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Investigar y difundir innovaciones curriculares

Por: Jaume Martínez Bonafé

  • El currículum exige un debate en profundidad. Un debate social que clarifique las urgencias sobre los saberes básicos que nos ayuden a comprender el mundo y saber vivir en él de un modo cuidadoso y solidario. La cuestión, aquí y ahora, es si encontramos espacios y formas de concretar posibilidades de transformación del currículum implicando en ese proceso al profesorado

El currículum es un texto que concreta la selección cultural para el trabajo en el aula. Ese proyecto cultural es también un código pedagógico que estructura las posibilidades y los límites del trabajo docente. El diseño del currículum nos decía Stenhouse, puede ser una importante estrategia de transformación de la práctica de la enseñanza. En el Foro de Sevilla hemos defendido en diferentes documentos y manifiestos un cambio curricular que simplifique y clarifique el nivel prescriptivo, eso que llamamos Marco Curricular, y facilite desarrollos curriculares diversos que concreten el currículum en función de realidades igualmente diversas con metodologías variadas. Hasta ahora lo que encontramos en el nivel prescriptivo, acompañando una absurda sobrecarga de contenidos, es una compleja parafernalia terminológica que parece cambiar en función de modas antes que, de investigaciones, con el resultado de incrementar la presión al profesorado, burocratizar la práctica y pervertir el sentido original y la fuerza real de los conceptos empleados. Mientras tanto el libro de texto hegemoniza el desarrollo del currículum de un modo uniforme y uniformizador.

El currículum exige un debate en profundidad. Un debate social que clarifique las urgencias sobre los saberes básicos que nos ayuden a comprender el mundo y saber vivir en él de un modo cuidadoso y solidario. Y un debate sobre cómo estructuramos en forma de currículum el proyecto cultural. Hasta ahora la fragmentación disciplinar, separada de la experiencia cotidiana, en nada ha ayudado a un proyecto educativo humanizador. Por otra parte, al separar el Marco Curricular de los otros espacios de concreción e implementación curricular, separamos también, dejamos en of side la posibilidad de que el currículum constituya un motivo o provocación para el desarrollo profesional docente, poniendo al maestro y a la maestra en situación de meros aplicadores de un texto en cuya creación no han participado. Eso no es nunca bueno ni para el profesorado, ni para los y las aprendices, ni para el proyecto cultural de una sociedad avanzada y sensible a las complejidades, contradicciones e incertidumbres con las que nos enfrentamos. Al contrario, estas situaciones necesitan un profesorado fuertemente implicado socialmente en los procesos de transformación y profesionalmente empoderado. Pero de esto nos hemos ocupado ya en otras varias ocasiones.

La cuestión, aquí y ahora, es si encontramos espacios y formas de concretar posibilidades de transformación del currículum implicando en ese proceso al profesorado. Sabemos que, en algunos centros escolares, a pesar del proceso creciente de colonización neoliberal del puesto de trabajo docente, se están elaborando e investigando proyectos y alternativas curriculares rechazando el libro de texto y usando modelos integradores frente a la separación disciplinar. Sin embargo, esos esfuerzos quedan en muchas ocasiones en el marco reducido del propio centro. Es necesario recoger, evaluar, inventariar y difundir las investigaciones y elaboraciones de proyectos y materiales curriculares promovidos por el propio profesorado en los centros, así como recopilar y analizar antiguas experiencias. No partimos de cero en cada curso ni las innovaciones curriculares deben esperar al experto académico que diga la suya.

En el Foro de Sevilla nos hemos ocupado recientemente de la discusión sobre la creación de un Centro de Investigación y Desarrollo Curricular que se ocupe de conocer los esfuerzos que ya se están dando desde espacios de renovación pedagógica para el cambio curricular.

Transcribo a continuación el documento sometido a debate, con la intención de ampliar la discusión y facilitar estrategias que concreten la investigación y el cambio curricular.

Creación de un Centro de Investigación y Desarrollo Curricular

La sociedad se enfrenta a problemas nuevos y no se pueden aplicar soluciones viejas. Urge la necesidad de desarrollar el respeto a la vida y la dignidad humana como patrón ético de medida en la relaciones personales, grupales, sociales, interculturales, y comunitarias. Los problemas vitales deben formar parte del currículum que debe acudir a la urgencia de lo esencial: aprender a pensar la complejidad sin reduccionismos, desde el contexto y la globalidad planetaria, dotando al ser humano de capacidades para saberse sujeto activo con posibilidad para intervenir en la transformación y la mejora de la sociedad y del mundo que le rodea. Un currículo anclado en el territorio, con actividades ligadas al entorno próximo y contenidos comprometidos con la sostenibilidad, el mantenimiento de la vida y la ética ecosocial.

Una tarea de construcción democrática es el debate del currículo con la comunidad educativa y social, porque se reconoce que en la selección cultural y el conocimiento producido se proyectan numerosas batallas sociales sobre las prioridades dentro de la escuela. Un currículo diversificado e integrador debe formar a una ciudadanía crítica de personas conscientes, para lo que necesitamos incluir saberes que estén contextualizados, tengan sentido y sean revisables, discutibles y que permanezcan sujetos a crítica. El desafío cultural reside en proporcionar una educación integral que reúna e integre el conocimiento de las ciencias y de sus aplicaciones tecnológicas, las humanidades, las ciencias sociales, las artes, sin despreciar los saberes populares y los que componen la vida cotidiana, de forma que sirva al cuidado de las personas, de la naturaleza y de la vida comunitaria… que facilite la deliberación de problemas controvertidos y ayude a comprender el medio en el que se habita. Recuperando los saberes olvidados o marginados muchas veces: el mundo rural, la experiencia y las perspectivas de las más desfavorecidas, los problemas de la vida cotidiana y urbana… para hacer un currículum más comprensivo, más inclusivo y más representativo.

“Luz en la oscuridad” de Manuel Pérez Báñez. Plumilla, tinta y acuarela/papel 21,5 x 27,9 cm.Si el currículum debe ser discutido y no existiendo una cultura política desarrollada de debate sobre estas cuestiones, es necesario un marco curricular amplio y flexible, sometido a la evaluación y el control público. Un Centro de Investigación y Desarrollo Curricular independiente y plural, facilitaría esta tarea de definición del marco curricular, introduciendo a la vez la democratización y la pluralidad en el desarrollo del currículum. Facilitaría también procesos que permitan actualizar la propuesta de selección de contenidos en función de las variaciones que se producen en los ámbitos científicos, pero también de las circunstancias y situaciones sociales por las que atraviesa la sociedad.

Frente a una definición exhaustiva y cerrada del currículum podría pensarse en un marco amplio que se iría concretando con desarrollos metodológicos diversos basados en investigaciones y experiencias del profesorado, facilitadas por medio de concursos públicos, que una vez valoradas podrían constituir referentes de proyectos curriculares, así como a través de observatorios de prácticas habituales de enseñanza generadas en entornos innovadores.

Pero ¿qué podría ser el Centro para la Investigación y el Desarrollo del Currículum? Una institución independiente, con coordinación de ámbito estatal, con funciones de investigación, elaboración, desarrollo, implementación y evaluación de proyectos y materiales curriculares. Su misión fundamental es promover la innovación y el cambio curricular ligado al perfeccionamiento docente, la mejora de la calidad de la enseñanza y los aprendizajes del alumnado.

¿Quién lo debería componer? En tanto que institución independiente de la Administración estaría dirigida por un Consejo Rector donde estén representados de un modo igualitario y democrático diferentes elementos institucionales y organizativos: Universidad, Administración Educativa, Sindicatos de Profesores y Profesoras, Movimientos de Renovación Pedagógica, Asociaciones de Padres y Madres, Asociaciones de Estudiantes. Las personas que constituyen el Consejo Rector deberán acreditar una trayectoria, experiencia y posición en esos sectores que les haga tener criterio de interés para formar parte del mismo. La dirección técnica del centro debe ser elegida por el Consejo Rector mediante concurso público, donde presenten sus méritos e ideas; entre funcionarios y personal contratado de las administraciones.

¿Cómo podría funcionar? Es un organismo autónomo, con estatutos aprobados en el BOE, sustentado además jurídicamente en el articulado de la LOMLOE, en donde se recojan sus características de gestión autónoma y de dirección participada. Recibe apoyo económico y de infraestructura de la Administración Educativa, pudiendo establecer también convenios de colaboración con otras Administraciones e instituciones y concurrir a convocatorias públicas de investigación.

Con un criterio descentralizador puede ubicarse en diferentes sedes territoriales, en las que se dispone de espacios de formación, biblioteca, fichero informático, inventario y muestrario de proyectos, base de datos de materiales y experiencias de innovación, etc. El Centro recoge datos, planifica, desarrolla y promueve, en estrecha relación dialogada con los responsables de las administraciones educativas estatal y autonómicas, programas alternativos que servirán de ejemplo y orientarán las decisiones del profesorado, de las administraciones y de la comunidad educativa. Experimenta y evalúa en las escuelas la puesta en práctica de los proyectos y materiales nuevos, y organiza actividades de formación permanente en conexión con los programas de investigación y desarrollo curricular. Sus actividades, aprobadas por el Consejo Rector, se encargan a grupos interdisciplinares de profesorado-investigadores e investigadoras de diferentes niveles del sistema. Dispone de personal propio básicamente de dirección técnica profesionalizada y altamente cualificada, servicios de administración, gestión y secretaria.

Esto es un apunte, una posibilidad. Su desarrollo verdadero dependerá de la voluntad y capacidad política para impulsarlo. La memoria nos dice que cualquier intento por parte de la Administración Educativa de gestionar en exclusiva iniciativas de este tipo además de modificar el sentido original puede perder toda la fuerza real para impulsar el cambio.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/porotrapoliticaeducativa/2020/11/09/investigar-y-difundir-innovaciones-curriculares-foro-de-sevilla/

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Escuelas y pedagogías con memoria

Por: Jaume Martínez Bonafé

  • ¿Qué nos pasa en la escuela y en las políticas educativas de la escuela para que se mantenga una ruptura epistemológica tan profunda entre los modelos rígidos de las administraciones y las investigaciones, desarrollos teóricos y potentes experiencias de renovación pedagógica?

¿Imaginan un hospital en el que cada cambio de Gobierno o cambio en la Consejería de Sanidad, o en la Dirección General, o en la dirección del hospital, suponga partir de cero otra vez, iniciar nuevos protocolos, definir de nuevo los conceptos nucleares de cada especialidad médica? Además de estúpido y caro pondría en peligro nuestra salud.

Damos por supuesto, al entrar en el hospital, que el conocimiento acumulado, la investigación, los debates profesionales, el intercambio de publicaciones, congresos y reuniones, van haciendo crecer un saber acumulado que nos da confianza en el cuidado y la cura. También conocemos que ese saber ha ido sufriendo transformaciones, en muchos casos profundas, relacionadas con el avance de la investigación pero seguramente relacionadas también con las políticas sanitarias, presupuestos etc. Y sabemos, además, que en algunos hospitales los equipos médicos de cierta especialidad destacan por el avance en sus investigaciones con lo que llegan a ser considerados por los otros colegas unidades de referencia, a las que se tiene en cuenta y de las que se aprende.

En resumen, parece que la actividad profesional hospitalaria tiene memoria. ¡Ah! y otra cosa: imagino que si los y las profesionales cambian la conceptualización, un modo de nombrar, cambia con ello la práctica de referencia. Es decir, no cambian el lenguaje para dejar las cosas como estaban. La doctora no pide un TAC con contraste para que le entreguen la lámina de rayos X de toda la vida, con etiqueta nueva.

Pues vengo aquí con el caso de la sanidad hospitalaria para invitar a reflexionar sobre porqué en la escuela y en las políticas educativas de la escuela el comportamiento institucional es tan diferente. ¿Cuál es la memoria de la escuela? ¿Qué acumulación de saberes docentes ha venido provocando cambios sustanciales en el desarrollo del curriculum?

Sabemos que hay escuelas en las que el equipo pedagógico logró liberarse de los encorsetados códigos curriculares para ensayar, desde la cooperación y la investigación-acción, formas de enseñanza en las que el proceso de aprendizaje y no la estructura de las disciplinas es la que gobernaba el desarrollo curricular. Sabemos que hay escuelas que, frente a la lógica de la fragmentación disciplinar, trabajan con un conocimiento situado, integral, anclado en el territorio y el diálogo de saberes ¿Qué aprendimos de estas experiencias? ¿Dónde quedó inventariado ese conocimiento? ¿Qué nuevos escalones pudimos ensayar a partir de los peldaños subidos? Sabemos que el conocimiento humano es globalizador, que no se desarrollan capacidades intelectuales al margen de la resolución de problemas, que la vida cotidiana del niño y de la niña es el punto de partida si queremos posibilitar la reconstrucción crítica del conocimiento experiencial construido en ese contexto de lo cotidiano, pero esto lo sabemos desde hace mucho tiempo y son saberes de la profesión docente fundamentados en investigaciones y experiencias de autorías relevantes. ¿Hace falta citar a Dewey, a Bruner, a Freire, a Freinet, a toda la corriente de la Escuela Nueva, a Stenhouse? ¡El siglo pasado! Sin embargo, en algunos recientes debates profesionales a los que he podido asistir alguna de estas ideas se reciben no ya como novedad sino como un deseo inalcanzable.

¿Qué nos pasa en la escuela y en las políticas educativas de la escuela para que se mantenga una ruptura epistemológica tan profunda entre los modelos rígidos de las administraciones y las investigaciones, desarrollos teóricos y potentes experiencias de renovación pedagógica? ¿Y qué justifica la ignorancia o el desprecio hacia experiencias innovadoras con éxito cuando se diseñan las prescripciones curriculares? ¿Se acuerdan del ejemplo del TAC y los rayos X? Pues es como si el Conseller dice que la escuela del siglo XXI bla, bla, bla y luego financia la gratuidad del libro de texto, sin ocuparse ni preocuparse por otras experiencias alternativas que ejemplifican desde metodologías muy diversas desarrollos curriculares innovadores.

Imaginen una escuela y un gobierno de la escuela en el que los posibles cambios y mejoras se corresponden con un modelo de educación pública discutido públicamente. Una escuela y un gobierno que saben que su propuesta cultural para definir el marco curricular no es neutra y la saben defender en la esfera pública (no es lo mismo un ministro de Ëducación del Opus que un ministro o una ministra ilustrada defensora de la laicidad). Pero esa escuela y ese gobierno respetan que el desarrollo de lo definido en el marco curricular está en manos de un profesorado investigador, formado y preparado para tomar en sus manos el proyecto de innovación y mejora, sabiendo que hay memoria, investigación sobre la memoria y un potente banco de experiencias de innovación inventariadas, en las que poder apoyar las suyas. Imaginen.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/09/24/escuelas-y-pedagogias-con-memoria/

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Un debate sobre los contenidos del curriculum. ¿Qué saberes son socialmente necesarios?

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Resistir (y actuar) desde la pedagogía, en la emergencia

Jaume Martínez Bonafé

Este no es un texto que repite las dolorosas estadísticas de países afectados, personas infectadas y muertes, que están resultando de la pandemia que hoy nos tiene confinados a millones de seres humanos en el mundo y que tiene igualmente a otros cientos de miles, dando respuesta (incluso de manera precaria, en distintas latitudes) desde el sector salud, los cuerpos de socorro y de seguridad de los Estados. Optamos por evitar referimos a los cientos de políticos que hacen frente (o no), desde múltiples maneras, lo que nos acontece: el desastre. Y utilizamos ese agreste sustantivo porque así debe nombrarse la situación, según reza uno de los protocolos de la Red Interagencial para la Educación en Situaciones de Emergencia (INEE), la cual tiene definidas diversas recomendaciones de actuación urgente, para los entes gubernamentales del mundo y que ahora nos parece oportuno recordar. Revisando de manera prioritaria, por ejemplo, las Normas mínimas para la educación [en situaciones de emergencia]: Preparación, respuesta, recuperación (INEE, 2010).

Queremos referirnos críticamente a que, justo ahora, cuando la tormenta arrecia, muchos de nosotros: maestros y maestras, profesorado, personas en la investigación y en la Administración de todos los niveles educativos, en situación de encierro voluntario u obligado, nos hallamos en la desesperada tarea de intentar “salvar” los calendarios, cumplir los programas de curso, realizar virtualmente evaluaciones de las asignaturas e, incluso, presentar informes ejecutivos a la Administración, desde nuestras casas. Tal vez con la aspiración de que perviva un sentimiento de normalidad en nuestras vidas y que, por lo menos, la educación y las formas clásicas de funcionamiento del sistema educativo continúen con cierta regularidad, cuando ya nada es normal. Rezagos quizá, de históricos afanes por la eficiencia y la eficacia, anidados en nuestros sistemas educativos del mundo, productores de identidades neoliberales que, entre otras cosas, nos hicieron olvidar muchos de los presupuestos básicos de la educación, como tarea de construcción de relaciones humanas.

Pero no obstante el escenario, creemos sensato, desde nuestro lugar en la pedagogía, como sujetos críticos, llamar la atención de todo el sector educativo sobre un necesario alto al cumplimiento de deberes por vía virtual, para volver a lo básico en educación, nuestra labor por excelencia: acompañar y educar al prójimo, a nuestros estudiantes, familias y sociedad en general. Pedimos solidariamente un alto en los afanes de pretendido cumplimiento del currículum diseñado antes del desastre, para volver a lo necesario: la construcción de relaciones entre docentes y discentes para pensarse en la contingencia y allí, en el escenario fuera del aula, en casa, podamos reflexionar sobre nuestro papel en el planeta y nuestras responsabilidades con el cuidado de sí, del otro y de la madre tierra. ¿Qué es lo importante, ahora, qué necesitan desde la educación los niños y las niñas más necesitados? ¿Cómo facilitamos su derecho a la educación, que es algo más que cumplir virtualmente -quienes puedan hacerlo- con las tareas disciplinares?

La buena nueva de hoy es que no empezaremos desde cero, como lo decíamos desde el inicio; ya se han previsto desde distintos organismos y desde diferentes experiencias de desastre natural, conflicto armado e, incluso, epidemias en varios países y comunidades del mundo, protocolos de actuación desde las administraciones educativas y, por supuesto, desde los colectivos profesorales y estudiantiles para sumar, desde la pedagogía, a la solución y rescate de la vida humana, con su protección de derechos, bienestar y salud física y mental. Porque si otrora se pensaba que “… la ayuda humanitaria se limitaba a proporcionar alimento, refugio, agua, saneamiento y atención de la salud. […] se ha reconocido la importancia de la educación para mantener y salvar vidas y hoy en día se considera vital la inclusión de la educación dentro de la respuesta humanitaria” (Normas mínimas de la INEE, 2010).

Ahora bien, por extraño que parezca, en muchos lugares del mundo se habían quedado varias de estas disposiciones como mera prescripción curricular o recomendaciones para hacer en un futuro que no esperábamos, sin que hayamos desarrollado, en su momento, las suficientes traducciones e interpretaciones pedagógicas, didácticas, curriculares y evaluativas de lo que debimos hacer en los centros educativos e, incluso, en nuestros movimientos y organización profesoral. Reconociendo también que varias entidades, fundamentalmente desde el voluntariado, tienen múltiples experiencias de atención y ayuda humanitaria desde la educación y la pedagogía. Pero no es hora de volver sobre lo no hecho, sino pensarnos y actuar en el presente, que creemos que no puede continuar llevándonos a tratar de sostener virtualmente y desde el encierro la continuidad de un sistema que fue pensado fundamentalmente para la presencialidad y el cercano contacto humano.

Creemos que es hora de sacudirnos el miedo y agobio que nos ha paralizado, para pensar entre todos y todas, con sensatez, cuál es nuestro papel y posibilidades de actuación en la contingencia. Y desde la pedagogía y la educación, apoyar(nos) en este desastre. Señalan las orientaciones para atención de este tipo de situaciones críticas, en los sistemas educativos, que existen diferentes acciones pensadas y desarrolladas por cada uno de los actores y responsables de los procesos de formación. Atendiendo aspectos como: enseñanza y aprendizaje en el confinamiento (y después de este), acceso a la educación y ambientes de aprendizaje, formación y atención a maestros y otro personal educativo, así como también la importancia de configuración de políticas educativas.

Para todo lo anterior, recomendamos echarle nuevamente una mirada a las Normas mínimas para la educación: preparación, respuesta y recuperación de la INEE (2010) y otras prescripciones educativas nacionales e internacionales, que nos dan pistas para actuar. Destacando que deberá ser igualmente el profesorado quien interprete y resignifique, junto con las administraciones educativas, las formas de respuesta, precisamente porque queda evidenciado nuevamente que, si los problemas son de todos, las soluciones las construimos todos.

Invitamos a salirle al paso a nuestro encierro y a las lógicas de obsesión por la eficiencia y de cumplimiento de objetivos burocráticos. Para que volvamos a recuperar nuestro tejido social y profesional, como educadores e investigadores de la educación, no simplemente como reproductores del currículo, sino como sus transformadores, un currículum ahora para la emergencia en donde se priorice más allá de los contenidos clásicos o programados antes de la crisis, con una vuelta a la experiencia de nosotros mismos y nuestros estudiantes, como sujetos con autonomía. Replanteándonos con urgencia qué es lo verdaderamente relevante en cuanto a contenidos, qué podemos tratar con nuestros estudiantes y, por supuesto, cómo nuestras áreas de conocimiento sirven para pensar y atender nuestras vivencias de encierro y el desastre global en general.

Con todo lo anterior, tenemos claro que, si los cuerpos del personal de salud están en la primera línea de atención social y vital, en su pleno momento de actuación, debemos prepararnos como docentes en medio de esta emergencia, para continuar reconstituyendo y preservando lo que somos socialmente: educadores, quienes recuperan heridas de otro tipo, educando ahora y también luego, posterior al desastre, desde el compromiso crítico de participar activamente en la solución. Y así como lo dijera Federico García Lorca: “Esperando el nudo se deshace y la fruta madura”. Tenemos claro que la educación es hoy, más que nunca, esperanza de futuro.

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Fuente:https://eldiariodelaeducacion.com/2020/04/16/resistir-y-actuar-desde-la-pedagogia-en-la-emergencia/

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Educación (popular)

Por Jaume Martínez

En el reciente debate de investidura el diputado de Compromís Joan Baldoví se dirigía a las bancadas de la derecha aconsejándoles “una cosa que se da en la escuela y que se llama educación”. Durante la Cabalgata de las Magas Republicanas en la ciudad de Valencia, una tradición que enraíza en 1937 y provoca el encuentro festivo de gran parte de asociaciones culturales y movimientos sociales del Pais Valencià, un grupo de la extrema derecha insultaba y profería gritos entre las llamadas al diálogo y el reconocimiento de las múltiples diferencias con las que hemos de convivir día a día. Era espantosamente triste ver y escuchar que mientras Al Tall cantaba la emblemática canción Tío Canya este grupo hacía sonar el zumbido permanente de una desagradable vuvucela, ese instumento molesto incluso en los estadios de futbol. Como igualmente triste y espantoso era observar que mientras se intentaban construir moixerangas, unas danzas y torres humanas tradicionales que finalizan encabezadas por un niño o una niña de 4 0 5 años, el citado grupo que se hacía sombra con las banderas de España mandaba gritos e insultos hacia los niños.

Traigo la noticia a colación para corregir cariñosamente al esforzado compañero Baldoví, que mandaba a la derecha a la escuela. Yo creo que la educación está y debe estar también en la calle. Hay muchos ejemplos de pedagogías populares que muestran con su presencia en la calle que la ciudad puede ser otra cosa; y que los ciudadanos y ciudadanas que la habitamos somos sujetos empoderados y libres que mostramos nuestra capacidad pública para construir y compartir cultura. La misma Cabalgata es una muestra de que en muchos barrios de la ciudad hay sociedades musicales, artísticas, culturales, deportivas, que dan al barrio vitalidad y coraje para enfrentarse a ese proyecto neoliberal que consiste en separarnos, individualizarnos, colonizando nuestro tiempo y formas de relación. Y salen a la calle precisamente para educar, es dedir, para ayudarnos a pensar juntos sobre nuestra historia, nuestra traidición, nuestra memoria y nuestro futuro.

Durante la dictadura franquista se desarollaron en diferentes lugares del estado español experiencias de educación popular. Desde algunas asociaciones vecinales se proponían prácticas educativas basadas en la oposición y resistencia a los procesos con los que se gestaba la dominación en los diferentes espacios de socialización, recuperando desde los barrios el sentido gramsciano de contrahegemonía. Los vecinos y vecinas, mujeres y hombres que desde aquellos movimientos sociales impulsaban proyectos de educación popular, sabían que aquello por si solo no derrotaba la dictadura ni cambiaba el mundo, pero también sabían que sin esa educación emancipadora, crítica, constructiva, el mundo no iba a cambiar.

Por eso, aunque me parece bien que Baldoví mande a la derecha a la escuela –una escuela que debería tener más tiempo curricular para esa educación ciudadana, crítica y empoderadora, y menos para la fragmentación y la desconexión de la vida-, creo que es importante reconocer el esfuerzo educativo de los movimientos sociales para hacer visible en las callles de la ciudad otras formas de entender la cultura.

¿Saben ustedes cómo informó la televisión de la noticia de la Cabalgata? Pues ni una palabra sobre los divertidos pero al tiempo críticos discursos de las Magas, nada tampoco sobre las diferentes manifestaciones culturales que se sucedieron. Solo unos segundos para contar que un grupúsculo de la derecha se manifestó en contra de la cabalgata republicana. Otra oportunidad perdida para hacer del acontecimiento, pedagogía popular.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2020/01/15/educacion-popular/

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PIN parental, no gracias

Por: Jaume Martínez Bonafé

Un partido político de extrema derecha viene impulsando una campaña llamada “pin parental”. El temor de estos herederos de las esencias de Don Pelayo es que el hijo o la hija “puedan ser adoctrinados en la ideología de genero”.

Un partido político de extrema derecha viene impulsando una campaña llamada “pin parental” en la que reclama a los directores de los colegios “solicitud de información previa y autorización expresa”, para poder desarrollar contenidos curriculares sobre “cualquier materia, charla, taller o actividad que afecte a cuestiones morales socialmente controvertidas o sobre la sexualidad…”. El temor de estos herederos de las esencias de Don Pelayo es que el hijo o la hija “puedan ser adoctrinados en la ideología de genero”.

No dedicaré una sola línea a argumentar sobre la enorme impregnación ideológica de los curricula escolares. Los análisis sobre los contenidos en los libros de texto vienen mostrando que el arquetipo viril, la mirada eurocéntrica, los modelos sociales consumistas, las economías desarrollistas, insostenibles y antiecológicas, el clericalismo, o una interpretación restrictiva de la sexualidad, entre muchos otros vectores ideológicos motrices del patriarcado y el capitalismo, están presentes en los textos escolares. Presencias sobre las que el partido que lideran unos señores que van a caballo ni se ocupa ni se preocupa.

Sin embargo, la inquietante propuesta de este partido conservador me ha provocado el recuerdo de un emblemático proyecto curricular en el Reino Unido durante los años 60: el Humanities Curriculum Project. Precisamente aquella propuesta curricular que lideraba Lawrence Stenhouse, en contra de lo que se propone ahora por la extrema derecha, asumía que la escuela debe tomar en sus manos el estudio, la discusión y el análisis de las cuestiones humanas controvertidas. La idea central de este proyecto curricular era que los temas controvertidos deben ser tratados en clase desde el diálogo reflexivo y el uso de documentación, fuentes primarias y secundarias, que nos ayuden a comprender la divergencia, protegiendo los diferentes puntos de vista de la alumnado.

Mi estudio del HCP y de la obra de Stenhouse me ayudó a preguntarme sobre el sentido del conocimiento seleccionado en el curriculum, sobre las políticas de esa selección y sobre las posibilidades que abre o cierra en un sentido emancipatorio. Siempre he cuestionado la parcelación curricular y una forma prediseñada y empaquetada del curriculum que alejaba al sujeto aprendiz –pero también al sujeto docente– de su experiencia particular, de las problemáticas vividas en el cotidiano, y que hacían más difícil el análisis, la comprensión integral y la lectura crítica de la experiencia vivida. La propuesta de Stenhose, basada en centrarnos en los asuntos humanos que preocupan en cada momento, ayudaba precisamente a que siendo preocupantes y de actualidad, pudiéramos dotarnos de competencias para su comprensión, democratizando la institución escolar con el cultivo de un conocimiento crítico que ayude a mejorar la sociedad.

En nuestro contexto, el Humanities Curriculum Project fue conocido a mediados de los años 80 durante las diferentes políticas de reforma curricular que se intentaron. Le acompañaba la idea de que el profesor debía convertirse en un investigador del currículum y problematizador de su propia práctica. A aquello no se le hizo mucho caso y continuó hegemonizando el currículum la fragmentación disciplinar y el libro de texto. Sin embargo, hay profesoras y profesores que siguen impulsando el debate, el diálogo constructivo, facilitando que el aula pueda convertirse en un laboratorio de ciudadanía democrática. No lo tenían fácil antes de que llegaran estos señores a caballo. Pero ahora, con estas ocurrencias del “pin parental” tendrán que generar nuevas estrategias para continuar trabajando con el alumnado el pensamiento reflexivo y crítico. Al fin y al cabo, entrenamiento en encontrar alternativas a la burocracia autoritaria tenemos de sobra.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/11/19/pin-parental-no-gracias/

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Mapa escolar de Valencia, segregación y caza de brujas

Europa/España/04-10-2019/Autor: Jaume Martínez Bonafé/Fuente: eldiariodelaeducacion.com

Por: Jaume Martínez Bonafé

El año 2017, la Universidad de Valencia y la concejalía de Educación del Consistorio valenciano firmaron un convenio con el fin de realizar un estudio para analizar el sistema educativo en la ciudad, en las etapas de educación infantil, primaria y secundaria obligatoria. Y la Universidad creó un grupo interdisciplinar que estuvo trabajando durante dos años en lo que finalmente se ha conocido como el ‘Mapa escolar de Valencia’. Los resultados se hicieron públicos en mayo, y no podían ser más reveladores: los datos indican la escasa oferta educativa de carácter público, la desigualdad de oportunidades educativas en los diferentes distritos de la ciudad, la falta de transparencia en los criterios sobre los que se justifica la zonificación escolar y cómo se llegan a incrementar estas desigualdades en algún caso. Se ha hecho una labor de análisis ingente y se han puesto los datos a disposición de la ciudadanía. Unos datos que, en síntesis, dejan unos indicios claros de que las desigualdades educativas se están financiando con dinero público.

Los resultados de la investigación denuncian también algunas posibles irregularidades detectadas en los procesos de admisión a los centros escolares en los últimos diez años, así como ineficiencias de la normativa vigente. Los informes presentados ponen el dedo en la llaga del desigual trato que los sucesivos gobiernos valencianos han dado en las redes de colegios públicos y concertados de la capital valenciana. En los mismos informes también se realizan propuestas que, según el criterio del grupo investigador, permitirían mejorar algunas de las desigualdades e irregularidades detectadas.

Desequilibrio en la distribución del alumnado

Para explicarlo rápidamente, el estudio (aún no finalizado) deja claro que, en la ciudad de Valencia, el 56,33% del alumnado de infantil y primaria se escolariza en las escuelas concertadas, si bien a ellas acude únicamente el 28,46% del alumnado extranjero. La escuela pública escolariza al 71,54% del alumnado extranjero, aunque en sus aulas asiste el 43,67% de la población escolar.

Por distritos, los que muestran una mayor desigualdad son Poblados Marítimos (en la concertada del alumnado extranjero es el 4,63% frente al 20,86% de la pública); Benicalap (8,49% concertada; 26,55% pública); el Eixample (1,80% concertada; 20,17% pública); y, muy especialmente, el distrito de Rascanya, donde el alumnado extranjero supone el 0,17% en la escuela concertada, frente al 26,06% de la escuela pública.

Pero la desigualdad no se produce únicamente entre las dos titularidades. La diferencia entre la concentración de alumnado extranjero entre centros de titularidad pública supera los 56 puntos porcentuales. Hay 17 centros públicos que cuentan con una concentración de alumnado extranjero superior al 30% (cuatro de ellos incluso superan el 50%), mientras que hay 9 centros públicos en los que la concentración de este alumnado se sitúa por debajo del 5%.

Mapa de la proporción de centros públicos en cada distrito de la ciudad de Valencia; uno de los muchos de los que está hecho el ‘Mapa escolar’

Opacidad con los datos y persecución mediática

Según relata el equipo investigador, y según se pudo constatar en los seminarios convocados para compartir datos y reflexiones -en los que tuve ocasión de participar-, no siempre ha sido fácil conseguir los datos e informaciones necesarias. Parece que no todas las instituciones, empezando por la propia Conselleria d’Educación, tienen claro que la información debe ser pública y publicada, y que una de las funciones sociales de la universidad es ayudar con su investigación en la comprensión de la realidad y el estudio de estrategias de transformación. Los informes con los datos y el análisis de esta investigación se han ofrecido al Consejo Escolar Municipal, y se han hecho públicos a través de diferentes medios y redes sociales.

Sin embargo, el problema principal con el que se han tenido que enfrentar los 14 miembros del equipo de investigación no es este. El gran problema que vienen sufriendo desde hace ya más de dos años es la insufrible campaña mediática que el periódico conservador Las Provincias viene ejerciendo a partir de una denuncia interpuesta por el señor Luis Salom, asesor del Partido Popular en el Ayuntamiento. Esta denuncia se basaba, principalmente, en el hecho de que la concejala de Educación, María Oliver, y el investigador principal del proyecto, José Manuel Rodríguez (¡profesor de Sociología y Antropología de la UV desde 1986!) pertenecían al mismo partido político, que era (¡ostras!) Podemos.

A partir de aquí, la cuestión era poner en duda cualquier gasto asociado a esta investigación: con el dinero del convenio se compraron un par de iPads, un par de cámaras de vídeo, un portátil, una mesa y quizás algo más, que las informaciones de este diario intentan hacer creer que han ido a parar a manos privadas, cuando están perfectamente localizables y se han utilizado para la grabación de grupos de discusión y el procesamiento de datos, como explicaba hace unos días uno de los investigadores, Borja de Madaira, en un artículo publicado en la edición valenciana de eldiario.es, y que contaba con el apoyo de medio centenar de profesores de varias universidades, entre los que se encuentra un servidor. Vale la pena recuperar los últimos dos párrafos de este artículo:

«En definitiva, hemos detectado graves indicios de segregación escolar en el sistema educativo de la ciudad de Valencia que nos obligan a cuestionar y denunciar el desigual trato que los sucesivos gobiernos valencianos han dado en las redes de colegios públicos y concertados en nuestro territorio. En los dos informes presentados también se realizan propuestas que, a nuestro juicio, pueden permitir mejorar algunas de las desigualdades e irregularidades detectadas «.

«Para todo ello hemos utilizado el dinero del convenio y las herramientas que se han comprado a su cargo. Estos recursos sirven para que la Universidad de Valencia cree conocimiento y lo transfiera de nuevo a la sociedad. La denuncia del diario Las Provincias menciona la compra del material, pero parece que lo que verdaderamente le preocupa es el uso que hacemos para denunciar las desigualdades educativas. Y, claro, trata de impedirlo»

Malversación imaginaria

La denuncia de Luis Salom fue bien recibida por la fiscal, que calificó los hechos como prevaricación y malversación de caudales públicos, como pedía el denunciante. Con todo, según explica Madaira en su artículo, ahora ya no se habla tanto de prevaricación, ya que ni María Oliver ni José Manuel Rodríguez tenían capacidad de decisión en la formalización del convenio (que era un acuerdo entre la alcaldía y la universidad) y, por tanto, la acusación se focaliza en la supuesta malversación de caudales públicos.

Es evidente que las universidades, y sus investigadores, gastan dinero público -cada vez más escaso- para desarrollar sus proyectos de investigación. Eso sí, estos proyectos -al contrario de la investigación sobre el mapa escolar de Valencia-, no siempre se corresponden con un sentido socialmente comprometido y con voluntad de colaborar en políticas de transformación. El tsunami neoliberal también pasó por la universidad y, en ocasiones, la individualización, el interés personal o el aumento de la norma burocratizante prevalecen sobre el compromiso científico y político y sobre una política universitaria comprometida con las problemáticas de la ciudadanía.
Algunas de las noticias publicadas por Las Provincias.

Sin embargo, ¿qué sucede cuando un grupo de investigadores, preocupados por la ausencia de datos sobre la situación en que la derecha dejó la educación en la ciudad de Valencia, decide convertir esto en un proyecto de investigación? Su enorme y comprometido esfuerzo para cruzar datos y meter las narices en las escuelas -llamémosle etnografías-, pensar sobre lo que encuentran y darlo a conocer a los diferentes sectores de la comunidad educativa se convierte en un objetivo que abatir para la caverna mediática y los sectores conservadores de la ciudad. El periódico, líder de la escuela concertada, ha dedicado más de 25 noticias y artículos al respecto. Otra cosa, como diría Wyoming, ha sido su preocupación por contar la verdad.

El conflicto continúa vigente y las expectativas futuras son inciertas, tanto para la continuidad del proyecto como por el resultado de la denuncia presentada, aunque no archivada quizá, ya que da juego para que los intereses de las escuelas concertadas puedan seguir alimentando su discurso. El caso es que en estos momentos tienen entretenido en este grupo de investigadores recogiendo firmas para denunciar la persecución política y mediática que están sufriendo. Como si no tuvieran otra cosa que hacer; de investigadores se convierten en investigados.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/10/03/mapa-escolar-de-valencia-segregacion-y-caza-de-brujas/

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