Pedagogía sin pedagogos…

Por: Manuel Perez Rocha

Después de tres años de intentar imponer una reforma educativa –con el apoyo de miles de policías y generando un conflicto social que ha cobrado vidas invaluables–, Peña, Nuño y compañía presentan ahora una reforma pedagógica.

Absurdo tras absurdo, el siguiente paso de esta reforma pedagógica se encomendó al Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), un think-tank en el que predominan economistas tecnócratas neoliberales, sin trabajo ni experiencia alguna en pedagogía. En la misma rimbombante ceremonia de presentación del nuevo modelo, el director de este centro exhibió su ajenidad con el tema educativo al declarar: La reforma educativa es la gran apuesta por el futuro del país. De lograr sus objetivos permitirá un crecimiento sustentable, una mejor calidad de vida y combatir de fondo los grandes males nacionales: la inequidad, la impunidad y la ignorancia ¡Wow! ¡Órale!

Sin duda, estos señores no han leído la advertencia de Justo Sierra, entre muchas otras, acerca de las exageraciones respecto del poder de la educación: No creemos que se trata de una panacea ni social ni moral, advirtió hace más de un siglo y explicó, con razón, que para que la escuela contribuya a resolver los problemas sociales, es indispensable “la acción coincidente de las condiciones del trabajo nacional. Consideramos, pues –explicó–, a la instrucción como un factor de mejoramiento, no de perfección, no de transformación absoluta; debe, por tanto, estar condicionado por otros factores que con ella concurran a formar no un pueblo feliz –esta es una lastimosa utopía–, sino mejor armado para la lucha por la vida, y dichoso o desventurado, con plena conciencia de su estado social que es lo que para nosotros quiere decir un pueblo libre”.

Justo Sierra expresa las críticas que en esos años empezaron a hacerse al educacionismo que había infectado a no pocos liberales. El educacionismo es, en certera definición del maestro Fernando Carmona, esa idea de que la educación (escolar) es la panacea, que primero debe educarse al pueblo ignorante y todo lo demás se dará por añadidura. Las funciones político-ideológicas de este imaginario han sido develadas desde entonces. Se trata, entre otras cosas, de ahuyentar cualquier intento de someter a análisis y crítica la verdadera causa de las situaciones sociales y económicas indeseables: un sistema de explotación y dominación injusto e inhumano. Hoy todos los días, Nuño, Peña y compañía machacan su propaganda: la reforma educativa es la salvación de la patria y la garantía de la felicidad de los mexicanos. Deberían leer estos arribistas la antología Educar, panacea del México independiente, de Anne Staples, de El Colegio de México (1985). Hace 35 años, en Educación y desarrollo, la ideología del Estado mexicano (1982), documenté y analicé críticamente esta ideología y su sucedánea: el economicismo.

¿Cómo justificar la elección de los economistas del CIDE para realizar una tarea pedagógica? En nuestro país existen importantes instituciones, académicamente muy sólidas, con un fecundo trabajo en el campo de la educación y específicamente en la pedagogía; entre ellas la UNAM, que cuenta con un Colegio de Pedagogía, un Instituto de Investigaciones Sobre la Universidad y la Educación, y otros muchos grupos académicos en institutos y facultades que trabajan desde hace décadas estos temas. El Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, el Departamento de Investigaciones Educativas tiene una experiencia de más de 40 y un trabajo reconocido en México y en el extranjero. Este departamento ha contribuido de manera significativa al mejoramiento del sistema educativo nacional. El país cuenta también con una Universidad Pedagógica Nacional, con productivas sedes en todo el territorio nacional, con la Escuela Nacional de Maestros y la Escuela Normal Superior, con una experiencia pedagógica incomparable. En varias universidades de los estados también se realiza muy valioso trabajo en ese campo.

Este es, por supuesto, un listado incompleto de las instituciones nacionales dedicadas a esa compleja tarea; imposible hacer en este espacio un mínimo recuento de las experiencias y aportaciones de todas ellas que ahora parecen ser unos invitados más a participar en forosen los que podrán expresarlibremente sus opiniones ¡para que las valoren los economistas del CIDE!

Peña, Nuño y compañía han invitado reiteradamente a los maestros de la CNTE para que se sumen a esos foros y les advierten que no debenautomarginarse. Evidentemente, no se dan cuenta de que son ellos quienes se están automarginando del país. México, el otro México, está en otra parte: no está en los centros académicos de élite, ni en la OCDE, ni en Mexicanos Primero, ni en la junta directiva del INEE.

En las líneas transcritas, Justo Sierra señala con acierto que para que el pueblo esté armado para la lucha por la vida es necesario que tengaplena conciencia de su estado social, que es lo que para nosotros quiere decir un pueblo libre. Pero lareforma educativa, impuesta por los gobiernos neoliberales de PAN y PRI, busca anular la posibilidad de que la educación sirva para desarrollar esa conciencia (de clase, podría haber dicho don Justo). Siguiendo los dictados de los organismos internacionales al servicio del capital (OCDE, Banco Mundial) y de sus sucursales en nuestro país (como el CIDE), en sus proyectos para la educación básica y media han disminuido al mínimo materias como historia, filosofía, ciencias sociales, campos del conocimiento que precisamente tienen el potencial de desarrollar esa conciencia de su estado social.

El absurdo que estamos padeciendo no es un asunto meramente académico. La arrogancia con la que el gobierno está actuando ha generado ya un conflicto en extremo grave. La oligarquía organizada está presionando para que se tome una medida represiva en contra de los maestros y del pueblo. Esta es la verdadera pedagogía que quieren aplicar; ya avanzaron en Ayotzinapa y Nochixtlán, ¿adónde quieren llegar? Habrá que dedicar otro espacio a señalar las más evidentes fallas pedagógicas de la reforma pedagógica, con la cual se pretende justificar tanto perjuicio.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/pedagogia-sin-pedagogos/

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El “nuevo modelo educativo” y la antihistoria

Por: Manuel Pérez Rocha

El presente y el pasado, un continuo inseparable, constituyen la historia; además, como pedía Mafalda, la historia también debe hacerse hacia adelante. Un asunto tan complejo como la evolución de la educación mexicana y su estado actual puede narrarse de muchas maneras, con diversos enfoques y escogiendo en cada caso los asuntos relevantes para el propósito del relato, porque todo relato tiene un propósito, o varios; algunos legítimos, otros corrompidos, intereses académicos, intereses políticos, intereses económicos; o intereses personales, como construirse a uno mismo una identidad, y un lugar en la historia.

La historia de la educación mexicana, usada como preámbulo del llamado nuevo modelo educativo de la SEP, es una caricatura interesada; su interés es ataviar al secretario Nuño y al gobierno de Peña como los grandes reformadores, como educadores que vienen a enmendar la plana a los únicos otros dos educadores mexicanos que, para Nuño y colaboradores, merecen ser recordados: Vasconcelos y Torres Bodet. Todo lo demás no existió, o su existencia fue irrelevante para el momento actual, porque el modelo educativo de Nuño, dicen, viene a superar un primer modelo diseñado hace un siglo por Vasconcelos y continuado después por Torres Bodet. Ese modelo, dictaminan, no es útil para el siglo XXI; sin embargo, ni ahora ni antes han presentado un análisis serio de ese supuesto modelo obsoleto, ni un diagnóstico que sustente su nuevo modelo.

Sin fundamento alguno, y con un simplismo inadmisible, caracterizan a lo que consideran el modelo Vasconcelos-Torres Bodet como un modelo vertical (¡!) que no corresponde a las necesidades del siglo XXI. Ninguna mención merece el sistema de educación normal (uno de los asuntos más candentes de este momento), ni la conflictiva realidad que vivieron los educadores mexicanos desde el término de la revolución armada hasta finales de los años 70, ni los valiosos debates que se dieron en esos años en torno a lo que ellos llaman modelo educativo. Tampoco merecen atención las universidades, ni siquiera la UNAM. Argumentarán que su modelo se refiere a la educación obligatoria (primaria, secundaria y media superior); sin embargo, pasan por alto que en muchas universidades, incluyendo la UNAM, se imparte educación media superior y que es en la Universidad Nacional en donde se han dado los proyectos (modelos) más importantes de bachillerato: desde el siglo XIX la Escuela Nacional Preparatoria y desde 1971 el Colegio de Ciencias y Humanidades. Ambas instituciones, y sus modelos, han tenido una trascendencia histórica en el sistema educativo nacional y en el devenir de la sociedad mexicana.

La ignorancia de la historia es la ignorancia de la realidad, un lujo que no se pueden dar quienes quieren modificarla; por eso la estudian bien los maestros disidentes (véanse sus publicaciones). Por el contrario, quienes quieren prolongar la vida de un sistema de dominación, de privilegios y oprobios tienen que ignorarla pues de conocerla, y al mismo tiempo desatender sus lecciones, entrarían en insostenible estado de disonancia cognoscitiva. La consustancial subjetividad de las humanidades, entre ellas la historia, es compatible con el espíritu científico en la medida en que el rigor metodológico de investigación, análisis y crítica esté dirigido por una exigente actitud ética, honesta; como dice Bertolt Brecht, impulsado por la valentía de asumir en el comportamiento propio las consecuencias de las verdades encontradas, de las verdades que vale la pena decir.

El pueblo mexicano tiene un lugar central en la historia de la educación nacional. Grandes proezas, como las identificadas con Vasconcelos (por ejemplo, las misiones culturales, la labor editorial, la construcción de escuelas y edificios, el impulso de las artes), no se explican si no se toman en cuenta los movimientos sociales y las inquietudes intelectuales y culturales del pueblo gestadas desde el siglo XIX. El mal llamado modelo educativo del siglo XX mexicano (ningún educador de esa época habló de modelo, había en realidad varios proyectos en permanente tensión), mucho más rico que la caricatura que hace de él Nuño, no se entiende sin tener en cuenta esa historia ¿Estarán dispuestos nuestros actuales pedagogos de temporal a reconocer que algunos de los ideales educativos humanistas, que sirven de mero adorno a su modelo, fueron materia de las luchas que hace 100 años libraban los revolucionarios mexicanos, entre ellos los anarquistas y socialistas?
Tampoco se entiende nuestra historia si se pretende ocultar el nefasto y corruptor efecto del priísmo y su ancestro a partir de 1940. Muy interesada es la referencia de Nuño al priísta Torres Bodet, quien, independientemente de sus aciertos y valores literarios, contribuyó de manera definitiva a la consolidación del corruptor y charrísimo SNTE, y al cruento exterminio de las organizaciones magisteriales autónomas, democráticas y progresistas que se venían construyendo en las décadas anteriores a 1940. Tampoco se entiende nuestra historia si se ignoran las luchas del magisterio mexicano a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y las que hoy protagoniza. El gobierno ha pretendido hacer creer que el amplio movimiento social de hoy, extendido en casi todo el territorio nacional, es una perversa maniobra de un puñado de líderes corruptos que defienden intereses ilegítimos.
La historia de la educación mexicana que nos cuentan Nuño y sus colaboradores en el preámbulo de su nuevo modelo educativo no es una versión más que pudiera tener el mismo valor que otras narraciones del mismo asunto: es simplemente una falsedad, una muestra del menosprecio que estos reformadores tienen por lo que hacen y han hecho millones de mexicanos, y una evidencia más de la corrupción de su discurso. Los maestros mexicanos saben bien que están construyendo historia hacia adelante.

Tomado de: http://www.educacionfutura.org/el-nuevo-modelo-educativo-y-la-antihistoria/

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