La globalización como nueva configuración espacial del capitalismo

Por: Diego Olivera Evia 

El capitalismo y la burguesía crea una crisis en la sociedad del planeta.

La difusión internacional de la revolución informática y el nuevo orden mundial neoliberal afectó profundamente al despliegue espacial del capitalismo, dando lugar tanto a una nueva configuración espacial de características muy diferentes a las anteriores, como también, por sus características socio-políticas, a un proceso muy acentuado de polarización social del mundo (Stiglitz, 2006) al que nos referiremos en la sección siguiente. En términos puramente espaciales (extensivos), la globalización constituye el más amplio proceso de internacionalización que jamás ha vivido el mundo.

Pero el mismo se diferenció de los anteriores, no sólo por su mayor amplitud, profundidad y «gobernabilidad» mundial (hegemonía indiscutida de una única gran potencia y sus socios principales, por la unificación y gran ampliación del mercado mundial) o por la vinculación con el neoliberalismo y los procesos de privatización y desregulación que le siguieron y su relación con los aspectos negativos del cambio tecnológico que hemos considerado.

En su aspecto material, la especificidad de la nueva y más amplia internacionalización, fue su basamento tecnológico en una infraestructura informacional completamente nueva (la base material de internet) compuesta por redes de fibra óptica de cableado submarinos o conexiones troncales terrestres tipo backbone, conexiones satelitales inalámbricas, redes públicas y privadas de comunicación en tiempo real, almacenamientos electrónicos de información, cadenas productivas trasnacionales, o magnitud de los intercambios científicos, gubernamentales, sociales o interpersonales.

El conjunto de los fenómenos mencionados alteró las relaciones entre las naciones, el mundo y las regiones. Pero también la estructura de la empresa trasnacional y el pasaje a la «empresa flexible tipo red» la integración internacional de los mercados financieros o la ulterior desconexión relativa entre los intereses de la empresa trasnacional y los de su país de origen, vía las «derramas» negativas que llegó a generar para el primero (Pero también del nuevo tipo de competencia internacional «sistémica» de empresas y naciones, la división internacional del trabajo (inversión industrial acelerada en países periféricos), la creciente desintermediación bancaria en favor de los fondos desregulados de inversión (desvinculación del capital-dinero respecto al crédito orientado a la producción), de la magnitud y dirección de las migraciones internacionales y la constitución cultural de las sociedades pluriétnicas.

La globalización afectó a los canales de comunicación, información y conocimiento (nuevo papel del internet y de los grandes medios de comunicación de masas) o al carácter y funcionamiento de la delincuencia internacional cada vez más poderosa y diversificada

Los fenómenos provocados por la globalización se extendieron desigualmente en el planeta, tanto al nivel de especialización (centros financieros crecientemente especializados vinculados a redes de paraísos fiscales, nuevos países periféricos de industrialización acelerada, nuevas potencias financieras por obra de grandes industrias petroleras como predijera en su momento así la alianza entre el neoliberalismo extremo y el fundamentalismo islámico.

En términos generales, cada país ingresó de distinta manera a la globalización, con mayores o menores beneficios y perjuicios, lo que no produjo en absoluto una homogeneización del mundo sino más bien un nuevo tipo de interacción desigual entre capitalismos nacionales (contrapuestos entre sí, en el contexto de nuevas redes internacionales de poder presididas inicialmente por la hegemonía mundial de Estados Unidos.

La globalización también se tradujo en nuevos grandes agrupamientos de naciones como el comercial de América del Norte en torno a Estados Unidos (TLCAN); la Unión Europea liderada por Alemania o la más reciente de Asia Oriental en torno a China, además de los existentes en América Latina (Mercosur, ALBA, Una sur) y otras regiones como el Consejo del Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCEAG), la Comunidad de Estados Independientes (CEI) en torno a Rusia, o los pequeños espacios indio o sudafricano. Últimamente adquiriría particular importancia el bloque de los BRICS desde 2009 (China, Rusia, India. Brasil y Sudáfrica posteriormente).

En cuanto a su dinámica y lógica de desarrollo, la globalización atravesó hasta ahora por dos grandes etapas (con rápida tendencia actual a la constitución de una tercera conforme veremos más adelante), derivadas de la relación entre el bloque hegemónico de países neoliberales e innovadores de punta dirigido por Estados Unidos y sus aliados, entre los que destaca la Unión Europea (factor claramente dominante de la primera etapa), y el ascenso (principalmente en la segunda etapa) de China, India, Rusia y otros países y regiones emergentes de economía mixta opuestas al neoliberalismo, la financiación especulativa de la economía y la hegemonía mundial de Estados Unidos.

Si bien esta tendencia se manifestó a inicios del siglo actual, se precisa mucho más claramente desde la crisis internacional de 2008 centrada en Estados Unidos y Europa, la derrota y el retiro militar de Estados Unidos en Medio Oriente y la ruptura del equilibrio mundial que le siguió, signado por la aparición de crecientes zonas de desastre socio-económicas y políticas dominadas por la delincuencia internacional y el terrorismo yihadista de amplia extensión internacional, así como de la constitución de hecho de un frente mundial muy amplio contra el neoliberalismo y la hegemonía estadounidense y sus aliados (Ver Sección 3).

El neoliberalismo

En términos socio-institucionales e ideológicos, el neoliberalismo predominó ampliamente a nivel internacional desde las dos últimas décadas del siglo pasado, tanto por la recuperación de la hegemonía mundial de Estados Unidos y la orientación de las principales organizaciones internacionales, como por los paradigmas de pensamiento dominante en gobiernos, comunidades académicas y grupos empresariales, aunque esto no sucedería en todos los países, ni de la misma forma, como veremos.

El neoliberalismo es una corriente de pensamiento social y económico que retoma y absolutiza los principios del liberalismo decimonónico, al creer que el mejor mecanismo de desarrollo humano es la promoción de la propiedad privada absoluta, el libre mercado, el individualismo a ultranza y el estado mínimo (pero que a diferencia de su primer antecesor clásico (el liberalismo de Adam Smith), el neoliberalismo actual es un nuevo tipo de conservadurismo político e individualismo extremo, opuesto frontalmente a la cooperación social y al intervencionismo estatal a un nivel jamás visto.17 Con base en estos principios, el neoliberalismo predominó y se expandió primeramente en la mayoría de las universidades e instituciones públicas de Estados Unidos y el mundo occidental.

El neoliberalismo fue una respuesta a la crisis de la década de 1970 de estancamiento inflacionario, que llevó al poder al neoconservadurismo de Thatcher o Reagan, respectivamente. Ello conduciría a un nuevo régimen socio-institucional de contracción del Estado y sus funciones sociales, crediticias y de desarrollo tecno económico directo, en beneficio de la ampliación a gran escala de la magnitud y libre circulación del capital mediante las privatizaciones, la permisividad de la evasión fiscal o la reducción de la carga tributaria a las grandes empresas y los ricos incluyendo el mercado mundial y las políticas de entidades internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial Estas medidas destruyeron el viejo orden fordista-keynesiano, pero también dio el paso a la revolución informática, al agilizar el acceso rápido al crédito vía los nuevos fondos de inversión en beneficio de jóvenes universitarios-empresarios emergentes del sector informático Habría que agregar que la relación entre neoliberalismo y la nueva tecnología informática, será también fundamental (pero a la inversa, como retroalimentación tecnológica del neoliberalismo), en la conformación del sistema financiero especulativo, como veremos en la sección 1.4.

Sin embargo, en un sentido histórico-social más amplio, el neoliberalismo (como ideología e institucionalidad dominante de la revolución informática y la globalización) provocó una serie de consecuencias catastróficas para el mundo entero. En los países periféricos la apertura comercial y la desregulación de los mercados tendrían consecuencias desastrosas para el empleo, la pequeña empresa o el nivel de vida de los trabajadores y la gran masa de la población. Pero a más largo plazo, el nuevo régimen socio-institucional también afectaría gravemente a los propios países desarrollados y a Estados Unidos en particular, tras la bonanza de fines del siglo pasado.

La conjunción del debilitamiento de los estados nacionales, la globalización financiera, y la polarización social regresiva, dio lugar al enriquecimiento y consumismo desmedido de la cúpula superior de la sociedad, alentando la evasión fiscal hacia los paraísos fiscales, el curso cada vez más especulativo del sistema financiero, la inversión productiva a corto plazo, el incremento gigantesco del endeudamiento y las peores formas del individualismo y las conductas antisociales. A ello, se le sumaría la creciente agresividad de la única superpotencia mundial de la época, en su esfuerzo por tratar de imponer sus propios valores e instituciones a partir de su larga historia de intervencionismo militar

Por el contrario, los países más poblados del mundo y de más rápida industrialización y modernización como China e India seguirán caminos distintos sin salirse de la globalización al lograr preservar Estados nacionales fuertes, impulsores del desarrollo económico y social, la industrialización y modernización de sus economías o la preservación de sus mercados internos). América Latina, en cambio, haría inicialmente lo contrario, especialmente en el periodo de la crisis de la deuda y de su solución de la década de 1980 (Plan Brady) y la superación democrática-formal del interregno militar de las décadas de 1960 y 1970

Las consecuencias de ello, serán la creciente debilidad del Estado, una mayor desigualdad social, la concentración de la riqueza en grupos muy reducidos de la población o la cesión de los recursos naturales a grandes corporaciones trasnacionales. Esto debilitaría sensiblemente las economías nacionales (especialmente a la mayoría de las latinoamericanas) y las dejaría muy expuestas a la crisis internacional de 2001 Pero esta exposición también provocaría en muchos países (sobre todo en América del Sur) un nuevo curso político y económico anti neoliberal en un sentido más parecido al de China o India, mientras otros países (entre ellos México) continuarían aferrándose a la ortodoxia del libre mercado.19

Pero si el neoliberalismo en general implica la desnaturalización de funciones históricas del propio Estado burgués (económicas, sociales y culturales) a costa de la desprotección del trabajo, las clases sociales subalternas y la sociedad en general, en relación al libre mercado, una de sus consecuencias económicas más extremas, será el desarrollo de un nuevo sistema financiero de carácter esencialmente especulativo en detrimento de la producción y el empleo. O sea, un fenómeno que, si bien llegó a predominar ampliamente a nivel internacional o las instituciones mundiales de regulación del capitalismo, se extendería (al igual que el neoliberalismo en su conjunto) muy desigualmente entre los distintos países y regiones, conforme vimos, puesto que un número creciente de países lograrían preservar o reconstruir instituciones financieras públicas orientadas hacia la producción y el empleo.

Fuente: https://www.tercerainformacion.es/opinion/15/03/2021/la-globalizacion-como-nueva-configuracion-espacial-del-capitalismo/

Fuente Original: https://barometrolatinoamericano.blogspot.com/2021/03/la-globalizacion-como-nueva.html

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La escuela desfasada y el eufemismo digital.

La educación argentina mantiene un formato obsoleto y antiguo. Si queremos insertar a nuestro país en el futuro, es necesario implementar cambios desde la raíz. Cómo hacerlo y a qué panorama nos enfrentamos.

Por: Nahuel Curone Guerrero.

El nuevo siglo y la era informática han generado cambios en todas las disciplinas y la formación escolar no escapa a esta situación. Se han vuelto moneda corriente algunas frases referidas al fracaso y al escaso interés de los estudiantes. Una de estas expresiones, común entre los profesores, es: “Mis alumnos no aprenden o no logran alcanzar los objetivos que me propongo”.

Dado que, como docentes, la situación no nos resulta ajena, estableceremos en este artículo cuáles son para nosotros las raíces de esta problemática, ya que, como plantea la Licenciada en Ciencias de la Educación, Flavia Terigi (1999), consideramos que el campo educativo se encuentra en situación de “estallido”.Teniendo en cuenta que el análisis de la formación escolar tiene múltiples variables y que cada una merece observaciones particulares, nosotros acotaremos el análisis a la vinculación con el campo del trabajo y a la formación docente.

Una primera cuestión que nos resulta llamativa y que consideramos contradictoria, es la preparación para el mundo laboral que reclaman los diseños curriculares oficiales. Pese a este “pedido”, los contenidos propuestos carecen de actualidad y de articulación alguna con el campo del trabajo. En sus orígenes, la escuela masiva fue pensada para responder a las demandas del modelo de producción fordista y a la administración científica concebida por Frederick Winslow Taylor: la institución aplicó las recomendaciones de la psicología conductista y las filosofías taylorista y fordista en las estrategias de enseñanza, aprendizaje y evaluación, como así también en la selección de los contenidos culturales necesarios para los ciudadanos en el futuro.

Pese a que estos paradigmas han mutado rotundamente, la estructura escolar sigue respondiendo a dicha lógica y por ello nosotros consideramos que la escuela es anacrónica. Similar análisis realiza el Catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la Universidad de A Coruña, Jurjo Torres Santomé (1994), que afirma que en el cambiante y complejo mundo contemporáneo (y también en el mundo del trabajo) se tienden a valorar otros atributos, como la capacidad para resolver problemas, la iniciativa y la capacidad para trabajar en equipo, entre diversas cuestiones, y esgrime que “cada modelo de producción y distribución requiere personas con unas determinadas capacidades, conocimientos, habilidades y valores”.

Al respecto, observamos que en la actualidad el paradigma de producción dominante es otro, en el que la producción en serie ya no rige: pasa a ser una producción en red y supone una modificación en los puestos de trabajo “tradicionales”. Por ello, coincidimos con Torres en que las instituciones escolares, si quieren articularse con el mundo laboral, deben “formar personas con conocimientos, destrezas, procedimientos y valores acordes con esta nueva filosofía económica”.

A esto hay que sumarle la revolución informática, que supone el achicamiento de las fronteras y el acceso irrestricto a la información (este último punto será abordado luego). Estos cambios deberían generar una adecuación en las estructuras, pero también en los contenidos escolares, que ya dan muestra de ser obsoletos, situación que se manifiesta en el escaso interés de los estudiantes que ven a la escuela como un lugar de paso y de escaso valor para su futuro. Alguien podrá objetarnos que se han implementado cambios en los diseños curriculares, pero nosotros los invitamos a leer esos documentos con atención y comprobar que dichas modificaciones son solo nominales: son eufemismos que disfrazan las prácticas y los contenidos tradicionales.Es decir, estas líneas muchas veces son formuladas como intenciones educativas, pero luego no son efectivamente aplicadas, sobre todo en la evaluación donde se terminan considerando los aspectos cognitivos y psicométricos únicamente.

Esta línea de análisis nos lleva a la conclusión de que la educación masificada (como se pensó tradicionalmente) ya no sirve y además produce la despersonalización y el consecuente atentado contra el conocimiento del alumno. Como plantean la Licenciada en Ciencias de la Educación, Silvia Duschatzky, y la Licenciada en Psicología, Elina Aguirre (2013), es necesario “conocer a qué son sensibles los pibes, a qué son propensos, qué los afecta, de qué modos son afectados, qué los desafía, qué pueden, cómo elaboran sus experiencias…, de forma tal de diseñar invitaciones a un hacer que active lo que podrían, lo que podríamos juntos”. En este sentido, consideramos viable (y necesario) el camino que plantean las autoras acerca de “La escuela minimalista” para hacer frente a este nuevo contexto versátil, flexible y cambiante, que agota todas las fórmulas prediseñadas y nos exige estar ahí, no como mera presencia física, sino abocándonos a las necesidades de cada estudiante.

Fuente: Mundo Primaria

Fuente: Mundo Primaria

Para intentar desarrollar y potenciar los talentos de cada alumno, la educación podría basarse en “La Teoría de las Inteligencias Múltiples” ideada por el psicólogo estadounidense Howard Gardner, según la cual la vida humana requiere del desarrollo de varios tipos de inteligencia. En sus estudios, el autor ha logrado identificar y definir hasta ocho clases de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal y cinestésica, intrapersonal, interpersonal, y naturalista. Dado esto, podemos afirmar que no existen personas más inteligentes que otras, sino que cada una despliega un tipo de inteligencia diferente, y que para que nuestros alumnos se desarrollen en plenitud, es necesario potenciar los talentos que cada uno tenga sin importar el tipo de inteligencia que mejor dominen, ya que ninguna de las ocho es más importante o valiosa que las demás. Por ello, es necesario que los educadores entendamos que no hay dos personas iguales y que una misma persona no se comporta de igual forma frente a distintas circunstancias.

Seguramente surgirán planteos (acertados) de que este camino es imposible de tomar cuando los docentes nos enfrentamos a grupos cada vez más numerosos y heterogéneos. Esto es cierto: no es posible llevar un registro de cada estudiante cuando tenemos aulas que superan las cuarenta personas y cuando debemos tener más de diez cursos para llegar a un sueldo digno. Por esto volvemos al objetivo de los diseños curriculares y llamamos la atención sobre una segunda contradicción interna: la atención a la diversidad. Esto es muy loable e imprescindible, pero debemos desterrar ese equívoco de “justicia” que se esconde detrás de “la misma prueba para todos”. Además, no se podrá llevar a cabo sin cambios estructurales como los citados anteriormente: la cantidad de estudiantes por curso y el salario y la formación docente (desde nuestro lugar reclamamos educación de calidad para todos).

Fuente: Pensandoentic2

Fuente: Pensandoentic2

Respecto a esto último, los profesores deben ser capacitados para afrontar los nuevos desafíos que, como esgrime el Filósofo francés, Gilles Deleuze (1995), supone un nuevo paradigma: el del mercado mundial de la economía y la globalidad de la información, ese que aporta respuestas inmediatas a los niños (alcanza con un click) y los transforma en alumnos que, como se escucha frecuentemente, “ya no son como los de antes”. Es indudable que los docentes debemos hablar el mismo “lenguaje” que nuestros estudiantes: el de la tecnología, pero también es indudable que de nada servirá si nos apegamos a los formatos tradicionales y solo los disfrazamos detrás de una pantalla para convertirlos en un “eufemismo digital”.

Fuente: efepeando3

Fuente: efepeando3

Las dos necesidades que hemos planteado, la de forjar nuevas estructuras escolares con contenidos actualizados, y la de producir una nueva formación docente, requieren también de un nuevo papel de la institución escolar, la que, como afirma la Magister en Educación y Sociedad, Guillermina Tiramonti (2005), debe “acoger a los nuevos en la trama ya tejida”, pero no para enseñarles cómo hacer las cosas, sino “para que ellos hagan su propio aporte y tejan su propia tela”.

Grave error sería el de “hacer las cosas como eran antes”: no se trata de retornar a un pasado que fue alterado y contaminado, ya que esa nostalgia no produce ningún fruto. Por el contrario, es necesario construir una institución articulada con su contexto, capaz de reconocer los nuevos códigos culturales, las múltiples experiencias educativas, y fomentar la formación de ciudadanos con destrezas para insertarse en el campo laboral, pero a su vez críticos y activos para defender sus derechos como así también con capacidad de intervenir y transformar el presente y proyectar el futuro.

Fuente: http://www.infonews.com/nota/309854/la-escuela-desfasada-y-el-eufemismo-digital

Imagen: http://infonews.tv/subportals/static/f/YWR2Zi9pbWFnZW5lcy8yMDE2LzEwLzU4MTM2Y2YwYmNmMTQuanBnfHw2NTB8fDY1MHx8dGh1bWI/58136cf0bcf14.jpg?v1.020

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