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Unicef y OIM piden más atención a drama niños sin compañía en ruta hacia EE.UU

América del Norte/EE.UU/23 DE AGOSTO DE 2016/Fuente: elespectador

Más de 26.000 menores no acompañados han sido detenidos en la frontera de Estados Unidos en los primeros seis meses de 2016.

Unicef y la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) pidieron este martes más atención y más soluciones al drama de los miles de niños no acompañados que cada año emprenden el peligroso viaje hacia Estados Unidos huyendo de la violencia y la pobreza de sus países.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) presentó un informe titulado «Sueños rotos» en el que denuncia que más de 26.000 menores no acompañados han sido detenidos en la frontera de Estados Unidos en los primeros seis meses de 2016, la mayoría de ellos provenientes de Guatemala, El Salvador y Honduras.

El texto también alerta que otros 16.000 menores, también no acompañados y originarios de los tres países centroamericanos, nunca lograron alcanzar EE. UU. y fueron detenidos en la frontera mexicana en el primer semestre del año.

El texto recuerda que la gran mayoría de estos niños huyen de la violencia de las maras, o pandillas callejeras, de las que son víctimas, o de una vida de pobreza sin esperanzas.

«Es muy duro pensar que esos niños -la mayoría adolescentes, pero algunos mucho menores- están haciendo ese agotador y peligroso viaje en busca de seguridad y una vida mejor», dijo, citado en el informe Justin Forsyth, director ejecutivo adjunto de Unicef.

«Este flujo de jóvenes refugiados y migrantes muestra la crucial importancia de lidiar con la violencia y las condiciones socioeconómicas en sus países de origen», agregó.

El informe destaca que el 63 % de los hondureños, el 60 % de los guatemaltecos y el 32 % de los salvadoreños viven por debajo del nivel de la pobreza.

Asimismo, recuerda que El Salvador tiene el mayor índice de asesinatos del mundo, 103 por 100.000 habitantes; Honduras tiene un índice de 57 homicidios por 100.000 habitantes; y Guatemala 30 por 100.000 habitantes.

«El riesgo de que estos niños no acompañados sean secuestrados, víctimas de tráfico, violación, o asesinados durante el trayecto es enorme, y el mayor problema es que el número no deja de crecer», indicó en rueda de prensa Christoph Boulierac, portavoz de Unicef.

Otras 29.700 personas que viajaban en grupos familiares, la mayoría mujeres y niños pequeños, también fueron retenidas en ese mismo periodo en la frontera de Estados Unidos.

Consultado Boulierac sobre si conocía el número aproximado de niños de estos grupos familiares, dijo desconocerlo.

«Es sorprendente que dado que hay registros diarios de muertes de inmigrantes en la ruta de Centroamérica, muchos de los cuales son adolescentes, no se le dé más importancia a este problema que es enorme», afirmó por su parte Joel Millman, portavoz de la OIM.

Según esa organización denunció hoy, al menos 200 migrantes murieron en dicha travesía en los primeros seis meses del año, una cifra que asumen que está subestimada.

La mayoría murieron al caer del tren que cruza México, conocido como «La Bestia», no obstante el porcentaje ha descendido considerablemente respecto al año anterior.

En 2015, el 60 % de los fallecidos en Centroamérica murieron en accidentes relacionados con el tren, mientras que esa cifra ha descendido este año al 37 %.

Aunque muchos también lo hacen a manos de los traficantes de personas, o en viajes a pie o en coche que son mucho menos controlados.

«Tenemos claro que la cifra de casi 200 fallecidos en el primer semestre del año no refleja la realidad y que ésta debe ser bastante mayor. Pero es muy difícil registrarlo», afirmó Millman.

Más allá del riesgo que corren durante la travesía, Unicef está especialmente preocupado por el trato que reciben estos menores no acompañados una vez retenidos.

«Por principio, Unicef es contrario a la detención de menores de edad. Todos los países deberían buscar alternativas a la retención de niños y no detenerlos en base a su simple estatus migratorio», explicitó Boulierac.

El informe recoge que si bien la mayoría de hombres adultos que son detenidos en la frontera de Estados Unidos son deportados casi inmediatamente, las madres y los niños pequeños pueden pasar meses en detención, y los menores no acompañados incluso años, porque sus casos son revisados por un tribunal de justicia.

«El problema es que el 40 % no tiene abogados. El sistema no prevé un abogado de oficio para ellos», especificó Boulierac.

El informe puntualiza que los que no tienen un abogado tienen más posibilidades de ser deportados.

Según los datos del texto, de los casos iniciados en 2015, el 40 % de los que no tenían abogado fueron deportados, comparado con sólo el 3 % de los que sí tenían representación legal.

Asimismo, el portavoz denunció el distinto trato que tienen los menores no acompañados en función de su nacionalidad, dado que si son mexicanos se les puede expulsar directamente, pero si son de otro origen tienen derecho a una vista judicial.

Fuente: http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/unicef-y-oim-piden-mas-atencion-drama-ninos-sin-compani-articulo-650622

Imagen: https://news-images.vice.com/images/articles/meta/2016/02/01/untitled-article-1454318850.jpg?crop=1xw:0.5994152046783626xh;0xw,0xh&resize=1200:*&output-format=image/jpeg&output-quality=75

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Nigeria: 800 mil personas en crisis por violencia de Boko Haram

Nigeria/Agosto de 2016/Telesur

La crisis humanitaria a causa de la falta de agua potable, alimentos y seguridad ha matado a miles de personas en Nigeria.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) denunció este viernes la grave situación humanitaria que se vive en el noreste de Nigeria a raíz del conflicto con el grupo terrorista Boko Haram. Unas 800 personas están en una situación de extrema necesidad.

El comunicado denuncia la situación de urgencia que se está viviendo en el noroeste de Nigeria, donde el conflicto con Boko Haram ha dejado millones de desplazados internos que no tienen acceso a asistencia básica y que se encuentran desprotegidos frente a la violencia.

>> Nigeria: Localizan 800 mil desplazados en zonas de Boko Haram

No obstante, la situación podría empeorar debido al avance de la ofensiva del Ejército nigeriano contra el grupo extremista.

Los terroristas se sienten acorralados, por lo que han aumentado su actividad en los estados de Borno y Yobe, donde los ataques a civiles, los coches bomba, el robo de comida y los atentados suicidas han aumentado en los últimos meses.

El acceso a la mayor parte de la Cuenca del Lago Chad, donde Boko Haram concentra su actividad, resulta de imposible acceso para las organizaciones humanitarias.

Cada día se producen nuevas violaciones de los Derechos Humanos en esa recóndita zona del país africano, perpetradas por los milicianos de Boko Haram: asesinatos indiscriminados a civiles, violencia sexual, desapariciones, reclutamiento forzado, rapto de menores para convertirles en niños soldado, conversiones forzadas, robos, entre otros.

Los civiles que todavía viven en esa zona del país no sólo deben hacer frente a la amenaza terrorista, sino que además tienen que enfrentar la grave situación de emergencia humanitaria que está matando a miles de personas cada día, la carencia de agua potable o a alimentos.

>> ONU alertó sobre condiciones de vida en zonas del Boko Haram

De acuerdo con los datos de Naciones Unidas, alrededor de 800 mil personas están en una situación de extrema necesidad. Cada día se registran nuevos casos de desnutrición grave aguda, y la escalada de violencia que se ha producido en los últimos años impide que la población pueda cultivar sus propias cosechas o mantener su ganado, por lo que cada vez son más dependientes de la ayuda humanitaria.

En el estado de Borno, Naciones Unidas estima que más de 50 mil personas están en situación de alerta crítica, de las cuales unos 21 mil son niños. Más de la mitad de estos menores han perdido a uno o a sus dos padres.

En la actualidad, hay 157 mil desplazados internos en Camerún, 74 mil 800 en Chad y más de 127 mil en Níger. En Nigeria ese número asciende a los 2 millones y medio de personas. El conflicto, por otro lado, ha acabado con la vida de más de 13 mil nigerianos.

Fuente: http://www.telesurtv.net/news/Nigeria-800-mil-personas-en-crisis-por-violencia-de-Boko-Haram-20160819-0055.html

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México: Policías declaran que dispararon a maestros en Oaxaca

México/20 de agosto de 2016/www.telesurtv.net

Dos meses después de los hechos ocurridos en Nochixtlán, Oaxaca, integrantes de la Policía Federal declararon que accionaron sus armas contra los manifestantes

Los policías federales mexicanos sí dispararon el 19 de junio contra integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en el municipio de Asunción Nochixtlán, según se desprende de declaraciones emitidas por agentes ante legisladores.

La comisión legislativa de seguimiento a los hechos de Nochixtlán se reunió este jueves con nueve integrantes de la Policía Federal que resultaron lesionados en esa comunidad del sureño estado de Oaxaca, donde al menos 13 personas murieron en el marco de las protestas de los maestros contra la reforma educativa.

En el encuentro se presentaron tres testimonios de elementos de las divisiones de Fuerzas Federales y de Gendarmería que, por medio de los seudónimos José, Juan y Luisa, narraron su experiencia durante el operativo.

La senadora Mariana Gómez del Campo Gurza, del conservador Partido Acción Nacional (PAN), explicó que se determinó utilizar seudónimos para resguardar la identidad de los policías.

Por el grupo parlamentario del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), el senador Fidel Demédicis preguntó a los policías lesionados las instrucciones concretas que tenían y si portaban armas en el operativo.

Al respecto, «José» replicó que las órdenes que habían recibido eran de acudir en auxilio de los agentes estatales de Oaxaca y de la División de Gendarmería, ya que «la población los había superado en número y requerían la presencia de mayores elementos».

A continuación, Demédicis le preguntó al policía si él llevaba armas, a lo que este respondió que «después de que se empezaron a recibir y a haber heridos por armas de fuego, sí hubo una instrucción de que una pequeña parte del personal que acudiría llevara su equipo táctico».

«Insisto, ¿usted llevaba arma?», presionó el senador, y el agente contestó: «¿Yo llevaba arma? Sí».
Cuando el legislador le preguntó si había usado su arma, «José» respondió en sentido afirmativo. «¿La accioné? Sí, la tuve que accionar», dijo.

A ello siguió un debate entre Gómez del Campo, quien pedía a su colega que se condujera con respecto y prudencia con los agentes, y Demédicis, quien argumentaba que «el pueblo tiene derecho a saber» lo que ocurrió.

Por último, Gómez del Campo informó que en breve la comisión legislativa de seguimiento visitará la comunidad de Nochixtlán para escuchar las versiones de la población y presentar su informe el 31 de agosto.

Tomado de: http://www.telesurtv.net/news/Mexico-Policias-declaran-que-dispararon-a-maestros-en-Oaxaca–20160819-0006.html

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México: “Nos hemos acostumbrado a no ver” a los niños de la calle (ONG)

México/19 de agosto de 2016/insurgenciamagisterial.com

Invisibilizada, sin una política pública integral que atienda su problemática, y en una sociedad con marcados rasgos de discriminación, la población callejera es uno de los grupos sociales más excluidos y vulnerables del país. El crecimiento de los índices de pobreza y de satisfactores sociales hace que el problema persista, sobre todo en las megalópolis y ciudades medias.

Para especialistas y defensores de derechos humanos, el Estado mexicano sigue teniendo una enorme deuda con este grupo en el que coexisten niños, jóvenes, mujeres, familias, adultos y ancianos que sobreviven en la adversidad de la calle.

Aunque no existe información estadística oficial nacional o estatal sobre esta población, las organizaciones y colectivos que trabajan por los derechos de este grupo tienen indicadores elementales que apuntan a una agudización del problema, a causa de las crisis económicas y falta de oportunidades.

De la población callejera, más de 13 mil son menores

Existen pocos censos sobre el tema, y uno de los más serios data de hace más de una década, cuando el Fondo de Naciones Unidas para el Desarrollo de la Infancia (Unicef) y la oficina del Distrito Federal del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia contabilizaron más de 13 mil niños y niñas menores de 18 años en situación de calle en el área metropolitana, de los cuales 85 por ciento eran varones y 15 por ciento mujeres.

Estas cifras contrastan con las del Instituto de Asistencia e Integración Social (Iasis) del Gobierno de la Ciudad de México, que contabilizó para el periodo 2011-2012 poco más de 4 mil personas sin vivienda, aunque su censo cuenta con información desagregada en grupos de edad, por punto de encuentro, actividad productiva que realizan, escolaridad y causas que los llevaron a estar en la calles.

Falta interés

Juan Martín Pérez, director de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), advirtió que para el diseño y éxito de una política pública integral, es fundamental contar con información y diagnósticos suficientes, que lamentablemente, por falta de interés, no se han construido desde la esfera gubernamental.

Incluso, el especialista señaló que los datos oficiales sobre la población callejera en la capital del país son parciales, pues corresponden sólo a quienes acceden a los servicios del Iasis. Aun así, dijo, refleja la grave situación de quienes recurren a sus servicios de albergue, alimentación y asistencia.

Diversas organizaciones y colectivos como Redim, El Caracol, la Alianza de Poblaciones Callejeras y el Centro Interdisciplinario para el Desarrollo Social, coinciden en que la relación que tienen la sociedad y las autoridades con la población callejera es preponderantemente de indiferencia, discriminación, rechazo y criminalización.

Un ejemplo de ello son las periódicas acciones de limpieza social contra ellas. Como defensores de derechos humanos, tan sólo en el último año dan cuenta de operativos policiacos arbitrarios de este tipo en la Ciudad de México, pero también de Guadalajara, Monterrey, León, San Luis Potosí, Puebla, Acapulco, Ciudad Juárez, Xalapa y Tuxtla Gutiérrez.

Esta discriminación y criminalización por parte de las autoridades se traduce en la negación de servicios, violencia policial y detenciones arbitrarias, señaló Luis Enrique Hernández, director de El Caracol Poblaciones Callejeras, con un trabajo de más de 20 años con este grupo.

La Encuesta sobre Discriminación de la Ciudad de México 2013 señaló que 86.1 por ciento de quienes respondieron el sondeo consideraron que existe discriminación hacia los integrantes de la población callejera, ubicándolos en el octavo lugar de la lista de 40 grupos. Las personas pobres (una de las características de este sector) quedaron en segundo sitio con 91.9 por ciento.

Ricardo Bucio, secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas y Niños y Adolescentes, señaló que esta invisibilidad es el mecanismo del cual se nutre la discriminación, a pesar de que las poblaciones callejeras las podemos ver todos los días, nos hemos acostumbrado socialmente a no ver.

Tomado de: http://insurgenciamagisterial.com/nos-hemos-acostumbrado-a-no-ver-a-los-ninos-de-la-calle-ong/

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Las intervenciones ‘antibullying’ en las escuelas topan contra la cultura familiar

Por Carina Farreras

La profesora enseñó un billete impecable de 20 euros a la veintena de alumnos que atendían su clase. “¿Tiene valor?”, preguntó. “¡Claro!”, contestó el grupo al unísono. Helados, hamburguesas, golosinas, ropa. Cuántas cosas pueden comprarse con un billete azul cuando uno tiene doce años. Inesperadamente, la tutora arrugó el billete hasta reducirlo a una bola, luego lo lanzó al suelo y saltó sobre él, pisoteándolo. El aula enmudeció. Veinte pares de ojos miraron cómo recogía el guiñapo de papel, lo desenvolvía dándole su forma original y lo mostraba, marcado de pliegues como cicatrices. Repitió la pregunta: “¿Tiene valor?”.

Hay niños con la autoestima impecable, como billetes recién salidos de fábrica. Otros están hechos una piltrafa porque alguien los ha arrugado y pisoteado repetidamente ante la mirada de sus compañeros y la inacción de los adultos. “Cada día, a la hora del patio, una alumna de un centro de Lleida se iba al lavabo, se sentaba en la taza del inodoro y se comía el bocadillo hasta que sonaba de nuevo el timbre”, relata Gemma Filella, investigadora de la Universitat de Lleida y autora de un videojuego contra el b ullying. Esos fueron los recreos de esa niña de septiembre a mayo, mes en el que se advirtió su ausencia en el patio. “El acoso escolar –indica Filella– adquiere dimensiones que no imaginamos porque se da a espaldas de los adultos –continúa–, que tampoco actúan con buen manejo emo­cional cuando lo descubren”. La investigadora, que ha recorrido decenas de colegios y escuelas catalanas y ha impartido formación a docentes, se ha topado con padres que defienden a sus hijos ­acosadores y con profesores que aceptan ciertos comportamientos reprobables. “Existe confusión sobre cuándo y cómo actuar ante las incidencias escolares”, afirma Filella, que ha probado el programa Happy en 1.500 alumnos. “A los profesores les cuesta di­ferenciar entre una desavenencia, un brote de violencia o un acoso”. Y ¿cuál es la responsabilidad de la escuela cuando el bullying se ­produce fuera del recinto? ¿Cuando se extiende a las redes sociales?

A menudo, los profesores quitan importancia a unos hechos para pacificar al grupo. “Hay que dejarlos que se arreglen solos”, consideran otros. Una de las claves, indican los expertos en bullying, es que los chavales no tienen suficiente confianza en ser respaldados si lo cuentan a los adultos aunque evidencien su sufrimiento. Los propios maestros que recibieron formación antibullying admiten no tener suficiente conocimiento sobre este tema y reclaman más formación para saber ver con otros ojos la problemática y actuar en consecuencia.

Para aquella niña, como para otros chicos, la escuela es un horror. Quizás no median golpes que dejan morados, pero se utilizan palabras, insinuaciones en wat- saps o fotografías alteradas en Facebook. En todo caso, reciben la humillación de un compañero, jaleado por unos cuantos seguidores, y observado, divertida o silenciosamente, por el resto del grupo. La OMS estima que entre uno y dos niños de cada diez son acosados. Según Save the Children, en nuestro país hasta un 22% de los niños de secundaria sufren bullying, una acción que deja consecuencias en el futuro. Como los ­billetes, que valen el equivalente a 20 euros pero su apariencia no es la misma ni para los demás ni para sí mismos. La falta de autoestima condicionará su trayectoria de ­vida.

Según los expertos, existen diferentes explicaciones psicológicas al fenómeno del bullying basadas en que el agresor usa la violencia para resolver problemas con sus iguales o arrastra conflictos de casa. Puede darse en personalidades complejas, con baja tolerancia a la frustración y poca empatía, dificultades para cumplir las normas y respetar los límites. Son personajes que se dan en todo tipo de escuelas, pero que sobreviven mejor en las escuelas que buscan resultados altos introduciendo estrategias de competición entre sus alumnos.

“A menudo, los agresores buscan popularidad, ser reconocidos por el grupo”, explica Jenny Dettmann, directora del Colegio Escandinavo de Madrid. “Entonces hay que enseñar formas positivas para conseguirlo”. Desde que este año se han desarrollado los programas Kiva en este colegio se han producido evidentes mejoras en la convivencia en el centro, nacido como cooperativa de padres nórdicos, entre cuyos valores máximos se encuentra el respeto. “Todo el claustro tiene ahora ojos para el bienestar de los niños –afirma la directora–. Sabemos qué tenemos que hacer para prevenir y actuar”. El resultado es la tranquilidad en el patio y la devolución de la confianza de los niños, más conscientes también, en los adultos.

Faltan los padres. Durante el curso se produjo un caso de bullying. El protocolo Kiva se activó de inmediato. Se anotó todo. Quién informó, quién era la víctima, quiénes participaron. Por simplificar: se llegó a un compromiso de buena convivencia y se sancionó al matón. “Son sólo niños”, se quejaron los padres del agresor. “Así se hacen fuertes y aprenden a convivir”, argumentaban. La universidad finlandesa no había considerado que los padres, una pieza fundamental en el engranaje antibullying, desautorizaran a la escuela en su actuación a favor del respeto. Al calor de experiencias parecidas en el mundo latino, Kiva se está planteando crear herramientas para las familias en su programa en castellano (ahora sólo se imparte en inglés).

Filella también tiene experiencias similares, de padres que minimizan los hechos aduciendo que son bromas y defienden la lógica de la supervivencia. Una alumna le dijo: “Esta muy bien todo esto que explicas, poder decir que te sientes mal, que la actitud del otro te hace daño, acudir a un adulto si hace falta. Pero esto no sirve fuera de la escuela. Nadie en mi familia lo entendería”.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/vida/20160706/402993225085/intervenciones-antibullying-topan-cultura-familiar.html

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UNESCO: 45 países se comprometen a erradicar la violencia homofóbica y transfóbica de las escuelas

Uruguay/ Agosto de 2016/ibercampus.es

El Llamamiento Ministerial a la Acción, una iniciativa para erradicar la violencia homofóbica y transfóbica en el sector educativo, ha recibido el apoyo de 45 países. La iniciativa tiene como objetivo fortalecer y mejorar las respuestas del sector educativo a fin de garantizar que las escuelas sean lugares donde los niños y los jóvenes puedan aprender sin estar sujetos a amenazas y violencias.

El Llamamiento Ministerial a la Acción, una iniciativa para erradicar la violencia homofóbica y transfóbica en el sector educativo, ha recibido el apoyo de 45 países. La iniciativa tiene como objetivo fortalecer y mejorar las respuestas del sector educativo a fin de garantizar que las escuelas sean lugares donde los niños y los jóvenes puedan aprender sin estar sujetos a amenazas y violencias.

Albania, Alemania, Andorra, Argentina, Canadá, República Checa, Colombia, Dinamarca, Grecia, Honduras, Israel, México, Noruega, Perú, Filipinas, Rumania, Serbia, Suiza y Uruguay se incorporaron a la lista de 26 otros países que apoyan el Llamamiento a la Acción, que compromete a sus signatarios a fortalecer y mejorar las respuestas del sector educativo a fin de garantizar que las escuelas sean lugares donde los niños y los jóvenes puedan aprender sin estar sujetos a amenazas y violencias.

El informe mundial de la UNESCO titulado  Out In The Open  que trata del tema, muestra que los estudiantes que supuestamente no se ajustan a las normas vigentes relativas al sexo y el género, comprendidas las personas lesbianas, gays, bisexuales o transgénero (colectivo LGBT), son especialmente vulnerables. En los Estados Unidos, el 85 por ciento de los alumnos LGBT ha padecido violencia homófobica y transfóbica en la escuela, mientras que en Tailandia el 24 por ciento de los estudiantes heterosexuales fueron víctimas de la violencia porque se consideró que su expresión de género no se ajustaba a las pautas vigentes.

Tolerancia cero con todas las modalidades de acoso

En la reunión celebrada en la UNESCO en mayo pasado, el Ministro de Educación e Investigación de Noruega, el Sr. Torbjørn Røe Isaksen, declaró: “Este no es únicamente un hecho terrible para todos los alumnos o padres involucrados, sino que también constituye un grave problema para nuestras sociedades. Debemos tener tolerancia cero con todas las modalidades de acoso y prestar especial atención a los grupos ya vulnerables”, afirmó.

La Ministra danesa de la Infancia, la Educación y la Igualdad de Género, la Sra.Ellen Trane Nørby, dijo que el acoso homófobico y transfóbico que se ejerce en la escuela tiene graves consecuencias para el bienestar y las perspectivas futuras de niños y jóvenes.

El texto final del Llamamiento Ministerial a la Acción, en el que figurará la lista de todos los países adherentes, se publicará en septiembre de 2016. El documento figurará en una nueva publicación de la Oficina de la Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra los Niñosque tratará de la protección de los niños contra el acoso y el ciberacoso. Esta publicación saldrá a la luz durante la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGA), que tendrá lugar en octubre de 2016.

Los países que hasta el momento se han adherido al Llamamiento Ministerial a la Acción son los siguientes: Albania, Alemania, Andorra, Argentina, Austria, Bélgica, Bolivia (Estado Plurinacional de), Cabo Verde, Canadá, República Checa, Chile, Colombia, Costa Rica, Dinamarca, El Salvador, España, Fiji, Filipinas, Finlandia, Francia, Grecia, Guatemala, Honduras, Israel, Italia, Japón, Madagascar, Malta, Mauricio, México, Moldova, Montenegro, Mozambique, Países Bajos, Nicaragua, Noruega, Panamá, Perú, Rumania, Serbia, Sudáfrica, Suecia, Suiza, Estados Unidos de América y Uruguay.

Fuente: http://www.ibercampus.es/45-paises-se-comprometen-a-erradicar-la-violencia-homofobica-y-transfobica-33524.htm

Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=inclusi%C3%B3n&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjEvODuvr_OAhUCLSYKHQrdB4gQ_AUICCgB&biw=1024&bih=485#tbm=isch&q=+No+homofobia&imgrc=mxYW9il7nTY4rM%3A

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Poniéndome a prueba

Por: Mauro Berchi

Aclaraciones metodológicas

Mis trabajos en el área de educación de adolescentes privados de libertad fueron desarrollados con el múltiple propósito de, por un lado, intervenir en la realidad de los detenidos, es decir, grosso modo, incidir en su conducta y, de ser posible, en la construcción de su subjetividad; y, por otro, realizar un diagnóstico, para poder trazar perspectivas que pudieran ser evaluadas y corregidas regularmente, implementando técnicas propias de la investigación cualitativa, como la observación participante o herramientas de etnometodología. (Garfinkel, 1967) (Agustín Bueno Bueno, 2002).

Es decir que, al tiempo que desarrollaba mis tareas pedagógicas con los adolescentes detenidos en el CREU Ituzaingó y, posteriormente, Lomas de Zamora[1], tomaba notas y apuntes con los que elaborábamos un diagnóstico institucional y poblacional, redactaba junto con las demás áreas un Proyecto Institucional, diseñaba líneas de acción, corregía errores, deconstruía críticamente mis propias prácticas y discursos, prejuicios, etc.

 Así, pues, podría decirse que en ese tren, fui protagonizandoexperiencias en el sentido en que trabaja el concepto Jorge Larrosa (Larrosa, 2003). En este sentido, mis experiencias en el trabajo educativo con adolescentes bonaerenses detenidos conforman un conjunto de intervenciones educativas, aportes de hipótesis respecto del encierro, reflexiones en torno del trabajo interdisciplinar en las instituciones penales juveniles, etc.

Aún cuando dejo claro que este fue el modo de encarar el trabajo por falta de otro mejor, más establecido, racionalizado o diseñado como instrumento científico (falencia atribuible a la dirigencia de la Secretaría de Niñez y Adolescencia de la Provincia de Buenos Aires), también considero que es, casualmente, el ámbito de la educación de jóvenes en contextos de encierro, una arena propicia para hacer factibles experiencias como las que me ha tocado protagonizar. Y cuyos matices he intentado plasmar en numerosos trabajos, algunos de los cuales volcaré en este espacio virtual.

En el principio fue la tragedia

Es justo recordar que las experiencias de las que se puede dar cuenta en materia de adolescentes privados de libertad en la provincia de Buenos Aires, son fruto de la tragedia. En efecto, el ex gobernador Felipe Solá, se ocupó de implementar el Sistema de Responsabilidad penal Juvenil  luego de la “Masacre de Quilmes”:

El 20 de octubre de 2004, cerca de la medianoche, Elías Giménez (15), Diego Maldonado (16), Miguel Aranda (17) y Manuel Figueroa (17) iniciaron una quema de colchones en sus celdas de la comisaría 1ra. de Quilmes, situada en la esquina de Alem y Sarmiento, en pleno centro de esa ciudad. (…) Los detenidos protestaban por el abuso y privación de derechos que sufrían diariamente. El resultado del motín fue la muerte de los jóvenes citados, y la condena, 11 años después, de los policías que se encontraban esa noche de guardia. De acuerdo con la sentencia, ese día los jóvenes fueron torturados en la dependencia policial y luego se los dejó morir en el incendio que ellos provocaron al iniciar el  motín. (Página 12, 2015).

Más allá de su brutalidad, la “Masacre de Quilmes” desnudó un sinnúmero de anomalías en lo referente a Derechos del Niño[2] en Argentina, y especialmente en Buenos Aires, donde la vulneración de derechos de personas de entre 0 y 18 años se presenta en mayor número y gravedad.

Distintas ONGs pusieron el ojo en las condiciones de detención y juzgamiento de los jóvenes delincuentes de entonces, y saltó a la vista que, aún cuando el país había suscrito a toda la normativa supranacional garantista en la materia, nada se había hecho para adecuarse a ello.

Para pasarlo en limpio: en 2004, no debió haber habido ningún niño en ninguna comisaría, porque en 1990 Argentina había firmado y ratificado, entre otros tratados, la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño  (Congreso de la Nación Agentina , 1990). Para colmo, en 1994 esa y todas las normas internacionales firmadas por la nación, habían cobrado rango constitucional desde su inclusión en el artículo 75 inciso 22, fruto de la última reforma de la Carta Magna. Por eso, vale decir que la “Masacre de Quilmes” fue, al mismo tiempo, una tragedia y una vergüenza nacional.

Así pues, en 2005, Solá dio la orden de mudar a los niños bonaerenses detenidos en comisarías por la presunta comisión de delitos graves, a un ala de la Unidad Penitenciaria de adultos N° 39, de Ituzaingó, Partido de Morón. Y allí comencé a trabajar, implementando un taller de comunicación.

A un año de implementarse los talleres, algunos resultados eran particularmente notables. Entre ellos, por ejemplo, es dable citar la edición -de forma artesanal e independiente, por cierto-  de dos números de la revista que los mismos detenidos quisieron fundar. Con el nombre “CRI” (Centro de Recepción Ituzaingó) los adolescentes que participaban del taller plasmaron, en sus páginas, relatos de primera mano: motines, peleas, sanciones, condiciones de vida en reclusión.

Como parte de los ejercicios narrativos y periodísticos, se entrevistaron entre sí y conversaron, incluso, con los adultos, ya fueran miembros del Equipo Técnico o, lo menos pensado, Asistentes de Minoridad, quienes demostraron poseer más cualidades que las estrictamente necesarias para vigilar y castigar.

Vale destacar, también, que algunos pibes supieron dibujar, con sorprendente habilidad, visiones propias del encierro: su celda, o un compañero escribiéndole una carta a su madre, o la inundación posterior a un incendio, iniciado intencionalmente, como protesta.

La implementación positiva de estos talleres, tanto como laintervención pedagógica (Berchi & Moya, 2006) en el trabajo cotidiano de todos los adultos en contacto con los adolescentes, trajeron como consecuencia que el “modelo Lomas” cobrara cierta notoriedad. En ese marco, fui invitado por el Instituto Superior De Piero[3] para dar una charla respecto de algunas de mis experiencias en el trabajo que realizaba. Extracto, seguidamente, parte de lo que expuse aquél 29 de agosto de 2007.

Poniéndome a prueba

La primera experiencia sobresaliente se dio un sábado de junio de 2005, apenas un mes y pico después de empezar a trabajar en el CREU Ituzaingó. Por lo compleja, la recuerdo vívidamente:

Llego a las 8:30. Para entrar hay que golpear un enorme portón gris y anunciarse, por la mirilla, a un efectivo del Servicio Penitenciario Bonaerense, quien me recibía armado y con ropa de fajina.

La Unidad Penitenciaria de adultos Nº 39, de la localidad citada, es un cuadrado de concreto cuyos lados miden más de 100 metros, están pintados color gris y amarillo pálido, y circundados por una villa bastante más grande que la cárcel. Desde afuera, veo que cada pared termina, en su borde superior, con un alambre de púas en tirabuzón, como en las películas viejas. 

El portón se abre y de allí sale, hacia adelante, una calle de asfalto de unos 80 metros. Alrededor, bruma y descampado. Más paredes grises y alambres de púa interrumpidos, cada tanto, por escaleras que culminan en garitas, desde las cuales, otros efectivos como el que me recibió, me vigilan y me saludan a través de la ventana, sin soltar su escopeta.

Paso un portón de rejas a la derecha, donde otro efectivo me invita a dejar mi DNI. Ahora bordeo un cuadrado igual al de afuera pero más pequeño, hasta llegar al  sector que se le ha asignado a los más de 100 adolescentes presuntos delincuentes provenientes de cualquier parte de la provincia, a quienes el ministro de seguridad, Juan Pablo Cafiero, ordenó alojar allí luego de la “Masacre de Quilmes”.

Llama mi atención que el pasto que rodea el sector cedido a la –hasta entonces- Subsecretaría de Minoridad del Ministerio de Desarrollo Humano del GPBA está inundado. Flotan bandejas de plástico con restos de comida, colillas de cigarrillo, zapatillas, maquinitas de afeitar, patas de alguna mesa de jardín, y una manguera de incendio.

Ingreso al espacio cedido para realizar el taller, que no es otro que el salón de requisa, es decir, un cubo de cemento con una sola ventana clausurada, una mesa blanca de plástico y seis sillas del mismo material. Una vez dentro del “aula” separo diarios y revistas sobre la mesa, y coloco una birome y una hoja de impresora tamaño oficio por silla.

Son las diez y media y llegan los alumnos. De los seis, sólo tres desayunaron. Cuatro vienen fumando, en ojotas, bermudas y remera. Cinco de ellos tienen alguno de sus  brazos lleno de tajos en vías de cicatrización, más o menos desde el hombro hasta el codo. Todos repasan los incidentes ocurridos durante la noche, tema que domina la primera parte del taller.

Seba es extrovertido; el chistoso del grupo. La consigna no siempre lo interesa. Habitualmente mira las fotos de las revistas, pregunta quiénes son los personajes que aparecen, pero no puede escribir una historia para ellos porque es analfabeto. Por ello, por lo general, dibuja. Pero hoy está demasiado inquieto. Fuma sin parar, va y viene, habla constantemente, y distrae al resto.

De pronto, le da una patada la puerta del aula. Ella golpea contra el marco y queda trabada sin poder ser abierta desde adentro, porque no tiene picaporte. Seba mira a sus compañeros y exclama: “Uy nos quedamos encerrados con el maestro… ¿y ahora? Mirá si lo tomamos de rehén”. Los demás se ríen cada vez más fuerte y se levantan de sus asientos. Yo también lo hago; Seba me pasa su brazo desde atrás por alrededor del cuello, y me pregunta dónde voy.

Yo me rio disimulando los nervios. Contesto como sobrando la situación, fingiendo que doy por descontado que se trata de una broma. Logro quitarme a Seba de encima, y le pido que vuelva su silla, porque así distrae a los demás. Jamás me doy por agredido ni intimidado. Ofrezco ayuda a otro alumno, me siento.

Cinco minutos más tarde,  vuelvo a pararme, golpeo la puerta y un Asistente de Minoridad acude a abrirla utilizando un picaporte que lleva en el bolsillo. La puerta debía quedar permanentemente abierta, por lo que mi compañero de trabajo me pregunta por qué está cerrada. Yo le contesto que fue el viento, y salgo junto con él. Una vez afuera, le relato lo sucedido.

Conclusiones

En ese momento, para salir del paso, resolvimos que un Asistente de Minoridad merodeara cerca del “aula” hasta terminar el taller. Todo discurrió sin sobresaltos, y los alumnos volvieron a sus celdas como siempre. Entonces, mis compañeros encargados de la seguridad me plantearon unos argumentos que veníamos debatiendo, según criterios que naturalmente se oponen: la seguridad en el encierro, por un lado; la educación, por otro. Armonizarlos, ese era el desafío.

Según los regímenes de vida de cualquier establecimiento penal juvenil de máxima seguridad bonaerense (y el del CREU Ituzaingó no era la excepción) cuando se produjo el episodio que relato, dentro del “aula” debía haber estado presente un Asistente de Minoridad cada 3 detenidos, o sea, dos adultos debieron haber estado vigilando la actividad desde adentro del recinto donde se desarrollaba.

Así, además de disuadir cualquier conducta transgresora con su sola presencia, y poder dar testimonio sobre lo ocurrido, podrían haber intervenido utilizando, de ser necesario, la fuerza mínima indispensable, para controlar la conducta de Seba, puesto que ponía en riesgo mi integridad física y amenazaba la seguridad general.

Al mismo tiempo, las biromes que en ese momento tenían los alumnos a disposición no eran las que la normativa interna de este tipo de establecimientos propone. Considerándolas elementos corto punzantes potencialmente peligrosos, la reglamentación estándar señala que, a los detenidos, se les debe proveer, para escribir, lápices o lapiceras que los Asistentes de Minoridad deben cortar a 4 centímetros contando desde la punta, para que no puedan ser empuñados.

También los picaportes se consideran elementos que los detenidos podrían utilizar para agredir o auto agredirse. Por eso, cuando mi alumno pateó la puerta, quedamos encerrados. Las puertas del encierro no poseen picaportes, sino que esos elementos son responsabilidad de los Asistentes de Minoridad, quienes los llevan encima.

Para junio de 2005, yo conocía claramente la reglamentación interna que describo, pero, luego de un mes de talleres, mis observaciones me habían llevado a las siguientes conclusiones, que expuse ante la Dirección del CREU, con resultado positivo:

Si la actividad que yo pretendía implementar, se proponía como un espacio donde los detenidos pudieran comenzar a construir una identidad fundada en la interpelación propia del vínculo pedagógico (Martorell, 2006), el espacio donde se dictaran los talleres debía des investirse de lo penal – punitivo, para poder ser registrado por parte de los adolescentes como educativo.

En este sentido, la presencia dentro del “aula” del personal encargado de la seguridad, interfería permanentemente en la construcción de ese vínculo. Los detenidos no podían reconocerse como alumnos allí donde percibían la mirada vigilante de quienes encarnaban la seguridad. Los desafiaban, dialogaban con ellos utilizando términos propios de la jerga carcelaria, referían acontecimientos que los distraían de las actividades del taller.

En consecuencia, para que se construyera una identidad pedagógica de su parte, y me reconocieran a mí como su docente, debía ser yo, allí dentro, su único Referente u Otro (Martorell, 2006). Eso me permitiría, asimismo, revisar y desandar sistemáticamente el discurso y las conductas desviadas de los alumnos, sobre la base, precisamente, de tratarlos como tales, según su rol pedagógico: en el “aula”, no eran detenidos, sino alumnos.

Por ende, todo aquello que, en su actuar y su decir, no guardara coherencia con esa identidad, (cuyas características también habríamos de construir juntos) sería puesto de relieve por mí, su docente. Sólo de esa forma podría yo interpelarlos en el cumplimiento de las normas, el respeto por los valores socialmente aceptados, etc.

Y dentro de la misma consideración ingresaban los elementos a utilizar. Si las biromes cortadas eran “tumberas”, es decir, las del ámbito de privación de libertad y encierro[4], las que los confirmaban en su calidad de detenidos, en el ámbito educativo debían utilizarse elementos propios de la educación, verbigracia, útiles escolares comunes y corrientes.

Los alumnos y yo, en forma constructiva y colaborativa, debíamos reconocer el contexto pedagógico al punto de que ello nos permitiera asignar a las cosas un significado acorde a dicho contexto.

Así, una birome en la celda es un elemento corto punzante, porque se lo interpreta en el contexto punitivo – carcelario, vinculándoselo con la violencia, y la identidad transgresora del detenido, presuntamente delincuente  (no olvidemos que los adolescentes de los CREU están procesados, no condenados).

Pero en el “aula”, una birome es una herramienta de estudio, de creación, de aprendizaje; por lo que queda afuera del marco de interpretación y de la construcción de sentido pedagógico, la posibilidad de que sea peligrosa, empuñable, utilizada para herir. Lo mismo ocurre con otros elementos que se utilizaban en el taller, como tijeras, o sacapuntas.

Y dado que también yo debía revalidar constantemente mi condición de docente, es decir, adulto en contacto con los detenidos que los interpela desde su rol de alumnos, no delincuentes, yo no poseía picaporte. Cada vez que un alumno solicitaba salir del “aula”, o ingresar a un lugar cerrado, yo llamaba a un Asistente de Minoridad para que abriera la puerta si ella estaba cerrada. De ese modo, me distinguía de quienes ejercían funciones de control y seguridad, y reafirmaba mi identidad docente.

En el trabajo de deconstruir y reconstruir permanentemente el sentido aplicado a las cosas, los espacios, y los cuerpos, para trabajar, así, sobre las identidades, elegí correr riesgos como en la experiencia que relaté más arriba.

Esto planteaba un conflicto de intereses, responsabilidades y roles hacia adentro de la institución, porque obligaba a armonizar modos de intervención que parten de valores contrapuestos: en el encierro, el criterio punitivo de vigilar y castigar (Foucault, 1970)redunda en la falta de libertad: cuerpos quietos y encerrados, es más y mejor control y seguridad. Pero en el espacio pedagógico, allí donde se busca que el alumno construya su identidad trabajando su propia subjetividad, la libertad es un valor primordial.

En la imbricación de estas dos instituciones en un mismo espacio físico, y aun habiendo obtenido respaldo por parte de los directivos del CREU, hube de defender y sostener con mi propio cuerpo los argumentos pedagógicos citados. De acuerdo con mi experiencia, todo otro intento hubiese fracasado.

Bibliografía

·         Agustín Bueno Bueno, A. R. (2002). Guía didáctica de psicología de la intervención social. Alicante: Club universitario.

·         Berchi, M. A., & Moya, O. (2006). Intervención pedagógica. Un nuevo paradigma en el acompañamiento de jóvenes en conflicto con la ley penal. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.

·         Congreso de la Nación Agentina . (22 de Octubre de 1990). Infoleg. Recuperado el 24 de Noviembre de 2015, de http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=249

·         Congreso de la Nación Argentina. (26 de Octubre de 2005). Infoleg. Recuperado el 25 de Noviembre de 2015, de http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=110778

·         Foucault, M. (1970). Vigilar y castigar. París: Gallimard.

·         Garfinkel, H. (1967). Studies in etnomethodology. Nueva Jersey: Prentice-Hall.

·         Larrosa, J. (2003). La experiencia y sus lenguajes. La experiencia y sus lenguajes. Algunas notas sobre la experiencia y sus lenguajes. Barcelona.

·         Martorell, E. (2006). De la violencia a la subjetividad, una interrogación en torno de refundar el territorio de escolar. Idem (pág. sin especificar). Buenos Aires: Observatorio de Violencia.

·         Página 12. (19 de octubre de Octubre de 2015). Diez policías condenados por la «Masacre de Quilmes». Quilmes, Buenos Aires, Argentina.


[1] La medida destinada a alojar a los niños detenidos en comisaría, en Centros de Recepción, Evaluación y Ubicación (CREU) de Jóvenes en conflicto con la ley penal, tal como lo define la legislación, se implementó en dos etapas: durante 2005, para resolver la urgencia, se habilitó, de forma provisoria, un ala de la Unidad N° 39 del Penal de Ituzaingó. Mientras, se construía el CREU Lomas de Zamora. Una vez terminado, nos mudamos allí, a principio de 2006.

[2] Para la legislación vigente, en Argentina se considera niño a toda persona de entre 0 y 18 años. Ver, entre otros, ley nacional 26061 (Congreso de la Nación Argentina, 2005).

[3] http://portal.depiero.edu.ar/.

[4] En la jerga carcelaria, la “tumba” es la celda, por lo que “tumbero” es un calificativo aplicable a todo aquello que es propio del ámbito carcelario.

Fuente: http://cj-worldnews.com/spain/index.php/es/criminologia-30/menores-y-violencia/item/2921-poniendome-a-prueba

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