La idea keniana que comunidades de todo el mundo usan contra la covid-19

África/Kenia/07 Mayo 2020/elpais.com

Más de 200 iniciativas para luchar contra la pandemia en todo el mundo, incluida España, están usando Ushahidi, una plataforma africana de recogida colaborativa de datos

¿Qué tienen en común el #EsteVirusLoParamosUnidos que ha lanzado el Gobierno español; el #ArgentinaUnida que repiten las instituciones del Estado argentino; el #UnidosLoHacemos que transmiten las autoridades panameñas; el #Defeat_Covid19_Together (Derrota_Covid19_Juntos) que utilizaron en algunos momentos las autoridades de Corea del Sur; o la campaña #KomeshaCorona (Acabemos con el corona), acuñada por el Gobierno keniano? La idea de unidad. Seguramente los mensajes que más se ha repetido durante las últimas semanas hayan sido los que ponen el acento en la pertenencia a una comunidad y la necesidad de dar una respuesta conjunta, es decir, que esa comunidad actúe de manera solidaria. Precisamente, hace 12 años en Kenia, un grupo de activistas digitales concibieron una plataforma para articular y gestionar la respuesta coordinada de una comunidad. La llamaron Ushahidi. Y hoy, frente a la expansión del Covid-19, hay más de 200 desarrollos de Ushahidi en todo el mundo intentando favorecer las reacciones comunitarias a la epidemia.

Mientras en Brasil, en Kenia, en Nepal y en Nigeria, la plataforma sirve para hacer el seguimiento de la evolución de casos; en Nueva Zelanda se visibilizaban los servicios abiertos durante el confinamiento; y, en Suiza, se hacía un repertorio de la necesidad de cubrir empleos urgentes relacionados con la crisis. Sin embargo, la función más extendida ha sido mapear y dar apoyo a las redes comunitarias de apoyo mutuo. Desde la ciudad alemana de Münster, hasta la keniana de Mombasa, pasando por la localidad estadounidense de Denton, Ushahidi ha intentado acercar las ofertas de ayuda de la ciudadanía a las necesidades más básicas. De la misma manera, la plataforma ha dado cobertura a iniciativas más amplias como el repertorio de recursos sociales que La Asociación Nacional de Asistencia Pública (Anpas) realiza en Italia o, incluso, el amplio despliegue que Frenar la curva ha realizado en España o el que una homóloga ha puesto en marcha en Perú.

El refuerzo de la comunidad, la autogestión y la localización geográfica son algunos de los pilares de Ushahidi, ya que nació como una respuesta cívica a la violencia que se desencadenó en Kenia después de las elecciones presidenciales de 2007. En aquel momento, se trataba de dar a la comunidad una herramienta para que pudiese generar una respuesta a esa violencia. “Éramos gente del mundo de la tecnología, blogueros… No éramos poderosos, pero teníamos los instrumentos para trabajar juntos y colaborar online para crear algo más grande. Crear un gran grupo es lo que te hace más fuerte”, comentaba Juliana Rotich, una de las fundadoras de Ushahidi, en una entrevista en EL PAÍS sobre el espíritu de la iniciativa. “Se trataba de crear una plataforma que después otras personas pudiesen usar para hacer frente a los problemas que se produjesen en sus países. Queríamos crear unas bases sobre las que después otra gente pudiese construir lo que necesitase y el primer prototipo se podía hackear en cuatro días”, continuaba Rotich en esa misma entrevista.

Hoy, todos aquellos principios a los que quería dar respuesta Ushahidi se han puesto más de manifiesto que nunca y la actual directora ejecutiva de la compañía, Angela Oduor Lungati, señala que tiene más de 200 mapas, es decir, 200 iniciativas relacionadas con la covid-19 alojadas en sus servidores, sin contar con las aplicaciones de la plataforma que otros actores han podido desarrollar y publicar en Internet desde otros. “Ushahidi ha sido utilizada sistemática en situaciones de crisis en todo el mundo durante los últimos 12 años. Así que, ante una epidemia global, es normal que muchas personas hayan recurrido a herramientas tecnológicas como la nuestra para ver cómo organizar mejor su voluntad de ayudar y como brindar apoyo a las comunidades vulnerables”, señala Lungati. “Esta pandemia ha dejado a muchas personas sin posibilidad de acceder a recursos críticos y además ha puesto de manifiesto enormes brechas en la capacidad de respuesta en todo el mundo. Ushahidi está ayudando a evidenciar lo que más se necesita en este momento y está ofreciendo información sobre dónde desplegar estos recursos, ya sea estableciendo centros de prueba o ayudando a las personas a comprar alimentos”, explica.

Efectivamente, desde su nacimiento Ushahidi se ha puesto al servicio de organizaciones sociales para dar respuesta a situaciones tan dispares como la vigilancia electoral, el seguimiento de medicamentos falsificados o la lucha contra la corrupción, entre otras. Pero una de las funcionalidades más explotada ha sido la respuesta a catástrofes y desastres provocados por fenómenos naturales. El uso de la plataforma como parte de la respuesta humanitaria durante el terremoto de Haití de 2010 fue una de las pruebas de fuego de Ushahidi. Seguramente, por ese origen y esos antecedentes, la empresa keniana modificó las condiciones de uso desde los primeros momentos de la actual crisis y permitió que la herramienta fuese todavía más accesible haciéndola gratuita para las iniciativas de respuesta a la epidemia.

Angela Oduor Lungati considera que esta crisis ha evidenciado “la importancia de permitir que la ciudadanía sea parte activa de la resolución de los problemas en sus comunidades”. La tecnóloga keniana explica: “La gran mayoría de las peticiones de uso de Ushahidi que nos llegan están lideradas por propia comunidad, las personas se auto organizan para proporcionar ayuda mutua y crear conciencia sobre sus experiencias”. A esa evidencia añade que “los Gobiernos también están recurriendo a soluciones que permiten a los ciudadanos auto informarse sobre sus síntomas”. La afirmación de Lungati con esta experiencia es categórica: “Todo esto demuestra que, para atravesar esta crisis, se necesitará responsabilidad y colaboración colectivas”.

Ushahidi

@ushahidi

«…we hope to spread the word across the oceans and contribute to your creativity in problem solving for this season.» ~ photojournalist @sl007 says on his guest blog post here: https://www.ushahidi.com/blog/2020/04/02/redaktor-showing-solidarity-in-times-of-covid-19 

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Ejemplo del uso de los mapas de Ushahidi en Europa.

Desde su nacimiento, Ushahidi (que en suajili significa “testigo” o “testimonio”) ha pretendido ser mucho más que una herramienta tecnológica. “Con Ushahidi demostramos que la tecnología podía ayudar a dar una respuesta, que se puede utilizar para muchas cosas, pero una de ellas es el beneficio social”, explicaba hace unos años Erik Hersman, otro de los padres de la plataforma. Sus fundadores la entendían más bien como una energía para dinamizar las comunidades y, sobre todo, la construcción de lógicas de trabajo colaborativo dentro de los colectivos. “La combinación de la tecnología móvil y el crowdsourcing (la realización colaborativa y voluntaria de una tarea) permiten construir un sistema, una dinámica de una sociedad colaborativa en la que fluye la información. Si se crea esta dinámica cuando se produce una crisis tienes un canal abierto con los ciudadanos para la comunicación, pero también la movilización, la sensibilización, la educación o la respuesta”, explicaba Juliana Rotich para transmitir la motivación inicial del proyecto. En la situación actual, esos principios parecen haberse extendido y contagiado más que nunca y es ahí donde las necesidades colectivas encajan perfectamente con el espíritu de la plataforma keniana.

“Cada vez más”, comenta Lungati, “durante la última década, la gente se están haciendo cargo de resolver los problemas de sus comunidades y lo están haciendo de manera colaborativa. A partir de aquella respuesta al terremoto de Haití, y también durante otros sucesos posteriores, se ha ido cultivando la importancia de la colaboración dentro de las comunidades”. La responsable de Ushahidi aplica sus experiencias previas y la trayectoria de la plataforma a la situación actual: “Creo que esta pandemia ha reforzado aún más esa conciencia de colaboración y creo que va a cambiar radical y definitivamente nuestra forma de ver tanto el papel de las comunidades en la respuesta a las crisis en el futuro y como la necesidad de apoyar a las personas para que se organicen mejor”.

De la misma manera, la responsable de la organización keniana destaca su interés por superar las brechas que se abren en el entorno digital: “En Ushahidi, tenemos mucho interés en asegurarnos de que las personas tengan el mismo acceso a las herramientas tecnológicas, la información y las habilidades para resolver problemas de manera eficiente en sus comunidades. Y, avanzando un paso más, estamos comprometidos a ayudar a las personas a utilizar la tecnología para provocar cambios en sus comunidades”.

Al mismo tiempo, la plataforma intenta aumentar su comunidad, que se alimenta de la inteligencia colectiva. Y este momento de especial intensidad Ushahidi la moviliza la refuerza. Mientras ofrece la herramienta de manera gratuita para las organizaciones que trabajan contra la epidemia, pide ayuda a los desarrolladores que puedan ayudar a mejorar técnicamente la plataforma, pero también que quienes han empleado la herramienta expliquen su experiencia para difundirla y así se pueden leer las sensaciones de las organizaciones que están empleando esta herramienta tecnológica keniana en todos los rincones del mundo para hacer frente a una amenaza global.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/04/30/planeta_futuro/1588247147_455797.html

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Redes comunitarias para comunidades rurales de Naciones Originarias en Canadá

Redacción: APC

Uno de los proyectos más destacados de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC) es el Monitor mundial sobre la sociedad de la información (MMSI o GISWatch, por su sigla en inglés), que este año se ha dedicado a redes comunitarias. Como parte de una colaboración entre APC y Rising Voices (RV), un proyecto de Global Voices, RV ha publicado versiones de los informes del Monitor para destacar las diversas redes comunitarias alrededor del mundo. Esta es la traducción de una versión del informe de país sobre Canadá publicado originalmente en inglés en el sitio web de GISWatch y republicado en Rising Voices

Gracias a Rising Voices y a Marcela Matamoros por la traducción.

Naciones Originarias (denominación para identificar a los pueblos aborígenes de Canadá, con excepción de los inuit y métis) lidera actualmente varias iniciativas locales y regionales sobre redes comunitarias en Canadá. Desde implantar fibra de red de retorno a través de caminos de grava a instalar antenas de internet inalámbrica en los techos de hogares y negocios, los líderes comunitarios con organizaciones regionales de tecnología están conectando regiones rurales y remotas en el Norte. Estos proyectos surgen ante brechas persistentes en el tiempo, y demuestran las diferentes formas en que las comunidades pueden manejar infraestructura para el desarrollo mientras mantienen control y propiedad de las redes y servicios. Muchas de estas redes comunitarias indígenas han operado por años y van desde proveedores locales de Internet hasta complejas organizaciones regionales que proveen servicios a múltiples comunidades.

Sumadas a la labor apasionada de los líderes comunitarios, las redes comunitarias indígenas involucran diversas actividades, como buscar apoyo para las políticas, incursionar en desarrollo técnico y responder a la alta demanda de servicios digitales. Ahora los equipos de bajo costo pueden transportarse fácilmente y ser configurados por técnicos locales. Si existe una infraestructura adecuada para las redes de retorno, pueden ofrecer buenos servicios para hogares y organizaciones. Una vez que el servicio está disponible, las personas pueden adoptar rápidamente soluciones de educación en línea, aplicaciones de salud y comercio electrónico, redes sociales como Facebook y Twitter, y otras aplicaciones móviles. Por ejemplo, el Servicio de Asistencia de las Naciones Originarias del Atlántico de Canadá, con sede en la nación originaria Membertou, está elaborando varias aplicaciones de idiomas para proteger y revitalizar la lengua mi’kmaw.

La adopción tecnológica en estas comunidades refleja un “entendimiento de toda la colectividad” y una aproximación a las tecnologías digitales para el desarrollo social y económico que contrarrestan los modelos enfocados en métricas “individuales” y “conocidas”. Un ecosistema amplio de asistencia comunitaria permite a los innovadores construir, formar, manejar, operar y utilizar estas herramientas –actividades que se reflejan en proyectos de redes como la Sociedad Tecnológica de Mamwapowin en Maskwacis, Alberta. Aunque Maskwacis se ubica a menos de una hora de la capital provincial, Edmonton, cuenta con pocos servicios comerciales de internet a disposición. Muchos habitantes no pueden pagar servicios residenciales, que pueden costar hasta 132 dólares canadienses (aproximadamente cien dólares estadounidenses) por mes –un servicio caro en una región con pocas oportunidades de empleo.

En 2016, Bruce Buffalo, miembro de la nación samson cree, configuró un punto de acceso de internet inalámbrico que redistribuyó su conexión personal de internet a otros barrios aledaños. Este técnico autodidacta invirtió su propio dinero en construir un sistema inalámbrico con dos interruptores y un portal de acceso en línea. Desde entonces, Bruce ha expandido la red, invertido en mejoras del equipo inalámbrico y convertido a Mamwapowin en una organización sin fines de lucro. Actualmente se encuentra trabajando con el Instituto Cultural Maskwacis para garantizar una conexión en red de retorno de 100 Mbps, que proveerá el ancho de banda necesario para conectar a los usuarios de internet inalámbrica a recursos de seguridad pública, servicios comunitarios y educación en línea. Una vez que la conectividad se haya optimizado para ejecutar video, a Bruce le gustaría crear un núcleo tecnológico comunitario para reunir a personas de todas las edades, con el fin de que aprendan a utilizar internet para buscar oportunidades de educación y negocios, y para explorar la tecnología en un espacio abierto de aprendizaje. Bruce también interviene en la divulgación y promoción de su proyecto, y actualmente está recaudando fondos para expandirlo. Se ha presentao a diferentes grupos, como la Autoridad Canadiense para el Registro de Internet (CIRA, por sus siglas en inglés) con el fin de difuindir su proyecto y usarlo como modelo para otras iniciativas similares.

La Sociedad Tecnológica de Mamwapowin es solo un ejemplo reciente de las muchas innovaciones digitales que están teniendo lugar en las Naciones Originarias en todo el territorio canadiense – muchas más redes comunitarias nativas se encuentran funcionando actualmente, algunas funcionan desde los primeros días internet, hace casi 30 años. En la siguiente sección, destacamos algunas condiciones políticas, económicas y de lineamientos que han apoyado y, a la vez restringido, su trabajo.

Facilitando la autodeterminación digital: el contexto político, económico y de lineamientos

En Canadá, los defensores de las redes comunitarias nativas han luchado arduamente para establecer y sustentar los marcos políticos y regulatorios que faciliten la autodeterminación digital. En 2001, la Fuerza Nacional para el Ancho de Banda publicó un informe que identificó las brechas de acceso digital en las comunidades rurales y remotas del Norte, y en comunidades indígenas; sobre la base de esta informacion, se propuso una estrategia nacional de ancho de banda para conectar a todas las comunidades, con prioridad en el acceso a precio módico. Cinco años después, un informe del Panel de Revisión de Políticas para las Telecomunicaciones de Canadá, fechado en 2006, indicó que las redes comunitarias brindan las infraestructuras tecnológicas y sociales para el acceso, la adopción y el uso de la tecnología digital. Desde mediados de la década de 1990 y hasta la fecha, los departamentos gubernamentales han brindado financiamiento para estimular la colocación y operación de infraestructura en regiones poco atendidas.

No obstante los miles de millones de dólares invertidos, muchas comunidades indígenas aún no pueden acceder a los servicios, ya que no son asequibles. Canadá todavía no tiene una estrategia nacional de banda ancha, y las comunidades de las naciones originarias Inuit y Métis continúan teniendo problemas de conectividad limitada. Muchas personas que habitan en comunidades indígenas tienen dificultades para pagar los altos costos de acceso y uso de tecnologías digitales – a pesar de que los estudios también indican que están más dispuestas a adoptarlas de manera temprana si la conectividad fuese más asequible, confiable y ajustada a sus necesidades.

En años recientes, el Gobierno de Canadá ha prestado mayor atención al reto de superar las brechas digitales en comunidades rurales y remotas, y al esfuerzo hecho por la comunidad de Naciones Originarias para solucionarlo. Para llevar infraestructura, la Comisión de Radio-Televisión y Telecomunicaciones de Canadá (CRTC, por sus siglas en inglés) ha establecido un nuevo objetivo básico de servicio (BSO, por sus siglas en inglés) para banda ancha en diciembre de 2016. Esta nueva norma recomienda velocidades de 50 Mbps para descargar datos y 10Mbps para cargar, entre otras condiciones. Este objetivo se definió luego de años de activismo de las comunidades indígenas y otras de interés público sobre los procedimientos de la CRTC para el acceso en territorios del Norte, que incluyó una audiencia de 2012 sobre el Plan de Modernización de Northwestel  y una consulta de 2014 sobre servicios satelitales. Desafortunadamente, el Gobierno de Canadá y los proveedores de telecomunicaciones que sirven a las comunidades rurales y remotas continúan brindando infraestructuras y servicios de conectividad a velocidades muy inferiores a las recomendadas por la CRTC.

Con respecto a la asequibilidad, la CRTC ha incentivado la competencia, aunque ha debido intervenir para regular tarifas en algunas regiones remotas del Norte donde no existe esa competencia. La importancia de contar con servicios económicos derivó en procesos judiciales que llevaron a la definición del BSO, donde algunos grupos defendieron subsidios para consumidores individuales, mientras que otros alegan que la regulaciones deberían enfocarse en estimular el financiamiento de redes comunitarias. El enfoque de “toda la comunidad”, mencionado anteriormente, incentiva un régimen de financiamiento comunitario que apoya las soluciones de conectividad para todos.

El Gobierno tambien ha implementado una serie de programas para financiar iniciativas de ancho de banda. Entre los más recientes están el programa de 500 millones de dólares canadienses llamado Conectar para Innovar (CTI, por sus siglas en inglés), dirigido por el departamento gubernamental para el Desarrollo de la Innovación, la Ciencia y la Economía (ISED, por sus siglas en inglés), para establecer redes de retorno regionales, y un fondo de banda ancha facilitado por la CRTC. El fondo del CTI ha contribuido a varios proyectos importantes en el Norte de Canadá, incluido el Canal de Fibra Óptica del Valle Mackenzie en los territorios del Noroeste, el proyecto de fibra óptica Dempster en el Yukón, y financiamiento para infraestructura satelital en Nunavut. Pese a estos avances, sus detractores apuntan que estos proyectos son operados por empresas titulares y no por las redes comunitarias. Asimismo, falta definir los requerimientos para un “acceso abierto”.

Es importante mencionar que luego de la presión de los grupos indígenas y de interés público, estos programas de infraestructura se pusieron a disposición de organizaciones sin fines de lucro, cooperativas y otros grupos comunitarios afines. Otros ejemplos de proyectos de las Naciones Originarias financiados por CTI incluyen iniciativas lideradas por la nación originaria Matawa en Ontario, Clear Sky Connections en Manitoba, y Arrow Technology Group en Alberta. La implementación, operación y sostenibilidad de estas redes comunitarias requieren de un complejo balance entre la innovación local, cooperación regional y políticas de apoyo y regulación. Como se indica en el informe GISWatch para Canadá de 2017, los miembros de comunidades impactadas deben participar en el suministro de servicios digitales. No deberían estar restringidos a actuar únicamente como consumidores de banda ancha, también pueden contribuir como productores, propietarios y operadores. Estas oportunidades tipo utilizan la banda ancha no solo como facilitadora del desarrollo económico de otras industrias y servicios, sino también como un recurso dirigido y administrado por personas del lugar.

Esta perspectiva refleja soluciones de “First Mile” o primera línea en el diseño, desarrollo y operación de la infraestructura y servicios de telecomunicaciones – es decir, las que invierten en conexiones y organizaciones enraizadas en las comunidades y regiones impactadas. Este enfoque se propone para comunidades que carecen de un interés comercial fuerte para las compañías privadas que pueden desarrollar y operar la infraestructura y servicios adecuados. Las soluciones de primera línea con enfoque local contrastan con las llamadas iniciativas “last mile” o de última línea, centradas en optimizar las infraestructuras urbanas y de grandes centros de población con la esperanza de que la conectividad llegue a la larga a las comunidades rurales y remotas. Los deseos de asegurar la asequibilidad y el acceso a través del desarrollo de soluciones de banda ancha, autodeterminadas y de primera línea, han apoyado el surgimiento de redes comunitarias en Canadá que son regidas por las comunidades a las que sirven y les rinden cuentas. Por ejemplo, la red Kuhkenah (K-Net) inició el desarrollo de su red local de banda ancha en el año 2000.

Sin los medios necesarios para interconectar las diferentes redes de retorno regionales, las iniciativas locales siguen afectadas por el aislamiento. Los proveedores locales pueden interconectar a través de infraestructura de “acceso abierto”, pero aún falta definir este concepto con claridad, lo que les permite obstruir de manera indirecta la interconexión con mecanismos como el aumento de las tarifas de acceso. Este problema fue discutido durante un proceso judicial de la CRTC en 2017, luego del cual la comisión denegó una solicitud de tolerancia para Northwestel, que pretendía liberar a su servicio de Wholesale Connect (conexión al mayoreo) de las regulaciones en las comunidades atendidas por la Red de Fibra Óptica del Valle Mackenzie, ya que esta tolerancia no satisfacía el interés público de los usuarios en las comunidades afectadas.

Los ptroveedores comunitarios de red inalámbrica enfrentan un desafío similar: mientras que la distribución del espectro de red es regulada por el Gobierno federal y vendida a través de una subasta, las licencias usualmente cubren grandes área a un alto costo, lo que impide que los pequeños proveedores puedan comprar y utilizar este espectro al por mayor. Históricamente, Canadá ha desarrollado una política de sistemas de banda ancha en zonas rurales y remotas (RRBS por sus siglas en inglés) para respaldar el uso del espectro de red en por parte de pequeños proveedores que sirven a regiones rurales y remotas. Sin embargo, aunque la RRBS “es un caso de estudio sobre una política audaz para ofrecer servicios a regiones alejadas e introduce a nuevos pequeños actores dentro del ya concentrado mercado de red inalámbrica”, el tiempo ha demostrado sus fallos por “especulación en la tenencia de licencias, economías de escala insuficientes y, lo más importante, un débil apoyo gubernamental”.

Otro reto se relaciona a la sostenbilidad de las redes comunitarias. Los servicios de banda ancha a gran escala admiten aplicaciones de salud y educación en línea que proveen tambien un flujo estable de ingresos, incluso en comunidades dispersas y poblaciones pequeñas. Para interconectar comunidades y regiones, los sistemas locales pueden vincularse a las redes de retorno regionales en formas que permitan a las organizaciones balancear su autonomía con la cooperación, como compartir ancho de banda a lo largo de las regiones mientras se apoya el servicio local. Por ejemplo, la nación originaria opiticiwan y el Consejo Regional de Educación de Naciones Originarias (FNEC, por sus siglas en inglés) en Québec instauraron una red de fibra óptica para compartir infraestructura y servicios de red con el servicio público que actualmente sostiene la operación y mantenimiento de la red general. Este trabajo conjunto refleja el Marco de Trabajo para Comunidades Electrónicas o e-Community elaborado por Judy Whiteduck en 2010 y promovido por la Asamblea Nacional de Naciones Originarias. El marco, ilustrado en la Figura 1, muestra el importante rol que juegan las organizaciones, servicios y actividades comunitarios en el mantenimiento de la conectividad a través de banda ancha. Estas organizaciones satisfacen muchas necesidades esenciales, brindan oportunidades de empleo sostenibles y apoyan el desarrollo social, económico y político de las comunidades. El Consorcio de Conectividad First Mile (FMCC por sus siglas en inglés) introdujo el enfoque de “toda la comunidad” al desarrollo de telecomunicaciones y al financiamiento de programas para garantizar que la comunidades puedan planear y mantener sus redes locales para resolver sus necesidades y prioridades.

En la siguiente sección, se discuten algunos trabajos de los defensores de las redes comunitarias para consolidar estos elementos de las comunidades electrónicas,enfocándose principalente en el trabajo del FMCC.

Organizaciones indígenas regionales e intermediarias en Canadá

Innovadores en el terreno como Bruce Buffalo construyen y operan redes comunitarias. Pero sin los medios para expandirlas a mayor escala, incluso con la ayuda de fondos o regulación, estas redes pueden terminar como nodos aislados dentro de un sistema. A través de la organizaciones comunitarias de intermediación, los proyectos locales adquieren medios para intercambiar conocimientos y experiencia, logran activar economías de escala y ejercen un poder de influencia mayor en lo político y lo económico.

En Canadá se encuentran varias organizaciones de este tipo, enfocadas en proveer servicios de banda ancha, como por ejemplo algunos consejos de naciones originarias como el Keewaytinook Okimakanak (que estableció el K-Net – ver más abajo), Gobiernos regionales como el Gobierno regional de Kativik, y grupos de defensa sin fines de lucro organizados por residentes del Norte, como la (ya extinta) Corporación de Desarrollo de Banda Ancha de Nunavut. Estas organizaciones ejecutan diversas funciones, que incluyen la implementación, operación y mantenimiento de la banda ancha. Asimismo, se encargan de las compras, el soporte técnico, el rubro de entrenamientos y aprendizaje, el área legal y de activismo, entre otras actividades. También jugan un destacado rol al administrar y promover infraestructura y servicios de tecnología y comunicaciones. Representan a grupos de comunidades, que los dirigen, y actúan como mediadoras entre los intereses locales y las entidades externas, como corporaciones o patrocinadores gubernamentales.

Algunas organizaciones regionales han estado brindando servicios durante décadas. Por ejemplo, K-Net se fundó en 1994, durante los primeros años de internet. Sus servicios, que contemplan el marco de trabajo comunitario reseñado anteriormente, alcanzan ahora a más de 80 comunidades a lo largo de Ontario y otras provincias canadienses. Colabora activamente con las Naciones Originarias, programas gubernamentales, proveedores de transporte para telecomunicaciones y otros grupos para facilitar la existencia de la red indígena más amplia de Canadá, y posiblemente del mundo.

En 2013, varias organizaciones regionales comunitarias de intermediación se unieron para formar una asociación nacional llamada Consorcio de Conectividad First Mile. Los miembros de FMCC colaboran de cerca y se involucran en iniciativas relacionadas con política regulatorias, investigación, divulgación y alfabetización digital. Hay 11 miembros activos de la FMCC, listados de Oeste a Este y al Norte:

Además de participar en las audiencias de la CRTC y en programas de financiamiento de la ISED mencionados anteriormente, y de contribuir con consultas gubernamentales, los miembros de la FMCC trabajan actualmente en fortalecer el planeamiento para la conectividad y en supervisar la calidad y uso de la banda ancha. Estas iniciativas reflejan los esfuerzos hechos para desarrollar la alfabetización digital, con miras a aumentar la efectividad en el uso de la infraestructura de telecomunicaciones en comunidades rurales, remotas e indígenas del Norte. Esta definición de “alfabetización digital” se extiende más allá de la habilidad individual para utilizar una computadora, programas como Microsoft Office o redes sociales – también abarca el planeamiento y mantenimiento de la infraestructura y servicios de red.

Esta labor también apunta a entrenar a técnicos comunitarios – importante rubro de desarrollo económico en estas regiones. Por ejemplo, la Red de Comunicaciones Eeyou, red regional sin fines de lucro que opera en el norte de Québec, ha entrenado a técnicos y 33 graduados han encontrado trabajo en tecnologías de la información y la comunicación dentro de las comunidades cree. En Columbia Británica, el Consejo Tecnológico de Naciones Originarias estableció recientemente el Programa Puente a la Tecnología, que enfatiza el entrenamiento y desarrollo profesional a través de habilidades digitales. Otras iniciativas de alfabetización digital incluyen talleres brindados por el Consejo Tribal Gwich’in en los territorios del Noroeste y un campamento de alfabetización digital desarrollado por el nación originaria Piikani en Alberta.

Los conocimientos digitales también incluyen la habilidad de dirigir pruebas de supervisión sobre el rendimiento de internet. Este es un punto clave, dadas las brechas que existen para la cobertura digital en regiones indígenas destacadas por actores como la CRTC, que estableció una iniciativa de supervisión llamada SamKnows, y la CIRA, que desarolló un portal en línea para medir el rendimiento de internet. La FMCC trabaja junto a comunidades del Norte y sus organizaciones regionales para conducir un enfoque de First-Mile a las mediciones de internet. En el norte de Ontario, se pide a los miembros de la comunidad a usar un grupo de Faceboom llamado KO eCommunity para compartir ideas sobre cómo usar la tecnología en sus comunidades y planear en conjunto el futuro de sus redes comunitarias. En otro proyecto, varias organizaciones integrantes de la FMCC y Cybera (aceleradora tecnológica sin fines de lucro de Alberta) usarán la plataforma de CIRA para establecer una metodología que conduzca las pruebas de supervisión sobre el rendimiento de la Internet comunitaria. Estas iniciativas apuntan a destacar el importante rol que tienen los miembros de la comunidad al auditar y reforzar las obligaciones básicas de la CRTC.

Conclusión

2018 ha sido un año emocionante para las redes comunitarias indígenas en Canadá. Políticamente, el ancho de banda en zonas rurales y remotas es ahora un asunto de importancia pública en crecimiento. Por ejemplo, en abril de 2018, la Comisión de Industria, Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes presentó su informe Conectividad de banda ancha en Canadá rural: Superando la brecha digital. Entre otros aspectos, el informe sugiere recomendaciones para estimular a las operadoras no tradicionales a solicitar financiamiento federal de entidades como cooperativas, organizaciones sin fines de lucro, sociedades y Gobiernos locales. Llamados similares para apoyar las redes comunitarias se detallan en el informe del CIRA titulado La brecha entre nosotros: Perspectivas sobre la construcción de un Canadá mejor conectada, el cual “captura las experiencias, opiniones y soluciones propuestas por 70 organizaciones de base a lo largo y ancho de Canadá que trabajan para mejorar la experiencia en Internet de todos los canadienses”.

Otra novedad clave es la Segunda Cumbre de Conectividad Indígena, organizada por la Sociedad de Internet en Edmonton, Alberta y la Sociedad de Inuvik, Territorios del Noroeste, en octubre de 2018. La cumbre brindó un espacio para que los defensores de la conectividad indígena discutieran y debatieran temas relacionados a las redes comunitarias y las condiciones técnicas y regulatorias que podrían impulsar su crecimiento y sostenibilidad.

Con miras al futuro, el Gobierno de Canadá ha anunciado que lanzará una reseña de la Ley de Telecomunicaciones y de la Ley de Transmisiones Radiales y Televisivas. Se ha convocado un panel de siete miembros para la reseña y se anunciaron consultas públicas para septiembre de 2018. Esta reseña actualizará y modernizará el marco legislativo, apoyará el principio de neutralidad en red, y abordará los temas relacionados a la promoción apropiada de la competencia y la asequibilidad para Internet y las redes inalámbricas.

Estas consultas abren las oportunidades para las comunidades indígenas de contribuir con las políticas y regulaciones que impactan sus servicios e infraestructura de banda ancha. De manera relevante, este trabajo reconoce el amplio espectro de enfoques para el desarrollo de telecomunicaciones documentado a través del proyecto investigativo Innovación de Naciones Originarias (FNI, por sus siglas en inglés) en la Universidad de Nueva Brunswick, que concluyó en la primera mitad de 2018 luego de más de 12 años de colaboración con las organizaciones indígenas regionales de intermediación a lo largo y ancho de Canadá. Como una tarea final para el proyecto de investigación de FNI, los socios colaboraron parar crear un libro que celebra y destaca la investigación y el activismo desarrollado a través del tiempo. Esta publicación gratuita se titula Historias desde la primera línea: Las tecnologías digitales en comunidades indígenas rurales y remotas.

Fuente: https://www.apc.org/es/news/redes-comunitarias-para-comunidades-rurales-de-naciones-originarias-en-canad%C3%A1

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