Por: Raymond J. Wennier
El reciente informe de NAEP (National Assessment of Educational Progress) de julio de 2016, conocido como Nation’s Report Card, indica que únicamente el 37% de los estudiantes del último año de secundaria, puntearon un nivel satisfactorio para entrar a la universidad, en ambas materias; Lectura y Matemáticas en Estados Unidos.
Con un resultado así en EE. UU., es hora de repensar cómo se dan las acciones en el aula y cómo debe ser un programa de evaluación que no sea único para la toma de decisiones educativas. En Guatemala tenemos básicamente los mismos resultados, no muy satisfactorios para poder rendir bien a nivel universitario. También tenemos que repensar lo que hacemos en este país acerca de la preparación académica y formación personal, y de la transición de secundaria al nivel universitario.
Según el Centro Nacional de Estadísticas Educativas en Estados Unidos, uno de cada cinco estudiantes universitarios del primer año, requieren cursos remediales. Estoy seguro que en Guatemala el porcentaje es aún mayor. Ahora bien, no siempre es culpable el estudiante. Pregunto entonces, ¿Por qué sucede eso? Y ¿Qué podemos hacer? Más bien ¿Qué haremos hoy para corregir esa situación?
Sugerencia número uno, hacer una revisión total y minuciosa del CNB para asegurar que sea ágil y dinámico para este siglo. Número dos, de acuerdo a la anterior, se harán dos revisiones, una sobre cómo se está formando a futuros maestros y segunda, cómo están aplicando en sus aulas la pedagogía del siglo actual. Número tres, asegurar que dentro de cuatro meses haya un programa eficiente y efectivo de Educación Continua en Servicio-ECS. Cuatro, de acuerdo a lo anterior, formar equipos de maestros más experimentados y aprobados para “sentarse al lado” de grupos de maestros, como un seguimiento continuado o como, en un momento he sugerido, Una Supervisión Educadora-USE. Las siglas dicen exactamente lo que queremos, que se USEN los nuevos conocimientos o los pierden. En inglés dicen “Use it or lose it”. El apoyo es esencial para que haya éxito en la gestión. Obviamente ese programa va a beneficiar enormemente a los alumnos. Cinco, los arreglos físicos de las escuelas serán considerados una misión comunitaria. En seis meses todas las escuelas e institutos tienen que estar en situación óptima para ofrecer a los alumnos un ambiente escolar adecuado para el aprendizaje de y para este siglo XXI. Seis, la infraestructura para la implementación eficiente y efectiva de la tecnología en aula, tiene que estar lista para que cada escuela pueda tener un “field trip” internacional, visitando digitalmente a los alumnos de otros países. Siete, el programa de rendimiento escolar tendrá cambios de acuerdo con las necesidades de los alumnos (eso es equidad) para poder demostrar verdaderamente sus conocimientos de acuerdo con su neurodiversidad. El programa de evaluación escolar será “evaluar” continuamente y no sólo medir. Ocho, habrá la formación inmediata de una alianza de las instituciones de educación superior con el Mineduc para tener una mayor posibilidad de la correcta transición de un nivel a otro.
Pueden decirme que no se pueden dar esos pasos por la burocracia o por una ley existente. No pregunto si se puede o no, díganme cómo vamos a hacerlo y punto. Hay que hacer prevalecer los derechos de los niños con la solvencia moral y la responsabilidad del adulto. Ya no debemos ni queremos seguir imitando a los Estados Unidos en sus errores educativos.
Los niños y los jóvenes guatemaltecos lo agradecerán. De no hacerlo nos culparán por negligencia, porque pudiendo hacer no lo hicimos.