En la presentación del libro Educarse es de valientes que ha coordinado Xus Martín y que ganó el premio Marta Mata de Pedagogía 2017, se produjo un hecho que querría explicar para sacar algunas conclusiones.
Después de la presentación del libro por parte de las personas que formaban la mesa, un par de chicos que tienen como afición rapear obsequiaron a la concurrencia con sus habilidades. El libro cuenta un conjunto de experiencias realizadas en entidades que trabajan con jóvenes que por mil motivos han sido expulsados de los institutos. Chicos y chicas que suelen calificar como “en riesgo de exlución social”. Lo digo porque son chicos poco habituados a hablar delante de un auditorio tan mayor y serio como el que les escuchaba. Estaban un poco nerviosos. Los dos raperos, sin embargo, impresionaron por su destreza con las rimas y por cómo hablaron de su paso por las entidades que los habían acogido. De todas maneras, me quiero centrar en el final de la intervención del primer rapero.
Una vez acabada su actuación, y cuando los aplausos estaban todavía en su zénit, pidió silencio. Una vez que lo consigió explicó que continuaría rimando una parte que había heco en secreto porque su educadora no lo debía saber. En aquel momento sí que se hizo el silencio, y describió a la educadora de manera sentida y poética. Enumeró sus virtudes -felicidad, constancia y buen trabajo-, su manera de ser – “salada”, bromista y graciosa- y acabó reconociendo que con su sinceridad, calma y voluntad de ayuda se lo había hanado. Fue un regalo inesperado, hecho con el corazón y de gran valor. La educadora creo que lo recordará siempre.
Quería explicarlo, primero, porque está bien decirnos las cosas agradables y también porque tiene que ver con la pedagogía del don. ¿Qué es est de la pedagogía del don? El antropólogo Marcel Mauss mostró que los humanos se mueven por impulsos de dar y ser altruistas, no son únicamente egoistas e interesados. Esta idea tan clásica y sencilla se aplica a la educación. Es aceptado que los y las educadoras dan su ayuda a los jóvenes de muchas maneras. Quizá no esté tan difundida la idea de que la educación no acaban hasta que niños y niñas son capaces de entregar alguna cosa a su comunidad. Es el doble do de la educación: primero de los formadores a la juventud y después de esta a la comunidad
Nuestro caso ejemplifica el primere circuito del don: la ayuda de la educadora al rapero. Mauss explpicó que un círculo de don se compone de tres momentos: dar, recibir y devolver. El ciclo lo comenzó la educadora reconociendo al niño, confiando en el y ayudándolo a tirar adelante. Lo debía de hacer como parte de su trabajo desde el día en que se encontraron. Ninguno nos ha explicado que el niño poco a poco se dio cuenta de que la educadora no iba a tirar la toalla y que haría lo imposible para ayudarlo. Al darse cuenta, probablemente se ablandó y comenzó a aprovechar las ayudas y a iniciar un proceso de maduració personal. A partir de aquel momento, nos explica Mauss, los humanos que reciben una ayuda sienten la obligación de devolver alguna cosa a quien les ha ayudado. Los impulsos de devolver es intenso y satisfacerlo puede tener efectos educativos. Pues bien, creo que así es lo que tuvimos la ocasión de presenciar: un acto de retorno de una persona que había recibido un don y que lo devolvía a quien se lo había entregado. Valorar en público a su educadora era un regalo. Dar, recibir y devolver, el primero ciclo se ha cerrado.
Antes de acabar, algunas consideraciones. La primera: la educadora no esperaba el retorno, ni aquel día ni ninguno de los días que trabajó con el niño. El don es gratuito y no se espera compensación, aunque finalmente pueda existir un retorno. Si la educadora hubiera esperado recibir una recompensa, la magia del don se habría roto, y el niño, al notar el interés de la educadora, se habría desentendido. Por otro lado, el niño no tiene obligación de devolver nada, pero siente una fuerte necesidad de revolver el don recibido. La siente por gratitud, pero también porque es una manera de demostrar y demostrarse que él también puede dar. Que no es únicamente un receptor, un papel que se es para siempre se vive como una condena. Él ha recibido, pero también está capacitado para dar. Naturalmente, no siempre el retorno es un rap en público, a veces puede ser simplemente una mirada o cualquier otro gesto o acción.
El rapero que ha recibido ayuda y libremente lo ha agradecido de una manera tan acertada es una persona madura, una perssona a punto de hacer su contribución a la comunidad.
A punto de marchar. Es así como interpreto el abrazo con el que el rapero y la educadora cerraron el momento. Seguro que hubo agradecimiento mutuo, pero puede ser también que hubo una despedida. La despedida llena de orgullo de una educadora que ha ayudado y de un niño que ha devenido en un ciudadano con futuro.
Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/convivenciayeducacionenvalores/2018/06/19/el-rapero-y-la-educadora/
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