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Los márgenes de la formación docente

Por: Miguel Ángel Pérez Reynoso

“En los márgenes se escriben los cambios de todo sistema”. Esta frase con la que inicio puede que sea uno de los principios o de las ideas rectoras de  Tomas Kuhn, en su libro “La estructura de las revoluciones científicas”. En dicho libro Kuhn habla de una disputa entre el paradigma vigente y la pugna en contra del mismo, que viene desde los márgenes del paradigma o modelo en turno.

En el campo de la formación docente existe un paradigma predominante, pero ¿Qué podemos encontrar en los márgenes de dicho campo? Cabe decir, que en la formación de los docentes descansa la mayoría del funcionamiento del sistema educativo, el éxito o el fracaso de las reformas o los proyectos sexenales en educación tienen el sustento en la formación (inicial y continua). Y este mismo campo de la formación, es al que mayor esfuerzo y recursos se les destina de manera pública, debido a que la atención de los cerca de 25 millones de escolares de todos los grados y niveles educativos son atendidos desde están aquí.

En el centro del paradigma tenemos el núcleo del sistema, que para el caso de nuestro país, es un sistema sobradamente centralizado, con políticas normalizadoras para todos los estados del territorio nacional, con disposiciones únicas dictadas desde lo que había sido la DGESPE (Dirección General de Profesionales de la Educación) y que ahora, el nuevo organismo se encarga de lo mismo, centralizar las políticas nacionales y difundir directrices para todos por igual.

¿Qué hay en los márgenes del campo de la formación de docentes? Existen diversas manifestaciones e iniciativas que están en desacuerdo con las políticas nacionales hegemónicas, en donde desacatan en esta ultima su sentido autoritario y piramidal. Desde los márgenes se pugna por crear un sistema (el de la formación), más flexible y sobre todo adaptado a contextos específicos.

En los márgenes del sistema se tejen una serie de prácticas y concepciones pedagógicas que aunque (como su nombre lo dice) son de manera marginal tienden a conformar un modelo y una propuesta alternativa, la cual no está de acuerdo con la propuesta oficial, por su excesivo autoritarismo.

Sin embargo la formación en los márgenes, no es una formación marginal, goza de prestigio, de seguidores y de reconocimiento, por su carácter flexible le apuesta más a las prácticas innovadoras, a las propuestas basadas o sustentadas en la creatividad. No existen aquí autores estelares, debido a su propio carácter alternativo (lo que menos les interesa es el protagonismo de sus autores). Los componentes sólidos de las propuestas marginales o alternativas en formación docente son tres:

  1. Propuestas y acciones basados en la reflexión de las prácticas y en el diálogo informado entre pares o colegas.
  2. Iniciativas educativas basadas en intentos de cambio y de innovación, al lado de la comunidad en donde éstas realizan la tarea de educar.
  3. Se le da privilegio a las propuestas e iniciativas surgidas en colectivo mirando las necesidades de los entornos específicos, sobre todo de los barrios o las comunidades con un alto  nivel de necesidad de educadores y educadoras.

A los educadores que trabajan en los márgenes de la formación se les reivindica por su alto grado de compromiso, por su entrega y mística en el trabajo, por desligarse de los controles institucionales (tanto sindicales como oficiales), por su carácter contestatario, debido al fomento del pensamiento crítico y porque la propuesta que surge de ellos y ellas están basadas en la experiencia más que en textos dogmáticos o autores que trabajaron en contextos ajenos o lejanos al nuestro.

En los márgenes se escribe el cambio en el sistema, comencemos a voltear los ojos hacia allá para darnos cuenta qué es lo que viene.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-margenes-de-la-formacion-docente/

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Apagar la pantalla y encender los libros

Apagar la pantalla y encender los libros

Miguel Ángeñ Pérez

Puede pensarse, ya como un lugar común que el contexto de pandemia nos ha traído muchos cambios de diversa índole, no solo en el terreno educativo sino en la vida social en general. Los cambios nos han llevado de manera obligada a una nueva habilitación de prácticas y relaciones en la tarea educativa. Pero ¿y qué sucede con los hábitos educativos de lectura y revisión de textos? La educación a distancia se ha tornado en un esfuerzo un tanto exagerado por hacernos creer que la tarea educativa continúa. Pero en todo ello, ¿Qué hay con los hábitos de lectura? ¿Qué con el espirito investigativo de los escolares? ¿Y qué sucede en la tendencia de acercarse y acompañar por parte de los docentes a los escolares a quién más lo necesitan?

El encender las pantallas ha desplazado a otras dispositivos que no son electrónicos y que han quedado desplazados en esta pandemia, ¿cuántos libros han abierto los escolares en estos meses y cuántos han leído?, ¿cómo están equipadas las bibliotecas familiares y qué tendencia tienen los escolares por consultar en formas que se reduzcan a las páginas de internet?

Me parece que la pandemia ha desplazado a los libros, los ha dejado en el algún rincón de los recuerdos o más bien de los olvidos. El libro cuya creación tiene más de 500 años en unos cuantos ha pasado a otro lugar, ya son muy pocas las referencias o las recomendaciones a partir de los encuentros vía zoom o meet por recomendar la lectura de algún texto en particular. Esto es grave en sí mismo, debido a que la pandemia deberá de pasar pero la estela de la no lectura tal vez quede. Es obvio decir que se han habilitado nuevas formas de acceder y de consolidar aprendizajes, tanto en la conexión con los docentes como en las consultas por internet, pero no olvidar que los libros son insustituibles.

Es importante animar a los escolares a que apaguen los dispositivos electrónicos y enciendan un buen libro de literatura o de otro género lo importante es leer en el formato tradicional.  ¿Cómo hacer para regresar a niños y niñas a que abran un libro y permanezcan frente a él y continúen y concluyan con el ejercicio de leer? Estamos ante un peligro inédito una nueva pandemia, la del analfabetismo funcional. Combatámosla distribuyendo y animando la lectura en cualquier tipo de texto. Pedirles a los maestros que lean para animar a que los escolares a su cargo también lo hagan. Esta es la mejor forma de aniquilar cualquier tipo de virus.

Fuente de la Información: http://www.educacionfutura.org/apagar-la-pantalla-y-encender-los-libros/

 

 

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Las voces silenciadas de los y las estudiantes durante la pandemia

Miguel Ángel Pérez Reynoso

El contexto de pandemia que hemos vivido todos y todas de marzo de este año a estos últimos días del año 2020, nos ha dejado muchos aprendizajes que incluso ahora aún no podemos dimensionar en su justo término.

El trabajar en la distancia con formas que se han inaugurado de manera masiva bajo el mismo contexto del encierro, el aislamiento y el confinamiento; han servido para llevarnos a buscar formas flexibles en el estilo o la manera de trabajar o abordar los asuntos educativos.

El trabajar en casa frente a un monitor de computadora, en donde se ven imágenes difusas o los iconos de los y las estudiantes, ha sido la forma nueva de proceder.

Uno de los aspectos que pudieran entenderse como no tan novedoso es la voz de los docentes: “bloqueen su micrófono y activen su pantalla”. Estamos ante una serie de alumnos silenciados que deben de guardar silencio, bloquear su micrófono, para no hablar o no hacer ruido.

Este silenciamiento de los sujetos estudiantes en todos los grados y niveles educativos da cuenta de la cultura piramidal y antidemocrática que tenemos en donde solo unos pocos pueden hablar o hasta abusar de la palabra y el resto (los otros y las otras) les toca solo callar, acatar, obedecer y actuar en consecuencia. Su voz no se escucha, aparte porque aparecen ruidos extraños, interferencias, etc.

Bajo otros modelos o perspectivas pedagógicas, los cuales se basan en un esquema dialógico (Freire), cuyo principio rector es la circularidad de la palabra, todos están obligados a hablar, así como todos y todas están obligados a escuchar(se).

El ruido pedagógico incomoda en distintos espacios, por eso mismo, porque todo ruido mete ruido es decir toda estridencia en las escuelas alerta a los dueños del poder y de las decisiones.

El querer estudiantes silenciados (con el micrófono apagado, bloqueado o silenciado), es una clara muestra de los excesos unilaterales de la tarea: “solo la profesora puede hablar y los y las alumnos están destinados a escuchar”. Aunque queda un paliativo, una pequeña salida “si alguien quiere decir algo, solo active su micrófono y yo lo escucho”.

La pandemia no solo ha venido acompañada por un contexto de miedo y aislamiento, también de silencio. Es necesario idear y buscar mejores alternativas, es necesario escuchar las voces de todos y todas sobre todo los que no hablan a los que no se les escucha, los que se esconden al fondo de la pantalla o del aula de clase.

La cultura del silencio, es una paradoja, más bien estaríamos hablando de la cultura de los gritos y de la estridencia. “te hablo no solo porque tengo algo que decir, sino también te hablo porque deseo que me escuches·”. Eso dijo una estudiante de preparatoria a su maestra de Ética (sic).

Así las cosas, debemos aspirar a modelos y plataformas más interactivas, más dinámicas, en donde todos y todas puedan decir y más aún en donde todos y todas tengan acceso a la escucha y al entendimiento de todo lo que se dice.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/las-voces-silenciadas-de-los-y-las-estudiantes-durante-la-pandemia/

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Reflexiones educativas bajo un contexto de pandemia

Por: Miguel Ángel Pérez

El mes de marzo del año 2020, se ha tornado en una fecha emblemática, es la fecha en que se genera un impresionante parteaguas a nivel mundial. Hay un antes y un después de esta fecha. Un virus llamado COVID-19 o Coronavirus, pone en riesgo y en jaque a más de la mitad de los países del mundo. La OMS reconoce el riesgo como un riesgo mayor y declara que entramos a un estado de Pandemia y recomienda medidas de prevención y de cuidados extremos. El virus es altamente contagioso y de riesgo mortal, las recomendaciones son el aislamiento, la sana distancia, usar cubre bocas, lavar las manos con frecuencia y tomar alimentos que mejoren las defensas del organismo sobre todo en lo correspondiente a alimentos ricos en vitamina C y otros nutrientes.

En educación también hay una serie de cambios radicales, las escuelas (como espacios públicos creados para la atención educativa) tienen que cerrar sus puertas, tanto alumnos como maestros y maestras, deberán ir a casa y desde ahí enlazarse por cualquier medio para continuar con la tarea. En los primeros meses de contingencia se genera un caos, un desorden, el nuevo anuncio nos ha tomado por sorpresa. No existe al respecto un precedente o una experiencia previa, a la cual se pueda recurrir como referencia, como un aprendizaje anterior que nos ayude a decidir en este incierto presente. Todo es nuevo, todo implica inventar o improvisar sobre la marcha.

Entramos a lo que le llamaron algunos especialistas una nueva normalidad, pero parece que la vieja normalidad ha quedado enterrada en los anales del recuerdo. Esta nueva, es la normalidad sobre la cual deberemos acostumbrarnos a vivir desde esta fecha y por largo tiempo. Los políticos fallan en sus apreciaciones, los laboratorios a nivel mundial inician una loca carrera por ganar y ser los primeros en crear y patentar la nueva vacuna que habrá de salvar a una parte del mundo y obviamente generar nuevas riquezas para sus creadores.

En el origen un virus que no estaba en la naturaleza o que ha sido –según reconocen muchos- creado en laboratorio con fines maniqueos, ha servido por poner en jaque a 2/3 partes de la humanidad. Ante ello hemos sido vulnerables, frágiles, incrédulos y en muchas ocasiones y poco sensibles ante el nuevo escenario.

Hay sectores que se aferran a vivir con las costumbres de la vieja normalidad, la fiesta, la pachanga y el desorden en las relaciones humanas, se ha tornado en un nuevo riesgo. ¿Ante qué estamos realmente? ¿Cuál es el verdadero riesgo que nos amenaza? ¿Ya hemos tocado fondo o aún seguimos a pique llegando a un lugar que nadie conocía?

Desde este marzo atípico del año 2020 se comenzó a generar una nueva literatura, las miradas de los especialistas se dirigen ya no a la escuela sino a las diversas iniciativas y respuestas educativas bajo un contexto de pandemia.

Los niños y niñas se vieron obligados a meterse al debate y manejar un nuevo discurso. Las preguntas están ahí, siguen latentes, ¿Qué nos está pasando? ¿Cuándo será posible salir de todo esto? ¿Cuándo regresaremos a los lugares que antes visitábamos con frecuencia?

El avance de las tecnologías y sobre todo la implementación de diversos dispositivos electrónicos y plataformas digitales se han convertido en los nuevos manuales de pedagogía: Zoom, Meet, Classroom, y muchas más, son los nuevos educadores que compiten o complementan la tarea de los viejos docentes. Desde preescolar hasta la educación superior, desde el campo hasta la ciudad; los y las docentes han tenido que vivir en muy corto tiempo un proceso obligado para habilitarse y adaptarse ante las nuevas circunstancias. Nunca como ahora la tarea educativa ha sufrido cambios tan drásticos, cuyo escenario final aún se desconoce.

Los investigadores trazan nuevas líneas de indagación y generación de conocimientos, hay publicación de libros, revistas monotemáticas en torno a la pandemia, el debate aun nuevo se tornó circular, son muy pocos los investigadores que penetran el corazón del problema o el conjunto de problemas que giran en torno a la educación bajo un contexto de pandemia. Las voces de los docentes, el contexto de alumnos y alumnas es pobremente recuperado. Los políticos se encargan de dar cifras halagüeñas de un escenario que solo es favorable en sus palabras, pero que en la otra realidad, en la realidad verdadera, podemos dar cuenta de una realidad cruda, sufriente, que va hartando a los sujetos y sus familias.

Algunas escuelas o colegios sobre todo del sector privado (porque atrás de esto está el asunto del dinero). Comienzan a presionar a las autoridades gubernamentales, se quiere regresar a las escuelas, no importa que entremos ante un riesgo mayor. Miles de niños y niñas al igual que muchos docentes no han sabido, ni podido adaptarse ante esta nueva realidad. Su esquema está colocado en un estilo de práctica que ya es del pasado. No sabemos tampoco si hemos dado un salto y estamos ante un escenario de innovación en donde las cosas van a cambiar positivamente. Aun no se pueden emitir juicios, pudiera sonar aventurado y oportunista; seguimos (aunque muchos no lo quieran reconocer) en medio de la tormenta, respondemos por inercia, pero la mirada y las decisiones con un sesgo estratégico aun no existen.

Este contexto también ha servido pata el surgimiento de nuevos oportunismos y el surgimiento de nuevos profetas; están los que dicen y presumen entenderlo todo, aquellos que sólo se han dedicado a descalificar todo tipo de iniciativas y los escépticos los que no creen en nada, ni en nadie, incluso ni siquiera reconocen que el año 2020 se ha vivido diferente.

Es necesario lograr y garantizar un espacio de mesura estamos, obligados a pensarnos bajo nuevos esquemas, pensar en las salidas, en las soluciones pautadas sobre el tiempo. Los rasgos o las marcas de este contexto de pandemia en las nuevas generaciones estarán impregnados por estas fechas que de lo atípico pasamos muy pronto a una nueva normalidad. Esperemos que las nuevas respuestas que podamos construir de manera colectiva, nos sirvan para encontrar un camino más seguro y gratificante, en estos días difíciles, que serán recordaos como los días de la pandemia por coronavirus en el año 2020.

Fuente e Imagen: http://www.educacionfutura.org/reflexiones-educativas-bajo-un-contexto-de-pandemia/

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¿Qué mundo le dejamos a los jóvenes? ¿Qué jóvenes le dejamos al mundo?

Por: Miguel Ángel Pérez

Los y las jóvenes es el bono poblacional más valioso que tenemos para el desarrollo de nuestro país, ellos y ellas tienen un gran potencial ligado al hecho de ser joven, vitalidad, dinamismo, productividad potencial, inventiva, creatividad y un largo etcétera. Sí, pero también los y las jóvenes de ahora han mostrado un gran sentido de irresponsabilidad y poca sensibilidad en el contexto de la pandemia que estamos viviendo todos y todas.

Si bien las juventudes no están en la franja de riesgo y de vulnerabilidad por el coronavirus, si lo están en riesgo al convertirse en agentes de contagio y al poner en riesgo al resto de las personas con las que se relacionan y ese es uno de los principales problemas. El mayor peso específico de contagio en los últimos meses (según datos oficiales) está focalizado en jóvenes de los 14 a los 25 años, esto debido a un estilo de vida, en donde la población en general y las juventudes en particular han visto con ojos de escepticismo las medidas que se toman, como medidas de prevención y de contención ante el riesgo inminente.

La activación del botón de alerta por parte de las autoridades del gobierno local, tiene varias aristas y una de ellas y de los polos o de los destinatarios son los jóvenes y el estilo de vida con el que continúan; ahí destaca la negligencia y la flexibilidad con la que han tomado las cosas. Si bien en esta medida, dictada desde la cúpula de gobierno, como en muchas otras, no participamos los ciudadanos, si nos toca a nosotros y nosotras asumir las consecuencias.

Me parece y esto lo digo a modo de hipótesis que en nuestro país no existe una cultura de prevención ante los desastres como sucede en otros países, como el que vivimos por esta pandemia desde marzo pasado. En ello los y las jóvenes se tornan en una pieza clave debido a que, no han querido modificar su estilo de vida, relajados y festivos, a partir solo de pensar en sí mismos, y siendo incapaces en muchos de los casos de colocarse, aunque sea por un momento breve en los demás.

Efectivamente el coronavirus pone en riesgo y en máximo peligro a la gente de mayor edad, a las personas que padecen alguna enfermedad crónica como diabetes, problemas arteriales y de hipertensión, problemas cardiovasculares, etc., sin embrago el punto central no es lo que proviene del discurso del modelo médico, o lo que nos dice el sector salud; el punto central tiene que ver con el factor social, en las costumbres, y las tradiciones, junto con la forma de cómo hemos asumido como un grupo social amplio (como sociedad en su conjunto) el riesgo por coronavirus.

A las juventudes las hemos definido por su identidad festiva, bohemia, relajada, reactiva e impulsiva; estos son algunos de los rasgos de la vitalidad que los caracteriza, pero ahora habría que pensar en otras vías u otros caminos para asumirse joven y de celebrar al lado de los pares. El sentido de responsabilidad, el significado del cuidado y del auto-cuidado deberá provenir de algún lugar y deberá llegar al corazón y a los sentimientos de los y las jóvenes de nuestro entorno. Ignorarlo por cualquier motivo, no entenderlo y no acatarlo es no solo ser incapaces de detenerse a pensar no solamente en uno mismo, sino detenerse a pensar en las personas que están cerca, en los padres, en los abuelos, en las personas mayores o en cualquier persona que se encuentre en riesgo.

Ser joven hoy debería de ser sinónimo de ser una persona sensible y responsable, atenta y cuidadosa del entorno, dinámica en favor de las personas que más lo necesitan. Pero, nuestra realidad cruda y triste demuestra que no es así, ser joven hoy en muchos casos dice y grita que la realidad continua con una tendencia desfavorable paradójicamente.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/que-mundo-le-dejamos-a-los-jovenes-que-jovenes-le-dejamos-al-mundo/

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El valor de la palabra que circula. Las narrativas en educación: Solo escribir, pero no escribir solo

Por: Miguel Ángel Pérez

Fui invitado hace unos días por el maestro Juan Hurtado Chagolla de la Red de Maestros que reflexionan y escriben acerca de su práctica en el estado de Michoacán y a nivel nacional, la RETE y que desde el año 2005 han asumido una posición tesonera y entusiasta de facilitar estos procesos con los docentes y a invitación de la Red del Libro en Colaboración de colegas del EDOMEX, quienes tuvieron esta brillante idea de convocar a Redes y colectivos de docentes de varios estados del país.

El evento tuvo una distinción especial a partir de la participación de Gabriel Roizmán, colega argentino que también desde hace algunos años trabaja, anima, forma, facilita y acompaña a docentes que generan narrativas vinculadas a su proceso de trabajo, al lado de otros que también lo hacen. El subtítulo de este artículo es una frase muy dicha y reiterada por Gabriel, “Solo rescribir, pero no escribir solo. A las narrativas las definiciones como metodología de investigación – acción, como estilo de trabajo pedagógico, como estrategia para pensar mejor la practica en colectivo después de escribir y que pase: del texto en soledad, al texto al lado de los demás.

Quiero decir de este evento, aparte de lo ya dicho dos cosas que me parecieron especialmente relevantes (y este escrito tiene la función o la tarea de servir como agradecimiento a la invitación).

PRIMERO. Este evento es especialmente relevante en el actual contexto de pandemia, su valor simbólico reside en juntar, en aglutinar en hacer coincidir a maestras y maestros y bajo un proyecto común. De pensar la practica escribiendo, de escribir la práctica pensando. Gabriel Roizmán, ya es una autoridad en este campo, es canchero como decimos acá, ha caminado mucho el rumbo de animar a los docentes a generar narrativas. Pero esa no es una plática común en nuestros entornos cercamos en docentes. Aquí se hacen muchas cosas de las cuales se escribe poco. Los docentes que escriben, muchas veces lo hacen motivados, porque forma parte de una obligación institucional al pertenecer a algún programa de posgrado o al inscribirse a un curso determinado. Y son muy pocas las veces que viene siendo una actividad que nace y se fomenta desde el corazón, desde el interés o desde el compromiso de algunos docentes.

SEGUNDO. Lo segundo complementa a lo primero, es hablar de las narrativas como una opción y una alternativa para expresar, para decir, para sacar, pero también para proponer y comprometerse. Gabriel lo decía, lo primero es comenzar y hacer fluir a que surjan los sueños educativos y vuelen en palabras. A mí en lo particular me parece especialmente relevante esta teoría – metodología – pedagogía, de las narrativas. Al estar en la reunión escuchaba a los colegas de los diversos rincones del país y leía en el chat del evento lo que muchos escribimos. Me hice muchas preguntas, ¿Quién escribe realmente de las personas que estamos en educación? ¿Por qué y para qué escribir desde la vida de ser docente? ¿Por qué no escribir solo o en contraparte por qué debe ser el escribir al lado de los otros? Pienso que las narrativas es un recurso que va más allá de las pedagogías y metodologías convencionales, se trata de tejer un texto colectivo que se vaya gestando entre muchas voces, entre muchas palabras y que al final se haga una con un sentido potente.

Agradezco a los colegas del estado de México de la Red “Libro en Colaboración” por este atinado evento y a Juan Chagolla de Michoacán, por su consecuente labor de picar piedra, de avanzar y retroceder de invitar, convocar, animar y de fomentar un clima de vida profesional en donde la generación de narrativas es una tarea que se piense y se disfrute desde la escuela.

Termino diciendo que hay que seguir con este proyecto, se requiere organizar un taller de palabras danzantes porque pocos hablan de generar una didáctica para producir narrativas docentes. Muchos hablan de cómo hay que hacerlo, pero son pocos los que lo hacen.

 Bueno, esperemos la siguiente convocatoria, por lo pronto a seguir escribiendo sin estas solos o solas.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-valor-de-la-palabra-que-circula-las-narrativas-en-educacion-solo-escribir-pero-no-escribir-solo/

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¿Cuáles son las preguntas de una educación en cuarentena?

Por: Miguel Ángel Pérez


Aprendimos a plantear preguntas y cuando habíamos construido las respuestas después de mucho tiempo, resulta que al final las preguntas habían cambiado. Esto es lo que pasa hoy en día, la pandemia por Coronavirus ha cambiado muchas cosas no sólo el estilo de trabajo que ha ido del encuentro directo o presencial a la atención educativa asistida por el uso de aparatos electrónicos.

El nuevo contexto ha servido para modificar las agendas públicas en educación, las políticas, las áreas o líneas de investigación y por lo tanto también han cambiado las preguntas educativas que nos planteamos.

¿Cuáles son las preguntas que (nos) podemos hacer acerca de una educación en cuarentena? Tanto maestros y maestras niños y niñas, autoridades educativas, investigadores, etc.; todo mundo se hace preguntas, ¿Qué cuánto durará esto? ¿Qué para que día se tiene pensado el regreso? ¿Qué cuando podemos salir a jugar a las calles como lo hacíamos antes? ¿Qué cuánto va a durar esto que vivimos y en qué momento regresaremos a la normalidad –a la otra normalidad? ¿Qué si un sistema o una forma de trabajo es mejor que la otra? Etc., etc., etc.

Muchas de las preguntas que han surgido ya sea de actores que están dentro de la comunidad educativa como de personas que se encueran afuera del mismo, son preguntas de apuro, de emergencia, atrás de ellas está la angustia y una buena parte de sufrimiento. Otras preguntas están ligadas a la incertidumbre, a la necesidad de explicaciones que sirvan para construir un puente pensado en entender esto que vivimos y las menos son preguntas de indagación pensadas en asumir un compromiso encaminado a conocer más y mejor acerca del contexto en el que viven la mayoría de los países del mundo.

Las preguntas han cambiado porque ha cambiado el contexto en el que vivimos, ha cambio la realidad educativa dentro de la cual nos movemos ahora, y han cambiado las anteriores respuestas que teníamos, respuestas reiterativas, de lugares comunes que sólo servían para repetir lo que muchos dijeron antes. La pandemia ha servido para cambiar todo o casi todo.

Hoy la agenda pública, las preguntas y las prácticas educativas se han modificado radicalmente pero hoy también, cada sujeto o cada actor educativo, camina por el rumbo que mejor le gratifique.

Los políticos caminan con obsesión, por un camino en el cual logren encontrar certezas, dentro de tantas fragilidades; aspiran a tener una mínima plataforma de seguridad para contagiar a los ciudadanos de un pequeño espacio de seguridad y de certezas.

Los docentes, directivos y otros actores educativos, caminan por el sendero pensado darse seguridad a si mismos, intentando ser legítimos ante los alumnos y los padres de familia.

Los niños y las niñas en edad escolar migran de un sendero a otro, buscan espacios de juego en cualquier rincón de este acotado mundo que esté abierto para ellos, se adaptan a la escuela (en el formato que sea), y sufren o disfrutan esta realidad (de acuerdo al lugar en el que se encuentren).

Por último, la sociedad pensada como un amplio sujeto colectivo, sigue sorprendida, no termina por adaptarse ante esta nueva normalidad, da muestra de un hartazgo de algo que no se comprende plenamente, mira cifras, estadísticas, manuales de prevención, lista de riesgos, pero todo ello, con infinidad de preguntas que nunca se habían planteado y ante las cuales no hay respuestas en el entorno cercano.

Es bueno vivir con preguntas ante el contexto que vivimos, preguntas a la nueva realidad y a los sujetos encargados de darle un respiro al resto de los sujetos. Las preguntas van y vienen y la realidad se mueve muy poco, camina lenta, tal vez al final del horizonte podremos fusionar los tres elementos básicos de este contexto: las preguntas, las repuestas y los cambios que la sociedad requiere en este momento.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/cuales-son-las-preguntas-de-una-educacion-en-cuarentena/

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