Redacción: El Impulso
Los niños también reciben el impacto emocional cada vez que las luces de la ciudad se apagan; y cuando ocurre en horas nocturnas incide directamente en su ciclo de sueño y, en consecuencia, en su estado emocional y disposición para aprender.
La especialista en psicología infantil y miembro del Proyecto Creces, María Andrea Quintero, explicó a Elimpulso.com que los recurrentes cortes de electricidad, sobre todo en las noches, hacen que los niños vivan un constante cuadro de ansiedad, que a su vez, puede desencadenar procesos depresivos o de irritabilidad, los cuales influyen en su aprendizaje.
“A un niño que se despierta a las 12 de la medianoche o una de la mañana porque llegó la luz a su casa, se le interrumpe el ciclo del sueño; y ello junto a una rutina que no cubre sus necesidades básicas como cepillarse, bañarse y comer a las horas, interfiere en la concentración que imprimirá en sus demandas académicas”, explicó Quintero.
El rendimiento académico también se ve afectado a la hora de elaborar las tareas, pues, según apunta la especialista, el niño está sometido a la zozobra de tener que estudiar, bañarse y comer rápido, antes de que se vaya la luz.
“Ya ellos están pendientes de la hora en que cortarán la electricidad y eso les altera la rutina porque a veces hacen sus actividades con prisa, pero no se va la luz a la hora que lo esperaban”, acotó.
La calidad de las tareas que entregan los niños disminuye al estar limitado, también, el acceso a internet cuando falta la electricidad a la hora de realizarlas; “no es igual hacer la tarea a la luz de la vela que con la luz adecuada. El caso de los colegios que envían las tareas por internet también es crítico porque el niño no puede ver su asignación”, comenta Quintero, quien detalla que, la edad más difícil para enfrentar un apagón prolongado (como el de marzo pasado), o estas constantes fallas de electricidad, va de los siete años en adelante, pues el ser humano ya tiene un pensamiento reflexivo.
Irritabilidad y frustación
En cuanto al área emocional de los niños, Quintero resaltó que pueden volverse irritables porque se coarta lo que es cotidiano para ellos y crean una resistencia al hecho de no tener electricidad. Indica además que si ese síntoma no se ataca, puede traducirse en un proceso depresivo y ansioso o desarrollar poca tolerancia a la frustración.
“También se ha manifestado una regresión en los niños porque luego de dormir solos en su cuarto, ahora quieren dormir con papá y mamá, pues al irse la luz, entran en caos, por cuanto les da miedo. Allí se disparan hábitos y miedos que ya se habían superado, y esa es una de las secuelas de los cortes de luz”, añadió la especialista.
Recomendaciones
Una de las recomendaciones que esta psicóloga brinda a los padres es que asignen pequeñas responsabilidades a sus hijos en torno a la ausencia de la electricidad, como cargar las baterías de las lámparas, o llenar los recipientes de agua para la limpieza, a fin de empoderarlos en medio de la situación, sin dejar de explicarles que lo que ocurre no es normal y que a futuro pasará, a objeto de paliar un poco cualquier episodio de ansiedad o irritabilidad.
Comentó además que desde hace seis meses, ha aumentado el volumen de niños que acuden a su consulta psicológica por causas migratorias; “pareciera que los padres, luego del apagón de marzo, retomaron la idea de abandonar el país”, remarcó.