzas en su favor.

Más allá del ruido de las campañas, el proceso electoral transcurrió bajo el signo de la militarización y la paramilitarización de vastos espacios de la geografía nacional, y de una guerra social de exterminio (necropolítica) que elevó los grados de violencia homicida a límites nunca vistos en el México moderno, similares a los de un país en guerra (naturalizándose en vísperas de los comicios el asesinato de candidatos a cargos de elección ­popular).

Como recordó Gilberto López y Rivas en La Jornada, ese conflicto armado no reconocido es la dimensión represiva de lo que William I. Robinson denomina acumulación militarizada, cuya finalidad es la ocupación y recolonización integral de vastos territorios rurales y urbanos para el saqueo y despojo de los recursos geoestratégicos, mediante una violencia exponencial y de espectro completo que es característica de la actual configuración del capitalismo; el conflicto y la represión como medio de acumulación de la ­plutonomía.

Para ello la clase dominante hizo aprobar la Ley de Seguridad Interior. Y está latente, para su ratificación en el Senado, la iniciativa de Diputados de quitar el fuero al presidente de la República; la denominada estrategia de lawfare aplicada a Dilma Rousseff y Lula da Silva en Brasil, que implica el uso de la ley como arma para perseguir y destruir a un adversario político por la vía parlamentaria y/o judicial; una variable de los golpes suaves de manufactura estadunidense que podría revertirse contra AMLO.

Al respecto, y más allá de su giro hacia el centro y el rediseño de su programa de transición reformista −capitalista, democrático y nacional, con grandes concesiones al bloque de poder dominante−, la llegada de López Obrador al gobierno pudiera implicar, en principio, una ralentización o respiro (Galeano dixit) a la tendencia del mentado fin de ciclo progresista y restauración de la derecha neoliberal en América Latina.

El impulso de una nueva forma de Estado social, sin ruptura frontal con el Consenso de Washington, significará, no obstante, un cambio en la correlación de fuerzas regionales y tendrá tremendo impacto en los pueblos latinoamericanos. Por ello no es para nada inocente –o simplemente centrada en la profundización de las políticas de cambio de régimen en Venezuela y Nicaragua− la reciente gira neomonroísta del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, por Brasil, Ecuador y Guatemala.

Cabe recordar el inusualmente crítico editorial del Washington Post del 18 de junio, que asumió como suficientemente creíbles los nexos de colaboradores cercanos de López Obrador con los gobiernos de Cuba y Venezuela, y las declaraciones del senador republicano John McCain, tildando a AMLO como un posible presidente izquierdista antiestadunidense y las del actual jefe de gabinete de la administración Trump, general (retirado) John Kelly, quien afirmó que López Obrador no sería bueno para Estados Unidos ni para México.

Según asesores de política exterior de AMLO, ante Washington, su gobierno antepondrá la defensa a ultranza de la soberanía nacional; revisará el marco de la cooperación policial, militar y de seguridad (DEA, CIA, ICI, Pentágono, etcétera), y bajo la premisa de que la migración no es un crimen, incrementará la protección de los connacionales irregulares, como si fuera una procuraduría ante los tribunales de Estados Unidos. También revisará los contratos petroleros y de obra pública. Lo que sin duda traerá fuertes confrontaciones con la Casa Blanca y la plutocracia internacional.

Como dice Ilán Semo, en México la Presidencia de la República encierra potencialidades simbólicas insospechadas; una suerte de carisma institucional. No importa quién la ocupe, incluso a un inepto (pensemos en Vicente Fox), el cargo le trasmite un aura: es el Presidente. Tras la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana, AMLO quiere trascender a la historia como el hombre de la cuarta transformación. Pero para ello se necesita un cambio de régimen e impulsar grandes saltos en la conciencia política de los sectores populares; sin un pueblo organizado y movilizado tras un proyecto de cambio radical y profundo, no hay carisma que alcance.

*Fuente: http://www.jornada.com.mx/2018/07/02/opinion/027a1pol

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“Mi escuela es formidable porque no hay reuniones”: ¿Dónde quedan los procesos participativos?

Por: Jaume Martínez Bonafé

Si cuando voy a la reunión del Claustro ya sé que nada va a cambiar, porque todo discurre en el interior de un campo de juego marcado por adelantado, es muy difícil ilusionarse por lo que aún se desconoce.

En una conversación con maestras y maestros de enseñanza primaria alguien dijo: “!Mi escuela es formidable porque casi no se hacen reuniones!”. ¿Qué le ha pasado a la democracia, al sentido original de la participación, al deseo en la construcción de lo público, para que nos aburran las reuniones?

No seré tan cínico como para dejar solo en la boca de aquel colega lo que a mí mismo me ha sucedido al vivir con resignación y hastío muchas de las convocatorias a reunión de Consejo de Departamento. La cuestión, por tanto, más allá de las actitudes de cada cual, es si los procedimientos de los que nos dotamos en los procesos participativos responden realmente a la construcción de un proyecto público o simplemente sostienen lo que es puramente formal: una democracia de consumo, algo ya construido para que no sea necesario soñarlo de nuevo.

Me parece imposible pensar, enriquecer, mejorar la escuela pública, hacer más pública la escuela pública, si no nos dotamos de procesos de discusión y toma de decisiones en los que la pluralidad real de la vida social se sienta reconocida, y los significados diversos con los que dotamos de sentido a nuestras prácticas no puedan ser conocidos y contrastados.

Somos sujetos políticos, sujetos sujetados, pero sujetos, con capacidad para la construcción del proyecto público de educación. Cuando se reduce, se niega, o se pervierte el sentido original de nuestra participación, se nos traslada a la condición de objeto, se nos impide sabernos, sentirnos sujetos. Me parece que el 15 M fue una clara manifestación de la indignación por el proceso progresivo de reduccionismo de nuestra capacidad de ser sujeto, de nuestra capacidad de poder y querer protagonizar la política, todos los sentidos cotidianos de la política.

Ustedes me disculparán este rollo, pero no puedo entender la escuela, la escuela que es de todos y todas, y que está hecha por todas y todos, no puedo entender ese espacio público común, dialógico y plural, sin la voluntad de participación activa y consciente de todos y todas. Por eso no sería mala idea que a quienes el asunto nos preocupa echáramos un vistazo, bueno, un vistazo en profundidad, a los mecanismos y dispositivos que poco a poco pervierten y dificultan la política viva, la política de la participación real en la escuela.

Apunto algunas cuestiones, que podrán estar presentes en ese análisis. La primera, la institucionalización burocratizante de la práctica. Recuerdo aquella escuela que hacía asambleas con los chavales los viernes por la tarde, y decía que practicaba la pedagogía freinet, mientras la vaciaba de significado. La segunda, la tecnologización de la experiencia educativa: un día le pedí a un colega de la Facultad sus horas de la tarde para hacer una salida a la ciudad con mis alumnos, y me dijo que me las cedería encantado pero tenía mucha dificultad porque le rompía su programación que desde el inicio de curso cumplía a rajatabla. La tercera, la profesionalización del expertismo. Nunca olvidaré la transformación de aquel despacho en el que originalmente se reunía un equipo de maestras en formato de dirección colegiada de la escuela, y acabó en desierto solitario de un barbudo que aportó sus titulaciones y diplomas para optar a la nueva dirección de la escuela. Cada cual puede proseguir su particular listado. Yo apuntaré una última cuestión: el sentido de la política y la participación: la política como eje de las transformaciones sociales o la política como negación de esas transformaciones, quedando en un plano puramente instrumental y técnico. Si cuando voy a la reunión del Claustro ya se que nada va a cambiar, porque todo discurre en el interior de un campo de juego marcado de antemano, es muy difícil ilusionarse por lo que todavía se desconoce, por lo que todavía puede ser posible.

Claro que el asunto problemático de la democracia real y la participación activa no está solo dentro de la escuela. También habrá que leerlo en otros planos o espacios institucionales. Si las leyes educativas se hacen al margen de la opinión, la experiencia, y el saber de los maestros y las maestras, de los padres y las madres, de los niños y las niñas, no me digan luego que esperan de estos sectores de la sociedad civil una ilusionada participación en la implementación y desarrollo de esas leyes. Algo de esto creo que se está recordando en la llamada Subcomisión para el Pacto Educativo. A ver si se hace posible.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/05/25/mi-escuela-es-formidable-porque-no-hay-reuniones-donde-quedan-los-procesos-participativos/

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