Por: Amigos de Rimkieta
Las influencias, para bien o para mal, forman parte de la vida. Cuando eres un niño “en situación de calle” y vienen de malas compañías pueden ser un problema… y si no que se lo pregunten a JK…
JK es uno de los 100 niños del proyecto de “Formación y reinserción de niños de la calle”. Es uno de los niños de la primera promoción y lleva con nosotros 8 años. Tiene 17 años y es el mayor de una familia de 5 hijos en situación de gran necesidad. Entró en el mundillo de la calle con tan solo 6 años. Su padre era vendedor de licor casero y se lo llevaba con él a lugares muy poco recomendables (bares, salas de juego, discotecas…) en lugar de llevarle al colegio que es lo que le tocaría a un niño de su edad. Con 8 años JK repartía licor ya él sólo… Su madre nos dijo en la entrevista de inscripción de JK en la FAR que muchos días llegaba a casa bien entrada la noche y con un olor sospechoso… Su madre cava arena que vende para hacer ladrillos de adobe. Hay una gran explanada cerca de la FAR donde las mujeres van a cavar. Y es allí donde Drissa, el responsable del proyecto, encuentra a la mayoría de niños nuevos de cada año. Una mujer que pasa todo el día cavando, bajo un calor sofocante, para ganar una miseria es seguro madre de familia en extrema necesidad… Después de conseguir que el padre de JK aceptara quedarse sin “repartidor”, JK empezó su “nueva vida” en la FAR en 2008…
Pero JK ya había vivido 3 años de calle y eso deja mucha huella… y muchas malas compañías, celosas de la gran oportunidad que se le brindaba a JK en la FAR. Algún día os contaré algo que me cuesta comprender de esta maravillosa sociedad: lo que son capaces de hacer por celos y envidia…
El historial de los primeros años de JK con nosotros está lleno de peleas en clase y en casa, robos, ausencias en el colegio, desapariciones de casa durante días… La situación se hizo muy difícil de controlar para la FAR, por lo que tuvimos que internarlo en Kam Zaka, un internado especializado en niños de la calle problemáticos. Después de 3 años en Kam Zaka, este año JK ha vuelto a casa y a la FAR por “buen comportamiento”.
Una de las actividades del proyecto “niños de la calle” consiste en reunir a todos los chicos, los que están recién llegados a la FAR y los “veteranos” escolarizados y en talleres de formación, los domingos por la mañana, en un ambiente distendido de fin de semana. Después de darles de desayunar (que es fundamental para lograr que vengan), los chicos se divierten tocando música y bailando (actividad líder del domingo!), o jugando al fútbol y a juegos de mesa. Todas las actividades son el “señuelo” para que les apetezca venir, porque el objetivo principal es la charla educativa que damos al final sobre los peligros de la calle, la violencia, la higiene, el comportamiento, la alimentación, etc.
Terminamos siempre las charlas con un juego sobre el tema tratado. Este último domingo la charla fue sobre cómo evitar caer en situación de la calle y pedimos a los niños que nos contaran alguna experiencia personal al respecto. No fue fácil que los niños se atrevieran a contarnos sus confidencias, pero JK se lanzó con una vivencia que ganó la camiseta que estaba en juego como premio.
Nos contó que el año pasado, estando en Kam Zaka, un mañana, camino al colegio, se cruzó con uno de sus antiguos “amigos” de fechorías, un chico mayor que él, que le “ordenó” que le ayudara a “recoger” hierro en la calle para venderlo. JK se negó a seguirle, pero el chico le amenazó, así que no tuvo más remedio… Después de unas horas recogiendo hierro, encontraron en su camino a unos chicos peleándose, lo que hizo que el otro chico se distrajera y JK aprovechó para escaparse corriendo al colegio. JK asegura que estuvo amenazado de muerte por este chico durante mucho tiempo y que tuvo que cambiar de ruta para ir al colegio y evitarle.
Todo chico problemático que haya evitado una situación parecida tiene mucho mérito, pero el de JK es aún mayor. Su evolución le ha llevado a convertirse en un ejemplo a seguir por sus compañeros.
La historia de JK nos llena de esperanza y de energía para seguir. Porque desgraciadamente, no todos son capaces de decir “No quiero seguirte” y algún niño del proyecto se ha quedado por el camino…