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Chile: Lucha por la educación y por la nueva Constitución

Chile/19 de mayo de 2016/ Fuente: entorno inteligente/ Publicada 19/05/2016

En 2016 celebramos 10 años de la revolución pingüina. Aquel movimiento tuvo el mérito de unir el reclamo por la educación, que concentra el sueño de millones de chilenos a una vida mejor, con una crítica de fondo al régimen político. El «No a la LOCE» nos enseñó que, para cambiar la educación, hay que cambiar la Constitución. Antes de 2006 los intentos de cambio del modelo -desde «dentro» y desde «fuera»- habían fracasado por igual. La novedad fue la irrupción de una amplia fuerza social, que recordó a la política que la sociedad seguía existiendo. El nuevo Chile que creció en el seno del mercado, y que era apuntado como «juventud apática», tomaba en sus manos la política. De entonces fue posible pensar en nuevas fuerzas políticas de cambio, que expresaran vitalmente a esa sociedad.

Tras 2006 vino 2011, demostrando la raíz estructural del problema. La vieja política respondió reponiendo la división de lo social y lo político. Para las reivindicaciones sociales, se recetaron cambios tecnocráticos a la enseñanza en nombre de la calidad, que implicaban más recursos públicos a privados (más bonos, vouchers o créditos), y las reivindicaciones políticas simplemente se ignoraron. Irónicamente la derogación de la LOCE terminó haciendo más fuerte a la Constitución de 1980. Hubo más lucro y menos educación pública.

Ante el 2011 la receta fue distinta en discurso, pero similar en los hechos. El aumento de recursos públicos a privados no sería en nombre de la calidad sino -paradójicamente, según Eyzaguirre- de la «desmercantilización». Se profundiza el carácter subsidiario del Estado, aumentando vouchers y controles al mercado educativo, sin reconstruir sustancialmente la educación pública. En contrapartida, se levantó un proceso constituyente de baja intensidad, sin contenidos claros y sin dar la soberanía al soberano.

La separación entre reformas y cambio constitucional terminó estancando ambas cuestiones, pues impidió que la energía de la sociedad, en su malestar con el mercado, se expresara como fuerza política refundacional. La élite intenta torcer así la mano del 2006 y 2011. Invita luego a incidir en reformas de ajuste y en un proceso constitucional prefigurado cuando se trata ya de cuestiones totalmente disociadas, cada una de la otra, y ambas de la sociedad. Es tal separación el retroceso de las fuerzas de cambio. Esta autocrítica es necesaria e insoslayable.

Si la demanda de la sociedad es superar los abusos del mercado, el cambio político y social que cabe es reemplazar el mercado por derechos sociales, ampliando lo público. Es decir, acabar con el principio subsidiario del Estado, que consagra el mercado de los derechos, y ampliar los servicios públicos democráticamente construidos y administrados.

En el caso educativo, reconstruir y ampliar (en positivo) la educación pública y gratuita como prioridad, por sobre el control (negativo y prohibicionista) del mercado. Imponer el derecho a la educación y su carácter público en la nueva Constitución. Una expansión real de la democracia como contracara de una constricción del mercado. Constitucionalizar la salida del neoliberalismo.

Es hora de recuperar iniciativa y unidad. La lucha educacional sigue ahí, en un esfuerzo loable. Pero también hay otras manifestaciones sociales. Urge conducir tales luchas, como horizonte de sentido, a bregar por un cambio constitucional. Si no, quedarán como suma de intereses corporativos fragmentados. No es posible, para las fuerzas de cambio, alterar el balance del proceso constituyente si no se articulan y conducen las luchas sociales realmente existentes en una dirección de cambio constitucional, corolario de la conquista de sus demandas. Se trata, como en 2006, de politizar lo social y socializar lo político.

Esto no ocurrirá de la noche a la mañana. La constitucionalización de la lucha social es un proceso y no un «todo o nada». Pero si se unifica presión social y política, se pueden obtener avances más relevantes que lo que hasta hoy hemos visto en la regulación de mercado, imponiendo algunos puntos en una reforma educacional hoy empantanada. Fundamentalmente, es posible una reconstrucción más vigorosa de la educación superior pública, que concentre el esfuerzo del país en lugar de pagar la cuenta del mercado. Hay que reponer la idea de una educación superior masiva y pública, como horizonte, aquella cuyo proyecto desarticuló violentamente la dictadura, e invisibilizó la transición.

El movimiento social por la educación debe asumir que su radicalidad -ir a la raíz del problema- no está en lo drástico con que se regula al mercado educativo (Estado subsidiario), sino en su capacidad de imponer que tal mercado sea reemplazado por la reconstrucción y ampliación de la educación pública (Estado garante), cuya definición está dada más por su carácter democrático y abierto a la ciudadanía que por su sola condición estatal.

Así el movimiento asume una direccionalidad constituyente, como en 2006, pues altera el sentido de la Constitución de 1980 -el carácter subsidiario del Estado-, y paso a paso hace retroceder al mercado. Aunque sus conquistas no tengan de forma inmediata un rango constitucional, acumula fuerza en tal sentido, y proyecta su maduración política, haciéndose parte de la discusión de la totalidad del país y rebasando el interés corporativo.

Se conforma como una fuerza social madura, como un motor democrático de la sociedad que no solo exige «gratuidad» o becas, sino que construye en los hechos la nueva educación. Una fuerza social y cultural que se activa y moviliza también solidariamente por otras causas y movimientos, en tanto no es corporativa, y así estimula el desarrollo de un amplio movimiento popular por los derechos sociales universales, con la densidad histórica que este desafío requiere. Sin tal movimiento, todavía por construir, no hay nueva Constitución posible.

Las fuerzas de cambio deben entender que su proyección como actores políticos relevantes no está en una suerte de canje electoral del malestar contra la vieja política, sino en su capacidad de imponer transformaciones. Es decir, en desarrollarse juntas con el movimiento social en su maduración y politización, sin reducirlo a una base electoral de descontento inorgánico.

Si son tentadas al electoralismo, si el desarrollo y maduración del movimiento social deja de ser prioritario para ellas, las fuerzas de cambio descubrirán, una vez en las instituciones, que el Estado no es fuente mágica de poder sino expresión de poderes sociales. Así, su desarrollo político no se cuenta solo en votos ni encuestas. Se juega en cuánto alteren hoy, a fin de cuentas, la vida cotidiana de los chilenos. Y la incorporación de los chilenos a la política se juega en cuánto pueda esta alterar su vida cotidiana. Esta transformación supone un intrincado proceso de lucha social y política, en una combinación de movilización social y participación institucional, sin descuidar ninguna de las dos.

En lo inmediato, se trata de incidir en las reformas desde las luchas sociales, proyectándolas políticamente -incluida la lucha electoral cuando corresponda- hacia una transformación constituyente, que no será inmediata.

A 10 años de la revolución pingüina, y del surgimiento del nuevo movimiento popular chileno, quienes hemos sido parte de sus luchas sociales y de sus intentos de refundación política, tenemos la responsabilidad de transformar el «No a la LOCE» en una propuesta afirmativa: en la reconstrucción de los derechos sociales y del espacio público como ampliación democrática. Es de tal proceso, en la medida que avance en transformaciones reales, que se construirá en caliente una nueva y plural fuerza política democrática, en el seno del movimiento popular del siglo XXI.

Fuente: http://www.entornointeligente.com/articulo/8427154/Lucha-por-la-educacion-y-por-la-nueva-Constitucion-19052016

Imagen: http://www.educacion360.org/media/k2/items/cache/00e7056ec788d5b42162a6c13dbba43c_XL.jpg

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La Complejidad de la Formación Docente

Por: Miguel de Castilla Urbina

Hablar de educación en cualquier país hoy, es hablar de su calidad. Siendo esta un constructo social, a su proceso concurren articuladamente un conjunto de factores exógenos y endógenos a la vida escolar, entre los que sobresalen: el contenido de lo que se enseña y se aprende (el currículum), los y las docentes que administran y gestionan esos contenidos desde su programación hasta su evaluación, y los propios estudiantes, como sujetos de aprendizaje y de su propio aprendizaje, incluidos su familia y su entorno económico y social.

Respecto al factor docente, recientemente, los días 30 de septiembre y primero de octubre pasado, se realizó en nuestro país un Congreso Internacional de Formación Docente con la participación como expositores en esta área del conocimiento educativo, de expertos de Cuba, Perú, Argentina y de organismos especializados del Banco Mundial y la Unesco y con la participación como talleristas de todos los cuadros dirigenciales del Mined a nivel institucional y territorial, directores y docentes de centros educativos y de las escuelas normales, coordinadores de TEPCEs y dirigentes y docentes de las facultades de educación del país.
Sobre la cuestión docente en Nicaragua, América Latina y el mundo mucho se ha investigado, se ha escrito y se ha hablado. Es un tema de difícil abordaje y tratamiento dada la variedad de sus múltiples caras y facetas, distribuidas en un amplio abanico, que van desde el reclutamiento y selección del personal, hasta su evaluación, pasando por su remuneración salarial y atención, cuidado y desarrollo profesional, formación, capacitación y promoción.
De lo anterior se deriva que la problemática docente, como fundamental para la elevación de la calidad de la educación, no se resuelve solamente con más y mejores programas de formación y capacitación. Es más, mucho más compleja. No obstante, si del conjunto antes mencionado, solamente con propósitos de análisis, aislásemos el componente de la formación y le convertimos en objeto de estudio, éste también presenta su propia complejidad cuyos componentes fundamentales son los de todos procesos formalizados de educación, esto es: un currículo o planes de estudios; los docentes llamados también para este caso formadores de formadores, y los estudiantes futuros maestros o profesores.
Sobre el currículo normalista o de las facultades de educación. Igual, una amplia bibliografía aconseja que hacer de acuerdo a los diferentes contextos. Sobre este tema, para el caso de Nicaragua y de muchos de los países de América Latina y el Caribe, antes que los futuros docentes aprendan las artes de la didáctica y de cómo enseñar, nuestro criterio es que lo primero de lo primero debería de ser que conozcan a profundidad el contenido de lo que van a enseñar. Esto es así para los docentes de todos los niveles, incluso universitarios. En Perú y Guatemala, recientemente se les administró a maestros de sexto grado, los mismos exámenes que ellos le habían practicado a sus estudiantes y los resultados fueron igual o peor que el de estos, especialmente en matemáticas y español.
Respecto a los docentes de las escuelas normales y de las facultades de educación, Nicaragua cuenta con una fortaleza muy grande. En los últimos años, con el apoyo de la Coordinadora Educativa y Cultural de Centroamérica la CECC-SICA, la mayoría de los profesores de las escuelas normales han realizado estudios de Maestría. Igual ha pasado y está pasando con los profesores de las facultades de educación. Lo que queda pendiente en este campo es un problema que es común a todos los que ejercemos el magisterio en nuestro país, y que trasciende a la academia y al régimen de estudios en cualquier universidad, me refiero especialmente a la fragilidad de la actitud y el compromiso de muchos de nosotros con el sentido de nuestro quehacer y de la profesión magisterial en general.
Respecto a los estudiantes de magisterio, pienso que Nicaragua cuenta con una cantera extraordinaria en su juventud, que eventualmente podría ser transformada en un poderoso movimiento magisterial de cara al porvenir. Todos los movimientos juveniles de la Juventud Sandinista y la Federación de Estudiantes de Secundaria. Movimientos culturales, deportivos, ecológicos. De comunicadores, alfabetizadores y de alumnos monitores, etc., son tierra fértil para la construcción del magisterio nicaragüense del futuro. Los programas de formación docente de los años venideros deberán contar con la juventud nicaragüense. Con su actitud proactiva, entusiasta, solidaria y progresista ya tenemos ganada la mitad de la batalla.
*Fuente de la imagen: http://www.lavozdelsandinismo.com/nicaragua/2014-03-10/impartiran-programa-pedagogico-para-maestros-empiricos/
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Extra: se inician las marchas de maestros en Michoacán México

Con información del Centro Sindical de Investigación e Innovación Educativa de la Sección XVIII de la CNTE / 19 de Mayo de 2016

Dice el gobierno que adentro del Centro de Convenciones de Morelia hay 900 de los 5300 que se iban a evaluar, lo cual ya sería un fracaso, pero no lo pueden confirmar. Sin embargo, nosotros sí podemos demostrar que afuera habemos más de 70 mil maestros que decidimos no ir a la evaluación.   Foto( salida a Pátzcuaro) una de las 5 marchas hoy en la capital michoacana.

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Centro de Convenciones de Morelia, donde esperaban 5300 maestros para evaluarse: Vacío

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Las revueltas en la educación en México

México/ Por / 18 de mayo de 2016/ Fuente: hipertextual/ Publicado 19 de mayo de 2016

¿Qué pasa con la educación en México?

La educación en México está en una etapa complicada. Los maestros de educación básica están en paro por tercer día consecutivo, al igual que algunas de las escuelas de Instituto Politécnico Nacional (IPN), la segunda universidad pública más grande del país. Esta vez la crisis política de la educación pública tiene aristas puntiagudas que apuntan directamente contra uno de los hombres de confianza del presidente Enrique Peña Nieto.

La desestabilización en el sector educativo afecta principalmente al encargado de ella, Aurelio Nuño, quien hasta hace poco figuraba como un candidato viable para las siguientes elecciones presidenciales.

El mayor triunfo de Nuño había sido la implementación de la Reforma Educativa. Una reforma impulsada por el gobierno peñista que fue ampliamente criticada porque se enfocaba completamente en la evaluación de los profesores y no en otros aspectos importantes como la infraestructura de las escuelas o a revisar el proyecto educativo a profundidad. Muchos críticos vieron esta movida como una táctica para aplacar al sindicato más grande de América Latina, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y su escisión, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.

La desestabilización en el sector educativo afecta principalmente al encargado de ella, Aurelio Nuño.

Actualmente, el líder sindical de la SNTE apoya la reforma educativa, pero la ex lideresa (ahora encarcelada por evasión fiscal y delincuencia organizada, entre otros), Elba Esther Gordillo se oponía a ella.

Derivado del SNTE está la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), una escisión que rechaza la postura servicial del SNTE con el gobierno y controla los estados más pobres del país como Guerrero, Oaxaca y Chiapas, aunque tienen presencia en todos los estados. Desde su fundación en 1979, la CNTE ha representado una fracción muy problemática para el gobierno.

Los maestros

La Reforma Educativa que ha impulsado el actual gobierno gira sobre la evaluación de los profesores en un examen estandarizado que mide la memorización de los contenidos del programa educativo. La tensión de la implementación del examen fue tal que tan sólo en el estado de Michoacán el gobierno tuvo que movilizar a 5 mil elementos policiales para poder llevar a cabo la primera etapa.

Los maestros que se oponen a esta prueba, incluida la ex lideresa del SNTE, Elba Esther Gordillo argumentaron que era imposible hacer dicha evaluación y culpar a los profesores de los resultados, ya que es el estado mexicano el que se encarga de la educación docente y que el rezago educativo de México no es completamente responsabilidad de los profesores.

Oponerse a la Reforma Educativa ha dejado cerca de 3 mil profesores desempleados por no evaluarse y algunos detenidos por participar en manifestaciones imputados de los delitos de vandalismo, robo, fraude y hasta intento de homicidio. La CNTE actualmente tiene un plantón fuera de las oficinas de la SEP con la esperanza de echar atrás la reforma educativa y reparar sus estragos.

De no presentarse en la segunda oportunidad para la evaluación, miles de profesores serán despedidos

 

La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se unió a un paro de 24 horas el martes en solidaridad. Aunque dentro de casa tampoco están exentos de problemas, a unos pasos, la Facultad de Economía se fue a paro porque las autoridades de la institución están obligando a algunos profesores a jubilarse contra su voluntad.

La amenazas continúan, de no presentarse en la segunda oportunidad para la evaluación, miles de profesores serán despedidos y a los paristas se les descontarán los días de huelga y en caso de superar cuatro, serán despedidos adviritó Nuño.

Los alumnos

Mientras tanto, estudiantes del Instituto Politécnico Nacional retan la autoridad de Nuño. Las escuelas vocacionales, un tipo de bachillerato que forma parte del IPN, está en paro desde hace algunas semanas. Pese a que ambas partes dicen estar dispuestas a dialogar en más de un mes no se ha establecido ningún diálogo entre los involucrados.

El paro comenzó por un cambio publicado en el Diario Oficial de la Federación en el que Instituto Politécnico Nacional quedaba a cargo de la Subsecretaria de Educación Superior y no de la oficina del secretario de Educación, como había sido desde su origen en 1936, pero unos días después se ratificó.

Un cambio que, de acuerdo a los paristas, estaba fuera de los acuerdos que el politécnico y el gobierno llegaron en la resolución de la huelga de hace dos años, un paro prolongado le costó el semestre a muchos estudiantes.

Los estudiantes han buscado la solución del conflicto en el secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien tuvo una participación memorable en la huelga pasada y que además también pintaba como uno de los hombres más fuertes del gobierno de Peña Nieto, pero él ya ha remitido que esun asunto de la SEP… tal vez tratando de quebrar a su contrincante a la candidatura presidencial más fuerte.

Fuente: http://hipertextual.com/2016/05/educacion-mexico

Imagen: http://i2.wp.com/hipertextual.com/files/2016/05/9735008612_29a6563341_o.jpg?resize=610%2C371

 

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En Brasil la ocupación de escuelas es un desdoblamiento de Junio de 2013. Entrevista con Pablo Ortellado

Fuente: Adital noticias / 19 de Mayo de 2016

«Los alumnos de enseñanza secundaria están trabajando este doble legado: siguen criticando el sistema de representación, y no están haciendo eso por medio de la acción de partidos políticos, sino por medio de la lucha directa, sin intermediación de partidos; y al mismo tiempo, están defendiendo esa pauta de ampliación, consolidación y defensa de los derechos sociales”, dice el investigador.

La entrevista es de Patricia Fachin | Traducción Juan Luis Hermida.

Las ocupaciones de las escuelas en varios estados brasileros «son el hijo más legítimo de las manifestaciones de Junio de 2013”, según la evaluación de Pablo Ortelladoen entrevista concedida a IHU On-Line.

De acuerdo con él, «en la génesis de esas ocupaciones” se percibe la «agitación de grupos que estaban ligados al MPL (Movimiento Pase Libre)”, que no reivindicaban apenas una reducción del valor de la tarifa del transporte público, sino que generaron una «gran movilización de la sociedad brasilera, criticando la representación política y defendiendo derechos sociales, como el derecho al transporte, educación y salud.”

De acuerdo con Ortellado, a pesar de «una parte significativa de ese movimiento” estar sobre la «influencia de la UNE (Unión Nacional de los Estudiantes) y del PCdoB”, otra parte «está sobre la influencia de grupos autonomistas en el sentido ideológico del término.” Pero la mayoría de ellos, señala, «no es una cosa ni la otra, son apenas estudiantes que se están organizando de forma autónoma e intentando mantenerse a parte de organizaciones políticas, en la defensa de sus derechos.”

En la evaluación de Ortellado, «las movilizaciones de los jóvenes no dependen de lo que está pasando políticamente o de la situación del gobierno Dilma”, y refuerzan la tesis de que «las manifestaciones de la calle hace 20 años son dominadas por los jóvenes”, contrariando el entendimiento de que los jóvenes son políticamente apáticos.

Pablo Ortellado es doctor en Filosofía por la Universidad de San Pablo – USP. Actualmente es profesor del curso de Gestión de Políticas Públicas, orientador en el programa de posgraduados en Estudios Culturales y coordinador del Grupo de Investigaciones en Políticas Públicas para el Acceso a la Información – Gpopai, todos en la USP

Lea aquí parte de la entrevista.

IHU On-Line – ¿Cómo usted está analizando las ocupaciones de las escuelas en varios estados del país, especialmente en San Pablo? ¿Cúal es el significado de esas ocupaciones?

Pablo Ortellado – Las ocupaciones actuales son desdoblamientos de las ocupaciones del año pasado, que fue una de las estrategias usadas por el movimiento de los alumnos de secundaria para organizarse contra el cierre de las escuelas en San Pablo. Esa fue una de las varias «armas” utilizadas por el Movimiento de Estudiantes de Secundaria, que ganó mucha notoriedad porque fue muy eficaz. Cuando el gobierno del Estado de San Pablo anunció la llamada «reorganización escolar”, que consistía en el cierre de 200 escuelas, los estudiantes hicieron una serie de movilizaciones: primero hicieron actos en las escuelas, después hicieron actos en los barrios, actos centralizados en la ciudad, ocupaciones de las escuelas y por fin, el cierre de vías importantes.

Por lo tanto hubo un conjunto amplio de tácticas utilizadas por el Movimiento de Alumnos de Secundaria, pero la que quedó conocida como «símbolo del movimiento” fue la ocupación de las escuelas. Las ocupaciones se convirtieron en un símbolo de los estudiantes por una serie de motivos, especialmente porque había una afirmación del espacio escolar, que estaba siendo amenazado de ser cerrado.

Entonces, los estudiantes se apropiaron del espacio de la escuela y realizaron una serie de actividades, como conferencias, talleres, hicieron pequeñas reformas en las escuelas, y esa apropiación directa generó una gran simpatía de la comunidad, no solamente de la comunidad escolar – padres y profesores-, sino también de la sociedad en general. Creo que ese suceso hizo con que el gobernador de San Pablo (Geraldo Alckmin) suspendiera temporariamente, en el año pasado, el cierre de las escuelas y demitiera al Secretario de Educación.

Esta forma de manifestación fue adoptada también en las escuelas técnicas de San Pablo, sobre todo para reivindicar alimentación escolar, que estaba ausente o perdiendo la calidad.

IHU On-Line – ¿Percibe alguna novedad en este tipo de ocupación en relación a otras manifestaciones que ya ocurrieron en el pasado? ¿Estas manifestaciones de los estudiantes tienen alguna relación con Junio de 2013?

Pablo Ortellado – Creo que estas ocupaciones son el hijo más legítimo de las manifestaciones de Junio de 2013, porque en la génesis de esas ocupaciones vemos la agitación de grupos que estaban ligados al MPL (Movimiento Pase Libre). Además de esa conexión directa, las ocupaciones de las escuelas son la principal encarnación del espíritu de Junio de 2013. Además de la lucha contra la reducción de la tarifa, Junio de 2013 fue una gran movilización de la sociedad brasilera, criticando la representación política y defendiendo derechos sociales, como el derecho al transporte, educación y salud, y los estudiantes secundarios son la encarnación de ese legado.

En Junio de 2013 ocurrió un compromiso muy grande de la población – 12% de la población participó efectivamente de los protestos. Eso generó un compromiso muy grande de la sociedad brasilera con estas dos pautas: la defensa de los derechos sociales y la crítica del sistema de representación. En este sentido, la acción de los estudiantes de secundaria es la expresión de ese legado, es la crítica de la acción de los partidos políticos en un momento en que Brasil está viviendo una polarización política en rededor del juicio político.

De cierta manera, los protestos que ocurrieron contra la presidente Dilma son también un desdoblamiento de Junio. No es por nada que los dos grupos que lideraron los protestos contra la presidente aludían a ese legado: uno se llama Ven para la calle, y otro MBL (Movimiento Brasil Libre), deliberadamente para confundir con MPL (Movimiento Pase Libre). Pero ellos están trabajando solamente uno de los legados de Junio, que es la crítica del sistema de representación, enfatizando la corrupción, y movilizando ese legado con propósitos políticos de hacer una reforma liberal del Estado Brasilero.

Ya los estudiantes de secundaria están trabajando este doble legado: siguen criticando el sistema de representación, y no están haciendo eso por medio de la acción de partidos políticos, sino por medio de la lucha directa, sin intermediación de partidos; y al mismo tiempo, están defendiendo esa pauta de ampliación, consolidación y defensa de dos derecho sociales.

«São estudantes que estão se organizando autonomamente e tentando se manter à parte de organizações políticas, na defesa dos seus direitos.»

• La entrevista completa, en portugués, puede ser leída acontinuación.

 

El enlace original de la noticia  http://site.adital.com.br/site/noticia.php?lang=ES&cod=88903

 

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Taking notes 60: why teachers matter in dark times

Americans live in a historical moment that annihilates thought. Ignorance now provides a sense of community; the brain has migrated to the dark pit of the spectacle; the only discourse that matters is about business; poverty is now viewed as a technical problem; thought chases after an emotion that can obliterate it. The presumptive Republican Party presidential nominee, Donald Trump, declares he likes “the uneducated” — implying that it is better that they stay ignorant than be critically engaged agents — and boasts that he doesn’t read books. Fox News offers no apologies for suggesting that thinking is an act of stupidity.

A culture of cruelty and a survival-of-the-fittest ethos in the United States is the new norm and one consequence is that democracy in the United States is on the verge of disappearing or has already disappeared! Where are the agents of democracy and the public spaces that offer hope in such dark times? Many are in public schools — all the more reason to praise public school teachers and to defend public and higher education as a public good.

For the most part, public school teachers and higher education faculty are a national treasure and may be one of the last defenses available to undermine a growing authoritarianism, pervasive racism, permanent war culture, widening inequality and debased notion of citizenship in US society. They can’t solve these problems but they can educate a generation of students to address them. Yet, public school teachers, in particular, are underpaid and overworked, and lack adequate resources. In the end, they are unjustly blamed by right-wing billionaires and politicians for the plight of public schools. In order to ensure their failure, schools in many cities, such as Detroit and Philadelphia, have been defunded by right-wing legislators. These schools are dilapidated — filled with vermin and broken floors — and they often lack heat and the most basic resources. They represent the mirror image of the culture of cruelty and dispossession produced by the violence of neoliberalism.

[Credit: Taylor/Daily call.org.]
[Credit: Taylor/Daily
call.org.]

Under the counterfeit appeal to reform, national legislation imposes drill-and-test modes of pedagogy on teachers that kill the imagination of students. Young people suffer under the tyranny of methods that are forms of disciplinary repression. Teachers remain powerless as administrators model their schools after prisons and turn students over to the police. And in the midst of such egregious assaults, teachers are disparaged as public servants.

The insecure, overworked adjunct lecturers employed en masse at most institutions of higher education fare no better. They have been reduced to an army of indentured wage slaves, with little or no power, benefits or time to do their research. Some states, such as Texas, appear to regard higher education as a potential war zone and have passed legislation allowing students to carry concealed weapons on campus. That is certainly one way to convince faculty not to engage in controversial subjects with their students. With the exception of the elite schools, which have their own criminogenic environments to deal with, higher education is in free fall, undermined as a democratic public sphere and increasingly modeled after corporations and run by armies of administrators who long to be called CEOs.

All the while the federal government uses billions of dollars to fuel one of the largest defense and intelligence budgets in the world. The death machine is overflowing with money while the public sector, social provisions and public goods are disappearing. At the same time, many states allocate more funds for prisons than for higher education. Young children all over the country are drinking water poisoned with lead, while corporations rake in huge profits, receive huge tax benefits, buy off politicians and utterly corrupt the political system. Trust and compassion are considered a weakness if not a liability in an age of massive inequities in wealth and power.

[Credit: Stephanie Mcmillan.]
[Credit: Stephanie Mcmillan.]

In the midst of what can only be viewed as a blow against democracy, right-wing Republicans produce slash-and-burn policies that translate into poisonous austerity measures for public schools and higher education. As Jane Mayer points out in Dark Money, the Koch brothers and their billionaire allies want to abolish the minimum wage, privatize schools, eliminate the welfare state, pollute the planet at will, break unions and promote policies that result in the needless deaths of millions who lack adequate health care, jobs and other essentials. Public goods such as schools, according to these politicians and corporate lobbyists, are financial investments, viewed as business opportunities. For the billionaires who are the anti-reformers, teachers, students and unions simply get in the way and must be disciplined.

Public schools and higher education are “dangerous” because they hold the potential to serve as laboratories for democracy where students learn to think critically. Teachers are threatening because they refuse to conflate education with training or treat schools as if they were car dealerships. Many educators have made it clear that they regard teaching for the test and defining accountability only in numerical terms as acts that dull the mind and kill the spirit of students. Such repressive requirements undermine the ability of teachers to be creative, engage with the communities in which they work and teach in order to make knowledge critical and transformative. The claim that we have too many bad teachers is too often a ruse to hide bad policies and to unleash assaults on public schools by corporate-driven ideologues and hedge fund managers who view schools strictly as investment opportunities for big profits.

We need to praise teachers, hold them to high standards, pay them the salaries they deserve, give them control over their classrooms, reduce class sizes and invest as much, if not more, in education as we do in the military-industrial complex. This is all the more reason to celebrate and call attention to those teachers in Chicago, Detroit and Seattle who are collectively fighting against such attacks on public schools. We need to praise them, learn from them and organize with them because they refuse to treat education as a commodity and they recognize that the crisis of schooling is about the crises of democracy, economic equality and justice. This is not a minor struggle because no democracy can survive without informed citizens.

[Credit: Judy Green.]
[Credit: Judy Green.]

Neoliberal education is increasingly expressed in terms of austerity measures and market-driven ideologies that undermine any notion of the imagination, reduce faculty to an army of indentured labor and burden students with either a mind-numbing education or enormous crippling debt or both. If faculty and students do not resist this assault, they will no longer have any control over the conditions of their labor, and the institutions of public and higher education will further degenerate into a crude adjunct of the corporation and financial elite.

Clearly, it is time to revisit Mario Savio’s famous speech at Berkeley in 1964 when he called for shutting down an educational system that had become odious. In his own words:

There comes a time when the operation of the machine becomes so odious, makes you so sick at heart, that you can’t take part, you can’t even passively take part; and you’ve got to put your bodies upon the gears and upon the wheels, upon the levers, upon all the apparatus, and you’ve got to make it stop. And you’ve got to indicate to the people who run it, the people who own it, that unless you’re free the machine will be prevented from working at all.

Savio’s call to resistance is more relevant today than it was then. Public schools not only mimic the injustices of an oppressive economic system, but also funnel poor youth of color into the criminal legal system. The good news is that there is an echo of outrage and resistance now emerging in the United States, especially among young people such as those in the Black Lives Matter movement.

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[Credit: Branco/LegalInsurrection.com.]

If the major index of any democracy is measured by how a society treats its children, the United States is failing. Fortunately, more and more people are waking up and realizing that the fight for public schooling is not just about higher salaries for teachers; it is about investing in our children and in democracy itself. At the same time, we live in what author Carl Boggs and others have called a permanent warfare state, one in which every space appears to be a battlefield, and the most vulnerable are viewed not only as an imminent threat, but also as the object of potential violence. This suggests that the battle of education must become part of a wider political struggle. This is a struggle that connects assaults on education with the broader war on youth, police violence with the militarization of society and specific instances of racist brutality with the unchecked exercise of the systemic power of finance capital. But the struggle will not be easy.

Beneath all of the current brutality, racism and economic predation, there is some hope inspired by the generation of young people who are protesting police violence and the attack on public and higher education and working hard to invent a politics that gets to the root of issues. There is also a glimmer of possibility in those youth who have supported Bernie Sanders but are really demanding a new and more radical definition of politics: Their vision far surpasses that of the left-centrists and liberals of the Democratic Party.

Elections are the ruse of capitalism, and that has never been more clear than at the present moment. On the one side we have Hillary Clinton, a warmonger, a strong supporter of the financial elite and a representative of a neoliberalism that is as brutal as it is cruel. On the other side we have Donald Trump, a circus barker inviting Americans into a den of horrors. And these are the choices that constitute democracy? I don’t think so.

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Collective self-delusion will only go so far in the absence of an education system that offers a space for critical learning and dissent, and functions as a laboratory for democracy. There is a tendency to forget in an age dominated by the neoliberal celebration of self-interest and unchecked individualism that public goods matter, that critical thinking is essential to an informed public and that education at the very least should provide students with unsettling ruptures that display the fierce energy of outrage and the hope for a better world.

But a critical education has the capacity to do more. It also has the power not only to prevent justice from going dead in ourselves and the larger society, but also, in George Yancy’s poetic terms, to teach us how to “love with courage.” Hopefully, while education cannot solve such problems, it can produce the formative cultures necessary to enable a generation of young people to create a robust third party — a party fueled by social movements demanding the economic and political justice that could allow a radical democracy to come to life.

[Credit: indybay.org.]
[Credit: indybay.org.]

[Thank you Henry for this piece. The article first appeared onTruthout.org.]

The writer is McMaster University Professor for Scholarship in the Public Interest in the English and Cultural Studies Department and the Paulo Freire Chair in Critical Pedagogy at The McMaster Institute for Innovation & Excellence in Teaching & Learning. He is also a Distinguished Visiting Professor at Ryerson University. His web site ishttp://www.henryagiroux.com and his other site is MCSPI.

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