Para acercarnos, para comprendernos. No para dividirnos ni golpearnos

Por: Salvador López Arnal

El denominado eje nacional y las temáticas nacionalistas por encima de todo, siempre y en cualquier circunstancia. Confusión y lío para generar, abonar y conseguir más lío y mucha más confusión (y sus consecuencias: mayor hegemonía político-cultural). División de las clases trabajadoras. En Cataluña y entre las clases populares de Cataluña y las del resto de España. Tensión permanente, más tensión: diseñada, pensada, planificada, trabajada, muy trabajada. Propagandas políticas irresponsables: réditos electorales y palante, siempre palante. Anticatalanismo por parte de unos, creciente antiespañolismo por parte de otros. Silencios, cegueras, mentiras, golpes bajos, comisiones del 3% (o más). Eso sí, sólo en “Madrid” hay corrupción. A Pujol, que se ha pasado un poco (¡pero ha robado a España, no al país!), se le conocerá por su obra. Los Pujol-Ferrusola acompañan fielmente al patriarca. Derechos inexistentes, naturalizados como el aire o los Pirineos, pensados y formulados en cuidados laboratorios universitarios. Apuestas por choques de trenes, de alta o baja velocidad, con heridos entre los viajantes que no van en primera clase. Los de primera a resguardo. Como siempre. Cloacas institucionales (en plural, no en singular). Rutas sesgadamente trazadas sin apoyo democrático tras la pérdida de la apuesta el 27S. Apología de la astucia y el engaño. Interesadas, repetidas y más que parciales miradas históricas. Intelectuales orgánicos al servicio de la causa, de las causas. Olvidos básicos que hacen sonrojar a cualquier ciudadano informado. Revisiones de asuntos y acuerdos esenciales. Pérdida de memoria de la cultura democrática, republicana, solidaria y fraternal del antifranquismo. La guerra del 36 contra Cataluña, contra los Cambó o Porcioles por ejemplo. Madrid como insulto (de unos), Cataluña como improperio (de otros). Lenguajes tensionados pensados para separar, para abonar diferencias mínimas. Líderes idolatrados con ininterrumpidas (y vacías pero efectivas) proclamas sobre “fer país” o sobre “España por encima de todo”. Banderas, ondeadas una y otra vez, que encubren negocios turbios, corruptelas varias y ansias ilimitadas de poder: el patio es mío, sólo mío. La estelada como buena y nueva bandera de Cataluña. La senyera ya no existe, es de nostálgicos, no de verdaderos catalanes, no de verdaderos patriotas. Procesos antidemocráticos de secesión unilateral presentados falazmente como netamente democráticos. Leyes electorales generadoras de mayorías que no son tales. Referéndums secesionistas antidemocráticos presentados como defensa de la democracia. Líderes nacionalistas que se expresan como chulapos. Dudas, contradicciones, ambigüedades, rupturas irresponsables de las tradiciones emancipatorias. Una izquierda, unas izquierdas que no están a la altura de circunstancias. Incomprensibles vacilaciones en lo más esencial en fuerzas que dicen ser de izquierdas. Durruti, y no sólo él, con barretina. Todo vale, todos la han llevado. Quienes no desen son traidores.. Secesionistas que dicen ser federalistas, federalistas que no se manifiestan como tales, soberanistas que usan palabras mágicas para encubrir su verdadero plan de acción. Acuerdos y abrazos entre fuerzas políticas antagónicas. Sindicatos que se dicen obreros apoyando causas que no son suyas. Política -la que rige- del atrapalotodo. Regreso al pasado, lo sucedido con Banca Catalana como modelo: ¡los procesos sobre el 3% son un ataque a Cataluña! Uniformistas que, por supuesto, son tales y no están dispuestos a aceptar ningún tipo de diversidad. Televisiones y medios de intoxicación cultural e informativa, de aquí y de allí, al servicio de las ”grandes causas patrióticas”. Las de unos y las de los otros. La contrarrevolución permanente. Lenguajes que separan de entrada… y más, mucho más de salida. Frases estudiadas para la historia: “No hay revolución democrática en el mundo tan potente como la nuestra” (Jordi Sánchez, ANC). “A los catalanes y a las catalanas, después de 300 años, se nos acabó la paciencia” (Neus Lloveras, AMI). “El Estado español no no nos dividirá, no lo han conseguido en 300 años; no conseguirá ahora dividir un pueblo y una nación. No tienen suficientes recursos para acallar el grito de todo un pueblo… El pueblo de Cataluña no falla nunca” (Jordi Cuixart, Òmnium Cultural). “Nuestra revolución democrática se producirá sin violencia y sin venganza. Todos los presentes lucharemos cada segundo hasta el último septiembre” (Salva Racero). El “España contra Cataluña”, el “España nos roba”, el “España nos esclaviza”, el “España nos impide ser catalanes”, como axiomas indiscutibles; por parte de otros: “España va bien”, “España es una gran nación”, “Los cambios, todos los cambios, son irresponsables”. Confusiones básicas: nación política y nación cultural. Nación implica estado, toda nación, de cualquier tipo, debe tener su estado. Diferencias, diferencias, diferencias, más diferencias. Izquierdas españolas, que dicen defender una España plural y federal, que no quieren oír voces disidentes del secesionismo catalán y construyen, apoyadas en consejeros y amigos nacionalistas, relatos míticos sobre el pasado y el presente y las “opresiones nacionales”. Líderes catalanes que vuelven a hablar de prudencia y traiciones en celebraciones sectarias y olvidan nudos fundamentales de una historia en común. Identidades nacionales sobrecargadas, marcadas y vividas como nunca antes, que hacen añicos principios nucleares, básicos, de las tradiciones internacionalistas. Antes todo, catalans, catalans y catalans. Alianzas contra natura vividas como nacionalmente imprescindibles. Grandes familias de aquí y de allí que siguen y siguen acumulando mientras las desigualdades se disparan, contemplando complacidas un espectáculo que nunca dañará sus intereses. Clanes familiares, modélicos durante décadas en el conjunto del petit país (con placas y estatuas en su honor, siguen siendo referentes para muchos), que esconden toneladas de corrupción, manipulación y negocios sucios. Madres Superioras de la Congregación ordenando y mandnando. El “Todo por la Patria” guardiacivilesco, gritado y practicado por supuestas fuerzas de “liberación”. Estrategias jurídicas poco democráticas al servicio de políticas que gritan y lardean de democracia. “Países catalanes”, uniformemente pensados. Legítimos sentimientos ciudadanos manipulados para el día del “gran golpe”, de la “gran ruptura”, de una Arcadia que dicen feliz. Un viaje (secesionista) a Ítaca. Historias, muchas historias inventadas en Institutos subvencionados como el de Nova Història: Teresa de Àvila es catalana, también lo es Colón. La Cataluña, toda ella antiborbónica, contra la España, toda ella, borbónica. Todo (y siempre) para separar, nunca para unir. Mitos, mil veces repetidos, vividos como verdades históricas indiscutibles. Palabras y expresiones que suenan, resuenan y golpean una y otra vez: España, Cataluña, Madrid, Cataluña, Estado español, Cataluña,… Nación, sin aclarar nunca la noción, de más de mil años. Som una nació. una nación, siempre democrática, de larga historia, una nación que sigue oprimida, explotada y esclava… por España y los españoles. Grandes historiadores catalanes que hablan de distintos ADNs o memes irreconciliables entre catalanes y no catalanes. Reconocimientos, premios de historia, con presencia del gran corruptor y señora sin que nadie objete nada de nada. Es normal, es de los nuestros.

No es necesario continuar. De gran parte de estas temáticas se habla en este libro de conversaciones con Miguel Candel, filósofo, traductor, profesor, activista, helenista y gramsciano, uno de los pensadores que, en mi opinión, mejor conocen la situación política catalana y que con mayor coraje cívico y limpieza de mente y corazón, y sin intereses escondidos, se enfrenta a un problema agitado por unos y otros sin importar nada ni nadie (sólo sus intereses y su voluntad ilimitada de poder), una temática de largo alcance, y de profundas divisiones sociales, que merece -¿quién puede dudarlo?- nuestra consideración, reflexión, compromiso, organización y acción. Con urgencia, plantando cara, sin esconderse, sin ocultar lo que se piensa y se quiere y debe decir. Para -esta es nuestra opción- acercarnos unos a otros, con nuestras diferencias (generalmente secundarias) y nuestros numerosísimos puntos en común, abonando el sendero de comprensión la I y la II Repúblicas. Sin falsas intersecciones vacías entre pueblos hermanos que aluden o se justifican en inexistentes ADNs biológicos, históricos o culturales disjuntos, sin elementos comunes en lo más esencial. ¡Qué inmensa estafa! No para alejarnos, pues, ni para separarnos ni para distanciarnos definitivamente; no para gritarnos o golpearnos sino para entendernos mejor. No somos tan distintos ni tan homogéneos; ni en el conjunto de España ni en Cataluña. Nuestras propias biografías lo confirman.

Catorce breves conversaciones (el último, con alguna repetición, intenta ser un resumen de lo más importante): para intentar disolver confusiones y errores conceptuales, políticos e históricos; para comprender más y mejor; para la solidaridad y la fraternidad entre ciudadanos y pueblos. Sin voluntad de poder, al servicio de las finalidades de unión fraternal de siempre.

Tanto Miguel Candel como el firmante de esta presentación somos miembros de ASEC/ASIC (Assemblea Social de l’Esquerra (izquierda) de Catalunya). Gran parte de las tesis, informaciones y argumentos aquí expuestos se han beneficiado de las discusiones mantenidas en el seno de esta federalista asociación de la izquierda (no independentista) de Cataluña. Ningún esfuerzo será en vano. “¿Referéndum secesionista? No al derecho a dividir”.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=228604

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