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Para una nueva declaración universal de los derechos humanos (I)

Por: Boaventura de Sousa Santos

El gran filósofo del siglo XVII, Baruch Spinoza, escribió que los dos sentimientos básicos del ser humano (afectos, en su terminología) son el miedo y la esperanza. Y sugirió que es necesario lograr un equilibrio entre ambos, ya que el miedo sin esperanza conduce al abandono y la esperanza sin miedo puede conducir a una autoconfianza destructiva. Esta idea puede extrapolarse a las sociedades contemporáneas, especialmente en una época en la que, con el ciberespacio, las comunicaciones digitales interpersonales instantáneas, la masificación del entretenimiento industrial y la personalización masiva del microtargeting comercial y político, los sentimientos colectivos son cada vez más “parecidos” a los sentimientos individuales, aunque siempre sean agregaciones selectivas. Es por ello que actualmente la identificación con lo que se oye o se lee resulta tan inmediata (“eso es precisamente lo que pienso”, aunque nunca antes se haya pensado sobre “eso”), al igual que la repulsión (“tenía buenas razones para odiar eso”, a pesar de que nunca se haya odiado “eso”). De este modo, los sentimientos colectivos se convierten fácilmente en una memoria inventada, en el futuro del pasado de los individuos. Por supuesto, esto solo es posible porque, a falta de una alternativa, la degradación de las condiciones materiales de vida se vuelve vulnerable a una reconfortante ratificación del statu quo.

Si convertimos los sentimientos de esperanza y miedo en sentimientos colectivos, podemos concluir que tal vez nunca haya habido una distribución tan desigual del miedo y la esperanza a escala global. La gran mayoría de la población mundial vive dominada por el miedo: al hambre, a la guerra, a la violencia, a la enfermedad, al jefe, a la pérdida del empleo o a la improbabilidad de encontrar trabajo, a la próxima sequía o a la próxima inundación. Este miedo casi siempre se vive sin la esperanza de que se pueda hacer algo para que las cosas mejoren. Por el contrario, una diminuta fracción de la población mundial vive con una esperanza tan excesiva que parece totalmente carente de miedo. No teme a los enemigos porque considera que estos han sido anulados o desarmados; no teme la incertidumbre del futuro porque dispone de un seguro a todo riesgo; no teme las inseguridades de su lugar de residencia porque en cualquier momento puede trasladarse a otro país o continente (e incluso comienza a barajar la posibilidad de ocupar otros planetas); no teme la violencia porque cuenta con servicios de seguridad y vigilancia: alarmas sofisticadas, muros electrificados, ejércitos privados.

La división social global del miedo y la esperanza es tan desigual que fenómenos impensables hace menos de treinta años hoy parecen características normales de una nueva normalidad. Los trabajadores “aceptan” ser explotados cada vez más a través del trabajo sin derechos; los jóvenes emprendedores “confunden” la autonomía con la autoesclavitud; las poblaciones racializadas se enfrentan a prejuicios racistas que a menudo provienen de aquellos que no se consideran racistas; las mujeres y la población LGTBI siguen siendo víctimas de violencia de género, a pesar de todas las victorias de los movimientos feministas y antihomofóbicos; los no creyentes o creyentes de religiones “equivocadas” son víctimas de los peores fundamentalismos. En el plano político, la democracia, concebida como el gobierno de muchos en beneficio de muchos, tiende a convertirse en el gobierno de pocos en beneficio de pocos, el estado de excepción con pulsión fascista se va infiltrando en la normalidad democrática, mientras que el sistema judicial, concebido como el Estado de derecho para proteger a los débiles contra el poder arbitrario de los fuertes, se está convirtiendo en la guerra jurídica de los poderosos contra los oprimidos y de los fascistas contra los demócratas.

Es urgente cambiar este estado de cosas o la vida se volverá absolutamente insoportable para la gran mayoría de la humanidad. Cuando la única libertad que le quede a esta mayoría sea la libertad de ser miserable, estaremos ante la miseria de la libertad. Para salir de este infierno, que pareceprogramado por un plan voraz y poco inteligente, es necesario alterar la distribución desigual del miedo y la esperanza. Es urgente que las grandes mayorías vuelvan a tener algo de esperanza y, para ello, es necesario que las pequeñas minorías con exceso de esperanza (porque no temen la resistencia de quienes solo tienen miedo) tengan miedo de nuevo.

Para que esto ocurra, se necesitarán muchas rupturas y luchas en los terrenos social, político, cultural, epistemológico, subjetivo e intersubjetivo. El siglo pasado comenzó con el optimismo de que rupturas con el miedo y luchas por la esperanza estaban cerca y serían eficaces. Este optimismo tuvo el nombre inicial e iniciático de socialismo o comunismo. Otros nombres-satélite se unieron a ellos, como republicanismo, secularismo, laicismo. A medida que el siglo avanzaba se unieron nuevos nombres, como liberación del yugo colonial, autodeterminación, democracia, derechos humanos, liberación y emancipación de las mujeres, entre otros.

Hoy, en la primera mitad el siglo XXI, vivimos entre las ruinas de muchos de esos nombres. Los dos primeros parecen reducirse, en el mejor de los casos, a los libros de historia y, en el peor, al olvido. Los restantes subsisten desfigurados o, como mínimo, se ven confrontados ante la perplejidad de acumular tantas derrotas como victorias protagonizan. Por estas razones, las rupturas y las luchas contra la distribución torpemente desigual del miedo y la esperanza serán una tarea ingente, porque todos los instrumentos disponibles para llevarlas a cabo son frágiles. Además, esta discrepancia constituye en sí misma una manifestación del desequilibrio contemporáneo entre el miedo y la esperanza. La lucha contra tal desequilibrio debe comenzar por los instrumentos que reflejan este mismo desequilibrio. Solo a través de luchas eficaces contra este desequilibrio será posible señalar la expansión de la esperanza y la retracción del miedo entre las grandes mayorías.

Cuando los cimientos se derrumban, se convierten en ruinas. Cuando todo parece estar en ruinas, no hay más alternativa que buscar entre las ruinas, no solo el recuerdo de lo que fue mejor, sino especialmente la desidentificación con lo que al diseñar los cimientos contribuyó a la fragilidad del edificio. Este proceso consiste en transformar las ruinas muertas en ruinas vivas. Y tendrá tantas dimensiones cuantas sean exigidas por la predictora socioarqueología. Comencemos hoy, al inicio de año, por los derechos humanos.

Los derechos humanos tienen una doble genealogía. A lo largo de su vasta historia desde el siglo XVI, fueron sucesivamente (a veces de manera simultánea) un instrumento de legitimación de la opresión eurocéntrica, capitalista y colonialista, y un instrumento de legitimación de las luchas contra esa opresión. Pero siempre fueron más intensamente instrumento de opresión que de lucha contra ella. Por eso contribuyeron a la situación de extrema desigualdad de la división global del miedo y la esperanza en la que nos encontramos hoy. A mediados del siglo pasado, tras la devastación de las dos guerras en Europa (con impacto mundial debido al colonialismo), los derechos humanos tuvieron un momento alto con la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que vino a sustentar ideológicamente el trabajo de la ONU. El 10 de diciembre pasado se conmemoraron los 71 años de la Declaración. No es aquí el lugar para analizar en detalle este documento, que en su origen no es universal (de hecho, es cultural y políticamente muy eurocéntrico) pero que gradualmente se fue estableciendo como una narrativa global de dignidad humana.

Es posible decir que entre 1948 y 1989, los derechos humanos fueron predominantemente un instrumento de la guerra fría, lectura que durante mucho tiempo fue minoritaria. El discurso hegemónico de los derechos humanos fue usado por los gobiernos democráticos occidentales para exaltar la superioridad del capitalismo en relación al comunismo del bloque socialista de los regímenes soviético y chino. Según tal discurso, las violaciones de los derechos humanos solamente ocurrían en ese bloque y en todos los países simpatizantes o bajo su influencia. Las violaciones que había en los países “amigos” de Occidente, crecientemente bajo influencia de los Estados Unidos, eran ignoradas o silenciadas. El fascismo portugués, por ejemplo, se benefició durante mucho tiempo de esa “sociología de las ausencias”, tal como sucedió con Indonesia durante el período en que invadió y ocupó Timor Oriental, o con Israel desde el inicio de la ocupación colonial de Palestina hasta hoy. En general, el colonialismo europeo fue por mucho tiempo el beneficiario principal de esa sociología de las ausencias.

Así se fue construyendo la superioridad moral del capitalismo en relación al socialismo, una construcción en la que colaboraron activamente los partidos socialistas del mundo occidental.

Esta construcción no estuvo libre de contradicciones. Durante este período, los derechos humanos en los países capitalistas y bajo la influencia de los Estados Unidos fueron muchas veces invocados por organizaciones y movimientos sociales en la resistencia contra violaciones flagrantes de esos derechos. Las intervenciones imperiales del Reino Unido y de los Estados Unidos en el Medio Oriente, y de los Estados Unidos en América Latina, a lo largo de todo el siglo XX, nunca fueron consideradas internacionalmente violaciones de derechos humanos, aunque muchos activistas de derechos humanos sacrificasen su vida defendiéndolos. Por otro lado, sobre todo en los países capitalistas del Atlántico Norte, las luchas políticas llevaron a la ampliación progresiva del catálogo de derechos humanos: los derechos sociales, económicos y culturales se juntaron a los derechos civiles y políticos. Surgió entonces cierta disociación entre los defensores de la prioridad de los derechos civiles y políticos sobre los demás (corriente liberal), y los defensores de la prioridad de los derechos económicos y sociales o de la indivisibilidad de los derechos humanos (corriente socialista o socialdemócrata).

La caída del Muro de Berlín en 1989 fue vista como la victoria incondicional de los derechos humanos. Pero la verdad es que la política internacional posterior reveló que, con la caída del bloque socialista, cayeron también los derechos humanos. Desde ese momento, el tipo de capitalismo global que se impuso desde la década de 1980 (el neoliberalismo y el capital financiero global) fue promoviendo una narrativa cada vez más restringida de derechos humanos. Comenzó por suscitar una lucha contra los derechos sociales y económicos. Y hoy, con la prioridad total de la libertad económica sobre todas las otras libertades, y con el ascenso de la extrema derecha, los propios derechos civiles y políticos, y con ellos la propia democracia liberal, son puestos en cuestión como obstáculos al crecimiento capitalista. Todo esto confirma la relación entre la concepción hegemónica de los derechos humanos y la guerra fría.

Ante este escenario, se imponen dos conclusiones paradójicas e inquietantes, y un desafío exigente. La aparente victoria histórica de los derechos humanos está derivando en una degradación sin precedentes de las expectativas de vida digna de la mayoría de la población mundial. Los derechos humanos dejaron de ser una condicionalidad en las relaciones internacionales. Cuando mucho, en vez de sujetos de derechos humanos, los individuos y los pueblos se ven reducidos a la condición de objetos de discursos de derechos humanos. A su vez, el desafío puede formularse así: ¿será todavía posible transformar los derechos humanos en una ruina viva, en un instrumento para transformar la desesperación en esperanza? Estoy convencido que sí. En la próxima crónica intentaré rescatar las semillas de esperanza que habitan la ruina viva de los derechos humanos.

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/204320

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El cansancio de la democracia y cómo combatirlo. El filósofo Henry Giroux sobre la vida en la era de Trump

Redacción: Salón

¿Somos seres humanos o «humanoides» robóticos? Para Giroux, luchar contra el fascismo se trata de estar completamente consciente y despierto.

Al igual que otros autoritarios y fascistas, Donald Trump es un experto practicante de la doctrina del shock. Esta estrategia implica atacar la legitimidad de las instituciones políticas, normas y valores. En la versión de Trump de la doctrina del shock, el capitalismo de gángsters y la privatización generalizada de los bienes públicos y los bienes comunes sociales son simultáneamente la táctica central y el objetivo final.

El uso de la doctrina del choque por parte de Trump y sus agentes también implica socavar la verdad y la realidad en sí mismas de modo que no pueda haber un acuerdo común para el consenso político al servicio de la democracia.

El uso de Trump y sus agentes de la doctrina del shock también es una campaña contra las nociones de comunidad y ciudadanía compartidas . En los Estados Unidos, esto toma la forma de la supremacía blanca y otras formas de violencia social y política contra individuos y grupos considerados como el Otro: esto incluye a los negros y no blancos en general, las personas LGBT, las personas con discapacidad, los pobres y la clase trabajadora, inmigrantes y refugiados, musulmanes, liberales y progresistas y aquellas personas consideradas como los «enemigos» de Trump.

El efecto total del asalto de la doctrina de choque de Trump sobre el pueblo estadounidense es un estado colectivo de agotamiento, fatiga y soledad . Además, el pueblo estadounidense y otras personas en todo el mundo que están siendo víctimas de la derecha mundial (y las políticas neoliberales fallidas que crearon el pantano fétido del que surgió) también están experimentando resultados de salud física y mental disminuidos .

En los Estados Unidos, el efecto suma es un tipo de fatiga donde, en lugar de adoptar la resistencia de las masas y otras formas de política corporal, el público ha sucumbido a la impotencia aprendida y a una condición general de pasividad.

¿Es la “fatiga de la democracia” solo una forma de cobardía? ¿Qué se puede hacer para contrarrestarlo? ¿Cómo han ayudado las voces centristas en los principales medios de comunicación y en otros lugares a normalizar y sostener a Donald Trump, su Partido Republicano y el ataque de su movimiento a la democracia? ¿Cómo puede el pueblo estadounidense prepararse en 2020 y más allá para los ataques crecientes de Trump y los republicanos contra la democracia estadounidense, los derechos humanos y el estado de derecho?

En un esfuerzo por responder estas preguntas, recientemente hablé con el filósofo Henry Giroux. Es profesor de inglés y estudios culturales en la Universidad McMaster en Hamilton, Ontario, Canadá. Ha escrito docenas de artículos y libros, incluidos los recientes » América en guerra contra sí mismo » y » Pesadilla americana: el desafío del autoritarismo estadounidense «. El último libro de Giroux es » El terror de lo imprevisto » .

Hay mucha desesperación entre el pueblo estadounidense y otros que viven la época de Trump. He recibido correos electrónicos y comentarios de personas que me dicen que soy «demasiado negativo» y que mis ensayos y podcasts los están «asustando» y que debo dejar de hacerlo. Tales personas ya se han rendido. Es algo triste de contemplar. ¿Qué les dirías?

Les diría que las críticas no son sobre la desesperación. Se trata de abrir las posibilidades de pensar de una manera diferente para que uno pueda actuar en defensa del bien común, la igualdad, la justicia social y los ideales democráticos.

Necesitamos desarrollar un lenguaje en los Estados Unidos y en otros lugares donde no se equiparen el capitalismo y la democracia. Necesitamos un nuevo lenguaje que genere un espacio donde podamos imaginar un futuro mejor. También debemos confrontar cómo se usa el lenguaje como herramienta para crear miedo sin sentido. En última instancia, si una persona ataca al crítico y al narrador de la verdad porque lo entristece, simplemente están convirtiendo un problema público en privado. Mientras las personas consideren que los problemas públicos de toda la sociedad son, ante todo, sus propios traumas personales, quedarán atrapados por las mismas fuerzas que les causan dolor y los explotan.

Existe un lenguaje emergente sobre lo que se describe como «fatiga de la democracia». Amenaza con convertirse en un marco dominante para comprender el surgimiento de la derecha global y su impacto en el público. La lucha contra esta nueva forma de fascismo y autoritarismo en Estados Unidos y en todo Occidente aún no ha comenzado en serio y ya se habla de rendición.

La “fatiga de la democracia” hace el trabajo de depravación moral porque parece sugerir que, incluso frente a los horrores, no deberíamos ser francos. Que deberíamos cansarnos y desvanecernos en la oscuridad, por así decirlo.

Cuando te desvaneces en las sombras te conviertes en parte del problema. No se trata de estar cansado, es cuestión de justicia. Se trata de la verdad. Se trata de responsabilidad social. Se trata de enfrentar el hecho de que vivimos en tiempos muy peligrosos. El problema no es cansarse; El problema es luchar más duro.

En última instancia, este lenguaje de «fatiga democrática» está siendo ofrecido por personas que han sido absorbidas por el sistema. Temen las posibilidades que representan las personas que desafían el sistema. Esta resistencia podría ser por parte de los jóvenes, los maestros o la forma en que las personas luchan contra el cambio climático. La “fatiga de la democracia” es un lenguaje cobarde que se presenta como una idea. Realmente es el centro liberal de la peor manera. Es el lenguaje de «Ve despacio, no te muevas demasiado rápido. No te agotes.

Es un idioma muerto. El resultado no deseado de dicho lenguaje es que también refuerza la desconfianza hacia las élites y empuja a demasiadas personas a los brazos de demagogos como Donald Trump.

¿Qué piensa sobre los centristas profesionales y otras voces «convencionales» en los medios de comunicación? Bailan en torno a las terribles realidades de lo que representa el Trumpismo porque están invertidos en dar a su público alguna falsa esperanza. Como ejemplo, los formadores de opinión más destacados tardaron casi tres años en describir finalmente a Donald Trump como lo que es: un fascista, un mentiroso en serie, un racista, un misógino, corrupto, mentalmente enfermo y un demagogo. ¿Pero adivina que? Durante los siguientes días y semanas simplemente continuaron. Hay poco o ningún seguimiento y compromiso con la verdad.

Sus marcos éticos están organizados en torno a intereses económicos y políticos muy específicos. Esos tipos de expertos centristas profesionales son básicamente showman y show-women. Son ejemplos de una política de desconexión y una política de teatro. La política se vacía de cualquier sustancia. Se trata del espectáculo.

Por lo tanto, cualquier cuestión de responsabilidad social o ética no tiene sentido en relación con su propia complicidad en el sistema. Estos centristas profesionales tienen una participación en el sistema. Se benefician de ello. ¿Realmente crees que les importan los costos sociales que produce el sistema? Podrían importarles menos.

Estas personas no son más que charlatanes que defienden el sistema haciendo el reclamo de oponerse a él, cuando en realidad no se oponen en absoluto. Básicamente son cómplices de ello.

Un buen ejemplo de la política del teatro y la distracción es la nueva película «Bombshell», que trata sobre Fox News y su escándalo de acoso sexual. El trabajo político que realiza una película así es muy peligroso porque intenta humanizar a los agentes del fascismo.

No me interesan las historias personales que básicamente borran las cuestiones de política y poder y las estructuras que las mantienen. Estas historias funcionan como máquinas de desimaginación que reducen la política y las preocupaciones serias hasta «¿Te gustan estas personas en la película? Mira, no son tan malos. Oh, son como nosotros «. Eso no tiene sentido. En este discurso, los problemas sociales y políticos colapsan en lo personal y toda política se reduce a cuestiones de carácter, estilo y estética.

Son «humanoides». Forman parte de un sistema que destruye enormemente las mentes de las personas, sus vidas, sus medios de vida, sus familias y su búsqueda de una vida llena de dignidad. No me interesa que el mal sea humanizado. En cambio, estoy interesado en comprender las fuerzas ideológicas y estructurales que realmente producen el mal.

¿Qué significa ser un ser humano completo? ¿Cómo hacemos la distinción entre un «humanoide» y un ser humano completo?

Un humanoide es una persona que ya no ocupa un universo moral. Un humanoide es un individuo que se ha alejado de cualquier sentido de responsabilidad ética y social hacia los demás. El proceso de convertir a las personas en humanoides convierte a las personas en un tipo de máquina. Los convierte en algo mortal. Los convierte en personas que no sienten. Los convierte en personas que están básicamente inmersas en una cultura de crueldad, y de alguna manera estos humanoides incluso parecen disfrutar del dolor y la rabia y la separación y la desesperación que perpetran sobre los demás.

Los humanoides son personas que son básicamente sadomasoquistas, que funcionan de una manera que alinea su propia personalidad con un sistema que dice que las cuestiones de compasión, justicia, cuidado, amor, coraje y responsabilidad social son una responsabilidad.

En total, los humanoides producen una cultura de crueldad y miseria, pero también ocupan literalmente su centro.

Ese proceso y sus agentes son fundamentales para el imaginario fascista que se está apoderando de América y el mundo en la actualidad.

Estás en lo correcto. Estamos en medio de un imaginario fascista. El fascismo no se replica exactamente cada vez que aparece. Centrarse en alguna definición formal estricta pierde el punto. El fascismo es, en cambio, un sistema ideológico que tiende a reinventarse de diferentes maneras. Si una persona no puede entender ese hecho, entonces no ha aprendido nada de la historia. No tienen conciencia histórica.

No se trata simplemente de un debate sobre el significado del «fascismo» sino de un debate sobre el significado de la historia. También debemos lidiar con cómo la historia se reproduce en el presente.

La pregunta obligatoria: al final de un año y al comienzo de otro, ¿qué piensa sobre 2020 y más allá?

Hay una manera de hablar sobre el tiempo que es muy diferente de la cuestión de hacer pronósticos y predicciones. El tiempo, con respecto a la política y la agencia, es una carga o un lujo. Cuando el tiempo es una carga, las personas no pueden desarrollar sus capacidades humanas completas porque están involucradas en la política de supervivencia. En comparación, cuando el tiempo puede usarse como un lujo, las personas no solo están sobreviviendo. Pueden alcanzar más plenamente sus capacidades artísticas, creativas y humanas.

Los cambios en el tiempo son críticos para entender. ¿Qué está pasando en este momento histórico y sus cambios? ¿Qué nuevas formaciones políticas estamos presenciando?

Es por eso que he pasado una gran cantidad de tiempo pensando en el fascismo neoliberal, un proceso en el que las élites corporativas y otras ahora están utilizando la supremacía blanca, el nacionalismo y el racismo blancos y los discursos de sangre y suelo como una forma de desviar la política de sus propios fracasos como clase.

El fascismo neoliberal es una nueva formación política. Sí, está relacionado con lo que sucedió en las décadas de 1920 y 1930. Pero también es claramente diferente.

¿Cómo equilibramos el hecho de que poblaciones enteras están en modo de supervivencia tratando de mantener una perspectiva a largo plazo?

Las personas necesitan ser educadas para ver cómo las cuestiones de supervivencia pueden combinarse con una noción de autorreflexión. Uno no tiene que estar atrapado en tal estado de desesperación si aprende a trabajar colectivamente con otros.

Las personas deben comenzar a comprender que las personas que apoyan, las élites, son las personas que de hecho las explotan. La gente debe comprender que el sistema configurado actualmente no está destinado a la persona promedio. Y nuevamente, debemos entender que el capitalismo no tiene nada que ver con la democracia y todo que ver con la consolidación del poder en sus muchas formas antisociales.

No podemos descartar a las personas solo porque están atrapadas. En cambio, debemos descubrir qué significa para las personas estar atrapadas y luego encontrar formas de darles un nuevo sentido de agencia individual y colectiva.

Los líderes del Partido Demócrata, y la mayoría en los principales medios de comunicación, todavía están en un estado de profunda negación sobre el hecho de que los partidarios de Trump lo aman porque es grosero, asqueroso, peligroso, ignorante, violento, racista, sexista y despectivo de los derechos humanos. y dignidad humana en general. En resumen, los cultistas de Trump lo aman porque es una mala persona. Los principales medios de comunicación y los líderes demócratas no pueden admitir ese hecho básico porque hacerlo acusaría a la sociedad estadounidense.

¿Cómo debemos entender la ira que se está apropiando Donald Trump? ¿Cómo fueron las llamadas élites liberales tan completamente cerebrales con respecto a lo que se perdieron con el surgimiento del Trumpismo?

Las élites liberales no tenían nada que decir a los trabajadores. El lenguaje que usaban las élites liberales no hacía más que reproducir los problemas con los que los trabajadores ya estaban luchando. Las élites liberales también hablaban en un idioma que no involucraba en ningún sentido las culturas de la vida cotidiana que habitaban estas personas.

La respuesta a estas élites liberales es entonces: “Mira, odiamos a estas personas. Son arrogantes; piensan que somos escoria; piensan que somos estúpidos; no creen que nos importe; no se preocupan por nosotros «. Entonces, de repente, alguien como Donald Trump aparece, y es malhumorado, arrogante, estúpido, y sus seguidores lo aman todo. ¿Por qué? Porque Trump es básicamente la antítesis de la … llamadas elites.

Necesitamos confrontar las fuerzas y aparatos sociales que aterrorizan a muchas personas para que crean que Donald Trump es la única opción que tienen.

A la gente que a Trump no le gusta que él llama «traidora». A la gente que a Trump no le gusta que él llama «escoria». Trump usa el mismo lenguaje que los nazis. Esto está deshumanizando a grupos enteros de personas llamándolos «ratas» y «alimañas». Esto no es entretenimiento. Sigue siendo incierto si los demócratas, liberales, progresistas y otros en la izquierda estadounidense tomarán en serio las amenazas de Trump.

¿Cómo te sentiste a finales de 2019?

Me sentí exhausto y lleno de energía. Me sentí agotado porque creo que esta es una lucha a largo plazo. La inmediatez de la tiranía que enfrentamos con Trump, y otros líderes como él en todo el mundo, ahora se ha transformado en un reconocimiento de que este es un problema a largo plazo, profundamente arraigado en el tejido social, político y económico de la sociedad estadounidense. .

También tengo momentos en los que me siento existencialmente exhausto, es decir, un poco pesimista políticamente sobre la naturaleza de las fuerzas fascistas que estamos combatiendo, pero nunca dejo que esa visión me derrote. Creo que tenemos que seguir. Las apuestas son demasiado altas para rendirse. En ese sentido, estoy igualmente energizado por la esperanza de que el cambio sea posible, especialmente dados los sacrificios y luchas actuales que libran los jóvenes y otros en Chile, Brasil, Estados Unidos y otros países en sus esfuerzos por volver a escribir en el guión. de una democracia radical. Uso la palabra existencial en el sentido de la noción de Gramsci de pesimismo del intelecto y optimismo de la voluntad.

Las personas que afirman estar sorprendidas por el auge del trumpismo no están realmente sorprendidas. Han tenido la cabeza en la arena. Es una forma de ignorancia voluntaria.

Las personas que dicen estar sorprendidas son personas que se niegan a abordar los problemas centrales. ¿Por qué? Porque identificar los problemas reales significa que esos problemas se consideran peligrosos. Esto a su vez significa que aquellos que están en negación se hacen cómplices. Corregir estos problemas profundos significaría que las personas que están en negación tendrían que cambiar sus puntos de vista políticos sobre el mundo.

Uno de los problemas centrales que llevaron a la era de Trump es que Estados Unidos es un país y una cultura infantiles.

Si vivimos en una cultura infantilizante, entonces uno debe hablar sobre la cultura de las celebridades y el colapso de la educación pública. Como parte de esa conversación, también debemos centrarnos en la corporativización de la educación en todos los niveles. El fascismo neoliberal y su ataque a la imaginación pública y la capacidad de aprendizaje y la autorreflexión crítica también deben ser confrontados.

Donald Trump es el punto final y el síntoma de un sistema social, político y económico en crisis. Trump es el descarado avatar del neoliberalismo en su forma más extrema. Donald Trump es grosero, desagradable, desagradable, humillante, racista y xenófobo. En última instancia, Donald Trump es el espejo que ahora debemos mirar para comprender mejor qué han creado estas fuerzas del fascismo neoliberal.

El fascismo neoliberal y el trumpismo son una forma de política fascista que básicamente usa su propio racismo y modos de explotación y humillación como una insignia de honor.

El narcisismo colectivo y el ciclo de retroalimentación de la ideación y el amor entre Trump y sus seguidores es un síntoma de una cultura patológica infantil. Cuando Trump se mira en el espejo, ve a un dios. Al dar su obediencia a Donald Trump, sus partidarios sienten que ellos también son dioses. Esta es una ilusión masiva, una forma de enfermedad pública.

El populismo de derecha crea crear tal resultado. Es la psicosis que emerge bajo el neoliberalismo.

Mirando hacia el futuro, ¿para qué quieres preparar al pueblo estadounidense y a otros en Occidente y otros lugares?

Habrá un momento en que tendrán que tomar decisiones. Las contradicciones serán severas. Las personas tendrán que decidir si van a vivir en un estado fascista o si van a vivir en una democracia. Tendrán que luchar por la democracia.

Ya no creo que el término medio sea sostenible. Estamos viviendo en un momento de absoluta urgencia. La gente ya no puede esperar y no hacer nada. La gente ya no puede darse el lujo de decir: «Soy apolítico» o «Estoy enojado» o «Ya no quiero escuchar cosas negativas». Las personas tendrán que luchar por un futuro mejor o tendrán que reconocer que son parte del problema.

Fuente: https://www.salon.com/2020/01/07/democracy-fatigue-and-how-to-fight-it-philosopher-henry-giroux-on-life-in-the-age-of-trump/

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Libro(PDF): Antología del pensamiento crítico guatemalteco contemporáneo

Reseña: CLACSO

La tarea de elaborar una antología del pensamiento social crítico en Guatemala ha supuesto un esfuerzo en varios sentidos. En primer lugar, delimitar qué se entiende por pensamiento crítico, y luego, decidir qué período abarcar, cuáles autoras y autores incluir, y cuáles los textos pertinentes […].

Para acotar la búsqueda se comprendió como pensamiento social crítico al conjunto de ideas elaboradas desde perspectivas divergentes, a contracorriente de los discursos y las historias oficiales, que han sido el resultado de la investigación, análisis, sistematización y reflexión sobre la realidad de la sociedad guatemalteca, con el propósito de desentrañar las estructuras de poder que sostienen un orden desigual, de raíces coloniales, que niega derechos y limita el desarrollo humano de la mayoría de la población, particularmente de las mujeres, y los pueblos indígenas.

En la antología que ahora se presenta, se incluye a treinta y cinco autoras y autores, mujeres y hombres, de diversas identidades, y generaciones. Algunos con una producción muy vasta y otros que inician sus reflexiones. Se trató de mostrar una polifonía de voces y perspectivas, y para efectos de una mejor comprensión se establecieron cuatro ejes que dan cuenta de las principales preocupaciones sociales, intelectuales y políticas que han predominado en las décadas de finales del siglo veinte e inicios del veintiuno: “Estado, política, sociedad y economía” (Eje 1); “Violencia política, movimientos sociales, memoria e historia” (Eje 2); “Etnicidad, relaciones interétnicas, racismo” (Eje 3); y, por último, “Cuerpos, género, feminismos, sexualidades, violencia” (Eje 4). […]

Considero este texto como un aporte más en el conocimiento de la producción intelectual en Guatemala, una invitación a profundizar en el pensamiento social crítico, a identificar autorías, temas y problemáticas que ahora no fueron incorporadas. Una motivación para continuar indagando y construyendo la historia de los aportes intelectuales en el país, ampliando miradas y ejes de análisis, temporalidades y temáticas.

Autores (as):

Ana Silvia Monzón. [Coordinadora]

Guillermo Toriello. Edelberto Torres Rivas. Matilde González-Izás. Gladys Tzul Tzul. Claudia Dary Fuentes. Alfredo Guerra-Borges. Gustavo Palma. Patricia Castillo. Manuel Ángel Castillo. Gabriel Aguilera. Jorge Romero Imery. Mario Payeras. Ricardo Falla. Carlos Figueroa Ibarra. Yolanda Colom. Ana María Cofiño. Julio Castellanos Cambranes. Miguel Ángel Albizúrez. Edgar Ruano Najarro. KajKok (Máximo) Ba Tiul. Saría Acevedo. Severo Martínez Peláez. Marta Elena Casaús. Demetrio Cojtí. Carlos Guzmán Böckler. Arturo Taracena. Aura Marina Arriola. Irma Alicia Velásquez Nimatuj. Aura Cumes. Alaíde Foppa. Ana Lorena Carrillo. Yolanda Aguilar. Lily Muñoz. Ana Lucía Ramazzini. Francisca Gómez Grijalva. Emma Delfina Chirix García. Cuerda La. Luz Méndez. Walda Barrios-Klee. Glenda Joanna Wetherborn. [Autores y Autoras de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO.

Año de publicación: 2019

País (es): Argentina

Idioma: Español

ISBN: 978-987-722-556-3

Descarga: Antología del pensamiento crítico guatemalteco contemporáneo

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=1811&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1361

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Panamá: La sociedad y los modelos educativos

Por: Olmedo Beluche. 

En tiempos electorales, o cuando se requiere explicar la causa de los grandes males sociales del país (como la pobreza, la desigualdad o la delincuencia), los políticos al servicio de la oligarquía gobernante y sus partidos recurren a la Educación como panacea de todos los problemas.


Presento este artículo en conmemoración del Día del Maestro, que en Panamá celebramos cada 1 de diciembre, para rendirle honores a la labor que hacen todos los docentes. Agradezco al educador y amigo Leonidas Cajar, por motivar estas ideas.

Los modelos pedagógicos responden a los intereses de las clases que gobiernan

El primer criterio a considerar es que NO existen modelos educativos al margen de la sociedad que los produce. Estos no salen de las cabezas de los pedagogos de manera espontánea, sino que responden de una manera u otra a necesidades sociales y las perspectivas de diversos grupos, ya sean de poder o alternativos al poder dominante.

Carlos Marx ha dicho: Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual” (“La Ideología alemana”).

La cultura en general, y la educación en particular, son parte del sistema de ideas de una forma concreta de organización social, que existe en un momento determinado de la historia y en un lugar específico.

Entonces, los modelos pedagógicos dominantes son un reflejo de los intereses de los sectores sociales (de clases) dominantes, por el simple hecho de que ellos controlan el Estado, el gobierno y los ministerios de educación.

Según el pedagogo argentino, Aníbal Ponce: en la comunidad primitiva la educación era una función espontánea de la sociedad en su conjunto, igual que el lenguaje y la moral. Con la aparición de las clases “el proceso educativo único se escindió” en educación para los hijos de las clases dominantes (control de los saberes) y educación para los trabajadores (formación de fuerza de trabajo) (“Educación y lucha de clases”).

El capitalismo y sus modelos pedagógicos

Hasta el surgimiento del sistema capitalista, a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, la educación para la fuerza de trabajo no requería saber leer ni escribir, lo que estaba reservado para las élites dominantes. Era trabajo agrícola o artesano que se aprendía con la práctica.

Para el capitalismo en su modelo industrializado se requirió una fuerza de trabajo que supiera leer y escribir, y matemáticas elementales. Así mismo se requirió una formación en valores ciudadanos, para sostener la cohesión social que ya la Iglesia no podía justificar, puesto que poder público dejó de emanar de Dios, para emanar del “pueblo”, pero pueblo aquí es un eufemismo, para no decir la verdad: controlado por los capitalistas.

También la universidad se transformó para formar los cuadros técnicos y profesionales que ayuden a la clase dominante a dirigir el estado moderno. Según Inmanuel Wallerstein, la primera ciencia moderna universitaria lo fue la Economía Política por razones obvias. Para enfrentar los problemas de la sociedad moderna también nacieron la Sociología y las Ciencias Políticas.

Cuando los países europeos salieron a controlar el mundo con su sistema colonial imperialista, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, nació la Antropología, para estudiar a los pueblos sin escritura; y los Estudios Orientales, para conocer a las grandes culturas como India o China, que pasaron a ser colonias inglesas.

Según Marisa Montero Curiel (U. de Extremadura), el sistema capitalista ha conocido cuatro modelos educativos dese el siglo XIX:

  1. Modelo Napoleónico – docencia – transmisión conocimiento
  2. Modelo de Humboldt – docencia e investigación
  3. Modelo universidad formativa – profesional
  4. Modelo de las competencias o de “Bolonia”

El modelo de las “competencias” corresponde la mundialización capitalista neoliberal

De manera que el actual modelo de “competencias” responde a los intereses del sistema capitalista globalizado neoliberal, que es el que controla el mundo en este momento. Ahí no hay casualidades.

El modelo se impone desde los centros de poder económico del mundo, y los gobiernos de los países dominados los acatan, por la vía del Fondo Monetario Mundial, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la OCDE o la Unión Europea. Cuando estos organismos prestan dinero a los países el financiamiento viene condicionado a la aplicación de determinadas políticas públicas, una de ellas es modelo educativo.

El modelo educativo de las “competencias” avanza junto con el modelo económico neoliberal capitalista, el cual se impuso a partir del llamado Consenso de Washington de 1980. El modelo neoliberal se ha propuesto, y lo ha logrado, atacar importantes derechos laborales que poseyó la clase trabajadora en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial.

La estabilidad laboral es una de las víctimas del neoliberalismo. El por qué es simple: la idea es atajar la crisis del sistema capitalista, aumentando la explotación de los trabajadores.

Poco después Michel Drancourt, economista empresarial francés, decía con claridad que: “Debemos tomar iniciativas políticas… (consistentes) en degradar los reglamentos, los derechos adquiridos, los hábitos administrativos, los corporativismos en el sector público, las estructuras de enseñanza tradicionales típicas del estado de bienestar” (“Le fin du Travail”, 1984).

En 1989, la Mesa Redonda de los industriales europeos (ERT) exigió “una reforma acelerada de los sistemas de enseñanza y de sus programas… (para que) la educación y la formación se consideren inversiones estratégicas vitales para el éxito de la empresa del futuro”.

En 1991, en Francia, se emitió la Ley Aubry, que creó “el balance de las competencias” profesionales.  En 1995, el Informe Mine, publicó “El trabajo en veinte años”, donde se señala la necesidad de reformar el Código de Trabajo y la educación en Francia.

Posteriormente, Jacques Delors, que había sido ministro de economía de Francia a inicios de los años 80, como director de la UNESCO, en 1996 publicó “La educación encierra un tesoro”. A lo cual siguió la Declaración de Bolonia en 1999, que es un acuerdo de la Unión Europea sobre las universidades y las profesiones. Luego el llamado Proyecto Tuning de las “Competencias”, en 2001, a nivel de las universidades de Europa; seguido del Proyecto Tuning para América Latina elaborado entre 2004 y 2007. Finalmente podemos referir al Banco Mundial y su “Estrategia de Educación 2020”.

Quien desee conocer más de cerca el proceso que ha dado origen a las competencias puede consultar estos documentos en la internet.

El modelo de las competencias no tiene nada que ver con Piaget y Vygostki

El objetivo central de la educación para el constructivismo de Piaget y Vygotski era el conocimiento, es decir, la comprensión del mundo. Mediante conceptos que el educando vaa construyendo con una batería de técnicas propuestas por el docente que llevan al estudiante a resolver problemas. Aquí las técnicas pedagógicas son un medio para un fin: el conocimiento.

En la educación por competencias, el conocimiento como tal deja de ser el objetivo central del proceso educativo, y pasa a jugar un papel secundario, dándose prioridad a las técnicas, las cuales pasan de medios, para convertirse en el objetivo prioritario de la educación. Eso es lo que está detrás del famoso slogan de: “saber hacer”.

La educación por competencias se carga de un plumazo todo lo que en la educación procuraba la “comprensión” de la realidad, al calificarlo como “saberes muertos”, sin valor (ni de mercado, ni moral).

La principal víctima de las competencias es la búsqueda de “la verdad sobre el mundo” (conocimiento racional) puesto que ha declarado a la realidad como un hecho “imaginado” (no objetivo) y relativo.

Eso explica que las reformas educativas en boga lleven a su aniquilación a los cursos cuyo objetivo es la reflexión y comprensión del mundo: filosofía, historia, sociología. Y los cursos enfocados al conocimiento concreto, tengan por objeto, no el conocimiento conceptual, sino las técnicas (saber hacer).

En mundo marcado por la crisis económica y social, la injusticia, la desigualdad, la discriminación, la corrupción generalizada, no es muy conveniente para las clases dominantes que los estudiantes reflexionen sobre la realidad, es mejor atiborrarlos de la falsa idea de que saben manejar una computadora se habrán salvado del desempleo y la miseria.

A eso responden los cuatro postulados básicos de la educación por competencias:

  1. Saber ser actitudes, se vuelven el centro de la evaluación;
  2. Saber hacer, no tanto como técnica, sino también actitudinal, trabajar en equipo, etc;
  3. Saber comunicar, relación con los demás, nuevamente actitudes;
  4. Saber-saber, aquí tampoco interesa el conocimiento técnico o especialista, sino la actitud para la autoformación permanente, que va asociada a la posibilidad de cambio de empleos múltiples veces en la vida dada la inestabilidad laboral creada por el capitalismo neoliberal.

Lo dicho lo confirma Juan Planells, rector de la USMA y experto empresarial en educación

En el artículo «Educando para el fracaso» (Opinión, La Prensa, 20/6/13), del ingeniero Juan Planells (rector USMA), dice: «¡Que se sepa: sacar buenas calificaciones no garantiza que al terminar sus estudios el graduado tenga un trabajo asegurado!«; “lo primero que hace la empresa cuando evalúa un candidato, incluso antes de considerar sus competencias laborales, es revisar cuáles son sus valores”.

Y agrega: «La escuela parece no haber entendido ese mensaje y sigue apostando a evaluar seriamente solo las competencias cognitivas, asignando calificaciones y otorgando créditos y honores a los que mejor puntaje obtienen en una larga serie de asignaturas… La calificación de las actitudes o valores no aparece en las páginas amarillas de la escuela…».

Planells dice: «Los encargados de recursos humanos deben explicarle a los educadores que por encima de tener puntuación de cinco en matemáticas y lengua, un joven que no pueda sustentar sus ideas en un diálogo y escoge la vía violenta en las calles está condenado al fracaso social...». ¿Son «fracasados sociales» los jóvenes que el 9 de Enero de 1964 se lanzaron a la calle para plantar una bandera?

La Educación panameña, panacea y cenicienta de los políticos

En tiempos electorales, o cuando se requiere explicar la causa de los grandes males sociales del país (como la pobreza, la desigualdad o la delincuencia), los políticos al servicio de la oligarquía gobernante y sus partidos recurren a la Educación como panacea de todos los problemas.

Según ellos, la falta de educación o la mala calidad de la educación es la culpable de todos los problemas. Y, en campañas electorales prometen que ellos si le darán a la educación el puesto que se merece, con lo cual resolverán todos esos problemas que aquejan al pueblo. Pero cuando gobiernan, la educación se convierte en la cenicienta de la gestión gubernamental, por que allí no se puede hacer mucho negocio como en las mega obras públicas. Se invierte poco, y lo poco que se invierte se hace mal.

La demagogia política contrasta con la crítica realidad de la educación panameña:  159 mil analfabetas; 1/3 de los niños están fuera de la educación preescolar; 46 mil reprobados; 81% escuelas rurales multigrado; 35% escuelas sin agua; 783 sin electricidad. Prueba de conocimientos U de P.: verbal 49% reprobados, numérica 70% (datos de 2017-2018).

Conclusión: Para salvar la educación hay que cambiar el régimen socio político del país

Los problemas de la educación no se arreglarán con medidas técnicas. Algunas medidas de ese tipo pueden ayudar a paliar circunstancialmente algunos problemas educativos. Pero la suerte de la educación y sus modelos pedagógicos está asociada al modelo de sociedad que tenemos. No se puede cambiar realmente una sin cambiar la otra.

Esto requiere un compromiso ético, pero también ciudadano, es decir, político, de parte de los docentes y pedagogos.

Bibliografía

  1. Bertrand, Helen. La evaluación de las competencias: ¿Qué está en juego? En: Competencias: un desastre pedagógico. Un debate sobre la política educativa en Europa. Cuadernos de Formación del PRT de Costa Rica. San José, s/f.
  2. Hirtt, Nico. L’approche par competences: une mystification pédagogique”. EN: Competencias: un desastre pedagógico. Un debate sobre la política educativa en Europa. Cuadernos de Formación del PRT de Costa Rica. San José, s/f.
  3. Marx, C. y Engels, F. La ideología alemana. Ediciones Grijalbo. Barcelona, 1974.
  4. Planells, Juan. “Educando para el fracaso». Opinión, La Prensa, Panamá, 20/6/13.
  5. Ponce, Aníbal. Educación y lucha de clases. Akal. Madrid, 2005

Fuente del artículo: https://kaosenlared.net/panama-la-sociedad-y-los-modelos-educativos/

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Austria: Maestros en lucha contra el racismo desde 1994

Redacción: La Voz de Austria

Hablar de Eleuterio Quintanilla es hacerlo de uno de los pedagogos asturianos más destacados de todos los tiempos. Desde hace 25 años su nombre es también el de un grupo de docentes de educación Primaria, Secundaria, Universitaria y de adultos que nació con varios objetivos comunes: gestionar la llegada a los centros educativos de jóvenes inmigrantes, acogerles y adaptar su enseñanza a ese contexto. En definitiva, resolver las incógnitas que plantea una sociedad plural como la actual, con un absoluto rechazo del racismo y la intolerancia.

Estos días el grupo, sección de enseñanza del Ateneo Obrero de Gijón, celebra sus 25 años de reflexión, debate, publicación de material de apoyo para maestros y puesta en marcha de exposiciones. Una buena cifra para mirar atrás, reflexionar acerca de lo caminado hasta la fecha y de los vigente que están su filosofía y labor en tiempos de auge de extremismos como los que corren. Rosa Calvo, una de las integrantes del núcleo fundacional del grupo Eleuterio Quintanilla, explica el contexto en el que nació. «En los años 90 se puso en marcha una reforma educativa, la LOGSE, y Asturias a nivel educativa estaba muy activa. Habían tenido lugar movimientos de renovación pedagógica y a principios de la década sentimos la necesidad de reunirnos y debatir», recuerda.

Fue en este momento cuando «se creó lo que llamamos en su momento la Plataforma Asturiana de Educación Crítica». En este sentido, «el Ateneo Obrero siempre nos facilitó espacios para reunirnos y allí nos encontrábamos gente de toda Asturias, desde Infantil y Primaria hasta universidad, muy variada en etapas educativas y en manera de pensar, pero todos con el denominador común de que aquella reforma educativa tenía que partir desde la base». Resalta que de aquella plataforma empezaron a surgir grupos en torno a determinadas áreas o temas de interés. «Nació uno, el nuestro, de educación intercultural. Nos empezó a preocupar la llegada de niños inmigrantes a las aulas y queríamos saber de manera fundamentada qué podíamos hacer», afirma.

La clave era aprender «cómo atender a esta nueva población que iba llegando, cómo acogerlos y cómo enseñarles la lengua española». Juan Nicieza, otro de los miembros fundadores, reconoce que esos inicios se desarrollaron «dando muchos palos de ciego, porque nos metíamos en un terreno que no conocíamos y cada uno tenía una formación académica determinada, que no tenía nada que ver con lo que nos encontrábamos», si bien explica que se trató de una época «intelectualmente muy excitante, porque te abre un mundo».

Apunta que ya en esos primeros años el objeto de trabajo del Grupo Eleuterio Quintanilla se amplió de la acogida al alumnado extranjero «al mundo de la diversidad y el respeto de los derechos humanos de personas que pertenecen a una minoría».

Rosa Calvo explica, en este sentido, que pronto tuvieron claro que no se querían limitar «a seguir haciendo reuniones de debate, lectura y reflexión teórica, sino que queríamos dotarnos de materiales que nos ayudaran». En este sentido, en el 96 se publica Materiales para una educación antirracista: Educación antirracista y diversidad cultural en el Estado Español, «que era una lista de libros desde seis años a secundaria, que contemplaran historias de encuentro y conflicto cultural. Fue una selección de materiales para la educación intercultural», un «punto de inflexión» para su actividad.

El grupo, desde 1994, se ha mantenido vivo e incorporando a nuevos integrantes. María Louzao es una de esas nuevas llegadas. «Soy la última que me incorporo, el curso pasado», explica y reconoce que siempre tuvo la imagen del grupo «como plataforma de reflexión y de trabajo que traspasa con mucho lo que se hace en Asturias».

Rosa Rodríguez Macías también es una de las integrantes más noveles. «El grupo se mantiene muy activo en información a los institutos y centros de Asturias y también recaba información de los docentes», comenta y rememora que «a través de una de esas listas de correo de Juan Nicieza» fue como tuvo su primera toma de contacto. Luego conoció «a Juana Lobo, nos hicimos amigas y me dijo que me pasara por el grupo». Explica que prácticamente todos los docentes de la región «conocemos la labor del grupo a través de libros, charlas o conferencias»

Idoya Martínez-Díaz apunta que siempre le «fascinó que se trabajase tanto sin una causa concreta más allá que la enseñanza pura y dura». «El grupo me enganchó, ya que funciona, está muy vivo y cuando lo que hablas aquí lo llevas a clase ves que funciona», recalca. En esta línea, Martínez-Díaz fue una de las coordinadoras de la obra Recuperando la memoria. Sufrir la guerra, buscar refugio, un proyecto desarrollado con los alumnos del instituto de Llanes y Grado.

Pese a que han pasado 25 años desde el nacimiento del grupo, con los consiguientes cambios sociales, políticos y económicos, sus planteamientos antirracistas, de acogimiento intercultural y respeto siguen hoy más vivos que nunca. Ana Gloria Blanco Orviz destaca que, hoy en día, cada centro educativo de Asturias «acoge en función de la persona que esté al frente, es algo que no está institucionalizado». Considera que el rechazo al diferente y a lo que viene de fuera se produce «muchas veces es por mero desconocimiento. Cada uno acepta lo que ya está en disposición de aceptar. Si ya piensas que los inmigrantes te van a quitar algo y lees un bulo en esta línea te lo vas a creer».

A lo largo de este mes y de diciembre el grupo está desarrollando una serie de exposiciones, conferencias y encuentros celebrando sus 25 años. No obstante, esto no detiene la actividad editorial y el trabajo en su seno. Manuel Juan Martínez comenta que «está a punto de salir Los marroquíes en los cortometrajes españoles, un trabajo a partir de doce cortometrajes españoles. Hay una introducción extensa que hizo Chema Castiello y un estudio de cada uno de los cortometraje. Cada uno de ellos tiene una aplicación didáctica, para que los profesores puedan usarlo, con una serie de actividades pensadas para los chavales».

 

En este cuarto de siglo el grupo ha tenido que decir adiós a alguno de sus miembros muy queridos, como José Angel Álvarez Cienfuegos, José Luis Testa, María Viejo y Juana Lobo. Rosa Calvo tiene claro que si han llegado lo lejos que han llegado «ha sido por la gran labor de Chema Castiello, una persona de gran capacidad, admirable y ejemplar».

Este mes y el siguiente el grupo seguirá conmemorando sus 25 años. Hasta el 18 de noviembre se puede disfrutar en la sala de exposiciones de la Biblioteca Pública Jovellanos de la muestra Pensad que esto ha sucedido. Lecciones del HolocaustoHasta el 19 de noviembre, en la Escuela de Comercio, estará la exposición Refugiados, bienvenidos (exposición para Educación Primaria). También se podrá visitar hasta el 21 de noviembre en el colegio público Laviada. Hasta el 1 de diciembre, el vestíbulo de la segunda planta del Centro de Cultura Antiguo Instituto acogerá Sufrir la guerra, buscar refugio. Asturias 1936-1937.

Asimismo, hoy tendrá lugar la charla Inmigración: los retos para nuestra sociedad, a cargo de Peio Aierbe, de SOS Racismo-Gipuzkoa, en la Escuela de Comercio. El martes tres de diciembre será el turno de la conferencia 25 años del Grupo Eleuterio Quintanilla, a cargo de Aida Terrón, profesora titular de Historia de la Educación del Departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad de Oviedo y José Luis San Fabián, catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la Universidad de Oviedo, en el salón de actos del Centro de Cultura Antiguo Instituto. Todas estas charlas, de acceso libre, comenzarán a las 19.30 horas.

Fuente: https://www.lavozdeasturias.es/noticia/gijon/2019/11/13/maestros-lucha-contra-racismo-1994/00031573665717285914458.htm

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Cómo nos afecta la pérdida de las lenguas indígenas a la hora de entender el mundo natural

Por: Rosalyn R. LaPier

Según Bill Walker, gobernador de Alaska, existe una «emergencia lingüística» en Alaska. Un informe a principios de año revelaba que las 20 lenguas indígenas de la región podrían desaparecer para finales de siglo si el estado no hace nada al respecto.

Las leyes estadounidenses, sobre todo entre los años 1870 y 1930, reprimían las lenguas de los indios americanos y su cultura. Tuvieron que pasar muchos años de activismo por parte de líderes de las comunidades indígenas hasta que se aprobara la Ley sobre lenguas indígenas en 1990 que permitió la conservación y la protección de las mismas. No obstante, muchas lenguas indígenas llevan muchos años al borde de la extinción.

Los idiomas son una fuente de ideas y sabiduría cultural, por lo que su pérdida también hace que desaparezcan formas de entender el mundo.

Las lenguas indígenas en particular contienen muchos conocimientos sobre el ecosistema, los métodos de conversación, la vida de las plantas, los comportamientos de los animales y muchos otros aspectos del entorno natural. En las tradiciones y creencias hawaianas, por ejemplo, los caracoles de los árboles se asociaban al «reino de los dioses» y la realeza hawaiana veneraba estos símbolos, protegiéndolos de su sobreexplotación.

En el museo Bishop de Honolulu hay un collar de conchas, o lei, de la reina Lili’uokalani: la última monarca del Reino de Hawai. El collar esta hecho de conchas de caracoles de los árboles que indica el alto rango de la realeza femenina. Se creía que vestir conchas daba «mana»: un poder espiritual y una forma de entender la sabiduría ancestral. La mayoría de estos tipos de caracoles de los árboles se han extinguido y los que quedan están en peligro de extinción. Los científicos están trabajando con lingüistas hawaianos para saber más sobre los sistemas de creencias que en su día protegieron a sus habitantes y a su entorno.

Una herramienta para los médicos

Las palabras de las lenguas indígenas pueden tener significados culturales que se pueden perder en las traducciones y entender estas sutiles diferencias puede cambiar la opinión de una persona sobre la manera en la que las poblaciones indígenas comprendían el mundo.

AleutianosAleutianos en 1915. (Ernest Lester Jones/Commons)

Trabajo en el mundo académico como experta en medioambiente indígena y hace unos años dirigí un grupo compuesto por varios expertos en idiomas, personas mayores y académicos de las regiones de Montana y Alberta, en Canadá, para crear un léxico de la lengua de los Pies Negros a partir de objetos de museos. Las personas mayores con las que trabajé comentaban que la palabra inglesa «herb» (hierba) que se utilizaba para describir la mayoría de las hierbas expuestas en los museos, no tenía el mismo significado en la lengua de los Pies Negros.

En inglés, la palabra «herb» puede tener varios significados, incluyendo el de condimento alimentario. La palabra más parecida en el idioma de los Pies Negros es «aapíínima’tsis» y significa «una herramienta utilizada por médicos». Lo que buscamos es que el léxico y los archivos de audio en la lengua de los Pies Negros creados por nuestra investigación puedan servir de ayuda a futuros académicos a la hora de investigar sobre el significado en los idiomas.

Son muchas las comunidades indígenas en Estados Unidos que están trabajando para salvar este bagaje cultural y revitalizar sus lenguas. En Wisconsin existe una escuela de idiomas ojibwa llamada «Waadookodaading» (cuya traducción literal sería «un lugar donde las personas se ayudan los unos a los otros») que ofrece a sus alumnos sumergirse de lleno en los conocimientos medioambientales intrínsecos del idioma.

Los ojibwa creen que su lengua es un idioma basado en acciones y la mejor forma para que los niños lo aprendan es haciendo cosas y observando el entorno natural. Cada primavera, por ejemplo, los alumnos van al bosque a recoger savia de arce para hacer sirope de arce y azúcar. Se trata de una forma de aprender los conocimientos indígenas sobre plantas, su entorno y su uso.

La pérdida de un idioma puede ser tan grave como la extinción de una planta o de un animal. Una vez que una lengua ya no existe, los conocimientos que contiene también se pierden para la sociedad.

Cada vez son más los esfuerzos para recordar a la gente lo que está pasando. Las Naciones Unidas han designado el 2019 como el «Año internacional de las lenguas indígenas» para conciencializar sobre la importancia de las lenguas indígenas como portadoras de «sistemas complejos de conocimientos» y animar a los estados miembros a colaborar para su revitalización. La pérdida de lenguas indígenas no es algo que solamente tenga importancia en Alaska. Nos afecta a todos.

The Conversation

Fuente: https://magnet.xataka.com/preguntas-no-tan-frecuentes/como-nos-afecta-perdida-lenguas-indigenas-a-hora-entender-mundo-natural-1

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Noam Chomsky: «La guerra contra las drogas es una ficción para controlar a la sociedad»

Redacción: Kaos en la Red

El lingüista y politólogo Noam Chomsky indicó durante una conferencia en México que que el Tratado de Libre Comercio fue ideado como una arma para controlar el país latinoamericano en un taller de desarrollo de estrategias para América Latina, celebrado en el Pentágono en 1990, propuesto como una forma de impedir los riesgos de una eventual democratización que osara desafiar a Estados Unidos.

Esto se solucionó al imponer reformas neoliberales que ataran al gobierno mexicano. Al socavar la agricultura mexicana, que competiría con las grandes corporaciones estadounidenses subsidiadas, se crearía una migración hacia el norte, lo cual permitiría militarizar las fronteras.

Chomsky habló también sobre cómo Obama fue un producto de mercadotecnia, tomando como referencia el hecho de que su campaña presidencial superó a Apple como la mejor campaña promocional según la industria de la publicidad. «Las elecciones en Estados Unidos son montajes espectaculares», dijo Chomsky. Recordó además que los máximos donantes de la campaña de Obama fueron las instituciones financieras que luego rescató. «Los principales arquitectos de las políticas públicas no son los comerciantes y los fabricantes, sino las instituciones financieras y las corporaciones trasnacionales», dijo.

Por otro lado, Chomsky aseguró que la política expansionista de su país opera bajo las normas de la mafia que protege su territorio: «Que alguien logre desafiar al Amo puede volverse un virus que disemine el contagio, tomando prestado el término usado por Kissinger cuando se preparaba para derrocar el gobierno de Allende».

Chomsky incluso trazó el camino político del nuevo orden mundial: «las políticas se conforman muy cerca de las doctrinas del orden mundial formuladas por los planificadores estadounidenses de alto nivel durante la Segunda Guerra Mundial. A partir de 1939 reconocieron que, fuera cual fuese el resultado de la guerra, Estados Unidos se convertiría en una potencia global y desplazaría a Gran Bretaña».

El lingüista desenmascaró «la ficción de la guerra contra las drogas» como una agenda oculta para crear un nuevo enemigo necesario. Bajo el nuevo mapa geopolítico se hizo necesario «contar con un nuevo pretexto, y este llegó rápido: la amenaza de narcotraficantes de origen latino», lo cual permitió incrementar la intervención policiaca tanto al interior de Estados Unidos como en el resto del mundo.

«El hecho de que se privilegien consistentemente los métodos menos eficaces y más costosos sobre los mejores es suficiente para mostrarnos que los objetivos de la guerra contra las drogas no son los que se anuncian».

«El entrenamiento de oficiales latinoamericanos se ha incrementado abruptamente en los últimos 10 años, mucho más allá de los niveles de la guerra fría. El pretexto es la guerra contra las drogas».

La única alternativa optimista que ve Chomsky ante esta dominación planetaria es la formación de movimientos populares independientes que desafíen la visión unipolar del mundo.

Fuente: https://kaosenlared.net/noam-chomsky-la-guerra-contra-las-drogas-es-una-ficcion-para-controlar-a-la-sociedad/

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