Page 56 of 81
1 54 55 56 57 58 81

Por qué los jueces británicos van a empezar a estudiar ciencia

Por: BBC Mundo

El avance de la tecnología y la ciencia empieza a dejar su impronta en los procesos legales.

Los jueces no solo deben evaluar el testimonio de los testigos, fotografías y videos, sino que cada vez con más frecuencia deben sopesar información aportada por nuevos y sofisticados programas informáticos y análisis científicos.

Incluso un video con una imagen difusa de un sospechoso puede resultar clave a la hora de dictar una sentencia, gracias a una tecnología que analiza la manera de caminar del individuo.

Pero ¿qué tanto conocimiento científico tienen los jueces a la hora de estudiar la evidencia científica que presentan las dos partes involucradas en un juicio? En general, no mucho.

Para paliar esta deficiencia, la Corte Suprema de Reino Unido diseñó una estrategia.

Comparte este contenido:

La economía de la paz y la importancia de la ciencia, la tecnología y la innovación

Por:  Clara Inés Pardo Martínez

La ciencia, la tecnología y la innovación son importantes para una recuperación económica rápida y sostenible en las zonas más afectadas por el conflicto.

En la resolución pacífica de los conflictos y la transformación de la sociedad, la ciencia y la tecnología son claves, en la medida que contribuyen y aportan en lograr un desarrollo sostenible, la creación de empleo, mayor cohesión social y mejores perspectivas para construir la paz, al fomentar el emprendimiento, la innovación, el desarrollo de tecnologías de punta y el desarrollo tecnológico de los sectores productivos.

La ciencia, la tecnología y la innovación (CTI) son importantes para una recuperación económica rápida y sostenible en las zonas más afectadas por el conflicto, al promover nuevas actividades productivas, fomentar mejoras en capacidades y fomentar procesos que promuevan nuevos ingresos, lo que permitirá garantizar ingresos, fortalecer actividades rentables, evitar actos violentos y que se regrese al conflicto, al garantizar una inclusión social efectiva, mayor igualdad en la sociedad y transformación efectiva de los ciudadanos al valorar la paz como una estrategia de desarrollo y crecimiento económico.

En este contexto, es importante que la comunidad científica del país tenga una mayor conciencia de la importancia de su labor para construir la paz, la seguridad, incrementar la cooperación, potencializar el desarrollo social y económico en la medida que se garantiza el respeto de los derechos humanos y la protección del medio ambiente que fue establecido por la Resolución de la Asamblea General de la Naciones Unidas 43/61 sobre ciencia y paz.

La CTI busca soluciones para resolver los problemas de la humanidad donde las mismas deben fortalecer sociedades pacíficas y sustentables. En una palabra: la ciencia trabaja por el desarrollo y bienestar de las sociedades donde la formulación de una política de CTI no debe estar desconectada de una estrategia para mantener la paz y su aporte a la reinserción a través de soluciones técnico-científicas para la innovación y el emprendimiento que requieren desarrollo socio-económico; la formulación de una gobernanza adecuada; transparencia en el desempeño de las instituciones que gestionan la justicia y la seguridad; cultura de la verdad, la justicia y la reconciliación y educación para la paz que desarrolladas en conjunto aseguran que las causas del conflicto son solucionados y la CTI contribuye a los avances socioeconómicos del país.

Los indicadores sobre formación de alto nivel que es fundamental para la resolución de los problemas de Colombia que son calculados por el Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología que consulta a las principales agencias del país en cuanto al otorgamiento de becas, créditos y becas crédito para formación doctoral indican que en el país se otorgan alrededor de 1000 ayudas para formación doctoral por año y en los últimos diez años se han otorgado 7967, donde prima la formación (por área de conocimiento de acuerdo a la clasificación de la OECD) en ciencias sociales y humanidades (26.4%), Ingeniería y tecnología (24.7%) y ciencias naturales y exactas (22.9%) indicando el fortalecimiento de competencias en estas áreas que son vitales para construir la paz, fortalecer el crecimiento económico y fomentar el desarrollo sustentable del país. Sin embargo, en este contexto es importante promover la formación en otras áreas que son claves para el país como son las ciencias agrícolas donde sólo se otorgan alrededor del 6% de la ayudas para formación doctoral y que es fundamental en las mejoras de las cadenas productivas y la competitividad de las zonas rurales del país que son fundamentales para lograr y consolidar una paz duradera con oportunidades, mayor igualdad y cohesión social.

Todos estos elementos evidencian la importancia de fortalecer la ciencia, la tecnología e innovación en el país como una estrategia que permita promover una sociedad pacifica y que valora el conocimiento en todas sus expresiones, al lograr cambios sociales y culturales que implican la adhesión a principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las regiones, lo que implica promover una educación con valores cualitativos, actitudes y comportamientos de una cultura de paz, incluyendo la resolución pacífica de los conflictos, el diálogo, el consenso y la no violencia activa, que permitirán consolidar una sociedad más igualitaria y con mayores oportunidades que promueven una economía de la paz, Cotte (2015), donde la CTI son un motor para consolidar de forma integral un país más ecuánime donde todos sus ciudadanos cooperan por su progreso y consolidación.

Fuente: http://www.portafolio.co/economia/la-de-la-paz-y-la-importancia-de-la-ciencia-la-tecnologia-y-la-innovacion-511905

Comparte este contenido:

Nicaragua: Lanzan modalidad de matrículas en línea en Nandaime

Nicaragua/22 de Noviembre de 2017/TN8 TV

La educación pública de Nicaragua inició este lunes las matrículas en líneapara el curso escolar 2018, primera vez que ocurre esto en el país centroamericano.

En Nandaime esta apertura se dio en la escuela Monseñor Vélez, donde las autoridades educativas dieron a conocer las nuevas modalidades de matrículas tanto presencial como en línea a cada uno de los padres que estaban presentes en dicha actividad.

La directora de este centro educativo, Cony Rodríguez, dijo que ellos han venido trabajando desde la semana pasada y han venido haciendo conciencia en la población estudiantil y en los padres para que asistan a matricular a sus hijos y a aquellos que tengan la facilidad de hacerlo en línea bien lo pueden hacer.

Carmen Manzanares, una de las expositoras de este nuevo método, dijo que esto viene a facilitarles el trabajo a los padres de familia.

¿Cómo se puede hacer eso?, preguntó un padre de familia. «Desde una oficina o desde su casa, desde su celular o cualquier otro dispositivo que tenga internet, si se encuentra en algún sitio que tiene wifi ustedes se pueden conectar a la página del Ministerio de Educación, ahí hay un video tutorial que le indica lo que va a seguir para matricular a su niño o niña, pero también como ustedes pueden ver también tenemos la matrícula presencial, esto para que el papá o mamá que no tienen acceso a una computadora puedan venir hasta la escuela donde están los maestros atendiendo», indicó Carmen Ivana Manzanares, responsable de estadísticas de la delegación del MINED de Nandaime.

Manzanares también dio a conocer cuáles eran los objetivos principales con este nuevo sistema en Nicaragua. Uno de ellos es garantizar que a la entrada del nuevo año escolar ya estén todas las estadísticas necesarias del conglomerado total de estudiantes y así que el gobierno garantice tanto la merienda escolar como el mobiliario necesario en cada una de las escuelas del país.

Otro objetivo es descongestionar las escuelas públicas, donde se aglomeran los padres de familia los días de matrícula, según las autoridades del MINED.

Este mismo lunes el MINED abrió las matrículas del curso 2018 para las modalidades de educación inicial y preescolar, mismas que se extenderán por dos días. Nicaragua cuenta con una matrícula de unos 1,7 millones de estudiantes, la mayoría en el sistema de educación pública. El año escolar inicia en Nicaragua cada febrero y termina en noviembre.

nicaragua, matricula en linea, colegios, nandaime, estudiantes,

nicaragua, matricula en linea, colegios, nandaime, estudiantes,

Fuente: http://www.tn8.tv/departamentos/437013-lanzan-modalidad-matriculas-linea-nandaime/

Comparte este contenido:

Ecuador inicia programa de educación virtual para sus emigrantes en EEUU

Ecuador/ 21 de noviembre de 2017/Fuente: https://mundo.sputniknews.com

El Gobierno de Ecuador inició un proyecto de educación gratuita para lograr que sus connacionales residentes en Estados Unidos y que no terminaron sus estudios secundarios puedan hacerlo a través de un bachillerato a distancia.

«La meta que nos hemos planteado hasta 2021 es llegar a graduar alrededor de 150.000 personas, empezamos la fase uno en abril 2018, la fase dos en octubre 2018 y la fase tres en abril 2019», comentó la subsecretaria de Educación Especializada e Inclusiva, Aleyda Matamoros, en una rueda de prensa donde se presentó el programa TodosABC.

Según las estadísticas, 984.000 ecuatorianos no han concluido su bachillerato y aunque se desconoce el número exacto de emigrantes que se encuentran en esta condición, las autoridades esperan depurar estas cifras a través del propio proyecto.

Matamoros explicó que entre los requisitos para acceder a este sistema son la mayoría de edad, tener tres años de rezago educativo y tener un documento de identificación.

Los ecuatorianos residentes en Estados Unidos podrán acercarse a los 13 consulados que existen en ese país para iniciar con el proceso de inscripción, allí se les indicará la metodología correspondiente y la forma en la que pueden acceder a su título de bachiller.

Cada nivel de estudio tendrá una duración mínima de cinco meses y una máxima de 10 meses y la evaluación se hará en dos momentos por cada curso; además habrá exámenes de recuperación.

El estudiante deberá destinar cuatro horas diarias al tratamiento de las diferentes áreas de estudio para concluir el periodo escolar en cinco meses.

El alumno que requiera mayor espacio de tiempo para cumplir con las exigencias académicas podrá concluir el periodo escolar en 10 meses.

Por su parte, el viceministro de Movilidad Humana, José Luis Jácome, manifestó que esta es una forma de hacer efectiva «la portabilidad de los derechos de los migrantes en el exterior» y que este será un programa piloto que se ampliará a las otras comunidades de ecuatorianos residentes en el exterior.

El programa «tiene el objetivo de movilizar a la sociedad, para alfabetizar a nuestros jóvenes y adultos con educación inconclusa que residen en Estados Unidos» a través de la educación a distancia y con métodos de aprendizaje vinculados a la tecnología, agregó.

Quienes estén interesados en cursar este bachillerato virtual deberán inscribirse en los consulados hasta el 31 de marzo de 2018 y para obtener más información pueden ingresar a www.educacion.gob.ec.

Según el Viceministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana, alrededor de 1,2 millones de ecuatorianos viven en Norteamérica y que de esos 960.000 lo hacen en Estados Unidos.

Fuente de la Noticia:

https://mundo.sputniknews.com/americalatina/201711211074125124-bachillerato-distancia-ecuatorianos/

Comparte este contenido:

Educación y tecnología: transformar las dificultades en posibilidades

Carlos Magro

Hace unas semanas se publicó el Informe Tablets en Educación. Hacia un aprendizaje basado en competencias, elaborado por Mar Camacho, junto con Marc Vilamajor, Judith Balanyà, Sònia Guilana y Francesc Esteve, en el marco del Proyecto Samsung Smart School impulsado desde hace 3 años por Samsung, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, a través del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formacón del Profesorado (INTEF) y con la colaboración de los departamentos de educación de todas las comunidades autónomas, más las ciudades de Ceuta y Melilla.

El poyecto busca desde su comienzo explorar desde la práctica los procesos de incorporación de las tecnologías móviles en el aula. Lo ha hecho combinando formación (haciendo un especial énfasis en las metodologías activas), acompañamiento para la puesta en marcha de los proyectos, recursos e investigación sobre la práctica. Cada edición anual ha estado acompañado de un estudio de investigación de los resultados como el que mencionaba al principio dirigido por Mar Camacho de la Universitat Rovira i Virgili). En esta edición, he tenido el honor de escirbir el prólogo de la publicación. Dejo a continuación el texto íntegro (y algo largo) de este prólogo. Además de los enlaces que están distribuidos en el texto, al final encontraréis algunas referencias bibliográficas más por si queréis profundizar en la compleja y necesaria relación entre tecnología y educación.

La tecnología siempre ha sido importante en educación.

Nuestra actual organización escolar, con su curriculum tan disciplinado; con sus ciclos, cursos y niveles; sus grupos de alumnos más o menos homogéneos y la disposición espacial de las aulas, debe mucho a la que ha sido, con permiso de la decimonónica pizarra, la más eficiente tecnología educativa de todos los tiempos: el libro de texto. Tal y como nos ha recordado recientemente Mariano Fernández Enguita, “el libro de texto posibilitó también la escolarización masiva y en serie: contenidos prescritos y homogéneos, aprendizaje dosificado y secuenciado, maestros intercambiables, alumnos comparables… y todo ello con un instrumento fácilmente manejable (en todos los sentidos) y a un módico precio”. La historia de la educación está llena de tecnología.

En cualquier acercamiento al tema de la educación y la tecnología, es importante, por tanto, no dejarnos llevar por la amnesia, tan habitual por otro lado en nuestro mundo educativo, y no olvidar que siempre ha existido una estrecha relación entre educación y tecnología. Que ésta ha sido, en muchas ocasiones, considerada como el aliado perfecto para el cambio educativo y que, al menos en los últimos 100 años, cada vez que ha aparecido una nueva tecnología de la información y la comunicación (cine, radio, TV, ordenadores personales, tabletas) ha sido vista como una oportunidad y una palanca privilegiada para el cambio y la mejora educativa. En la historia del cambio educativo siempre ha habido mucha tecnología.

Tampoco está de más recordar que en las últimas décadas numerosos gobiernos de todo el mundo han puesto en marcha ambiciosos programas de implantación de tecnologías, invirtiendo cuantiosos recursos económicos y materiales en dotar de dispositivos y formación a centros, aulas y docentes. Unas inversiones que, lejos de provocar los cambios esperados, han fortalecido, en muchos casos, los enfoques más tradicionales de la enseñanza. No está de más recordar que, a pesar de las grandes inversiones y de las altas esperanzas depositadas en la tecnología como palanca del cambio, ésta no ha cumplido con el papel esperado. El deseado y necesario cambio educativo a través de la tecnología ha resultado, hasta ahora, una promesa incumplida (Neil Selwyn, 2014).

La historia de la tecnología educativa está llena de futuros que nunca han sido presentes.

Ser conscientes de esta historia, con sus luces y sombras, no nos debe llevar a ser pesimistas sobre el potencial transformador de la tecnología en educación ni, por supuesto, a abandonar la pretensión de educar con y en tecnologías. Máxime cuando éstas, lejos de constituir simplemente una caja de herramientas, están definiendo un nuevo entorno de aprendizaje (y de vida) que, entre otras consecuencias, está ampliando el concepto de alfabetización, modificando nuestra relación con los contenidos, demandando nuevas formas de enseñanza-aprendizaje y difuminando las fronteras entre el aula y el hogar, lo formal y lo informal. Como dijo Marshall McLuhan, “toda tecnología tiende a crear un nuevo mundo circundante para el hombre”.

El debate sobre educación y tecnología es probablemente más necesario y pertinente que nunca. Nuestro reto es redefinir la educación para este nuevo mundo.

Hay, además, varias razones para pensar que esta vez la situación puede ser distinta. Los últimos decenios nos han permitido entender mejor los procesos de cambio educativo y mejora escolar, destacando la importancia del centro educativo como unidad de cambio y la necesidad de construir y desarrollar la capacidad interna de cambio en los centros, implicando a docentes, equipos directivos y familias (David Hopkins, 2005). También ha aumentado considerablemente lo que sabemos sobre los procesos de aprendizaje (y por tanto sobre cómo debemos enseñar), comprendiendo que aprender tiene mucho que ver con actitudes, creencias, tolerancia emocional y valores.

Que aprender tiene mucho que ver con fomentar la confianza, con creer que se pueden resolver los retos, con saber gestionar con calma la incertidumbre que rodea cualquier problema relevante de la vida, con no desanimarse cuando las cosas no salen como pensábamos o con mantener el esfuerzo (Guy Claxton, 2007).

En esta misma línea, en los últimos 10 años prácticamente todos los países han reorientado sus curriculumshacia el desarrollo de competencias, lo que implica, si lo queremos hacer bien, cambios profundos en las maneras de enseñar, cambios en los que la tecnología tiene mucho que aportar. Entre las razones, por último, no es menor la que tiene que ver con las propias tecnologías muy diferentes de sus predecesoras del siglo pasado (s.XX), principalmente por su carácter multifuncional, interactivo, conectividad, disponibilidad, presencia y uso social.

Parece que, por fin, disponemos de los impulsos externos, los conocimientos y las tecnologías que reclamaba Seymour Papert para dar una segunda oportunidad a las pedagogías centradas en el alumno y orientadas hacia una formación integral de la persona que en distintos momentos del pasado siglo XX reclamaron una transformación profunda de la educación.

Estas condiciones favorables no deben hacernos olvidar, tampoco, que cada elección tecnológica que hacemos tiene implicaciones y que lo que necesitamos saber sobre las tecnologías, como sostuvo Neil Postman (1999), no es cómo usarlas sino entender bien cómo éstas nos usan a nosotros. No debemos nunca olvidar que la tecnología siempre supone un coste; que siempre hay ganadores y perdedores; que siempre tiene efectos epistemológicos, políticos o sociales; que sus consecuencias son siempre grandes, a menudo imprevisibles y en gran medida irreversibles; y que, con demasiada facilidad, tendemos a convertirla en algo mítico y por tanto incuestionable.

Para evitarlo, el mismo Postman nos proponía hacer de la tecnología un objeto de indagación, problematizando tanto su aceptación y uso como su rechazo e ignorancia.

O, como ha escrito recientemente Neil Selwyn, debemos asumir que para obtener lo mejor de las tecnologías debemos estar preparados para pensar también en lo peor (Neil Selwyn, 2016).

Existe una larga historia en investigación educativa que insiste en la dificultad para valorar la efectividad y el impacto de cualquier innovación educativa. Especialmente en el ámbito de la innovación con tecnología donde se entrelazan toda clase de variables sociales, culturales, económicas y políticas que provocan que sea realmente difícil diseñar estudios experimentales que nos permitan analizar y determinar de manera causal la influencia del uso de la tecnología en el aprendizaje. Algo que no debería extrañarnos debido a la propia complejidad de la tarea de educar. Complejidad, que lejos de disminuir, no ha dejado de acrecentarse en los últimos años, tanto por la creciente diversidad que encontramos en la sociedad y en nuestras aulas, como por las exigencias vinculadas al tránsito de un modelo educativo propedéutico y selectivo a otro inclusivo y orientado a la formación integral de las personas (Antoni Zabala, 2000).

En este nuevo entorno de aprendizaje, la educación se orienta, y se orientará cada vez más, hacia la adquisición y dominio de habilidades y competencias, genéricas y transversales, que permitan el desarrollo integral de la persona. Ya no nos basta con la adquisición de unos saberes.

El resultado del proceso de aprendizaje no debe ser solo dominar unos conocimientos sino ser capaz de transferirlos y utilizarlos para entender el mundo y poder actuar sobre él.

La escuela debe ayudar a desarrollar un conjunto habilidades y competencias que nos permitan actuar de manera eficaz en situaciones concretas, movilizando y combinando, en tiempo real, recursos intelectuales y emocionales (Philippe Perrenoud, 2012). Competencias y habilidades como la competencia lingüística, la competencia digital, el aprender a aprender, el aprendizaje a lo largo de la vida y habilidades como el pensamiento crítico, la colaboración, la curiosidad, la creatividad, la flexibilidad, la gestión de la diversidad, la innovación, la confianza individual y la resilencia, entre otras.

Volviendo sobre el impacto de la tecnología en el aprendizaje, la OCDE publicó en 2015 un informe en el que sostenía que, al menos en aquellas competencias que mide el informe PISA (logros en lectura, matemáticas y ciencias), no se evidenciaban mejoras apreciables entre aquellos países que habían invertido fuertemente en tecnologías para la educación y aquellos que no. Al contrario, los estudiantes que usaban las tecnologías de manera moderada tendían a obtener mejores resultados que aquellos que lo hacían con una frecuencia elevada.

Por su parte, también en 2016, Haßler, Major y Hennessy, tras analizar en detalle 23 estudios sobre el impacto de las tabletas en el aprendizaje, encontraron que 16 mostraban resultados positivos, 5 neutrales y 2 negativos haciéndoles concluir positivamente sobre el impacto de éstas para mejorar el aprendizaje, pero también afirmar que, a pesar de los crecientes esfuerzos que se están realizando por evaluar el impacto de las tecnologías de la información y la comunicación en la enseñanza y en el aprendizaje, nos siguen faltando evidencias sólidas que nos permitan ofrecer generalizaciones sobre cómo o por qué su uso puede mejorar o no el aprendizaje.

Para cada estudio o meta-estudio que concluye que el uso de la tecnología puede estar asociado con mejoras, hay otro que no encuentra diferencia o encuentra una relación negativa (Neil Selwyn, 2011).

En este sentido, debemos valorar el esfuerzo demostrado por el Programa Samsung Smart School desde sus inicios al tratar de medir y buscar evidencias sobre el impacto de la tecnología en el aprendizaje y el rendimiento académico, en particular en esta tercera edición, el esfuerzo por centrarse en medir los efectos sobre tres competencias clave como la competencia lingüística, la competencia digital y la competencia para aprender a aprender, constructos en sí mismos de difícil medida.

Los retos son grandes. Hacer lo mismo de siempre con tecnología o sin ella no permite avanzar hacia una mayor calidad y equidad de la educación (Pedró, 2017). La realidad, a día de hoy, es que las tecnologías aún deben cambiar las formas tradicionales de enseñanza (TICSE, 2011) que han marcado las aulas durante años.

La tecnología puede servir para perpetuar y fortalecer, sin cambiar, estos enfoques o para introducir cambios metodológicos.

Puede servir para mantener una educación centrada en la transmisión y la adquisición de contenidos o servir para el desarrollo de competencias y de una educación integral de las personas. Puede reproducir e incluso ampliar las tradicionales desigualdades educativas provocadas por el capital cultural, social y económico generando una mayor inequidad educativa o puede ser utilizada con el objetivo de minimizar al máximo esas desigualdades. Puede servir para hacer más eficientes los procesos de control, auditoría y evaluación escolar o para empoderar a alumnos, docentes y centros en su labor y atender a la diversidad y las características diferenciales de cada alumno.

La práctica pedagógica no es un resultado de la tecnología y no cambia como resultado de la introducción de nuevas tecnologías (Osborne & Hennessy, 2003).

La tecnología puede amplificar una gran enseñanza, pero una gran tecnología no puede reemplazar una enseñanza pobre. Los retos de la tecnología educativa son tan grandes como son los retos de la propia educación. Resolver el reto de la integración de la tecnología en la educación nos exige resolver antes el reto mismo de la educación. Nos exige cuestionarnos, tanto a nivel individual como colectivo, tanto a nivel de aula como de centro, sobre aquello que nuestros esfuerzos educativos deberían tratar de conseguir. Nos exige cuestionarnos sobre cuáles deben ser los fines de la educación.

En educación, y especialmente en educación con tecnología, nos hemos centrado mucho en los métodos y hemos olvidado las metas. Nos han sobrado posicionamientos y nos ha faltado debate.

El cambio en las prácticas educativas no es solo algo técnico. Es un cambio de mentalidad (expectativas, valores, metas, concepciones) y, por tanto, para que cambie lo que se hace en las aulas, con o sin tecnología, debe cambiar antes qué entienden los alumnos y profesores por aprender y enseñar. El reto no es fácil. Existe, como demuestra la investigación, una distancia grande entre las creencias sostenidas por los profesores y el uso educativo que realmente hacen de las tecnologías (Aldama & Pozo, 2016). No es extraño encontrar docentes que afirman que las tecnologías son buenas herramientas para diseñar entornos de aprendizaje centrados en el alumno pero que luego en su práctica diaria siguen manteniendo formas de enseñanza tradicionales centradas en el contenido. Al final, el elemento más importante sigue siendo el maestro, su práctica en el aula y las relaciones que establece con sus alumnos.

Sobre el cambio educativo, por otro lado, han dominado, en las últimas décadas y de modo pendular, dos posturas antagónicas que, a riesgo de simplificar mucho, podríamos agrupar en la dicotomía control vs compromiso. En los años 80, coincidiendo también con las “primeras” incorporaciones masivas de tecnologías en los centros educativos, tuvo lugar una primera ola de reformas en la que las administraciones educativas tomaron jerárquicamente el control del cambio, imponiendo políticas educativas de arriba abajo, centradas principalmente en las reformas curriculares, la gobernanza y el control sobre los centros. A ésta, le siguió una segunda ola en los años 90, más horizontal y orientada hacia la descentralización de las políticas curriculares y la autonomía de los centros pero que dejó de lado los cambios dirigidos a la mejora de los procesos de enseñanza y aprendizaje de los alumnos.

Hoy, superadas en gran parte estas dos posturas, queda claro que cualquier proceso de mejora educativa debe ir acompañado de un objetivo claro que implique la mejora de las prácticas diarias dentro del aula. No hay mejora posible si no la hay en los aprendizajes de los alumnos, medidos éstos, como hemos dicho, en términos competenciales.

Cualquier proceso de transformación que no persiga como objetivo final la mejora de los resultados y aprendizajes de los alumnos será inútil,

como han sostenido Gairín y Goikoetxea (2008): “los mejores planes de mejora de los centros escolares son aquellos que entienden la mejora como un proceso largo, constante y evolutivo que centra sus objetivos concretos y realistas de mejora principalmente en el enriquecimiento del aprendizaje de los alumnos y de las prácticas de aula, y que proponen estrategias de evaluación de los procesos y de los resultados de aprendizaje ricas y diversas, siempre en función de la capacitación del profesorado y de las condiciones organizativas de cada centro”. El cambio no se puede prescribir, ni hay recetas únicas. No hay palancas mágicas.

La tecnología nunca será por sí sola una solución. Se debe actuar simultáneamente sobre varias dimensiones.

La mejora escolar sólo puede ocurrir cuando las escuelas aplican las estrategias que mejor se ajustan a su propio contexto. En consecuencia, cualquier proceso de mejora escolar, también con tecnología, debe partir de un análisis previo de la situación del centro educativo (fortalezas y debilidades; datos, cultura escolar; contexto) que nos permita identificar las necesidades y áreas de mejora y establecer unas estrategias correctas. La investigación sobre los procesos de cambio educativo y mejora escolar insiste en la necesidad de construir y desarrollar la capacidad de cambio dentro de la escuela lo que, a su vez, nos lleva a tener que prestar especial atención a los procesos de formación y a cómo se fomentan y desarrollan los procesos de colaboración dentro de cada escuela y entre escuelas. Parece claro, que las culturas escolares más favorables a la mejora escolar son aquellas que son colaborativas, fomentan relaciones de trabajo colegiadas, dentro y fuera, y generan un clima favorable hacia el cambio (Alma Harris, 2002).

Aceptar que la unidad de cambio es el centro o la red de centros no debe servir para que las administraciones competentes eludan sus responsabilidades. Al contrario, deben asegurar las condiciones y los recursos necesarios que posibiliten estos procesos, garantizando siempre la equidad dentro del sistema. Condiciones que, en el ámbito tecnológico, se traducen en garantizar que todos los centros educativos dispongan del apoyo y la formación adecuada; la conectividad y las infraestructuras necesarias; los recursos personales (personal especializado) y materiales (reposición y mantenimiento de tecnologías y recursos educativos abiertos) necesarios que permitan generar procesos de apropiación tecnológica y desplegar proyectos integrales de cambio educativo con tecnología. Condiciones que en los últimos años lejos de incrementarse o mantenerse se han visto aminoradas.

Concluyendo. Hace tiempo que las tecnologías entraron en la educación escolar pero, salvo aquellos pocos centros en las que éstas forman parte de su modelo pedagógico, en la mayoría lo han hecho de una “manera desigual, fragmentada y desde una concepción restringida y limitada de las mismas,” (Fernández Enguita y Vázquez Cupeiro, 2017) modificando apenas los procesos de enseñanza. Hoy, en una gran mayoría de nuestras escuelas, encontramos tecnologías en los despachos y en las aulas (ordenadores, pizarras electrónicas), en los procesos administrativos y en la comunicación con los padres (plataformas de gestión del centro y de comunicación). Los profesores las utilizan cada vez más para preparar sus clases y los alumnos para buscar información. Incluso las encontramos como contenido curricular (competencia digital, programación, robótica…) pero, en la mayoría de nuestras aulas, siguen quedando fuera del núcleo central del proceso de enseñanza-aprendizaje. Nos siguen faltando competencias didácticas relacionadas con las tecnologías.

Parece claro que necesitamos una nueva aproximación para conseguir todo el potencial transformador que pueden tener las tecnologías en la escuela.

El lado positivo es que, por fin, parece que nos hemos alejado del discurso de las plataformas y dispositivos y que se ha generalizado la idea, entre todos los actores implicados, de que hablar de la incorporación de tecnologías en educación no es hablar de dispositivos, ni de hardware y software, ni tampoco de datos, analítica y eficiencia, sino que tiene que ver sobre todo con prácticas, contextos, culturas y usos, es decir, con lo que podríamos denominar los aspectos humanos de la tecnología y de la educación (Neil Selwyn, 2011). Que, como cualquier otra tecnología, la tecnología educativa está intrínsecamente ligada a los aspectos sociales, culturales, económicos y políticos de la sociedad y que, por tanto, el reto al que nos enfrentamos es el de construir una visión compartida de una educación mejor para nuestros alumnos en un entorno cambiante, incierto y digital como el actual. Que no se trata tanto de tecnificar las aulas como de escolarizar las tecnologías.

No se trata tanto de automatizar procesos como de humanizarlos.

Debemos encontrar formas más efectivas para integrar la tecnología en los procesos de enseñanza y aprendizaje; hacerlo de manera que garanticemos la equidad y la igualdad de oportunidades; proporcionar a los docentes los entornos de aprendizaje que apoyen las pedagogías del s. XXI y a los estudiantes con las habilidades necesarias para vivir plenamente en el mundo de mañana (OECD, 2015).

El uso exitoso de la tecnología debe ir acompañado de cambios simultáneos en otros aspectos como la organización escolar, la cultura escolar, el currículo, la evaluación, la formación y desarrollo profesional de los docentes (Francesc Pedró, 2017). La transformación y el cambio educativo con tecnologías debe ser algo sistémico. El reto no es usar la tecnología en educación, sino repensar la educación con ella. Necesitamos un cambio global que incida sobre los objetivos de aprendizaje, los currículos, las estrategias docentes, la didáctica y la evaluación.

El Programa Samsung Smart School, que cumple ahora su tercer año, representa un buen ejemplo de cómo desarrollar proyectos de integración de tecnologías en la escuela. Y lo es, sobre todo, por su carácter integrador de actores, al incorporar además de a la propia Samsung al Ministerio de Educación, Cultura y Deportes y a todas las comunidades autónomas más las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Lo es, también, por su aproximación multidimensional al tema combinando los dispositivos y la conectividad con formación especializada, recursos educativos, asesoramiento e investigación. Lo es, también, por su acercamiento sistémico al cambio educativo con tecnologías incidiendo en la organización y cultura escolar, el liderazgo, las metodologías de enseñanza y aprendizaje, las infraestructuras, la evaluación y las relaciones con el entorno. Lo es, desde luego, por centrarse desde el primer momento en la mejora de los aprendizajes de los alumnos y vincular esta mejora al desarrollo de competencias y lo es, finalmente, por su acierto a la hora de fomentar la construcción de redes y el trabajo colaborativo entre docentes y centros, aspecto clave para la necesaria transformación de la educación.    

Nadie dijo que transformar la educación fuera fácil, la cuestión está, como dijo Paulo Freire, en cómo transformar las dificultades en posibilidades.

 Algunas referencias bibliográficas:

  • Alma Harris (2002). School Improvement. What’s in it for Schools. RoutledgeFalmer
  • Antoni Zavala Vidiella (2000). La práctica educativa. Cómo enseñar. Editorial Graò
  • B. Haßler, L. Major & S. Hennessy (2016). Tablet use in schools: a critical review of the evidence for learning outcomes. Journal of computer Assisted Learning. 2016, 32, 139-156
  • Carlos de Aldama & Juan Ignacio Pozo (2016). How are ICT used in the classroom? A study of teachers’ beliefs and uses. Electronic Journal of Research in Educational Psychology, 14(2), 253-286. no. 39
  • David Hopkins (ed) (2005). The Practice and Theory of School Improvement. International Handbook of Educational Change. Springer.
  • Francesc Pedró (2017). Tecnologías para la transformación de la educación. Fundación Santillana
  • Guy Claxton (2007). Expanding Young People’s Capacity to Learn. British Journal Of Educational Studies. Vol. 55, No.2, June 2007, pp 115-134
  • Joaquín Gairín Saillín y Javier Goikoetxea Piérola (2008). La investigación en organización escolar. Revista de Psicodidáctica, vol. 13, núm. 2, 2008, pp. 73-95
  • Langdon Winner (2009). Information Technology and Educational Amnesia. Policy Futures in Education. Vol.7 nº6. 2009. Disponible en http://journals.sagepub.com/doi/pdf/10.2304/pfie.2009.7.6.587
  • Larry Cuban (2015). The Lack of evidence-based practice. The case of Classroom Technology. 2015. Disponible en https://larrycuban.wordpress.com/2015/02/05/the-lack-of-evidence-based-practice-the-case-of-classroom-technology-part-1/
  • Louis Major, Bjoern Haßler, and Sara Hennessy (2017). Tablet Use in Schools: Impact, Affordances and Considerations. Chapter 8 in Handbook on DIgital Learning for k-12. Springer International Publishing
  • Mariano Fernández Enguita (2017). La larga y compleja marcha del clip al clic. Escuela y profesorado ante el nuevo entorno digital. Ariel. Fundación Telefónica
  • Marshall McLuhan (1962). La Galaxia Gutenberg. Génesis del homo typographicus
  • Neil Postman (1999). El fin de la educación. Octaedro
  • Neil Selwyn (2011). Education and Technology. Key Issues and Debates. Continuum
  • Neil Selwyn (2014). Distrusting Educational Technology: Routledge
  • Neil Selwyn (2016). The Dystopian Futures. pp. 542-556. Chapter 28 en Nick Rushby & Daniel W. Surry (eds). The Wiley Handbook of Learning Technology
  • OECD (2015). Students, Computers & Learning. Making the connection
  • Osborne, J., & Hennessy, S. (2003). Literature review in science education and the role of ICT: Promise, problems and future directions (No. 6). Bristol: Nesta FutureLab
  • Paulo Freire (1997). A la sombra de este árbol. El Roure. Barcelona
  • Philippe Perrenoud (2012). Cuando la escuela pretende preparar para la vida. ¿Desarrollar competencias o enseñar otros saberes? Graó
  • TICSE (2011). ¿Qué opina el profesorado sobre el Programa Escuela 2.0? https://ampaipse.files.wordpress.com/2012/01/informe_escuela20-prof2011.pdf

Fuente del articulo: https://carlosmagro.wordpress.com/2017/10/30/educacion-y-tecnologia-transformar-las-dificultades-en-posibilidades/

Fuente de la imagen: https://carlosmagro.files.wordpress.com/2017/10/dddjs2cxuaavmni.jpg?w=610&h=

Comparte este contenido:

EcoInclusión es la gran ganadora del #DesafíoGoogleOrg

19 Noviembre 2017/Fuente:mba /Autor: AmericaEconomía.com

Al igual que las ONGs, en Google también nos hacemos esas grandes preguntas y creemos que la tecnología puede y tiene que cumplir un rol fundamental para resolverlos. Así llegamos a la final del Desafío Google.org con la satisfacción de estar ayudando a encontrar esas respuestas.

Cinco ganadoras nacionales, elegidas por el voto del público para representar a Argentina, Chile, Colombia, México y Perú, participaron de la gran final regional en Ciudad de México donde un notable jurado seleccionó a los ganadores del certamen.

Luego de un intenso debate EcoInclusión, de Argentina fue elegida como la gran ganadora del Desafío Google.org. Recibirá US$ 150.000 (que se suman a los US$350.00 que ya ganó en la etapa nacional) para la fabricación de ladrillos ecológicos de bajo costo a través del reciclaje de botellas de plástico PET.

En segundo lugar quedó Movimiento Peruanos Sin Agua que recibirá US$150.000 adicionales para desarrollar su sistema de captación de agua de niebla y aguas subterráneas para poblaciones con acceso limitado a este recurso y en tercero, Patrulla Aérea Civil Colombiana, que ganó US$100.000 extra para continuar llevando atención médica y quirúrgica a zonas vulnerables, de difícil acceso y sin hospitales. Las ONGs Corporación Red de Alimentos de Chile y Sin Fronteras de México llevarán un premio adicional de US$50.000 cada una.

El jurado, compuesto por Rigoberta Menchú, embajadora de buena voluntad de la UNESCO y ganadora del Premio Nobel de la Paz; Gabriel Baracatt, director Ejecutivo de Fundación Avina; Anamaría Schindler, responsable de Ashoka para América Latina, los artistas Shakira y Diego Luna; la presidenta de Google.org, Jacquelline Fuller, y yo, Adriana Noreña, vicepresidenta de Google para Hispanoamérica, evaluamos cada proyecto teniendo en cuenta su impacto social, su grado de innovación, la factibilidad técnica de realización y su escalabilidad.

Además todas las ONGs ganadoras, un total de 15 seleccionadas en los cinco países que participan del certamen, también recibirán el apoyo de un grupo de voluntarios de Google que los acompañará durante el proceso de hacer realidad su idea.

Para el Desafío Google.org, América Latina será un hito. No solo fue la primera vez que el certamen se desarrolla en forma regional, sino que recibimos un récord de más de 2300 proyectos que abordaron temas educativos, medioambientales, de salud y derechos civiles, entre muchos otros. Y además, con un total de US$5.85 millones en donaciones, será el monto más grande otorgado por el certamen en todo el mundo.

Este certamen ya recorrió un largo camino, pero todavía queda mucho por hacer. Estamos orgullosos de poder encontrar respuestas a los problemas de la sociedad. Pero en ese camino también encontramos nuevas preguntas, que seguiremos trabajando para ayudar a responder.

Fuente de la noticia: https://mba.americaeconomia.com/articulos/notas/ecoinclusion-es-la-gran-ganadora-del-desafiogoogleorg

Fuente de la imagen: https://mba.americaeconomia.com/sites/mba.americaeconomia.com/files/styles/article_main_i

Comparte este contenido:

Tabitha Goldstaub: La inteligencia artificial nos vende productos machistas y racistas sin que nadie se dé cuenta

El núcleo central de la inteligencia artificial (IA) se compone de un proceso de dos fases: primero se le asigna un objetivo y después ella misma diseña una forma de conseguirlo. Por lo tanto, su forma de alcanzar dicha meta no siempre resulta demasiado transparente. Por eso, si usted está inculcando un cierto sesgo a una máquina de forma inconsciente, es posible que desconozca que, en efecto, el algoritmo también tiene ese sesgo. El resultado es que ese algoritmo podría ser perjudicial para las mujeres, pero costaría mucho averiguar exactamente por qué.

Esto ya ha pasado con la tecnología tradicional: hemos visto mujeres muriendo en accidentes automovilísticos porque los muñecos de prueba de choque tenían la forma de un hombre en lugar de la de una mujer. Con la IA podría haber situaciones similares de vida o muerte, en pruebas de drogas, vehículos autónomos y cosas por el estilo.

También hay algunos ejemplos [del sesgo de género de la inteligencia artificial actual]: anuncios de Google que muestran anuncios [de trabajo] con mayores sueldos a los hombres que a las mujeres. Podemos plantear otras hipótesis de otras situaciones en las que podría suceder: ¿qué pasaría si las mujeres no pudieran obtener los mismos préstamos, hipotecas o seguros?

No tengo una visión distópica de la inteligencia artificial. No creo que vaya a haber robots asesinos. Estoy mucho más centrada en las aplicaciones limitadas, y creo que, si nos fijamos en cada una de ellas, existe la posibilidad de que afecte negativamente a las mujeres. No creo que la inteligencia artificial sea el problema; es un problema adicional, en lugar de la causa. Estamos hablando del riesgo de que nuestro sexismo y racismo inconsciente se transmita a las máquinas que estamos construyendo.

¿Cómo conseguimos que alguien que está construyendo una IA tenga en cuenta estas cosas? Necesitamos que los consumidores exijan una inteligencia artificial ética. La gente no es demasiado consciente de que el problema va más allá de una simple cuestión de género: se trata de un problema real y fundamental del producto.

Fuente: https://www.technologyreview.es/s/9691/la-inteligencia-artificial-nos-vende-productos-machistas-y-racistas-sin-que-nadie-se-de

Comparte este contenido:
Page 56 of 81
1 54 55 56 57 58 81