La ética de la cooperación (genuina) desde una perspectiva de equidad de género

La ética de la cooperación (genuina)1

desde una perspectiva de equidad de género

Por: Carla Yeneris Caballero (2017) * carla@abacoenred.com

Resumen

Reflexiono sobre un referente ético basado en la ‘Cooperación Genuina’ como paradigma vital-esencial desde una perspectiva de equidad de género. Comparto mi interpretación conceptual de lo que implica lo ético, lo moral y lo político. Propongo cómo visualizar y vivir relaciones equitativas entre Seres EcoPerSociales2 desde una ética basada en el paradigma vital-esencial ‘Cooperación Genuina’.

Palabras clave: cooperación genuina, ética, equidad de género.

-La ética y moral, también un asunto político-

Un día, mientras disfrutaba de la lectura del libro ‘Ética y moral: la búsqueda de los fundamentos’ de Leonardo Boff (2004), me topé en una red social con el video del potente discurso de Severn Suzuki3, quien en 1992 a la edad de 12 años, recaudó dinero con los miembros de la ECO (Environmental Children’s Organization) para asistir a la cumbre de medio ambiente y desarrollo «The Earth Summit», celebrada por la Organización de Naciones Unidas en Río de Janeiro.

Suzuki, junto con miembros de su grupo (Michelle Quigg, Vanessa Suttie y Morgan Geisler), presentó un discurso sobre retos y desafíos ambientales y sociales desde la perspectiva de las/os jóvenes. Comparto acá algunas de sus palabras:

Viniendo aquí, hoy, no voy a ocultar mi objetivo: Estoy luchando por mi futuro4… Estoy aquí para hablar en nombre de todas las generaciones venideras. Estoy aquí para hablar en defensa de los niños hambrientos del mundo, cuyos llantos son ignorados por todo el mundo. Estoy aquí para hablar por los incontables animales que mueren en este planeta, porque no les queda ningún lugar a donde ir. No podemos soportar no ser oídos. No saben cómo arreglar los agujeros en nuestra capa de ozono. No saben cómo devolver los salmones a aguas no contaminadas. No saben cómo resucitar un animal extinto. Y no pueden recuperar los bosques, que un día talaron y que antes crecían donde ahora hay desiertos. Si no saben cómo arreglarlo, por favor, dejen de estropearlo. Aún soy solo una niña, y sé que todos somos parte de una gran familia formada por seis mil millones de personas. De hecho, una familia de treinta millones de especies, y todos compartimos el mismo aire, agua y tierra. Las fronteras y los gobiernos nunca cambiarán eso. Aún soy solo una niña, y sé que todos estamos juntos en esto, y debemos actuar como un único mundo tras un único objetivoEn la escuela, incluso en el jardín de infancia, nos enseñan a comportarnos bien en el mundo. Ustedes nos enseñan a no pelear con otros, a arreglar las cosas, a respetarnos, a enmendar nuestras acciones, a no herir a otras criaturas, a compartir y a no ser egoístas. Entonces, ¿por qué fuera de casa se dedican a hacer las cosas que nos dicen que no hagamos¿Estamos siquiera en su lista de prioridades? Mi padre siempre dice: “Eres lo que haces, no lo que dices”.Bueno, lo que ustedes hacen me hace llorar por las noches. Ustedes, adultos, dicen que nos quieren. El desafío: por favor, hagan que sus acciones reflejen sus palabras.

La voz de Suzuki en un grito de las/os excluidas/os del mundo; ella refleja la esperanza de una ética de solidaridad, una ética de cooperación genuina como paradigma vital-esencial que nos permita encontrarnos con las otras, los otros y lo otro desde una conciencia ecológica profunda.

Me quiero referir a algunas frases del discurso de Suzuki que me significaron mucho. Ella dijo: «todos estamos juntos en esto, y debemos actuar como un único mundo tras un único objetivo”; lo que considero un llamado urgente a compartir y a no ser egoístas, a recordar que somos ‘universo’, parte (no dueñas/os) de nuestro contexto y por tanto es imperante la necesidad y responsabilidad de cuidarlo manteniendo su perfecto equilibrio.

Suzuki reconoce en su discurso el poder transformador de las palabras y la importancia de ser coherentes entre nuestro creer, pensar y actuar cuando casi al final de su discurso dice: ¡Hagan que sus acciones reflejen sus palabras! ¡Qué desafiante! Haciendo mío este reto me pregunto ¿es cooperación genuina, como paradigma vital-esencial, una nueva ética del encuentro solidario con el otro, la otra y lo otro, lo que necesitamos para, como sugiere Boff (2004, 12), regresar a nuestra morada humana en este mundo junto con otros, cuidándonos mutuamente y cuidando lo que es común?». Defiendo esta idea y trataré de desarrollarla un poco más adelante.

Antes, me gustaría compartir mi interpretación sobre los conceptos de ética y moral, que muchas veces se homologan, pero que a mi parecer no son lo mismo. También quisiera relacionar lo ético, lo moral y lo político.

Pensando en el concepto de ética resuena y comparto la propuesta que hace Najmanovich (2015, 8) en cuanto a que la ética, que viene del griego ‘ethos’, es el ‘lugar donde habita y modos de existencia’. Tiene mucho sentido porque desde el lugar situado donde estoy y soy es que puedo reflejar el ser que soy siendo con el universo (desde el cuerpo que habito, mis ideas, lenguajes, aspiraciones, sueños, intereses, …)

Así, mi ética es mi carácter o modo de ser (siendo), es decir, mi modo singular de habitar mis experiencias, mis actuares, mis sentires, mis pensares; todo lo que me afecta, significa e influye en mi convivir con otras y otros en una dinámica de complejidad.

Boff (2004) utiliza la metáfora ‘morada humana’ para definir ética, es decir, el ‘conjunto de relaciones que el ser humano establece con el medio natural, separando un pedazo del mismo para que sea su morada» (p. 35). Desde este concepto puedo entender que cualquier actividad, sea cual fuere, supone una ética de vida, es decir, soy(somos) ser(es) ético(s), somos seres políticos, porque nos guían nuestros referentes ideológicos-ético-filosóficos que construimos histórica y culturalmente.

Cuando afirmo que ‘somos seres políticos’ es por la relación entre la política como el arte del bien común y la ética como carácter y comportamiento que nos permite alcanzar ese bien común. Serrano Caldera (2005, 2) dice que la política y la ética forman una unidad y que toda polis (política) tiene un ethos (ética) ya que toda política debe ser una ética en su desarrollo.

Soy ser ético y político en tanto construyo mi propio ser(siendo) desde referentes ideológicos concretos que me guían e impulsan a actuar de una u otra forma. Voy construyendo sentidos y significados reflejados en mis actos vitales orientados por valores y principios, viviendo costumbres, creencias e ideales desde el ‘arte de vivir’ co-viviendo6 con otras y otros.

No es raro entonces que a la ética se le compare con una casa, una morada, un hogar donde se habita y que está fundada en principios y valores. Y a la moral se le compare con los pilares que sostienen esa casa y que la hacen singular y única, es decir, nuestros hábitos y costumbres. Por esto, aunque algunas/os personas consideren a la ética y a la moral como sinónimos, encuentro en sus significados acepciones distintas, aunque por supuesto interconectadas.

Tal como lo interpreto, la ética (o lo ético) es más general y lo moral es singular y ambas se concretan en escenarios específicos. La ética se construye a partir de principios, valores y convicciones que se concretan en las decisiones de tipo moral, en la vida que vivimos y expresamos a través de nuestros hábitos y costumbres; desde la práctica real de cada ser en un contexto singular histórica y culturalmente situado.

El objeto de la ética es precisamente la moralidad de nuestros actos humanos. La moral se refiere a costumbres y valores personales de nuestra conducta humana en términos de ‘lo bueno y malo’, categorías morales que son determinadas por los propios imaginarios colectivos construidos a partir de creencias religiosas, culturales, históricas, políticas del contexto (de ahí su carácter relativo de persona a persona o de cultura a cultura). La ética, por su parte, se refiere al conjunto de valores y principios en los cuales se sustentan las decisiones que tomamos.

Elsa Tueros Way (2006) expone la diferencia entre ética y moral de esta manera:

Por moral entendemos pues todo el complejo fenómeno de las acciones humanas responsables y susceptibles de un juicio moral por los demás. En ese fenómeno están implicadas las acciones mismas, las tablas de valores con la que actores y receptores enjuician las acciones y cualquier otro aspecto similar. En cambio por ética se entiende el estudio, la observación, el análisis, la investigación científica de la problemática moral (p. 43).

Tueros explica que decir que el ser humano es esencialmente ético o decir que es un ser esencialmente moral —si mediante cualquiera de las dos palabras queremos decir que el ser humano está dotado de una capacidad para distinguir el bien del mal— da exactamente lo mismo. Sea como fuere, tanto la ética como la moral son construcciones simbólicas relativas, dinámicas, subjetivas, singulares para cada Ser, las cuales se construyen desde el contexto, la historia y la cultura particular.

Ante la pregunta de cómo nace la ética, Boff (2004) menciona que su fuente originaria es el afecto y es un afecto especial: el amor. Según él es la emoción, en suma, la pasión, como sentir profundo, porque «cuando nos apasionamos, vivimos valores y por los valores nos movemos y somos» (p. 32).

En este sentido, cuando pienso en lo que implica amor, lo visualizo como un (o quizá ‘el’) elemento fundamental para lograr acercarnos, conectarnos y lograr relaciones armónicas como seres EcoPerSociales7. Para mí el amor es conciencia, es acción, es respetar, es escuchar, es confiar, es compartir, es cooperar genuinamente.

Boff relaciona al amor con el ethos (ética) que cuida, y concuerdo con él en que cuando me amo entonces me cuido y me respeto, igual como cuando amo a otros seres, es que los cuido y los respeto. Por supuesto tengo que pensar al escribir esto y poner énfasis en que este ‘amar y cuidar’ debe ser desde el compartir genuino, sin caer en el ‘servilismo’ que nos impone el patriarcado a nosotras las mujeres; se trata de un amor compartido y desde relaciones de reciprocidad armoniosas y respetuosas.

Lo que he venido desarrollando me permite concluir que no existe una sola ética, o que alguien actúa sin ética. Eso o aquello con lo que no concordamos, lo consideramos ‘no ético’ o anti- ético’, sin la debida conciencia de que existen tantas posturas éticas como seres existimos y co-vivimos en el mundo.

Con todo, aunque es cierto que podemos definir ética y moral de diferentes maneras como personas hay, también me lleva a cuestionarme ¿a qué ética quiero contribuir desde lo que pienso y hago? Nuestros referentes éticos implican también definir una postura comprometida, aquella en la que basamos nuestros sueños e ideales profundos.

En este sentido, pienso en lo que escribe Boff sobre que en un mismo Ser pueden llegar a habitar distintas éticas; solo por citar algunas: el ethos que controla o el ethos que ama, el ethos que cuida o el ethos que sobreprotege, el ethos que se responsabiliza, el ethos que compite o el ethos que se solidariza, el ethos que se compadece, el ethos que integra o como proponemos desde ÁBACOenRed un ethos basado en el paradigma vital-esencial ‘Cooperación Genuina’, es decir, una ética del encuentro que coopera y comparte. A esto me refiero a continuación.

-Un referente ético basado en la cooperación (genuina)-

Desde el colectivo en ÁBACOenRed, proponemos la cooperación genuina como paradigma vital-esencial, una visión que se proyecta a contribuir en la construcción de calidad de vida para todas y todos. Reafirmamos que la cooperación genuina es sustancial y esencialmente una expresión vital como constructo socio-histórico: postura, visión filosófica, opción ética-política ideológica, estrategia, práctica contextualiza; praxis, por lo tanto, intencionada, planificada y organizada.

Como paradigma, la cooperación genuina orienta sueños, pensares, sentires, actuares vinculados a un posicionamiento político-ideológico concreto: la construcción de un socialismo que toma en cuenta lo humanista y una visión ecológica, holística y sistémica. De ahí que se denomina su referente ético como “Eco_social._humanista”, constituido desde un conjunto de principios y valores impulsores que interactúan permanentemente.

Gráfico No. 1: Referente ético del paradigma vital-esencial ‘Cooperación Genuina’

El valor ‘esencial’ que se proyecta desde el paradigma vital-esencial ‘cooperación genuina’ es la inclusión, pero no solo referida a la inclusión en cuanto a las personas con discapacidad, sino que nos referimos a todas las personas, sin excepción alguna. La inclusión como valor esencial implica mucho otros valores, como: la solidaridad, la equidad de género y generacional, la responsabilidad y el poder compartidos, la transparencia, la conciencia crítica histórica, el respeto y el disfrute de la diversidad8, la identidad EcoPerSocial, la interculturalidad y la identidad ecológica (Van de Velde, 2017).

Cuando ponemos a la inclusión como valor fundamental es porque creemos que debemos preservar la memoria de la unicidad y totalidad de la vida sin despreciar la diversidad y el tejido de las interdependencias, de la comunión con lo vivo y con la fuente originaria de todo ser que es siendo con otras y otros legítimamente.

Desde el paradigma vital-esencial ‘cooperación genuina’ se proyecta una ética de vida, una ética de cooperación (genuina), que no pretende ser un eslogan o título bonito y atrayente, sino expresar un modo de comprender las interactuaciones y vínculos necesarios para co-vivir. Cooperar genuinamente implica encontrar las pautas que conectan; tejer vínculos y redes, donde los nodos cambian con los encuentros y en las que es posible seguir muy diversos itinerarios, con su modo de fluir a ritmos diferentes.

La ética de cooperación (genuina) abre posibilidades infinitas de desarrollar una diversidad de formas de Ser siendo, creando escenarios vitales que promuevan la potencia de todas y todos, tal como lo expresa Najmanovich (2015, 90) «al cooperar se generan intercambios significativos, donde los vínculos se van transformando y nosotros con ellos».

Pensar y actuar desde una ética basada en la cooperación genuina, como paradigma vital-sencial, significa reconocer nuestra pertenencia a la naturaleza, nuestra inextricable relación con el colectivo y lo colectivo en el conjunto del universo; ya que es desde el encuentro y la cooperación donde afectamos y somos afectados por el entorno de muchas maneras diferentes. Este paradigma vital-esencial apunta a la construcción de vida, y al cuido y disfrute de la vida entre humanas/os y no humanos/as con respeto a las distintas expresiones vitales y a nuestra esencia como Seres que nos hacen referir al BienSer y al BuenVivir armonioso.

La idea anterior es reforzada con lo que leí de Briggs y Peat (1999, 7) en su libro de «Las siete leyes del caos» quienes expresan que cada una/o de nosotras/os está interconectada/o con los sistemas de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento que nos rodea y que fluye a través de nosotras/os. El caos, como metáfora cultural, nos anima a cuestionar algunas de nuestras creencias fuertemente arraigadas, reconociendo que en un sistema caótico todo está conectado a todo.

Ha resultado muy iluminador para continuar pensando en el paradigma vital-esencial ‘cooperación genuina’ lo escrito por Briggs y Peat en su tercera ley, la de la creatividad y renovación colectivas, ya que desde la perspectiva del caos toda la actividad en la sociedad y en la naturaleza es una actividad colectiva (1999, 73) en contraposición a la teoría de la selección natural que defiende a la competencia, la jerarquía y el poder de dominación como claves para la supervivencia y las estrategias reproductoras de las especies y en las cuales se han construido éticas basadas en el competir, en el control y el poder de unas/os sobre otras/os.

Una ética del control promueve la competencia que es la que se ha convertido en un cliché natural, usado muy a menudo para describir conductas que no son realmente competitivas, pero que refuerzan nuestras creencias en que el hecho de la vida es la competencia. La competencia es una idea reduccionista y limitada que no puede apreciar la profunda creatividad que opera en la naturaleza (Briggs y Peat, 1999, 81) o como también diría Najmanovich, es la versión que más se ha difundido en el imaginario social, porque es la que mejor coincide con los prejuicios instituidos (2015, 77) y con los intereses del capitalismo y el patriarcado.

-De una ética patriarcal (control) a una ética de cooperación genuina (confianza)-

Es claro que la ética de la cooperación genuina no es lo que predomina en nuestras sociedades actuales; vemos en la mayoría de nuestras organizaciones, con sus organigramas jerárquicos que no se parecen a lo que deberían ser organizaciones auto-organizadas basadas en la cooperación con valores como la confianza, la responsabilidad compartida y el poder compartido (por citar algunos valores).

De hecho, las estructuras en las que desarrollamos nuestros trabajos y que rigen nuestra sociedad se derivan de un conjunto de presunciones (o prejuicios) muy distintas acerca de la realidad. Estas presunciones que han creado nuestra realidad o, más propiamente, la ilusión que nosotras/s tomamos de la realidad la hemos distorsionado y así, por ejemplo, se ha reforzado la idea de que ejercer el poder y el control son esenciales para nuestra sobrevivencia (Briggs y Peat, 1999, 88).

Convivimos en sistemas patriarcales marcados por la jerarquía, basados en la emanación de un poder-sobre, un poder de dominación en la vida cotidiana, desde la vida íntima y desde la afectividad de las mujeres. El patriarcado como sistema histórico, filosófico, social y político ha logrado penetrar nuestras culturas, y la violación se ha convertido en la metáfora central en nuestras vidas: violación de mujeres, de grupos minoritarios y de la tierra misma (Capra, 1992, 15).

Hace un tiempo hice el ejercicio con una compañera del colectivo en ÁBACOenRed de dibujar cómo sería nuestra sociedad donde la inclusión fuese el valor ético fundamental y todo lo que ello conlleva. Lograr inclusión plena como personas, como seres, es nuestra mayor aspiración, expresada en un respeto y disfrute profundo; en el establecimiento y goce de relaciones sociales horizontales, simétricas y armónicas; en la responsabilidad y el poder compartido; en la normalización y el disfrute de la diversidad de identidades. Todo esto lleva a una convivencia solidaria, equitativa y sin ningún tipo de discriminación.

Desde la perspectiva que dibujamos nuestro sueño visualizamos la cooperación genuina como un paradigma inclusivo, que nos permite desarrollar una nueva mirada hacia la conceptualización de la persona (Ser EcoPerSocial), considerándola de forma compleja, sin atajos, ni estereotipos de ninguna clase..

Gráfico No. 2: Cooperación Genuina desde una visión de equidad de género. Ochoa, M. y Caballero, C. 2016

La cooperación genuina como paradigma vital-esencial cuestiona lo que el sistema patriarcal establece como verdad: la división entre lo racional y lo afectivo; lo ‘objetivo’ y lo subjetivo; lo cultural con lo natural; lo espiritual con lo corporal, lo culto con lo popular, etc. En realidad se trata de unidades indivisibles, pero se hace con una intencionalidad ideológica excluyente, elitista y patriarcal. En este mismo sentido, tal como cuestiona Najmanovich (2015) estas presuntas ‘verdades objetivas’ han viajado, primera en letras de molde y ahora en letras escritas por computadoras y otros dispositivos móviles.

Como un paréntesis, por ser un tema que me gustaría desarrollar en otra oportunidad, considero relevante provocar la reflexión sobre el papel de la cultura en el proceso de innovación tecnológica cuya dialéctica reconfigura los espacios de posibilidad de identidades y relaciones sociales, también de nuestras relaciones con las cosas y el mundo. Concuerdo con Najmanovich en que los nuevos escenarios de las redes interactivas nos dan la oportunidad de gestar no solo nuevos modos de educar sino de vivir y co-vivir a partir de una concepción compleja y dinámica del saber, de sujeto, los vínculos y la organización y que a través de las tecnologías libres se pueden tejer nuevas redes y hablar desde un lenguaje de la cooperación genuina.

Volviendo al gráfico No. 2, desde el colectivo en ÁBACOenRed queremos compartir nuestra visión sobre cómo estos paradigmas éticos se contraponen, por un lado, está una visión de exclusión cuya tendencia es la fragmentación y el control y por el otro está la inclusión que propone la construcción de un pensamiento orgánico y una visión holística e integradora.

Proponemos transitar de pensamientos y prácticas basadas en estereotipos y roles sociales con base en mitos, creencias, tradiciones y costumbres alrededor de lo considerado ‘normal’ o ‘parecidamente normal’, porque así ha sido naturalizado, a prácticas del encuentro con el otro y la otra, desde lo otro.

Consideramos importante mover nuestro foco para visualizar realidades más ricas. Procuramos cambiar el foco de un punto de vista mecanicista a una visión orgánica para abrirnos a un mundo en el que la diversidad y la unidad no se contrapongan, ni haya puntos de vista privilegiados sino incluyentes. No podemos pensar en el otro y la otra como competencia, porque excluye y hace imposible el co-vivir de forma pacífica y armoniosa en nuestro planeta.

Sabemos que el patriarcado ha cimentado y construido históricamente al género, a las expresiones singulares de lo que implica ser hombre o mujer, histórico-socio-culturalmente hablando. También sabemos que es desde paradigmas inclusivos que podemos develar las prácticas y creencias patriarcales y construir acciones transformadoras a partir de conciencia crítica.

Estar conscientes de la presencia del sistema patriarcal/colonial instituido que promueve un ‘poder sobre’ es un avance en este proceso de deconstrucción y decolonización de paradigmas fuertemente instituidos. El reto está en que, desde el poder de la construcción de una conciencia crítica, gestionemos y promovamos procesos de diálogo y comunicación para la transformación EcoPerSocial desde una opción despatriarcal y decolonial.

La ética basada en la cooperación genuina, como paradigma vital-esencial, se contrapone a una ética de exclusión, que en palabras de Najmanovich sería una ética de control, a la que ya me referí anteriormente, pero que retomo acá precisamente para visualizar ese contraste entre una ética de control (patriarcal) a una ética de la cooperación genuina (confianza) que nos permite el diálogo en encuentro genuino con las otras y los otros.

Una ética de control es una ética que se basa en una visión patriarcal por cuanto está construida desde el poder-sobre y la exclusión. Ésta, prevalece en escenarios mecánico-disciplinarios y abarca los procesos de disciplinamiento, tanto del cuerpo como de las ideas y ha ´modelado´ tanto a las personas, como a los vínculos y a las instituciones colectivas que ellas conforman (Najmanovich, 2015, 33).

Esta ética del control es represora de la subjetividad e interactividad, promueve la competencia y la rivalidad, las jerarquías, la homogeneidad y una búsqueda exagerada de la precisión, la exactitud y la linealidad y que sobre todo ha sido androcéntrica y misógina. Esta ética se ha diseñado para reproducir ‘Seres’ obedientes, sumisos, competitivos y uniformes donde se niega lo diverso y se fomenta el egocentrismo e individualismo, situación que cultural e históricamente ha afectado a los grupos minoritarios, entre ellos por supuesto a las mujeres.

La reflexión anterior me lleva a preguntarme ¿cómo construir nuevas relaciones equitativas entre Seres, desde un referente ético basado en la cooperación genuina?

La cooperación genuina implica, en esencia, el acto de ‘compartir’, que más que relacionarla con esa nuestra capacidad de entrega (como rol asignado especialmente a las mujeres) implica actos genuinos donde se distribuya el ejercicio del poder, porque aunque precisamos de un compartir comprometido también necesitamos de un poder compartido.

Ciertamente, es en nuestra vida cotidiana donde las mujeres libramos nuestras batallas, es como ese laboratorio donde se mixturan subjetividades, sueños, aspiraciones, prácticas (Díaz-Soucy, 2011), el espacio, tiempo y lugar en donde defendemos nuestros derechos y buscamos un cambio en la cultura.

Muchas de nuestras batallas resultan en conquistas de rompimiento de este pensamiento dicotómico o binario (que nosotras también reproducimos) que nos lleva a avanzar a un mundo que privilegie y ponga en su lugar (o quizá regresarle el lugar de donde lo quitamos) a las ‘vinculaciones’. Los vínculos se fortalecen a través del compartir genuino, en diálogo genuino, por sobre las ‘jerarquizaciones’ que definen un poder-sobre. Acá encuentro el vínculo entramado entre la confianza y la autocrítica que nos construye a través de una convivencia relacional solidaria.

Necesitamos reconstruir nuestra confianza, significarla. Para ello es muy importante desarrollar una actitud crítica y autocrítica, cuestionando nuestros sueños, nuestras dudas, nuestros miedos, nuestras metas, nuestros proyectos de vida, nuestras prácticas, de manera consciente, para poder desprendernos de ese sentir y pensar colonizado que refuerza la desconfianza y nos hace competir entre nosotras/os.

La confianza, la crítica y autocrítica como valores y prácticas refuerzan el respeto por la diversidad, la cooperación entre las personas y su entorno, facilitan cuestionar nuestro sentir, pensar y actuar y desprendernos de prácticas colonizadoras, opresoras, también entre mujeres.

¿Y cómo se concreta el compartir desde esta visión de un poder-entre? Es mi aspiración lograr ejercer un poder para cooperar y empoderar-nos más que para controlar-nos. Esto es el valor del no-control, de la no-dominación, del no-poder-sobre y si del poder para, del poder-entre, del poder-compartido. Este tipo de poder se contrapone con la mirada colonizadora y ese pensamiento hegemónico de exclusión, división y jerarquía.

Interesante como Díaz Soucy (2011), al hablar de los tipos de poder, menciona al poder ‘obsesión’. Efectivamente hay una obsesión por controlar, por demostrar el poderío sobre otras y otros, un tipo de poder que incuba las distintas formas de violencia.

Cuando como mujer me vuelvo consciente de las distintas formas en que el dominio jerárquico y patriarcal me ha despojado de mi capacidad de ejercer mi poder, es el momento que puedo ejercer una influencia creativa y positiva, usando mis capacidades innatas, subjetivas y prácticas para encontrarle sentido a la vida, querer y querernos compartiendo.

Desde una visión despatriarcal de género, iluminando mi pensamiento desde una ética de cooperación genuina, es una invitación a vivir mi autorrealización, desmontar lo que me ha oprimido (o me está oprimiendo) y desarrollar acciones emancipadoras con otras y otros. Transformar el círculo vicioso del poder y el control por un(os) espiral(es) virtuoso(s) de la cooperación genuina que me permita tejer vínculos horizontales con otras/os Seres; también conexiones transversales, excéntricas, multicéntricas y dinámicas.

Efectivamente, es desde mis propios actos de compartir en compromiso y desde el ejercicio de un poder compartido que puedor ir rompiendo opresiones, saliendo de mis propios ‘cautiverios’ como lo menciona Marcela Lagarde. Esto implica desarrollar mejores herramientas para trastocar silencios, ejercer mi voz para visibilizarme, confrontar rupturas y estilos de poder (sobre, de, obsesivo) hasta llegar al tan ansiado ‘poder positivo’, ‘poder compartido’, desde una ética de cooperación genuina como paradigma vital-esencial.

Referencias

Boff, L. (2004). Ética y moral: la búsqueda de los fundamentos. Cantabria, 138p.

Briggs, J. y Peat, F.D. (1999). Las siete leyes del caos: las ventajas de una vida caótica. Barcelona, 252p. https://eldesarmador.org/14-software-libre-y-cultura-libre.html

Capra, Fritjof (1992) El Punto Crucial. Buenos Aires, Argentina, Editorial Troquel.

Najmanovich, D. (2015). El cambio educativo: del control al encuentro comunitario. 125p.

Serrano Caldera, A. (2005). Ética y política. Revista Latinoamericana Polis. Revisada en:

http://journals.openedition.org/polis/7541

Ochoa, M.; Figueroa, M. y Caballero, C. (2017). Cooperación genuina, paradigma vital-esencial despatriarcal: opresión, corpopolítica y mujer, rastreando al patriarcado. Estelí, 34p.

Ochoa, M.; Caballero, C. y Moreno, M. (2016). Pensamiento crítico en acción. Cooperación Genuina:

paradigma vital-esencial en la construcción de escenarios educativos alternativos populares

latinoamericanos. Estelí: ÁBACOenRed. Recuperado de http://abacoenred.com/wp-content/uploads/2015/10/Pensamiento-cr%C3%ADtico-en-acci%C3%B3n.pdf.

Tueros Way, E. (2006) El educador, sujeto ético y político. Revista Educación PUCP. Vol. 15, Núm. 29 (2006) http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/educacion/article/viewFile/2333/2281

Van de Velde, H. (2017). Análisis de políticas educativas desde una pedagogía basada en la cooperación genuina. ÁBACOenRed, 3p.

Van de Velde, H. (2014). Construyendo escenarios educativos basados en Cooperación Genuina. Estelí, Nicaragua: ÁBACOenRed.


  1. Me mueve la intención de visualizar cómo la cooperación genuina puede aportar a la lucha contra el patriarcado como sistema socio-cultural e histórico enraizado profundamente y que sigue legitimando las relaciones de desigualdad entre mujeres y hombres. La equidad de género desde una opción despatriarcal y decolonial es el eje de reflexión que inspira mi trabajo de chifladura (tesis), el que trataré desarrollar en el transcurso del doctorado.

  2. Me refiero a la conexión intrínseca que hay en cada Ser donde lo personal, colectivo y contextual están entramados, atravesados y enlazados en una incesante dinámica de intercambios.

  3. El discurso completo se puede ver desde: https://www.youtube.com/watch?v=n6yVTSReTQ4

  4. Negrillas son propias.
  5. Textos de reflexión sugeridos para el segundo núcleo generador de aprendizajes, principios y valores del paradigma emergente, del doctorado en educación con especialidad en mediación pedagógica.
  6. Utilizo las expresiones co-vivir o co-viviendo porque considero que la convivencia o el convivir (también el co-existir) se ha limitado a estar en compañía de otras personas en el mismo lugar o tiempo sin que ello implique necesariamente desarrollar relaciones armónicas, en tanto que la expresión co-vivir me invita a habitar con otras y otros desde lo que implica la vivencia común en armonía, solidaridad, respeto y cooperación genuina.
  7. Me refiero a la conexión intrínseca que hay en cada Ser donde lo personal, colectivo y contextual están entramados, atravesados y enlazados en una incesante dinámica de intercambios.
  8. Briggs y Peat (1999) mencionan a la ‘diversidad’ como uno de los principios vitales en una ecología saludable, ya que según ellos ‘si reducimos la variedad y hacemos el sistema más homogéneo, se vuelve frágil y es posible que colapse linealmente’. La creatividad caótica muestra por qué es que la diversidad resulta ser tan importante ya que cada ser con su propia creatividad auto-organizada se unen, perdieron algunos grados de libertad, pero descubriendo otros nuevos; así es como una nueva inteligencia colectiva emerge en un sistema abierto, absolutamente insospechado y muy lejos de lo que cualquier podría haber esperado al contemplar a seres aislados (p. 85-87).

Fuente: Artículo enviado  por su autora a la redacción de OVE

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Ética y educación.

Por: Jorge Rivera Pizarro.

Asombra el casi diluvio de denuncias de acoso sexual en las diversas instancias de poder, en el país del norte. Es una forma de violencia contra las mujeres, de las varias que sufren 1 de cada 3, según reveló hace pocos días la Organización Mundial de la Salud. ¡Ni una más!, clama la población consciente en muchos países, frente a la ola de feminicidios. Estallan las redes sociales. Diversos organismos internacionales han levantado, también, la voz.

La más alta autoridad del Estado Plurinacional de Bolivia ha encomendado a la educación la tarea de comenzar desde temprano la prevención de la violencia contra las niñas y mujeres. Tarea de todos quienes tienen alguna función educativa en la sociedad. Es decir, todos.

No he podido dejar de recordar en estos días a Fernando Savater, quien recibió merecido homenaje en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en los días pasados. Su “Ética para Amador” dice, ya en sus primeras líneas que la reflexión moral es parte esencial de cualquier educación digna de ese nombre. Y aquí estamos pensando en una cuestión básicamente de ética. De formar ciudadanos y ciudadanas que se inspiren en principios para regir su vida.

El fin de la educación no puede limitarse a estudiar y aprender con sentido utilitario: para tener un trabajo. Ese no es el fin. Es ser una persona, un ciudadano. Es aprender a vivir bien, el buen vivir. Pero es una tarea colectiva, de toda la sociedad. No es solo la escuela, son todas las instituciones que tienen que cambiar para alinearse con los principios. Es el mundo adulto que tiene que cambiar.

Un ejemplo simple. Cuando obro por capricho o por conveniencia, puedo exponerme a serios riesgos. En algunas ciudades el semáforo no está hecho para respetarse, sino para interpretarse. Yo creí que era algo propio de alguna ciudad en específico -pensaba que Cochabamba y bromeaba con los amigos- pero lo veo en muchas partes. Si me detengo en una bocacalle solamente porque hay un policía que me obliga a hacerlo, mi capacidad de decisión, de decir sí o no, paso o no paso, dependen de un factor externo. ¿Tiene que haber un policía que me obligue a cumplir la ley? ¿Necesitaremos tener un policía al lado de cada niña, de cada mujer? La ética, los principios, el enfoque de los derechos, es como llevar al policía dentro de ti. No necesitar que alguien te compela a cumplir la ley. O la palabra empeñada. O el compromiso adquirido. Los cumples porque llevas dentro de ti una fuera especial que te impulsa a decir: me paro en la esquina o cumplo mi palabra. No es fácil, generar esa fuerza dentro de uno. Savater le dice a Amador que la palabra clave en esto es: libertad

La visión de la ética no es, pues, la de una materia en la escuela. Las quejas actuales y la ola de denuncias de acoso sexual desde la gran industria cinematográfica hasta la esquina por donde pasan las estudiantes, no se solucionan solo pidiéndole a la escuela que eduque en la ética, en el respeto a la mujer. La ola de feminicidios, de violencia y maltrato a la mujer es fruto de una cadena interminable de hechos que tienen en su raíz la incapacidad de obrar -personal, familiar, social, políticamente- con base en principios. Es la sociedad la que educa y modela, tanto o más que la escuela. Necesitamos una sociedad que se construya sobre principios. El saber vivir, que dice Savater. Para un buen vivir. Ética.

Fuente: http://www.lostiempos.com/actualidad/opinion/20171213/columna/etica-educacion

Imagen: http://www.lavozdepinto.com/wp-content/uploads/2014/12/Etica9.png

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Perspectiva ética de un nuevo ser en el marco de la problemática educativa latinoamericana

Diana Milagros Rueda de Aranguren

Los pueblos de la América Latina demandan hoy día por condiciones que le concedan un desarrollo completo, trascendental y justamente merecido ante el mundo entero, con la necesidad apremiante de un profundo cambio de justicia social que le otorgue el reconocimiento e identidad regional que demanda por una ética de carácter social que lo reivindique en el plano humano como humanista, y lo traslade, en un torrente flujo ético, del sentir desesperanzador de la pobreza al Ser emancipado, con profundo discernimiento de identidad patria, que emerja en un sistema ético radicalmente renovado que permita el palpitar de una sociedad unida y convencida en cambios sociales determinantes y justos que merece la periferia del Sur.

El presente artículo está enmarcado dentro de la modalidad de ensayo, en donde la información del tema que se desarrolla muestra grandes rasgos reflexivos propios de la autora, que asume entre otras, una orientación tomada en el I Encuentro de Investigadores ULAC por parte de la especialista Rubiano (2015), en su disertación, “Vigilancia y Crítica Epistemológica en Investigaciones Educativas”, quien señalaba que era inconcebible abordar el objeto de conocimiento científico de una investigación sin involucrar la esencia misma del investigador, es decir, tal como ella lo refiere, su linaje. Literalmente tuve una afinidad inmediata con ese pronunciamiento de la ponente citada, ya que esta investigación dice de su autora, la define.

Es así como al abordar la temática referente a la perspectiva ética del nuevo ser para la transformación en la periferia del sur enmarcada en la problemática educativa latinoamericana se abre un espacio propio y adecuado para la reflexión que invita en medio de un rico contenido histórico-social,  focalizar a las naciones que integran el sur, que representan el lado desigual del mundo, la zona pobre que aporta y no recibe nada, que política y económicamente hablando fueron colonizados en sus historias y ha sido tan grande el peso de ese yugo que el deslastre ha perdurado por años, contraviniendo muchas más opresiones que repercuten como un látigo castigador imparable en el descalabro económico por el que atraviesan los pueblos de Latinoamérica y el Caribe.

Pero aún hay más, mucho más, y allí el aspecto neurálgico que conlleva al interés científico de precisar el desafío que confrontan las regiones de la periferia del sur en cuanto al espacio educativo y lo que ha significado la vulnerabilidad en la formación ética del ciudadano, que siente indignación de cargar con un pasado que opaca, minimiza o hasta esconde una cultura rica en tradiciones propias que eran únicas y sagradas hasta el momento en que decidieron otros, que habían sido descubiertas, y que además había que modificarlas porque estaban mal encaminadas.  El impacto y las consecuencias de tantos atropellos y desmanes colonizadores se traduce en una sociedad golpeada, subdesarrollada y que se siente alienada como una región que está por debajo, que está en el Sur.

La ética como elemento integrador en Latinoamérica y el Caribe

El valor ético fundamenta la trascendencia del individuo en la sociedad, dándole la gran fuerza necesaria para transformar en forma progresiva la visión de la identidad nacional, de la conciencia cívica y ciudadana, orientándose hacia la búsqueda necesaria de un hombre coherente e integral, un nuevo Ser guiado por esos valores éticos que realzan la relación que debe existir de forma coherente en las sociedades de la periferia del Sur.

Concebir la integración latinoamericana supone un entramado de referencias tanto sociales, como educativas, étnicas, culturales, económicas y políticas basadas en una historia que comparte hechos, momentos y bases propias de la región; abarca un horizonte de esperanza y fluidez de vida, que obliga al pensamiento humano asociarse con la filosofía ética en su carácter valioso de integración. El enfoque ético de los pueblos, demanda una visión integral de transparencia y de corresponsabilidad, que no  escapan por supuesto de los daños y destrucciones por las que han sido sometidas las culturas latinoamericanas en su afán por progresar, avanzar y conseguir un sólido desarrollo que brinde prosperidad y dicha,  que es el fin de todo pueblo noble.

Martínez Navarro (2000), nos habla de la ética de la integración, y considera que se encuentra actualmente en una doble fase de, un primer término, caracterización, discernimiento y categorización de los problemas concretos de los procesos de integración en curso. En segundo término, la del establecimiento de su relación con otros saberes; en este sentido, afirma el autor citado, que la ética de la integración encuentra su status propio como parte de una más amplia ética de las relaciones entre los pueblos, por cuanto una buena parte de los problemas que ella aborda pertenecen al campo de las relaciones internacionales.

Así mismo, la ética por la integración además de su búsqueda por la unión, caracterizando los problemas comunes y consolidando los saberes, aborda el desafío por la paz de la región, sincera, justa y sobretodo duradero.

Surge en esta última reflexión de la autora de este ensayo, el pensamiento del Libertador Simón Bolívar en cuanto a la integración, orientado siempre en presentar a Latinoamérica unida, y tal como lo señalan Labarca y Morales (2000),  con una visión de la integración llena de profundo contenido humano, una integración con “sentido y profundidad humanas”; ampliando los autores el pensamiento de Bolívar y su visión: “consolidar la libertad y fundir en una sola las múltiples nacionalidades heredadas de la Colonia”, expresando así su firme convicción acerca de la solidaridad, la unidad y la integración exigidas por lo que consideraba el destino de América.

Geopolítica del Conocimiento Latinoamericano

En una de los tantos artículos que reviso en función de nutrir ideas y posiciones, examino los valiosos escritos de Mignolo (2002), en donde hace un exhaustivo, completo y bien fundamentado análisis de la geopolítica del conocimiento, compartiendo escenario con Immanuel Wallerstein, Aníbal Quijano y Enrique Dussel en (1998), lo que lo hace luego, llevar a un análisis particular de un Estadounidense, un Peruano y un Argentino respectivamente; la pulcritud de sus observaciones me ayudan a enriquecer este escrito,con el pudor de transcribir los mensajes que más me entusiasmaron.

Es así como Mignolo refiere que los diálogos de Dussel y Wallerstein, referentes a la filosofía de la liberación y el análisis del sistema mundial, por un lado, y entre filosofía de la liberación y abertura de las ciencias sociales, por otro, tienen dos cosas en común. Primero, ambos son críticos con el capitalismo, el mercado neoliberal y la democracia formal; segundo, ambos (y aquí, también incluye a Quijano),  entienden que la modernidad surgió en el siglo XIX, con el capitalismo y la emergencia del circuito comercial Atlántico. Sin embargo, existe una brecha entre Wallerstein, por un lado, y Dussel y Quijano por otra: se sitúan en extremos opuestos de la diferencia colonial.

Dice Mignolo (2002), que el análisis del sistema-mundo moderno introduce el colonialismo en escena, aunque más como un componente derivado que constituyente de la modernidad, puesto que aún no asume la colonialidad, el otro lado, que sería: ¿la sombra?,  de la modernidad. Uno de los méritos de Quijano, considera Mignolo, es el haber mostrado que la colonialidad es la dimensión general de la modernidad, distinguiendo así entre colonialidad y colonialismo. Así las cosas, si se pone antes la modernidad, tanto el colonialismo como la colonialidad se hacen invisibles. Quijano y Dussel hicieron posible no sólo concebir un sistema mundial moderno-colonial como una estructura socio histórico coincidente con la expansión del capitalismo sino, también, concebir la colonialidad y la diferencia colonial como loci de enunciación. Y a eso, concretamente, se refiere Mignolo cuando habla de geopolítica del conocimiento y de diferencia colonial.

Reseño además, parte de las conclusiones de Mignolo, que consideraba que la dependencia histórico-estructural, en la narrativa del sistema mundial moderno-colonial, presuponía la existencia de una diferencia colonial. De hecho, es la dependencia definida y decretada por la colonialidad del poder. Los bárbaros, los primitivos y los pueblos subdesarrollados, y las personas de color pertenecen, todos ellos, a categoría que establecen dependencias epistémicas bajo distintos diseños globales. Para Quijano, considera Mignolo,  esa dependencia epistémica es la esencia misma de la colonialidad del poder.

Tanto Quijano como Dussel han propuesto y reivindicado que el punto de inicio del conocimiento y del pensamiento sea la diferencia colonial en lugar de la narrativa de la civilización occidental o la narrativa del sistema mundial moderno. De ahí que la transmodernidad y la colonialidad del poder pongan de relieve la diferencia colonial epistémica, básicamente, el hecho de que es necesario y urgente pensar y generar conocimientos desde la diferencia colonial.

Paradójicamente, la desaparición de la diferencia colonial pasa por reconocerla y pensar en la morada de ese lugar epistémico, es decir, pensar en la morada que brindan los límites de las dos macronarrativas, la filosofía y las ciencias sociales. La diferencia colonial epistémica no se puede eliminar si se reconoce desde la perspectiva de la epistemología moderna. Las consecuencias de eso son enormes, no sólo para la epistemología, sino para la ética y la política, concluye el argentino Walter Mignolo.

 

Una utopía de solución a la Problemática Educativa Latinoamericana: Ética

La ética educativa, genera los valores y principios requeridos para promover entre otros aspectos, la diversidad, que debe ser traducido como el germen de la identidad cultural continental, tal como lo definió el PARLATINO en el 2002 a través del Plan de Educación para el Desarrollo y la Integración de América Latina. Es evidente como las tendencias globalizantes han impactado de una u otra forma  los contextos sociales, no siempre de manera adecuada o positiva, en oportunidades más bien se han desatado comportamientos no deseados sobre todo en el accionar y proceder de los individuos, desviando el proceder moral a crisis de valores éticos, perdiendo el sentido de una convivencia justa y equitativa y desvirtuando los valores que deberían ser compartidos.

La equidad, justicia social y competitividad que requiere la región latinoamericana dependerá en gran medida de la educación, y debe asegurarse que el conocimiento, habilidades y destrezas para aplicarlo permitan la necesaria productividad que generará crecimiento a escala mundial y se determinará a través de los valores, ideas y posturas humanas humanistas que son las que componen la ética.

Los procesos socio educativos contemporáneos conllevan una complejidad que pone de manifiesto paradigmas, corrientes y pensamientos en sí que reconocen la carga socio-histórica que aportan para el incremento de iniciativas que suman a la integración latinoamericana y caribeña, es así como organismos creados para tal fin, luchan y mantienen la vena progresista y desarrollista de un continente ávido de progreso y reconocimiento, entre ellos, la ALBA, MERCOSUR, la UNASUR, la CELAC, conforman espacios de reflexión sobre los desafíos, demandas y recursos que presenta el continente Latinoamericano.

Cierre

A modo de reflexión final, quiero expresar mi satisfecho sentir, al poder parafrasear a grandes pensadores de Latinoamérica y el mundo que han nutrido las curiosidades y ensueños que puede tener una patriota que siente respeto por su región y valoriza a cada uno de los integrantes de la Patria Grande con la esperanza ferviente de contribuir desde mis propios espacios educativos-sociales, en la integración por el conocimiento de la América Latina.

El nudo crítico presentado abordó un escenario con competencia latinoamericana y caribeña,  enfocando las realidades éticas de la región, reflexionando sobre la base de un humanismo concreto e integral, orientado hacia  la acción en materia educativa, de un modo racional, con dimensiones y expresiones que caracterizan su universalidad, involucrando así el accionar de una filosofía de superación y de liberación propia para la región en estudio.

Debo manifestar, culminando con este comentario,  mi desconcierto al leer el artículo de la Revista Acción Pedagógica que analiza el contexto Latinoamericano de las Reformas y Políticas Educativas (2008),  referenciados por la CEPAL y la UNESCO,  y expresan los resultados de los estudios sobre las distintas sociedades de la región, coincidiendo que se caracterizan de la siguiente manera: “frágil estabilidad política; niveles de integración y de cohesión social muy bajos; altos índices de pobreza y frustración; incongruencias entre las aspiraciones y su factibilidad; estructuras sociales compuestas de elites con una amplia formación que acumulan la mayoría de los recursos; y unas grandes masas con variados grados de posibilidad de acceso a algunos servicios básicos de salud, educación, protección social de muy baja calidad y eficiencia”.

El porqué del asombro…aclaro, no se debe al desconocimiento de una situación, o de no reconocer realidades que nos competen; mi incomodidad, y la expreso al cierre de este ensayo, es debido a la incoherencia de un análisis que presenta una nefasta situación, y el sentir de esos pueblos analizados que manifiestan el deseo de vivir todo lo contrario; es por ello que considero significativo ratificar mi convicción e insistencia  de acoger enfoques y acciones que favorezcan, desarrollen y consigan contribuir en el contexto de equidad y justicia social de políticas sociales que interactúen en favor de todos los habitantes de un continente que lucha por su reivindicación en el plano humano, eso es justicia natural.

“El sistema educativo formal ha tenido una sostenida expansión de la cobertura pero una deficiente calidad de la formación impartida, se evidencia el agotamiento de la educación como agente de movilidad social y su expansión inequitativa…” Si estos organismos consideran en base a sus estudios que existe un agotamiento, pues necesariamente hay que inyectarlo de propósitos, esperanza, accionar ético.

Existe suficiente reconocimiento de los valores patrios heredados de ilustres próceres que en difíciles épocas lograron salvar naciones. Pues es hora de recoger herencia y sembrar con toda la carga de potencialidades con las que contamos hoy en día para igualmente, salvar a la periferia del Sur de la miseria y la oscuridad.

Es preciso que abordemos las realidades socio-políticas de nuestra región con amplio criterio de análisis crítico y que contribuyamos con ideas, propuestas y sobre todo acciones, que desde nuestra propia perspectiva,  construya un nuevo Ser independiente y soberano, de nuestra propia américa, infinitamente humanista e íntegramente ético…eso representaría sin duda alguna, el poder Latinoamericano visto desde sus actores, dispuestos a irradiar imagen emancipada de toda una región pujante que se preocupa y se ocupa de crear y por lo tanto, más que tener Patria, o tener Identidad, o tener sentido Revolucionario, es, SER.

 

Listado de Referencias

CEPAL-UNESCO (1992). Educación y Conocimiento: Eje de la Transformación productiva con Equidad. Santiago deChile

Fernández, G. (2015). Culturacaribe.blogspot.com

Labarca y Morales (2000). El Pensamiento Integracionista de Simón Bolívar. Maracaibo: L.U.Z.

Martínez Navarro, E. (2000). Ética para el Desarrollo de los Pueblos. Madrid: Trotta

Mignolo, W. (1998). Taller “Capitalismo Histórico, Poder Colonial y Transmodernidad”

Mignolo, W. (2002). Geopolítica del Conocimiento y Diferencia Colonial. Revista: El Atlántico Sur Trimestral. Págs. 57-96

PARLATINO (2002). Plan de Educación para el Desarrollo y la Integración de América Latina, Vol. I.

Revista Acción Pedagógica (2001) Reformas y Políticas Educativas en América Latina. Vol. 10 Nos. 1 y 2

 

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Ethics in higher education

thics in higher education
Values-driven leaders for the future

Divya Singh. Christoph Stückelberger. [Editores]
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ISBN: 978-2-88931-164-4
Globethics.net
Suiza – Ginebra
2017

The values and virtues practised in universities heavily influence the leaders of the future, but outside the limelight of excelling education institutions there is a concerning violation of good practises and rise in unethical behaviour. This book offers diverse insights from 19 different authors, writing from eight countries in five continents, providing explanations and recommendations for the ethical crisis present around the world which can be mitigated by suitable education in ethics, particularly in higher education institutions.
To download the book, click here:
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Source of Review:
http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana-cm/
libro_detalle.php?id_libro=1550&pageNum_r
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