El puzzle de la equidad educativa

España / 15 de octubre de 2017 / Autor: José Saturnino Martínez García / Fuente: Agenda Pública

Nuestro sistema educativo es razonablemente equitativo desde el punto de vista de las competencias. Las diferencias entre alumnado son relativamente bajas (desviación típica), los de bajo origen social logra un nivel bueno (resiliencia), el nivel socioeconómico y cultural de la familia influye, pero menos que en los países de nuestro entorno, y frente a lo que se asevera de forma insistente, el nivel promedio está en línea con los países de la OCDE, especialmente si corregimos por nuestro atraso cultural.

De estos datos (puede consultarse una amplia base de datos sobre la influencia de los factores socioeconómicos y culturales sobre el rendimiento escolar en este barómetro del Observatori Social la Caixa), me gustaría destacar tres cuestiones. Por un lado, la equidad observada se debe a que el alumnado de bajo origen social obtiene resultados más altos que en el promedio internacional, mientras que el alumnado de alto origen social, obtiene malos resultados (cuando hablamos de alto origen social no hablamos del 1% más rico, sino de familias con progenitores universitarios). ¿Por qué nuestros jóvenes de orígenes populares son buenos en competencias pero los de alto origen social son malos? No lo sabemos a ciencia cierta, solo cabe aventurar hipótesis no comprobadas, como el escaso valor de la cultura entre nuestras clases medio-altas. La segunda cuestión a destacar es que la crisis más intensa de la economía española desde la Guerra Civil apenas les ha hecho mella, a pesar de que la inversión por estudiante ha disminuido un 25%,  la renta de las familias un 10% y somos de los países de la OCDE en que más ha crecido la desigualdad económica. Quizá porque sus efectos se noten en un plazo más largo. Pero lo cierto es que entre quienes ya se han escolarizado durante la crisis, tampoco se nota. Da la sensación de que la lógica educativa, en el ámbito de las competencias, es más robusta a los embates económicos de lo que creíamos, posiblemente debido a las inercias de la vida escolar (el profesorado no trata peor al alumnado cuando le recortan el salario), o a que las competencias no se forman principalmente en la escuela, como sostiene Julio Carabaña. Y en tercer lugar, estos indicadores nos ponen cerca de países nórdicos, como Dinamarca, que en materia económica y social, sin embargo, es mucho más igualitaria que nuestro país. Todos estos datos ponen en cuestión mucho de lo que creíamos saber sobre la relación entre economía y educación, al menos desde el punto de vista de las competencias.

Pero las competencias son solo una parte de lo que se evalúa en el sistema educativo. Además, se evalúan contenidos (currículum) y aptitudes, como el orden, la obediencia, la motivación, la perseverancia, etc. Todas estas dimensiones se resumen en un solo indicador: el título educativo.Lograr un título guarda una relación compleja con las crisis. Por un lado, familia y Estado, son más pobres, lo cual influye negativamente. Pero por otro, el aumento del paro hace los estudios más atractivos, sobre todo en países como España con amplia oferta de educación post-obligatoria gratuita o subsidiada. Incluso el importante incremento de las matrículas universitarias, se transforma en una cifra asumible de unos 30€ al mes, prohibitiva para algunas familias (un 5% de los jóvenes declara no estudiar por problemas económicos), pero no para la mayoría, al punto que ha aumentado el dinero que las familias dedican a educación, a pesar de la disminución de la renta. El efecto del paro gana al empobrecimiento, por lo que el fracaso escolar ha llegado a los niveles más bajos de nuestra historia. Desde el punto de vista de la igualdad de oportunidades, ha habido un aumento de la desigualdad, debido a que el 5% más pobre ha empeorado su logro académico.

Por último, me gustaría destacar el peor indicador de equidad del sistema español: la repetición de curso. Por un lado, la repetición es anormalmente alta en España, hasta el punto de que los jóvenes que no repiten tienen un promedio de competencias claramente superior a la media internacional, lo que quiere decir que muchos estudiantes que repiten en España, no lo harían si viviesen en otros países desarrollados. Pero además, durante la crisis ha aumentado el peso de la influencia socioeconómica y cultural de las familias en la repetición de curso, de forma que si dos estudiantes tienen el mismo nivel de competencias, las posibilidades de repetir del de origen popular quintuplican al de origen alto. Esta desigualdad se ve agravada por la rigidez de nuestro sistema educativo, pues el paso a la educación post-obligatoria exige acabar la ESO (aunque esto ha cambiado tímidamente con la FP Básica), a diferencia de los países de nuestro entorno. Por ejemplo, para acceder a la FP Dual en Alemania no obligatorio el título equivalente.

Este artículo resume en líneas generales los principales resultados del libro del mismo autor “La equidad y la educación” (La Catarata, 2017), que es un resultado del Proyecto INCASI, que ha recibido fondos dl proyecto 2020 de la UE (Marie Skłodowska-Curie GA No 691004), coordinado por Dr. Pedro López-Roldán.

Artículo realizado con la colaboración del Observatorio Social de “la Caixa”

Fuente del Artículo:

http://agendapublica.elperiodico.com/puzzle-la-equidad-educativa/

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Educación: Alfabetización pasada, PISA presente

Por: José Saturnino Martínez García

Los resultados del último informe PISA muestran grandes disparidades entre comunidades. Estas diferencias no se explican tan solo por las políticas educativas o el nivel de renta.

La interpretación de los resultados de PISA es sumamente compleja, pero desgraciadamente lo que mueve el debate público son las lecturas simplificadores que se hacen de estos informes. Por ejemplo, hemos pasado sin solución de continuidad en tres años de tener uno de los peores sistemas educativos de la OCDE a tener uno de los mejores, si nos dejamos llevar por las declaraciones de Rajoy en 2013 y en 2016. Sin embargo, una mirada rigurosa sobre los datos lo único que nos puede decir es que somos un país en el promedio internacional, antes estábamos ligeramente por debajo de la media, y ahora ligeramente por encima. El mayor error al interpretar PISA es creer que la posición ordinal entre países es informativa, cuando las diferencias en puntuación son tan pequeñas. Si hablásemos de estatura, estaríamos haciendo un relato épico cuando pasamos de medir 1,69 a 1,71 (y la media es 1,70cm)…

Castilla y León y Andalucía

Un efecto no esperado de este error de lectura de los datos ha sido que hayamos centrado el debate en las grandes diferencias entre comunidades autónomas y no en el tradicional papanatismo de compararnos sin reflexionar con otros países. Desde 2009 ya sabíamos que las diferencias entre comunidades autónomas son tan grandes como entre países, pero no se le había prestado tanta atención. Si Castilla y León fuese un país, estaría entre los primeros de la OCDE, mientras que Andalucía, estaría entre los últimos. Podríamos pensar que dichas diferencias son tan grandes debido a la descentralización autonómica. Pero, por un lado, bajo la Dictadura, la desigualdad territorial en indicadores de desempeño educativo era mayor que en la actualidad. Y por otro lado, sistemas educativos más centralizados que el nuestro, como el italiano, arrojan mayores diferencias entre territorios.

La tasa de alfabetización

De todas las características que podamos encontrar relacionadas con estas diferencias territoriales, la tasa de alfabetización es la que guarda más relación con los datos de PISA. La tasa de alfabetización de 1960, incluso la de 1870, guarda más relación con la competencia en lectura en 2015 que otras características, como el PIB per capita actual. Dicho de otra forma, la inercia de la historia es lo suficientemente fuerte en los resultados actuales en PISA como para que debamos ser muy cautos a la hora de establecer relaciones directas entre políticas educativas y resultados en PISA. La historia, por supuesto, no lo explica todo. Es llamativo el caso del País Vasco, con un pasado educativo por encima de la media, con una inversión por estudiante que duplica la media nacional, un buen desempeño en indicadores educativos como abandono educativo temprano, y sin embargo, empeorando en PISA. Habrá que esperar a estudios detallados para saber qué está pasando.

La comparación entre comunidades autónomas ofrece una gran ventaja frente a la comparación entre países. Los cambios de leyes educativas son los mismos, la formación y selección del profesorado, el currículum, los métodos didácticos… son mucho más parecidos  entre comunidades autónomas que entre países, y es más fácil aprender de lo que se hace en la comunidad autónoma de al lado de un exótico país a miles de kilómetros. Pero al mismo tiempo pone sobre la mesa que con las mismas reglas de juego, es posible obtener resultados educativos muy diferentes. Se podría argumentar que las mismas reglas del juego producen resultados distintos según el contexto socioeconómico y cultural de cada comunidad autónoma, pero como hemos señalado previamente, la inercia educativa parece bastante fuerte como para explicar buena parte de estas diferencias, sin necesidad de hipótesis más complejas.

¿Qué mide PISA?

También debemos tener cuidado con saber qué es lo que realmente mide PISA. Julio Carabaña, catedrático de Sociología, ha estudiado con gran detalle los informes PISA, para concluir que lo que miden no es algo que se enseñe principalmente en la escuela. Esto se debe a que las pruebas de PISA se diseñan con gran independencia de los contenidos escolares, para permitir la comparación entre tantos países. A medida que una prueba educativa es más independiente de los contenidos escolares, su resultado tiene menos que ver con lo que sucede en la escuela y más con lo que sucede fuera. Una evidencia a favor de esta tesis es que entre 2000 y 2009 mejoró la inversión por estudiante o la ratio estudiantes/profesorado, sin que mejorasen los resultados, mientras que los recortes en educación no ha llevado a peores resultados educativos.

 

Fuente: http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/alfabetizacion-pasada-pisa-presente-5743247

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Seamos comprensivos con la reválida

José Saturnino Martínez García

Max Weber decía que el objeto de la sociología es captar el sentido de la acción social. Y que la forma más sencilla de realizar esta tarea tan compleja es suponer que la gente es sensata y por tanto hay que buscar la lógica de lo que hace desde su punto de vista. Es lo que se conoce como sociología comprensiva. Si somos comprensivos con la reválida, podremos entender mejor por qué existe y cuáles serán sus efectos. Ser comprensivo no quiere decir justificar ni solidarizarse, simplemente entender.

La racionalidad en el lado del Ministerio de Educación está en cumplir con los objetivos fijados por la Unión Europea para 2020. Uno de estos objetivos es reducir el abandono educativo temprano. Muchos han dicho que la LOMCE aumentará el fracaso escolar, pero eso es porque no se han leído la letra pequeña de las estadísticas de la UE. Se considera que está en abandono educativo quienes no estén estudiando (sea lo que sea) o que no tengan un título educativo de «nivel 3». Aquí está el truco. La ESO es de nivel 2, pero la FP Básica es de nivel 3, así que quienes obtengan este título no estarán en abandono educativo, aunque no tengan el título de ESO.

Otro de los objetivos de la LOMCE es mejorar el nivel de competencias, lo cual se traduce en disminuir el porcentaje de adolescentes de 15 años que no llegan al nivel 2 en las pruebas PISA. Todavía no sabemos cómo será la reválida, pero se supone que una de sus intenciones es evaluar competencias. Dicho de otra manera, la reválida llevará a un entrenamiento especializado en el aula para mejorar en PISA, desatendiendo otras áreas del currículum y otras formas de aprender. Este entrenamiento podría mejorar los resultados en PISA, pero en tanto que cabe esperar peores resultados en los que se deriven a FP Básica (como veremos), el efecto final será indefinido.

Desde el punto de vista de los centros, en tanto que los resultados de las reválidas se hagan públicos, tendrán un incentivo claro en no dejar que se presenten a estas pruebas aquellos estudiantes sobre los que hay la expectativa de que suspendan. Esto llevará a lo que ya hemos visto con la PAU: en pocos años, el porcentaje de éxito en la reválida será muy alto, pues solo se dejará que se presenten aquellos adolescentes que los centros están convencidos que lo harán bien. Si la dificultad de la prueba se mantiene constante en el tiempo, veremos tasas de éxito muy altas. Eso, sí, a cambio aumentará la proporción de jóvenes que no terminan la ESO, pero no importa, para ellos está la FP Básica.

En cuanto a las familias, su objetivo es lograr que sus hijos vivan mejor, o por lo menos igual de bien. Cuando esto se aplica a educación, se traduce en que lo normal es que los estudiantes obtengan al menos el mismo nivel educativo que su padre, o más normalmente, su madre. O que lo mejoren. Para las familias de clases populares, que su hijo entre en la trayectoria de FP no se vivirá como un gran problema, mientas que para las de clase media y alta, será una tragedia. Estas familias presionarán mucho para lograr que sus hijos pasen la reválida, aumentado así la desigualdad de oportunidades entre la trayectoria hacia la universidad o hacia la FP.

En cuanto al profesorado, se le brinda una forma sencilla de gestionar al alumnado. Dirán a los estudiantes que si quieren ser de provecho, tendrán que aprobar la reválida. Si no, su vida será un desastre, como la que le espera a los que mandamos a la FP Básica. Sí, la FP Básica está condenada a convertirse en el lugar al que enviar al alumnado disruptivo y/o más rezagado en el aprendizaje. Al recortar en atención a la diversidad y en políticas de apoyo, la tentación para desviar a este grupo al alumno que necesita más atención, es muy grande. La LGE ya mostró que si se rebajan los requisitos de entrada a la FP, se desprestigia.

¿Y los estudiantes? A esas edades están muy despistados. Sus intereses todavía no están claros. Dependerán de lo motivador que sea su profesorado, de sus grupos de amigos (es decir, del barrio en el que está el centro), de la presión de su familia, de lo amenazador que resulte entrar en un grupo con todo el alumnado más problemático, el de la FP Básica.

Al comprender la reválida, podemos anticipar que disminuirá el abandono educativo y aumentarán los titulados en FP de nivel medio, al tiempo que aumentará la desigualdad de oportunidades ante la titulación en ESO y posiblemente en competencias. Estas mejoras no quiere decir que mejorará la educación, solo habrán mejorado las estrategias para maquillar los indicadores educativos.

Fuente: http://www.eldiario.es/zonacritica/comprensivos-revalida_6_564553560.html

Imagen tomada de: http://s5.eestatic.com/2016/08/01/espana/sociedad/Educacion-LOMCE-Revalida-Inigo_Mendez_de_Vigo-Ministerio_de_Educacion-Sociedad_144497070_11074813_1706x960.jpg

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No baja el nivel educativo.

En España sobra cualificación. El problema es que falta empleo digno para jóvenes brillantes.

Por: Jose Saturnino Martinez Garcia.

Comienza un curso escolar presidido, una vez más, por el lamento unánime entre intelectuales y académicos acerca del alarmante descenso en el nivel de los alumnos. Pues, se pongan como se pongan, no es cierto, no tenemos los peores alumnos de la historia de España.

El estudio internacional PIAAC (el PISA de adultos) nos permite evaluar el nivel de competencias de la población entre 16 y 65 años. La comparación de las diversas generaciones debe hacerse con cuidado, pues comparamos a personas con el mismo título, pero con distinta edad. Con esta precaución, los datos muestran que el sistema educativo español desde principios de los setenta hasta principios de los dos mil ha sido una máquina sorprendentemente constante de certificar competencias.

Las reformas legislativas, las intensas oscilaciones en inversión educativa vividas durante todo ese periodo… Nada de eso alteró el nivel de competencias genéricas asociados a cada nivel educativo. Esos cambios han contribuido a que aumente el peso de la población con mayores títulos educativos, pero no han devaluado el nivel de competencias asociado al título. La combinación entre dicha constancia y el aumento del nivel de titulación hace que España sea uno de los países participantes en el estudio, tras Corea del Sur y Finlandia, en el que más aumenta el nivel de competencias de la población joven con respecto a la más adulta.

Intentaré explicar la contradicción entre lo que dicen los datos y lo que dice tanto intelectual y profesor de Universidad: que los jóvenes de hoy saben menos que los de antes. Lo que miden las pruebas como PISA son destrezas generales, pero lo que evaluamos en los centros educativos son conocimientos adquiridos en un programa. Es posible que el nivel de matemáticas de quienes acceden a primero de carrera es ahora mucho más bajo que hace 20 años, pero eso no lo mide PIAAC. Lo que ha sucedido en este tiempo es que se han reducido las horas de currículos dedicados a matemáticas. Y en la Universidad nos hemos comportado como si esto no hubiese sucedido. Esas horas que dan menos matemáticas, dan más de otras materias, como una segunda lengua extranjera. Para añadir una asignatura, debemos eliminar otra.

PISA mide destrezas generales, pero lo que evaluamos en los centros  son conocimientos adquiridos en un programa

Otro indicador que se aduce de la devaluación de la educación es el paro de los titulados superiores. Pero esta expresión es confusa. Incluso muchos expertos y responsables políticos hablan de paro de los titulados superiores como sinónimo de universitarios, cuando los titulados superiores son también los titulados de la actual Formación Profesional de Grado Superior y los antiguos titulados de FP II. Se afirma que tenemos muchos titulados en educación superior, sin saber que en titulados universitarios estamos en promedios europeos y en titulados en FP superior, por encima.

Otra confusión es comparar jóvenes con la misma edad pero con distintos títulos, cuando lo importante no es la edad, sino la experiencia. Una joven universitaria tiene unos cinco años menos de experiencia laboral que una joven de la misma edad con un Ciclo Formativo de Grado Medio. Cuando tenemos en cuenta el tiempo desde que acabaron los estudios, el desempeño de los universitarios mejora. Pero mejora a partir de los 30 años, a pesar de que durante 40 años hemos aguantado la falacia de “Universidad, fábrica de parados”.

¿Y la sobrecualificación? España es de los países con más sobrecualificados de nuestro entorno. ¿La Universidad prepara mal? No tenemos Universidades excelentes, pero tampoco mediocres, estamos en la “clase media”, por encima de lo que nos corresponde dada la financiación de la educación y la investigación en nuestro país. Además, no se detecta que ni nuestros estudiantes ni profesionales tengan problemas para incorporarse al mercado laboral en otros países, más bien al contrario, aunque sobre esto no contamos con buenos datos.

El problema no es de jóvenes mal preparados, como vemos con desesperación muchos profesores, pues nuestros jóvenes más brillantes se marchan a otros países. Nuestro problema es que no hay empleo digno para jóvenes brillantes. En la época de expansión económica, los inmigrantes que llegaban eran de baja cualificación, no de alta. Y en la época de crisis, se van nuestros jóvenes más cualificados, no los menos. Esto apunta claramente a que el problema de fondo está en el modelo productivo, necesitado de empleo de baja cualificación. La devaluación es de las condiciones de trabajo, no de la educación.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/09/05/opinion/1473067365_939212.html

Imagen: http://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2016/09/05/opinion/1473067365_939212_1473164972_noticia_normal_recorte1.jpg

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