Lo Importante No Es Lo Que Pasa En El Metaverso, Sino En El Otro Lado

Por: Esther Peñas

Tal y como advierte la tecnóloga madrileña Lucía Velasco, la disrupción digital en los entornos productivos es cada vez más evidente: 85 millones de empleos se transformarán debido a la revolución tecnológica antes de 2025 en todo el mundo. En su último libro, ‘¿Te va a sustituir un algoritmo?’ (Turner), esta experta independiente de la Comisión Europea, que además dirige el Observatorio Nacional de la Digitalización y el Impacto de la Tecnología en la Sociedad (ONTSI), analiza los beneficios, desafíos, contrariedades y amenazas de este nuevo escenario donde el metaverso parece interpretar el papel de protagonista. ¿Su recomendación? Reflexionar sobre las decisiones que debemos tomar para no quedarnos descolgados en un mundo donde nada, nunca, será igual.


«Estamos en un momento –respecto de las nuevas tecnologías– tan importante como la era atómica», afirmas en tu libro. ¿Cuántas personas se quedarán por el camino y de qué manera?

Los riesgos son importantes. Precisamente por eso he escrito este libro, porque debemos ser conscientes de ellos. Pero también estoy convencida de que estamos a tiempo de evitar que nadie se quede atrás y acompañar a aquellos que no puedan hacer esta transición digital.

¿Hasta qué punto son útiles los algoritmos y sus combinaciones? ¿Cuándo conviene desterrarlos para obtener resultados?

Los algoritmos nos facilitan la vida: nos dicen cómo llegar a los sitios, priorizan los correos, ayudan a interpretar radiografías, sugieren dosis de medicaciones, nos recomiendan música o películas, hacen un match en cualquier aplicación de ligoteo o le dicen al banco que dé o no, un crédito. No pienso que haya que desterrarlos sino, más bien, entenderlos y controlarlos. Siempre tiene que haber supervisión humana cuando se toman decisiones sobre personas y debemos ser capaces de saber cómo llegan a las conclusiones que llegan. Hay que estar muy atentos para evitar que nos lleven a lugares que ya habíamos superado: esto sucede porque repiten patrones, utilizándose datos que, sin tratar, son el reflejo de lo peor y lo mejor de la sociedad. Debemos avanzar en la auditoría algorítmica y en su transparencia.

Crece la incertidumbre ante la posibilidad de que los algoritmos vengan a quitarnos el trabajo. Aunque sabemos que, a su vez, las nuevas tecnologías crearán nuevos empleos, la proporción entre la destrucción y la creación de puestos de trabajo será escalofriante. ¿Qué sucederá con esas grandes masas de gente en paro?

Diría que vienen a quitarnos trabajo, no el trabajo. La revolución digital hará que tengamos que adaptarnos rápida y masivamente a cambios en gran parte de los trabajos, pero no habrá grandes masas de gente en paro. Los Gobiernos no lo permitirán.

¿Podría la digitalización acentuar aún más la brecha entre muy ricos y pobres?

Ya lo está haciendo. Hay una concentración de riqueza y de poder en unas pocas empresas y en quienes las lideran. Se debe equilibrar la balanza usando herramientas más tradicionales de economía política, pero también hay que atreverse a probar nuevas. La competencia de los mercados y la protección de los trabajadores, independientemente del tipo de contrato que tengan, son pilares fundamentales para combatir estas brechas.

«Tenemos en riesgo nuestra privacidad, que es en el fondo, nuestra libertad»

Argumentas que la capacidad de intercambiar grandes cantidades de datos de forma rápida y barata ha sentado las bases para el auge de la economía digital y sus nuevas formas laborales. Pero con este carácter financiero, ¿acaso la transformación no favorece una ‘economía ficticia’ (o abstracta) y más vulnerable, como vimos en la crisis de Lehman Brothers?

La gran crisis que hizo tambalear las economías más importantes del mundo hace casi 15 años vino provocada por una agresiva desregulación y un poder desproporcionado de los poderes financieros para influir en las normas que les restringían la especulación. Es necesario poner límites a los gigantes tecnológicos precisamente para evitar que vuelva a suceder. Esta vez tenemos en riesgo nuestra privacidad, que es en el fondo, nuestra libertad.

¿De qué modo podríamos reindustrializar España en clave digital?

Incorporando a la economía del dato los sectores tradicionales que sostienen nuestra economía, como el turismo, para que puedan competir en el siglo XXI; pero también entendiendo dónde está el futuro, como por ejemplo en la ciberseguridad. Debemos incorporar a nuestra reindustrialización coordenadas de soberanía digital y de autonomía estratégica para reducir dependencias.

Y el futuro, ¿son las criptomonedas?

El futuro inmediato es la regulación de las criptomonedas para evitarle disgustos a muchas personas que se dejan llevar por las promesas de pelotazos digitales.

A la hora de hablar de ciberseguridad, o del vehículo eléctrico o la educación digital…  ¿En qué podemos competir y estar a la altura?

En todo. España no tiene nada de qué acomplejarse. Somos líderes mundiales en los índices de ciberseguridad. De hecho, el primer PERTE (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) del Gobierno de España, con los fondos del plan de recuperación, pretende crear el ecosistema para fabricar vehículos eléctricos, convirtiendo a nuestro país en el Hub Europeo de electromovilidad, con una inversión total de más de 24.000 millones de euros. Solo tenemos que creernos que somos capaces.

Respecto de nuestra formación digital, ¿cuál es nuestro talón de Aquiles?

Tenemos un país con unas infraestructuras digitales envidiables que nos permiten aprovechar al máximo esta ola de educación digital. Sin embargo, es necesario mejorar la recogida de datos para diseñar programas que sean realmente efectivos, asegurarnos que la desigualdad y la brecha educativa no son un obstáculo para que todas las personas puedan aprovechar el potencial de la revolución digital.

¿Caben las humanidades en un mundo digitalizado?

Son más necesarias que nunca. La tecnología debe tener una perspectiva humanista para que tenga sentido y mejore nuestras vidas.

«España no tiene nada de lo que acomplejarse: somos líderes en ciberseguridad y tenemos unas infraestructuras digitales envidiables»

Parece difícil imaginar hoy en día una desglobalización. En cambio, asegura que está ahí, a la vuelta de la esquina. ¿Podría esa desglobalización considerarse un retroceso en el bienestar?

En muchos casos yo lo consideraría una garantía de suministro y de recuperación de muchos trabajos que se fueron en su día. Depender de países cada vez más inestables, con regímenes no siempre democráticos que reniegan del orden global, no parece la mejor apuesta para mejorar en bienestar. El repliegue regional está sucediendo.

En este sentido, las redes, por un lado, estimulan el activismo (el fenómeno Greta Thunberg no se entiende sin ellas, por ejemplo) pero, por otro, nos alejan de la calle, de los espacios en los que realmente se cambia la realidad. Quiebra los vínculos fuertes como los afectos. ¿Esta tendencia se acusará más en el futuro?

Esa va a ser uno de los grandes retos. Convertir las redes en la nueva plaza pública como espacio de convivencia, garantizar nuestros derechos digitales y educar para que nos demos cuenta por nosotros mismos de que lo importante no es lo que pasa en el metaverso, si no al otro lado.

La tecnología suele generar la expectativa de que todo es controlable, medible y predecible. Desde la hora a la que va a llover hasta las pulsaciones nocturnas. Sin embargo, la vida siempre se abre paso e irrumpen con su contingencia, impredecible de todo punto. 

Esa es la magia, que cuando menos te lo esperas, la vida te da la vuelta. Sin magia no se puede vivir.

Ante una tecnología con la que recopilamos todo, parece que la memoria es prescindible. Pero sin ella, sin memoria, no pueden establecerse redes de conocimiento. Ni siquiera la imaginación funciona sin memoria. ¿Cómo repercutirá esto en el ser humano?

Hay que profundizar en los efectos que tiene la tecnología en la salud mental, precisamente para evitar este tipo de consecuencias y educarnos a todos en los límites que debemos crear para preservar nuestro bienestar y, sobre todo, nuestra esencia.

Fuente de la información e imagen: https://ethic.es/entrevistas

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Kazuo Ishiguro: «Debemos encontrar una nueva visión humanista que nos una»

10 Diciembre 2017/Fuente: elcultural/Autor: ANDRÉS SEOANE

El Premio Nobel de Literatura 2017 pronuncia en la Academia Sueca un discurso en el que recuerda los pequeños momentos que le conformaron como escritor e impele a mantenernos unidos y abiertos a lo nuevo en la vida y la literatura.

«De pronto una noche, me sorprendí escribiendo, con una nueva e insistente intensidad, sobre Japón, sobre Nagasaki, mi ciudad natal, durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial», recuerda el escritor británico de origen japonés Kazuo Ishiguro (Nagasaki, 1954) al inicio de su discurso de aceptación del Premio Nobel de literatura 2017, pronunciado esta tarde en la sede de la Academia Sueca. «Debo decir que fue algo que me pilló por sorpresa. Hoy en día, el clima dominante es tal que resulta instintivo para un joven aspirante a escritor con una herencia cultural mixta explorar en su obra sus ‘raíces’. Pero entonces no era ni mucho menos así. Todavía faltaban algunos años para la explosión de literatura ‘multicultural’ en Gran Bretaña».

Premiado con el máximo galardón mundial de las letras por «haber descubierto el abismo bajo nuestro ilusorio sentido de conexión con el mundo a través de novelas de gran fuerza emocional», Ishiguro, que recibirá el Nobel este domingo de manos del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, ha relatado a la audiencia los orígenes de su conversión en escritor y varios pequeños momentos que a lo largo de su dilatada carrera, iniciada a comienzos de los años 80, le han servido de inspiración para crear sus siete novelas (publicadas en España por Anagrama) y algunos de sus cuentos o guiones. Según el escritor, esta primeriza escritura sobre Japón nacía de un intento de recuperar el país que abandonó con cinco años.

«Las fotografías tomadas poco después de nuestra llegada muestran una Inglaterra ya desaparecida. Los Beatles, la revolución sexual, las protestas estudiantiles, el ‘multiculturalismo’ estaban a la vuelta de la esquina, pero resulta difícil de creer que la Inglaterra con la que se encontró mi familia siquiera lo sospechase». Durante sus primeros años, la familia de Ishiguro contaba con regresar pronto al país nipón, prosigue narrando el escritor, por lo que «durante mucho tiempo se dio por hecho que yo volvería a Japón para vivir allí mi vida adulta, de modo que en casa hacían un esfuerzo por mantener viva la parte japonesa de mi educación». Sin embargo, el momento se prolongaba en el tiempo hasta no llegar a producirse, por lo que el escritor «deseaba reconstruir mi Japón a través de la narrativa, garantizar su pervivencia, para después poder señalar un libro y decir: Sí, aquí está mi Japón, en estas páginas».

Esa Inglaterra idílica e integradora de su infancia que recuerda Ishiguro contrasta con la que el escritor observa en la actualidad. Firme crítico del Brexit, que considera una «tragedia», ayer en rueda de prensa el narrador afirmaba que no le agrada «la atmósfera anímica negativa» que acampa en el Reino Unido. «Para mí fue fácil crecer entre dos culturas, algo que me ha beneficiado a la hora de escribir, pero yo llegué en un momento previo a las grandes migraciones de las antiguas colonias británicas». De hecho, el escritor considera que «ahora Reino Unido se ha convertido en un país mucho más racista. Tengo un gran respeto por la generación que recibió a mi familia no mucho después de la II Guerra Mundial. Siento fascinación por esa generación tan generosa que creó un Estado de Bienestar, pero ya no parece existir», se lamentaba.

Inesperada inspiración

También ha desgranado Ishiguro en su discurso las crisis propias de toda trayectoria narrativa. «Durante algún tiempo me había sentido razonablemente orgulloso de mi primera novela, pero esa primavera ya me había invadido una exasperante sensación de descontento. En esos momentos mi empeño era escribir ficción que solo pudiese funcionar de forma adecuada ‘sobre una página’. ¿Para qué escribir una novela si iba a ofrecer más o menos la misma experiencia que se podía obtener encendiendo el televisor?«, se preguntaba el escritor a principios de los 80. Fue estando enfermo en la cama cuando leyendo En busca del tiempo perdido de Marcel Proust. «Quizá contribuyese el que todavía tenía fiebre, pero el hecho es que me quedé obnubilado por el texto. Aparte de la absoluta belleza de esas páginas, lo que me entusiasmó fue cómo Proust hacía que un episodio llevase al siguiente. Descubrí una manera interesante y más libre de escribir mi segunda novela; un planteamiento que enriquecería las páginas y ofrecería movimientos imposibles de capturar en ninguna pantalla».

Otro detalle curioso que dejó el discurso de Ishiguro, confeso melómano y música frustrado, fue cómo muchas veces la música desbloquea su escritura. Por ejemplo, una canción de Tom Waits le inspiró para alcanzar el clímax final en su novela Los restos del día. «Escuchando a Tom Waits me di cuenta de lo que le faltaba a mi novela. Tiempo atrás había tomado la decisión de que mi mayordomo inglés mantendría sus defensas emocionales, que se las apañaría para ocultarse tras ellas, de sí mismo y del lector, hasta el final», recuerda el escritor. «Pero de pronto comprendí que tenía que modificar esta decisión. Solo durante un instante, hacia el final de la historia, tenía que hacer que su armadura se resquebrajase. Debía permitir que debajo de ella se vislumbrase un vasto y trágico anhelo, que en su empeño por convertirse en el sirviente perfecto se ha prohibido amar o recibir el amor de la mujer que le atrae».

Intimidad y sentimiento

«Los puntos de inflexión en la carrera de un escritor -tal vez en todo tipo de carreras- se producen de este modo. A menudo en situaciones anodinas y cotidianas. Son reveladores destellos silenciosos e íntimos», prosiguió el escritor, comenzando a concluir su reflexión. «En ocasiones, lo que nos revelan puede ir a contracorriente del sentido común predominante. Pero cuando aparecen, es importante ser capaz de reconocerlos como lo que son. Porque de otro modo se nos escaparán de entre las manos«, advierte. «He estado enfatizando lo minúsculo y lo privado, porque en esencia es de esto de lo que trata mi trabajo. Una persona que escribe en una habitación silenciosa e intenta conectar con otra persona que lee en otra habitación silenciosa. Las ficciones pueden entretener, en ocasiones enseñar o polemizar sobre algún tema. Pero para mí lo esencial es que transmiten sentimientos, que apelan a lo que compartimos como seres humanos por encima de fronteras y separaciones».

Porque para Ishiguro, que ha reservado para el final la parte con mensaje de su discurso, la separación y las fronteras son uno de los enemigos clave de nuestro mundo hoy en día. «Hace poco me he dado cuenta de que llevaba unos cuantos años viviendo en una burbuja. Que no había sido capaz de percatarme de la frustración y las preocupaciones de mucha gente a mi alrededor», reconoce el escritor, autocrítico. «El año 2016, marcado por sorprendentes -y para mí deprimentes- acontecimientos políticos en Europa y en Estados Unidos, y de nauseabundos actos de terrorismo por todo el planeta, me obligó a admitir que el imparable avance de los valores liberales que había dado por garantizado desde mi infancia podría haber sido una mera ilusión», valora.

Futuro diverso y optimista

Optimista por naturaleza, Ishiguro hace referencia a los grandes triunfos del pasado europeo, como la recuperación tras la Segunda Guerra Mundial o el fin de la Guerra Fría, «sin embargo, al echar la vista atrás, la época que surgió de la caída del muro de Berlín parece marcada por la autocomplacencia y las oportunidades perdidas«, opina. «Por el momento parece faltarnos una causa progresista que nos una. En lugar de eso, incluso en las ricas democracias occidentales, nos estamos fracturando en facciones rivales desde las que competir a cara de perro por los recursos y el poder», reprocha en tono enérgico.

Por eso se plantea si un «un sesentón que se frota los ojos e intenta discernir los contornos entre la bruma de este mundo que hasta ayer ni siquiera sospechaba que existiese, un autor fatigado de una generación fatigada», puede encontrar la energía necesaria para escrutar este escenario desconocido. «Debo seguir adelante y hacerlo lo mejor que pueda», se responde, «porque continúo creyendo que la literatura es importante y lo será en especial mientras atravesamos este difícil territorio. Pero recurriré a los escritores de la generación más joven para que nos inspiren y nos guíen. Esta es su era y ellos tendrán los conocimientos y el instinto de los que yo careceré. De modo que soy optimista. ¿Por qué no iba a serlo?».

«Permítanme concluir», ha continuado en este sentido, «haciendo un llamamiento, si quieren, ¡mi llamamiento del Nobel! Es difícil arreglar el mundo, pero pensemos al menos en cómo podemos mejorar nuestro pequeño rincón, el rincón de la iteratura. Creo que debemos ampliar nuestra diversidad«. Ampliar el mundo literario para incorporar muchas más voces procedentes de más allá de las zonas de confort de las elitistas culturas del primer mundo, y ampliar la definición de lo que es la buena literatura, porque «la próxima generación llegará con todo tipo de nuevos y en ocasiones desconcertantes modos de contar historias importantes y maravillosas. En unos tiempos de divisiones peligrosamente crecientes, debemos escuchar«, aconseja el escritor. «La buena escritura y la buena lectura derribarán barreras. Debemos incluso encontrar una nueva idea, una gran visión humanista, alrededor de la que congregarnos y que nos una», ha concluido rotundo.

Fuente de la noticia: http://elcultural.com/noticias/letras/Kazuo-Ishiguro-Debemos-encontrar-una-nueva-vision-humanista-que-nos-una/11540

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Porque amo a los bosques pienso en las personas

08 de enero de 2017 / Fuente: https://www.servindi.org/

Por: Rodrigo Arce Rojas

Reiteradamente he señalado que gestionar bosques es al fin y al cabo gestionar personas. Esto incluye a las personas al interior de las organizaciones forestales como lo que se ha dado en llamar los usuarios forestales. Si esto es así, habría que revisar el lenguaje que se usa en la administración forestal pública cuando divide el mundo en dos categorías que aparecen excluyentes cuando no de imposición: administradores y administrados. No es tan ingenuo como pudiera parecer porque presentado así desde un lado está la norma, el procedimiento, “la razón” y desde el otro lado está el cumplimiento de la norma, el procedimiento y el que necesita conocer la razón del administrador.

En esta dualidad del administrador y el administrado se asume que los marcos paradigmáticos, los marcos conceptuales y los procedimientos son conceptos acabados que no requieren revisión y que solo queda la labor de hacer que se cumplan. Pero objetivamente, ¿esto es así? Si eso fuera cierto entonces bastaría para que se cumplan las políticas públicas y normas para tener un sector forestal boyante y los grandes problemas forestales (deforestación, degradación de bosques, corrupción forestal) estarían camino a ser resueltos pero bien sabemos que hay muchas dificultades para afirmar que vamos camino a resolver estos grandes problemas que son más bien estructurales y complejos.

Claro que necesitamos que se cumpla el estado de derecho en el sector forestal, pero también necesitamos reconocer que el “estado de derecho” aludido no es perfecto, que tienen aún muchos vacíos y mucho espacio para seguir mejorando. La clave está en qué estamos entendiendo para decir que se está mejorando. Para algunos será que el sector forestal aporte más visible y tangiblemente al desarrollo económico, otros dirán que contribuya más efectivamente a la conservación de los bosques, y otros dirán que la contribución del sector forestal se traduzca en oportunidades, calidad de vida de la gente, respeto a sus derechos humanos, oportunidades para las poblaciones en situación de riesgo, oportunidades para las mujeres. Pero también habrá algunos quienes piensen que la mejora no se mide con un foco unidimensional y que el aporte forestal debe tratarse desde una perspectiva multidimensional. Depende entonces del sesgo o visión que tengan los actores para decir de qué manera el sector está mejorando.

Algunos dirán, sin embargo, que el problema en el sector forestal no es crear más políticas o normas, sino cómo se hace cumplir lo que existe, entonces se ubicarán en el grupo de los que aborden el estado de derecho como “conceptos acabados”. Visto desde esa perspectiva los énfasis están en cómo comunicar, cómo capacitar para que los usuarios cumplan lo que ya se ha normado. Pero, ¿estamos seguros que ese estado de derecho tiene los paradigmas correctos? ¿Correcto en función de qué mirada: económica, social, ambiental, integral o sostenible? De todo ello se desprende la imperiosa necesidad que todos los actores tengan que revisar sus paradigmas y asegurarse que apuntan a la sostenibilidad. Si sirve para crecer económicamente pero sigue la deforestación y la corrupción no estamos en el camino correcto. Si sirve para atender necesidades sociales pero no contribuye a la sostenibilidad tampoco estamos en el camino correcto. En muchas ocasiones, la atención a lo social (o a nombre de ello), relaja las consideraciones ambientales, y lo que es peor, beneficia más a terceros que a los que se pretende beneficiar en nombre del carácter social.

Tan importante como que la administración se acerque al bosque es que el bosque (la realidad) se acerque a la administración (mejor aún si la administración se hace directamente donde se encuentran los bosques).

Ahora bien, si asumimos que el marco político y normativo está orientado a un proceso de mejora continua y de fuerte orientación a la atención de los usuarios forestales con los más altos estándares de calidad (que incluye la sostenibilidad de los bosques indefectiblemente), entonces tan importante como comunicar o capacitar es escuchar, es reconocer la realidad para que permanentemente se busque afinar, ajustar, sincronizar el marco político y normativo para que dé cuenta de la mejor manera la diversidad biológica, ecológica, cultural, lingüística y de significados. Tan importante como que la administración se acerque al bosque es que el bosque (la realidad) se acerque a la administración (mejor aún si la administración se hace directamente donde se encuentran los bosques).

Escuchar es fundamental en una propuesta de gestión forestal empática que no solo se atiene a consideraciones técnicas sino que además se interesa vivamente en la historia del usuario forestal, sus necesidades, sus sueños, sus proyecciones, sus afirmaciones, sus preguntas, sus incertidumbres, sus vacíos, sus temores y sus alegrías. No es la distancia fría entre administrador y administrado sino es una relación humana afectiva de vivo interés por el otro, de escucharlo, se sentirlo, de darle voz, darle espacio y oportunidades.

Lo que estoy señalando es fundamental para realidades de alta diversidad biológica y cultural como las nuestras. Es reconocer la riqueza de la sociodiversidad y los subgrupos (subculturas) que existen en grandes categorías como madereros, castañeros, shiringueros, manejadores de fauna, cazadores, entre otros. Nuestros mapas de actores forestales tienen entonces el encargo de recoger la diversidad dentro de la diversidad de cada grupo. Asimismo, es importante que podamos recoger los diferentes significados existentes entre los diversos actores con su propia diversidad interna. Esto es de suma importancia porque conceptos como árbol, Estado, democracia, formalidad, legalidad, manejo, entre otros tantos, tienen diferentes formas de ser entendidos, sentidos, vivenciados y valorados. Algo que no hemos constatado por ejemplo es el concepto de “Estado” que existe entre los diversos actores. Esta a-sintonía semántica crea muchas fracturas o vacíos de los que no hemos percibido o no hemos querido percibir en nombre de la uniformidad o de la generalidad.

Desde esta perspectiva de gestión forestal sostenible con enfoque de complejidad no se actúa solamente para imponer sino fundamentalmente para entender las lógicas, los sentidos que tienen los actores forestales en su actuación forestal. Incluso lo que desde la perspectiva mayoritaria pueda ser entendida como informal o ilegal. Si no nos metemos al corazón de los informales o ilegales nunca vamos a poder entender sus motivaciones, sus significados, sus patrones de referencia. Pero esta mirada acogedora del informal o del ilegal no es para justificar la destrucción de bosques sino es para generar las condiciones de diálogo que contribuyan a encontrar juntos salidas sostenibles. Tenemos que superar enfoques de exclusión que en nombre de las normas condenamos a miles de hombres y mujeres. Además no solo tenemos que preguntarnos porqué esos actores actúan de manera informal o ilegal sino qué factores son los que han producido (producen o reproducen) esa situación. Preguntarnos también ¿Cuál es el efecto de la forma cómo hemos venido haciendo la gestión forestal en la informalidad e ilegalidad existente? Necesitamos abrir paso a las preguntas valientes y transformadoras. Es solo desde la empatía, desde la comprensión, desde el diálogo generativo y transformador que vamos a tender los puentes necesarios para encontrar salidas compartidas, sensatas, justas, equitativas y sostenibles.

Necesitamos avanzar hacia la gestión sostenible de los bosques, pero en todo lo que ello implica, con responsabilidad y con visión de país y visión planetaria. Tenemos grandes retos para contribuir efectivamente hacer frente al cambio climático, para contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y ello implica extender nuestra mirada y actuación más allá de lo biofísico (sin que ello quiera decir minimizar su atención) para incorporar un enfoque más humano en comunión con la naturaleza y el cosmos. Necesitamos fortalecer los procesos de gobernanza forestal y de diálogo forestal para que podamos construir el concepto de corresponsabilidad en la gestión sostenible de los bosques. Solos, ningunos de los actores va a poder avanzar, juntos en la sensatez, en la sostenibilidad, en las grandes visiones compartidas y con gran espíritu colaborativo vamos a poder aprovechar las grandes oportunidades y atacar de manera creativa los grandes problemas forestales.

No más exclusión por defecto, no más visiones reduccionistas que no reconocen la complejidad forestal, no más cegueras o sorderas frente a la corrupción forestal, no más decisiones técnicas tomadas ligeramente y que no se basan en sustento científico o los aportes valiosos de los conocimientos locales. Nadie niega el carácter de los negocios forestales, ni las oportunidades de aprovechar las riquezas de los bosques pero este deben hacerse bajo la garantía de la justicia, equidad y sostenibilidad. Para lograr un desarrollo forestal sostenible se requiere voluntad política, ciudadanía forestal activa, participación social, diálogo, compromiso y sentido de trascendencia. Ello requiere también de ciencia con consciencia y con valores. Fundamentalmente, reconocer que los bosques no solo pueden y deben contribuir a la riqueza económica, sino también a la riqueza espiritual y cultural. Nuestros hijos nos demandarán por ello.

Fuente artículo: https://www.servindi.org/actualidad-noticias-opinion/27/12/2016/porque-amo-los-bosques-pienso-en-las-personas-apuntes-para-la

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