Resistir, imaginar y transformar desde la política educativa

“(…) Creo, de todos modos, que la principal causa por la que hoy se combate a los maestros con sueldos magros y tareas quiméricas es otra más miserable y por eso inconfesa. Un maestro es alguien que decidió pasar su vida encendiendo en otros el fuego que encendieron en él de niño. Para los poderosos de este mundo, que de niños lo recibieron todo y ahora lo arrebatan todo, la lógica de esa decisión es obscena, un espejo en que no quieren mirarse y por eso lo rompen, huyendo del escándalo”.

Marcelo Figueras, Kamchatka. 2002


Quizás nos toque celebrar uno de los días del maestro -o de la maestra, como se propuso con muy buen criterio desde este espacio de reflexión- más difíciles para la profesión desde el retorno de la democracia. O al menos para la generación en la que me inscribo, nacida en democracia y en ejercicio de la docencia durante los últimos diez o doce años.

El contexto es, como poco, complejo. A la dificultad que generan las actuales condiciones materiales de trabajo, se suma el particular encono que el gobierno nacional tiene para con las y los docentes. La decisión es clara: dar la “batalla cultural” contra el “adoctrinamiento” en las aulas de la escuela pública. En el discurso de cierre del Foro Económico Internacional de las Américas, el presidente afirmó: “La educación pública ha hecho muchísimo daño lavando el cerebro de la gente”. Esto sería responsabilidad de las y los docentes, formados en Institutos Superiores de Formación con “currículas educativas de izquierda, abiertamente anticapitalista y antiliberales, en un país en el cual lo que más se necesita es más capitalismo y más libertad”. Así lo expuso Milei, esa vez en la apertura de las sesiones legislativas.

Decíamos, por otro lado, que tampoco el contexto es sencillo respecto a las condiciones materiales. Sabemos que la profesión docente enfrenta dificultades vinculadas a la sobrecarga laboral. Se necesitan 8 horas en la escuela para vivir, pero el trabajo no empieza ni termina ahí. En los escritorios de maestras y profesores conviven la pila de trabajos a corregir, las planillas a completar y materiales variopintos que rápidamente saben convertir en un recurso didáctico. Docente: alguien que puede ver una película en su tiempo libre y enseguida pensar cómo trabajarla en el aula.

La sobrecarga de tareas administrativas, la falta de reconocimiento y remuneración de las horas destinadas a la planificación y evaluación y de espacio para el trabajo colectivo entre docentes son algunas cuestiones que requieren ser visibilizadas y repensadas. A esta situación se adiciona la traducción que el actual contexto socioeconómico genera en emergentes y demandas en cada aula de cada escuela del país, que también son abordados por las y los docentes y que tornan aún más agobiante su tarea cotidiana.

Además, a esto se suma la caída del poder de compra del salario. En la actualidad, el salario de un docente con 10 años de antigüedad le permite comprar 27 kilos de carne menos por mes que lo que le permitía a ese mismo docente 10 años atrás. Esto es así para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pero se replica más o menos proporcionalmente también en otras jurisdicciones.

Teniendo en cuenta lo dicho hasta acá, sería sencillo -y hasta diría lógico- asumir una posición defensiva, que implique fundamentalmente no “seguir perdiendo”, a sabiendas que en los últimos meses el conjunto de las y los trabajadores han visto empeorar sus condiciones de vida. En particular, los y las trabajadoras de la educación han dejado de percibir el Fondo Nacional de Incentivo Docente por parte del Estado nacional, por definición del presidente Milei. Este monto ha sido cubierto solamente en algunas jurisdicciones por parte de los gobiernos provinciales.

Sin embargo, creo que es imperioso que podamos reflexionar -y también trabajar- en una agenda que permita hacernos cargo de los desafíos que enfrenta nuestro sistema educativo, tanto en la formación docente como en la actual carrera docente. Aún estando exactamente en la vereda de enfrente de todo lo que el presidente Javier Milei pueda pensar, decir y hacer en materia educativa, tenemos que poder reconocer los niveles de insatisfacción que tiene una parte de nuestra sociedad.

Por supuesto que mucho de ese estado de situación es generado por quienes trabajan para deslegitimar -y se encargaron de desfinanciar- a la escuela. Pero creo que tenemos que poder reconocer la porción de verdad que hay en aquellos sectores a quienes la “defensa de la escuela pública” no les resuena lo que quisiéramos y creemos que debe poder resonarle. Y además, creo que no hay nadie que cuente con más herramientas para dar esta discusión que quienes habitan todos los días las aulas de nuestro país. De otra forma, corremos el riesgo que el debate se muestre simplificado, que se dedique a buscar culpables y acote la agenda de transformaciones necesarias a un conjunto de medidas de corto alcance pero con fuerte impacto político y comunicacional, tal y como sucede actualmente en el Congreso Nacional con el debate sobre la educación como un servicio esencial.

Alejandro Finocchiaro, quien fuera ministro de Educación de Mauricio Macri en un gobierno que redujo el porcentaje del PBI destinado a la educación, defendió el proyecto de ley que restringe el derecho a huelga docente refiriéndose a una “curva de la decadencia de la educación”. Otros diputados votaron afirmativamente en nombre de la “calidad de la educación”, aún cuando lo votado supone una guardia mínima en las escuelas los días de paro docente que, en todo caso, resolvería el problema de cuidados.

Cabe aclarar, además, que salvo en casos de conflictos prolongados -en provincias con serias dificultades para hacerle frente al pago de salarios docente-, los paros representan un porcentaje muy bajo de los días que se pierden clases. ¿Cómo se resuelve esto? Con la aplicación de la “Ley de los 180 días de clase” -N° 25.864-, que prevé la intervención del gobierno nacional, como aquella primera acción de Néstor Kirchner en Entre Ríos que todavía persiste en la memoria colectiva.

La pérdida de días de clase no se explica por los paros docentes, es necesario buscar otras causas nada abordadas en la ley de esencialidad de la educación. Por un lado, se pierde una enorme cantidad de días de clase en el nivel primario y de horas de clase en secundario por falta de docentes para la cobertura de cargos. Por otro lado, el problema de ausentismo docente convive con números cada vez más elevados de ausentismo de las y los estudiantes. En esta última discusión está también, quizás, uno de los fundamentos de la expansión de la matrícula en escuelas de gestión privada.

Ambos fenómenos -cargos sin cubrir y ausentismo- son multicausales y requieren abordajes complejos. La creación de cargos de maestros itinerantes que logren cubrir en tiempo y forma las suplencias cortas, el armado de reglamentos intraescuelas para garantizar la continuidad pedagógica, la evitación de sobrecarga de las tareas no pedagógicas de las y los docentes, la mejora del clima escolar, el acompañamiento a la labor de docentes noveles, el fomento del trabajo colaborativo y la promoción de la pareja pedagógica son algunas acciones que las jurisdicciones pueden desarrollar para mejorar el innegable problema de la pérdida de días de clases. Se trata de muchas y muy variadas medidas que seguramente requieren revisar, también, cómo funcionan los regímenes de licencia, el acceso a cargos docentes y los controles de los sistemas de salud laboral.

¿Cuáles son los recursos materiales y simbólicos que se requieren para garantizar las condiciones para que nuestros docentes enseñen y los niños, niñas y adolescentes aprendan mucho y todos los días? Esta tiene que ser la pregunta que oriente la acción, la reflexión y el debate de quienes creen en la potencia de nuestra querida escuela pública y en el lugar irremplazable que tienen los que asumen la tarea de encender en otros el fuego que encendieron en ellos de niños. Tenemos que poder discutir todo, tener un debate sincero sabiendo que la discusión debe estar siempre acompañada de una lucha interminable por el financiamiento de nuestro sistema educativo. Que los tiempos complejos de resistencia se acompañen, entonces, de discusiones que nos permitan pensar qué es aquello irrenunciable y cuáles son los puntos que deben ser profundamente transformados.

Fuente de la información e imagen:  https://www.feminacida.com.ar

Comparte este contenido:

Habitar la excepción: pensamientos sin cuarentena (I)

Por: Amador Fernández Savater

¿Gestionar o transformar?

Quién se hace cargo de lo que pasa, cómo y para qué, en cada crisis, en cada disfuncionamiento, en cada perturbación del sistema.

Se puede gestionar: la idea de la gestión es la “regulación” de lo que pasa para “volver a la normalidad”. Lo que pasa es un hecho aislado y sin historia, se puede conjurar y neutralizar. Las respuestas a la crisis en cuestión se dan en el mismo marco de lo existente.

Un “poder de salvación” administra nuestro miedo y nos promete la supervivencia a cambio de obediencia. La supervivencia, por cierto, será sólo de los más aptos. Porque la lucha de clases -o el conflicto social, si queremos hablar de otra manera- atraviesa en verdad la gestión y las medidas. Hay “inmunizados” (que se pueden proteger) y “expuestos” (que enfrentan las crisis a pelo y caen como moscas, objetos de las propias medidas de “salvación del cuerpo colectivo”: recortes, etc.).

La “gestión” es un bucle: oculta y tapa las preguntas radicales sobre las causas y las condiciones de los desastres y así las reproduce, preparando de tal modo nuevos episodios desastrosos.

Transformar significa hacer aparecer nuevos juegos de preguntas y respuestas, nuevas maneras de pensar y actuar, nuevas lógicas para pensar-hacer sobre los problemas (crisis económicas, crisis migratorias, crisis ecológicas, femicidios) desde otro marco. Un marco distinto, para respuestas distintas.

Transformar significa habitar la excepción.

Habitar la situación, no dejarse simplemente gestionar. ¿Qué significa? Poblar la situación de nuestras preguntas, nuestros pensamientos, nuestras necesidades, nuestros deseos, nuestros saberes, nuestras redes de afecto…

Habitar, estar presentes, no ser sólo espectadores o consumidores o víctimas de las decisiones de otros, sino sentir, pensar y crear a partir de lo que pasa, darle valor, compartirlo, hacer con ello mundo y vida.

De ahí saldrán los rudimentos para nuevos juegos de preguntas y respuestas, nuevas lógicas, nuevas ganas, nuevos marcos. Habitar la crisis, para no volver simplemente a la normalidad.

¿Quién define la situación?

La gestión instala un monopolio sobre la descripción de lo que pasa: “es así”, “obediencia o muerte”. Quien tiene el monopolio de interpretación -y de la experimentación práctica consecuente- tiene el poder.

Lo interesante de que haya distintas interpretaciones a la crisis del coronavirus es que abre fisuras en ese monopolio. Podemos ver que no hay una sola interpretación (científica, neutral, universal), sino distintas respuestas que arraigan en distintas visiones y cálculos político-económicos. Lo que se presenta como “neutro” es una hipótesis y una decisión sobre la realidad. La gestión del virus nos hace ver a la ciencia mezclada con las diferentes formas de “gubernamentalidad” (distintos cálculos político-económicos). Hay matices, discrepancias, conflictos incluso.

Cada descripción de la realidad (y cada respuesta a la crisis) no es sólo una hipótesis científica-universal, sino que incorpora una serie de valores, una dimensión ética referida a formas de vida. Lo que importa y lo que no importa, lo que debe ser defendido y lo que no, lo que hay que preservar y lo que se puede desechar.

Pensar ciencia + ética no significa una contra la otra, sino una con la otra en distintas alianzas y combinaciones. Cada descripción incorpora un mundo. ¿Qué respuesta damos? ¿Qué mundo queremos?

La izquierda en el poder

¿Qué oportunidades ofrece la izquierda en el poder? Podemos pensarlo así: el cálculo coste-beneficio en que consiste toda gubernamentalidad se hace más poroso a demandas no solo económicas (como la defensa del trabajo, del salario, de los derechos, de lo público-común, etc.). La gestión no es entonces (sólo) empresarial-securitaria, sino que se puede afectar por otros valores y formas de vida. Ahora mismo por ejemplo puede tener un gran “coste” político cualquier desconsideración a la sanidad pública.

¿Qué peligros tiene la izquierda en el poder? Los clásicos: la intensificación de las lógicas de delegación y representación (“ya se ocupan los buenos en mi lugar”) y mantener ciertas ilusiones sobre el mundo en que vivimos (transiciones energéticas, ciudadanismo, desarrollo sostenible) que obstaculicen el surgimiento de nuevos juegos de preguntas-respuestas que cuestionen el mismo marco en que se desarrolla hoy la vida.

Que aflore la autonomía de las voces afectadas, la autonomía del pensamiento y la acción, la autonomía de las redes y los saberes. No contra nadie, puede haber conflicto y cooperación desde la autonomía, pero tampoco sometida a nadie.

* Notas dispersas a partir de conversaciones y lecturas de estos días, con Jun Fujita, Marta y Natasa, amigxs de los talleres, Diego Sztulwark, Fredric Neyrat, Alain Brossat, Tiqqun-Comité Invisible, Blanchot, etc. Se apoyan sobre todo en a lectura de unas cuentas páginas de Llamamiento (Acuarela, 2008)

Fuente e Imagen: http://lobosuelto.com/cuarentena-amador-savater/

Fuente original: https://www.filosofiapirata.net/habitar-la-excepcion-pensamientos-sin-cuarentena-i/

 

Comparte este contenido:

Colombia: En Antioquia se trabaja para cambiar la educación

14 Enero 2018/Fuente: ElColombiano/Autor: CAMILO TRUJILLO VILLA

Los modelos de aprendizaje de los colegios privados de Medellín y el Valle de Aburrá vienen evolucionando para preparar mejor a sus estudiantes, quienes en el mediano plazo se convertirán en parte de la dirigencia empresarial o de la fuerza laboral del país y deberán enfrentar una sociedad que exige más habilidades sociales y emocionales que el conocimiento tradicional.

“Desde hace tiempo venimos pensando en las competencias que los estudiantes necesitan para este nuevo momento formativo. Uno de nuestros referentes es el documento ‘¿Cuáles son las habilidades que todos los estudiantes necesitan para el 2020?’, publicado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), entre otros modelos pedagógicos que existen en el país y en el mundo. Pero todos los podemos agrupar en componentes básicos: pensar, comunicar, crear y emprender, convivir y trascender”, manifestó Juan Andrés Escobar Vélez, presidente de la Asociación de Educación Privada, Adecopria.

El propósito no es cambiar el aprendizaje tradicional, sino hacer que evolucione y se adapte a las exigencias del mundo de hoy.

“Es una búsqueda constante de la pertinencia para formar de manera óptima a los estudiantes ciudadanos que se necesitan para el 2020. Queremos que los niños y jóvenes que formamos utilicen su inteligencia, talentos y habilidades en beneficio de sí mismo, de los demás”, dijo.

Sea cual sea el modelo educativo, la Secretaría de Educación de Medellín los vigila e inspecciona; es su deber velar por la formación de todos los ciudadanos, sin importar si está en el sector oficial o privado.

“Debemos garantizar que en los colegios se brinde una educación de calidad, que los manuales de convivencia estén ajustados a la norma y garanticen los derechos fundamentales y que, en general, cumplan con los requisitos de ley”, le dijo a EL COLOMBIANO Luis Guillermo Patiño, secretario de Educación de Medellín.

Habilidades y cualidades

Además de los contenidos básicos de aprendizaje (lenguaje, matemáticas, ciencias y ciencias sociales), que según el Foro Económico Mundial ya no alcanzan para proveer a los estudiantes del conocimiento que necesitan para progresar, estas instituciones privadas asociadas de Medellín —aparte del modelo de formación que cada una tiene— se enfocan en el dominio de la lengua materna (alfabetismo) y de un segundo idioma, las habilidades numéricas, el pensamiento científico, financiero, cívico y cultural y de las tecnologías de la información y las comunicaciones.

“Dichos contenidos no logran ser útiles si el estudiante no tiene habilidades de comunicación, de pensamiento colaborativo —con capacidad para trabajar en equipo— y creatividad. Igualmente, debe tener cualidades de buen carácter como interacción, adaptabilidad, liderazgo, iniciativa y persistencia, entre otras”, resaltó el presidente de Adecopria.

El resultado de esta mezcla de habilidades y cualidades es un aprendizaje social y emocional, el cual servirá para un mejor desempeño en las etapas de educación superior y laboral.

Por su parte, el doctor en Educación Queipo Timaná considera que se debe habilitar a los estudiantes para la invención, investigación, cuestionamiento y la crítica; según él, es la gran carencia que tiene el sistema educativo colombiano, tanto público como privado.

“Nuestro sistema educativo se armó para impartir unos conocimientos muy escasos y dejó a un lado la lectura, la observación, la interrogación y la crítica; son estos elementos los que necesitan desarrollar las generaciones que hoy estamos formando en los colegios para poder saber consumir los diferentes medios de información a los que están expuestos. Los jóvenes deben saber si ese conocimiento es válido o no; saber diferenciar cuándo les están presentando una mentira como verdad”, explicó Timaná.

Y agrega: “debemos fomentar más la lectura en los colegios. Hay que enseñarles a los estudiantes a usar las redes sociales y a que sepan interpretar la información que brindan; para eso debemos fortalecer el sentido crítico, desde niños, para que sean capaces de pensar por sí mismos y tener criterios. Es la única manera para que después puedan entender la realidad, que es muy compleja y que ahora la presentan como posverdad”.

Evolución de la clase

El director académico del colegio Aspaen – Gimnasio Los Alcázares, John Fredy Ortiz Cardona —licenciado en Ciencias y especialista en Educación—, le expuso a EL COLOMBIANO que la clase magistral también ha evolucionado en las últimas dos décadas.

“Antes, la clase tradicional estaba basada en un modelo pedagógico, que en nuestro país era instruccionista o conductista, en la que lo principal era la enseñanza, se calificaba lo que se aprendía a través de un método y dejaba contenidos que tenían que aprenderse de memoria. La participación del estudiante era pasiva, nula, porque solo el docente era el que sabía”, recordó Ortiz Cardona.

En contraste, el especialista agregó que “el enfoque de la clase de hoy es pedagógico, desarrollado en una clase con estudiantes activos, que aprenden y, al mismo tiempo, son protagonistas, que no se califican sino que se evalúan, que no se les enseñan contenidos sino técnicas y habilidades y que producen conocimiento y evidencias de lo que está aprendiendo”.

Los docentes, el gran reto

En los últimos años, una de las grandes preocupaciones de los rectores de los colegios privados y del sector educativo en general ha sido la calidad de los profesores.

“Queremos maestros muy bien preparados y hemos tenido diálogos con las facultades de educación de la ciudad y del departamento, insistiéndoles a los decanos que cuidemos mucho la formación de los educadores, los distintos programas y que no abandonen el esfuerzo de mantener un nivel alto en su preparación y de dar más facilidades para hacer doctorados, para poder dotar a los colegios e instituciones educativas con personas idóneas para las exigencias de hoy”, indicó Juan Andrés Escobar Vélez.

Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) la realidad es que cada vez menos jóvenes en Colombia contemplan la docencia como parte de su futuro profesional, debido a razones como condiciones laborales y los salarios —tanto de colegios públicos como de privados, instituciones de educación superior y universidades—; eso sin contar que muchos egresados de pedagogía no ejercen la profesión.

En este sentido, el docente de bachillerato Andrés Contreras y el presidente de Adecopria coinciden en que es responsabilidad de todos los sectores de la sociedad colombiana volver a dignificar la profesión del maestro, para que las nuevas generaciones que salen de los colegios se animen a ser docentes, porque todos se quejan de la calidad de la educación, pero muy pocos hacen algo por mejorar la formación del maestro.

“Hay que incentivar a los jóvenes para que decidan ser docentes, hay que tener buenas facultades de educación y licenciatura y buenas ofertas laborales. Sin buenos maestros será difícil graduar buenos estudiantes”, afirmó Contreras.

Alianzas por la calidad

Los resultados de las pruebas Saber 11 del Icfes son consideradas por muchos como el principal indicador para determinar la calidad de la educación de un colegio público o privado. En el segundo semestre de 2017, 1.066 planteles de Antioquia que estudian en calendario A presentaron las pruebas Saber 11. El listado de los 10 mejores colegios de Medellín y Antioquia —por su desempeño en las pruebas—, quedó conformado solo por privados y la mayoría de ellos, bilingües.

Para aprovechar la calidad del sector privado, desde el año pasado, el sector educativo oficial de la capital antioqueña cuenta con 21 alianzas estratégicas con empresas, universidades y colegios privados para ayudar a mejorar la calidad de la educación y el desarrollo integral de más de 17.000 rectores, docentes y estudiantes.

Para el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez Zuluaga, la calidad en la educación no se refleja solo en las pruebas o los índices, sino también desde cómo se fortalecen los entornos protectores

Para este 2018, no solo se espera que las 21 alianzas continúen, sino que se concreten más, para lograr un mayor número de instituciones educativas oficiales beneficiadas.

Fuente de la noticia: http://www.elcolombiano.com/antioquia/en-antioquia-se-trabaja-para-cambiar-la-educacion-FD7995236

Fuente de la imagen:

http://www.elcolombiano.com/documents/10157/0/580×387/0c9/580d365/center/11101/KLEO/image_content_302585

Comparte este contenido: