América del Sur/ Venezuela/ 14.07.2020/ Fuente: www.telesurtv.net.
Se aplicará el programa «Cada familia, una escuela» que prioriza el uso de la tecnología para el aprendizaje desde el hogar.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció este jueves que el nuevo curso escolar 2020-2021 iniciará el próximo 16 de septiembre con la modalidad Cada familia, una escuela, programa implementado en el país para culminar el período lectivo en medio de las complejidades que impuso para el sistema educativo la pandemia de la Covid-19.
«El 16 de septiembre del año 2020 arranca en Venezuela el año escolar 2020-2021 en la modalidad de Cada familia, una escuela, con distanciamiento social. Venezuela va a aplicar modalidades tecnológicas para el nuevo año escolar hasta nuevo aviso para cuidar la salud de nuestro niños, de nuestra juventud, de nuestro maestros», anunció el presidente.
El alto dignatario encabezó en esta jornada el balance de las actividades escolares y académicas 2019-2020, en el que ponderó el éxito del «Programa Cada familia, una escuela», que se ha aplicado con éxito en la nación durante la pandemia.
“Estamos visualizando el nuevo año escolar en tiempos de pandemia. Hemos mantenido el Programa Cada Familia una Escuela y estamos felizmente culminando el año escolar 2019-2020”, destacó.
Igualmente, resaltó que dicho programa abarcó todos los niveles de enseñanza, con el propósito de mantener el proceso educativo en todos los municipios, parroquias y provincias del país en medio de la pandemia.
Por su parte, el ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz, afirmó que el país ha tenido un año escolar exitoso, y que del 1 al 10 de julio se ha realizado el proceso evaluativo de la educación primaria. «La educación inicial, primaria y especial el día de mañana deben cerrar sus procesos de evaluación», detalló.
El jefe de Estado también felicitó a más de 1 millón de los graduandos venezolanos que lograron culminar sus estudios a través de la tecnología en medio de las complejidades por la pandemia de la Covid-19.
Luego, enfatizó en la importancia de perfeccionar el Programa Cada familia una escuela, a partir de las experiencias compartidas, y contribuir a reforzar los conocimientos en los estudiantes. “Ha sido totalmente un éxito la modalidad de Cada Familia Una Escuela, debemos perfeccionarla a todo nivel”, instruyó.
Durante el balance educativo de esta jornada, trascendió que fueron cumplidos los contenidos y programas pedagógicos, en los diferentes niveles y modalidades del sistema educativo, garantizando el derecho a la educación de calidad, pertinente y liberadora, en el contexto de las dificultades por la Covid-19.
“El virus existe, llega a cualquiera, hay que cuidarse. Vamos a cuidarnos”, exhortó el mandatario nacional NicolasMaduro al tiempo que reiteró la importancia de usar los métodos de prevención para combatir el COVID-19.
En cadena nacional, el presidente, además, se refirió a la necesidad de aprovechar las potencialidades del acceso a Internet para compartir el conocimiento, ya que la situación epidemiológica impone actuar con cautela con respecto al retorno de los estudiantes a las clases presenciales. “Vamos a hacer un poderoso movimiento de las redes sociales en función de la educación, en función de la cultura”, ordenó.
Educación Superior
El ministro de Educación Universitaria, César Trompiz, informó igualmente que del 13 al 23 de julio se autorizará la entrega de títulos para los graduados de ese nivel de enseñana mediante las secretarías de las universidades.
Trompiz precisó que este año se graduaron en el país 70.944 profesionales tanto de la educación pública, como de la educación privada, mientras que en el Sistema Nacional de Ingreso ya se han inscrito un total de 346. 562 estudiantes, lo que representa un 92 por ciento de la meta de inclusión para el año 2020.
“Venezuela se está construyendo, el sistema educativo es una de las columnas vitales, y fíjense ustedes el sistema de ingreso a las universidades del país está funcionando en medio de la pandemia”, destacó por su parte, el presidente.
Asimismo, significó que en medio de la pandemia, se sigue construyendo desde el acceso a la educación, el país y la Patria. “Es importante avanzar al máximo en el acceso educativo, en la calidad educativa, en la transformación de esa juventud en grandes profesionales y técnicos del futuro comprometidos con el país”, instó.
Fuente de la noticia: https://www.telesurtv.net/news/venezuela-iniciara-ano-nuevo-escolar-septiembre-desde-casa-20200709-0044.html
La deriva autoritaria del presidente brasileño Jair Bolsonaro está llegando a las aulas. Su flamante ministro de educación es un pastor protestante, Milton Ribeiro, de un alto perfil reaccionario y conservador. Lo que se acaba de conocer es que también es un creyente en eso de que «la letra con sangre entra». La información surgió de un video publicado por la iglesia presbiteriana que Ribeiro preside en la ciudad paulista de Santos. En el sermón, defiende el uso de «la vara de la disciplina».
La filmación es de hace cuatro años y ahora está circulando por las redes sociales de Brasil. El tema es la disciplina y el estudio de los chicos, en la familia y en la escuela. «El castigo es necesario para la cura», dice Ribeiro. «Y no se puede obtener por medios justos y métodos suaves. Sólo un porcentaje muy pequeño de chicos, precoces y superdotados, pueden entender tu argumento. Debe haver rigor severidad. Y voy a ir un paso más adelante, aunque algunas madres hasta se enojen conmigo: el chico debe sentir dolor».
Ribeiro es abogado y estudió teología presbiteriana para recibirse de pastor. En el gobierno dijeron que entre otras razones para su nombramiento estaba su «aprecio a la familia y los valores» morales. En su primera declaración como ministro, el pastor dijo que «es hora de darle una atención especial a la educación básica y a la enseñanza profesional, de reforzar la enseñanza superior y la investigación científica». Ribeiro dijo que va a trabajar con los estados de la unión y con las municipalidades para «cambiar la historia de la educación en el país» y que es hora de «tener un verdadero pacto nacional para tener una educación de calidad en todos los niveles».
La pandemia continúa su explosiva contabilidad en México cuando escribo estas líneas, en el amanecer del primer domingo de julio. El ciclo escolar concluyó. Es tiempo de descanso para maestros y estudiantes. Autoridades educativas y expertos pronostican una sangría considerable de alumnos que abandonará el tercer sistema educativo más grande de América. Un millón, más o menos, son expulsados de las aulas cada año entre secundaria y bachillerato. La cifra podría incrementarse notablemente ante la pérdida de empleos y la exigencia de cubrir necesidades elementales en las familias.
El inicio del próximo año lectivo se estima para finales de agosto en enseñanza básica y bachillerato; en las universidades, un mes más tarde. En marzo se decretó la suspensión oficial de clases presenciales y cien días después la pandemia es indomable para gobiernos zigzagueantes. Jalisco, uno de los 32 estados de la República, ya anunció que volverán hasta el 2021. Tampoco hay certidumbre, pues, en cuándo regresaremos.
¿Aprendimos de la contingencia que llevó las clases y tareas a las hogares de más de 35 millones de estudiantes y 2 millones de docentes? ¿Aprendieron los sistemas escolares nacional y estatales?
Las enseñanzas
Durante los meses del programa nacional Aprende en casa se hizo patente que la escuela es el corazón del sistema educativo actual, y una de pieza definitiva en la estructuración de la vida social. Que su valía y presencia no se limita a las cuatro, seis u ocho horas de clase que duran las jornadas en los distintos niveles, sino que ordena la vida familiar, social, laboral y económica, en buena medida. Si el sistema educativo es tan importante, como el aporte de sus maestros, ¿habrá correspondencia en las políticas y presupuestos?
Las encuestas oficiales que miden equipamiento y acceso a las tecnologías dibujaban una radiografía de inequidades descomunales entre regiones del país, entre estados, municipios, ciudades y colonias. México es muchos Méxicos, se repite. La estrategia Aprende en casa, basada en los libros de texto gratuitos y las plataformas de Google y YouTube, reconfirmó que las diferencias eran reales y no solo datos estadísticos. Puso un espejo ante los ojos de los gobernantes y les impone el diseño de políticas para concretar el derecho a la información y reducir inequidades.
Frente a las exigencias de instrumentar una enseñanza remota, apoyada en el uso de las distintas herramientas de moda, se desafió la capacidad, imaginación y paciencia de los maestros. El saldo habrá sido heterogéneo, a juzgar por las evidencias conocidas, con efectos no solo en ellos, sino en las posibilidades de aprendizaje alcanzado por los estudiantes. Es verdad que el país había invertido en tecnologías y equipos, pero se confirmó el fracaso y la lección es que no pueden replicarse tantos yerros en un campo que transformará el paisaje escolar en el futuro inmediato.
Mejor librados salen los maestros, sin generalizaciones, en la organización colegiada. La contingencia pedagógica apelaba a los acuerdos, a planear y ejecutar juntos, a reunirse para seguimientos y ajustes. La proliferación de seminarios web, reuniones y grupos de WhatsApp induce a creer que ante la falta de certidumbre, la colegialidad disminuyó angustias. Habrá que afinar aspectos cruciales: contenidos relevantes, actividades significativas, creación de materiales, buenas prácticas y mecanismos eficaces de evaluación, entre otros.
La clase tradicional, basada en la palabra del maestro, no se infectó de coronavirus, ni se jubilará de las aulas, pero quedó seriamente lastimada en su credibilidad y eficacia. La organización didáctica del salón podría ser una de las primeras beneficiarias en el retorno, por la demografía pospandemia y por las ventajas que también habrán descubierto los profesores de una más óptima dosificación de tiempos.
Con el peso de la responsabilidad depositado en los hogares, especialmente en las madres de los niños, se abrió una asociación insospechada entre la escuela y la familia que, con frecuencia, se miraban de reojo. La contingencia puso en claro que la familia puede ser un actor pedagógico que potencie el esfuerzo cotidiano de los maestros, y que los tres, alumnos, paterfamilias y maestros ganarán si construyen una relación fincada en confianza y solidaridad.
Una última lección que debió aprender el sistema educativo es que la televisión y la radio, por su amplitud y penetración, pueden ser agentes con un mensaje pedagógico permanente, y no solo con programación emergente en circunstancias extraordinarias. Radio y televisión deben ser, con las regulaciones correspondientes, parte del nuevo sistema educativo.
Las materias suspendidas
La pandemia y Aprende en casa también dejaron en suspenso varias materias: la creencia casi mítica en que, en la modalidad remota, basta con la tecnología para resolver los problemas pedagógicos, visión que conduce a lo que algunos definen como embrutecimiento tecnológico; el problema es centralmente pedagógico, luego aparecen los medios disponibles y condiciones para cumplir los fines.
Exhibida quedó también la tentación del control burocrático de distintas formas, reconocidas por las propias autoridades. Frente a la incertidumbre y desconfianza, se optó por el tráfico de evidencias de abajo arriba: de los teléfonos de los maestros a los directores, y estos a sus supervisores, luego a las autoridades; por otro lado, los reportes y grupos de WhatsApp en muchos casos cumplieron tal cometido.
A la carencia en equipamiento tecnológico en hogares de alumnos y maestros debemos sumar la necesidad de reformular el proyecto de los libros de texto gratuito, diseñados para trabajar con el maestro al lado, no como materiales de autoestudio, matiz que ahora deberá introducirse en sus rediseños.
En casa hubo disposición, sobrecarga de trabajo especialmente en las mujeres, que se magnifica por las señaladas precariedades tecnológicas y porque en muchos casos había obstáculos para apoyar, por padres o madres que no cursaron estudios más allá de la enseñanza secundaria.
Tres aspectos merecen tratamiento aparte pero no hay espacio ahora: la bulimia de tareas en que derivó, en muchos casos, el programa Aprende en casa; el descuido o falta de claridad sobre las necesidades socioemocionales de todos los implicados (madres, maestros, niños) y la negación sempiterna de la voz a los protagonistas en el diseño del programa que llevó la enseñanza y el aprendizaje a los hogares.
Son muchas las enseñanzas y las asignaturas pendientes que deja la pandemia, pero poco el tiempo para procesarlas y convertirlas en decisiones, políticas y programas. Con indicios de que se trabajará en esa dirección ya podría ser alentador el retorno gradual a las aulas en otoño.
Entrevista/09 Julio 2020/Autor: Nacho Meneses/elpais.com
El posible impacto de los rebrotes de coronavirus una vez iniciado el curso hace necesario avanzar a un modelo de escuela híbrida, bien diseñado y con los recursos suficientes
La crisis sanitaria provocada por la pandemia de covid-19 ha supuesto un verdadero terremoto para la educación de muchos países. En España, más de 10 millones de alumnos se vieron de la noche a la mañana empujados a un largo confinamiento que obligó a repensar, de urgencia, todo un sistema educativo, y la posibilidad de que surjan nuevos rebrotes de la enfermedad en el otoño obliga a considerar todos los escenarios posibles. Entre ellos, el de la escuela híbrida, que de una u otra manera combina periodos de enseñanza presencial y online, se erige como uno de los más probables. Pero ¿cómo debería ser esta educación mixta? ¿De qué manera es necesario prepararse? De ello hablamos con Albert Sangrà, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Pregunta. ¿Cómo debería ser un modelo híbrido presencial y online?
Respuesta. Hay a quien le gusta decir que los modelos híbridos son la solución a todo porque toman lo mejor de los dos mundos, el presencial y el virtual. Pero lo cierto es que eso depende de muchas cosas. Tenemos que prepararnos para modelos híbridos no programados, aquellos que, desgraciadamente, sean el resultado de un nuevo confinamiento general o parcial, o de la necesidad de no disponer de todo el espacio en las aulas, y tener que funcionar con grupos alternos, en los que unos días van unos y otros días van otros.
Si la escuela no puede ser presencial, ¿cómo actuamos? No podemos repetir lo que hemos hecho hasta ahora, porque entonces sí que demostraríamos ser incapaces de gestionar de forma adecuada nuestro sistema educativo. Si ya sabemos que esto puede suceder, vamos a establecer protocolos y mecanismos que nos permitan hacer frente a modelos híbridos no programados, que no sabemos cuándo van a suceder; son los que nos sacarán mejor las castañas del fuego.
P. Pero no todos los centros tienen los mismos recursos.
R. Los modelos han de ser lo suficientemente flexibles en su aplicación como para tener en cuenta la diversidad entre centros. Más que de muchas directrices, soy partidario de desarrollar unos modelos híbridos que permitan a los centros tener una cierta capacidad de actuación.
A los centros educativos se les está dando la responsabilidad de aplicarlo, pero no sé si se les proporciona la formación y las herramientas necesarias para hacerlo. Si no se hace, la sensación es que tenemos que volver a clase a cualquier precio, y en estos momentos ese precio es muy alto. Vamos a empezar el curso de manera presencial, pero nadie nos dice cuántas veces tendremos que dejar de hacerlo a lo largo del próximo año o de los dos próximos cursos.
P. ¿El modelo mixto es siempre preferible a un modelo puramente virtual?
R. Si nos encontramos en una situación en la que nos dicen que mañana no se puede ir a clase, tengo que tener una solución preparada, y si no puedo ir a la escuela, a lo mejor no es híbrida. Es necesario desarrollar una buena solución online, no un parche, como hemos intentado poner hasta ahora, con muy buena voluntad. Claro que tendríamos que dar un enorme reconocimiento a todos los profesores y profesoras, y a los directores y directoras de centros, que durante ese periodo han hecho lo posible (y más) para dar servicio a todos los alumnos y alumnas; pero eso no significa que fuera lo mejor: es lo que era posible y viable en esos momentos y condiciones.
Ahora es diferente, porque lo podemos ver venir. Por eso, si no nos preparamos para otra eventualidad semejante, es que somos tontos de remate. Hay que hablar de cómo tiene que ser una educación online de calidad, que nos permita alcanzar resultados parejos e incluso superiores a lo presencial. Cuando podamos, volveremos a hacerlo presencial y, a lo mejor, como hemos aprendido mucho al hacer lo otro, podremos pasar por periodos en los que digamos “mira, esto lo podéis hacer desde casa, en el entorno virtual”. Hibridizar eso nos resulta más fácil, porque sabemos hacerlo y porque vemos que tiene unos beneficios que antes desconocíamos y que ahora pueden dar un valor añadido.
El profesor Albert Sangrà.UOC
P. ¿No sería mejor comenzar el curso con un modelo ya híbrido establecido, sin esperar a ver si pasa algo?
R. Yo creo que sí, y por eso te hablo de un modelo híbrido no programado. Hay que diseñar las actividades que vayamos a realizar de manera que puedan ser reversibles, y que si sucede algo puedan continuarse de manera online. Eso significa diseñarlas muy bien, y dedicarles mucho más tiempo. Las familias y la sociedad a veces no se dan cuenta del tiempo que implica trabajar como docente; no es solo las horas físicas delante de los alumnos, sino todas aquellas de programación para que luego todo funcione como es debido. En un entorno online, eso es todavía más exigente y necesario.
Es imprescindible formar a nuestros estudiantes en este tipo de actividades, que a veces serán presenciales y a veces virtuales; sobre cómo funcionan y cómo pasar de un momento a otro. Debemos tener transiciones fluidas, y esto solo puede suceder si están ya diseñadas y si hemos formado a las personas para que sepan cómo actuar llegado el momento. La mayor angustia que estos días han sentido muchos alumnos, alumnas, docentes y familias, se ha debido a que desconocíamos lo que se nos venía encima. No sabíamos lo que iba a pasar después.
P. ¿Tenemos tiempo para formar a los docentes?
R. Lo primero que es necesario es un cambio de cultura, pero también hay que asumir que no va a suceder de un día para otro. Probablemente nos costará bastante la primera vez; pero si lo vamos trabajando, cada vez tendremos más facilidad. Yo doy por sentado que vamos a empezar el curso presencialmente, pero supongamos que tenemos un rebrote a mediados de octubre o principios de noviembre. Si en septiembre hemos empezado a formar a los estudiantes sobre lo que pueda venir, sobre cómo se tienen que preparar y cómo vamos a cambiar el tipo de actividades, cuando tengamos que migrar a un entorno completamente online, es posible que muchas cosas ya sepan hacerlas.
En estos entornos, es fundamental desarrollar al máximo la autonomía de trabajo personal. Es verdad que en edades más tempranas esto es más difícil, porque aún no se ha generado, pero hay que empezar a trabajar en ello. Para el curso próximo, la competencia básica de aprender a aprender tendría que trabajarse en todos los centros de España, porque eso permitirá a los alumnos organizarse y sacar más provecho de los momentos de no presencialidad.
P. La brecha digital no facilita la implantación de un modelo como este…
R. La situación actual ha puesto de manifiesto una serie de problemas del sistema educativo que ya vienen de antes, y que nadie puede esperar que lo solucionen ni la educación digital ni la híbrida. Las desigualdades sociales existen con y sin online, solo que de esta manera se ponen más de manifiesto y no se pueden esconder.
Tenemos que resolver un problema de recursos, empezando por la conexión a Internet de todo el mundo. El acceso a Internet tendría que ser un derecho universal, porque a través de él accedemos a la mayor parte de la información; es lo mismo que cuando se desarrollaron las bibliotecas populares en el siglo pasado, para que todo el mundo tuviera acceso a los libros y a la lectura. En este momento, garantizar el acceso a la alfabetización significa darles acceso a Internet para que puedan ser competentes digitales, con el criterio necesario para poder usar los dispositivos a su alcance, ya sean móviles, tabletas u ordenadores portátiles.
Las administraciones y gobiernos deberían de ocuparse de este aspecto tecnológico, porque sería su contribución para eliminar la brecha digital: esta existe solo si queremos que exista, y hasta ahora, los gobiernos no han puesto de su parte para eliminarla. Ahora nos damos cuenta de que, si no hubiera habido brecha digital, la situación vivida hubiera sido mucho más llevadera para todos. En algunas comunidades, como es el caso de Cataluña, el Gobierno ha facilitado ese acceso a través de paquetes de conectividad para las familias que no lo tenían, e incluso ha facilitado tabletas y computadoras en préstamo o dación. No significa un gasto excesivo para el erario público, y te resuelve un problema de brecha digital. No sé a qué estamos esperando.
P. ¿Qué otras necesidades hay?
R. Es necesario formar tanto a los alumnos como a los docentes, para que el uso de estos mecanismos digitales no sea una mera trasposición en el entorno digital de lo que hacemos en clase presencialmente. Y eso requiere un cierto tiempo. A veces me dicen: “Bueno, pero es que los alumnos de eso saben más que nosotros”. No, perdone. Sus alumnos saben usar más Instagram y TikTok, y si me apuran, en algún caso Tinder. Pero no saben utilizarlo con una finalidad de aprendizaje.
Por otro lado, tenemos de educar también a las familias, para que estas crezcan en su propia competencia digital ciudadana y que entiendan mejor el trabajo que hacen los alumnos en casa, y también la labor de los profesores. Hay un gran nivel de incomprensión sobre el trabajo escolar en entornos digitales, porque las familias, en general, tienen su propia imagen de lo que tiene que ser la escuela, que proviene de cuando ellos mismos iban a la escuela. Pero de eso hace 30 o 40 años, en los que han pasado muchas cosas, los métodos han cambiado y los contenidos no son exactamente los mismos.
Hay quien piensa que la docencia en línea requiere menos trabajo, pero es justo al revés. Y si alguien tiene que gestionar a la vez un entorno virtual y presencial, su carga de trabajo va a ser muy alta. Aquí valdría la pena empezar a introducir en los centros figuras docentes (profesionales de la educación) que sean asistentes de los profesores en esos entornos online. El concepto adecuado sería tender a escenarios de codocencia en los que nos distribuimos lo online y presencial a partes iguales. Hay multitud de mecanismos para poderlo hacer; muchísimos docentes que están en situación de interinaje, y que no tienen plaza en estos momentos; otros que están esperando oposiciones o haciendo sustituciones temporales; estudiantes en prácticas que también podrían ayudar… Si repensamos la organización de los centros escolares a partir de la idea de ese modelo híbrido no programado, lo haremos de otra manera, y la Administración ha de ayudar.
P. ¿Debemos adoptar un sistema de enseñanza basado en las competencias?
R. Sí, pero tengo que recordar que esto no es nuevo; el currículum por competencias hace años que está instalado y que teóricamente funciona. El gran problema que tenemos es que seguimos evaluando por contenidos, no por competencias. Una de las grandes asignaturas pendientes de nuestro sistema es cambiar el sistema de evaluación, porque parece que todo gira en torno a la evaluación; que lo más importante es si vamos a realizar exámenes o no, cuando en realidad lo verdaderamente relevante es que los estudiantes aprendan. Y luego ya veremos de qué forma disponemos de evidencias para saber lo que han aprendido.
Para basarse en competencias, yo recomendaría desarrollar metodologías globalizadas, tendentes hacia el aprendizaje por proyectos, basado en problemas y casos, que integren conocimientos de distintos campos disciplinarios. Se trata de romper un tanto la estructura en asignaturas por otra que nos permita adquirir las competencias, a la vez que desarrollamos conocimientos a partir de situaciones reales.
P. Si esta situación se prolonga mucho en el tiempo, ¿qué impacto podría llegar a tener en la socialización y el desarrollo de los estudiantes?
R. Es importante que la socialización sea presencial, si es posible. Pero si no puede ser, vamos a desarrollar mecanismos que nos permitan socializar en los entornos virtuales. Si me conecto en un entorno de forma síncrona, pero lo hago con seis alumnos en vez de con 30, más que dar una clase lo que tengo que intentar es que sea un espacio de socialización, que nos comprendamos, que nos entendamos y expliquemos lo que pensamos o lo que nos sucede. Después, los contenidos se pueden a aprender de otras maneras, no hace falta que siempre haya una persona que lo dicte. En estos modelos híbridos, el profesorado debería diseñar, y tener preparadas, actividades que sean tendentes a esta socialización.
P. Un modelo híbrido de esta naturaleza puede presentar serios problemas de conciliación a las familias…
R. Es un tema más delicado, ya que si hablamos de empresas no siempre puedes intervenir de la misma forma. Se podrían desarrollar ayudas para las familias que no puedan atender a su hijo, porque por ejemplo los dos trabajen fuera. Creo que una de las estrategias que se va a utilizar, de entrada, es reducir al máximo que estos alumnos tengan que quedarse en casa. En países europeos como Bélgica u Holanda, donde el índice de contagios no había superado un umbral determinado, se ha resuelto sin hacer confinamientos totales: los niños de las familias con ciertas dificultades han podido seguir yendo a la escuela, atendidos por un retén de maestros. Hay que ser muy creativos e imaginativos, para identificar todas las casuísticas que pueden darse, y a partir de ahí vehicular mecanismos que ayuden.
Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/economia/2020/07/08/actualidad/1594200109_228848.html
Centroamérica/Honduras/09 Julio 2020/prensa-latina.cu
Los estudiantes de los diferentes niveles de enseñanza en Honduras reciben sus clases en la modalidad virtual desde que en marzo comenzara la cuarentena, una situación que resulta hoy casi imposible revertir, según expertos.
Para el rector de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM), Alduvín Díaz, constituye una quimera que los alumnos vuelvan a las aulas este año debido a la crisis sanitaria que vive el país por la Covid-19.
Debemos de seguir preparándonos en las plataformas virtuales, el sistema educativo tenemos que fortalecerlo para poder trabajar en línea, sostuvo el pedagogo en declaraciones al diario Criterios.
Díaz también explicó que actualmente se implementa un plan de mitigación para no dejar totalmente abandonado los trayectos formativos, ‘los temas que nos permitan seguir avanzando en el logro educativo de los niños y jóvenes’, añadió.
El especialista catalogó de catastrófico un posible regreso de los niños a los centros educativos para recibir clases presenciales.
‘La recomendación es que sigamos en el desarrollo de contenidos, en el fortalecimiento de los recursos docentes y en el acompañamiento de los padres de familia para iniciar el otro año con nuevas disposiciones establecidas’, concluyó.
El sector educacional es uno de los más frágiles en este sentido, por lo cual las autoridades han decidido mantener la modalidad virtual todo el tiempo que sea necesario para no correr riesgo con la salud de los menores de edad.
El ministerio de Educación de Italia, a través de su titular Lucia Azzolina, a propuesto al gobierno una iniciativa para volver a clases a partir de septiembre. La decisión incluye a niños, maestros y personal administrativo de las escuelas y colegios de Italia.
La ministra Azzolina anunció la iniciativa el pasado miércoles al visitar un instituto politécnico italiano. En la rueda prensa dijo que el regreso a clases está propuesto para el 1 de septiembre para aquellos alumnos que necesiten clases de recuperación. El resto de estudiantes entrará el 14 del mismo mes.
Las medidas de bioseguridad para el retorno a clases son, por ejemplo, desinfección de edificios, organizar un sistema de entradas controladas y garantizar la separación entre los alumnos.
En cuanto a los profesores, el Gobierno pretende ofrecer unos 50.000 contratos temporales a profesores y personal del sistema educativo. Para esta y otras decisiones, el Gobierno invertirá cerca de 1.000 millones de euros, que se suman a otras inversiones hecha desde enero del 2020.
Estas serían cifras «nunca antes vistas» en las escuelas de Italia, las cuales, según la ministra han sido sometidas a recortes durante décadas.
Se trata del calendario de clases a distancia, no presencial, de manera transitoria, en las escuelas oficiales y particulares del país, el cual iniciará del 20 de julio al 18 de diciembre.
Según el Decreto Ejecutivo, el año escolar será de dos trimestres. El periodo de organización será del 6 al 17 de julio.
Las clases del primer trimestre iniciarán del 20 de julio al 2 de octubre. El periodo de receso escolar será una semana: del 5 al 9 de octubre.
El segundo trimestre comenzará del 12 de octubre al viernes 18 de diciembre.
En tanto, el balance de actividades y graduaciones de los estudiantes será desde el 21 de diciembre al 30 de diciembre.
Las clases, que iniciaron el 2 de marzo, fueron suspendidas debido a la panademia por el coronavirus. Recientemente, el Meduca anunció la plataforma virtual ESTER que servirá para el reinició de clases en escuelas públicas el próximo 20 de julio.
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