Diana Milagros Rueda de Aranguren
Los pueblos de la América Latina demandan hoy día por condiciones que le concedan un desarrollo completo, trascendental y justamente merecido ante el mundo entero, con la necesidad apremiante de un profundo cambio de justicia social que le otorgue el reconocimiento e identidad regional que demanda por una ética de carácter social que lo reivindique en el plano humano como humanista, y lo traslade, en un torrente flujo ético, del sentir desesperanzador de la pobreza al Ser emancipado, con profundo discernimiento de identidad patria, que emerja en un sistema ético radicalmente renovado que permita el palpitar de una sociedad unida y convencida en cambios sociales determinantes y justos que merece la periferia del Sur.
El presente artículo está enmarcado dentro de la modalidad de ensayo, en donde la información del tema que se desarrolla muestra grandes rasgos reflexivos propios de la autora, que asume entre otras, una orientación tomada en el I Encuentro de Investigadores ULAC por parte de la especialista Rubiano (2015), en su disertación, “Vigilancia y Crítica Epistemológica en Investigaciones Educativas”, quien señalaba que era inconcebible abordar el objeto de conocimiento científico de una investigación sin involucrar la esencia misma del investigador, es decir, tal como ella lo refiere, su linaje. Literalmente tuve una afinidad inmediata con ese pronunciamiento de la ponente citada, ya que esta investigación dice de su autora, la define.
Es así como al abordar la temática referente a la perspectiva ética del nuevo ser para la transformación en la periferia del sur enmarcada en la problemática educativa latinoamericana se abre un espacio propio y adecuado para la reflexión que invita en medio de un rico contenido histórico-social, focalizar a las naciones que integran el sur, que representan el lado desigual del mundo, la zona pobre que aporta y no recibe nada, que política y económicamente hablando fueron colonizados en sus historias y ha sido tan grande el peso de ese yugo que el deslastre ha perdurado por años, contraviniendo muchas más opresiones que repercuten como un látigo castigador imparable en el descalabro económico por el que atraviesan los pueblos de Latinoamérica y el Caribe.
Pero aún hay más, mucho más, y allí el aspecto neurálgico que conlleva al interés científico de precisar el desafío que confrontan las regiones de la periferia del sur en cuanto al espacio educativo y lo que ha significado la vulnerabilidad en la formación ética del ciudadano, que siente indignación de cargar con un pasado que opaca, minimiza o hasta esconde una cultura rica en tradiciones propias que eran únicas y sagradas hasta el momento en que decidieron otros, que habían sido descubiertas, y que además había que modificarlas porque estaban mal encaminadas. El impacto y las consecuencias de tantos atropellos y desmanes colonizadores se traduce en una sociedad golpeada, subdesarrollada y que se siente alienada como una región que está por debajo, que está en el Sur.
La ética como elemento integrador en Latinoamérica y el Caribe
El valor ético fundamenta la trascendencia del individuo en la sociedad, dándole la gran fuerza necesaria para transformar en forma progresiva la visión de la identidad nacional, de la conciencia cívica y ciudadana, orientándose hacia la búsqueda necesaria de un hombre coherente e integral, un nuevo Ser guiado por esos valores éticos que realzan la relación que debe existir de forma coherente en las sociedades de la periferia del Sur.
Concebir la integración latinoamericana supone un entramado de referencias tanto sociales, como educativas, étnicas, culturales, económicas y políticas basadas en una historia que comparte hechos, momentos y bases propias de la región; abarca un horizonte de esperanza y fluidez de vida, que obliga al pensamiento humano asociarse con la filosofía ética en su carácter valioso de integración. El enfoque ético de los pueblos, demanda una visión integral de transparencia y de corresponsabilidad, que no escapan por supuesto de los daños y destrucciones por las que han sido sometidas las culturas latinoamericanas en su afán por progresar, avanzar y conseguir un sólido desarrollo que brinde prosperidad y dicha, que es el fin de todo pueblo noble.
Martínez Navarro (2000), nos habla de la ética de la integración, y considera que se encuentra actualmente en una doble fase de, un primer término, caracterización, discernimiento y categorización de los problemas concretos de los procesos de integración en curso. En segundo término, la del establecimiento de su relación con otros saberes; en este sentido, afirma el autor citado, que la ética de la integración encuentra su status propio como parte de una más amplia ética de las relaciones entre los pueblos, por cuanto una buena parte de los problemas que ella aborda pertenecen al campo de las relaciones internacionales.
Así mismo, la ética por la integración además de su búsqueda por la unión, caracterizando los problemas comunes y consolidando los saberes, aborda el desafío por la paz de la región, sincera, justa y sobretodo duradero.
Surge en esta última reflexión de la autora de este ensayo, el pensamiento del Libertador Simón Bolívar en cuanto a la integración, orientado siempre en presentar a Latinoamérica unida, y tal como lo señalan Labarca y Morales (2000), con una visión de la integración llena de profundo contenido humano, una integración con “sentido y profundidad humanas”; ampliando los autores el pensamiento de Bolívar y su visión: “consolidar la libertad y fundir en una sola las múltiples nacionalidades heredadas de la Colonia”, expresando así su firme convicción acerca de la solidaridad, la unidad y la integración exigidas por lo que consideraba el destino de América.
Geopolítica del Conocimiento Latinoamericano
En una de los tantos artículos que reviso en función de nutrir ideas y posiciones, examino los valiosos escritos de Mignolo (2002), en donde hace un exhaustivo, completo y bien fundamentado análisis de la geopolítica del conocimiento, compartiendo escenario con Immanuel Wallerstein, Aníbal Quijano y Enrique Dussel en (1998), lo que lo hace luego, llevar a un análisis particular de un Estadounidense, un Peruano y un Argentino respectivamente; la pulcritud de sus observaciones me ayudan a enriquecer este escrito,con el pudor de transcribir los mensajes que más me entusiasmaron.
Es así como Mignolo refiere que los diálogos de Dussel y Wallerstein, referentes a la filosofía de la liberación y el análisis del sistema mundial, por un lado, y entre filosofía de la liberación y abertura de las ciencias sociales, por otro, tienen dos cosas en común. Primero, ambos son críticos con el capitalismo, el mercado neoliberal y la democracia formal; segundo, ambos (y aquí, también incluye a Quijano), entienden que la modernidad surgió en el siglo XIX, con el capitalismo y la emergencia del circuito comercial Atlántico. Sin embargo, existe una brecha entre Wallerstein, por un lado, y Dussel y Quijano por otra: se sitúan en extremos opuestos de la diferencia colonial.
Dice Mignolo (2002), que el análisis del sistema-mundo moderno introduce el colonialismo en escena, aunque más como un componente derivado que constituyente de la modernidad, puesto que aún no asume la colonialidad, el otro lado, que sería: ¿la sombra?, de la modernidad. Uno de los méritos de Quijano, considera Mignolo, es el haber mostrado que la colonialidad es la dimensión general de la modernidad, distinguiendo así entre colonialidad y colonialismo. Así las cosas, si se pone antes la modernidad, tanto el colonialismo como la colonialidad se hacen invisibles. Quijano y Dussel hicieron posible no sólo concebir un sistema mundial moderno-colonial como una estructura socio histórico coincidente con la expansión del capitalismo sino, también, concebir la colonialidad y la diferencia colonial como loci de enunciación. Y a eso, concretamente, se refiere Mignolo cuando habla de geopolítica del conocimiento y de diferencia colonial.
Reseño además, parte de las conclusiones de Mignolo, que consideraba que la dependencia histórico-estructural, en la narrativa del sistema mundial moderno-colonial, presuponía la existencia de una diferencia colonial. De hecho, es la dependencia definida y decretada por la colonialidad del poder. Los bárbaros, los primitivos y los pueblos subdesarrollados, y las personas de color pertenecen, todos ellos, a categoría que establecen dependencias epistémicas bajo distintos diseños globales. Para Quijano, considera Mignolo, esa dependencia epistémica es la esencia misma de la colonialidad del poder.
Tanto Quijano como Dussel han propuesto y reivindicado que el punto de inicio del conocimiento y del pensamiento sea la diferencia colonial en lugar de la narrativa de la civilización occidental o la narrativa del sistema mundial moderno. De ahí que la transmodernidad y la colonialidad del poder pongan de relieve la diferencia colonial epistémica, básicamente, el hecho de que es necesario y urgente pensar y generar conocimientos desde la diferencia colonial.
Paradójicamente, la desaparición de la diferencia colonial pasa por reconocerla y pensar en la morada de ese lugar epistémico, es decir, pensar en la morada que brindan los límites de las dos macronarrativas, la filosofía y las ciencias sociales. La diferencia colonial epistémica no se puede eliminar si se reconoce desde la perspectiva de la epistemología moderna. Las consecuencias de eso son enormes, no sólo para la epistemología, sino para la ética y la política, concluye el argentino Walter Mignolo.
Una utopía de solución a la Problemática Educativa Latinoamericana: Ética
La ética educativa, genera los valores y principios requeridos para promover entre otros aspectos, la diversidad, que debe ser traducido como el germen de la identidad cultural continental, tal como lo definió el PARLATINO en el 2002 a través del Plan de Educación para el Desarrollo y la Integración de América Latina. Es evidente como las tendencias globalizantes han impactado de una u otra forma los contextos sociales, no siempre de manera adecuada o positiva, en oportunidades más bien se han desatado comportamientos no deseados sobre todo en el accionar y proceder de los individuos, desviando el proceder moral a crisis de valores éticos, perdiendo el sentido de una convivencia justa y equitativa y desvirtuando los valores que deberían ser compartidos.
La equidad, justicia social y competitividad que requiere la región latinoamericana dependerá en gran medida de la educación, y debe asegurarse que el conocimiento, habilidades y destrezas para aplicarlo permitan la necesaria productividad que generará crecimiento a escala mundial y se determinará a través de los valores, ideas y posturas humanas humanistas que son las que componen la ética.
Los procesos socio educativos contemporáneos conllevan una complejidad que pone de manifiesto paradigmas, corrientes y pensamientos en sí que reconocen la carga socio-histórica que aportan para el incremento de iniciativas que suman a la integración latinoamericana y caribeña, es así como organismos creados para tal fin, luchan y mantienen la vena progresista y desarrollista de un continente ávido de progreso y reconocimiento, entre ellos, la ALBA, MERCOSUR, la UNASUR, la CELAC, conforman espacios de reflexión sobre los desafíos, demandas y recursos que presenta el continente Latinoamericano.
Cierre
A modo de reflexión final, quiero expresar mi satisfecho sentir, al poder parafrasear a grandes pensadores de Latinoamérica y el mundo que han nutrido las curiosidades y ensueños que puede tener una patriota que siente respeto por su región y valoriza a cada uno de los integrantes de la Patria Grande con la esperanza ferviente de contribuir desde mis propios espacios educativos-sociales, en la integración por el conocimiento de la América Latina.
El nudo crítico presentado abordó un escenario con competencia latinoamericana y caribeña, enfocando las realidades éticas de la región, reflexionando sobre la base de un humanismo concreto e integral, orientado hacia la acción en materia educativa, de un modo racional, con dimensiones y expresiones que caracterizan su universalidad, involucrando así el accionar de una filosofía de superación y de liberación propia para la región en estudio.
Debo manifestar, culminando con este comentario, mi desconcierto al leer el artículo de la Revista Acción Pedagógica que analiza el contexto Latinoamericano de las Reformas y Políticas Educativas (2008), referenciados por la CEPAL y la UNESCO, y expresan los resultados de los estudios sobre las distintas sociedades de la región, coincidiendo que se caracterizan de la siguiente manera: “frágil estabilidad política; niveles de integración y de cohesión social muy bajos; altos índices de pobreza y frustración; incongruencias entre las aspiraciones y su factibilidad; estructuras sociales compuestas de elites con una amplia formación que acumulan la mayoría de los recursos; y unas grandes masas con variados grados de posibilidad de acceso a algunos servicios básicos de salud, educación, protección social de muy baja calidad y eficiencia”.
El porqué del asombro…aclaro, no se debe al desconocimiento de una situación, o de no reconocer realidades que nos competen; mi incomodidad, y la expreso al cierre de este ensayo, es debido a la incoherencia de un análisis que presenta una nefasta situación, y el sentir de esos pueblos analizados que manifiestan el deseo de vivir todo lo contrario; es por ello que considero significativo ratificar mi convicción e insistencia de acoger enfoques y acciones que favorezcan, desarrollen y consigan contribuir en el contexto de equidad y justicia social de políticas sociales que interactúen en favor de todos los habitantes de un continente que lucha por su reivindicación en el plano humano, eso es justicia natural.
“El sistema educativo formal ha tenido una sostenida expansión de la cobertura pero una deficiente calidad de la formación impartida, se evidencia el agotamiento de la educación como agente de movilidad social y su expansión inequitativa…” Si estos organismos consideran en base a sus estudios que existe un agotamiento, pues necesariamente hay que inyectarlo de propósitos, esperanza, accionar ético.
Existe suficiente reconocimiento de los valores patrios heredados de ilustres próceres que en difíciles épocas lograron salvar naciones. Pues es hora de recoger herencia y sembrar con toda la carga de potencialidades con las que contamos hoy en día para igualmente, salvar a la periferia del Sur de la miseria y la oscuridad.
Es preciso que abordemos las realidades socio-políticas de nuestra región con amplio criterio de análisis crítico y que contribuyamos con ideas, propuestas y sobre todo acciones, que desde nuestra propia perspectiva, construya un nuevo Ser independiente y soberano, de nuestra propia américa, infinitamente humanista e íntegramente ético…eso representaría sin duda alguna, el poder Latinoamericano visto desde sus actores, dispuestos a irradiar imagen emancipada de toda una región pujante que se preocupa y se ocupa de crear y por lo tanto, más que tener Patria, o tener Identidad, o tener sentido Revolucionario, es, SER.
Listado de Referencias
CEPAL-UNESCO (1992). Educación y Conocimiento: Eje de la Transformación productiva con Equidad. Santiago deChile
Fernández, G. (2015). Culturacaribe.blogspot.com
Labarca y Morales (2000). El Pensamiento Integracionista de Simón Bolívar. Maracaibo: L.U.Z.
Martínez Navarro, E. (2000). Ética para el Desarrollo de los Pueblos. Madrid: Trotta
Mignolo, W. (1998). Taller “Capitalismo Histórico, Poder Colonial y Transmodernidad”
Mignolo, W. (2002). Geopolítica del Conocimiento y Diferencia Colonial. Revista: El Atlántico Sur Trimestral. Págs. 57-96
PARLATINO (2002). Plan de Educación para el Desarrollo y la Integración de América Latina, Vol. I.
Revista Acción Pedagógica (2001) Reformas y Políticas Educativas en América Latina. Vol. 10 Nos. 1 y 2