Page 14 of 70
1 12 13 14 15 16 70

Más de 10 mil registrados de 5 continentes en el I Congreso Mundial de Educación

Por: Otras Voces en Educación 

El profesor Luis Bonilla-Molina, integrante del Comité organizador del Congreso Mundial de Educación 2020: en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo nos informa que este evento ha generado una gran expectativa como lo muestran el número de participantes. A la fecha se han registrado e inscrito para participar en los debates más de 10.000 maestras(os) y profesores(as) de los cinco continentes y el programa cuenta con un centenar de expositores(as), lo cual ha generado que se tenga que extender un día más los debates. Por ello, el Congreso Mundial iniciará sus deliberaciones el 25 de septiembre en horas de la tarde, un día antes de lo previsto y culminará el 27 como se había señalado.

Este evento será transmitido por el YouTube del portal Otras Voces en Educación y por un centenar de páginas de Facebook de las organizaciones involucradas.

Les interesados en comunicarse con el comité organizador pueden hacerlo escribiendo a congresomundialdeeducacion2020@gmail.com

A continuación, el Programa del I Congreso de Educación ( Del 25 al 27 de Septiembre):

Programa

I CONGRESO MUNDIAL EN DEFENSA DE LA ESCUELA PÚBLICA Y CONTRA EL NEOLIBERALISMO EDUCATIVO

Tema transversal: El asedio neoliberal a la educación pública en la pandemia y post pandemia

Inauguración

Viernes 25:

3:00 pm / 15 Hrs México

Presentación del Congreso en intervenciones de 6 minutos por parte de un grupo de dirigentes(as) representativas de las organizaciones participantes.

Moderan: Luis Bonilla-Molina, Pedro Hernández y Claudia Baigorria.

Intervienen: Luis Bonilla-Molina (OIREPOD), Mercedes Martínez (Puerto Rico), David Lobao (Brasil), Luis Tiscornia (Argentina), Fernando Abrego (Panamá), Alfredo Velásquez (Perú), Eduardo González (Chile), Nelson Alarcón (Colombia), Jorge Dorantes Silva (CNSUESIC, México), Vladimir Laura (Bolivia), Denis Solis (Costa Rica), Ramón Font (Portavoz nacional de USTEC-STES-IAC, España), Mari Luz González (STES, España), Secretaria General de la FERC Francesa, Albert Sansano (Foro Mundial de Educación, FSM), Laura Isabel Vargas (UNE, Ecuador), Claudia Baigorria (CTA-A, Argentina), Pedro Hernández (CNTE, Sección 9, México), Laura García Tuñón (ENDYEP, Argentina)

Inicio de los debates

Mesa: Gremialismo, sindicalismo democrático y transformación educativa 

17:20 5:20 pm Hora de México

Moderan: Andrea Ziberstain (CEIP-H Argentina), Ernesto Aguilar Mondragón (CNSUESIC, México), Aníbal Navarrete (Chile)

Richard Araujo (APOESP, Brasil), Alfredo Cáceres (SUTEBA Tigre, Argentina), Andrés Quisphe (UNE, Ecuador), Carlos Munevar (Colombia), Casey Davison (Sidney Australia), César Valdovinos (CINPECER, México), Faustino Celestino Martínez (Monterrey, CNTE, México), Fredy Mamani (Bolivia), Julia McRae (Canadá), Gamaliel Guzmán Cruz (CNTE, Michoacán, México), Luis Sánchez (Panamá), Miguel Ángel Hernández (SITRAIEMS, México), Pavel Escobar (CNTE, Chiapas, México), Sara Chambers (CTU, Chicago), Yesid González (ADE, Colombia), Miguel Figueras González (FMPR, Puerto Rico), Luis Miguel Alvarado Dorry (OVE México), Rebecca Garelli (National Educators United, Arizona, EEUU), Pedro Gómez Bámaca (CNTE, Sección 7 Chiapas, México), María del Carmen López (MAEC, Oaxaca), Orlando García (ASOMOGRERP), Lev Velásquez (México),

Segundo día

Sábado 26 por la mañana Intervenciones

  • Mesa sobre Situación educativa mundial:

Inicia: 8:30 Hrs México

Moderan: Eduardo González (Chile), Luz Palomino (OVE), Elizabeth Burigo (Brasil)

Intervienen:

Pedro Hernández (CNTE, México), Eblin Farega (ANDES (Brasil), Luis Tiscornia (CONADU-H, Argentina), Mercedes Martínez (FMPR, Puerto Rico), Laura Isabel Vargas (UNE, Ecuador), Antonio Elías (Uruguay), Daniel Libreros (Colombia), Vladimir Laura (Bolivia), Daniel Jorge (FERC CGT, Francia), Alfredo Velásquez (SUTEP, Perú) Marc Casanova (USTEC, STES-IAC, Cataluña), Lucian Segami (Sudáfrica), Denis Solis, (ASPE, Costa Rica), Fernando Abrego (Panamá), Julieta Kusnir (EEUU), Luis Edgardo Salazar (FECODE, Colombia), Monique Dols (Nueva York, EEUU), Raúl Gil (Uruguay), Sebastián Henríquez (SUTE, Mendoza), David Lobâo (SINASEFE, Brasil), Luis Bonilla-Molina (Otras Voces en educación), Vicent Mauri (Intersindical de Valencia), Sheila Ceccon (Instituto Paulo Freire, Brasil), Nelsy Lizarazo (CLADE), Mari Luz (España), Cecily Myart-Cruz (Presidenta UTLA), Luis Hernández Navarro (La Jornada, México)

Sábado 26 por la tarde

  • Mesa sobre Universidad y defensa de la educación pública

Inicia: 14:30 pm Hrs de México

Moderan: Pedro Hernández (México), Luis Bonilla-Molina (OVE), Nelva Reyes (CGTP – Panamá) y Mariángela Petrizzo (OVE Venezuela)

IntervienenClaudia Baigorria (Argentina), Luis Bueno (México), Toninho Alves (Brasil), Rosa Cañadel (España), Elizabeth Búrigo (Brasil), Rose Mary Hernández (FOVEDE, Venezuela), Carolina Jiménez (CLACSO Colombia), Trino Barrante (SINDEU, Costa Rica), Estela Gramajo (Intergremial de Formación Docente, Uruguay), Fernando Gómez (Argentina), Roberto Aguilar (Bolivia), Hugo Aboites (México), Shirley Florencia de la Campa (México), Denis Chávez (Universidad de panamá), Leopoldo Muñera (MANPUP, Colombia), Xavier Diez (Intersindical, Cataluña, España), Albert Sansano (FME/FSM) Ángel Rodríguez Rivera (APPU; Puerto Rico), Juan Carlos Cascos (Kairós), Andrés Coggiola (ANDES Brasil), Eloy López Hernández (CNTE, Sección 22, México), Karina Bathyany (CLACSO), Beatriz Introcaso (COAD, Rosario, Argentina), José Cambra (ASOPROF, Panamá), Marcela Browne (Argentina), Oscar Hernández Neri (Red de Universidades Alternativas, RUA, México), Pedro Hernández Castillo (ASPU, Colombia).

Tercer Día

Domingo 27 por la mañana

  • Mesa: Educaciones populares y pedagogías críticas:

Inicia: 8:30 Hrs México

Moderan: Luis Bonilla-Molina (OVE), Alfredo Velásquez (Perú), Shirley Florencia de la Campa (México), Sandra Lario (Argentina), Luz Palomino y Luis Miguel Alvarado (OVE).

Intervienen: Marco Raúl Mejía (Colombia), Edgard Isch (Ecuador), Teresa Garduño (México), Anaida Colón (Chapman, EEUU), Ángela Zambrano (Ecuador), Peter McLaren (EEUU), Henry Giroux (Canadá), Bill Ayers (EEUU), Francisco Cabrera Romero (GIPE, CEAAL), Fernando Lázaro (Argentina), Oscar Jara (CEAAL), Jurjo Torres Santomé (A Coruña. España), Erika Candelaria Hernández (Oaxaca, México), Jesús Alemancia (Panamá), Laura García Tuñón (ADYEP; Argentina), Martha Alfonzo (Fecode, Colombia), Alfonzo Tamayo (Revista Educación y Cultura, Colombia), Mauro Jarquín (México), Vernor Muñoz (CME), Fernando García Culebro (Ove- Chiapas), Lourdes Urbáez (Educadora popular, Venezuela), Sócrates Silverio Galicia (CNSUESIC, México), Catherine Walsh (Ecuador), Ezequiel Alfieri (Argentina), Eduardo González (MUD, Chile), Mariano Isla (Asociación de Pedagogos de Cuba), Luis Huertas Charles (EEUU), Lara María Bertolini (Travazona, Argentina), Enrique Diez (Investigador, España), Nano Nalbo (Arg.), Teresa Vélez (FMPR, Puerto Rico)

Domingo 27 por la tarde:

Moderan: María del Carmen López, Mardeliz Huizzi y Fernando García Culebro

Inicia. 14:30 hrs México

Debate sobre Coordinación global de las luchasDavid Lobao (Brasil), Eduardo González (Chile), Lev Velásquez (CNTE, México), Diógenes Sánchez (Coalición Panameña por el Derecho a la educación), Fernando Santana (CEIP-H, Argentina), Luz Palomino (Otras Voces en educación), Fuentes Cardona (FMPR; Puerto Rico), Edwin Morales Laboy (FMPR, Puerto Rico), Maura Elena López Aguilar (CNTE, Sección 34, Zacatecas, México) Nelva Reyes (CGTP, Panamá), Alberto Croce (FME/FSM), Jorge Adaro (ADEMYS, Buenos Aires)

Domingo 6 pm por la tarde/noche:

Mesa de cierre por: Pedro Hernández (México), Mercedes Martínez (Puerto Rico), Luis Bonilla-Molina (OVE), Laura Isabel Vargas (UNE, Ecuador), Claudia Baigorria (Argentina), Alfredo Velásquez (Perú), Fernando Abrego (Panamá), Denis Solis (Costa Rica) Xavier Diez (Cataluña), David Lobao (Brasil), Eduardo González (Chile), Luz Palomino (OVE), Vladimir Laura (Bolivia), Pedro Hernández Castillo (ASPU, Colombia)

Conclusiones. Aprobación del Documento final. Coordinadora Internacional de los Trabajadores y trabajadoras de la educación (CITE).

Cierre cultural: Dos cantantes

Comparte este contenido:

Pensamiento crítico y Deuda

Por: Jorge Alemán

Entiendo por pensamiento crítico la actividad que consiste en desentrañar los distintos alcances del Neoliberalismo en su captura de la realidad .Tanto en en el orden social como en el  político y subjetivo.

El Neoliberalismo es la época del capitalismo donde su modelo de acumulación ya no sólo pasa por el intercambio de mercancías sino también por el crédito y la deuda. Su gran novedad es que el Neoliberalismo no sólo inscribe la deuda en el orden económico. La relación acreedor-deudor penetra tanto en las naciones,  los estados, las sociedades y en la subjetividad.

El homo economicus del neoliberalismo tiende a realizarse como fábrica de deudores. La existencia singular vive, o se la presiona para que viva, en la lógica del crédito y la deuda. La relación acreedor-deudor impregna los lazos sociales, incluso familiares. En esto, el neoliberalismo cuenta con un factor clave para imponerse como «fábrica de deudores«. El sujeto, tal como lo explicaron Freud, Nietzsche y Heidegger, adviene al mundo como deudor y culpable. El neoliberalismo ha logrado por primera vez colonizar esa instancia originaria del sujeto y llevarla a la lógica del mercado.

La paradoja es que para que una situación perversa semejante se haya instalado fue necesario que el neoliberalismo unificara al mundo con el término Libertad, traduciendo al mismo como iniciativa privada o como lo anticipó Foucault, con la expresión «emprendedor de sí mismo».

Cualquier actividad que se oponga a esta captura de la subjetividad es considerada totalitaria. Veamos a los tres pensadores triunfantes en la realidad efectiva. Hayek (que veía en Keynes una especie de Hitler), Popper; que sólo veía a la Ciencia como el paradigma orientador de la sociedad democrática y Fukuyama que señaló al Capitalismo como un momento insuperable de la historia.

Entre estos tres, la libertad se convirtió en el núcleo de sentido del mercado, la gran red que pescaba en los hechos históricos la posibilidad de revertirlos e integrarlos a su movimiento circular. El neoliberalismo es la posibilidad que tiene el Capitalismo de trasladar cualquier acontecimiento de ruptura y degradarlo a uno de los elementos claves del mercado: la novedad.

 Lo decisivo en el neoliberalismo es que todo se remita a la circulación de novedades.

Incluso los proyectos que se inauguran con una indudable vocación emancipatoria pueden ser integrados en la «avidez de novedades». Por supuesto que los tres intelectuales antes citados no gozan de ningún prestigio en los medios académicos progresistas. Pero estamos hablando de la realidad efectiva, aquella de la que hablaban Hegel y la marcha peronista.

Un ejemplo culminante del modo en que el Neoliberalismo puede incluir un pensamiento crítico en el circuito mercantil de la novedad fue el mayo del 68.

Al poco tiempo, las premisas del 68 dieron forma a un nuevo espíritu del capitalismo. El nuevo Amo comenzó a privilegiar las iniciativas novedosas, el talento original, la imaginación y la creatividad siempre y cuando que todo ello se organice a través del mercado.Y son esos mismos valores los más eficaces para endeudarnos .

De un instante a otro dejamos de ser una novedad y pasamos a los saldos. Es el imperativo neoliberal por antonomasia. A partir de aquellos años y de distintos acontecimientos en las latitudes más variadas, el pensamiento crítico debió afrontar un dilema muy difícil de transitar: el modo en que la crítica refuerza, después de muchas vueltas, lo criticado.

Se podría considerar, aunque a estas alturas todo es discutible en la izquierda, que el consenso mundial que se respira en el Neoliberalismo es el rechazo al Populismo de izquierda. Obviamente, en mi posición, solo denomino Populismo al de izquierda y no a las retóricas xenófobas de las ultraderechas. El Populismo es a lo que apunta todo el arsenal mediático, judicial y donde el aparato de dominación de la deuda realiza su poder corrosivo. El neoliberalismo deja siempre como herencia el condicionamiento fatal ( ahora redoblado por la Pandemia) a los movimientos nacionales y populares que cuando gobiernan lo hacen en un mundo donde cada ser que nace en el mundo de lo popular lo hace como endeudado .

Fuente e imagen: https://www.pagina12.com.ar/289557-pensamiento-critico-y-deudaj

Comparte este contenido:

España: ‘La boda de Rosa’, cine y reflexión para la vuelta a clase

Europa/España/06-09-2020/Autor(a) y Fuente: www.educaciontrespuntocero.com

La necesidad de educar la mirada de los jóvenes con obras que despierten la reflexión y el pensamiento crítico son algunos de los temas que se debatieron en la tertulia sobre la película ‘La boda de Rosa’, dirigida por Icíar Bollaín, que se celebró en el marco del proyecto ‘Cine y Educación’ durante el Festival de Málaga. La cinta se estrenó el pasado 21 de agosto y ya se puede ver en las salas de cine.

Durante el 23 Festival de Málaga, el equipo de ‘La boda de Rosa’, su directora y guionista Icíar Bollaín, la guionista Alicia Luna y Rozalén, autora de la canción con la que termina la película, celebraron una tertulia sobre “Cine y Educación”, en el marco de este proyecto nacional que trabaja hace años en favor de la alfabetización audiovisual de los jóvenes, con el fin de desarrollar su pensamiento crítico y llevar el cine a la escuela.

Auspiciada por Mercedes Ruiz, impulsora de Cine y Educación, en la tertulia también participaron José María Ruiz, director del IES Cartima de Estación de Cártama (Málaga) y Patricia Carrasco, profesora y coordinadora del proyecto audiovisual del centro.

En la tertulia se plantearon diversas cuestiones de interés pedagógico: cómo conseguir que los jóvenes vuelvan al cine, cómo la industria cinematográfica tiene que abordar el reto de llegar a los jóvenes o cómo los centros educativos pueden ayudar en ese proceso contribuyendo a crear una experiencia con una faceta social que favorece la concentración, la reflexión. Se habló de la necesidad de educar la mirada con obras que no respondan a los mecanismos autoselectivos de las grandes plataformas, de la importancia de fomentar un uso de la tecnología que despierte la creatividad, y de prevenir las adicciones que fomentan herramientas como las redes sociales.

Valor pedagógico de ‘La boda de Rosa’

Los momentos de la tertulia relacionados con la película fueron particularmente interesantes: se abordaron cuestiones cómo la falta de autoestima, la urgencia de querernos a nosotros mismos, la búsqueda de la aprobación de los demás, los problemas de comunicación del ser humano… desde el sentido del humor. Se trata de una obra que, además de entretener y divertir, aporta un interesante valor pedagógico.

Tanto Icíar Bollían como Alicia Luna y Rozalén mostraron una gran sensibilidad respecto al ámbito de la Educación y valoraron muy positivamente la colaboración con la industria del cine. La conversación evidenció que hay un largo camino que pueden recorrer juntos Cine y Educación y que empieza a ser urgente encontrarle un hueco a la propuesta audiovisual que ofrecen los cineastas actuales dentro del amplísimo panorama que tienen a su alcance los jóvenes.

El objetivo ahora es volver al cine, volver a clase, y volver al cine después de ir a clase.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/la-boda-de-rosa-cine-y-reflexion-para-la-vuelta-a-clase/

Comparte este contenido:

¿Es necesaria la decolonialidad para el pensamiento crítico?

Me han preguntado si es necesaria la decolonialidad para el pensamiento crítico. Mi respuesta inmediata es sí, aunque necesitemos aclarar algunas cuestiones.

La decolonialidad, ciertamente, no es la única vía para hacer pensamiento crítico. Al final todos los caminos nos conducen a la necesidad de transformar el orden vigente, cualquiera sea su nombre.

La decolonialidad enfatiza en la matriz colonial de muchos de nuestros problemas. Con ello, resalta la necesidad de leer a nuestros pensadores en nuestros contextos y reflexionar a partir de nuestra realidad.

Esto no es nuevo. Sin embargo, quedarse allí podría generar un nuevo dogma, etnocéntrico y aun chovinista. Esto demanda dialogar con otras miradas, en busca de las consecuencias del colonialismo más allá de éste.

La decolonialidad tampoco es un bloque monolítico ni tiene el monopolio de la crítica.  Tan solo — pero no menos — imprime criticidad al debate al poner en su centro más de quinientos años de exclusión.

Hoy, cuando encaramos las consecuencias de las desigualdades y la destrucción de la naturaleza, la crítica hecha en el arco de tiempo de lo colonial a acá nos permite bucear en el fondo de los problemas. De lo contrario quedamos enchufados a una matriz reproductora de cambios cosméticos.

Las desigualdades de hoy son el resultado de siglos de “colonialidad del poder”, como diría Aníbal Quijano. El progreso de esta modernidad capitalista generó las desigualdades de los seres humanos entre sí y en su relación con la naturaleza.

Progreso y desigualdad son dos caras de una misma moneda. La decolonialidad cuestiona el discurso lineal y triunfante de la modernidad capitalista.

Este modo moderno de ser, estar, pensar y actuar en el mundo mantiene en vilo la existencia de la vida en el planeta desde hace al menos cinco siglos. La decolonialidad es necesaria para encarar los problemas producidos por la modernidad capitalista, tanto política como epistemológicamente.

Así contribuye a que el pensamiento crítico se concentre en los problemas de fondo. Desde allí nos planteamos con Enrique Dussel la centralidad de reproducir la vida o, como diría Agustín Lao-Montes, las condiciones de posibilidad de un vitalismo radical. Es en ese sentido que la decolonialidad es necesaria para el pensamiento crítico.

Fuente: https://rebelion.org/es-necesaria-la-decolonialidad-para-el-pensamiento-critico/

Comparte este contenido:

¿Sobrevivirá el pensamiento crítico a la pandemia?

Por: Ariel Petruccelli

Día tras día, a cada hora, se nos informa sobre la cantidad de muertos y contagiados de COVID-19. Supuestos expertos especulan sobre cuándo se producirá el famoso pico de contagios (que parece empeñarse en dilatarse en el tiempo).

Periodistas y comentaristas de toda laya y pelaje discurren sobre la famosa “curva” y su “aplanamiento”. Se habla todo el tiempo de la eventual saturación del sistema sanitario, y las autoridades muestras cifras en las que creen ver (aunque a veces comentan groseros errores con los datos), la confirmación de lo acertado de la decisión tomada por ellas en esta auténtica cruzada de salvación pública sin distinción de banderías políticas: en perfecta sintonía Alberto Fernández, Axel Kicillof y Rodríguez Larreta. Con ironía pudo referirse a ellos Jorge Asís como “el nuevo partido conservador”. De momento conforman un sólido bloque político. Aquí no hay grieta: ante la amenaza del COVID-19 “estamos todos juntos”. Ese es el mensaje. Como en un poema épico los generales marchan al unísono en la guerra contra el enemigo invisible. Al fin todos unidos: peronistas, radicales y prosistas. Pero, ¿y si en vez de un poema épico nos halláramos ante un cuento?

Significativamente, hay algunas cifras de las que no se habla nunca. La primera: ¿cuántos contagiados por COVID-19 podría soportar nuestro sistema sanitario sin colapsar? La segunda: ¿cuánto aumentó su capacidad en los dos meses de cuarentena? Nadie lo sabe. Secreto de estado. Tampoco se sabe cuántos contagios y cuántos decesos esperaban las autoridades. Se han filtrado estimaciones oficiosas. Pero no hay cifras oficiales. Y los rumores filtrados indican que el gobierno esperaba para el 15 de mayo entre 6.000 y 9.000 muertos. Si esta era la estimación oficial, se cometió un error de calado. Otra información que no se conoce es la magnitud del famoso pico. Y si no se sabe cuál es la capacidad de respuesta del sistema sanitario ni cuál es el pico de contagio esperado (ni en qué se fundan esas estimaciones), entonces no hay ninguna posibilidad de ningún debate público mínimamente serio sobre cómo afrontar el peligro de la pandemia. La ciudadanía está ciega y enceguecida a la vez: ciega de información relevante, y enceguecida por un bombardeo constante sobre las cifras del COVID-19.

“¿Pero las autoridades sí conocen esas cifras? ¿Y los expertos dicen …? Debemos creer en ellos”. Si algo tienen en común la democracia y la ciencia es su carácter público y comunitario. Si la información pertinente no se halla disponible para ser evaluada, analizada, criticada y discutida públicamente, no hay ni democracia ni auténtica ciencia. Lo que hay, a lo sumo, es parodia de democracia y tecnocracia. En la ciencia no hay verdades reveladas. Y las tesis no valen por los títulos que tenga quien las sostiene, sino por los argumentos y evidencias que se puedan presentar en su favor.

Entonces, ¿debemos creer? Quizá: yo estaría dispuesto a creerles, si me dieran buenas razones. Pero, ¿hay buenas razones para pensar que se ha hecho lo correcto? Veamos.

Lo primero que se debería tener en cuenta es que ninguna cuestión política se decide en base a una experticia científica. Entre evidencia científica y decisión política hay un hiato. Ha sido un logro no menor del neoconservadurismo y del neoliberalismo el instalar la idea de que las decisiones políticas se fundan el un supuesto saber experto. Y que sus supuestos críticos asuman esa premisa habla de la hegemonía neoliberal cuando nos sumergimos en las profundidades de la cultura contemporánea, más allá del espumarajo superficial de las olas que vienen y van.

Los expertos de los que tanto se habla, lo son en campos muy acotados. Las decisiones políticas integran múltiples campos y disímiles dimensiones. No hay aquí ni expertos ni demostraciones. Hay decisiones tomadas en contextos de incertidumbre, con un conocimiento parcial y aproximado y en torno a probabilidades antes que certezas. Las decisiones políticas implican un proceso de totalización. Son dialécticas, antes que analíticas. Esto no significa que se pueda o deba ignorar el conocimiento experto en campos acotados. Significa que esos múltiples conocimientos son un insumo necesario, pero no suficiente, para la toma de decisiones. Y sus datos y conclusiones deben ser objeto de un debate público no solo entre los expertos sino, a otro nivel, entre toda la ciudadanía.

Quienes, siendo de izquierdas, pensamos que ha habido una enorme desmesura entre la amenaza real del COVID-19 y las medidas implementadas para combatirlo, recibimos dos tipos de críticas:

a) eso es lo que dicen Trump y Bolsonaro

b) no puede ser que tanta gente y tantas autoridades estén engañadas.

La primer crítica es insustancial, por dos razones. La primera es que una evidencia empírica, si lo es, resulta independiente del perfil ideológico de quien la enuncia. La segunda es que no es cierto que las personas de izquierda que denunciamos lo que nos parece una hipócrita reacción ante una amenaza real pero claramente exagerada estemos diciendo lo mismo que los dos líderes derechistas. No, no decimos lo mismo. Trump y Bolsonaro prácticamente negaron el problema. Nosotros nunca lo negamos: decir que se lo exagera no es lo mismo que negarlo o ningunearlo. Trump y Bolsonaro eligieron no hacer prácticamente nada. Nosotros sostuvimos que todas las enfermedades eran merecedoras de la preocupación y atención despertadas por el COVID-19. Pero, ciertamente, es muy extraño el contraste entre la movilización que ha generado la guerra contra el coronavirus, y lo poco y nada que se hace ante enfermedades mucho más letales.

En todo el mundo han muerto, en lo que va del año (escribo el 26 de mayo) casi 24 millones de personas. De ellas, 350.000 han sido atribuidas al coronavirus. Esto significa que, hasta ahora, el COVID-19 es responsable del 1,5 % de los decesos mundiales. Supongamos que las cifras estén mal, que las víctimas sean en realidad muchas más. De ser así, ello se reflejaría en un aumento con respecto a la tasa mundial de mortalidad de 2019. Pero no es así. Las tasas son semejantes, comparando las mismas fechas.

Un 1,5 % de los decesos parece demasiado poco para un virus que ha tenido obsesionada a la humanidad por meses. Pero claro, se podría pensar que ese porcentaje es bajo gracias al estado de cuarentena en que se halla la mayor parte de la población. De no ser por ello las víctimas serían muchas más. Podría ser, pero, ¿cuántas más? Si hemos de creer a las predicciones del Imperial College, sin las medidas adoptadas ahora habría millones de muertos. Pero no es eso lo que muestran las evidencias. Como explicamos en otro artículo (Ariel Petruccelli y Federico Mare, “Covid-19: estructura y coyuntura, ideología y política”, Rebelión, 18 de mayo de 2020), las tasas de mortalidad por millón de habitantes presentan un cuadro enormemente diverso a nivel mundial, pero con claras y muy uniformes pautas regionales. Al interior de cada región, por lo demás, las tasas de muertos por millón no varían significativamente entre los países que establecieron cuarentenas y aquellos que optaron por medidas más relajadas. A una conclusión semejante ha llegado Williams Briggs, en “There Is No Evidence Lockdowns Save Lives. It Is Indisputable They Caused Great Harm”, un artículo publicado el 14 de mayo (disponible en: https://wmbriggs.com/post/30833/). Briggs no realiza un análisis regional ni le preocupa explicar por qué hay una variabilidad tan grande de muertos por millón en los distintos países, que al día de hoy van de menos de un muerto por millón a más de 800 muertos por millón de habitantes. Simplemente constata esta disparidad y agrupa a todos los países con al menos un millón de habitantes en cuatro categorías (tomando los datos hacia el 14 de mayo): aquellos que tienen más de 100 muertos por millón (12 países), aquellos que se hallan en un rango entre 11 y 99 muertos por millón (31 países), los que tienen entre 1 y 10 por millón (51 países) y aquellos que tienen menos de un muerto por millón (30 países). Luego observa cuáles países tienen cuarentena y cuáles no, y cómo se despliegan al interior de estas cuatro categorías. El resultado es sorprendente. En todas las categorías hay países con y sin cuarentena. Los países en cuarentena son la mayoría, pero en los rangos más bajos de mortalidad por millón hay más países sin cuarentena, en tanto que los países con más alta tasa de mortalidad por millón están todos en cuarentena. La conclusión de Briggs es que no hay ninguna evidencia sobre la efectividad de la cuarentena.

Evidencia hay poca, pero hay un exceso de discursos ideológicamente sesgados. A modo de ejemplo: quienes se escandalizan porque Brasil no esté en cuarentena omiten decir que tampoco tiene cuarentena el México progresista de López Obrador ni la Cuba revolucionaria. Ni Taiwan, ni Japón, ni Suecia, ni Bielorrusia, si se quiere ampliar el espectro político y geográfico. No hay ningún vínculo necesario entre las medidas adoptadas y los perfiles políticos de los gobiernos. Por ejemplo, no hay nada de progresista ni de populista en el gobierno paraguayo, que ha adoptado un temprano y severo aislamiento social.

Se habla mucho de cuarentena, pero no hay ninguna claridad sobre lo que significa. De hecho, si cuarentena es lo que se estableció en Wuhan, la conclusión es que lo que hay en los otros países son diferentes grados de aislamiento social, pero no una cuarentena en el sentido estricto y radical de Wuhan. Allí la población no salía literalmente de sus casas. Se suspendieron todas las actividades y sólo circulaba el personal médico y las fuerzas armadas, que se encargaban de dejar la comida en las puertas de las casas sin trabar ningún tipo de contacto con quienes las recibían. Los médicos chinos que llegaron a Italia supuestamente cuarentenada no consideraban que eso fuera una cuarentena: la gente seguía saliendo a hacer las compras y muchos a trabajar.

Ahora bien, como casi todo en esta crisis, la discusión pública sobre la cuarentena se halla a años luz de cualquier cosa que con algún grado de verosimilitud pudiéramos llamar pensamiento crítico. Comparado con las medidas tomadas en Wuhan lo que hay en Argentina es una parodia. Pero es también una parodia costosa: los efectos sociales, económicos, psicológicos y educativos del ASPO son enormes. Y uniformemente negativos, salvo para un puñado de empresas beneficiadas con esta crisis. Pero como existe un consenso mediático y político en no analizar ni discutir con detalle ese aspecto, bajo el imperativo cuasi-religioso y falaz de “lo importante es salvar vidas”, estas consecuencias de la ASPO son objeto de un manto de silencio. Argentina entró supuestamente en cuarentena cuando todavía no había registros de circulación comunitaria del virus. Si la medida tomada hubiera sido la misma que en Wuhan, no debería haber habido contagios o, de haberlos, deberían haber virtualmente desaparecido a esta altura. Sin embargo los contagios continúan y se multiplican. Como estrategia de aniquilación del virus, la ASPO fracasó. Pero ello no es para alarmarse. Era inevitable que fracasara. Ni el Estado ni la sociedad de Argentina estaban en condiciones de establecer una cuarentena semejante a la de Wuhan. Lo que se estableció fue algo más bien orientado a mitigar el impacto del virus, antes que a cortarlo de cuajo. Pero el discurso oficial fue ambiguo: ello explica la brutalidad policial y los excesos de todo tipo que se cometieron sobre todo en los primeros días.

Dentro del amplísimo abanico de las medidas orientadas a la mitigación de los contagios implementadas en el mundo entero, la ASPO ha sido de las más severas. Pero no ha tenido la severidad de las medidas implementadas en Wuhan. Esto hace que la ASPO Argentina no tenga el mismo impacto epidemiológico que la cuarentena decretada por las autoridades chinas; aunque su impacto económico y social no es tan diferente. Por lo demás, aunque la circulación del virus no fue erradicada -como en Wuhan- luego de dos meses de cuarentena, lo más probable es que Argentina no supere la tasa de unos cien muertos por millón que tiene Wuhan, porque las condiciones son aquí diferentes, y muchas variables relevantes para explicar el impacto del coronavirus tienen en Argentina poco peso.

¿Es eficiente la ASPO como estrategia de mitigación? No es sencillo evaluarlo. El estudio de Briggs muestra a las claras, a nivel mundial, que no hay ninguna correlación entre cuarentena y menores tasas de mortalidad. Por otra parte, hay múltiples factores a la hora de entender por qué el coronavirus impacta tan desigualmente en diferentes países y sobre todo regiones: cantidad de población con enfermedades respiratorias y circulatorias preexistentes, porcentaje de población mayor de 65 años, densidad de población, cantidad de ancianos en asilos, características de los sistemas de salud, hábitos culturales, presencia del turismo internacional, etc. Comparar los resultados de dos países considerando sólo si tienen o no cuarentena no tiene mucho sentido. Pero es fácil y tranquilizador. “Miren a Brasil como le va sin cuarentena”. Y por supuesto, Brasil tiene más contagios y más muertos. Pero comparado con la mayor parte de los estados de Europa Occidental su perfomance no parece tan mala. En todo caso, podría suponerse que sin cuarentena la situación en Argentina sería semejante a la de Brasil (que de todos modos no ha colapsado). Puede ser, aunque no es seguro: después de todo Uruguay, con restricciones mucho menos severas, tiene una tasa de decesos por millón bastante más baja que la de Argentina. Pero la comparación de cuántos contagios y víctimas posee cada país está mal planteada: no se puede medir el éxito sanitario como si lo único pertinente fuera el coronavirus, y haciendo abstracción de las diferentes situaciones de los países.

En cualquier caso, es evidente que las realidades sociales, demográficas, climáticas y económicas de las diferentes regiones de la Argentina son enormemente diversas como para que haya tenido algún sentido establecer un criterio uniforme en todo el país.

Tanto Trump como Bolsonaro compararon al COVI-19 con la gripe. En un punto, la comparación no era descabellada: efectivamente, lo más parecido a un coronavirus es el virus de la influenza. Lo descabellado era pensar que siendo parecido el virus, el impacto del COVID-19 sería semejante. Esto fue un error garrafal. Sin embargo, que el impacto del coronavirus en Brasil y en USA fuera mucho mayor que el impacto de la influenza no significa que lo mismo fuera a ocurrir en todas partes. De hecho, aunque por diferentes razones, tanto USA como Brasil tienen, año tras año, relativamente pocos muertos por influenza. Muchos menos que la Argentina, en cualquier caso. Pero, por eso mismo, su población es más vulnerable al coronavirus que aquella de países en los que la influenza u otras afecciones principalmente respiratorias causan daños mayores. Si la pandemia ha impactado tan poco en África y la India, ello en buena medida se debe a que allí las enfermedades respiratorias son la principal causa de muerte y la población es mucho más joven en promedio: el coronavirus causa muy pocas víctimas, simplemente porque sus potenciales víctimas ya están muertas.

Ahora bien, la influenza no es en Argentina (como en USA o Brasil) un problema sanitario menor. Es un problema mayor. El año pasado provocó unos 30.000 decesos (en términos relativos, nueve veces más que USA), lo que arroja una tasa de casi 800 muertos por millón de habitantes. La misma tasa que Bélgica este año con el coronavirus. ¡Y Bégica es el país más afectado! Y el año pasado no tuvo nada de excepcional. Sin embargo, ni en 2019 ni en ningún año anterior hubo una movilizacón general para frenar la expansión de la influenza, que también es viral y contagiosa. ¿Pensaban nuestras autoridades que el coronavirus causaría una tasa mayor? Para que eso sucediera Argentina debería convertirse en el país con peores resultados en todo el mundo ante la pandemia. Lo esperable, sin embargo, más allá de las medidas de emergencia adoptadas por las autoridades, es que las tasas de muertos por millón sean mucho menores en América Latina (por las razones que hemos explicado en el artículo antes mencionado) que las de Europa y USA.

Se podría pensar que quizá las internaciones por el coronavirus no serían tantas, pero se adicionarían a las de la influenza y otras afecciones haciendo colapsar al sistema sanitario. Suena razonable. Pero, ¿lo es? No del todo. En primer lugar porque la capacidad del sistema bien puede ampliarse. En segundo lugar porque no hay nada que lleve a pensar que las víctimas del coronavirus se adicionen simplemente a las de la influenza: en muchos casos se superponen. Y en tercer y decisivo lugar, porque si el temor era la superposición del coronavirus con la influenza, entonces no tenía mucho sentido establecer restricciones severas de alto costo económico y social pero relativo efecto sanitario: era preferible establecer un aislamiento más severo en el invierno. En vez de poner toda la carne al asador de entrada, hubiera sido más sensato una cierta dosificación. Pero para dosificar es preciso no entrar en pánico: y buena parte de nuestra población ya lo estaba. Y para dosificar son necesarias, también, autoridades menos preocupadas por las encuestas.

Argentina entró en cuarentena en medio del pánico. Tras más de dos meses, la misma comienza a hacerse insostenible. Pero así como el gobierno se vio arrastrado a la cuarentena por el pánico de las clases medias, parece evidente que decretará su fin cuando ya se haya extinguido de hecho. Pese a que se diga y aparente lo contrario, las autoridades van a la saga de los acontecimientos, en lugar de orientarlos. La flexibilización real de la cuarentena es mucho mayor de lo que se declara. Las empresas violan sistemáticamente la cuarentena ante la vista gorda de las autoridades, que además las premian con subsidios de todo tipo. Todas las fuerzas políticas de peso están unidas en la cruzada sanitaria. De momento, sólo unos pocos sectores de ultraderecha llaman abiertamente a desconocer la cuarentena. Pero gran parte de la población comienza ya a salir de sus casas. Y no son pocos los movimientos sociales y grupos de trabajadores que salen a las calles contra los despidos o a reclamar las ayudas que no llegan. Aunque durante los últimos meses se repitió que el virus nos afecta a todos y todas, y que todas las vidas valen; la triste realidad es que eso no es cierto. Los millones de muertos por la desnutrición, los cientos de miles de muertos por el cólera, las víctimas del dengue y de la tuberculosis nunca han generado tanta preocupación. La pandemia no eliminó las desigualdades geopolíticas ni a las clases sociales. Tampoco puede suspender la lucha de clases. En mayor o menor medida, la población se irá hartando de una cuarentena tan costosa de la que nadie puede mostrar concluyentemente que sea efectiva. La mayoría saldrá de la cuarentena sin mucho contenido político ni por medio de acciones colectivas: simplemente pasearán más, saldrán más, volverán a trabajar, andarán por ahí. Dejarán de vivir en suspenso. Pero también habrá salidas políticas. Ya lo estamos viendo: bocinazos y llamados con tinte de derecha (a veces desopilantes, como la fallida “marcha contra el comunismo”). Con menos difusión mediática, hace ya semanas que empezaron las protestas, reclamos e incluso cortes de ruta de sectores obreros, movimientos sociales y trabajadores precarizados: mineros de Andacollo y más recientemente los obreros de Zanón en la Provincia de Neuquén; trabajadores precarizados en La Plata y otros lugares; trabajadores de la economía informal en varias ciudades; distintos tipos de reclamos y atisbos de movilizaciones docentes en difrentes distritos; el reclamo de los obreros de Meléndez Victoria, de los trabajadores de Pedidos Ya; y la lista sigue. Sale poco en los medios. Estos reclamos incomodan al gobierno, a la “derecha”, a las representaciones progresistas y a la sensibilidad de las clases medias. La solidaridad progresista clasemediera, ante ellos, suele trastabillar: ¡es tan fácil solidarizarse con los pobres que se quedan en sus casas (si es que tienen)! Pero los pobres que siguen reclamando en medio de la pandemia provocan más bien rechazo o recelo. Sólo la militancia de izquierdas los apoya sin reservas. Al otro lado de la cordillera, las barricadas de Chile nos muestran el camino.

Entre tanto, no deja de ser preocupante, en términos intelectuales, ideológicos y culturales, que haya sido la derecha libertarista la que se haya apropiado de la bandera de la defensa de la libertad. En sus versiones más políticamente incorrectas -como la del gobernador estadounidense que declaró que los ancianos debían sacrificarse para salvar la economía- dejaban un flanco fácil para al crítica. Con todo, no habría que tomarse a la ligera estas cuestiones. Los libertaristas vernáculos (como el payaso mediático de Milei) no se caracterizan por su inteligencia, pero poseen amplias usinas de difusión ideológica y sus ideas, aunque en general bastante tontas, son simples y claras: no hay que menospreciar su poder de seducción. Hay que combatir esos discursos. Pero se los puede combatir de diferentes maneras. Y bien, la respuesta que han dado los “progresistas” es para quedarse pasmados: se basa en contraponer la vida a cualquier cosa. Y en nombre de la vida se está dispuesto a aceptar todo tipo de restricciones, a renunciar alegremente a la libertad. Cualquier costo, cualquier sacrificio es poco si se trata de conservar la vida en las condiciones que sea. Esa es la premisa que hoy eleva el pensamiento progresista dominante ante la defensa de la libertad por los ideólogos de derecha. Es una actitud meramente defensiva. Y muy poco épica. La derecha ha tomado ideológicamente -incluso en medio de una crisis de la que sus agentes son primerísimos responsables- la delantera. Por supuesto que yo no haría el más insignificante sacrificio para salvar la economía capitalista. Pero ciertamente estaría dispuesto a hacer muchos sacrificios si se tratara de abolir la economía capitalista, salvar la economía de las clases trabajadoras e instaurar un nuevo sistema que nos salve del desastre al que nos conduce el capitalismo. La crítica a los discursos libertaristas filosóficamente algo más sutiles (no las declaraciones de un tosco gobernador yanqui tan bruto como Trump) no puede ser la burda contraposición de la vida a la libertad. Lo condenable de los libertaristas no es su defensa de la libertad, sino una concepción estrechamente individualista de la misma. Pero por la libertad, la igualdad y la comunidad, vale la pena arriesgar incluso la vida. Ya Hegel aclaró el punto en su dialéctica del amo y el esclavo. Y convendría no olvidar la vieja máxima de San Martín: “seamos libres, lo demás no importa nada”. La vida importa, desde luego. Pero si por conservar la vida a como sea estamos dispuestos a aceptar cualquier cosa, el resultado bien puede ser la esclavitud.

La pandemia ha ocasionado pánico. Y el pánico no es bueno: nos paraliza. O nos lleva a acciones desesperadas y contraproducentes, como las avalanchas hacia los botes salvavidas en los naufragios. Y no nos deja pensar, ni mucho menos pensar claramente. El miedo es otra cosa. El miedo nos alerta del peligro, el miedo nos pone en guardia y nos permite tomar las decisiones más inteligentes. Debemos tener miedo. Pero más que al COVID-19, debemos temer al capitalismo: ese sistema que ha convertido a nuestro planeta en un barco a punto de naufragar.

No hace falta creer que la pandemia es una invención, ni que todo se trata de una gran conspiración. Yo no lo creo. Lo que sí creo es que un problema sanitario real llevó a un estado de pánico a las clases medias y acomodadas globalizadas: luego de construir un mundo basado en la seguridad, de pronto se sintieron vulnerables. Desatado el pánico, ya fue muy difícil escapar de la lógica intrínseca de la situación. Pero puesto que el capital y sus agentes poseen estrategias pensadas a larguísimo plazo, una vez inmersos en una situación que seguramente no buscaban empezaron a ver cómo sacar el mayor provecho. En eso están. Naomi Klein lo acaba de mostrar muy bien en “Distopía de alta tecnología: la receta que se gesta en Nueva York para el post-coronavirus”, disponible enhttps://www.lavaca.org/portada/la-distopia-de-alta-tecnologia-post-coronavirus/.

Por contraste, el pensamiento crítico parece haberse paralizado. Con las debidas excepciones, desde luego. Cuesta sustraerse a la “suspensión mediática de la racionalidad”, para decirlo con las certeras palabras de Alexis Capobianco en “Reflexiones sobre la vida, la razón y la crisis del capitalismo en tiempos de coronavirus (publicado en Alai, el 14/05/2020, disponible en: http://www.redescristianas.net/reflexiones-sobre-la-vida-la-razon-y-la-crisis-del-capitalismo-en-tiempo-de-coronavirusalexis-capobianco/), quien ha señalado con gran tino:

De pronto también desaparecieron o se vieron reducidas a un minimum todas las discursividades ultrarrelativistas y subjetivistas de los tiempos postmodernos. El “todo es una construcción”, “todo es relativo”, “cada cual tiene ´su verdad´” cedió en forma silenciosa el paso a la Verdad científica con mayúsculas. En menos de lo que canta un gallo, el relativismo radical se transformó en cientificismo dogmático; un dogma ocupó el lugar del otro.

El desconcierto ante una situación inédita parece dominar. Y ante la duda, la mayoría ha optado por concluir que lo mejor es acompañar a las autoridades y hacerles caso: es como si el grueso de los intelectuales quisiera creer en la racionalidad de los líderes y lideresas. ¡Más nos valdría desconfiar! Después de todo: ¿es racional una sociedad en que el 1 % de la población es más rico que el 90 % inferior? ¿Es racional que el hambre cause millones de muertos anuales en una sociedad con capacidad para desarrollar la tecnología 5G? ¿Es racional la tecnología 5G? No deberíamos apostar por la alta racionalidad de autoridades dispuestas a administrar (en lugar de transformar o abolir) un mundo tan irracional.

Sería necio negar lo inusual de la situación. Contrariando casi todas la previsiones, el coronavirus ha afectado mucho más a los países “desarrollados” que a los periféricos. Ello explica el pánico que provocó en las clases medias y altas globalizadas, que se trasladó -si bien no uniformemente- a las autoridades políticas. Las previsiones de una catástrofe apocalíptica cuando el virus llegara a África o la India no se han cumplido. Un artículo fechado el 4 de abril afirmaba que en dos o tres semanas la situación en África sería semejante a la de Europa: han trascurrido ocho semanas y la situación es incomparable: el COVID-19 ha llegado al África, pero allí causa pocas víctimas. En los países “desarrollados” hay cierta sobre-representación de las clases más pobres entre las víctimas. Pero para tratarse de una enfermedad contagiosa (en las que las víctimas pobres son usualmente muchísimo más numerosas tanto en términos absolutos como relativos que las de las clases acomodadas), la sobre-representación de los pobres, si bien existe también en este caso, comparado con otros es más bien escasa. Los pobres, es indudable, siempre están sobre-representados en los males del capitalismo. Eso es lo que ocurre siempre. Con el coronavirus ha emergido una novedad: una enfermedad contagiosa que afecta más a los países industrializados que a los periféricos. Dentro de los primeros, la clase cuenta, pero cuenta un poco menos que en problemas semejantes. Un estudio que analizaba el impacto por quintiles de ingresos en España estableció que el quintil menos afectado era el superior, pero el segundo menos afectado era el inferior. Los más afectados era los tres quintiles intermedios. Por lo demás, las diferencias entre todos eran escasas. Estos datos pueden ser desconcertantes para las miradas apriorísticas. Nadie dice que sea fácil orientarse en un mundo tan trastornado. Pero el ejercicio de la duda, la crítica y la razón no se suspende por pandemia.

Tras décadas de formación cientificista ultra-especializada, por un lado, y de insulso discursivismo filosófico especulativo, por el otro, parece que el racionalismo crítico -aquél pensamiento capaz de análisis integradores pero fácticamente bien informados- se halla reducido a su mínima expresión. Abundan los especialistas capaces de seguir al dedillo una única variable ignorando pertinazmente todas las demás. O los ingenios especulativos que echan a rodas hipótesis de todo tipo, sin tomarse la molestia de verificar un solo dato. O los combativos ideólogos que aplican a una realidad nueva y compleja los mismos análisis y las mismas previsiones que aplicarían a cualquiera.

Así estamos.

Por suerte algunas voces se atreven a disentir. Algunas cabezas no renuncian a seguir pensando.

Fuente: https://rebelion.org/sobrevivira-el-pensamiento-critico-a-la-pandemia/

Comparte este contenido:

OVE entrevista a Rigoberto Martínez Escarcega: “La pedagogía crítica es la conciencia política de los grupos oprimidos”

Entrevista realizada por Luis Miguel Alvarado Dorry en exclusiva para Otras Voces en Educación.

Conocimos a Rigoberto Martínez Escarcega en un diplomado virtual ofertado por el Centro Sindical de Investigación e Innovación Educativa del estado de Michoacán, México (CSIIE-Michoacán), en este observamos y conocimos el trabajo que ha venido haciendo sobre la epistemología y pedagogía rupturista con base en las pedagogías críticas. Esta construcción se centra en el día a día de les docentes, estudiantes y familias, es decir, con narrativas desde la praxis educativa y su sistematización de las cotidianidades de la escuela.

Es doctor en educación por la Universidad de Tijuana. Fundador y director general del Centro Latinoamericano de Pensamiento Crítico (CELAPEC). Libros publicados: Educación, poder y resistencia: una mirada crítica a la vida escolar, México, Editorial Doble Hélice, 2005; La epistemología rupturista: reflexiones sobre un psicoanálisis del objeto, México, Editorial Plaza y Valdés, 2011; Marx y el incisivo problema de la enajenación, México, Editorial Doble Hélice, 2013; Pedagogía Tradicional y Pedagogía Crítica, México, Editorial Doble Hélice, 2014; Dominación y resistencia, obra publicada en seis volúmenes, México, CELAPEC, 2015; Batman y la lucha de clases, México, CELAPEC, 2016.

Rigoberto es una persona con un fuerte compromiso con la educación y con las sociedades con el hito de formar pensamiento crítico y transformar sus condiciones de vida, construyendo otros mundos posibles, donde quepan todes. Asimismo, nos insta a entrarle a la disputa por la hegemonía ideológica de la escuela, ya que esta no es neutra, sino que corresponde a los intereses de la clase dominante, por lo tanto, es inherente la formación de pensamiento crítico en docentes, estudiantes y familias.

 

Rigoberto, cuéntenos un poco su historia de vida, ¿Cómo llegó a la educación crítica y contestataria y, a la lucha gremial y social?

Mi madre y mi padre fueron maestros de una escuela normal rural. Eran comunistas y militaban en una organización clandestina. Así que nací en medio de la agitación política anticapitalista y en un ambiente intelectual escéptico y desprejuiciado. Como maestros disidentes, mis padres formaron parte del Movimiento Revolucionario Magisterial y participaron en la fundación de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación. Nuestra familia sufrió en carne propia la represión del sistema. En múltiples ocasiones mi madre y mi padre fueron removidos de su centro de trabajo y reubicados en diferentes partes del país, por oponerse a la dirigencia oficialista del SNTE. Era natural que yo reivindicara esta tradición de lucha familiar.

Por mi parte, estudié para profesor de educación primaria en una escuela normal, al mismo tiempo que cursé una licenciatura en filosofía en una universidad pública. En mi formación se funden una militancia política contra todas las formas y las modalidades de opresión social, y una fuerte disposición a la reflexión teórica. Realicé estudios de posgrado en el extranjero, donde tuve la oportunidad de entrar en contacto con Peter McLaren y Henry Giroux, fundadores de la Pedagogía Crítica. En el ámbito político me adscribí a la lucha zapatista que, con el correr de los años, desembocó en el levantamiento armado por parte de las comunidades indígenas en el Estado de Chiapas, el primero de enero de 1994. Bajo un nuevo contexto político, abandoné la lucha clandestina, y en la actualidad dedico todos mis esfuerzos, al lado de un grupo entusiasta de compañeras y compañeros, a impulsar el pensamiento crítico, radical, desde las antípodas de América Latina.

 

¿Cuáles considera que son los elementos más significativos de la crisis educativa en Chihuahua, en México y en toda América Latina?

Para poder responder, primero es necesario deshacer alguno de los supuestos sociológicos funcionalistas que le subyacen a la pregunta. La noción de “crisis educativa” no forma parte de la problemática teórica del pensamiento crítico. La teoría marxista parte del supuesto de que el Estado es un aparato de dominación de clase, que tiene como propósito central legitimar los intereses de las clases dominantes. Según Louis Althusser, el Estado se compone de aparatos represivos de Estado (ejército, policías, jueces, leyes, cárceles) y aparatos ideológicos de Estado (familia, escuela, iglesia, medios de comunicación, sindicatos). Los aparatos represivos funcionan principalmente a base del ejercicio explícito de la violencia, mientras que los aparatos ideológicos emplean la ideología de forma preponderante. Por lo tanto, la escuela y la educación institucionalizada tienen la tarea de inculcar y legitimar una visión del mundo que naturaliza y reproduce la explotación social. La vigencia del actual orden social, basado en la propiedad privada, la explotación de clases y el lucro feroz, es un indicador contundente de que la escuela y la educación no se encuentran en crisis. La escuela cumple de forma eficiente su función social: naturaliza la lógica de mercado en la que se basa el capitalismo, y reproduce las terribles desigualdades sociales.

 

Rigoberto, ¿La relación entre los gobiernos y los gremios en el estado de Chihuahua y en el país es fluida? ¿Por qué?

La relación entre el gobierno y los gremios sindicales, en México, ha sido a través de la historia una relación predominante corporativa. Los sindicatos se convirtieron en dispositivos de control, por parte del Estado, para mediatizar a las clases trabajadoras. El Estado que surgió como producto de la revolución mexicana, especialmente el cardenismo, impulsó una relación corporativa con los sindicatos de los trabajadores. Se institucionalizó al ejército, a los campesinos, a los obreros y a los burócratas, con la creación de la Confederación Nacional Campesina (CNC), la Confederación de Trabajadores de México (CTM), la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), entre otras. El gobierno sometió a la clase trabajadora a la lógica capitalista y, al mismo tiempo, fortaleció la acumulación de capital a nivel nacional. Una política de darle con la mano izquierda a la clase trabajadora y servirle la mesa, con la mano derecha, a los capitalistas. Se repartieron tierras a los campesinos y se favorecieron monopolios comerciales para los capitalistas. Los sindicatos se convirtieron en un mecanismo de control. El reparto agrario y la autorización de huelgas fue competencia exclusiva de las corporaciones gremiales promovidas por el Estado.  Los pocos sindicatos independientes que lograron sobrevivir a la política corporativa del gobierno postrevolucionario (los ferrocarrileros, los electricistas, los telefonistas y un sector importante del magisterio) padecieron toda la fuerza represiva del Estado. Posteriormente, el Estado pasó de una política proteccionista, populista y corporativa a impulsar un modelo económico neoliberal. El neoliberalismo ingresó en México a partir del sexenio de Miguel de la Madrid, prácticamente sin sufrir ningún tipo de tropiezos a pesar de los cambios sexenales. El modelo económico neoliberal ha sido impulsado con fuerza tanto por el PRI como por el PAN y el ahora gobernante partido de MORENA. El sindicalismo corporativo ha sufrido un gran golpe por parte del propio Estado. La tendencia es su aniquilación. El SNTE ha visto diluir su capacidad real de negociación frente al Estado neoliberal. Y la CNTE, no ha podido superar la lucha intestina entre las diferentes expresiones políticas e ideológicas que la componen, para conformarse como un bloque unificado de lucha a nivel nacional. El Estado neoliberal avanza con una fuerza arrolladora sobre los sindicatos, y la disidencia magisterial se debate a muerte en sus disputas internas. Es urgente repensar y configurar nuevos imaginarios alrededor de un sindicalismo radical que se deshaga de cualquier tipo de lógica corporativa y totalitaria.

 

Como pedagogo crítico ¿considera que la formación inicial y continua de les docente corresponde a las necesidades del país y los desafíos pedagógicos del siglo XXI? ¿Por qué? ¿Cuáles serían sus propuestas?

El Estado capitalista nunca promoverá un modelo educativo que atente contra los intereses de la clase dominante. Por lo tanto, todo modelo educativo oficial, independientemente de los subterfugios y los eufemismos ideológicos con lo que se presente, tiene como propósito central formar a los agentes de producción (desarrollo de habilidades técnicas e inculcación de valores) que la sociedad de mercado necesita. La formación docente responde a las demandas de la sociedad de mercado. La pedagogía crítica nunca será promovida de forma oficial. La pedagogía crítica es contestataria. La pedagogía crítica es la conciencia política de los grupos oprimidos. La pedagogía crítica incita a los agentes educativos para que reconfiguren el espacio escolar como un escenario de confrontación política donde se desenmascare el contenido ideológico de la cultura dominante y se promuevan prácticas educativas que hagan posible la emergencia de imaginarios sociales sobre un mundo menos injusto y desalentador.

 

Rigoberto, ¿Qué ha significado el confinamiento por el Coronavirus COVID-19 en lo educativo? ¿Considera que las medidas educativas tomadas en el contexto de la pandemia afectan al derecho a la educación? ¿Por qué?

Me parece que la pandemia que actualmente estamos padeciendo a nivel global a causa del COVID-19, pone en evidencia dos elementos sociales: por un lado, la fragilidad de la barbarie capitalista y, por otro lado, la fortaleza de los proyectos autónomos promovidos por los pueblos originarios. El COVID-19 demostró que la especie humana, dentro del capitalismo, es completamente indefensa frente a una amenaza externa. Las terribles desigualdades sociales hacen imposible cualquier tipo de confinamiento. El capitalismo promueve el individualismo, la reclusión, el control social y la vigilancia gubernamental ante una amenaza biológica. En el fondo, la única alternativa que tienen las sociedades capitalistas frente a una amenaza biológica es: ¡sálvese quien pueda! En contra parte, los pueblos originarios, que han promovido un tipo de organización comunitaria, frente a una amenaza biológica, hacen un llamado a la solidaridad y a la colectividad. El capitalismo promueve el aislamiento, las comunidades indígenas la solidaridad. En el capitalismo sólo se pueden someter al confinamiento los grupos sociales que tienen un capital acumulado o un ingreso económico seguro para sobrevivir. En las comunidades indígenas todos los miembros de la colectividad se reagrupan para trabajar la tierra, para repartir de forma equitativa el producto del trabajo, para llevar a cabo actividades culturales y educativas frente a una amenaza biológica. En el capitalismo no existe ninguna alternativa viable de sobrevivencia frente a un peligro epidemiológico.

 

Desde la pedagogía rupturista ¿cuál es la radiografía de las sociedades en el confinamiento obligatorio y la ponderación de las virtualidades en la vida cotidiana?

En la actualidad la especie humana se enfrenta a un gran dilema social: ¿capitalismo o sobrevivencia? El capitalismo ha colocado a la humanidad frente al problema de la extinción de la vida en el planeta y la autodestrucción. El afán de lucro y ganancia feroz ha promovido la extracción y sobreexplotación de los combustibles fósiles (petróleo, gas natural, carbón, entre otros) que han generado una polución del ambiente y un sobrecalentamiento del planeta. La deforestación irracional de los bosques, la contaminación del aire, de los mares y del agua potable son la consecuencia de un capitalismo depredador que sólo respeta al dios dinero. La humanidad se encuentra no sólo frente a un dilema ideológico, sino ante la sobrevivencia de la especie. El COVID-19 ha puesto a la barbarie capitalista frente a un espejo. La bestia se mira el rostro.

 

Estimado Rigoberto, por último, desde las pedagogías críticas y, a partir de sus experiencias docentes y sociales ¿cuáles serían algunas de las propuestas que considere importantes para iniciar un proceso de transformación radical del sistema educativo?

Me parece que el gran reto de la educación y de los educadores críticos en el siglo XXI es formar una nueva conciencia planetaria, capaz de superar los nacionalismos y todas las formas y las modalidades de exclusión social, que permitan superar la barbarie capitalista y luchar por la vida.

Muchas gracias

Comparte este contenido:

México: La Sección VII del SNTE-CNTE Chiapas convoca a la «III Comunidad Pedagógica Crítica Estatal 2020»

América del Norte/México/06-08-2020/Autor: Colaboradores de OVE/Fuente: Sección VII del SNTE-CNTE Chiapas 

La Comisión Estatal de Educación Alternativa de la a Sección VII del SNTE-CNTE de Chiapas organiza, convoca e invita a la «III Comunidad Pedagógica Crítica Estatal 2020 » que se llevará a cabo del 17 al 21 de agosto del presente año en sus diferentes etapas: Estatal, Regional y Delegacional.

El propósito de este evento tiene como finalidad de «Formar a los trabajadores de la educación en el contexto de la realidad educativa actual para la construcción de estrategias educativas críticas del periodo escolar 2020-2021, en las fechas 17 y 18 de agosto de 2020», añaden.

El lugar de transmisión del evento será en la sala de juntas del edificio de la Sección VII del SNTE-CNTE Chiapas, la modalidad del evento será 100% virtual por la actual contingencia sanitaria.

Se transmitirá en vivo a través de la página de Facebook de la sección VII del SNTE-CNTE y CEEAS VII

• Para las ponencias se utilizará la plataforma virtual Zoom.

Podrán participar las trabajadoras y los trabajadores de la educación de la sección VII, XL 40 e interesados en la educación.

La moderación estará a cargo de las y los Integrantes de la Comisión Estatal de Educación Alternativa de la Sección VII del SNTE-CNTE.

AGENDA DE LA III COMUNIDAD PEDAGÓGICA CRÍTICA ESTATAL

LUNES 17 DE AGOSTO DE 2020

HORARIO/ACTIVIDADES PROTOCOLARIAS/RESPONSABLES

8:00 A 9:00/Registro de delegados en la plataforma/Equipo Técnico de la Sección VII DEL SNTE-CNTE.

9:00 A 9:30/Acto inaugural/Secretario General de la Sección VII del SNTE-CNTE.

9:30 A 10:00/Saludos fraternos/Secretarios Generales de la CNTE.

DESARROLLO DE LAS PONENCIAS

HORARIO/PONENCIAS/PONENTES/PAÍS

10:00 A 10:30/Modelo educativo digital pospandemia en Latinoamérica/Luís Bonilla-Molina/Venezuela.

11:30 A 12:00/Educación y pandemia en México: retos y perspectivas de la educación pública/Hugo Casanova Cardiel/México.

12:00 A 12:30/Educación a distancia: implicaciones y desigualdades en la escuela pública/Manuel Gil Antón/México.

12:30 A 13:30/Preguntas y respuestas del público virtual o cierre de cada ponencia/Delegados del PEA.

14:00 Cierre del primer día del evento.

MARTES 18 DE AGOSTO DE 2020

HORARIO/ACTIVIDADES PROTOCOLARIAS/RESPONSABLES
9:00 A 10:00/Alternativas educativas: pedagogía crítica y educación popular/Marco Raúl Mejía Jiménez/Colombia.

10:00 A 10:30/Ecoprotección y afectualidad: su abordaje en la educación pandémica/Iliana Lo Priore/Venezuela.

10:30 A 11:00 Vigencia del normalismo en tiempos de la 4T y pandemia/Joaquín Zebadua Romero/Chiapas.

11: 00 A 12:00/Preguntas y respuestas del público virtual o cierre de cada ponencia/Delegados del PEA.

12:00 A 13:00/Presentación del cuadernillo de trabajo en los Talleres de Educación Alternativa/CEEAS VII CHIAPAS.

13:00 A 13:30/Clausura de la III Comunidad Pedagógica/Comité Ejecutivo Seccional.

Himno Venceremos/CEEAS VII CHIAPAS.

NOTA: El horario para los ponentes es de verano.

Descarga: AGENDA III COMUNIDAD PEDAGOGICA CRITICA CES (1)

Fuente e Imagen: Sección VII del SNTE-CNTE Chiapas

Comparte este contenido:
Page 14 of 70
1 12 13 14 15 16 70