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Sociedad del conocimiento: ¿Ideología o fase del desarrollo?

Por: Roberto Rodríguez

La expresión sociedad del conocimiento ha conseguido instalarse en el lenguaje ordinario aun cuando adolece de una definición precisa o cuando menos una percepción común de sus rasgos generales y condiciones de operación particulares. ¿Qué es la sociedad del conocimiento, cómo y dónde funciona?, ¿es una fase de desarrollo económico que se puede alcanzar, o bien un nuevo orden social asequible a través de acuerdos entre los grupos sociales, las organizaciones productivas y el Estado?, ¿la sociedad del conocimiento reemplaza o se añade a la sociedad de clases basada en la propiedad?, ¿coincide con los límites de los países, o se sitúa en espacios suprarregionales, o bien en ámbitos meramente locales?, en fin, ¿la sociedad del conocimiento es una realidad o una utopía?

Un gran relato

Ian Miles, de la Fundación Europea para el Mejoramiento de las Condiciones de Vida y de Trabajo (EUROFOUND), refiriéndose a las ambigüedades del concepto, explica, en primer lugar, que la propia existencia fáctica de la sociedad del conocimiento está en cuestión: algunos comentaristas argumentan que todas las formas de sociedad han estado basadas en el conocimiento y que, en la actualidad, sólo en algunas áreas específicas son perceptibles cambios de cantidad y calidad significativos. Otros, en contraste, defienden la idea de que la época actual se caracteriza, precisamente, por la emergencia de cambios cuantitativos y cualitativos a partir de la generación y aplicación de conocimientos científicos (Miles, 2003).

Un segundo rasgo de ambigüedad procede de la utilización del concepto con fines descriptivos y valorativos. Es descriptivo el uso de sociedad del conocimiento en, por ejemplo, los estudios que patrocina la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para medir y comparar las capacidades educativas, científicas y tecnológicas de los países, la profundidad de los derechos de protección intelectual, o bien la existencia de  sistemas de innovación, es decir, redes entre la empresa, el Estado y la academia para la transferencia de conocimientos en tecnologías y productos (véase OCDE, 2016). En cambio, es un término valorativo cuando se dirime en el debate político, ya sea para persuadir a los ciudadanos para que asuman determinados compromisos y responsabilidades, o bien para confrontar a los gobiernos por la insuficiencia de recursos destinados a los sectores de educación, investigación científica o promoción cultural (Bohme & Sterh, 1986).

¿Por qué, a pesar de sus ambigüedades, la noción de sociedad del conocimiento ha ganado tal predominancia, al grado de identificar con ella lo que la realidad del siglo XXI debiera alcanzar? Principalmente porque es un término optimista, a diferencia del tipo de expresiones con que la filosofía y la sociología intentaron caracterizar el cambio finisecular. Compárese sociedad del conocimiento con, por ejemplo, sociedad postindustrial (Bell), postmodernidad (Lyotard), modernidad radicalizada (Giddens), sociedad del riesgo (Beck), modernidad contingente (Luhmann) o modernidad líquida (Bauman), por sólo citar algunos ejemplos representativos.

El carácter optimista de la expresión suele acentuarse en el debate sobre la sociedad del conocimiento. Todo el peso cultural del término conocimiento y sus nexos significativos con las nociones de verdad, sabiduría, educación, ciencia, etc. recarga el valor semántico de la expresión. Si hay un consenso implícito sobre el valor del conocimiento, entonces es difícil cuestionar la condición deseable de la sociedad del conocimiento. De entrada, es un juego cargado.

¿Cómo oponerse, por ejemplo, a que el Estado y los particulares otorguen prioridad a las inversiones en educación o en investigación científica y desarrollo tecnológico?, ¿cómo esperar actitudes o movimientos de resistencia a propósitos como la calidad educativa o la universalización de la escolaridad?, ¿quién se atreve a cuestionar que el conocimiento, la educación y los productos de tales actividades son bienes públicos de carácter nacional y aun de carácter global?

El discurso de la sociedad del conocimiento opera, en este sentido, como el gran relato, en la terminología de Lyotard, del siglo XXI. Paradójicamente, justo en el momento en que se había previsto el fin de las metanarrativas. Pero, además, se articula con otros cuerpos conceptuales con gran carga ideológica, política y práctica en el presente: las nuevas teorías del crecimiento económico, en sus distintas variantes; las perspectivas políticas de la universalización democrática y, desde luego, con el discurso de la globalización.

En efecto, hoy existe alto grado de consenso sobre la importancia del conocimiento científico como un elemento que genera valor al entrar en contacto con procesos productivos y servicios. No se trata del consabido diferencial de productividad por uso intensivo de tecnología.

Es una noción más amplia: las economías que incorporan fuerza de trabajo calificada, tecnología de vanguardia, e innovaciones en los procesos de producción, gestión y mercadeo, adquieren ventajas comparativas, mejoran su competitividad, crecen más rápidamente y obtienen mayores ganancias. Si bien esta cadena de factores se vuelve trivial, por conocida, al referirla a la competencia empresarial, su pertinencia resulta menos obvia en el nivel macroeconómico, donde los factores de acumulación y crecimiento del producto, así como los procesos de distribución, suele ser más complejos y diferenciados.

En este último aspecto, un grupo importante de economistas, así como las principales agencias multilaterales y la banca internacional de fomento han establecido correlaciones positivas entre el desarrollo científico y tecnológico, la formación de capital humano, las capacidades de innovación, el grado de competitividad internacional, y el nivel y ritmo de crecimiento macroeconómico. Aún está en debate el orden de los factores, principalmente si la inversión en educación e investigación científica, como tal, genera desarrollo y crecimiento, o si viceversa el nivel de desarrollo conseguido genera oportunidades en esos rubros.

También se discute hasta qué punto el nivel de escolarización afecta positivamente los índices de productividad, de qué manera la inversión en ciencia y tecnología se concreta en competitividad, y cuáles son, en todo caso, los límites del modelo. No obstante, al lado del debate académico, en la mayor parte de los países avanzados y en las regiones con economías más sólidas ocurre una definida percepción sobre la necesidad y ventajas de avanzar hacia un estadio de desarrollo descrito en términos de sociedad del conocimiento (véase Strulik et al., 2012).

Entre las pautas que apuntan en dirección de la sociedad del conocimiento, se identifican entre otras las siguientes:

• La consolidación de la sociedad de la información expresada en términos de la tendencia hacia la integración de redes informáticas, en sustitución del modelo de acceso aislado al poder de cómputo.
• Convergencia digital. Alude a la expansión sobre procesos, productos y medios de tecnologías de base digital e informática.
• Una creciente importancia de las innovaciones como fuente de competitividad y como instrumento para acrecentar la eficiencia y eficacia de organizaciones de todos tipos. La innovación se define, en términos generales, como aplicación de conocimientos para renovar la forma de hacer cosas.
• El desarrollo de economías centradas en servicios. Se subraya el papel del sector servicios en la provisión de bienes intangibles para clientes específicos, particularmente procesamiento de información e interacción humana.
• Aprendizaje social. El concepto involucra inversiones sustantivas para mejorar la calidad de la educación y la capacitación, así como para determinar el orden de destrezas y conocimientos económica y socialmente relevantes. A nivel político, la idea de aprendizaje continuo y permanente se ubica como una prioridad clave, con particular énfasis en moldear sujetos adaptables con capacidad para adquirir nuevas competencias y aprendizajes.
• Los propios retos de la globalización, que estimulan las tendencias apuntadas, las cuales, a su vez, actúan como soporte e incentivo de corrientes globales.

La otra cara de la moneda

Pese al entusiasmo que recubre el discurso sobre la sociedad del conocimiento, conviene reconocer que las transformaciones involucradas no escapan a tensiones y resistencias, aún en el mundo desarrollado.
Entre las fuentes de conflicto identificadas se mencionan, entre otras: las tendencias a la polarización desencadenadas por una injusta distribución de las oportunidades educativas; las pautas de exclusión laboral que provienen de cambios tecnológicos y organizativos, así como el desplazamiento de sectores productivos y laborales con capacidades de reconversión limitadas; la diferenciación entre economías con mayores o menores posibilidades de promoción de innovaciones; la confrontación entre la lógica de la producción de conocimiento en los centros académicos versus su apropiación y uso en las empresas; la presión sobre las universidades en torno a sus ofertas curriculares y agendas de investigación; las tendencias a la privatización de las instituciones de enseñanza superior y de los centros de investigación científica.

En fin, la dualización del espacio social entre quienes tienen capacidades de generación de conocimiento y los excluidos de este proceso.

La innovación continua y redituable exige tres condiciones: el desarrollo del conocimiento, el fértil intercambio de ideas entre personas informadas y, finalmente, un buen gobierno, sobre todo en lo que se refiere a la protección legal de la innovación. En cada uno de estos frentes existe una brecha cada vez más ancha entre países ricos y pobres, brecha que incluso es más desalentadora que las actuales desigualdades de ingresos. En tal sentido, los vectores de desigualdad de la sociedad del conocimiento, es decir, la brecha entre los capaces y los incapaces, los que saben y los que ignoran, los que tienen acceso y los prescindibles, los consumidores sofisticados y los apenas sobrevivientes, da lugar a oposiciones binarias que recuerdan la conocida confrontación de Umberto Eco: apocalípticos o integrados.

En tales condiciones, la dinámica del proceso, digamos la globalización de la sociedad del conocimiento, abre escenario a tensiones inéditas en la historia, las cuales no pueden dejar de enunciarse en sentido paradójico.
En primer lugar, nunca había existido la concentración de riqueza material del presente, conviviendo con el agudo grado de pobreza en que sobrevive la mayoría. La aparente accesibilidad a toda clase de información es contradicha por la tendencia a la concentración, eventualmente la monopolización, de los medios de comunicación de masas.

Contrasta también la presencia de estímulos para generar y diseminar conocimientos con el celo de los derechos de propiedad intelectual y el combate frontal y violento a las prácticas de piratería en todas sus acepciones.
En plena era del desarrollo de las tecnologías informáticas y de telecomunicaciones, nunca se había mantenido a tantas personas en la incomunicación: la mayoría escucha, mira o se entera, al margen del privilegio de emitir información o tener prácticas de interlocución no triviales.66f2a9f66e48d837f8d9568e3aa7d8b3_l

En el ámbito escolar se viven tensiones semejantes. Se ha convenido, por ejemplo, que el currículum básico se resume en dos competencias fundamentales: la cuantificación y la interpretación de textos. Sólo eso, o lo demás es pretexto para eso. Además, la evaluación de competencias y conocimientos tiende, como tal, a convertirse en el currículum.

Es un franco proceso de inversión: de evaluar lo que se enseña a enseñar lo que se evalúa. La formación media y superior tiende a enfatizar la formación de capacidades acordes a la sociedad del conocimiento, aún en aquellos contextos en que no existe ni el sector productivo, ni el mercado laboral, para colocar a los individuos formados en las mismas. El sincero asombro de los planificadores educativos por la insistencia de los estudiantes o sus familias por acceder a formaciones —saturadas— que, sin embargo, continúan ofreciendo opciones de trabajo en el sector laboral local ilustra este último extremo.

En el ámbito de la investigación científica, particularmente en los países subdesarrollados, incluso las ciencias sociales y las humanidades, se viven paradojas semejantes. ¿Cómo si no calificar el que, por un lado, se adjudique un enorme valor a la producción científica local y, por otro, se estimule, con toda clase de incentivos, la difusión de dicha producción principalmente fuera del entorno nacional y de preferencia en otro idioma?

No en uno ni en dos centros de investigación científica de nuestros países se estimula tal práctica, sino en la mayoría de nuestros ámbitos académicos. ¿Si la producción científica primaria tiene valor, por qué entonces se exporta gratuitamente, es más a costa del proveedor? Sencillamente porque da puntos en la competencia global de los prestigios. Pero, ¿eso genera productividad, competitividad, crecimiento o desarrollo?

Referencias
Bauman, Zygmunt (2003). Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica.
Beck, Ulrich (2002). La sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad. Ediciones Paidós Ibérica
Bell, Daniel (1991). El advenimiento de la sociedad postindustrial. Alianza Editorial.
Bohme, Gernot & Stehr, Nico (1986). Knowledge Society, D. Reidel Publish Company.
Giddens Anthony (1994). Las consecuencias de la modernidad. Alianza Editorial.
Luhmann, Niklas (2006). “La modernidad contingente”, en Las consecuencias perversas de la modernidad. Anthropos.
Lyotard, Jean François (1980). La condición posmoderna, Cátedra.
Miles, Ian (2003). Knowledge Society Foresight, European Foundation for the Improvement of Living and Working Conditions.
OCDE (2016). Measuring Science, Technology and Innovation.
Strulik, Holger; Prettner, Klaus & Prkawetz, Alexia (2012). “The Past and Future of Knowledge-based Growth”. CEGE Discussion Papers, núm. 140.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/sociedad-del-conocimiento-ideologia-o-fase-del-desarrollo/

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Inversión sostenida en ciencia y tecnología para crear riquezas. El mensaje de Salvador Moncada

Por: Salvador Moncada

Un logro relevante es el Programa de Jóvenes Talentos desarrollado desde 1997 en la Facultad de Ciencias Naturales y Matemática de la Universidad de El Salvador.

Uno de los más destacados científicos del mundo en las ciencias bionaturales en las últimas cuatro décadas, el Dr. Salvador Moncada, formado en la Facultad de Medicina de la Universidad de El Salvador en la década del sesenta, regresó a nuestro país donde vivió de los 4 a los 27 años. Nos dijo que necesitamos invertir en ciencia y tecnología de manera sostenida en las próximas décadas para crear riqueza y salir progresivamente de la pobreza. Este es un extracto de su ponencia.

En la conferencia pronunciada en la Universidad de El Salvador el lunes recién pasado –“América Latina: Retos y Perspectivas en la Sociedad del Conocimiento”–, el Dr. Moncada dijo que en el mundo de hoy crecientemente interconectado con casi la mitad de la población mundial conectada al internet, es mucho más fácil el acceso a la información y la interacción y cooperación científica. “La digitalización de la información y el internet han facilitado la aplicación del conocimiento a la actividad económica, volviéndose un factor predominante en la creación de riqueza”.

Efectivamente, “las conexiones de la gente, a través de canales formales e informales, comunidades de la diáspora, redes globales virtuales y comunidades profesionales de intereses compartidos, son importantes impulsores de colaboración internacional”, mientras países como China, India y Brasil ofrecen oportunidades para que los estudiantes talentosos en el exterior regresen después de graduarse a trabajar en sus países.

Esto llevó a Moncada y a varios de sus colegas hondureños a crear Honduras Global, la red de conocimiento para el desarrollo cuyo objetivo es identificar y conectar hondureños altamente calificados a nivel mundial con el fin de promover la transferencia de conocimientos y fomentar la innovación y el desarrollo científico, tecnológico y empresarial en Honduras. Un embrión de esta red ha dado inicio en El Salvador, debiendo potenciar El Salvador Global.

La inversión en el desarrollo de la ciencia se hace a través del gobierno, de los privados y de la cooperación internacional. Y las etapas de dicho desarrollo son el entrenamiento, el desarrollo de infraestructura, buenas condiciones para retornar, y redes y más redes de trabajo.

El gasto global mundial en investigación y desarrollo en 2013 ($1.48 trillones) respecto a 2007, creció más rápido (30.5%) que la economía global (20.1%), mientras Latinoamérica gasta solo 0.82% del producto interno bruto mundial frente a 2.63% de Norteamérica, 1.95% Oceanía, 1.89% Asia y 1.76% Europa. Y por cada millón de habitantes, hay 4,820 investigadores en Argentina, 1,440 en Chile, 850 en Cuba y 840 en México. Mientras 40.8% de las mejores universidades del mundo está en Europa, 34.6% en Norteamérica y 21.6% en Asia/Pacífico, solo 2.2% se encuentra en Latinoamérica.

Tres grandes recomendaciones generales nos dejó Moncada: 1. Los gobiernos nacionales necesitan mantener la inversión en la base de la ciencia para asegurar la prosperidad económica. 2. Las actividades y colaboración internacional deben de estar enraizados en la ciencia nacional y en estrategias innovadoras. 3. El compromiso con los esfuerzos de investigación multinacional y con la adquisición de infraestructuras no deben ser vistos como blancos fáciles de recortes durante períodos de turbulencia económica.

Un logro relevante es el Programa de Jóvenes Talentos desarrollado desde 1997 en la Facultad de Ciencias Naturales y Matemática de la Universidad de El Salvador de atención a estudiantes sobresalientes de los niveles básicos y medio del sistema educativo nacional en San Salvador, y desde 2006 en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente. Prueba del éxito de dicho programa es el historial creciente de medallas de nuestros estudiantes en las olimpiadas centroamericanas, iberoamericanas e internacionales de matemática, física, química y biología, disputándose dos décadas después, los primeros lugares. Hasta hace 28 meses su director fue el actual ministro de Educación.

Otros dos logros importantes son la creación, desde el gobierno anterior, del Viceministerio de Ciencia y Tecnología, y desde hace un mes, de la sede regional del Consejo Internacional de Ciencias para América Latina y el Caribe para los próximos 5 años, en El Salvador. A ambos logros debemos sacarle el mejor provecho.

La excelente Facultad de Medicina de los tiempos de Fabio Castillo y María Isabel Rodríguez sentó las sólidas bases académicas y de investigación que le permitieron al talentoso médico e investigador centroamericano continuar su formación en las mejores universidades y centros de investigación europea. Y después, conquistar las estrellas… Gracias, Salvador, por regresar nuevamente a tu país del que no solo llevas su nombre, sino también especiales recuerdos y afectos de toda la vida.

Fuente: http://www.laprensagrafica.com/2016/10/20/inversion-sostenida-en-ciencia-y-tecnologia-para-crear-riqueza-el-mensaje-de-salvador-moncada

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Libro: Ciencias Sociales y TIC

Ciencias Sociales y TIC

  • Año:  2014
  • Editor: ANSES
  • Páginas:231 páginas
  • Tamaño: 15.75 MB
  • Licencia: Open Access

Sinopsis: En las últimas décadas, la revolución tecnológica ha generado cambios en el modo de relacionarnos, de comunicarnos y de aprender que requieren el desarrollo de competencias y habilidades complejas. Es en este escenario global que el Programa Conectar Igualdad fue creado, a instancias de la presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner, como una política de inclusión de tecnología que, en sus cuatro años, logró sobrepasar las paredes de la escuela. Hemos logrado en este tiempo ampliar las posibilidades de desarrollo social de los argentinos y avanzamos hacia la construcción de una ciudadanía con igualdad de oportunidades.

Para descargar libro: https://openlibra.com/es/book/download/ciencias-sociales-y-tic-orientaciones-para-la-ensenanza

Fuente de la reseña: https://openlibra.com/es/book/ciencias-sociales-y-tic-orientaciones-para-la-ensenanza

Fuente de la imagen: https://s3.amazonaws.com/collection.openlibra.com/covers/2016/09/ciencias-sociales-tic-orientaciones-OpenLibra.gif

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Buscando el camino del Aprender a Ser (I)

Por Emma Paoli,  Magíster en Educación

¿Cuál es la función de la educación en el mundo en que nos toca vivir? Cuando el ministro hace pública la intención, plausible, de impulsar el mejoramiento de la calidad en la Educación, inquieta la “educabilidad del mundo” que le toca vivir al Paraguay, que requiere de cambios sin precedentes.

Emergen así, dos espacios evolutivos: 1) Teorías Socio Culturales de la Inteligencia, y 2) Pedagogos y Epistemólogos Educativos. Caracterizar la “Sociedad del Conocimiento” requiere del análisis de la cultura en el marco de la inteligencia, la visión de la mediación del aprendizaje y la capacidad de entender la inteligencia como proceso-producto tanto social, como individual.

Así, la autopoiética de la sociedad del conocimiento y las reflexiones, introyectivas e interhumanas de la inteligencia organizativa institucional han de indicar la perspectiva para responder el interrogante.

Los más importantes indicadores, son: 1°) La consideración de la inteligencia en cuanto producto sociocultural, como inteligencia social (interpsicológica), que se reconstruye con lo individual (intrapsicológica);

2°) La interpretación que el desarrollo de la inteligencia depende de la mediación cultural. En tanto, la inteligencia escolar que se manifiesta con aplicaciones en el aula, está impelida a configurar la aprehensión de una nueva teoría para la autopoiesis de una nueva sociedad, que como mínimo ha de considerar:

a) El uso de signos y símbolos, asociados sobre todo al lenguaje, para facilitar el desarrollo de la inteligencia potencial, entendida como Zona de Desarrollo Potencial (Vygotsky) y Potencial de Aprendizaje (Feuerstein); potenciando las posibilidades de aprendizaje del aprendiz con la mediación docente.

b) El movimiento de la acción al pensamiento, en la línea de Piaget, que sustente una afirmación y una práctica relevante para el aula, postulando un modelo de comprensión del “pensando con las manos”; que posibilite procesos de pensamiento – acción, orientadas por voluntad de sentido.

c) La educación, formal y/o no formal, como una apropiación e internalización de los modos de pensar de una cultura determinada, por parte del sujeto educable, como una forma de mediación para conseguir la internalización del pensamiento elaborado.

d) La afirmación contundente de que el aprendizaje acelera el desarrollo más allá de las ideas de Piaget, para la germinación y cultivo de la inteligencia como palanca prometedora en la construcción de una nueva sociedad: autopoiética, así como prospectiva.

Estas ideas han de estar incidiendo con fuerza en la renovación de la lectura de la educación en la sociedad del conocimiento; por lo que la gestión eficiente, con base en una teoría sustentable de la inteligencia escolar, ya no debe ser deudora de una falta de visión sistémica y prospectiva, respecto al Sistema Educativo Nacional.

Se subentiende en su horizonte que cuenta con personas e instituciones que son y hacen parte protagónica de la construcción de la “Sociedad del Conocimiento”.

Colaboración del Prof. Eugenio González.

Fuente: http://www.lanacion.com.py/2016/07/19/buscando-el-camino-del-aprender-a-ser-i/

Imagen: http://sergimateo.com/wp-content/2013/03/feliz-en-algun-lugar.jpg

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Las inseguridades en la sociedad del conocimiento

 

 Eurpa/Suecia/Julio del 2016/Articulo/file:/C:/Users/Administrador

Las inseguridades en la sociedad del conocimiento

Se nos está diciendo que vivimos en una sociedad del conocimiento y también que vivimos en una sociedad del riesgo. Ambas afirmaciones tienen algo de verdad. Por un lado, la información y el conocimiento se están acumulando a un ritmo sin precedentes y han adquirido nuevas funciones en la economía y en otros procesos sociales.

Por otro, cada vez se presta más atención en la vida pública a los riesgos y a las inseguridades. Sin embargo, al menos aparentemente, las expresiones “sociedad del conocimiento” y “sociedad del riesgo” parecen contradictorias.

En una “sociedad del conocimiento”, cabría esperar que los encargados de la adopción de decisiones supieran cómo lograr sus objetivos, mientras que en una “sociedad del riesgo” cabría esperar que los acontecimientos imprevisibles e incontrolables hicieran esa tarea imposible.

Con este artículo se pretende contribuir a clarificar la índole de esta contradicción aparente. Para ello, hemos reflexionado también sobre la función del riesgo y la inseguridad en una sociedad del conocimiento. El concepto de conocimiento El conocimiento es un concepto complejo.

En primer lugar, el conocimiento es una especie de creencia. Lo que uno no cree no puede ser conocimiento. Por lo tanto, si tengo acceso a una información correcta, pero no creo en ella, para mí no constituye un conocimiento.

Por otra parte, las creencias incorrectas tampoco se pueden considerar conocimiento. Si alguien cree que la tierra es plana, está claro que no se trata de un conocimiento. Además, lo que se considera conocimiento tiene que estar justificado.

Si alguien cree que el número atómico del oro es un número primo porque cree que el núcleo del átomo del oro tiene 61 protones, eso no es un conocimiento. Por lo tanto, el conocimiento tiene elementos tanto subjetivos como objetivos. Para nuestros propósitos actuales, podemos definir el conocimiento como una creencia verdadera y justificada. Se podrían añadir más cualidades para que la definición fuera exacta, pero no viene al caso en este momento.

En su lugar, será de utilidad centrarnos en dos aspectos junto a los cuales el concepto de conocimiento se puede debilitar. El primero es el de la asimilación cognitiva. Para que algo se considere como conocimiento tiene que ser integrado en el sistema de creencias del sujeto.

Mientras estoy escribiendo este artículo tengo sobre mi mesa un libro sin leer que trata de los hábitos viajeros de los habitantes de Estocolmo. Esto significa que tengo acceso a la información sobre este tema, pero no conocimiento. Si leo el libro, entonces es probable que la información se transforme en conocimiento.

Ahora bien, esta transformación de la información en conocimiento sólo se producirá si entiendo la información de manera que pueda integrarla en mi sistema de creencias de forma adecuada. Si me aprendo el texto de memoria, sin entenderlo, entonces tendré información sobre el tema, pero no conocimiento.

Los datos se diferencian de la información en que no tiene n que estar en una forma determinada, adecuada para la asimilación. Si en lugar del libro tuviera sobre mi mesa los 10000 cuestionarios en los que se basa, entonces tendría datos en lugar de información.

En resumen, los datos tienen que ser asimilables cognitivamente para que se puedan calificar de información, y cognitivamente asimilados para que se puedan calificar de conocimiento. En general, es difícil trazar una línea clara de separación entre el conocimiento y la mera información, y lo mismo ocurre entre la información y los meros datos.

Sin embargo, no por ello la distinción es menos importante. Es lamentable que en la ciencia informática, el “conocimiento” y la “información” se empleen frecuentemente como sinónimos. Quizá es por esto por lo que no siempre se distingue claramente entre “sociedad del conocimiento” y “sociedad de la información”.

El segundo aspecto es el grado de creencia del sujeto. El conocimiento implica creencia, y ésta requiere un alto grado de seguridad (subjetiva). Si no estoy seguro de si el número atómico del oro es 79, no se puede decir que tenga una creencia – o conocimiento – de que es así. Cuando la necesidad de seguridad no está satisfecha, sentimos en su lugar inseguridad, el estado epistemológico de no creer (o saber) algo seguro.

Hay que señalar que la inseguridad es un estado subjetivo, no objetivo. Si no estoy seguro de si hoy es el cumpleaños de mi prima, estoy en un estado de inseguridad, al margen de cuándo ella haya nacido.

En teoría de la decisión, el término “ignorancia” se usa corrientemente para referirse a la inseguridad en su grados más altos, es decir para estados en los que uno no tiene ni siquiera un grado de creencia en la afirmación en cuestión (no sabe el grado de probabilidad o improbabilidad).

Este uso puede dar lugar a confusión, pues en el lenguaje corriente “ignorancia”, contrariamente a “inseguridad”, expresa la distinción entre verdadero y no verdadero. (Una forma de ser ignorante, en el sentido corriente de la palabra, es estar seguro de algo que no es verdadero.) Ahora bien, por falta de una buena alternativa terminológica, usaremos “ignorancia” también para los altos grados de inseguridad (subjetiva).

Las dos formas de debilitar el concepto de conocimiento se resumen en el Diagrama 1. Diagrama 1. Dos maneras de debilitar el concepto de conocimiento Las complejidades del riesgo ¿Qué tiene que ver aquí el “riesgo”? Desgraciadamente, esta pregunta es difícil de contestar, pues el término “riesgo” tiene varias acepciones muy arraigadas.

Se suele emplear “riesgo” para expresar, en general, una situación en la que algo inoportuno puede ocurrir o no, pero no sabemos si ocurrirá. En este sentido, “riesgo” está estrechamente relacionado con “inseguridad”; pero ambos conceptos no son sinónimos. Mientras que “inseguridad” pertenece al ámbito subjetivo, “riesgo” tiene un fuerte componente objetivo.

Si no sé si una culebra es venenosa, me encuentro en un estado de inseguridad con respecto a la posibilidad de que me envenene. Ahora bien, como esta especie no tiene veneno, no existe tal riesgo, pero sí existe la inseguridad. La relación entre estos dos conceptos “riesgo” (en este sentido) e “inseguridad” se parece en parte a la que existe entre “verdad” y “creencia”.

En otras ocasiones, “riesgo” expresa la probabilidad de que se produzca un acontecimiento indeseado. Es el uso que se hace, por ejemplo, cuando se pregunta al médico qué riesgo hay de que fracase un tratamiento. Éste es también el significado estándar del término en la teoría de la decisión; por “decisión en condiciones de riesgo” se entiende “decisión con probabilidades definidas”. Un tercer uso es corriente en el análisis profesional del riesgo.

En esta disciplina, “riesgo” suele denotar una representación numérica de exactitud, que se obtiene multiplicando la probabilidad de que se produzca un acontecimiento indeseado por una medida de su valor negativo. Cuando, por ejemplo, los riesgos de la energía nuclear se comparan en términos numéricos con los de los combustib les fósiles, “riesgo” se entiende normalmente en este tercer sentido técnico. Así pues, en los tres sentidos de “riesgo”, el uso de este término se basa en una mezcla sutil de conocimiento e inseguridad.

Cuando existe un riesgo, tiene que haber algo que es desconocido o que tiene un resultado desconocido; por lo tanto, tiene que haber inseguridad. Pero para que esta inseguridad constituya un riesgo para nosotros, tiene que haber algo conocido en ello. En el primero de los tres sentidos de “riesgo”, tenemos que saber que la inseguridad es “real” al menos en el sentido de que no se puede hacer desaparecer con la ayuda del conocimiento que se tiene.

En los dos últimos, más técnicos, tenemos que tener una representación numérica de la Conocimiento Información Datos Inseguridad Ignorancia inseguridad. Las intrincadas relaciones entre el riesgo y los otros conceptos están sólo apuntadas en el Diagrama 2 con la colocación del “riesgo”. Diagrama 2. El papel del “riesgo” en los conceptos epistemológicos.

Poner etiquetas a las sociedades De los seis términos del Diagrama 2, tres se suelen emplear para referirse a la sociedad en la que vivimos. Vivimos en una “sociedad del conocimiento”, en una “sociedad de la información”, y en una “sociedad del riesgo”. ¿Hasta qué punto, y en qué sentido, son adecuadas estas denominaciones?

El término “sociedad X” se puede interpretar de muchas formas. Puede expresar una sociedad en la que …X es más común o más prevalente que en las sociedades anteriores. …se presta más atención a X que en las sociedades anteriores. …la función de X es mayor en las estructuras sociales de poder que en las sociedades anteriores. etc.

Por lo tanto, para cualquier X dada (como riesgo, información, conocimiento…) no puede haber una única respuesta correcta a la pregunta de si vivimos o no en una sociedad X. La respuesta dependerá de qué tipo de definición escojamos, e incluso después de haber escogido (por ejemplo) una de las tres definiciones vistas anteriormente, son necesarias más especificaciones pues pueden ser esenciales para la respuesta.

¿Vivimos en una sociedad del conocimiento? Tanto la respuesta positiva como la negativa son posibles. La primera porque la cantidad total de conocimiento humano acumulado va en aumento. Pero, por otra parte, se puede afirmar que la información se está acumulando a una velocidad mucho mayor que el conocimiento y que la transformación de la información en conocimiento se está quedando atrás.

Desde ese punto de vista, la “sociedad de la información” (o incluso quizá la “sociedad de los datos”) sería una definición más precisa. Conocimiento Información Datos Insegurida d Ignorancia Riesgo Del mismo modo, si escogemos otra definición, podemos afirmar que nuestra sociedad es una sociedad del conocimiento debido a la importancia creciente de éste en las estructuras sociales de poder.

Pero en ese caso, por otra parte, se puede afirmar que esto se aplica solamente a ciertos tipos de conocimiento, y que la importancia de otros tipos de conocimiento está disminuyendo, de manera que lo que está ocurriendo es que hay un cambio entre los diferentes tipos de conocimientos y no que estemos pasando de depender menos del conocimiento a depender más.

Campesina con su hijo cerca de la central nuclear Three Mile Island, marzo 1979. La región fue evacuada después de un accidente nuclear. AFP/UPI ¿Vivimos en una sociedad de riesgo? Por motivos parecidos, esta pregunta no tiene una respuesta unívoca. De entrada, ¿están los riesgos más extendidos o son más importantes que en las sociedades anteriores? Evidentemente, los cambios tecnológicos han impuesto nuevos riesgos a la humanidad.

La mayoría de los riesgos actuales no existían hace cincuenta o cien años– los misiles teledirigidos, las centrales de energía nuclear, los pesticidas orgánicos, los accidentes aéreos, etc. La conclusión natural parece ser que en las zonas industrializadas del mundo, los avances tecnológicos han dado lugar a un aumento de los riesgos.

Sin embargo, cabe hacer la observación de que este aparente aumento depende en gran medida de nuestro punto de mira. Por diversos motivos, prestamos más atención al aumento de riesgos que a su disminución.

En las zonas industrializadas del mundo, el hambre ya no es una amenaza grave, ni tampoco lo es la larga lista de enfermedades que antes eran incurables y ahora tienen curación. La navegación y la minería son menos peligrosas que antes, aunque todavía se pueda hacer mucho para reducir riesgos.

Si algunos riesgos están aumentando y otros disminuyendo, ¿cómo podemos medir la cantidad total de riesgo? Una medida razonable, en lo referente a la salud, es la esperanza de vida. Si se mide de esta forma, en las zonas ricas del mundo, los riesgos totales han disminuido.

¿Es la sociedad del riesgo algo que dejamos atrás hace ya tiempo? No necesariamente. Hay otras acepciones de “la sociedad del riesgo”, como la de sociedad en la cual los problemas sociales se tratan y analizan con referencia al concepto de “riesgo”. En este sentido, desde luego, vivimos en una sociedad de riesgo en mucha mayor medida que en cualquier generación anterior. Pero lo mismo que “sociedad de la información” puede ser en algunos aspectos una expresión más adecuada que “sociedad del conoc imiento”, se puede decir que la expresión “sociedad de la inseguridad” sería más precisa que la de “sociedad del riesgo”, al menos si entendemos la palabra “riesgo” en su sentido técnico de inseguridad cuantificada.

La ciencia y la tecnología modernas nos han hecho conscientes de muchas inseguridades y no a todas ellas se las puede denominar riesgos con propiedad. La inseguridad científica La ciencia nos brinda conocimientos nuevos. Pero desgraciadamente, este conocimiento nuevo genera más inseguridades.

Además de contestar a algunas de nuestras preguntas, la ciencia produce, a un ritmo siempre creciente, nuevas preguntas sin respuesta. Si vivimos actualmente en una “sociedad de la inseguridad” se debe básicamente a las inseguridades hacia las que la ciencia llama nuestra atención.

Algunos de los objetos del estudio científico son extremadamente complejos, y esta complejidad es la causa principal de la inseguridad científica. El efecto invernadero antropogénico es un ejemplo muy claro. Es necesario tomar en cuenta una larga serie de factores causales y mecanismos potenciales para determinar los efectos del aumento de concentraciones de gas invernadero en la atmósfera.

Algunos sistemas naturales muy complejos como los mares, bosques, y suelos interactúan con el sistema atmosférico, y lo mismo ocurre con actividades humanas como la producción de alimentos y energía. También hay que estudiar factores sociales como el comercio, la población, la migración y las formas de vida. Evidentemente, toda predicción acerca del resultado de todas estas interacciones tiene que estar cargada de inseguridad.

Una gran parte de la ciencia moderna se dedica al estudio de sistemas compuestos que son al menos tan complejos como el sistema climático: los ecosistemas, el cuerpo humano, la economía mundial, etc. Cada uno de éstos contiene tantos componentes e interacciones posibles que en la práctica son impredecibles. Algunos de estos sistemas son impredecibles no sólo en la práctica, sino también en principio, debido a los fenómenos caóticos.

El resultado de la evolución biológica es impredecible por este motivo. El sistema climático es también un sistema caótico, y está claro hasta qué punto esto limita la posibilidad de predecir el efecto invernadero.

Además, la ciencia está siempre sujeta a otro tipo de inseguridad, la de los factores desconocidos. Sólo muy rara vez tenemos buenas razones para creer que nuestros modelos científicos están completos, en el sentido de que no se nos ha pasado por alto ningún componente importante o interacción.

Incluso aunque podamos hacer cálculos exactos y fiables de los efectos combinados de todos los factores conocidos que influyen en el clima futuro, ¿cómo podemos saber que no hemos olvidado ningún proceso físico, químico o biológico que habríamos debido tener en cuenta?

Las vicisitudes del azar En algunos casos, se puede llegar al conocimiento sobre sistemas complejos por medio de la experiencia sistematizada. Esto ocurre, por ejemplo, cuando se estudian los efectos de los agentes terapéuticos en el cuerpo humano. Debido a la complejidad del cuerpo, es imposible, en la práctica, predecir teóricamente los efectos de una nueva droga.

Por eso, después de haber realizado ensayos preliminares, se prueban las medicinas de forma experimental en grupos de pacientes. Basándose en las estadísticas de estos estudios (ensayos clínicos) se pueden asegurar los efectos de las drogas médicas con una seguridad razonable. Evidentemente, hay muchos casos en los que este tipo de “desvío estadístico” para el conocimiento de sistemas complejos no es posible.

No tenemos acceso a un centenar de Tierras en las cuales poder experimentar para determinar cuál es el nivel tolerable de emisiones de gas invernadero. Es más, incluso en los casos en los que se dispone de información estadística, ésta no siempre reduce las inseguridades con tanta eficacia como cabría esperar. Consideremos el ejemplo de los efectos de las sustancias químicas en la salud.

¿Hasta qué punto es posible determinar la presencia o ausencia de estos efectos por medio del estudio directo de las personas expuestas? Desgraciadamente, la respuesta a esta pegunta es bastante desconcertante. Para abreviar, centrémonos en los riesgos mortales producidos por algunas sustancias tóxicas.

Para empezar, supongamos que 1000 personas están sujetas a la exposición química que produce el angiosarcoma hepático (un tipo poco frecuente de cáncer de hígado) en 0.5 % de las personas expuestas. Entre las personas no expuestas, la frecuencia de esta enfermedad está muy próxima a cero.

Si se realiza una investigación adecuada, hay muchas posibilidades de que se descubra una mayor presencia de esta enfermedad entre la población expuesta. A continuación, supongamos que otras 1000 personas están sujetas a una exposición que aumenta la incidencia de cáncer de pulmón de 10,0 a 10,5 %.

El número adicional de casos de cáncer es el mismo que en el caso anterior. Sin embargo, como se ve con el cálculo de probabilidades, la diferencia entre 10,0 y 10,5 % en este caso no se puede distinguir de variaciones fortuitas. Así pues, los efectos de esta sustancia no se pueden detectar estudiando a la población expuesta. En la práctica, los estudios epidemiológicos pueden detectar con fiabilidad el exceso relativo de riesgos solamente si está en torno a 10 % ó más.

Para los tipos más comunes de enfermedades mortales, como la enfermedad coronaria y el cáncer de pulmón, el riesgo de mortalidad es de un orden de magnitud de aproximadamente 10%. Por lo tanto, incluso en los estudios más afinados, un aumento del riesgo de mortalidad de 10-2 (10 % de 10 %) o menor puede ser indetectable (es decir, no se puede distinguir de variaciones fortuitas).

En experimentos con animales tenemos problemas experimentales parecidos, además de los problemas de extrapola ción de una especie a otra. ¿Cuál es la incidencia mínima en la salud para que el riesgo no nos parezca preocupante? Se han hecho muchos intentos de establecer un límite de preocupación, expresado como “riesgo aceptable” o “riesgo mínimo”.

La mayoría de nosotros estaría de acuerdo en que si una población humana estuviera expuesta a un factor de riesgo que estadísticamente costara la vida de una persona de cada 109 , este riesgo no sería cuestión de gran prioridad. Razonablemente, no sería un desastre que nuestros métodos de evaluación de los riesgos fueran insuficientes para descubrir riesgos de ese orden de magnitud.

Pero, por otra parte, la mayoría de nosotros consideraría un grave problema que no se pudiera detectar un factor de riesgo que costara la vida de una persona de cada 100 ó 1000. Las propuestas más comunes para fijar los límites de preocupación por los riesgos mortales son de 1 por 100 000 y 1 por 1000 000.

Es difícil encontrar propuestas de 1 por 10 000. Estos valores desde luego no son límites objetivos o científicos; pertenecen al ámbito de la ética. Sin embargo, es importante Diagrama 3. El “vacío ético” del conocimiento toxicológico. señalar la existencia de lo que se puede llamar un vacío ético, un vacío entre los niveles que son detectables científicamente y los que normalmente se consideran éticamente aceptables o al menos de preocupación menor.

Este vacío ético, ilustrado en el Diagrama 3, tiene un espacio de 2–4 órdenes de magnitud. Por todo esto, la ciencia nos deja con una cantidad considerable de inseguridad: aunque no se hayan encontrado efectos adversos en la población expuesta, puede seguir habiendo efectos en unos niveles de riesgo que son al menos entre 100 y 1000 veces más altos que los comúnmente propuestos de preocupación o aceptabilidad. La inseguridad científica en la adopción de decisiones Cuando pasamos de la ciencia al terreno práctico de la adopción de decisiones, encontramos aún más inseguridades.

Hay al menos cuatro tipos de inseguridad que se tienen que tener en cuenta en la práctica de la adopción de decisiones: la inseguridad en cuanto a las consecuencias, la inseguridad por falta de confianza, la inseguridad en cuanto al campo de decisión, y la inseguridad en cuanto a los valores. Los dos primeros están en estrecha relación con las inseguridades de la ciencia.

Por inseguridad de consecuencias se entiende que las consecuencias de las opciones que se le ofrecen al decisor no son conocidas. Este tipo de inseguridad se puede categorizar en cuatro grados. En el primero, el grado más bajo de inseguridad de 1 10-1 10-2 10-3 10-4 10-5 10-7 10-9 10-8 10-6 Detectable Aceptable consecuencias, se sabe qué resultados son posibles y cuáles son sus probabilidades. (Como dijimos antes, el término técnico para esto es “adopción de decisiones en condiciones de riesgo”.) El segundo nivel es el de adopción de decisiones con conocimiento incompleto de las probabilidades.

(El término técnico es “adopción de decisiones en condiciones de inseguridad”.) Por ejemplo, alguien que construye una casa en Lima desconoce la probabilidad exacta de que la casa sufra un terremoto importante, pero puede saber que la probabilidad es superior a 5 por ciento. En el tercer nivel de inseguridad de consecuencias, se sabe cuáles son los posibles resultados de las diversas opciones, pero todo lo que se sabe en cuanto a sus probabilidades es que no son cero. (El término técnico es “adopción de decisiones en condiciones de ignorancia”.)

En el cuarto y más alto nivel, adopción de decisiones con posibilidades desconocidas, no se sabe cuáles son las consecuencias posibles. Aunque la teoría de la decisión se ha centrado esencialmente en el nivel más bajo de inseguridad de consecuencias, en muchas decisiones prácticas, el nivel más alto de inseguridad puede ser, al menos, igual de importante. La distinción entre los niveles tercero y cuarto no siempre está clara, como se puede ver en las series siguientes de problemas posibles con la ingeniería genética: · consecuencias catastróficas imprevistas · emergencia de nuevas formas de vida, con consecuencias catastróficas imprevistas · emergencia de nuevos virus, con consecuencias catastróficas imprevistas · emergencia de nuevos virus, que pueden costar muchas vidas  emergencia de virus mortales que se extiendan como los virus de la gripe · emergencia de virus del SIDA modificados que se extiendan como los virus de la gripe Aunque algunas interpretaciones del nivel alto de inseguridad de consecuencias se puedan revelar desdeñables, la inseguridad fundamental más general puede permanecer.

Supongamos, por ejemplo, que alguien propone la introducción de una especie de lombriz modificada genéticamente que desplazará a la lombriz común y que aireará mejor el suelo. No dejaría de ser razonable tomar en consideración la posibilidad de que esto pudiera tener consecuencias imprevistas negativas. Siguiendo con la suposición, imaginemos que todas las preocupaciones concretas pueden ser neutralizadas.

Se puede demostrar que la nueva especie no provoca una mayor erosión del suelo, no será más susceptible a las enfermedades, etc. Aun así, sería razonable pensar: “Sí, pero puede tener otros efectos negativos que ni siquiera se nos han ocurrido. Por lo tanto, la nueva especie no debe ser introducida.” Del mismo modo, si alguien propusiera lanzar una sustancia química a la estratosfera por alguna razón, buena o no, no sería irracional oponerse a esta propuesta por el mero hecho de que podría tener consecuencias imprevistas, y esto suponiendo que todos los problemas pudieran ser neutralizados.

Nuestro segundo tipo de inseguridad es el relativo a la confianza. Los encargados de la adopción de decisiones suelen tener que basarse en la opinión de los expertos, que en la mayoría de los casos deben su saber a una combinación de formación científica y experiencia práctica. Se suele dar por sentado que un decidor sensato tiene que admitir que los expertos tienen razón, pero de hecho, no hay buenas razones para ello. Abundantes pruebas históricas nos muestran que los expertos se han equivocado a veces.

Un decidor sensato no debería excluir la posibilidad de que esto pueda volver a ocurrir. Cuanto menos sepa o entienda Ud. de aquello de lo que hablan los expertos, mayor inseguridad y desconfianza sentirá Ud. si es un decisor sensato. Esto no siempre ha sido bien entendido por los que tienen un conocimiento tecnológico y científico privilegiado. Otros dos tipos de inseguridad en la decisión Todas las decisiones tienen un campo limitado. Un decisor puede escoger entre tomar muchas pequeñas decisiones o reunirlas en menos decisiones pero más amplias. Cuando se toma una decisión, siempre hay que trazar la línea en alguna parte, y escoger (implícita o explícitamente) un “campo” para la decisión. Los diferentes grupos de interés trazan la línea en distintos sitios. La cuestión de los desechos nucleares es un buen ejemplo. En el debate público sobre este tema, hay al menos cuatro campos de decisión en competencia, que se ofrecen a continuación ordenados de menor a mayor amplitud:

1. El campo de eliminación de los desechos: Dados los reactores nucleares que tenemos, ¿cómo se deberían eliminar los desechos radioactivos de manera segura? 2. El campo de producción de energía: Dado el sistema que tenemos para la distribución y consumo de energía, ¿cómo se debe producir la energía? ¿Qué nos enseña la cuestión de los desechos nucleares sobre esto? 3. El campo del sistema de energía: Dado el resto de nuestro sistema social, ¿cómo debemos producir, distribuir y consumir la energía? ¿Qué nos enseña la cuestión de los desechos nucleares sobre esto? 4. El campo del sistema social: ¿Cómo debería organizarse nuestra sociedad? ¿Qué nos enseña la cuestión de los desechos nucleares sobre esto? La industria nuclear suele preferir los dos campos más estrechos, mientras que los adversarios de la energía nuclear prefieren normalmente los dos más amplios.

Es importante señalar que cada uno de los cuatro campos de decisión es compatible con una adopción de decisiones sensata. Por lo tanto, entre los diferentes decisiones sensatos puede haber distintas opiniones acerca de lo que trata realmente esta cuestión. Este ejemplo puede ser inusualmente claro, pero su estructura básica no es atípica. En las cuestiones controvertidas suele haber campos de decisión en competencia, como el campo nacional y el internacional. Como no hay elección de campo objetiva o independiente de los valores, esto contribuye a la inseguridad en la adopción de decisiones.

En su mayoría, los teóricos de la decisión parten de la base de que hay una serie de valores bien definidos en los que debe basarse la decisión. Pero en la práctica, suele haber una inseguridad considerable con respecto a los valores. La mayoría de las decisiones en cuestiones sociales requieren la evaluación de resultados complejos que difieren según las diversas categorías, como el dinero, las vidas humanas, el bienestar de la humanidad, la protección del medio ambiente, etc. Nuestras intuiciones éticas no bastan para sopesar de manera inequívoca todas las combinaciones posibles de estos factores.

Como ejemplo, citaremos las cuestiones medioambientales del tercer mundo, como la erosión del suelo, que suelen entrar en conflicto con las necesidades humanas inmediatas. En estos casos, pocos de nosotros tenemos una solución preparada para conciliar los valores que entran en conflicto. En algunos casos, la inseguridad del valor se puede reducir por medio de la reflexión moral informada, pero también hay casos en los que esto no parece posible.

Otra complicación entra en juego cuando las decisiones afectan a las generaciones futuras. Parecería razonable juzgar los efectos en las generaciones futuras de acuerdo, al menos en parte, con los valores (preferencias) de las futuras personas afectadas y no de acuerdo con nuestros propios valores (preferencias). Pero la evolución futura de los valores humanos es extremadamente difícil de predecir. Las decisiones que intentan respetar los valores de las generaciones futuras son por lo tanto decisiones forzosamente inseguras respecto a los valores.

Conclusión La acumulación masiva y extendida de información y –en menor medida– de conocimiento es una característica evidente de las sociedades actuales. Igualmente lo es la presencia de riesgos e inseguridades en cuestiones de debate público y en la adopción de decisiones. Auque estas dos tendencias – más informac ión y más inseguridad – pueden parecer contradictorias, hay una sencilla razón para que coexistan: aunque la nueva información, especialmente la que nos brinda la ciencia, resuelva en ocasiones viejas inseguridades, va suscitando otras nuevas a un ritmo mucho más rápido. El conocimiento sobre la inseguridad, y concomitantemente, el conocimiento sobre el riesgo, es una categoría epistemológica propia de nuestra era. Para solucionar toda esta inseguridad, es necesario elaborar estrategias para procesar la información y la adopción de decisiones, que tomen esto en cuenta. El análisis del riesgo cuantitativo, el principio de precaución, las opciones reversibles de decisión, la implicación del destinatario, y los procesos participativos son indicios de los planteamientos que los investigadores y los profesionales han adoptado para el desarrollo de estas estrategias.

No hay duda de que, para solucionar los problemas suscitados por la inseguridad y el riesgo, es necesario entender mejor los flujos de la información en la sociedad moderna y sus repercusiones sociales.

Traducido del inglés Sugerencias de lectura

HANSSON, S. O., Decision-Making Under Great Uncertainty, [La adopción de decisiones en condiciones de gran inseguridad]. Philosophy of the Social Sciences 26 (1996): 369-386.

HANSSON, S. O., The Limits of Precaution, [Los límites de la precaución] Foundations of Science 2 (1997): 293-306.

HANSSON, S.O. The Moral Significance of Indetectable Effects, [El significado moral de los efectos indetectables]. Risk 10:101-108, 1999.

JELLINEK, S. D., On The Inevitability Of Being Wrong, [Sobre lo inevitable de equivocarse]. Annals of the New York Academy of Science 363 (1981): 43–47.

LOASBY, B. J. Choice, Complexity, And Ignorance: An Enquiry Into Economic Theory And The Practice Of Decision-Making, [Elección, complejidad e ignorancia: estudio de la teoría económica y la práctica de la adopción de decisiones]. Cambridge: Cambridge U.P. 1976.

SCHELLING T.C., Research By Accident, [Investigación por casualidad]. Technological Forecasting And Social Change 53/1 (1996): 15-20.

SIMON, H.A., The New Science of Management Decision, [La nueva ciencia de la decisión de gestión]. Nueva York: Haper, 1960.

THOMPSON, P. B., Risking or Being Willing: Hamlet and the DC-10, [Los riesgos de la decisión: Hamlet y el DC-10] Journal of Value Inquiry 19 (1985): 301-310.

WAGNER, W. E., The Science Charade In Toxic Risk Regulation, [La charada científica en la regulación de los riesgos tóxicos]. Columbia Law Review 95 (1995): 1613-1723.

WEINBERG, A. M., Science and Trans -Science, [La ciencia y la trans-ciencia]. Minerva 10 (1972): 209-222.

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España: Díaz Tezanos destaca la importancia de la educación como «estrategia de cambio social»

España/ 05 de Julio de 2016/Fuente: 20 minutos

La vicepresidenta y consejera de Universidades e Investigación, Medio Ambiente y Política Social, Eva Díaz Tezanos ha asegurado que el sistema educativo constituye un «elemento primordial para la formación de los individuos» y ha destacado su importancia como «estrategia de cambio social».

Díaz Tezanos ha realizado estas declaraciones en la inauguración del seminario ‘Los contenidos culturales para la educación en las sociedades del conocimiento’, que se celebra esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). «Desde el Gobierno de Cantabria queremos un proyecto educativo basado en la formación de las personas para la sociedad del conocimiento un proyecto para fortalecer y empoderar a la ciudadanía para que ejerza de manera democrática, solidaria y de forma inclusiva, y con el que mejorar la vida de las personas y hacer frente a los retos del mundo en el que vivimos», ha enfatizado.

La vicepresidenta ha asegurado que la Educación, en los últimos años, ha sido «vapuleada sin consideración alguna» y obligada a tomar un «camino incierto». A su juicio, asistimos a un tiempo y una sociedad en los que el valor de la información se ha devenido «primordial», una época en la que aparecen evidencias de un incremento global de la riqueza «que disimula enormes y crecientes desigualdades que «provocan convulsión en la parte más débil de la sociedad». Para la vicepresidenta, la respuesta a estas circunstancias puede venir a través de la política y la educación, con el fin de «empoderar a la ciudadanía y transformarla en una sociedad del conocimiento y de la información», convirtiéndolas en «elementos relevantes de la cultura social».

Por ello, ha apostado por conseguir que «lo social prime sobre lo individual», y a través de la cultura del conocimiento, «reforzar los valores y el compromiso social». De ahí, que desde el Gobierno de Cantabria existe «una sólida apuesta por la ciencia, la tecnología y el conocimiento», trabajando estrechamente con la Universidad de Cantabria, que tiene un protagonismo especial en el desarrollo y progreso de nuestra comunidad autónoma, ha recalcado. Así, ha manifestado que el Ejecutivo regional es plenamente consciente de que el «conocimiento es la base del bienestar social» y que «la educación, la cultura, la ciencia y la investigación son la única garantía de un desarrollo equitativo, justo, y de un desarrollo inteligente y sostenible».

La vicepresidenta ha argumentado que en el mundo global el conocimiento circula libremente y se distribuye entre diferentes grupos de personas, espacios, medios y tiempos. Al mismo tiempo ha asegurado que en esta «sociedad interdependiente» es necesario crear espacios de intercambio, colaboración y cooperación para potenciar el conocimiento. Díaz Tezanos ha recordado que, ya entre 2003 y 2011, Cantabria abordó una tarea modernizadora de la escuela apoyándose en un sistema que se basó en principios y valores coherentes con los que plantea la sociedad del conocimiento. «Recientemente hemos asistido a unos años de involución en materia educativa y ahora toca reconstruir», ha remarcado.

PROYECTO EDUCATIVO DEL EJECUTIVO REGIONAL

Para finalizar, ha expuesto los principios, criterios y valores en los que se fundamenta el proyecto educativo que lidera el actual consejero, el socialista Ramón Ruiz, y con el que Cantabria trata de fortalecer la formación de su infancia y de su juventud, para constituir una ciudadanía que conforme una «sociedad más fuerte, más justa y solidaria», a través de una formación adecuada y coherente para vivir en la sociedad del conocimiento.

En primer lugar, ha afirmado que se pretende reconstruir y elevar a las mayores cotas posibles de calidad la educación de Cantabria, para lo que «el diálogo y la participación son fundamentales». En segundo, la educación de Cantabria apuesta por la diversidad, la equidad y la igualdad de oportunidades, ha explicado. El tercer paso es la colaboración de toda la comunidad educativa y la sociedad y la creación de redes de apoyo.

El cuarto principio pasa por impulsar la creatividad, innovación e investigación, que «potencian y mejoran el Estado del bienestar». Y el quinto, es la potenciación de la «cultura de la evaluación y autoevaluación», instrumento básico para que los colectivos puedan profundizar en el trabajo y su mejora. En el acto inaugural han estado presentes el secretario general de la UIMP, Álvaro Gutiérrez; el director del seminario, José Gimeno Sacristán y consejero de Educación, Cultura y Deporte, Ramón Ruiz.

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2789172/0/diaz-tezanos-destaca-importancia-educacion-como-estrategia-cambio-social/#xtor=AD-15&xts=467263

Fuente: http://www.20minutos.es/noticia/2789172/0/diaz-tezanos-destaca-importancia-educacion-como-estrategia-cambio-social/

Imagen: http://imagenes.lainformacion.com/2016/07/04/educacion/universidad/Diaz-Tezanos-importancia-educacion-estrategia_932018725_108820144_667x375.jpg

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Costa de Marfil: African Ministerial Forum Stresses Urgency to Accelerate ICT Integration in Education to Achieve Africa’s Agenda 2063 and the SDGs

África/Costa de Marfil/Junio 2016/Autor: Editor / Fuente: allafrica.com

Resumen:  El Segundo Foro Ministerial Africano sobre la integración de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) en la educación y la formación, bajo el lema: «Impulsar sociedades del conocimiento integradoras en África para aplicar el Programa de África 2063 y los ODS terminaron el jueves 9 de junio en Abiyán con una conclusión más importante: es urgente acelerar la integración de las TIC en la educación y capacitación para desarrollar habilidades del siglo 21, avanzar en la sociedad del conocimiento y lograr Agenda de África 2063 y los Objetivos de Desarrollo sostenible (ODS).

The Second African Ministerial Forum on the integration of information and communications technology (ICT) in education and training under the theme: ‘Advancing inclusive knowledge societies in Africa to implement Africa’s Agenda 2063 and the SDGs’ ended on Thursday, June 9 in Abidjan with a major conclusion: it is urgent to accelerate ICT integration in education and training to develop 21st century skills, advance knowledge society and achieve Africa’s Agenda 2063 and the Sustainable Development Goals (SDGs).

Governments as well as education and training stakeholders are particularly invited to:

Move from policy to action by developing national and regional strategies and programs, as well as accountability mechanisms matching the ambition of the Global Agenda 2030 and Africa’s Agenda 2063;

Create an enabling environment for fostering partnerships to accelerate the implementation of ICT integration in education and training systems;

Accelerate the use of ICT to offer all learners an equal opportunity to access quality education;

Integrate skilling in digital technologies into all technical and vocational skills development programs;

Promote youth employment and self-employment through holistic training combining the mastery of the latest technologies, providing support for professionals and an incubation period for the creation of start-ups that include logistical and financial support;

Establish sustainable financing strategies through the development of partnerships with foundations, technical and financial partners, telecommunication regulators and operators as well as various digital solidarity funds;

Create multifunctional digital spaces accessible to all the actors of society (pupils, students, youth, women and other economic actors) to support education, health and environments conducive to business;

Design and deliver learning pathways tailored to the needs of children and young people affected by crises and conflicts as well as to the needs of other marginalized groups;

Implement mechanisms for prior learning assessment and certification of vocational and technical skills outside formal institutions, so as to promote access to employment, employability and mobility of young people;

Encourage, through incentives, the creation of training content drawing on indigenous cultures;

Build technological alliances to ensure that the latest advances in equipment and operating systems are extended to the African continent;

Provide schools with access to mini-networks and systems to ensure power supply.

Officially opened on June 8, 2016 by the Prime Minister of Côte d’Ivoire, Daniel Kablan Duncan, and closed by the Minister of National Education of Côte d’Ivoire, Kandia Camara, the Forum attracted more than 150 participants from 37 countries.

In their respective speeches, Oley Dibba-Wadda, Executive Secretary, Association for the Development of Education in Africa (ADEA); Bruno Koné, Minister of Digital Economy and Posts, Côte d’Ivoire; Kandia Camara, Minister of National Education of Côte d’Ivoire; John Galvin, Director of Intel Education; and Warren La Fleur, Microsoft’s Education Lead for West, East and Central Africa; reaffirmed their commitment to further support ICT integration in education and training in Africa.

In his address, the Ivorian Prime Minister commended especially the Association for the Development of Education in Africa (ADEA), for its technical support to the consultations on the issue of ICT integration in education in Africa.

On the way forward, the Ivorian Minister of National Education, Kandia Camara, said, «The Forum has shown that African countries are firmly engaged in the path of digital technology. Like Côte d’Ivoire, they aspire to become emerging countries and integrating ICT in education is a fundamental element towards achieving this.»

ADEA’s Executive Secretary, Dibba-Wadda said, «ICT integration in the education sector is a technical and policy issue that would guarantee continuous training to both the teacher and the learner.»

Jerome Morrissey, CEO of the Global e-Schools and Communities Initiative (GESCI) , underlined «the pivotal importance of education and skills development for future social cohesion, employment and for wider knowledge society development [… ] This means that countries must now re-focus on improving their education model through the incorporation of digital technologies,» he said, reminding the meeting that such a focus concurs with SDG 4 to «ensure inclusive and equitable quality education and promote life-long learning opportunities for all.»

Participants at the Forum included African Ministers and policy-makers in charge of education, higher education and scientific research and ICT; experts in the field of education and ICT from technical agencies, universities and research institutes; representatives of the private sector in the field of ICT; regional and international experts involved in the development and implementation of ICT integration policies in education; representatives of co-operation and development agencies; and representatives of pan-African bodies and regional economic communities working in the field of education and training.

Twenty-two African countries participated in the Forum including Angola, Benin, Burkina Faso, Côte d’Ivoire, the Democratic Republic of Congo (DRC), Djibouti, the Republic of Guinea, Kenya, Liberia, Madagascar, Mauritius, Morocco, Mozambique, Namibia, Niger, Nigeria, Senegal, South Africa, Tanzania, Togo, Zambia and Zimbabwe.

The 2nd African Ministerial Forum on the integration of ICT in education and training was organized by the Government of Côte d’Ivoire through the Ministry of National Education, the Association for the Development of Education in Africa (ADEA), the Global e-Schools and Communities Initiative (GESCI), the African Development Bank Group (AfDB), Intel, the United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO), the international Organization of the Francophonie (OIF) and Microsoft.

Visit the Forum’s website at http://www.africaictedu.org for further information.

Media contacts:

– Stefano De Cupis, Senior Communications Officer, ADEA, T. +225 2026 4261, s.decupis@afdb.org

– Said Dosso, Communication Assistant, Ministry of National Education, Côte d’Ivoire, T. +225 2022 2957, youngsaid13@gmail.com

– Thanh-Hoa Desruelles, Senior Expert, Advocacy, Partner Relations and Communications, GESCI, T. +33/ (0) 4 99 43 59 22, thanh-hoa.desruelles@gesci.org

Forum Coordinators:

– Brahima Sangare, Advisor to the Minister, Ministry of National Education, Côte d’Ivoire, bsangson@yahoo.fr

– Tarek Chehidi, Senior Programme Development Specialist, GESCI, tarek.chehidi@gesci.org

– Shem Bodo, Senior Programs Officer, ADEA, s.bodo@afdb.org

Fuente de la noticia: http://allafrica.com/stories/201606241014.html

Fuente de la imagen: https://www.google.co.ve/search?q=abiy%C3%A1n&client=ubuntu&hs=L8E&channel=fs&biw=1366&bih=671&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwj23eeB5cPNAhVCdj4KHQJ1COgQ_AUIBigB#imgrc=TnqprUrv5GhIUM%3A

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