¿Por qué la calidad educativa en Uruguay viene en picada?

Por: Hana Fischer. 

En el más reciente informe PISA (2016), Canadá ocupa el séptimo mejor lugar entre 70 naciones evaluadas. Dentro de las Américas, es la posición más alta

La calidad educativa en Uruguay viene en caída franca. Así lo atestiguan los resultados de las pruebas internacionales PISA que se realizan cada tres años. Esa situación contrasta violentamente con lo que fue la tónica histórica nacional en esa área.

¿Por qué?

Porque durante la mayor parte del siglo XX fuimos una nación que se caracterizaba por la cultura y buena formación de sus habitantes. Dentro del ámbito latinoamericano constituíamos una agradable excepción. Lamentablemente, ya no es más así.

Las pruebas PISA evalúan a jóvenes que están por terminar su ciclo escolar obligatorio. O sea, de unos 15 años. Examinan el aprendizaje en tres áreas clave: lectura, matemática y ciencias. Simultáneamente, investigan la motivación de los alumnos para aprender, la concepción que tienen sobre sí mismos y sus estrategias de aprendizaje.

El experto en educación Pablo da Silveira, señala que Uruguay participó por primera vez en este programa en 2003. Desde entonces hubo mediciones en 2006, 2009, 2012 y 2015.

Da Silveira expone que de esa información surge, que  América Latina está muy por detrás de los países que obtienen buenos resultados educativos. No obstante, la región ha venido mejorando con respecto a sí misma. Sin embargo, “Uruguay fue a contramano de sus vecinos. Somos el único país de la región, donde los resultados de la última medición son peores en todas las pruebas a los resultados de la primera”.

Las pruebas PISA tienen por objeto, “evaluar hasta qué punto los alumnos cercanos al final de la educación obligatoria han adquirido algunos de los conocimientos y habilidades necesarios para la participación plena en la sociedad del saber”.  O sea, algo de suma relevancia para cualquier gobernante que aspire sinceramente a mejorar la calidad de vida de la población.

Luis Silveira, investigador del Instituto de Competitividad de la Universidad Católica, expresa que hay una cierta equivalencia entre el PBI per cápita de los países y los resultados obtenidos en ciencias en la pruebas PISA. Ergo, la igualdad de oportunidades donde hay una educación de calidad es algo tangible y no retórica vacua.

El objetivo de esas pruebas no es hacer un “campeonato” mundial de aprendizaje y darles una “copa” a los ganadores. Por el contrario, la intención es brindarles insumos a los países donde sus resultados no son tan buenos, con el fin de que extraigan las lecciones oportunas y las apliquen en pos del bien común.

Canadá es la contracara de Uruguay.

En el más reciente informe PISA (2016), Canadá ocupa el séptimo mejor lugar entre 70 naciones evaluadas. Dentro de las Américas, es la posición más alta.

Por consiguiente, es oportuno analizar bajo qué fundamentos está erigido su exitoso sistema educativo:

Para empezar, Canadá no tiene un sistema centralizado ni cuenta con un Ministerio de Educación. El informe PISA -con una lógica muy propia de los organismos burocratizados- expresa que “Canadá demuestra, sorprendentemente, que el éxito puede lograrse sin una estrategia nacional”.

Son los gobiernos provinciales los que establecen y administran sus sistemas escolares. Hay competencia entre ellos y se debaten los resultados a nivel ciudadano. Los canadienses comparan permanentemente a través de los medios de comunicación, de las asambleas legislativas y en reuniones sociales, lo que hace su provincia en relación con las demás. Ese debate democrático es el que va marcando la dirección de la educación en cada región.

La capacitación y evaluación de los profesores es permanente. Precisamente, la alta calidad de su  profesorado es el rasgo distintivo de aquellas naciones que cuentan con un sistema educativo exitoso. Asimismo, la limitación del poder de los sindicatos para influir en la toma de decisiones con respecto a la enseñanza.

En resumidas cuentas, lo que se está realizando en Canadá es una gestión de calidad en las organizaciones educativas. Es decir, la dirección no es vertical sino horizontal, se aspira a la excelencia, se incentiva el esfuerzo continuo, hay objetivos cuantificables y se evalúan continuamente para ver si se alcanzaron. Si no fue así, se hacen las correcciones necesarias. Las retribuciones son de acuerdo a los resultados.

Esas son las principales claves del éxito canadiense.

Al comparar la forma en que funciona la educación en Uruguay con la de Canadá, de inmediato comprendemos las causas de nuestra decadencia:

Nuestro sistema educativo es hipercentralizado y la opinión de los padres y ciudadanos cuenta muy poco. Además, el sindicato de los profesores es poderoso y parece más preocupado porque el Estado “arroje” más plata en el área (ergo, aumentar sus sueldos) que en mejorar la calidad educativa.

Una muestra paradigmática de lo anteriormente dicho es la siguiente;

En este año tocaba hacer las pruebas PISA y así lo dispusieron las autoridades educativas. Pero en un liceo público un grupo de docentes ocupó el establecimiento e impidió que se realizaran. En un comunicado su sindicato afirmó que esos sondeos son una herramienta que permite “al gran capital controlar a distancia lo que ocurre en los sistemas educativos nacionales” y por eso se oponen.

Lo que estos gremialistas pretenden esconder bajo su retórica ideologizada, es que esas pruebas al evaluar a los estudiantes, simultáneamente, están evaluando a sus profesores. Y eso es lo que realmente les molesta.

En Uruguay no hay nada parecido a una formación docente continua y a la inmensa mayoría de los docentes de secundaria tampoco les interesa.

Otra muestra de lo poco dispuestas que están las autoridades educativas a realizar una autocrítica y enmendar errores, es lo siguiente:

Hace seis años se creó el Instituto de Evaluación Educativa (Ineed). Su rol es evaluar la calidad en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Por ley se estableció que sus cargos serían designados por estricto concurso, entre académicos reconocidos y absolutamente independientes, tanto del oficialismo como de cualquier partido político o ideología.

En tan corto tiempo ya han renunciado cuatro altos jerarcas de ese organismo. ¿Por qué? Por las presiones de las autoridades educativas que pretenden evitar que los informes técnicos sean realmente independientes.

Mariano Palamidessi fue el director ejecutivo del Ineed hasta la semana pasada. Renunció porque se hartó de las maniobras de los jerarcas para “edulcorar” la realidad. Lo hizo poco después de presentar el informe Aristas 2017, que expone graves problemas en cuanto a equidad educativa entre alumnos de tercero y sexto año de primaria.

Palamidessi denunció la existencia de presiones de parte de la comisión directiva del Instituto, para relativizar u ocultar ante la opinión pública las penosas conclusiones a las que arribó el informe. Incluso, le exigieron que de conceder una entrevista a un medio de comunicación, debía hacerlo “acompañado” por un integrante de esa directiva…

Palamidessi alertó que peligra la autonomía del Ineed. Recalcó que “los institutos autónomos de evaluación surgen, en todo el mundo, para que no dependan de la autoridad educativa (quien fija las políticas a evaluar). Puede que a veces se digan cosas que gustan y a veces no, pero es lo que necesita un sistema serio”.

Sin embargo, en el Ineed cinco de los seis integrantes de la comisión representan a organismos que evalúa…

Estas diferencias colosales entre el sistema imperante en Uruguay y el de Canadá, permiten descubrir por qué la calidad educativa en Uruguay viene en picada.

Fuente del artículo: https://es.panampost.com/hana-fischer/2018/11/11/calidad-educativa-uruguay/?cn-reloaded=1

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Orwell y la corrupción del concepto de “derecho a la educación” en Uruguay

La imposición del «doble pensamiento» en la educación uruguaya.

Con su novela distópica titulada “1984”, George Orwell demostró ser un perspicaz observador de las estrategias utilizadas por los déspotas para subyugar a la población. Destaca que la corrupción del lenguaje para desnaturalizar valores ampliamente compartidos, es una de las más utilizadas. Indica que si las autoridades machacan lo suficiente, podrían llegar a convencer a la gente de que “la Guerra es Paz, la Libertad es Esclavitud y la Ignorancia es la Fuerza”.

Orwell lo denomina la imposición del “doble pensamiento”, que consiste en lograr que las personas acepten simultáneamente dos conceptos contradictorios como lo más natural. Mediante el último de los eslóganes mencionados, se busca anular al espíritu crítico racional para que los habitantes acepten sin más todo lo que les dicen los gobernantes.

En Uruguay, se están realizando escandalosos intentos por corromper el significado de “derecho a la educación”.

Según la UNESCO, ese término ha de entenderse como un derecho habilitante, porque constituye un poderoso instrumento que permite a los individuos social y económicamente desfavorecidos salir de la pobreza, dejar de estar marginados y que participen activamente de la vida comunitaria.

Mediante la educación, se busca formar personas en el más cabal de los sentidos. Es decir, que adquieran conocimientos que les serán provechosos y económicamente redituables, y simultáneamente, vayan adiestrándose en los rigores de la vida adulta contemporánea. Que aprendan a ser tenaces, de que nada se logra sin esfuerzo, que disfruten las mieles de los pequeños triunfos pero que también aprendan a superar las frustraciones.

Una buena educación es clave, porque en gran medida va a determinar los logros futuros de esa persona.

Desde el punto de vista de la personalidad, el período estudiantil va forjando el carácter. Un tema nada menor porque ello repercutirá en la clase de sociedad que tendremos: una conformada por sujetos indolentes o emprendedores; holgazanes o industriosos; que se rinden ante la primera dificultad o perseverantes; por personas fácilmente manipulables o con independencia de espíritu…

Por eso alarma que en Uruguay estén surgiendo iniciativas que corrompen el sentido de la expresión “derecho a la educación”.

Según la Real Academia, “corromper” significa “alterar y trastrocar la forma de algo”, “hacer que algo se deteriore, principalmente cosas inmateriales”.

Esas propuestas pueden ser interpretadas desde diferentes puntos de vista: por un lado, que se está desnaturalizando ese derecho mediante la práctica del doble pensamiento. Y por el otro, que las autoridades educativas ante el fracaso rotundo de su labor, pretendan maquillar las estadísticas al mejor estilo kirchnerista.

Repasemos la trayectoria uruguaya con respecto a este asunto:

Hasta mediados del siglo XX, la educación que se brindaba en los institutos públicos era de buena calidad. Eso hacía que los uruguayos se destacaran en el exterior. Pero paulatinamente, desde la década de 1970 ha venido decayendo, hasta llegar a los paupérrimos niveles de la actualidad.

El sistema educativo –tanto público como privado- es controlado por un organismo estatal centralizado y burocratizado, la ANEP. Debido a ese rasgo, el tipo de formación brindada a los estudiantes está desactualizado y cada vez más alejado del mundo real contemporáneo. En adición, la calidad de la educación va descendiendo en forma vertiginosa. Por ejemplo, aparecieron textos escolares con faltas de ortografía y por experiencia ciudadana se sabe que hay maestros y profesores que incurren en la misma falla.

Las autoridades vienen haciendo diferentes “piruetas” para impedir que los niños con rendimiento insuficiente repitan el año. Por ejemplo, el Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) aprobó el acta 119, donde se les “sugiere” a las escuelas limitar la repetición exclusivamente a tercero y sexto año. Además, ofreció a los institutos que acepten esa práctica, recompensarlos con un aporte económico.

La ironía es que casi no hay repetidores de sexto de escuela, porque Primaria exige que todo alumno al cumplir 15 años, obligatoriamente sea aprobado.

Basados en esas “recomendaciones” de Primaria, unos padres presentaron un recurso de amparo ante la Justicia porque la maestra de su hija la hizo repetir “cuarto año”. El juez que atendió la causa le dio la razón a los progenitores, dejó sin efecto la decisión del colegio y “la promovió de grado” mediante sentencia judicial.

En el fallo, el juez Gerardo Álvarez dictaminó que el colegio al hacer recursar a esa alumna, “afectó un derecho intrínseco esencial de todo niño o adolescente que es la razonable expectativa de seguir avanzando en su educación y preparación”. Afirma que la repetición fue un “castigo”, “vulnerando su derecho a la educación”. Además, calificó la decisión de no pasarla de grado como “inaceptable y discriminatoria” porque sugiere que la niña no estaba en condiciones de cursar quinto año.

Al leer esta sentencia, uno se pregunta qué traumas ocultos tendrá ese juez, así como qué entiende por “derecho a la educación”. Lo que sí es claro, es que su forma de considerar el asunto es típica del “doble pensamiento”.

También las autoridades de Secundaria razonan en forma parecida. Los resultados arrojados por las pruebas PISA demuestran que la adquisición de conocimientos por parte de nuestros liceales es un desastre. Y eso no es lo peor sino la deserción estudiantil: tan solo el 38,9% logra finalizar el nivel medio (sexto de liceo).

Frente a ese panorama, Andreas Schleicher -director de Educación en la OCDE- recalcó que “el elevado nivel de repetición es claramente uno de los problemas de Uruguay, que muchos estudiantes tengan que repetir genera problemas. Es algo en lo que se deberían tomar medidas”.

Ante ese lapidario diagnóstico, ¿cuál “remedio” están considerando las autoridades educativas?

En un documento elaborado en 2017 por Antonio Romano –subdirector de Planificación Educativa de la ANEP- titulado “Regímenes de pasaje de grado en el marco de una educación para todos”, califica peyorativamente a la repetición como un “vestigio del viejo régimen académico”. En consecuencia, aconseja eliminar la repetición, crear grupos multigrado y sustituir los exámenes por otro tipo de “instancia reparatoria”.

Romano señala que las decisiones sobre recursar un grado, que afectan la continuidad de la trayectoria educativa de un alumno, deben ser abordadas considerando no sólo el nivel de conocimiento alcanzado, sino “principalmente, cuál es la mejor opción para asegurar la continuidad de una trayectoria educativa de calidad”. Expresa que estudios recientes establecen que la repetición es uno de los principales predictores de desvinculación del sistema educativo.

Afirma que si se quiere ir hacia una educación que garantice el derecho de todos, “es necesario rever los regímenes académicos en educación media para poder generar oportunidades de conclusión del ciclo sin retención (repetición) de estudiantes por grado”.

Las ideas de Romano y de Primaria están siendo seriamente analizadas por la ANEP, como “solución” para “mejorar” el pasaje de los estudiantes por el sistema educativo.

Los argumentos con los cuales la ANEP pretende mejorar las estadísticas con la excusa del “derecho a la educación para todos”, encuadran perfectamente en el eslogan “la Ignorancia es la Fuerza”…

O sea, que no importa si los chicos efectivamente han adquirido los conocimientos y habilidades necesarios para desempeñarse exitosamente en el mundo sino que “parezca” que así fue. Alegría momentánea que seguramente pagarán con creces al precio de futuros fracasos. Campo orégano para inclinarlos hacia la delincuencia.

Pero lo peor es que estaremos construyendo una nación de seres fácilmente manipulables por los gobernantes…

Fuente del Artículo:

Orwell y la corrupción del concepto de “derecho a la educación” en Uruguay

 

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