Por: Abraham Magendzo K.
En mi calidad de educador y a la luz de los resultados de las recientes elecciones, quisiera exhortar a que se tome muy en serio lo sostenido por el reciente informe dado a conocer por la OCDE sobre la educación chilena. En este se pueden observar, por un lado, los logros alcanzados a partir de la reforma educacional, y por otro, las tareas que aún quedan pendientes y a las cuales el nuevo gobierno, a mi juicio, debiera ponerles atención.
Entre los logros cabe destacar que Chile en los últimos años ha avanzado en aspectos muy relevantes y estructurantes. Por de pronto, que el país esté destinando un 6,1% de su Producto Interno Bruto a los niveles de educación escolar y superior, durante 2013, mientras que el promedio de los países OCDE asignó un 5,3%. Chile aparece como el cuarto país del organismo que más gasta en educación superior, con un 2,4% del PIB dedicado a ese sector.
Además, el informe hace ver la preocupación que existe por promover la educación técnico-profesional, desde la enseñanza media hasta la formación superior. Chile es uno de los países con mayor retorno por la obtención de un título de educación superior; por consiguiente, se puede sostener que la gratuidad es una política que permitirá un mayor acceso a la educación superior. Y en consecuencia, a mejores salarios.
Por último, cabe mencionar que el proyecto de ley referido a los docentes establece, por un lado, una redistribución de las horas lectivas y no lectivas, que llegue en 2018 a 65/35, y por otro, un aumento en las remuneraciones de casi un 30% al inicio de sus carreras.
Ahora bien, uno de los aspectos a los que habría que prestarles atención a partir del informe de la OCDE, y sobre los que hay que perseverar, es el referido al gasto por alumno en educación escolar. En Chile solo alcanzó a 50.307 dólares, siendo el cuarto país con menor gasto. Entre los jóvenes que durante el año 2013 no estudiaban en la educación formal, un 32,7% solo trabajaba y un 18,8% pertenecía a la población denominada «ni-ni» (la cual reúne a quienes no estudian ni participan del mercado laboral).
En cuanto a la matrícula que cursaba programas de educación superior, se constató que la mayoría de los alumnos que se encontraban en este nivel (84%) estudió en instituciones de carácter privado, con o sin aportes del Estado (universidades CRUCh y privadas no CRUCh), mientras que el promedio OCDE fue de un 31%.
El informe confirmó algunos datos que son de dominio público y los cuales hay que considerar con mucha atención. Las mujeres entre 35 y 44 años, con educación superior completa, durante el año 2013, ganaban un 70% del ingreso que obtenían los hombres con las mismas características. En nuestro país, un estudiante que nació en un hogar de bajos recursos tiene seis veces más probabilidades de tener bajo rendimiento escolar. El aporte que las familias entregan a la educación básica y media alcanza el 17%, mientras que el promedio de la OCDE es de 9%.
En suma, en los últimos años se ha avanzado, pero todavía quedan muchos aspectos que hay que considerar en la formulación de políticas públicas en educación.
Fuente: http://www.elmercurio.com/blogs/2017/12/26/56814/Educacion-Informe-de-la-OCDE.aspx.