Más recortes. Alumnos y profesores de escuelas públicas ya no tendrán acceso a una biblioteca virtual gratuita que permite el acceso a 25 millones de materiales bibliográficos.
La noticia se confirmó en la última reunión del Consejo del Fondo de Excelencia la semana pasada, que tras la recomendación del ministro de Educación, Eduardo Petta y del viceministro de Educación Básica, Robert Cano, dieron de baja al servicio.
Desde el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) indicaron que uno de los motivos por los cuales el proyecto Reva (Recursos Virtuales de Aprendizaje) no funcionó, se dio el “por bajo estímulo a la demanda por parte de la principal institución beneficiaria, que es el (MEC)”.
Este tijerazo de la cartera estatal se suma a que en el año lectivo 2020, los estudiantes se verán afectados por un corte del 97% en la adquisición de libros de texto.
Este porcentaje implica que el año entrante la inversión en los materiales de texto alcanzará G. 32 millones, frente a los G. 25.962 millones invertidos para el mismo ítem en este 2019.
JUSTIFICACIÓN. En el acta del Consejo del Fondo de Excelencia, consta que el viceministro Robert Cano indicó que “nadie desmerita la utilidad de Reva, pero que de 21 millones de materiales, solo se descargaron 38.700, que es el 1% de ese enorme contenido”.
En el caso de Eduardo Petta, dio a entender que su interés pasaría por refundar un proyecto similar, en lugar de dar continuidad a lo que ya está funcionando.
“Reva fue útil, pero hay otros datos”, dijo de manera escueta el titular de Educación.
CRÍTICA. El titular del Conacyt, Luis Lima, indicó que los datos presentados por el MEC hacen referencia solo al 2019, en referencia a lo presentado por Robert Cano.
Además, “consideran solo los usuarios que realizaron descargas de contenidos pagos; no así de los recursos educativos abiertos”.
Otro factor que también influyó, además del bajo estímulo a visitar la página, “es la baja conectividad a internet que existe”, apuntó.
Estudiantes afirman que MEC no responde
Katherine Isasi, vocera de la Unión Nacional de Centros de Estudiantes (Unepy), lamentó la falta de inversión en materiales didácticos y agregó que el MEC prometió un encuentro con los jóvenes sobre el presupuesto educativo, pero hasta la fecha no responden. “Hace rato que venimos pidiendo explicaciones, ya que estamos siendo afectados”, arremetió.
Luego de un nuevo decreto, la reducción del presupuesto en el área ya llegó a 25% en lo que va del año.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, justificó este miércoles que los nuevos recortes presupuestales a la educación fueron realizados con el objetivo de respetar la Ley de Responsabilidad Fiscal y evitar de esa manera un eventual juicio político.
La educación ya tiene 25% de su presupuesto bloqueado en lo que va del año luego de que el martes se oficializara el nuevo recorte, que cuenta con el auspicio del ministro de Economía, Paulo Guedes, y del ministro de Educación, Abraham Weintraub.
Según Bolsonaro, en caso de que él no hubiera hecho estos recortes “iría derecho hacia un juicio político”. De acuerdo a lo publicado por el diario Folha de São Paulo, el mandatario afirmó: “Yo no quiero cortar ningún presupuesto. No soy una persona a la que le guste eso, pero el presupuesto generalmente está sobreestimado, las personas lo inflan”. El mandatario ultraderechista dijo que firmó este nuevo recorte para evitar un juicio político. “Hay una ley a la que tengo que ceñirme. No soy un dictador y entre una crítica y un juicio político ¿qué creen que prefiero? Tengo que tomar una opción y lamentablemente es esta”, afirmó Bolsonaro.
El nuevo recorte presupuestario al Ministerio de Educación es de 348 millones de reales –aproximadamenete 93 millones de dólares–; sumado al dinero bloqueado en marzo, el recorte llega una cifra cercana a los 1.600 millones de dólares.
No en vano la educación es el área en la que el gobierno de Bolsonaro tiene menor aprobación popular, principalmente por los grandes recortes hechos en las universidades e institutos federales. Pero además de estas entidades de educación terciaria, los recortes también alcanzaron recursos federales utilizados para cubrir presupuestos de instituciones de educación inicial, básica, así como programas de alfabetización y cursos de enseñanza técnica.
De esta manera y según consignó la revista Fórum, el ministerio comandando por el ultraliberal Weintraub es el que más sufrió los recortes presupuestales promovidos por Bolsonaro de acuerdo a las directivas recibidas de Paulo Guedes, su referente en cuestiones económicas.
Por otra parte, en una entrevista que concedió al diario carioca O Globo, Bolsonaro dijo, luego de una serie de declaraciones agresivas que hizo en los últimos días, que no cambiará su estilo y que detrás de sus dichos, calificados por muchos como impropios de un jefe de Estado, no existe ninguna estrategia electoral.
En la entrevista el actual mandatario brasileño afirmó no estar preocupado por la sucesión presidencial, pero aseguró que irá por la reelección en 2022. “Yo soy así de verdad. No tengo ninguna estrategia. Si estuviese preocupado por 2022, no hubiera dado esas declaraciones”, afirmó, al tiempo que fustigó a los medios: “Los días en que no me ataca la prensa hasta los extraño”.
En las últimas semanas el líder ultraderechista radicalizó su ya de por sí grosero discurso. El presidente se refirió a los gobernadores de los estados nordestinos como “paraíbas” –término despectivo para calificar a los habitantes de dicha región del país–, afirmó que en Brasil no existe el hambre y además atacó al presidente de la Orden de Abogados de Brasil, haciendo referencia a su padre, quien desapareció en 1974, durante la dictadura militar.
Además, en la entrevista Bolsonaro volvió a afirmar que ordenó un estudio al Ministerio de Minas y Energía para legalizar la búsqueda de oro en reservas indígenas, aunque destacó que en caso de efectivizarse “la fiscalización sería muy estricta y los indígenas también podrían participar en la explotación de estos recursos”. El mandatario dijo también que inversores extranjeros provenientes de Emiratos Árabes, Japón e Israel ya demostraron interés en la explotación turística en la región de Angra dos Reis, a la cual Bolsonaro definió como la “Cancún brasileña”. En dicha zona está instalada la estación ecológica de Tamoios.
El presidente afirmo que ya está discutiendo con los gobernadores de varios estados del país acerca de la explotación turística dentro de los espacios que actualmente se encuentran enmarcados en las legislaciones de preservación ambiental, por ejemplo la isla Fernando de Noronha, archipiélago perteneciente al estado de Pernambuco, considerado uno de los mejores puntos para bucear en América.
De acuerdo con el presidente Jair Bolsonaro, la educación brasileña deja mucho que desear. “Todo va cada vez más cuesta abajo”, dijo el mes pasado a periodistas durante un viaje a Dallas. “Queremos salvar la educación”.
Este parecería un argumento razonable si Bolsonaro anunciara, por ejemplo, un nuevo plan de educación o un aumento sustancial en el gasto dirigido a las escuelas públicas. Sin embargo, por el contrario, el mandatario estaba aludiendo a un “congelamiento” de 1500 millones de dólares al presupuesto para la educación en Brasil —el gobierno insiste en llamarlo así, en vez del recorte que es; esto se debe, en teoría, a que los fondos quedarán disponibles cuando mejore la situación económica—. Estos recortes representan un 30 por ciento de los presupuestos discrecionales —los cuales cubren los pagos de los servicios, las becas, la limpieza, el mantenimiento y la seguridad, entre otras cosas— para todas las universidades federales.
El recorte no se ha limitado a la educación superior: el financiamiento de bachilleratos, de la educación primaria e incluso de las guarderías también se ha visto muy afectado.
No obstante, la situación es más extrema para las universidades federales, escuelas que en las últimas décadas se han ganado un lugar respetable dentro de la educación brasileña, pues ofrecen cursos de alta calidad sin pagos de colegiatura para más de un millón de estudiantes. En otras palabras, el primer paso en el plan de rescate de Bolsonaro es lanzar a unos pocos sobrevivientes por la borda.
Sin embargo, ese es tan solo un ejemplo de la lógica absurda de nuestro presidente. En esa misma ocasión en Dallas, a Bolsonaro le preguntaron sobre las decenas de miles de brasileños, muchos de ellos estudiantes, que se han reunido para protestar en contra de los recortes a la educación. Los llamó “imbéciles e idiotas inútiles”, y agregó que no tenían nada en la cabeza. “Si les preguntan cuál es la fórmula del agua, no la saben”.
Esto lo dijo un hombre que alguna vez confesó nunca haber leído una novela en su vida (para ser justos, esto lo comentó en una entrevista hace veintinueve años, después de ser elegido al congreso. Desde entonces, ha tenido tiempo para leer al menos a todos los rusos, y estoy segura de que lo ha hecho). Este mismo hombre también declaró, después de su visita al monumento conmemorativo oficial del Holocausto en Israel, que el nazismo era un movimiento de izquierda, pues el Partido Nazi tenía la palabra “socialista” en su nombre.
Para Bolsonaro, como para muchos líderes políticos de la actualidad, un “imbécil” es cualquier pensador poco práctico. Dentro de este grupo se encuentran todas las clases de idealistas —socialistas, ambientalistas, pacifistas— y también las personas cuyos trabajos no produzcan nada tangible o rentable, como los profesores de Humanidades o los artistas. Como era de esperarse, en abril, Bolsonaro tuiteó que el gobierno estaba considerando retirar el financiamiento público de los cursos de Filosofía y Sociología. En cambio, iba a concentrar su gasto en áreas que crean “ganancias inmediatas para los contribuyentes”, como la Ciencia Veterinaria, la Ingeniería y la Medicina.
Tal desprecio por las humanidades es un error evidente. Si alguien necesita cursos básicos de retórica y filosofía, es nuestro presidente, quien, frente a los reporteros, parece incapaz de cumplir los más mínimos estándares de razonamiento. A menudo, responde sus preguntas con lugares comunes lanzados al azar, de una manera tan confusa como quien está leyendo un apuntador electrónico borroso y lejano. Luego, invoca un pasaje de la Biblia (“Y conocerán la verdad y la verdad los hará libres” es una de sus favoritas) o alguna trivia fuera del lugar que no tiene casi nada que ver con el tema por tratar (suele recurrir al hecho de que el estado de Texas no recauda un impuesto sobre la renta). Si todo lo demás no funciona, desacredita la pregunta, el medio informativo e incluso al periodista.
Uno se podría preguntar, ¿cuál es la formación de este hombre? En 1977, Bolsonaro se graduó de la Academia Militar das Agulhas Negras, la cual ofrece una “sólida formación en ciencias exactas, con un grado de complejidad similar al de un título de Ingeniería”, de acuerdo con una página de su biografía en el sitio oficial del gobierno. Sin embargo, el actual currículo de la academia, según una tesis reciente de maestría, no incluye cursos de Física ni Cálculo. Lo que sí incluye son muchas horas de Filosofía, Sociología, Derecho, Geopolítica, Psicología e Historia Militar. Cuando critica a las Humanidades, el presidente socava las disciplinas integrales de su propia educación en las ciencias militares.
Bolsonaro también obtuvo un título en Educación Física de la Escuela de Educación Física del Ejército y después se convirtió en un maestro en el salto de paracaídas, como parte de la brigada de paracaidismo de Río de Janeiro. “Se ganó el primer lugar en una clase de 45 estudiantes en la Escuela de Educación Física del Ejército, así como el primer lugar en el curso autónomo de buceo que ofrece el Grupo de Búsqueda y Rescate del Departamento de Bomberos de Río de Janeiro”, dice el sitio web del gobierno.
No obstante, el presidente prefiere realzar la capacitación práctica que recibió en la academia por encima de esas inútiles clases de Ética o todas esas tonterías del Derecho Penal Militar. En una transmisión de Facebook Live de abril, Bolsonaro alabó un curso de reparación de refrigeradores y televisores que tomó como teniente del ejército hace décadas. “Si practicara esa profesión en la actualidad, ganaría más, mucho más, que la gente con un título universitario”.
Y eso, después de todo, es crucial. El ministro de Educación estuvo de acuerdo y agregó que la meta principal del gobierno es enseñar las habilidades básicas a los niños, como leer, escribir y las matemáticas. Luego enseñarán una actividad que pueda generar ingresos para el estudiante y su familia.
Basta de Filosofía, Sociología, Literatura y las Humanidades. ¿Quién necesita el razonamiento cuando, sin él, nuestros hijos aún pueden crecer para ser los futuros presidentes de Brasil?
Fuente del artículo: https://www.nytimes.com/es/2019/06/15/recortes-educacion-brasil-bolsonaro/
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