“Ser escritora tiene momentos divertidos”

Elena Dreser

Imagen: Dibujo de Nathaly Bonilla

Nací en una fría mañana de invierno en la Patagonia Argentina. Crecí entre álamos, sauces, acequias y grandes ventarrones. Aprendí a observar la naturaleza y a descifrar sus mensajes. Cuando crecí, me mudé al trópico. Desde hace muchos años resido en la ciudad mexicana de Cuernavaca, rodeada de frutales, flores y mariposas.

Siempre fui una gran lectora. ¡Releía los libros hasta gastarlos! Además, inventaba historias que comencé a escribir en cuanto logré juntar una letra con otra. Los adultos no creían que esos cuentos los había escrito yo. En cambio, mis amigos y mis compañeros de clases sí me creían.

Ahora, para descansar del escritorio salgo al jardín. Es como regresar a esa época de niña; cuando el agua del canal me susurraba cuentos, y las ramas de los sauces me dictaban poemas. Muchos de mis personajes son creados en ese espacio mágico lleno de naturaleza floreciente.

Cada uno de mis libros es muy especial para mí. Ellos viajan por los cinco continentes, y no siempre me avisan. Cuando los encuentro en librerías de países lejanos, me alegro, les sonrío y los acomodo para que se vean mejor. Si algún vendedor me mira con desconfianza, simplemente, le digo: “es muy buen libro”. Y como una traviesa, salgo rápido de allí, antes de que descubra quién soy. Ser escritora tiene momentos divertidos.

También vivo momentos emocionantes cuando me encuentro con mis lectores en escuelas y en ferias del libro, los niños me regalan abrazos y sonrisas que yo atesoro. En la FILBO (Feria Internacional del Libro de Bogotá) 2015, conocí a mis preciosos lectores de Ibagué, Colombia; ellos leen todos mis libros, y hasta me crearon una hermosa canción que entonaron allí mismo en la feria. Fue una de las mayores satisfacciones que he vivido como autora.

Lo más sorpresivo es recibir el anuncio de que me otorgan algún reconocimiento. Estos suelen llegar de muy lejos: Suecia, Rusia, Australia, Sudáfrica… El más reciente, vino de Washington, USA. ¡Nada menos que la nominación a losPremios Alas BID 2015 del Banco Interamericano de Desarrollo! ¡No lo podía creer! Mi libro Federico & Federico fue uno de los cuatro finalistas en la categoría de Mejor Cuento Infantil, donde se postularon alrededor de 800 libros de diferentes países de Latinoamérica.

Federico & Federico es una historia divertida entre un nieto y su abuelo. Ambos se llaman igual y ambos disfrutan aprendiendo uno del otro. Como es natural, los ancianos saben mucho por tantos años vividos; y los niños crecen dominando desde pequeñitos el uso de ciertas tecnologías que resultan difíciles para los mayores. Por eso, Federico abuelo es un poco maestro de Federico nieto; y Federico nieto es un poco maestro de Federico abuelo.

Este libro nació con buena estrella. Lo ilustró magistralmente Beñat Olaberria. En 2014, la editorial Amaquemecan lo publicó en dos presentaciones: rústica y álbum. Resultó seleccionado por la Secretaría de Educación Pública para el plan nacional de lectura destinado a sus bibliotecas escolares, con una edición especial de 77.500 ejemplares. Unos meses después fue traducido al ruso por Tándem de Moscú que lo publicó acompañado de un CD. ¡Cuatro ediciones diferentes en tan solo un año!

En 2015 obtuvo el reconocimiento de la Fundación Cuatrogatos de Miami que lo recomendó en su lista de los mejores libros publicados en Iberoamérica. Y todo se coronó con la nominación a los Premios Alas BID 2015. En compañía de mi hija Anahí y de algunos ejemplares de Federico & Federico viajé a Washington a recibir tan digna mención. La ceremonia fue bellísima, y tuve la oportunidad de conocer gente maravillosa como Menena Cottin, autora de la importante obra El Libro Negro de los Colores.

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