¿Qué es el trabajo precario?

Por: Jorge Robles*

Casi de manera intuitiva, parecería fácil reconocer lo que es un trabajo precario. Sin embargo, al momento de analizar las distintas formas de trabajo, no lo encontramos de manera fácil, pues nos concentramos en los salarios.

La Real Academia Española define trabajo precario como: Situación que viven los trabajadores sujetos a unas condiciones de trabajo por debajo del límite considerado como normal, especialmente cuando los ingresos económicos que se perciben por el trabajo no cubren las necesidades básicas de una persona.

Esto deja completamente a la subjetividad del analista lo que es normal y la carencia de una definición de necesidades básicas de una persona.

En mi entrega anterior sobre la condición de vida de los trabajadores por aplicación, llegaron algunos comentarios sobre lo bien que pueden ganar algunos. De la calidad del trabajo nadie dijo nada.

Como no existe un consenso sobre el concepto, utilizo la definición de trabajo precario como la contraparte de trabajo decente construido en la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Entre los sindicalistas independientes, el término decente no fue bien recibido, pues el concepto de decencia lo heredamos de la época de la Nueva España. Es un adjetivo acuñado para definir al indígena aculturizado a la manera europea, por medio de las encomiendas: aprender a hablar en español, bautizarse en la fe católica, contestar para servir a usted cuando se presenta y mande usted cuando se le llama. En suma, disfrazarse de español desde la manera de vestir o la de usar manta para mostrar que no se sabía español ni de costumbres europeas.

En la definición de la OIT y usada en todo el orbe, las características mínimas para determinar la decencia del trabajo son:

Estabilidad laboral: saber que no perderás tu fuente de sustento mientras exista materia de trabajo, no podrán despedirte sin justificación fundada en criterios legales, ni mantenerte con innumerables contratos temporales en un trabajo permanente en la empresa.

Derechos laborales plenos: Por lo menos, los establecidos en los tratados internacionales y en los documentos base de la Organización de Naciones Unidas (ONU): Jornada máxima de ocho horas, vacaciones, seguridad e higiene en el trabajo, no violencia ni acoso de ningún tipo, derecho de huelga, pago doble y hasta triple de horas extras y días festivos, salario suficiente para mantener a una familia con acceso a la educación, cultura y recreación.

Seguridad social: garantizar la atención médica, incluyendo las acciones preventivas para los trabajadores y sus familias y construcción de una pensión suficiente para que en la jubilación se pueda mantener una forma de vida digna.

Diálogo social: reconocimiento pleno de los trabajadores, sobre todo los organizados de manera colectiva, para negociar, como pares de los patrones, las condiciones de trabajo por medio de contratos colectivos de trabajo reales, con el pleno respeto a la autonomía y libertad sindical.

Ante la carencia de cualquiera de uno solo de estos criterios, el trabajo dejará de ser digno para convertirse en trabajo precario.

El trabajo es precario si: a) se obliga a trabajar con un sindicato que fue elegido por los trabajadores, usualmente con sindicatos del Congreso del Trabajo, o los llamados progresistas o de plano, formados por el patrón; b) se fuerza a doblar turno por falta de relevo en el puesto. Situación muy común en empresas de seguridad privada; c) si simulan una relación laboral asalariada, pero en realidad el trabajador vive de las propinas. Caso de gasolineros, empacadores de supermercados, vigilantes de estacionamiento en centros comerciales; d) en caso de que el patrón utilice una empresa subcontratista, sin establecer una relación formal con el trabajador, y éste cobra por comisión de venta y no por un salario. Caso de agencias automotrices, Agentes de seguro y, tristemente, este método es usado en algunas cooperativas; e) si se puede correr del trabajo de manera injustificada en cualquier momento. De nada sirve un buen puesto y salario si mañana se pierde empleo;

f) cuando se paga derecho de piso por trabajar. Misma condición de los propineros; g) no tener seguridad social. Esto es común en muchas empresas, bajo el pretexto de que se está a prueba o se registran con un sueldo inferior del que realmente se percibe, disminuyendo el dinero de la Afore y las incapacidades, cuando se reciben. Usual en el caso de entrenadores deportivos, actores, cirqueros o cuenta cuentos; h) no contar con salario. Como agentes de seguro, trabajadores por aplicación, vendedores de autos, empresas inmobiliarias, becarios, trabajadores meritorios, menores de edad que ayudan a sus madres y padres; i) si el trabajo es forzado, como es el caso de que sea migrante o se haya trasladado al trabajador del extranjero a laborar, retuvieron sus papeles y se están guardando su salario para que no se lo gaste. Esto es muy usado por empresas chinas en casi todo el mundo. Detectamos casos en México, Europa y Sudamérica.

El trabajo precario es mucho más usual y normal de lo que se podría esperar. Existe en la economía informal y en la formal. Reconocer esta situación es buena manera de comenzar a definir para mejorar las condiciones de trabajo.

*Asesor (jrjrjr48.jr@gmail.com)

Fuente de la información: https://www.jornada.com.mx

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Foros virtuales, “trabajo decente” y la retórica de realidades indecentes

Por: Eduardo Camín

 

El empleo es un elemento decisivo en la inclusión social. Pero el discurso de los gobiernos sobre el “trabajo decente” se ha transformado en una versión laica de las encíclicas papales, y la caridad –obviamente– no es vocación de las empresas.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebrará del 22 al 24 de febrero el Foro mundial para una recuperación centrada en las personas, que tiene como objetivo aumentar el nivel y la coherencia de la respuesta internacional al profundo y desigual impacto de la crisis de la Covid-19 a nivel mundial.

 

La lógica del modelo económico neoliberal dominante en nuestra época ha impuesto una nueva configuración del trabajo en la que el desempleo y la precariedad son lo habitual, lo normal, puesto que lo nuclear no son las personas sino la rentabilidad.

 

Desde esta perspectiva, el empleo –y las personas que lo desarrollan– se vuelve inestable, inseguro, a merced de las fluctuaciones del mercado. Nuestras sociedades se han ido configurando de tal manera que lo no-productivo, lo que no es útil para obtener beneficio en el menor tiempo posible, se desecha, se descarta.

 

La realidad del supuesto trabajo decente no es más que un oasis de “flexiprecariedad” una constante fragmentación del mundo del trabajo ante las diversas y cambiantes modalidades del empleo, con salidas del mercado laboral y con retornos, la mayoría de las veces en peores condiciones.

 

El Foro virtual de la OIT reunirá a jefes de Estado y de Gobierno, directores de organizaciones internacionales y de bancos multilaterales de desarrollo, así como a dirigentes de empleadores y trabajadores de todo el mundo para proponer acciones concretas y reforzar la respuesta de la comunidad internacional a la crisis pandémica.

El Foro examinará en particular las acciones e inversiones necesarias para promover: empleos decentes y crecimiento económico inclusivo; una protección social universal; la protección de los trabajadores y la sostenibilidad de las empresas, y una transición justa hacia una economía global neutra en carbono.

 

Las perspectivas del mercado de trabajo mundial se han deteriorado de forma más que elocuente y es probable que en los próximos años siga siendo extremadamente difícil para gran parte del mundo volver al rendimiento previo a la pandemia. Actualmente, la OIT prevé que este año el desempleo mundial alcance los 207 millones de trabajadores.

 

No obstante, habría que agregar un bemol importante a estas cifras: un reciente informe del organismo reconoce que muchas personas que abandonaron la fuerza de trabajo no han vuelto a formar parte de las estadísticas, por lo que el nivel de desempleo no refleja del todo las repercusiones de la crisis sobre el pleno empleo. Añade que el desempleo se mantendrá por encima del nivel alcanzado en 2019, como mínimo hasta el 2023.

 

Trabajo decente, un concepto muy manido  

 

La OIT acuñó el término de “trabajo decente” y lo convirtió en su prioridad a partir de 1999, entendido desde la promoción de oportunidades para que hombres y mujeres pudieran conseguir un trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana.

 

Sin duda, el lenguaje constituye una de las herramientas usuales para interpretar y comprender la realidad. Pero en nuestros días es habitual la utilización del lenguaje fingido para controlar la forma de pensar o legitimar desigualdades. Y ciertas nociones o enunciados que surgen en un determinado contexto se convierten en claves para objetivar cuestiones con un alto contenido emocional.

 

El de “trabajo decente” es un concepto muy manido en estos tiempos, emergente del actual contorno sociohistórico en donde la situación laboral es endeble y la categoría trabajo ha perdido significación. Es decir, un concepto que se constituye en un término altamente valorativo y explicativo de la realidad, pero que paradojalmente lleva implícito su déficit.

 

Podemos definir que el sentido ético es el carácter más visible de este término, cuestión que por lo tanto puede llevar a confundirlo con un anhelo. Las dimensiones que lo constituyen estructuran una sólida noción analítica que dan cuenta de cómo puede ser el trabajo, o bien de cuánto adolece hoy en día esa actividad vital, ese acto social propiamente humano.

 

Cuando hablamos de trabajo, hemos limitado su significado habitual al empleo, al trabajo asalariado, pero abarca mucho más que eso en capacidad creadora, construcción social, desarrollo humano, solidaridad. Muchos de los trabajos que realizamos sin ser empleos son imprescindibles para la vida humana, en el hogar y la familia, el del cuidado, el voluntariado, y sin ellos el empleo no se podría sostener.

 

Con Covid o sin Covid

 

Somos conscientes de que las consecuencias del Covid-19 en el empleo son profundas, de gran alcance y sin precedentes y para captar con mayor precisión las características actuales, diremos que vivimos la crisis más grave desde la Segunda Guerra Mundial.

 

Hasta hoy, el empleo es un elemento decisivo en la inclusión social y no tenerlo aboca a muchas personas y familias a la pobreza o la exclusión. Pero el imponente discurso de los gobiernos sobre el “trabajo decente” se ha transformado en una versión laica de las encíclicas papales, y la caridad –obviamente– no es vocación de las empresas.

 

Podríamos ir más lejos: los dueños de empresas y los operadores financieros tienen todos los motivos del mundo para felicitarse por el estado de las cosas y vivir la vida que se presenta como una situación bendita, ya que ninguna teoría, ninguna manera de pensar, ninguna acción seria se opone a ellos. El virus tampoco lo hará.

 

Entonces cabría preguntarnos ¿por qué continuar con la retórica discursiva de la “indignación” en los foros sociales, en las cumbres mundiales y renunciar a una acción seria en sus propios países, que se oponga a este estado de las cosas?

 

Una de las tentaciones permanentes es acabar aceptando el mensaje mil veces repetido de que las cosas son así y no hay alternativa posible. El mundo de las modernidades digitales y la retórica del discurso neoliberal seguirá marcando el sentido de los tiempos.

 

Necesitamos trabajo y sustento… y nos ofrecen empleo cada vez más precario, cada vez más indecente. Este es el problema a resolver, que no tiene solución viable razonando con la lógica del lucro del dinero.

 

 

 

*El autor es periodista uruguayo en la ONU Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estrategico (CLAE)

 

Fuente de la información e imagen: https://estrategia.la/2022/02/11/foros-virtuales-trabajo-decente-y-la-retorica-de-realidades-indecentes/

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La noción de trabajo decente, ¿un ardid de la teología del capitalismo?

Por: Eduardo Camín

 

El lenguaje es una de las herramientas usuales para interpretar y comprender la realidad. En nuestros días es habitual la utilización del lenguaje fingido, para controlar la forma de pensar o legitimar desigualdades. Y ciertas nociones o enunciados que surgen de un determinado contexto se convierten en claves para objetivar cuestiones hasta entonces no objetivadas.

Un concepto muy manido en estos tiempos es el del trabajo decente, emergente del actual contorno socio-histórico en donde la situación laboral es endeble y la categoría trabajo ha perdido significación, un concepto que se constituye en un término altamente valorativo y explicativo de la realidad, pero que, paradojalmente lleva implícito su déficit.Ponencia sobre el trabajo decente

Si bien el sentido ético es el carácter más visible de este término, cuestión que puede llevar a confundirlo con un anhelo, las dimensiones que la constituyen estructuran una sólida noción analítica y dan cuenta de cómo puede ser el trabajo, o bien, de cuánto adolece hoy en día y en cada lugar esta actividad vital, ese acto social propiamente humano.

En el marco de este proceso de formación de una nueva cultura civilizatoria, en la que teoría e historia van configurando nuevos escenarios de conocimiento y realidades sociales, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptó en 1999, el Programa de Trabajo Decente ,con el cual se compromete a promover las condiciones que brinden oportunidades para que los hombres y las mujeres puedan conseguir un trabajo digno y productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana.

Y lo definició como “el trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad, en el cual los derechos son protegidos y que cuenta con remuneración adecuada y protección social” (OIT 1999a: 4).

Después de aquella 87ª reunión de la OIT, esta organización ha elaborado varios documentos en los que se profundiza en el concepto. En el 2000, el entonces Director General Juan Somavia, presentó una nueva metodología en la que el trabajo decente debe entenderse como un concepto integrador, en cuya realización es necesario combinar aspectos relativos a los derechos, el empleo, la protección y el diálogo en un todo.

Además debe constituir una meta, un marco para la definición y la actuación de políticas, un método de organización de actividades y programas, y una plataforma para la asociación con otras entidades (OIT 2000: párrafos 1.1 y 3.5).

Trabajo decente en condiciones indecentes

El trabajo decente | Voces en el FenixCuando hablamos de trabajo, hemos limitado su significado habitual al empleo, al trabajo asalariado. Pero abarca mucho más que eso, en capacidad creadora, construcción social, desarrollo humano, solidaridad… Muchos de los trabajos que desarrollamos, sin ser empleos, son imprescindibles para la vida humana (el trabajo en el hogar y la familia, el del cuidado, el voluntariado…) y sin ellos el empleo no se podría sostener.

La OIT acuñó el término “trabajo decente” y lo convirtiera en su prioridad a partir de 1999, entendido desde la promoción de oportunidades para que hombres y mujeres pudieran conseguir un trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana.

Desde ese momento comenzó a diseñar estrategias internacionales para que el trabajo decente ocupara un lugar central en las políticas de los gobiernos y, con ello, se lograra un progreso social y económico que fortaleciera a personas, familias y comunidades. El objetivo era reafirmar que el trabajo decente es fuente de dignidad personal, indispensable para reducir la pobreza y alcanzar un desarrollo equitativo, global y sostenible.

La realidad neoliberal: ¿cómo andamos de trabajo decente?

Nuestras sociedades se han ido configurando de tal manera que lo no-productivo, lo que no es útil para obtener beneficio en el menor tiempo posible, se desecha, se descarta. En el actual contexto globalizador, el mundo se mueve alrededor de la “economía”, del mercado: trabajo, política, sociedad, ocio, relaciones, la persona es un todo. Nada queda fuera del alcance del culto al dios dinero, que convierte todo en mercancía. Incluidas las personas. Una economía que destruye toda noción de vida.

La lógica del modelo económico neoliberal dominante ha impuesto una nueva configuración del trabajo en la que el desempleo y la precariedad son lo habitual, lo normal, puesto que lo nuclear no son las personas sino la rentabilidad. Desde esa perspectiva, el empleo, y las personas que lo desarrollan, se vuelve inestable, inseguro, a merced de las fluctuaciones del mercado.El trabajo decente sigue lejos para mujeres latinoamericanas

Éste es el que acaba decidiendo qué persona y en qué lugar trabajará o no hoy, en qué empresa, con qué horario, en qué puesto, por cuánto salario. Se precariza el empleo y, con él, la vida de las y los trabajadores y de sus familias. Tanto que cada vez es más difícil planificar el futuro: se dificultan las relaciones familiares y sociales, así como la participación.

Del trabajo decente pasamos a una “flexiprecariedad”, a la fragmentación del mundo del trabajo ante las diversas y siempre cambiantes modalidades de empleo, con constantes salidas del mercado laboral y con retornos, la mayoría de las veces, en peores condiciones.

El salario cada vez cumple menos su función de dar estabilidad, seguridad y cubrir necesidades personales y familiares. Ahora tener un trabajo no asegura estar fuera de la pobreza: miedo a perderlo es, muchas veces, miedo a la exclusión que acecha.

Las malas condiciones de trabajo también se manifiestan en los bajos ingresos. En 2019, más de 630 millones de trabajadores en todo el mundo –el 19 por ciento de todos los empleados– no ganaron lo suficiente para salir ellos y sus familias de la pobreza extrema o moderada, que se define como la situación en la que los trabajadores ganan menos de 3,20 dólares al día, en términos de paridad de poder adquisitivo.

Así, se niega en la práctica el derecho al trabajo: Los derechos laborales son un obstáculo para la rentabilidad; se estigmatiza la negociación colectiva, pues el objetivo es que el trabajador – y su familia – sea “flexible”, se adapte a las exigencias de la producción.

Sin embargo, nunca en la historia ha habido tanta riqueza acumulada como ahora. El problema del hambre es solucionable, al igual que la posibioidad de que todas las personas puedan vivir dignamente. Es un problema de equidad, de solidaridad y de justicia, que debe traducirse en prioridades políticas, económicas y sociales.

Necesitamos trabajo y sustento … y nos ofrecen empleo cada vez más precario, cada vez más indecente. Este es el problema por resolver. Y no tiene solución viable razonando con la lógica del lucro, del dinero.

Covid 19, realidad convertida en ardid

El Derecho del Trabajo en la emergencia del Covid-19 | Blog Alternativas | EL PAÍSSomos conscientes de las consecuencias del Covid-19 en el empleo son profundas, de gran alcance y sin precedentes. El ajuste del empleo suele seguir a la contracción económica con cierto retraso. La presente crisis, los cierres y otras medidas han afectado al empleo directamente y en una magnitud mayor a la prevista inicialmente al comenzar la pandemia.

Vivimos la crisis más grave desde la Segunda Guerra Mundial, con un rápido aumento de la destrucción de empleo en el mundo Para captar con mayor precisión las características actuales de la crisis del COVID-19.

El Estado podría –y debería– ampliar sus competencias para ofrecer siempre oportunidad de trabajo e ingreso a cualquier personas empleadas de empresas privadas, públicas o cooperativas lanzadas al desempleo por las fluctuaciones de la demanda. Ante esta situación, el empleo –tenerlo o no, las condiciones en que se desarrolla, los ingresos que aporta– condiciona enormemente la vida de las personas, de las familias y de la sociedad entera.

Hasta hoy el empleo es un elemento decisivo en la inclusión social y no tenerlo aboca a muchas personas y familias a la pobreza o la exclusión. En el modelo capitalista, el capital privado sufraga una parte de la vida del obrero que no tiene nada que ver con la esfera productiva. Cumple, por tanto, una función social, que convierte al capitalista en un gestor que goza de un importante poder para condicionar la vida de un número de personas.

El capitalismo sustrae a los actores reales de la actividad económica la soberanía material sobre sus vidas: los convierte en juguetes zarandeados por estrategias empresariales orientadas al máximo beneficio para el capital.

El «impotente» discurso de los gobiernos sobre el “trabajo decente” se ha transformado, en definitiva, en una versión laica de las encíclicas papales. Obviamente, la caridad no es vocación de las empresas.

Los dueños de empresa y los operadores financieros tienen todos los motivos del mundo para felicitarse por el estado de cosas y vivir la vida que se presenta como una situación y una época bendita, ya que ninguna teoría, ninguna manera de pensar; ninguna acción seria se opone a ellos. El virus tampoco, lo hará.

Entonces, ¿por qué continuar en la retórica discursiva de la «indignación» en los foros sociales, en las cumbres mundiales y renunciar a una acción seria en sus propios países, que se oponga a este estado de las cosas?

Una de las tentaciones permanentes es acabar aceptando el mensaje mil veces repetido, de que las cosas son así y no hay alternativa posible. Hasta que no se elabore una propuesta real y valiente para intentar salir de la situación presente – y no simplemente para paliar sus efectos más atroces, con planes de emergencia, ayudas sociales y trabajo decente – su destino político seguirá preñado de melancolía.

¿Será cierto que un mundo de transformación seguirá reduciéndose en la nostálgica llorona de un universo perdido en décadas de miseria. ¿El mundo de las modernidades nacionales, y la retórica del discurso del neoliberalismo conservador globalista, seguirá marcando el sentido de los tiempos? … A esta barbarie parece que vamos encaminados.

Fuente e imagen:  http://estrategia.la/2020/09/12/la-nocion-de-trabajo-decente-un-ardid-de-la-teologia-del-capitalismo/

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Los 17 objetivos de la ONU para cambiar nuestro mundo

Redacción: La Hora Digital/13-02-2019

En 2015, la ONU aprobó la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible. Se trata de un ambicioso plan, asumido por todos los países de las Naciones Unidas, para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar la vida de todos, sin dejar a nadie atrás. La Agenda cuenta con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que incluyen desde la eliminación de la pobreza hasta el combate al cambio climático, la educación, la igualdad de la mujer, la defensa del medio ambiente o el diseño de nuestras ciudades.

La agenda 2030 gira entorno a cinco ejes centrales: PLANETA, PERSONAS, PROSPERIDAD, PAZ Y ALIANZAS –denominadas en inglés, las 5 P: Planet, People, Prosperity, Peace, Partnership- .

La Agenda 2030 está integrada por 17 objetivos de desarrollo sostenible y 169 metas. Suponen un nuevo reto de la comunidad internacional para lograr erradicar la pobreza, extender el acceso a los derechos humanos, lograr un desarrollo económico global sostenible y respetuoso con el planeta y los recursos que ofrece.

Los nuevos objetivos beben de la experiencia de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), suscritos en el año 2000 por la comunidad internacional con límite temporal en 2015. Los ODS asumen las tareas por finalizar relativas a los ODM y resultan más ambiciosos, participativos y, sobre todo, universales.

Son más ambiciosos porque tratan de dar solución a los mayores problemas de la población internacional con un fin claro, la erradicación de la pobreza -cuando los ODM simplemente su mitigación-. Además, incluyen un fuerte componente medioambiental –con hasta seis objetivos relacionados- que plantea el cuidado del planeta como límite para el desarrollo y la prosperidad económica, y se pone al servicio de la mejora del bienestar y la calidad de vida y la expansión de la libertad.

EL GOBIERNO SE SINCRONIZA CON LA AGENDA 2030

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto con los ministros y ministras tiñen sus perfiles en redes sociales con los colores de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. Una acción que pretende implicar a la ciudadanía utilizando el hashtag #Soy2030 y cambiando su imagen en las distintas redes y aplicaciones de mensajería instantánea por el logo 2030.

LOS 17 OBJETIVOS:

Objetivo 1: Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo

Pese a que la tasa de pobreza mundial se ha reducido a la mitad desde el año 2000, en las regiones en desarrollo aún una de cada diez personas, y sus familias, sigue subsistiendo con 1,90 dólares diarios y hay millones más que ganan poco más que esta cantidad diaria. Se han logrado avances significativos en muchos países del Asia oriental y sudoriental, pero casi el 42% de la población del África Subsahariana continúa viviendo por debajo del umbral de la pobreza.

Objetivo 2: Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible

El sector alimentario y el sector agrícola ofrecen soluciones claves para el desarrollo y son vitales para la eliminación del hambre y la pobreza. Gestionadas de forma adecuada, la agricultura, la silvicultura y la acuicultura pueden suministrar comida nutritiva a todo el planeta, así como generar ingresos decentes, apoyar el desarrollo centrado en las personas del campo y proteger el medio ambiente.

Objetivo 3: Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades

Para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible es fundamental garantizar una vida saludable y promover el bienestar universal.

Sin embargo, en muchas regiones se enfrentan a graves riesgos para la salud, como altas tasas de mortalidad materna y neonatal, la propagación de enfermedades infecciosas y no transmisibles y una mala salud reproductiva. En las últimas décadas, se han obtenido grandes avances en relación con el aumento de la esperanza de vida y la reducción de algunas de las causas de muerte más comunes relacionadas con la mortalidad infantil y materna, pero para lograr la meta de este Objetivo, que establece que en 2030 haya menos de 70 fallecimientos, se deberá mejorar la asistencia cualificada en los partos. Asimismo, para alcanzar el objetivo de reducir las muertes prematuras por enfermedades no transmisibles en un tercio para 2030 se requerirá aplicar tecnologías más eficaces de combustibles limpios para cocinar y educación sobre los riesgos del tabaco.

Objetivo 4: Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos

La educación es la base para mejorar nuestra vida y el desarrollo sostenible. Además de mejorar la calidad de vida de las personas, el acceso a la educación inclusiva y equitativa puede ayudar abastecer a la población local con las herramientas necesarias para desarrollar soluciones innovadoras a los problemas más grandes del mundo.

En la actualidad, más de 265 millones de niños y niñas no están escolarizados y el 22% de estos están en edad de asistir a la escuela primaria. Asimismo, los niños que asisten a la escuela carecen de los conocimientos básicos de lectura y aritmética. En la última decada, se han producido importantes avances con relación a la mejora de su acceso a todos los niveles y con el aumento en las tasas de escolarización, sobre todo, en el caso de las mujeres y las niñas. También se ha mejorado en gran medida el nivel mínimo de alfabetización. Sin embargo, es necesario redoblar los esfuerzos para conseguir mayores avances para alcanzar los objetivos de la educación universal. Por ejemplo, el mundo ha alcanzado la igualdad entre niños y niñas en la educación primaria, pero pocos países han logrado sus objetivos en todos los niveles educativos.

Objetivo 5: Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas

Si bien entre 2000 y 2015 se produjeron avances a nivel mundial con relación a la igualdad entre los géneros gracias a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (incluida la igualdad de acceso a la enseñanza primaria), las mujeres y las niñas siguen sufriendo la discriminación y la violencia en todos los lugares del mundo.

La igualdad entre los géneros no es solo un derecho humano fundamental, sino la base necesaria para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible. Lamentablemente, en la actualidad, 1 de cada 5 mujeres y niñas entre 15 y 49 años de edad afirmaron haber experimentado violencia física o sexual, o ambas, en manos de su pareja en los 12 meses anteriores a ser preguntadas sobre este asunto. Además, 49 países no tienen leyes que protejan a las mujeres de la violencia doméstica. Asimimso, aunque se ha avanzado a la hora de proteger a las mujeres y niñas de prácticas nocivas como el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina (MGF), que ha disminuido en un 30% en la última década, aún queda mucho trabajo por hacer para acabar con esas prácticas.

Objetivo 6: Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos

El agua libre de impurezas y accesible para todos es parte esencial del mundo en que queremos vivir. Hay suficiente agua dulce en el planeta para lograr este sueño. Sin embargo, actualmente el reparto del agua no es el adecuado y para el año 2050 se espera que al menos un 25% de la población mundial viva en un país afectado por escasez crónica y reiterada de agua dulce. La sequía afecta a algunos de los países más pobres del mundo, recrudece el hambre y la desnutrición.

Objetivo 7: Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos

La energía es fundamental para casi todos los grandes desafíos y oportunidades a los que hace frente el mundo actualmente. Ya sea para el empleo, la seguridad, el cambio climático, la producción de alimentos o para aumentar los ingresos. El acceso universal a la energía es esencial.

Trabajar para alcanzar las metas de este objetivo es especialmente importante ya que afecta directamente en la consecución de otros objetivos de desarrollo sostenible. Es vital apoyar nuevas iniciativas económicas y laborales que aseguren el acceso universal a los servicios de energía modernos, mejoren el rendimiento energético y aumenten el uso de fuentes renovables para crear comunidades más sostenibles e inclusivas y para la resiliencia ante problemas ambientales como el cambio climático.

Objetivo 8: Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos

Aproximadamente la mitad de la población mundial todavía vive con el equivalente a unos 2 dólares estadounidenses diarios, con una tasa mundial de desempleo del 5.7%, y en muchos lugares el hecho de tener un empleo no garantiza la capacidad para escapar de la pobreza. Debemos reflexionar sobre este progreso lento y desigual, y revisar nuestras políticas económicas y sociales destinadas a erradicar la pobreza.

Objetivo 9: Industria, innovación e infraestructuras

Desde hace tiempo se reconoce que para conseguir una economía robusta se necesitan inversiones en infraestructura (transporte, regadío, energía, tecnología de la información y las comunicaciones). Estas son fundamentales para lograr un desarrollo sostenible, empoderar a las sociedades de numerosos países, fomentar una mayor estabilidad social y conseguir ciudades más resistentes al cambio climático.

Objetivo 10: Reducir la desigualdad en y entre los países

La comunidad internacional ha logrado grandes avances sacando a las personas de la pobreza. Las naciones más vulnerables —los países menos adelantados, los países en desarrollo sin litoral y los pequeños Estados insulares en desarrollo— continúan avanzando en el ámbito de la reducción de la pobreza. Sin embargo, siguen existiendo desigualdades y grandes disparidades en el acceso a los servicios sanitarios y educativos y a otros bienes productivos.

Objetivo 11: Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles

Las ciudades son hervideros de ideas, comercio, cultura, ciencia, productividad, desarrollo social y mucho más. En el mejor de los casos, las ciudades han permitido a las personas progresar social y económicamente. En los últimos decenios, el mundo ha experimentado un crecimiento urbano sin precedentes. En 2015, cerca de 4000 millones de personas vivía en ciudades y se prevé que ese número aumente hasta unos 5000 millones para 2030. Se necesita mejorar, por tanto, la planificación y la gestión urbanas para que los espacios urbanos del mundo sean más inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.

Objetivo 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles

El consumo y la producción sostenible consisten en fomentar el uso eficiente de los recursos y la energía, la construcción de infraestructuras que no dañen el medio ambiente, la mejora del acceso a los servicios básicos y la creación de empleos ecológicos, justamente remunerados y con buenas condiciones laborales. Todo ello se traduce en una mejor calidad de vida para todos y, además, ayuda a lograr planes generales de desarrollo, que rebajen costos económicos, ambientales y sociales, que aumenten la competitividad y que reduzcan la pobreza.

Objetivo 13: Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos

El cambio climático afecta a todos los países en todos los continentes, produciendo un impacto negativo en su economía, la vida de las personas y las comunidades. En un futuro se prevé que las consecuencias serán peores. Los patrones climáticos están cambiando, los niveles del mar están aumentando, los eventos climáticos son cada vez más extremos y las emisiones del gas de efecto invernadero están ahora en los niveles más altos de la historia. Si no actuamos, la temperatura media de la superficie del mundo podría aumentar unos 3 grados centígrados este siglo. Las personas más pobres y vulnerables serán los más perjudicados.

Objetivo 14: Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible

Los océanos del mundo —su temperatura, química, corrientes y vida— mueven sistemas que hacen que la Tierra sea habitable para la humanidad. Nuestras precipitaciones, el agua potable, el clima, el tiempo, las costas, gran parte de nuestros alimentos e incluso el oxígeno del aire que respiramos provienen, en última instancia del mar y son regulados por este. Históricamente, los océanos y los mares han sido cauces vitales del comercio y el transporte.

Objetivo 15: Gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad

El 30.7% de la superficie terrestre está cubierta por bosques y estos, además de proporcionar seguridad alimentaria y refugio, son fundamentales para combatir el cambio climático, pues protegen la diversidad biológica y las viviendas de la población indígena. Al proteger los bosques, también podremos fortalecer la gestión de los recursos naturales y aumentar la productividad de la tierra.

Actualmente, 13 millones de hectáreas de bosque desaparecen cada año y la degradación persistente de las zonas áridas está provocando además la desertificación de 3600 millones de hectáreas. Aunque un 15% de la tierra se encuentra actualmente bajo protección, la biodiversidad aún está en riesgo. La deforestación y la desertificación, provocadas por las actividades humanas y el cambio climático, suponen grandes retos para el desarrollo sostenible y han afectado la vida y los medios de vida de millones de personas en la lucha contra la pobreza.

Objetivo 16: Promover sociedades, justas, pacíficas e inclusivas

Las amenazas de homicidio intencional, la violencia contra los niños, la trata de personas y la violencia sexual, son temas importantes que debe ser abordados para crear sociedades pacíficas e inclusivas. Allanan el camino para la provisión de acceso a la justicia para todos y para la construcción de instituciones efectivas y responsables en todos los niveles.

Si bien los casos de homicidios y trata de personas han experimentado un progreso significativo en la última década, todavía hay miles de personas en mayor riesgo de homicidio intencional en América Latina, el África subsahariana y Asia. Las violaciones de los derechos del niño a través de la agresión y la violencia sexual siguen asolando a muchos países en todo el mundo, especialmente porque la falta de información y la falta de datos agravan el problema.

Objetivo 17: Revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible

Un programa exitoso de desarrollo sostenible requiere alianzas entre los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil. Estas alianzas inclusivas construidas sobre principios y valores, una visión compartida, y metas compartidas, que colocan a la gente y al planeta en el centro, son necesarias a nivel global, regional, nacional y local.

Se han realizado progresos en relación a las alianzas para el financiamiento, especialmente con un aumento de la ayuda dirigida a los refugiados en los países donantes. Sin embargo, se requieren más alianzas para la prestación de servicios fijos masivos, que son aún en la actualidad de costo muy elevado. También hay una falta de censos de población y vivienda, necesarios para obtener datos desglosados que sirvan de base para la implementación de políticas y programas de desarrollo.

Fuente: https://lahoradigital.com/noticia/18115/politica/los-17-objetivos-de-la-onu-para-cambiar-nuestro-mundo.html

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