La difícil tarea de educar a los padres para la evaluación del primer trimestre

 Abelardo Carro Nava

En estos días, en los que los profesores se dieron a la tardea de evaluar las actividades desarrolladas con sus alumnos durante el primer trimestre del ciclo escolar 2020-2021 para registrar una valoración o calificación en las boletas – según el grado y nivel que corresponda –, se han develado varias cuestiones que, desde mi perspectiva, son importantes recuperar con la intención de que podamos reflexionar, sobre las diversas circunstancias que giran alrededor de los aprendizajes y evaluaciones de los miles de alumnos que se encuentran inscritos en el Sistema Educativo Nacional (SEN). Y es que, si bien es cierto que la pandemia por el Covid-19 vino a modificar la forma en que se trabajan los contenidos contemplados en los planes de estudio de los diferentes niveles educativos, también es cierto que esta nueva dinámica de trabajo, ha exigido un enorme esfuerzo de los diferentes actores involucrados en el proceso de enseñanza y aprendizaje; me refiero pues, a los maestros, alumnos y padres de familia. Una triada que, sin lugar a dudas, es fundamental para el desarrollo de los educandos.

Obviamente, el rol que ha jugado el docente en este proceso, ha sido una pieza importante en este engranaje educativo durante el aislamiento; por esta razón, cobra singular importancia el conocimiento que éste tiene en cuanto al abordaje de los contenidos puesto que, con ello, puede detonar el cúmulo de habilidades de sus alumnos para que realicen las actividades en casa. Y bueno, de este quehacer docente ya he dado cuenta en diversas publicaciones a través de este espacio, y otros, que tan amablemente me abren las puertas cada semana; por lo tanto, no profundizaré al respecto.

Ahora bien, de las actividades que plantea el profesor a sus alumnos, ¿se desprende la evaluación propiamente dicha? Desde luego. Como sabemos, de éstas se desprenden las tareas y productos que “demuestran” el logro alcanzado por éstos. En este sentido no está por demás mencionar que, para que el chico conozca qué es lo que se quiere lograr con estas actividades, es indispensable que el maestro de a conocer, en primera instancia, la serie de indicadores de logro que habrán de tomarse en cuenta para su realización, mismos que le servirán de base al profesor, en un segundo momento, para elaborar un instrumento de evaluación con criterios que, desde luego, se desprenden de los indicadores de logro dados a conocer desde el principio. Indudablemente, este es un ejercicio que, de cierta forma, brinda claridad a ambos actores en cuanto el desarrollo y evaluación de las actividades.

¿Cuál es el papel de los padres de familia en este proceso?, ¿sería suficiente que el padre de familia conociera las actividades que le ha encomendado el profesor a su hijo? NO. Desde mi perspectiva, es necesario que el padre o madre del chico, también se entere de los indicadores de logro y criterios de evaluación que he referido. Esto con el propósito, de orientar y supervisar que su hijo vaya trabajando conforme ha sido especificado en éstos y por el profesor a cargo del grupo. ¿Puede el docente inventarse esos indicadores y criterios? NO porque éstos se ajustan, o deben ajustarse, a los contenidos establecidos en el plan de estudios.

Ahora bien, ¿el seguir puntualmente estos indicadores y criterios en el desarrollo de las actividades asegura que el alumno adquiera un aprendizaje? Esto depende de varios factores, pero en sentido estricto, podría decirse que asegura que el proceso como tal, cumpla con los requerimientos para que se logre y adquiera ese aprendizaje. Luego entonces es sumamente importante, que una vez que el alumno haya entregado o enviado sus evidencias de aprendizaje, el profesor las revise, retroalimente y las realimente, hecho que desde luego daría continuidad al proceso formativo de sus estudiantes.

¿Qué pasa si un padre de familia no ha estado al tanto de las actividades, no ha orientado a su hijo cuando realiza éstas o, de plano, no se ha interesado en este proceso desde que inicio el confinamiento? Digo, es necesario ubicarnos en una realidad que, valga la redundancia, es tan real como parece. Y es que, durante este periodo de tiempo, hemos visto a: a) padres que han estado en todo este proceso con sus hijos y que les han brindado todo su apoyo para realizar el trabajo en casa; b) padres que intermitentemente se han involucrado en este este proceso porque sus actividades, principalmente, laborales y económicas, les impiden estar de tiempo completo con ellos; c) padres que no han estado en todo este proceso porque no tienen las condiciones económicas y/o educativas para esto; d) padres que no han estado en este proceso, aunque tienen todos los medios para ello. En cualesquiera de los casos, resulta preocupante lo que en los dos últimos incisos señalo, porque indiscutiblemente, tales situaciones repercuten en el aprendizaje que deben adquirir los chicos.

Ciertamente, así como la planteó la Secretaría de Educación Pública (SEP), para la evaluación de los aprendizajes esperados de los alumnos durante este primer semestre, en el momento en que el maestro o maestra no cuente con información suficiente sobre la participación de un estudiante desde que inició el ciclo escolar, tendría que anotarse en la boleta de evaluación la leyenda: “información insuficiente” (cuando la participación del estudiante haya sido intermitente” o “sin información” (cuando no se haya tenido comunicación con el educando) (SEP, 2020). Esto, desde mi punto de vista, tiene dos aristas a considerar: 1. Que colocar esa leyenda no significa que el chico haya reprobado porque el documento de “Orientaciones pedagógicas para la evaluación del aprendizaje para la educación preescolar, primaria y secundaria en el periodo de contingencia sanitaria” en ningún momento lo señala; 2. Que esta situación, propicie que los padres de familia que tienen todos los medios para apoyar a sus hijos en su proceso formativo pero que obviamente no lo han hecho, sigan de la misma manera durante el siguiente trimestre; al fin de cuentas, éstos podrían pensar que en su momento el profesor y/o la escuela, tendrían que buscar la forma de “regularizar” a estos alumnos y, por lo tanto, de evaluarlos. ¿Menuda situación no cree?

Pienso que esto último, es un gran error, porque si bien es cierto que muchos padres de familia no cuentan con los recursos (materiales o intelectuales) para apoyar a sus hijos, también es cierto que hay quienes sí los tienen, pero no hacen lo necesario para participar con ellos. ¿Qué tendría que hacer la SEP al respecto? En primera instancia, emitir un protocolo con la intención de que los docentes y directivos, puedan dar un puntual seguimiento a cada uno de los casos que sean registrados con la leyenda “información suficiente” o “sin información”. En artículos anteriores, ya he señalado la diversidad de circunstancias por las que podría estar pasando el alumno y sus padres de familia y, en razón de ello, deben de valorarse y registrase cada uno de esos casos, pero siguiendo un protocolo. En un segundo momento asignarles a los directivos, la responsabilidad de comunicarse (vía telefónica y por escrito) con los padres de familia para que, mediante una entrevista, puedan conocer las razones de su falta de participación en las actividades con sus profesores, pero también, para invitarles a que participen con sus hijos. Claro, habrá quién por el momento no pueda hacerlo por algunas de las razones que ya he expuesto, pero seguro estoy, que habrá otros que no han participado porque no han querido. Finalmente, pienso que la Secretaría, a través de los canales y programas de radio en los que se trasmite la estrategia “Aprende en Casa II”, puede difundir cápsulas informativas con la intención de concientizar a dichos padres de familia.

¿Maestro le pudo mandar las evidencias de aprendizaje de todo el trimestre de mi hijo?, ¿qué tareas le falta por mandar a mi hija?, ¿qué puedo hacer para que mi hijo no repruebe?, ¿por qué va a reprobar mi hijo si yo le he mandado algunos productos de las actividades que ha hecho mi hija?, ¿con los trabajos que le he enviado de mi hijo, éste no alcanza un 6 de calificación? Son algunos de los cuestionamientos que, en los últimos días, varios docentes han escuchado de algunos padres de familia. Un asunto hasta cierto punto “normal” por la situación que estamos viviendo, pero, ¿no sería mejor que cada actor, en la medida de sus posibilidades, hiciera la parte que le corresponde para beneficiar a los miles de alumnos que cursan el preescolar, primaria y secundaria? Sé que este cuestionamiento contiene un planteamiento un tanto utópico, pero, ¿no acaso tenemos una responsabilidad con nuestros hijos?


Referencias:

Sep. (2020). Circular DGCD/DGAIR/001/2020. Orientaciones pedagógicas para la evaluación del aprendizaje para la educación preescolar, primaria y secundaria en el periodo de contingencia sanitaria generada por el virus SARS-CoV2 (Covid-19) para el ciclo escolar 2020-2021.

Fuente e imagen: https://profelandia.com/la-dificil-tarea-de-educar-a-los-padres-para-la-evaluacion-del-primer-trimestre/

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Evaluación continua: el camino para valorar progresivamente el aprendizaje.

27 de septiembre de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Robinson Conde Carmona

El educador no sólo debe evaluar al final del proceso de aprendizaje el desarrollo de las competencias por parte de los educandos, sino que proponer actividades. 

Evaluación continua es una forma de entender la evaluación educativa. Es un proceso que se debe llevar a cabo durante todas las etapas de aprendizaje del educando. Ésta se entiende como un proceso fundamental para la enseñanza que aumenta la probabilidad de que sea efectiva para el aprendizaje de los educando. La evaluación continua permite al educador manejar las diferencias entre los educandos en un aula de clases, y por lo tanto también se entiende como una práctica inclusiva.

La evaluación continua incluye la evaluación de tipo diagnóstico, formativa y sumativa.

En nuestro contexto educativo, tradicionalmente, la evaluación se ha centrado en la etapa final del aprendizaje y se ha concebido, de forma general, para aprobar más que para aprender; por otro lado, el educando enfoca su aprendizaje en función del tipo de evaluación seguida.

No obstante, el educador no sólo debe evaluar al final del proceso de aprendizaje el desarrollo de las competencias por parte de los educandos, sino que a lo largo del curso, debe proponer con cierta periodicidad actividades, de carácter evaluable, que faciliten la asimilación y el desarrollo progresivos de los contenidos de la asignatura y de las competencias que deben alcanzarse, respectivamente.

De esta forma, la evaluación se convierte en continua o progresiva, y el educador puede realizar un mayor y mejor seguimiento del progreso en el aprendizaje del estudiante, ya que permite una valoración integral. Se trata en definitiva, de apostar por un aprendizaje significativo.

Para que se evidencie la evaluación continua en las aulas de clases es necesario que los educadores planifiquen sus unidades de aprendizaje, pero que al mismo tiempo la modifiquen clase a clase tomando en cuenta los aprendizajes obtenidos por los educandos. Para esto los educadores deben seguir los siguientes pasos de un ciclo de evaluación, según (Miranda, 2010):

  1. Definición de objetivo de aprendizaje: establecer un objetivo de aprendizaje tomando en cuenta los conocimientos previos de los estudiantes evidenciados en una evaluación diagnóstica previa.
  2. Construcción de indicadores y criterios: estos indicadores y criterios deben guiarse por el objetivo de aprendizaje establecido anteriormente y deben ser observables. El nivel de logro de los indicadores establecerá el cumplimiento o no del objetivo de aprendizaje propuesto.
  3. Construcción del instrumento y de la actividad de evaluación: evaluar, elegir y modificar tareas y textos en función de una meta de aprendizaje específica. El instrumento debe evaluar la actividad planificada y debe cumplir con los indicadores y criterios propuestos anteriormente.
  1. Implementación de la clase: realizar la clase aplicando la actividad de evaluación diseñada para ella. De esta forma se evalúan los aprendizajes de la clase implementada y se generan evidencias observables del nivel de logro de los indicadores de evaluación propuestos.
  2. Aplicación del instrumento y/o recolección de evidencias de aprendizaje: recoger las evidencias de aprendizaje de los estudiantes y aplicar el instrumento diseñado, el cual nos permitirá sistematizar el nivel de logro según indicador de los estudiantes.
  3. Sistematización de las evidencias: sistematizar todas las evidencias recogidas en tablas y analizar los resultados.
  4. Toma de decisiones: a partir de los resultados analizados y del nivel de logro de los indicadores alcanzado, tomar decisiones en relación a la planificación y adecuar los objetivos de aprendizaje según las necesidades observadas en las evidencias.

Si miramos detenidamente cada paso, podemos notar que estos tienen una relación estrecha con los que se propone en la evaluación integral, que a fin de cuenta lo que nos propone, es que saquemos la información del contexto en que vamos a trabajar, y a partir de los datos que obtengamos del mismos, hagamos una valoración que nos permita tomar decisiones, para diseñar y/o rediseñar nuestro plan a seguir en un comienzo, luego esté puede ir siendo modificado durante el proceso, dependiendo de los resultados y de las necesidades del contexto en circunstancias puntuales, y no en medio de la generalidad, ya que en ella pueden pasar desapercibidas muchas situaciones que podrían ser causales para que el educando no avance significativamente en su procesos de aprendizaje.

Por lo anterior,  Zabalza (2003) propone, debemos encadenar los siguientes procesos para completar efectivamente la evaluación continua.

  • Plantear.
  • Ejecuta
  • Evaluar
  • Reajustar

Debido a que el proceso debe acomodarse con las modificaciones realizadas con la toma de decisiones de los cambios con la evaluación.

Por otra parte, para Delgado (2006) la evaluación continua tiene por objetivo la valoración del grado de aprendizaje conseguido por el educando, la evaluación adquiere una nueva dimensión al girar el aprendizaje en torno al educando. En este sentido, debe estar correctamente diseñada para que permita valorar si el estudiante ha alcanzado el objetivo, no sólo los conocimientos sino también las competencias previamente definidas por el educador para una materia concreta.

Por ello, el sistema de evaluación continua ofrece sin lugar a dudas, ventajas de parte y parte; tanto para el educando, como para el educador. Dado que aquellos educandos que participan en una evaluación continua tienen mayores garantías para aprender, crecer, mejorar progresivamente su propio techo, por otra parte, también de superar el reto; que es superar la materia en curso.

En efecto, porque de forma gradual y progresiva van desarrollando las competencias de la asignatura, y en segunda porque conocen la manera de valorar del educador, es decir, se ven involucrados en el proceso. En tercera, el educando recibe información de su propio ritmo de aprendizaje, y es capaz de autorregularse para corregir sus errores y vicisitudes, llegando a tal punto que pueda él solo, reorientar su proceso de aprendizaje; ser autosuficiente y autónomo.

Todo para que a fin de cuenta sea capaz de autoevaluarse, que es un proceso que poco a poco va tomando mayor importancia. Según San Martín (2014) la autoevaluación es básica para tener autonomía o para lo que denominamos aprender a aprender. Es fundamental darse cuenta de si estás haciendo las cosas bien y de apoyarte en los soportes necesarios para mejorar. Las personas que se autoevalúan son las que aprenden, las que no, sólo repiten.

Para finalizar, debemos apuntar que, si la evaluación continua está bien diseñada, debería superar la asignatura sin la necesidad de hacer una prueba final; en definitiva y en resumen a la hora de diseñar una evaluación continua podemos resaltar tres elementos claves; en primer lugar, su planificación, en segundo lugar, su información al educando (objetivos, criterios de evaluación, número de actividades, periodicidad, esfuerzo…), y en tercer lugar, las actividades concretas de evaluación (tipología, criterios de corrección, dedicación horaria, temas abordado (Delgado, 2006).

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/evaluacion-continua-el-camino-para-valorar-progresivamente-el-aprendizaje

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