Chile/ 25 de Septiembre de 2017/
Estas duras realidades no hacen otra cosa que poner en duda la relevancia de los énfasis e incentivos que se han puesto en el proyecto de reforma a la educación superior.
Visto así, parece incoherente que el actual proyecto de ley, que se está tramitando en el Senado, impulse a que todas las universidades sean “complejas”, porque nuestras reales posibilidades de estar en las “grandes ligas” mundiales no llega a más de dos o tres instituciones.
Además, sería altamente costoso. Un cálculo que considera el gasto fiscal adicional que significaría “mover” a que todas las universidades sean de la complejidad de la Pontificia Universidad Católica, revela que es equivalente al doble del gasto presupuestado en 2017 en ayudas estudiantiles por Gratuidad, Becas y CAE, para todo tipo de instituciones (UES/IP/CFT).
Por otro lado, y también con resultados frescos, la OCDE nos golpea con otra realidad. Según el OECD Skills Outlook 2017, los trabajadores chilenos son los que presentan los más bajos niveles de aritmética y alfabetismo de todos los países que componen esta organización, lo que es un enorme obstáculo para su desarrollo laboral. Esto último también era esperable, toda vez que solo el 20% de la fuerza de trabajo existente tiene educación media completa o más.
Estas duras realidades no hacen otra cosa que poner en duda la relevancia de los énfasis e incentivos que se han puesto en el proyecto de reforma a la educación superior. Esa información hace deseable que los esfuerzos estén más orientados a mejorar el acceso a estudiantes vulnerables, desarrollar programas de acompañamiento y nivelación y tener un completo sistema de becas y créditos.
También que exista mayor inversión y coordinación en investigación acorde con los recursos humanos y financieros disponibles, conectando las universidades con el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Por lo mismo, no debería estar el foco puesto en el avance de la gratuidad universal, ni en intentar que todas las universidades sean complejas; tampoco parece conveniente para el futuro del país crear instituciones con exceso de regulaciones, que ahogan la diversidad e inhiben la innovación y creatividad, indispensables para el progreso universitario.