Alicia Dickenstein: «Las personas somos más instintivas que lo racionales que nos creemos»

La doctora en Ciencias Matemáticas  y ganadora del premio «L’Oréal-Unesco Por las Mujeres en la Ciencia», compartió con Télam una extensa charla en la que recorrió su historia y sus ideas.

Defensora de la premisa que plantea que «hacer matemática básica es una capacidad inherente al ser humano, como hablar», la argentina Alicia Dickenstein, ganadora del premio «L’Oréal-Unesco Por las Mujeres en la Ciencia», aseguró que «las personas somos más instintivas que lo racionales que nos creemos» y señaló que, frente a eso, «el entrenamiento matemático» permite desarrollar un pensamiento crítico.

Doctora en Ciencias Matemáticas, investigadora superior del Conicet, especialista en geometría algebraica y profesora de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, Dickenstein es la novena argentina en recibir este premio y la primera matemática del país.

Reconocida durante su trayectoria en numerosos premios y distinciones – entre los que se destaca su cargo de vicepresidenta de la Unión Matemática Internacional (IMU) hasta 2018-, la científica también se dedicó a la elaboración de libros para transmitir la disciplina a niñas y niños luego de comprender que, «muchas veces, el problema por el que no se comprende la matemática está en el lenguaje».

Apasionada por su hacer, feliz por este reconocimiento y preocupada por que «la matemática la pueda disfrutar cualquiera», Dickenstein compartió con Télam una extensa charla en la que recorrió su historia y sus ideas.

-Télam: ¿Por qué elegiste ser matemática?

-Alicia Dickenstein: La matemática me resultó fácil desde chica y me divertía. Pero nunca pensé que había una carrera de matemática. Me enteré de esto gracias a una psicóloga con la que hice un test vocacional y me sugirió que siguiera esta carrera porque tenía mucha ‘inteligencia abstracta’. Por eso es tan importante que se haga público y que las personas jóvenes, en particular las chicas, sepan que se puede vivir muy contenta y muy apasionada siendo matemática, aunque sé que no es el imaginario que se tiene.

«Hay dos problemas sociales: por un lado, las tareas de cuidado que siguen estando más a cargo de las mujeres; y por el otro, en el caso de la matemática, hay una autocensura y un estereotipo social de lo que debe ser ‘un matemático»

T: ¿Cómo era en aquellos años estudiar matemática siendo mujer?

A.D: Creo que cuando ingresé éramos más mujeres que lo que hubo después. En 1974 echaron a muchas y muchos jóvenes de la carrera. Entonces, cuando yo y mis compañeras llegamos a concursar por cargos, no teníamos tanta competencia y, siendo jóvenes, ya éramos de las más viejas. Con los años comenzó a haber más competencia y se puso más difícil para las mujeres.

T: ¿Cómo ves hoy la realidad de las mujeres en la ciencia?

A.D: Hace unos cinco años observé que, en general, las mujeres tardan mucho más tiempo en ascender de categoría que los varones, lo mismo en el cargo de profesora. En la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA -que es donde yo conozco- es muy difícil para las jóvenes acceder a los primeros cargos porque se evalúan los últimos cinco años y coincide con la edad en la que en general se tiene hijos, teniendo en cuenta que las mujeres tenemos un margen de tiempo limitado si queremos ser madres. Los varones también son padres en esta época, pero no les afecta del mismo modo su rendimiento profesional.

T: ¿Por qué pensás que se da esto?

A.D: Hay dos problemas sociales: por un lado, las tareas de cuidado que siguen estando más a cargo de las mujeres; y por el otro, en el caso de la matemática, hay una autocensura y un estereotipo social de lo que debe ser ‘un matemático’.

En las olimpiadas matemáticas de Brasil me contaban que hasta los 10 u 11 años hay paridad de género pero después empieza a haber menos chicas, y parte de esto también tiene que ver con que no está socialmente bien visto que las chicas sean «nerd».

En Chile estudiaron que a las jóvenes, sobre todo de los hogares más humildes, les va muy bien en las pruebas de sus escuelas pero cuando son interescolares les va peor y lo que vieron era que la expectativa de la familia era que le fuera peor y que eso incidía sobre su rendimiento.

Es decir, que hay algunos prejuicios que están muy metidos en la sociedad, que son muy sutiles y que nos va a llevar tiempo desarmarlos, aunque creo que se está intentando.

En este sentido, tuve suerte porque nunca pensé que las mujeres podíamos hacer menos que los hombres; tal vez por eso pude hacer todo lo que hice (risas).

La científica premiada es la novena argentina en recibir este premio y la primera matemática del país.

La científica premiada es la novena argentina en recibir este premio y la primera matemática del país.

T: En una entrevista decías que las matemáticas pueden dar placer, ¿por qué pensás que eso no pasa en general?

A.D: Cuando uno logra entender algo da mucho placer. El tema es que la disciplina tiene un lenguaje y muchas veces la obstrucción está en la comunicación. Yo me di cuenta de esto a partir de una situación en la que una sobrina que me estaba escuchando hablar con una colega me preguntó: «Tía, ¿en qué idioma estás hablando?».

A raíz de esto, escribí un libro de matemáticas para chicos (Matemax), que se acaba de reeditar en una edición bilingüe, y coordiné tres libros de la entonces editorial Estrada.

Al escribir estos libros me di cuenta de que pensábamos la matemática más o menos fácilmente, pero después el trabajo que llevaba escribir los problemas era enorme. Esto pasa porque, cuando uno cuando piensa, tiene construidos atajos en su cerebro pero, a la hora de explicar, uno tiene que tener en cuenta que el otro o la otra no tiene esos atajos.

La maravilla del lenguaje matemático es que, cuando uno lo logra traspasarlo, lleva al pensamiento.

«Tuve suerte porque nunca pensé que las mujeres podíamos hacer menos que los hombres; tal vez por eso pude hacer todo lo que hice»

T: También has hecho hincapié en que cualquiera puede entender las matemáticas…

A.D: Por supuesto, así como los seres humanos tenemos la capacidad de hablar tenemos la capacidad de hacer matemática básica en el cerebro.

T: Y esa capacidad de pensar en términos matemáticos ¿puede desarrollar un pensamiento crítico en otros ámbitos?

A.D: Seguro, porque lo que hace un matemático es entender la estructura, sacar lo accesorio y entender lo fundamental de las relaciones porque así vamos a poder prever lo que sucede después dentro de la estructura matemática.

Hace unos años estaba en un instituto en Río de Janeiro y un colega hablaba de surf con una persona que le decía que había una playa que no era peligrosa porque el porcentaje de accidentes era bajo. Mi colega le respondió que su razonamiento era equivocado porque a esa playa iban surfers con mucha experiencia, entonces en la hipótesis de que «no era peligrosa porque tenía pocos accidentes» había una variable que faltaba que era que ese porcentaje se daba entre muy buenos surfistas, no en un público general.

Esa pregunta frente a un porcentaje, pensar cuál es la hipótesis, saber que la relación causa-efecto no siempre es a la inversa, son razonamientos que parten del entrenamiento matemático; los seres humanos creemos que somos muy racionales, pero la mayor parte de las veces somos más instintivos que racionales. La matemática nos entrena para estar más atentos.

Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202102/544254-alicia-dickenstein-entrevista-loreal-unesco-las-mujeres-ciencia.html
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Joaquín Fuster: “La educación más eficiente es el aprendizaje activo del niño que crea, imagina y prioriza la colaboración sobre la competición”

El prestigioso neurocientífico reflexiona acerca de los mecanismos que rigen la memoria y el conocimiento, y apunta las claves de un aprendizaje efectivo y duradero.

Veinte años investigando sobre la naturaleza de la memoria y del conocimiento, 40 estudiando la corteza prefrontal y toda una vida dedicada a la neurociencia cognitiva, tras los pasos de un premio Nobel como Santiago Ramón y Cajal, que, ya en 1882, formuló su teoría de las redes neuronales en el cerebro. El telar mágico de la mente (Ariel, 2020) es la biografía del prestigioso neurocientífico Joaquín M. Fuster, y una ventana excepcional a su trabajo a través de los personajes y descubrimientos que influyeron decisivamente en sus investigaciones. Hoy, rebasados los 90 años y con su pasión intacta, es profesor emérito de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), y EL PAÍS habla con él por videoconferencia.

Pregunta. La figura del navarro Ramón y Cajal ha sido una influencia determinante en su vida.

Respuesta. Él fue el primero en lanzar la hipótesis de que la memoria y el conocimiento estaban distribuidos en redes corticales de la corteza cerebral, que unían a las neuronas entre sí y que se asociaban con la experiencia. Esta teoría se convirtió para mí en una guía y un precepto que yo tenía que verificar experimentalmente. Me dediqué a hacerlo primero en primates y después en humanos, por medio de técnicas de imagen, y así pude corroborar que esas redes asociativas de la memoria y del conocimiento estaban ampliamente distribuidas en la corteza cerebral, solapadas entre sí y que eran muy plásticas, flexibles.

En realidad, son la base del aprendizaje y de la adquisición de memoria y conocimiento, y esto tiene una importancia fundamental en la educación del niño y del adulto. 40 años llevo estudiando esas relaciones entre células que se manifestaban fisiológicamente durante la conducta, y donde se podía verificar que Cajal tenía razón, y que la formación de memoria consiste fundamentalmente en la facilitación de los contactos entre neuronas que forman parte de estas redes de conocimiento. Pero también caímos en la evidencia de que había una parte importante de esa corteza, la del lóbulo frontal, que sirve justamente para organizar los elementos temporales de las memorias que se utilizan en la conducta, en el lenguaje, en el razonamiento…

P. Cuando habla de temporal, ¿se refiere a la memoria de trabajo?

R. Bueno, la memoria de trabajo (u operante) fue en realidad el método que nos permitió llegar a ello. Cualquier memoria de trabajo es transitoriamente activada para la ejecución de un acto o de una serie de actos. Sirve para organizar la estructura temporal de todas las acciones complejas y novedosas. No las acciones reflejas instintivas, sino las acciones originales, nuevas y complejas que realiza el ser humano.

De hecho, la memoria activada nos sirvió no solo para estudiar cómo se activa la memoria, sino la estructura de esta memoria en la corteza cerebral, la memoria permanente. ¿Comprendes? Porque la memoria operante no es más que la activación temporal y provisional de una memoria a largo plazo. Y otra cosa que es muy importante es que la corteza frontal no solo organiza las estructuras temporales de conducta, razonamiento o música, sino que sirve para la composición, la imaginación y la memoria del futuro.

P. ¿Cómo funciona la memoria?

R. La memoria está establecida en redes distribuidas por la corteza cerebral. Y está allí como dormidita, mientras no se utiliza. Cuando tratamos de recordar algo, o cuando nos encontramos en una situación que nos evoca algo, esas redes se activan por excitación, al mismo tiempo que se inhiben algunas que no son parte de aquella memoria. Con esta activación se llega a un nivel de actividad nerviosa de estas células que sobrepasa el dintel de la conciencia, y entonces surge la conciencia de la memoria, de lo que está allí dormidito normalmente y que se despierta con la asociación, con las circunstancias, etcétera. Entonces esa memoria a largo plazo se reactiva y se abre a una posible modificación, ampliación y refuerzo, formando redes nuevas que amplían las viejas. Porque la realidad es que nuestro futuro, nuestra creación y nuestra imaginación se basan en el pasado. Es a partir de este que formamos estructuras nuevas de conocimiento, de memoria y de actividad humana.

P. ¿Cuál es el mejor tipo de aprendizaje?

R. La educación más eficiente es el aprendizaje activo que sale del niño, que crea, que imagina y forma estructuras nuevas. No es a base de memorizar listas de los reyes godos, sino de activar él mismo esas redes y ampliarlas activamente con otros niños y con el maestro, priorizando la colaboración por encima de la competición. Porque la colaboración es un elemento de formación social del niño, y le educa en la escala de valores y en la ética del trabajo.

P. ¿Es posible mejorar la memoria?

R. Todos los tipos de memoria ejecutiva favorecen la cognición y, por lo tanto, el ejercicio de las funciones ejecutivas de la corteza prefrontal: la atención ejecutiva, la memoria de trabajo, la capacidad de decidir y la capacidad de planificar. Otro aspecto de la importancia del aprendizaje activo está justamente en la tercera y cuarta edad, cuando empiezan a perderse o se aflojan las conexiones entre células y que, con la demencia, llegan naturalmente a estados desastrosos como el alzhéimer. Todavía no tenemos la cura de la demencia ni del alzhéimer, desgraciadamente, pero lo que sí sabemos es que hay una manera de postergarlo, de postergar la demencia y de quizá aminorarla o mejorarla por medio del ejercicio de las de las funciones ejecutivas.

P. Pero ¿cómo hacerlo?

R. Pues con todo lo que signifique la utilización de alguna de aquellas funciones, de la capacidad de decidir y de planificar; de la capacidad de memoria operante; de la atención ejecutiva (a lo que haces y a lo que has de hacer). El enfermo de mente no tiene futuro ni prácticamente pasado; vive aquí y ahora. Todo lo que sea facilitar las funciones ejecutivas de la corteza prefrontal sirve para postergar o aminorar la demencia.

P. ¿Podrá la investigación en neurociencia cognitiva ayudar a esclarecer, en el futuro, las causas de trastornos como el TEA, las demencias, el alzhéimer, e incluso encontrar una solución?

R. Sí, indudablemente. Yo creo que la neurociencia cognitiva ya ha apuntado algunos problemas que parecían insolubles hace mucho tiempo, pero que empiezan a esclarecerse, como por ejemplo los trastornos de la hiperactividad y la atención del niño, y que se deben, como sabemos hoy, a un retraso en la maduración de la corteza prefrontal orbitaria, en la que residen los mecanismos de inhibición y que tan importante son para que el niño no se distraiga y haga lo que tiene que hacer. Y también sirve para inhibir la impulsividad y los movimientos incontrolados. Con el tiempo, muchos de estos casos se resuelven solos, porque la corteza prefrontal acaba madurando, aunque sea tarde, y el niño gana control de su actividad, de su motilidad y de su atención.

Es interesante, porque todo esto tiene que ver con la maduración y el declive de la corteza prefrontal, con la senilidad. La prefrontal es la última de todas las cortezas en desarrollarse, tanto en el curso de la evolución como del desarrollo del individuo, ya que no madura totalmente hasta la tercera década de la vida. Pero también es la primera en perderse y estropearse con la vejez.

P. ¿Qué repercusiones prácticas puede tener el avance de la neurociencia en el campo de la educación?

R. Este es un tema apasionante. La educación moderna (sobre todo en ciertos países, como Finlandia) está cambiando radicalmente con el conocimiento y la aplicación del aprendizaje activo; poner al niño a activamente adquirir conocimientos, relaciones sociales y razonamiento (deducción e inducción), en colaboración con otros niños. Uno de los beneficios más notables de ese sistema es aumentar la autoestima del niño, porque se da cuenta de que su trabajo cunde y de que es bien apreciado por el maestro y los otros niños. Esto también iguala un poco las diferencias intelectuales que hay entre los pequeños, porque no todos son igualmente inteligentes o listos. Le da también una sensación de la importancia de la ética del trabajo y, al mismo tiempo, socializa más fácilmente.

Aquí en España tenemos, por ejemplo, a los investigadores de la Universidad Nebrija, en Madrid, que, bajo el liderazgo del profesor José Antonio Marina, están estudiando la manera de implantar la práctica de las funciones ejecutivas de la corteza frontal en los niños de las escuelas primarias. Es un esfuerzo notable que empezó hace años y que tiene alguna relación con sistemas más antiguos, como Montessori, que también usa algunos elementos de esta educación activa para involucrar al niño en la actividad positiva, imaginativa y creadora.

El maldito coronavirus ha sido un problema enorme, porque muchas escuelas en todo el mundo han parado de trabajar. Pero el maestro no se puede sustituir, porque es parte del ciclo percepción – acción del niño, y este tiene que tener el feedback del maestro, para poder progresar.

P. Usted ha dicho que el abuso de estos dispositivos juega en contra de la capacidad creativa del ser humano. Pero, debido a la pandemia, la educación tuvo que migrar a un entorno virtual de un día para otro. ¿Existe hoy el peligro de abusar de los dispositivos electrónicos?

R. Esos artilugios son un problema. Primero porque le dan al niño el razonamiento, la inducción y la deducción ya hechos, y no puede ejercitarlos como tú quieres que lo haga. Y porque, de un modo extraño y perverso, han tenido una influencia negativa sobre las relaciones humanas, incluso dentro de la familia, porque tú te encuentras con esos niños que van a comer usando sus dispositivos en medio de una conversación. Y todo eso también liga con la inteligencia artificial, otra gran corriente actual que está interfiriendo con la creatividad. Porque el robot hace lo que le dice el programador, pero no puede imaginar, no puede inventar, no puede predecir y sobre todo, no puede corregir.

P. ¿Qué quiere decir cuando sostiene que el ser humano tiene memoria del futuro?

R. El ser humano tiene la capacidad de formar el futuro a base de planes y de conducta a largo plazo. Tiene que imaginar el futuro, igual que un compositor compone una sinfonía para que otros la escuchen. Cuando hablo de memoria del futuro, quiero decir que el ser humano es el único organismo viviente que tiene la capacidad de usar la memoria del pasado para transformar la imaginación del futuro.

P. Hablamos de la capacidad del ser humano para predecir el futuro.

R. Exactamente: de predecir, de inventar y de crear el futuro. Y, además, de anticipar posibles errores o probabilidades. Esto no lo puede hacer un robot. Otros animales sí que pueden, pero lo hacen de un modo instintivo, donde un acto sigue al siguiente porque está metido en la genética del individuo. Esto es lo que yo llamo memoria filética o evolutiva; la que adquirió el organismo en la noche de los tiempos. Nacemos con ella, pero no la adquirimos nosotros, sino nuestros antecesores, para ajustarse al medio ambiente.

P. ¿Es necesario que los profesores tengan al menos una base de neurociencia cognitiva a la hora de planificar sus clases y decidir qué estrategias utiliza?

R. Exactamente. El profesor tiene que tener en la cabeza firmemente la importancia de las funciones ejecutivas de la corteza prefrontal del niño. Esto quiere decir que tiene que saber que esa corteza sirve para la planificación, para la atención ejecutiva y para la memoria operante (la memoria provisional, para lo que hay que hacer), y la capacidad de decidir entre alternativas. En este sentido, liga con el desarrollo del libre albedrío, que naturalmente hay que favorecer en el niño.

Aquí lo fundamental es fomentar la iniciativa del niño. No llevar al niño a la rutina y a la memorización mecánica, sino a que aprenda conductas y razonamiento deductivo e inductivo. Deductivo a base de experiencias y aprendizajes concretos que le permitan proyectar cosas nuevas para el futuro. Es como sembrar la iniciativa en el niño.

P. ¿Influye el aprendizaje del niño en la edad adulta?

R. El aprendizaje en el menor es el germen del que ha de salir el aprendizaje en la edad adulta, con una diferencia muy importante, que tiene que ver con el tiempo. Porque mientras el niño está trabajando para resolver un problema usando su capacidad de razonar, el adulto lo hace en una escala temporal distinta, con ciclos de percepción – acción que se proyectan en el futuro. El niño tiene ciclos más inmediatos, relacionados con la clase y con los otros niños, mientras que en el adulto se proyectan en un futuro de meses o años: conseguir un grado, casarse o no casarse, hacer una inversión o no hacerla; comprar esto para el futuro o no hacerlo… El niño lo quiere todo ahora.

A medida que madura, pasados los seis o siete años, los objetivos se hacen más lejanos, pero los mecanismos son los mismos. Y además hay ciclos de percepción – acción que se automatizan, mientras que otros, más importantes y con una escala temporal más larga, se tienen que practicar, razonar y estudiar con más detención. Cuando nos levantamos por la mañana hacemos una serie de hábitos que son puramente automáticos, como afeitarnos, lavarnos, ducharnos y vestirnos para ir al trabajo, que es un ciclo un poco más amplio. Pero ¿por qué vamos al trabajo? Pues para ganarnos la vida, para alimentar a la familia… Son objetivos más lejanos.

Fuente: https://elpais.com/economia/2020/12/30/actualidad/1609321855_825389.html#:~:text=La%20educaci%C3%B3n%20m%C3%A1s%20eficiente%20es%20el%20aprendizaje%20activo%20que%20sale,imagina%20y%20forma%20estructuras%20nuevas.&text=Porque%20la%20colaboraci%C3%B3n%20es%20un,en%20la%20%C3%A9tica%20del%20trabajo.

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Mundo: UNIR implementará un sistema de ‘proctoring’ para garantizar la calidad de las evaluaciones

Mundo/19-07-2020/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

Los exámenes de UNIR se enfocan más en el razonamiento que en la memoria. Y utilizan herramientas digitales que evitan el plagio y garantizan la equidad de la evaluación.

Debido a la pandemia del Covid-19, diversas instituciones educativas han tenido que cambiar su metodología de evaluación presencial a modalidad en línea.

La Universidad Internacional de la Rioja (UNIR) experta en educación en línea, no fue la excepción. Hasta la fecha, UNIR realizaba la toma de exámenes de manera presencial para garantizar un sistema de evaluación de calidad, justo y seguro.

¿Cómo lograr una evaluación en línea que no pierda estas tres características? Rubén González, vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado de la UNIR, explica que han desarrollado aplicativos informáticos que permiten garantizar la autenticidad de la evaluación.

Estrategias

UNIR ha optado por remplazar los exámenes memorísticos “que son susceptibles de ser copiados” por evaluaciones que se apoyan más en el razonamiento.

“De esta manera, se ha permitido a los alumnos incluso que tuvieran apuntes. Lo que importa es la capacidad para resolver el problema planteado”, dice González sobre los cambios implementados en los exámenes.

Desde el punto de vista tecnológico, la universidad desarrolló una aplicación que “de manera incremental, ha ido vigilando cada vez más exhaustivamente a nuestros alumnos, dentro del campus virtual”, explica González.

Dicha herramienta valida documentos de identificación que generan sistemas de bloqueo. Este mecanismo impide que el estudiante pueda consultar durante el examen páginas de Internet que no estén permitidas.

Herramientas telemáticas

González anuncia que están desarrollando un sistema con ‘proctoring’. Esta herramienta permite realizar evaluaciones allá donde se encuentre el estudiante, y pueden ser monitoreadas y vigiladas desde diferentes lugares a través del empleo de recursos telemáticos.

“Tendremos la posibilidad de hacer un estudio biométrico en el momento del examen para constatar que no se produce ninguna suplantación de identidad”, explica el vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado de UNIR.

La herramienta será sometida a diversos estudios y proyectos piloto antes de ser implementada, ya que para UNIR resulta fundamental precautelar la seguridad informática de los estudiantes.

Se espera poder aplicar este sistema para septiembre próximo, según González. Pero antes se realizará una prueba con los estudiantes, pues es necesario que ellos lo autoricen.

Experiencia

UNIR inició las evaluaciones en línea a mediados de marzo de este año, ante la imposibilidad de viajar debido al coronavirus.

En UNIR, cada asignatura tiene hasta 10 modelos de examen distintos.“Rendir un examen virtual generaba mucha incertidumbre en los alumnos”, dice González. Por este motivo, UNIR trabajó con los estudiantes desde el primer momento. Así se logró que los estudiantes desarrollen la confianza necesaria para realizar una evaluación a distancia. “Con un soporte muy grande por parte de los tutores, hemos conseguido que los alumnos estén realmente satisfechos con la experiencia”.

Rubén González, vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado de la UNIR.

Para el mundo educativo, la pandemia ha sido una revolución, un incentivo. Lo que nunca hubiésemos planteado en una circunstancia normal, ha ocurrido de repente en solo tres meses”. Rubén González, vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado de la UNIR.

A través de la tecnología, hay que lograr que el sistema educativo sea cada vez más satisfactorio para nuestros alumnos”, Rubén González, vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado de la UNIR.

Rendimiento

Uno de los datos relevantes de este mecanismo de evaluación, dice González, es solventar las dudas sobre si es más difícil aprobar con exámenes presenciales o virtuales, o si es más fácil copiar o no.

“Para resolver estas inquietudes realizamos un estudio comparativo de los resultados del examen en línea y descubrimos que la situación es la misma”, hace énfasis González.

Es decir, el número de aprobados y suspensos no ha variado con el cambio de modalidad. “En realidad, los estudiantes que durante el curso académico lo han ido haciendo bien, terminan aprobando”.

El campus virtual acoge a más de 40 mil alumnos; con la pandemia los ingresos simultáneos aumentaron al punto de tener hasta 5 mil usuarios en una hora, sin que la página haya colapsado.Otra estrategia que dificulta que se cometan fraudes durante las evaluaciones consiste en elaborar hasta 10 modelos de examen por cada asignatura: “Vamos combinando los modelos de examen por países y por franjas horarias, de manera que es muy difícil que se difundan las pruebas, porque no coinciden entre países y franjas”.

La UNIR trabaja arduamente para conseguir que cada evaluación tenga el mismo grado de dificultad.

Campus virtual, para sentirse ‘en casa’

Entrar a la evaluación a través de la plataforma (campus virtual) UNIR “ha disminuido el miedo de los alumnos”, ya que están familiarizados con el espacio, dice González.

El estudiante ingresa con su usuario y contraseña, y encuentra la sección ‘Exámenes’.  El campus virtual permite que los docentes vean la hora de ingreso y salida del alumno, para que luego puedan calificar la prueba.

El actual reto de la evaluación virtual “crea un modelo más maduro, más sólido y con mayor calidad”, concluye el experto.

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102323041/unir-implementara-un-sistema-de-proctoring-para-garantizar-la-calidad-de-las-evaluaciones

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El pensamiento relativo

Por: Enrique Gismero

La mirada del hombre sobre su entorno es siempre incompleta. Umberto Eco, en su libro La definizione dell´arte, propone un magnífico ejemplo para ilustrar la incapacidad del individuo a la hora de abarcar todos los aspectos y conocimientos de la vida. En su modelo, Eco nos habla de dos filósofos fotógrafos que, con sendas cámaras, tratan de fijar en imágenes los acontecimientos de la historia para después reflexionar sobre ellos. El primero, más humilde, se conforma con ir encuadrando las cosas de una en una y detalladamente, con lo que el fondo de sus retratos queda necesariamente difuminado e impreciso. El otro, en cambio, decide dirigir su mirada a todo el conjunto y enfoca un inmenso paisaje formado por picos y cadenas montañosas., y por lo tanto los que quedan desenfocados son los objetos situados en un primer plano. Al cabo del tiempo, el filósofo humilde tendrá una visión parcial y un tanto vaga de lo que ha sucedido, pero el otro sólo ha visto montañas que apenas han sufrido modificaciones: ante él, en primer término, el hombre ha ido evolucionando y ha pasado de construir palafitos a edificar pirámides, pero el filósofo fotógrafo no se ha dado cuenta de nada.

Esta incapacidad de adoptar simultáneamente varios puntos de vista obliga al ser humano a acudir a la reflexión si quiere primero aprehender y luego articular los múltiples dominios de su entorno, y es precisamente esa reflexión sobre la vida lo que conduce a lo que Ortega llamaba “el instinto de fuga”: la relación del hombre con la realidad se basa en la idea que el propio hombre tiene de lo real, en las creencias que se forman según las distintas experiencias y conocimientos, por lo que la tendencia natural es ir alejándose paulatinamente de la realidad para acomodarse en el andamiaje intelectual que la construye. O dicho de otro modo: cada individuo construye la verdad según sus pensamientos. Cervantes lo dejó claramente apuntado en El Quijote, en tanto que el protagonista de la obra creía que la realidad era lo que él pensaba, y no lo que veía; y de la misma forma la evolución de las artes plásticas a lo largo de la última centuria es un claro ejemplo desde el momento en que se ha dejado de pintar lo que se ve para plasmar en el lienzo lo que se piensa, en teoría para mejor abundar en la verdad.

Pero, si bien la verdad sólo es un concepto formado por la mente de cada uno, la realidad no es nunca relativa: lo negro es negro, una mesa es una mesa y una rosa es una rosa es una rosa. Somos nosotros los que buscamos relativizar la realidad para acomodarla a nuestras ideas, y tanto más cuanto más seamos prisioneros de nuestros prejuicios. El famoso ejemplo del hombre de elevada estatura que de repente se convierte en bajito cuando es contemplado por otro más alto que él es la mejor ilustración de nuestra falta de mesura: un señor que mide dos metros diez será siempre y objetivamente alto, por mucho que se empeñe en negarlo el caballero que mide dos metros treinta; éste sólo tiene más talla que aquél, y ninguno de los dos puede considerarse ejemplo de medida proporcionada para el hombre corriente. Pero puestos a discutir sobre el asunto –sobre éste y sobre todos los demás–, lo que importa al final de la conversación no es encontrar la razón que nos conduzca a la verdad común, sino la victoria moral de imponer nuestro punto de vista. Afirmaciones tales como “Esa es mi opinión, y cada cual tiene la suya”, “Yo te estoy contando mi verdad” o “Mi razonamiento es tan respetable como cualquier otro” son ejemplos de lo reacios que somos a dejarnos convencer, de lo difícil que en ocasiones resulta el intercambio de ideas y, sobre todo, de que no nos importa tanto encontrar la verdad de lo que se discute como decir la última palabra.

Esta tendencia del hombre a hacer de todo un algo relativo supone un claro freno a la hora de alcanzar conclusiones certeras. Si todas son igualmente válidas y respetables, ¿con cuál nos quedamos? ¿Y de qué sirve dedicar años de estudio y ponderación para elaborar una tesis, si luego, de un plumazo, cualquier ocurrencia puede venir a rebatirla? ¿Es lo mismo engarzar conocimiento, palabra y pensamiento que lanzar agudezas al azar?

El relativismo, desde luego, no es una tendencia nueva. El arte, que siempre es un ejemplo de la evolución del pensamiento de una sociedad, nos muestra que desde el principio de los tiempos la relatividad de las cosas ha sido el núcleo a partir del cual han nacido y se han desarrollado corrientes de opinión, tendencias estéticas e incluso verdades posteriormente inamovibles. Petronio, en el Satiricón, ya cuestionaba las verdades y las reglas de la sociedad romana del siglo I; la inclusión de la subjetividad del punto de vista de un pícaro como Lázaro de Tormes fue el germen de la novela realista, que alcanzó la mayoría de edad a través de los engañados y desencantados ojos del Quijote; Calderón, en La vida es sueño, ya advirtió que la realidad carece de sustancia por sí misma y que la verdad se construye a través de una relación entre lo que acontece y lo que el hombre piensa. El arte –y como él, la ciencia, la tecnología y todos los campos del pensamiento humano– se nutre de novedades e ideas que provienen de puntos de vista distintos al común.

Pero el arte también nos enseña que para su evolución ha necesitado siempre apoyarse en criterios previamente establecidos, bien para ahondar en ellos y desarrollarlos, bien para alejarse y rebatirlos. De igual forma, cuando nosotros decimos que algo es relativo –no olvidemos que relativo sólo significa “lo que no es absoluto”–, no estamos excluyendo otras perspectivas, sino que asumimos que esas miradas distintas son complementarias y pueden ser matizadas por distintos juicios y argumentos. No importa que éstos sean subjetivos, indeliberados o menores: la explicación de las cosas también es una reflexión sobre cómo esas cosas pueden relacionarse con nosotros. Y por otra parte, y como afirma Umberto Eco en la obra citada, los juicios subjetivos no deben provocar recelo, ya que una civilización no sólo está constituida por razonamientos ponderados, rectos o científicos, sino que también forman parte de ella las reflexiones personales, las que carecen de eficiencia o las difícilmente mensurables.

El error reside, por tanto, en utilizar el argumento de la relatividad para anular otros argumentos, para no renunciar a nuestras premisas o prejuicios, para hacer de la relatividad la conclusión final de todo pensamiento. El “a mí me gusta” es válido, siempre y cuando luego seamos capaces de explicar por qué nos gusta. ¿Dónde residen las virtudes que nos inclinan a apreciar más un poema que otro? ¿Cuál es la causa de nuestras preferencias? ¿Cómo se organizan los elementos de una obra –los técnicos, los artísticos, los indeterminados– para que ésta nos parezca mejor que aquélla? La relatividad no puede ni debe convertirse en la estación término de nuestra reflexión; en todo caso, constituirá siempre el punto de partida.

Fuente: https://analytiks.es/otros-temas/el-pensamiento-relativo/

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Elementos del pensamiento crítico

Por: La Nación

Todas las personas piensan, es parte de la naturaleza. Pero, el pensar, por sí solo, es arbitrario, distorsionado, parcializado, desinformado o prejuiciado. De allí que el pensamiento de mala calidad cuesta tanto en dinero, como en calidad de vida. La excelencia en el pensamiento, sin embargo, es ventajosa, pero debe ejercitarse de forma sistemática.

El pensamiento crítico es el modo de reflexionar, sobre cualquier tema, contenido o problema, que permite mejorar la calidad del raciocinio, pues el pensante se apodera de las estructuras inherentes del acto de razonar. Seguidamente, se presentan los elementos del pensamiento crítico y cómo ejercitarlos.

1. Todo razonamiento tiene un propósito. Tómese el tiempo necesario para expresar su propósito con claridad. Plantéese cuál es el objetivo de la reunión o la discusión en cuestión. Distinga su meta de otros propósitos relacionados.

2. Todo razonamiento está enfocado a solucionar alguna cuestión.Formule la pregunta de varias formas para clarificar su alcance. Reduzca la pregunta en subpreguntas. Identifique si la pregunta tiene sólo una respuesta correcta, si se trata de una opinión o si requiere que se razone desde diversos puntos de vista.

3. Todo razonamiento se fundamenta en supuestos. Distinga claramente los supuestos y determine si son justificables. Considere cómo sus supuestos dan forma o determinan su punto de vista.

4. Todo razonamiento se hace desde una perspectiva. Identifique su punto de vista y la perspectiva de la otra persona. Explore otros puntos de vista. Identifique sus fortalezas y sus debilidades.

5. Su pensamiento debe apoyarse en evidencia. Limite sus afirmaciones a aquellas apoyadas por los datos que tenga. Recopile información contraria a su posición. Asegúrese que toda la información usada es clara, precisa y relevante a la pregunta en cuestión.

6. Utilice conceptos e ideas. Determine los conceptos claves y explíquelos con claridad. Considere conceptos alternos o definiciones alternas de los conceptos. Asegúrese que usa los conceptos con precisión.

7. Todo razonamiento contiene inferencias con las cuales se llega a conclusiones. Infiera sólo aquello que se desprenda de la evidencia. Verifique que las inferencias sean consistentes entre sí. Identifique las suposiciones que lo llevan a formular sus inferencias.

8. Todo razonamiento tiene implicaciones y consecuencias. Esboce las implicaciones y consecuencias de su razonamiento. Establezca las implicaciones positivas y negativas. Considere todas las consecuencias posibles.

Fuente: https://www.lanacion.com.py/foco/2018/11/12/elementos-del-pensamiento-critico/

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Contra el pensamiento crítico

Por: Eudald Espluga

La etiqueta de «pensamiento crítico» es un chicle del que hemos tirado y tirado hasta convertirlo en una expresión informe, y por lo tanto inútil, que designa tanto una cosa como la contraria.

Para verlo, basta con comparar la reciente defensa de una asignatura de pensamiento crítico en las escuelas que se publicó en «Zona Crítica», de el diario, o la publicación de El libro blanco de los empresarios españoles. La educación importa, editado por la CEOE y centrado en la necesidad de desarrollar el pensamiento crítico como competencia. En ambos casos, se presenta como un instrumento intelectual que nos permitiría tomar distancia frente a la inmediatez irreflexiva para discriminar entre lo verdadero y lo falso. Lo imaginamos como una especie de control policial bien organizado, con estrictas políticas de aduana que impiden la entrada de prejuicios, manipulaciones e ingenuidades. Su objetivo, por lo tanto, sería evitar el contrabando ideológico, ya sea en forma de «posverdad», «falsa conciencia» o «adoctrinamiento»: la duda fiscaliza el presente y la razón ejerce como tribunal.

El pensamiento crítico es un ‘no te creas lo que dicen en la tele’, un sello de calidad que garantiza que el nuestro es un saber objetivo, imparcial y riguroso, obtenido a base de análisis perspicaz y exigencia.

En la práctica, sin embargo, el pensamiento crítico funciona como un esquema maniqueo, ridículamente simple, que divide nuestro conocimiento del mundo entre representaciones correctas y representaciones incorrectas. Es un «no te creas lo que dicen en la tele», un sello de calidad que garantiza que el nuestro es un saber objetivo, imparcial y riguroso, obtenido a base de análisis perspicaz y exigencia, mientras que el de los demás nace de la ingenuidad, la superstición o credulidad. Nada más que eso: una idea tranquilizadora, un pin que nos podemos colgar y que, por supuesto, confiere cierta distinción.

Hemos asumido que la actitud crítica implica estar sentados frente al mundo, solos e introspectivos, como la estatua de Rodin, examinando la realidad desde fuera. Pero este modelo de racionalidad fiscalizadora es una ficción. Productiva, interesante y, a veces, quizá, incluso deseable. Pero una ficción. La racionalidad crítica difícilmente puede adoptar la forma de tribunal abstracto y desligado del mundo, capaz de dudar desde el «no-lugar» de la verdad. Siempre pensamos en contexto, con nuestros prejuicios, con nuestros cuerpos y desde nuestros afectos. La parcialidad, la impureza, o la adulteración no son defectos del pensamiento, sino su realidad más íntima.

Quizá la única forma razonable de pensamiento crítico sería aquella que nos devolviera una imagen más compleja y confusa del mundo.

Esto no supone abrazar el relativismo o el contextualismo, ni afirmar que no podemos escapar a nuestros sesgos más obvios, sino simplemente abandonar una imagen estática del pensamiento crítico como una competencia o habilidad que podemos desarrollar individualmente y al margen de todo condicionamiento.

Estar contra el pensamiento crítico, entonces, no sólo es estar contra la etiqueta, sino contra el mecanismo ramplón que lo reduce a un «prejuicio contra los prejuicios».Es estar contra la vanidad de un pensamiento que se cree radicalmente autárquico; contra la ficción de una duda metódica que pueda penetrar hasta las profundidades de lo verdadero; contra la polarización radical entre evidencia y superstición, ciencia e ideología, razón y tradición; contra la atomización de la crítica en competencias personales; contra una visión esquemática del pensamiento que lo vacía de relaciones, cuerpos, emociones, pasado y formas de dominación.

Quizá la única forma razonable de pensamiento crítico sería aquella que nos devolviera una imagen más compleja y confusa del mundo, una facultad absolutamente improductiva que en vez de reforzar las fronteras de la razón y la verdad nos ayudara a dinamitarlas. Pero esto neutralizaría la única función que tiene el pensamiento crítico hoy en día: la de simplificar las discusiones y premiar ciertas ideas como «profundas», «analíticas» y «valientes».

Fuente: https://www.playgroundmag.net/lit/Contra-el-pensamiento-critico_29331116.html

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