Redacción: El Espectador
A un poco más de 100 días de salir de la Alcaldía de Cali, en medio de críticas por problemas de movilidad y seguridad, Maurice Armitage le dio una entrevista a El Espectador en la que dejó claro que su legado para la ciudad es la educación. Un aspecto que, según él, no deja réditos políticos ni permite presentar resultados inmediatos. Mientras sus contradictores lo tachan de ser un administrador al que lo sobrepasó el problema de la criminalidad, Armitage responde que la seguridad no es un tema solo policivo, sino social, por lo que su labor se reconocerá por trabajar en la inclusión social y la educación.
Porque una ciudad con muchas dificultades, tanto económicas como sociales, se la está jugando por la educación con el programa “Mi comunidad es escuela”. Es una propuesta que no nos produce réditos políticos, porque invertir en la educación en Colombia nadie lo ve como un trampolín para ser un alcalde reconocido. Lo que más importa en la administración de una Alcaldía es que estén bien la movilidad, la seguridad y otros aspectos, menos la educación.
A casi 100 días de acabar su mandato, ¿es la educación su legado y la bandera insignia de la administración?
Lo digo con orgullo y tranquilidad. El solo hecho de que la Unesco escogiera a Cali para ser sede del Foro Internacional sobre Inclusión y Equidad en la Educación (realizado la semana pasada) es producto del trabajo que hemos hecho desde hace tres años y nueve meses.
¿Qué han hecho en ese tiempo?
Ya hemos invertido casi el 80 % del presupuesto que destinamos para educación para el cuatrienio: $500.000 millones, que es el 60 % de la capacidad de inversión del municipio en toda la administración. Acabamos de entregar 135 colegios totalmente reconstruidos. Entre noviembre y diciembre vamos a dejarle a la ciudad 18 nuevos “megacolegios”. También estamos formando a 4.500 profesores para mejorar la calidad educativa. Estamos haciendo siete centros de desarrollo infantil. La idea es construir colegios en los que el niño o la niña entran gateando y salen bachilleres.
Es un colegio de 1.500 estudiantes que tienen un Centro de Desarrollo Infantil (CDI). Un niño puede llegar de dos meses, lo alimentamos bien, lo tenemos hasta los cinco años y de ahí pasa al colegio. No lo dejamos en la calle y evitamos que se frustre el proceso de cinco años en el que le dimos buena comida y manutención. No es posible que no siga estudiando. Tiene que existir una continuidad.
Usted hizo referencia a un programa de alimentación para niños y niñas. El hambre y la educación están ligados. ¿Cuál es la iniciativa?
El Programa de Alimentación Escolar (PAE) de Cali, que, valga decir, el anterior Gobierno Nacional no nos dio un solo peso sino que fue asumido en su totalidad por la Alcaldía, es el mejor del país. No hay problemas de corrupción. La reforma administrativa que hizo el municipio logró que la corrupción sea cero. Tenemos buena calidad alimenticia y hemos llegado a todos los colegios para darles productos de calidad a los muchachos.
Y fuera de los estudiantes, ¿cómo están apoyando a otros sectores de la ciudad?
Estamos haciendo un trabajo más grande con la comunidad: pasamos de dar 4.000 raciones diarias a alrededor de 50.000 raciones, quitándole el hambre a un sector con muchos problemas en la ciudad. Darles comida a 50.000 personas a través de los comedores comunitarios es una revolución social. Esto nos ha permitido que los padres de familia puedan buscar empleo y conseguir recursos mientras nosotros cuidamos a sus hijos.
Pero ¿por qué dice que esto no genera réditos políticos si está impactando a 50.000 familias?
Las críticas a su gestión se han centrado en temas de movilidad y seguridad. ¿Qué pasó con estos sectores?
Esto no quiere decir que yo haya abandonado la seguridad ni la movilidad. Por ejemplo, en la movilidad hemos rescatado al MIO, estamos haciendo ciclovías y construyendo otras avenidas para descongestionar determinados sectores, como el sur de la ciudad. En cuanto a la seguridad, yo la entiendo desde el punto de vista social. No es solo policiva y militar. La seguridad debe ser inclusión social y educación. Y en eso es lo que hemos trabajado estos años.
¿Cuántas personas han impactado con el programa de educación?
Estamos impactando más de 200.000 niños con la educación. Entiendo que tenemos 170.000 en colegios públicos y 60.000 en privados. Lo más importante es que no estamos involucrando solo a los niños sino también a los padres de familia. Así como en una época la Iglesia fue el centro de la sociedad, hoy el núcleo de una comunidad debe ser la escuela, que reúne la cultura y el deporte. Es más, nunca antes se había hecho tanto deporte en Cali como se está haciendo en esta administración. Hemos logrado que casi un millón de personas hagan cualquier actividad física una vez a la semana.
¿Cuáles son los programas ligados al programa de educación?
¿Qué le diría al siguiente alcalde?
Que tiene que seguir con esto. No podemos echar reversa. En el índice de competitividad de Colombia, Cali ya está en el cuarto puesto. Preguntaba por qué Bucaramanga está por encima y me dijeron que fue una ciudad que pensó muy bien hace 20 años e invirtió mucho en educación. Hoy se están viendo los réditos. Eso le tiene que pasar a Cali en los próximos 10 años.
¿Quiénes están por encima?
Están Bogotá, Medellín y Bucaramanga.
¿Qué lecciones le quedan por aprender frente a esos ejemplos?
Me queda por aprender y estar plenamente convencido de que sin educación no hay nada. Yo decía: países como Alemania e Inglaterra después de la Segunda Guerra Mundial quedaron totalmente destruidos. ¿Por qué se recuperaron y siguen siendo potencias mundiales? Porque tiene un pueblo educado. Si usted tiene un pueblo educado, así le pasen las guerras.
¿Cuál es la cosa que más se arrepiente de no haber hecho?
Haberle podido meter mucho más a la educación, en el aspecto económico. Con todo el esfuerzo que hemos hecho, apenas estamos influyendo en el 50 % del problema educativo de Cali. Nos falta la otra mitad. Por eso el próximo alcalde tiene que seguir, porque Cali está muy atrasada en estos términos y nunca será una ciudad viable si no tenemos una comunidad educada.
La cultura ciudadana, el sentido de pertenencia a la ciudad. Los caleños estamos muy mal en eso. Lucho todo el día con un cuento popular que tenemos, y es verdad: “caleño come caleño”. Tenemos que revertir eso: “caleño defiende caleño”. Esa es una de las cosas que más nos afectan, a diferencia de otras ciudades del país, que se sienten orgullosas de su ciudad. Los caleños somos autodestructivos.
¿Cree que Cali está en la capacidad de sobrepasar esa barrera de violencia e inseguridad a través de la educación?
Por supuesto. Es que si no lo hace a través de la educación, no sale adelante. Diría que si los dos próximos alcaldes le seguimos dando a esta cosa, no queda reversa y se impone el cambio en la ciudad.
Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/nacional/invertir-en-la-educacion-en-colombia-no-genera-reditos-politicos-maurice-armitage-articulo-881386