El enfoque Psicopedagógico en las terapias ecuestres

Por: Elaime Maciques

La primer tarea de la educación es enseñar a ver. Los ojos tienen que ser educados para que la alegría aumente.

Las palabras solo tienen sentido si nos ayudan a ver mejor el mundo.

Aprendemos palabras para mejorar los ojos.

La educación tiene dos objetivos: educar las habilidades y educar las sensibilidades.

Una…sin otra, carecen de sentido.

Rubem Alves

Introducción

La idea de escribir este artículo, surge de mi nuevo proyecto de libro sobre como concibo la psicopedagogía dentro de las terapias ecuestres. El tema es extenso, variado, rico en su propia esencia, muchas veces nos enfocamos a trabajar con un niño con autismo o con trastornos del aprendizaje, sin saber qué es o que significa tener autismo o dificultades para aprender, incluso sin saber cómo es ese niño, que le gusta, que le disgusta, que le causa placer o disgusto.

Procesos importantes como una observación o evaluación previa, que nos permitiría trazar estrategias terapéuticas dirigidas a las dificultades específicas de cada niño, no son tomadas en cuenta en muchas ocasiones y hacemos intervenciones por ensayo y error, si bien el error es parte del aprendizaje de un niño, no lo sería para un terapeuta.

Desarrollo: Las bases del trabajo psicopedagógico

hipoterapia2Hablar de psicopedagogía y terapia asistida con caballos es un paso importante en este campo de trabajo. La psicopedagogía como ciencia, integra metodologías, técnicas y estrategias didácticas que enriquecen el proceso pedagógico y desde el ámbito terapéutico, solidifica por un lado el componente psicológico que nos da la pauta para conocer la maduración del individuo en sus procesos cognitivos para asumir un aprendizaje y desarrollarse en un entorno determinado y desde la pedagogía, qué estrategias, metodologías y técnicas utilizar para facilitar este proceso, dándonos una pauta desde donde comenzar, al integrar por un lado las habilidades presentes y que debemos potenciar en el niño o joven para que logre un mejor desempeño en sus actividades y por el otro nos permiten prevenir, corregir y/o compensar las dificultades que se pueden presentar en un niño en su proceso de desarrollo, aún cuando no exista una discapacidad.

Tradicionalmente la psicopedagogía se concibe desde la intervención educativa, con un enfoque de orientación y tutoría para intervenir en los problemas escolares, capacitación del personal docente y la elaboración de programas educativos individuales, entre otros aspectos. Sin embargo desde mi visión la psicopedagogía abarca un área terapéutica donde nos enfocamos a intervenir no solo en las situaciones de aprendizaje, sino en una diversidad de trastornos, donde existen características comunes. Solé, I (2002) refiere que “La acción psicopedagógica está dirigida a la orientación en: desarrollo de auto esquemas, pautas de crianza, educación compensatoria, prevención de conductas disruptivas, habilidades para la vida, y organización-evaluación de acciones administrativas”. Partiendo de este concepto entonces se amplía el espectro de la acción psicopedagógica.

Es importante destacar, que los nuevos enfoques de discapacidad y por consiguiente de intervención se sustentan en el modelo ecológico sistémico, desarrollado por Bronfenbrenner (1987), autor de la Teoría Ecológica de Sistemas el cual en esencia nos plantea que el desarrollo se da en un proceso de interacción entre el individuo y el entorno ya que considera que el niño se desarrolla dentro de un sistema complejo de relaciones que se ven influenciadas por múltiples niveles del ambiente más próximo, los cuales actúan como variables dinámicas y activas que afectan de manera positiva o negativa dicho desarrollo. Este enfoque aplicado a la discapacidad se concibe en relación a los niveles de apoyo que necesita un individuo afectado para interactuar con el entorno y ser funcional dentro del mismo.

La Psicopedagogía desde esta perspectiva está inmersa en un contexto diverso, dinámico y cambiante que nos va imponiendo desafíos con el objetivo de poder brindar una atención de calidad, tomando siempre en consideración el individuo como eje central, sus particularidades innatas, condiciones del desarrollo y entornos sociales y culturales donde se desarrolla.

Si llevara a un esquema la visión ecológica de la psicopedagogía y donde se sustenta la base de la intervención psicopedagógica quedaría así:

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Para una correcta maduración de procesos cognitivos motores y socio–afectivos, el niño necesita un sistema nervioso sano, una carga genética que le permita desarrollar sus habilidades innatas, que más adelante le permitirán enfrentar los desafíos propios del desarrollo, una interacción con el entorno que le brinde experiencias ricas en aprendizaje y vivencias afectivas, las cuales parten de un ambiente familiar estimulador donde las actitudes, los conocimientos, valores, creencias, roles familiares, modos de vidas y de relación, incidirán sobre el niño como potenciadores o inhibidores de su aprendizaje y desarrollo. Por lo tanto nos permite entender hacia donde deberíamos enfocarnos en una intervención cualquiera que sea la discapacidad y nos aleja de las etiquetas, porque no podemos fraccionar al niño en áreas, en defectos, sino nuestro actuar debe ser holístico, integrador de las habilidades y destrezas que cada individuo trae consigo.

¿Por qué partir del desarrollo?

Porque como proceso multidimensional y de reconstrucción y reorganización permanente, el desarrollo no es lineal sino que se caracteriza por un funcionamiento irregular de avances y retrocesos y esto constituye el pilar de base para la intervención psicopedagógica ya que necesitamos conocer qué procesos del desarrollo están afectados de base y cuales debemos potenciar para lograr un mejor avance. Puche ,R, Orozco, M, Orozco, B, Miralba H (2009) hacen un análisis sobre las teorías tradicionales del desarrollo y hacia donde debe verse éste a partir de una nueva concepción donde se especifica la necesidad de dejar atrás la comprensión del desarrollo como una sucesión estable de etapas y de avanzar hacia una descripción del funcionamiento intelectual como un espacio en el que conviven el conocimiento implícito y el explícito; un funcionamiento en el que se entremezclan conceptos, compitiendo entre sí y donde emergen nuevos y viejos funcionamientos que se resisten a desaparecer completamente.

La integración sensorial es un proceso neurológico que organiza las sensaciones de nuestro cuerpo (internas) y las del entorno (externas), para dar respuestas adaptadas y tener un buen nivel de desarrollo en todas las áreas y actividades diarias. El sistema sensorial vestibular nos informa del movimiento y el sistema propioceptivo nos permite tener una conciencia corporal, de nuestros músculos y articulaciones, nos enseñan a mantener el equilibrio, a regular nuestra postura y a controlar nuestra fuerza, tener una buena coordinación motriz fina y gruesa. Cuando se logra procesar adecuadamente esta información, se propicia que toda la información que se recibe tenga un significado para el aprendizaje del niño, quien responde al medio de manera adecuada.

El desarrollo perceptivo motor, se concluye al finalizar los seis años, permite organizar la información que proporcionan nuestros sentidos e integrarla en esquemas perceptivos. Este desarrollo perceptivo motor constituye la base para el aprendizaje de la lecto–escritura y la lógica matemática. Esta se realiza bajo tres vertientes sobre las cuales profundizaremos más adelante

  • Toma de conciencia de los componentes del llamado esquema corporal para que el movimiento esté perfectamente adaptado a la acción y este ajuste sea lo más automatizado posible.

  • Estructuración de las sensaciones relativas al mundo exterior en patrones perceptivos y en especial, la estructuración de las relaciones espaciales y temporales.

  • Coordinación de los movimientos corporales con los elementos del mundo exterior con el fin de controlar el movimiento y ajustarlo al fin que se persigue.

Finalmente, la ideomotricidad, educa la capacidad representativa y simbólica, ya que una vez que el cerebro dispone de una amplia información, debidamente estructurada y organizada de acuerdo con la realidad, se trata de pasar a que sea el propio cerebro, sin la ayuda de elementos externos, quien organice y dirija los movimientos a realizar.

En estas primeras etapas, el movimiento y la corporalidad ocupan un lugar determinante en el desarrollo del niño, el cuerpo es el medio a través del cual se va a comunicar y a conocer su espacio externo e interno. El cuerpo se comunica a través del tono, equilibrio, postura, esquema corporal y otros componentes psicomotrices, ya que al ser un sistema abierto a nuevas posiciones en el espacio, a nuevas, percepciones a nuevas acciones, permite que el niño se desarrolle en su totalidad. El desarrollo de esas posibilidades motrices y creativas a partir del cuerpo, lleva al niño a centrar su actividad e interés en el movimiento y el acto motor y lo que de ello se deriva: estimulación y aprendizaje lo que propicia un equilibrio en sus dimensiones motriz, afectiva, cognitiva y social.

Por lo tanto la adquisición y desarrollo de la corporalidad no puede estar separado del desarrollo cognitivo y emocional. Desde la psicomotricidad vemos un cuerpo instrumentalque está vinculado a las habilidades neuromotoras las que nos permiten adaptarnos corporalmente a la realidad externa. Cuando trabajamos en el equilibrio, ajustes posturales, coordinación y fuerza muscular estamos estimulando ese cuerpo instrumental.

Vemos también un cuerpo cognitivo, ya que al niño moverse, el acto motor le permite conocer el medio que le rodea, manejar y conocer los objetos, crear realidades nuevas. Cuando trabajamos con el niño los movimientos con una intención, las praxias finas y gruesas, actividades que le permitan accionar sobre los objetos para después llegar a procesos operatorios y de representación simbólica, estamos estimulando este cuerpo cognitivo.

Herrero, A (2000), explica que hay un cuerpo tónico-emocional: “la acción corporal, las modificaciones tónicas, la expresión, la actitud y el gesto, permiten expresar nuestras vivencias afectivas, nuestras emociones, pulsiones, generalmente de forma no consciente. También la intervención psicomotriz favorece esta vivencia emocional expresada a través del cuerpo, y recoge sus manifestaciones para darles un significado y, en su caso, una respuesta, también de orden tónico-emocional”

Esta integración de la corporalidad, traducida en movimiento, ayuda a entender la psicomotricidad, pues este término va mucho más allá de la biomecánica humana, ya que el término “…integra las interacciones, cognitivas, emocionales, simbólicas y sensoriomo­trices en la capacidad de ser y de expresarse en un contexto psicosocial. La psicomotricidad, así definida, desempeña un papel fundamental en el desarrollo armónico de la persona” (Foro Europeo de Psicomotricidad – 1966).

El caballo genera una serie de estímulos y movimientos que constituyen por sí mismos, elementos significativos para el desarrollo psicomotor. Bender R (2012) nos explica que el caballo propicia ritmo, lo que favorece movimientos y patrón de marcha correcto y armónico, existiendo un diálogo motor vivo entre jinete y caballo de manera natural y activa. Por otro lado nos habla de la continuidad de la estimulación proveniente de los movimientos del caballo lo que índice a un trabajo sensorial intenso y por ende facilita una integración sensorial más completa. El contacto corporal con el caballo a través del asiento del jinete, tocarlo, produce una estimulación de la sensibilidad profunda, lo que desde una postura psicológica incita al paciente a acercarse a su propia corporalidad.

Por ejemplo el juego en las terapias ecuestres, es una herramienta muy útil, nos permitiría “reeducar o educar” tono, postura, reorganización postural, conciencia corporal, equilibrio, coordinación, entre otras habilidades psicomotrices que constituyen dificultades para mucho de nuestros niños. Margarita Ziade (Bocalán, Argentina) nos explica en su artículo, Una mirada psicomotriz al ejercicio de la Equinoterapia, que “en el ambiente de trabajo del caballo, estamos en contacto con la naturaleza, al aire libre, por lo tanto, aparecen nociones diferentes al trabajo en consultorio en lo espacio-temporal, en las dimensiones y en el movimiento. Todas estas nociones que el medio ambiente del caballo nos permiten encontrar pueden ser utilizadas para fomentar la comunicación, el vínculo y la adquisición de aprendizajes entre otras cosas”.

Conclusiones

Hay que tratar de cambiar paradigmas y ver las terapias ecuestres no solo desde la rehabilitación neurológica y puramente biomecánica, el psicomotricista y gran amigo -ya fallecido- Israel Silva,escribió: “en nuestro país (México) la hipoterapia no tiene una metodología específica, y los trabajos realizados se abordan desde una perspectiva fisioterapéutica y biomecánica, dejando a un lado aspectos psico-afectivos que están implícitos en el trabajo corporal, ya sea reeducativo o terapéutico”.

Trabajar las habilidades psicomotrices como base a un programa psicopedagógico son importantes, debido a que estaremos promoviendo el desarrollo de capacidades y habilidades necesarias para el buen desarrollo del lenguaje, el aprendizaje y funciones adaptativas adecuadas.

Bibliografía

  • Bender, R (2012) hipoterapia . editorial Mediterráneo, Chile
  • Solé, I. (2002). Cuadernos de educación: orientación educativa e intervención psicopedagógica (Segunda edición). Editorial Horsori Barcelona, España
  • Bronfenbrenner, U. (1987). La Ecología del Desarrollo Humano. Barcelona:Paidos.
  • Puche ,R, Orozco, M, Orozco, B, Miralba H (2009) Desarrollo infantil y competencias en la primera infancia Unidad de Educación para la Primera Infancia Bogotá, Colombia SBN 978-958-691-363-8
  • Lázaro A y Berruezo, P (2009): La pirámide del desarrollo humano. En: Revista Iberoamericana de Psicomotricidad y Técnicas Corporales ISSN: 1577-0788. Número 34. Vol. 9 (2). Páginas 15-42
  • Ramos, F. (1979) Introducción a la práctica de la educación psicomotriz. Madrid, España: Pablo del Río

Fuente: https://autismodiario.org/2014/10/09/el-enfoque-psicopedagogico-en-las-terapias-ecuestres/

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Las clases de música generan nuevas conexiones cerebrales en niños

Por Carolina García

Estudiar este arte favorece el neurodesarrollo. Los expertos creen que ayuda también al tramiento de menores con TEA o TDAH

La música puede ayudar a tratar los trastornos del espectro autista (TEA) y los trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en niños, así lo concluye la Sociedad Norteamericana de Radiología (RSNA, por sus siglas en inglés). Según estos expertos, que los pequeños reciban clases de música incrementa y crea nuevas conexiones cerebrales y “puede facilitar los tratamientos en niños con estos trastornos”. “Ya se sabía que la música era muy beneficiosa, pero este estudio ofrece un mejor entendimiento sobre qué está ocurriendo en el cerebro y dónde se producen estos cambios”, asegura Pilar Dies-Suárez, jefa de radiología en el Hospital Infantil de México Federico Gómez, en un comunicado. «Experimentar la música a una edad temprana puede contribuir a un mejor desarrollo del cerebro, a la optimización de la creación y establecimiento de redes neuronales y a la estimulación de las vías existentes del cerebro”, añade la experta.

Estudios anteriores ya hablaban de los beneficios de la música en el desarrollo cerebral. Por ejemplo, uno elaborado por el Instituto de Aprendizaje y Neurología de la Universidad de Washington (Seattle, EE UU) y publicado National Academy of Sciences concluyó que “ciertas melodías mejoran el procesamiento cerebral de pequeños de nueve meses, tanto en lo que se refiere a la música como a nuevos sonidos del habla”. La investigación sugería “que experimentar patrones rítmicos musicales mejora la habilidad de detectar y predecir patrones rítmicos del habla. Esto significa que escuchar música en edades muy tempranas puede tener un efecto global en las habilidades cognitivas de los bebés”, aseguraron los autores.

La importancia de las conexiones cerebrales.

Esta última investigación de la RSNA consistió en el análisis de 23 niños sanos de entre cinco y seis años, todos libres de trastornos sensoriales, de percepción o neurológicos. Además, ninguno había asistido a clase de música con anterioridad. Los sujetos se sometieron a una evaluación, previa y posterior, con una técnica de resonancia magnética avanzada -una tractografía-, lo que les permitió identificar los cambios microestructurales en la materia blanca del cerebro. Esta última contiene millones de fibras nerviosas -los axones- que trabajan como cables de comunicación entre distintas áreas del cerebro. El resultado pudo medir el movimiento de las moléculas de agua extracelulares a lo largo de estos axones. Desde el punto de vista de salud, todo es normal cuando estas células de agua se mueven de forma uniforme, en cambio, cuando estas lo hacen de forma aleatoria, sugiere que existe algo anormal.

Tras nueve meses de estudio con clases de música, los resultados mostraron un incremento de las conexiones y de la longitud de los axones en determinadas áreas cerebrales, sobre todo “y de manera más notable en las fibras que conectan los lóbulos frontales y que en conjunto constituyen el llamado fórceps menor».

“A lo largo de la vida”, prosigue la experta, “la maduración de las conexiones cerebrales entre las regiones motoras, auditivas y otras zonas permiten el desarrollo de un gran número de habilidades cognitivas, entre ellas, las habilidades musicales”. “Cuando un menor recibe clases de música, su cerebro se prepara para responder a ciertas demandas, estas incluyen habilidades motoras, auditivas, cognitivas, emocionales y sociales”, añade Dies-Suárez. “Creemos que el aumento es debido a la necesidad de crear más conexiones entre ambos hemisferios cerebrales cuando escuchas música”, concluye.

Ayudar a los niños con TEA y TDAH

Los investigadores también creen que “los resultados del estudio pueden servir para incidir con más precisión en las estrategias de tratamiento en niños con TEA o TDAH”. Unos trastornos que afectan a muchos pequeños en el mundo y en España. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 21 de cada 10.000 niños que nacen en el planeta padecen autismo, cifras que llevaron en 2008 a declarar el 2 de abril como el Día Mundial de esta enfermedad. En Estados Unidos, país donde la investigación está más avanzada que en Europa, uno de cada 68 niños nace con TEA. Estos trastornos afectan al neurodesarrollo y se manifiestan habitualmente en los tres primeros años de vida de un niño. Los bebés con el trastorno pierden el contacto visual, en ocasiones parece que no oyen y tienen algunas hipersensibilidades o cogen rabietas excesivamente fuertes. Una conducta muy característica de los niños aquejados por este trastorno son los comportamientos repetitivos.

En cuanto a las cifras de TDAH, este trastorno afecta a entre un 2 y un 5% de la población infantil, según la Federación española de asociaciones de ayuda al déficit de atención e hiperactividad. Se trata de uno de los trastornos más importantes dentro de la Psiquiatría Infanto-Juvenil y constituye cerca del 50% de su población clínica. Es un trastorno crónico y comienza a revelarse antes de los siete años. Se estima que más del 80% de los niños continuarán presentando problemas en la adolescencia, y entre el 30-65%, en la edad adulta. Los chicos son más propensos que las niñas a sufrir TDAH, en cifras que varían de 4 a uno.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/11/21/mamas_papas/1479727802_800426.html?id_externo_rsoc=TW_CM

Imagen: ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2016/11/21/mamas_papas/1479727802_800426_1479732779_noticia_normal_recorte1.jpg

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