¡Arte sí, muerte no!

Rosario Herrera

La protección de los animales
forma parte esencial de la moral y la cultura
de los pueblos civilizados.
Benito Juárez

Con el adecuado y atractivo lema “¡ARTE SÍ, MUERTE NO!, los animalistas ratifican su sensible posición con respecto a la llamada “fiesta de luces”, como un espectáculo siniestro (Unheimliche: horrendo), ciertamente categoría estética desde los griegos (Deinotaton: lo que hace temblar), pero una experiencia ante la que más vale detenerse, por las consecuencias anímicas que provocan los excesos y por la serie de tragedias y violencia que desencadena en la polis (ciudad). Como la tragedia de Antígona, de Sófocles, hija de Edipo y Yocasta, en cuyo horrendo escenario los mortales no pueden estar por mucho tiempo; pero que al final desborda belleza ética y estética. Lo siniestro, lo monstruoso, lo inhumano que, sin embargo, está en el corazón de lo humano, tan familiar que lo experimentamos como lo desconocido para poderlo soportar, y donde se libra la encarnizada lucha entre Eros y Thanatos, el dios del amor y de la muerte. Por lo que primero Emanuel Kant y después Sigmund Freud, recomendaban poner a thanatos al servicio de Eros, si es que la humanidad no quiere extinguirse.

Una Marcha para Abolir la “Fiesta de Luces”, defendida por taurinos, toreros y empresarios como arte, pero que no es más que una expresión siniestra, oscurecida por el sufrimiento y el dolor de un animal inocente, que sólo mentes bárbaras pueden considerar nacido para morir humillado en el ruedo: debilitado de hambre, banderillado, picado, enceguecido… para que el “valiente torero” lo pueda matar. Un espectáculo con escasos brillos de belleza (Kalón, dimensión estética desde los griegos ligada a la armonía, la bondad y la verdad). Pero en realidad, circo romano del siglo XX; como denuncia el Premio Nobel de Literatura 2012, el chino, Mo Yan: “El torero se cubre de luces para ocultar sus deseos criminales y los de todos, criadores de toros de lidia y aficionados”; una funesta tragedia financiera tras cuyo telón de fondo están la tolerancia, la protección o la complicidad de penosos representantes políticos, gobernantes y medios de comunicación, algunos de los cuales también son taurinos, toreros y empresarios, en esta tan herida y violenta patria llena de fosas.

¡Arte sí, muerte no! … es una singular marcha que llama al rescate de las auténticas tradiciones y del arte, que es creación de un lenguaje singular e irrepetible, y que por ello alcanza la universalidad y la inmortalidad, expresando el espíritu del mundo (Weltgeist) como dice el filósofo y esteta alemán Georg Hegel.

Una marcha que clama por la Abolición de la Tauromaquia, no sólo porque los toros de lidia son preparados y torturados antes y hasta su injusto final, como el último gladiador, previamente acuchillado, para que el cobarde emperador romano Cómodo, lo pueda vencer en Coliseo Romano, sino porque esta barbarie que aceptó y públicamente nada menos que el laureado torero David Silveti, a mi amiga animalista Marielena Hoyo, se revierte contra una sociedad que aspira a superar la violencia y la inseguridad, a ser moderna, democrática y civilizada. ¡ARTE SÍ, MUERTE NO!

 

Fuente del articulo: http://michoacantrespuntocero.com/arte-si-muerte-no/

Fuente de la imagen: http://michoacantrespuntocero.com/wp-content/uploads/2016/07/animalistas-contra-la-tauromaquia2-copy.jpg

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Rosario Herrera Guido

Licenciada en Filosofía (UMSNH), Maestra en Psicología en la Universidad Autónoma de Querétaro, Doctora en Filosofía por la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Madrid (UNED), Doctora en Psicoanálisis en el Centro de Investigaciones y Estudios Psicoanalíticos de México.