Uruguay: “Somos de los países con menos población en educación terciaria”

Redacción:

UyCheck analiza una frase del rector de la UdelaR, Roberto Markarian. ¿Dice la verdad?

Durante esta semana la Asamblea General del Claustro de la Universidad de la República debió elegir el nuevo rector de la universidad aunque por falta de mayorías especiales la decisión quedó postergada.

La disputa es entre Rodrigo Arim, ex decano de Ciencias Económicas, y Roberto Markarian, actual rector. Éste último fue consultado por el programa Rompekbzas de Radio El Espectador sobre la actual situación universitaria del país y afirmó que a pesar de los avances “Somos de los países con menos población en educación terciaria”. ¿Es así?

Educación terciaria en Uruguay.

La oferta de educación terciaria en nuestro país no está sólo compuesta por Udelar, que ofreció 141 carreras y tecnicaturas en 2016. La UTEC ofrece 11 carreras y UTU tiene 83 cursos técnicos. Además, está la oferta privada de universidades y otros centros de estudio.

De acuerdo al Censo 2011, 586.227 personas tenían el nivel terciario como el máximo nivel educativo alcanzado, esto es el 18,8% de la población total. Incluye estudios universitarios, educación técnico profesional, magisterio y profesorado. Además, 18.278 personas habían alcanzado nivel de posgrado (0,6%).

El Ministerio de Educación y Cultura (MEC) en su publicación anual “Logro y nivel educativo alcanzado por la población” muestra que en 2017, entre los mayores de 25 años, el 20,4% tiene nivel terciario (sea completo o incompleto). Si se observa por tramo de edad, este porcentaje se reduce cuanto mayores son las personas.

La población terciaria en el mundo.

Una de las fuentes de datos educativos más importante es el Instituto de Estadísticas de UNESCO (UIS por su sigla en inglés). En ella pueden consultarse datos sobre participación, progreso, egreso,financiamiento etc. de un gran número de países. Respecto a la población terciaria, la UNESCO muestra la población mayor de 25 años según nivel educativo (primaria, secundaria media y superior, y terciaria).

El informe del MEC recoge estos datos para América Latina, Estados Unidos y Europa Occidental. Uruguay, con un 13,1% de población mayor de 25 años en el nivel post-secundario, se ubica por debajo de todos los países desarrollados considerados (en Estados Unidos por ejemplo, esta cifra supera el cuarenta por ciento), y también por debajo de países con niveles de desarrollo comparables en la región como Colombia, México, Costa Rica o Chile. Las diferencias en el nivel terciario de Uruguay respecto al mundo contrasta con lo que sucede en otros niveles, como en primaria donde es uno de los de mayor cobertura.

Los datos de UNESCO permiten también observar lo que sucede en otras regiones como Asia o África. En este caso, Singapur aparece como el país asiático con más población terciaria (52,7%), seguido por los Emiratos Árabes Unidos (43,5%). En África, el mejor posicionado son Túnez (15,2) y Sudáfrica (14,9%).

Otra fuente recurrente en comparaciones internacionales en temas educativos es la OCDE. En su publicación anual –Education at a Glance– más reciente, el organismo compara el nivel educativo entre las personas de 25 a 64 años para 34 países (sus miembros y aliados). De esta lista Canadá (56%), Japón (50%) e Israel (49%) aparecen en las mejores posiciones

Conclusiones.

El rector de la Universidad de la República, Roberto Markarian, comentó que Uruguay era uno de los países con menor población terciaria. Los datos de UNESCO muestran que mientras Uruguay tiene un 13,1% de población mayor de 25 años que ha alcanzado este nivel, esta cifra es menor a la mayoría de los países desarrollados y también de países de la región como Argentina, Brasil, Colombia, Chile o México. Por lo tanto, la afirmación es Verdadera.

Fuente: https://www.elpais.com.uy/informacion/educacion/paises-poblacion-educacion-terciaria.html

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La universidad no se rinde

Por Luis Saavedra

El título recoge la pretensión de «reducción ontológica», para hablar así en términos de Frege y von Newman, si cabe, para describir no sólo los «números naturales» sino el significado que pueden adquirir ciertas lógicas difusas en el marco de discursos de ocasión producidos en la inmanencia de coyunturas existenciales, personales e institucionales álgidas como la actual en Venezuela; donde como sujetos racionales y sintientes, que dice Xavier Zaburi, cada cual tiene sus posiciones política-ideológicas tomadas de manera irreductible y por eso unos evocan viejos tiempos, de cuando dizque el Consejo Nacional de Universidades era muy riguroso en la aprobación de nuevas universidades y carreras, se supone que sin pasar por el filtro político-partidista adeco-copeyano, había rigor en las pruebas de admisión y evaluación universitaria, dotación de bibliotecas, laboratorios y todo lo demás, cuando la democracia amplió la cobertura escolar como nunca antes en el país; para otros en cambio, semejante modelo de universidad para las élites y las clases medias de la cultura del petróleo ya no tiene sentido. Se ha producido un cambio de época, hay otras orientaciones. La pregunta es cómo seguir formando docentes en este tiempo de la cuarta revolución digital, 2 y 3. 0, la realidad virtual, la integración regional y mundial y un largo etcétera.

Así, se compara lo pasado con lo presente, en una nostálgica evocación cuando en Venezuela había libertad y democracia, dicen décadas de 1960, 70, 89 y 90, una elipse con fines de justificar las críticas y denuncias sobre «esto que padecemos» hoy de la neo dictadura del siglo XXI, un coctel que han pensado romper con las técnicas de las revoluciones pacíficas o de colores combinadas con la llamada guerra de cuarta generación: inseguridad, escasez, hiperinflación, emigración y en eso están y las universidades allí tienen también su rol. En general suelen explayarse «alternativas de explicación totalizadoras de las estructuras reales» que, más allá de las ciencias formales o lógico-matemáticas, la tal «reducción ontológica» puede aplicarse también a la dinámica socio histórico que domina lo actual y cuyo fragor de la inmediatez nos obnubila, perdemos la perspectiva sobre la valoración pasado presente; de donde se tiene que frases como «La universidad no se rinde» pronunciada por el ciudadano Raúl López Sayago, rector de la UPEL recientemente en el Instituto Pedagógico de Barquisimeto, a propósito de un acto de grado el pasado 31 de julio de 2018, puede entrañar toda una «Proclama» o, en todo caso, un elogio a una institución muy querida por muchos en Venezuela por ser su principal espacio de formación profesional y ciudadana.

La Universidad Pedagógica Experimental Libertador, hoy disminuida en tantos aspectos como esa de no entregar las tradicionales medallas a los graduandos porque salían muy costosas, pero como los recipiendarios lo que les importa es el título para luego irse del país (bueno no todos, a decir verdad) aceptaron semejante eventualidad sobrevenida. Así terminaron graduados sin la medalla del libertador Simón Bolívar, el gran epónimo cuyas dimensiones axiológicas vendrían a ser la libertad y la democracia, la soberanía y la independencia, valores inculcados a lo largo de los treinta años de la consolidación la UPEL. Una historia social e institucional que se inicia hacia 1989 a propósito del bicentenario del libertador Simón Bolívar (1783-1983), hasta los días que corren donde se ha oído decir por fuentes off the record que como ya no tiene sino poca matrícula, siendo esta la última promoción así de numerosa, sus instalaciones serán entregadas a la UNEFA, nueva universidad que también tiene carrera docente, Misión Sucre, Alma Mater y demás.

Con un orfeón universitario, por cierto, sin la magnificencia de otrora que hacía vibrar el aforo del Magdalena Siegas de López, en la interpretación de los himnos, el rector López Sayago acotó entre otras cosas que la UPEL «entrega a la nación un nuevo contingente de profesionales de la docencia, la profesión más relevante que se puede tener, con emoción y entusiasmo entregamos títulos que son resultados de varios años de esfuerzos; la universidad no se rinde, seguimos trabajando, la crisis también es oportunidad, porque somos una institución consustanciada con la realidad del país, comprometida con la formación en valores, aunado al esfuerzo de análisis y transformación personal y social, somos parte de un pueblo amable, respetuoso, de buenos modales, de allí la importancia de enfrentar la pérdida de orientaciones ética y prácticas morales que nos hace una nación grande».

Finalmente, se le oyó decir al rector Sayago poco más o menos que para reflotar la universidad venezolana había que seguir el ejemplo de Singapur cuya inversión en educación es elevada porque su filosofía de Estado asocia la formación de recursos humanos directamente con el desarrollo económico, social, político y cultural del país, donde además la universidad impulsa el mérito, no la improductividad; con ello pareció revelar que su opción es el liberalismo; entendimos que la UPEL no puede desaparecer porque constituye una universidad matricial heredera del viejo Instituto Pedagógico Nacional, obra de uno de los más preclaros intelectuales venezolanos, don Mariano Picón Salas, quien son su Delegación de Educadores chilenos que ha dado y sigue teniendo mucho que dar a Venezuela. Entendimos pues que toda la intervención del rector Raúl López Sayago constituyó un elogio de la UPEL y en otras referencias estuvo llena de significativos matices, como esa de afirmar que la educación sólo puede ser posible en marcos generales de la libertad y la democracia.

 

Fuente del artículo: https://www.aporrea.org/educacion/a267295.html

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