«Al estilo de Santiago Ramón y Cajal podríamos afirmar que «al carro de la educación le falta la rueda de los referentes»»
Hace cerca de 20 años se empezó a hablar del término «influencer», gracias a la aparición de determinadas redes sociales que hoy en día siguen vigentes. Solemos entender que un influencer es una persona que cuenta con una importante presencia e influencia en redes sociales, y que se le dota de cierta credibilidad sobre un tema concreto por lo que puede llegar a convertirse en un prescriptor interesante para una marca o negocio.
Desde esta perspectiva tenemos personas que viven de ser influencers de marcas, y personas que son influencers y que con frases o canciones acaban haciendo que todos hablen de Casio y Rolex, por ejemplo. Pero al igual que decía Santiago Ramón y Cajal hace poco más de 100 años con su frase «al carro de la cultura española le falta la rueda de la ciencia» hoy podríamos afirmar que «al carro de la educación le falta la rueda de los referentes».
Existen muchos docentes que comparten recursos en redes sociales, maestros y maestras que suben imágenes, contenidos descargables, fichas para el aula y actividades, pero lo hacen a cambio de likes, suscripciones, seguidores, etc. ¿Es posible que las familias de esos alumnos y sus propios estudiantes asimilen que tener más suscriptores es importante? Evidentemente es lo que se desprende de quien ofrece recursos a cambio de corazones.
Otros docentes recomiendan determinados productos, aplicaciones de plataformas y materiales de pago, y es curioso descubrir que lo hacen con una frecuencia periódica, un número repetido de veces al mes y con un mensaje que invita a comprar dichos recursos. Al final esas personas sí responden a esa visión de influencer como prescriptor de una marca.
Hacen falta más referentes educativos y menos influencers. La principal diferencia entre un influencer educativo y un referente educativo es el impacto, de los segundos, sobre la educación. Un influencer educativo se enfoca en el uso de medios sociales para promover contenido educativo, mientras que un referente educativo trabaja en la implementación de programas educativos a través de la investigación, asesoría y alentar a maestros y docentes.
En ese sentido tenemos referentes educativos, como David Bueno, biólogo que ha destacado por sus aportes a la educación desde el estudio del cerebro. Marisa Moya, psicóloga que ha ayudado a mejorar la educación desde la disciplina positiva o Ramón Flecha García, investigador y creador de las Comunidades de Aprendizaje en España. Ellos son referentes en educación pero no podemos dejar de mirar fuera de nuestras fronteras. Toshiro Kanamori desde Japón ha revolucionado la educación desde el pensamiento colectivo y basado en las emociones, al igual que Francesco Tonucci y su pedagogía centrada en el niño y el respeto a la infancia. Ninguno de ellos pidió likes, ni suscriptores, pero son referentes que están ayudando a cambiar la manera de impartir las clases. El carro de la educación necesita la rueda de referentes educativos, no influencers, sino personas que desde la investigación, el trabajo en el aula, y la praxis nos sigan orientando a los maestros sobre cómo mejorar poco a poco y día a día.
En este artículo hemos hablado de cinco buenos referentes que todo maestro debería tener en cuenta.