Récord de empleo en EEUU

Por: Jorge Castro

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señaló recientemente que el empleo ha adquirido un nivel récord en EE.UU. este año (y lo mismo ha ocurrido en el resto del mundo avanzado), con una pauta de 61% en la franja de 15 a 74 años de edad.

Ha quedado atrás el pico histórico de 2007 (60,8%), que se alcanzó inmediatamente antes de desatarse la crisis financiera internacional 2008/2009, que provocó la primera recesión global desde la década del 30 y creó 46 millones de desocupados en un año.

Agrega OCDE que dos tercios de los puestos de trabajo creados en los últimos siete años tienen un carácter profundamente polarizado. Mientras se han vaciado los del medio de la pirámide económica/social (-9,5 puntos porcentuales), han aumentado 7,6 puntos porcentuales los de la franja de arriba y 1,9 puntos los de abajo.

La polarización responde a causas estructurales: un tercio es obra de la destrucción de empleos industriales provocada por la revolución tecnológica (se han perdido 7,5 millones de puestos de trabajo manufactureros en EE.UU. entre 2001 y 2015) y otro tercio de las pérdidas se debieron al traslado de las operaciones de las transnacionales estadounidenses al mundo emergente (China/México en primer lugar).

Esta transferencia se realizó en la búsqueda de menores costos laborales (outsourcing) como ventaja competitiva crucial en la primera etapa de la globalización, ante todo para las actividades trabajo-intensivas.

La productividad norteamericana no cayó en los sectores de punta en los últimos 10 años (ha crecido 3,5% anual). Solo disminuyó a partir de 2004 en el promedio de la economía (pasó de 2,4% a 0,5% por año), como consecuencia del retraso de las unidades menos productivas, cuya eficacia aumentó 0,3% anual o menos.

La economía estadounidense se sumergió en un proceso depresivo a partir de 2009 (+2,1% anual entre 2009 y 2016); y no fue la obra ni de la caída de la productividad ni de la disminución de la fuerza de trabajo (los baby boomers comenzaron a retirarse a partir de 2010), sino de la drástica reducción experimentada por la tasa de inversión (12,5% del PBI en 2016); y esto sucedió a pesar del récord de rentabilidad de las transnacionales estadounidenses en este período, el mayor en 70 años.

Esta anomalía coincidió con el despliegue de la nueva revolución industrial, que utiliza menos materias primas, fuerza de trabajo y capital, y torna irrelevantes los costos laborales.

Esto ha revertido la tendencia decisiva de la primera fase de la globalización (1991/2008): la búsqueda de los menores costos laborales en el sistema mundial, fuera de EE.UU. El resultado fue que las cadenas globales de producción se extendieron extraordinariamente, y a través de ellas —dentro de ellas— se multiplicó el comercio internacional. Así fue como China se transformó en la primera exportadora del mundo y en la cabeza del intercambio global.

La eliminación de la relevancia de los costos laborales realizada por la nueva revolución industrial es parte de un proceso de reducción sistemática de los costos de producción. La voz de orden ahora de las transnacionales estadounidenses no es más invertir en China, sino en EE.UU. Es lo que se denomina “localización”.

No es solo la potencia retórica de Trump lo que fuerza a las transnacionales a invertir nuevamente en EE.UU. Lo que esclarece la mente de los ejecutivos norteamericanos es el brutal determinismo de los menores costos de producción provocados por la nueva revolución industrial.

La confianza en el capitalismo no es un fenómeno psicológico, sino un sistema de incentivos ineludible en términos de competitividad. Apple produce en China 80% de los equipos de iPhones que vende en el mundo; y ahora ha resuelto invertir más de US$1.000 millones en EE.UU., para crear 6 nuevas plantas industriales y 150.000 puestos de trabajo. “Nada torna a una persona más inteligente que la posibilidad de ser ejecutada en un plazo de dos semanas”, dice Oscar Wilde.

“Localización” es la expresión tecnocrática del reclamo de colocar a EE.UU. primero y hacerlo cada vez más grande. Boston Consulting Group (BCG) afirma que la nueva revolución industrial disminuiría 20%/40% los costos de producción estadounidenses en los próximos 5 años. Productividad y competitividad son ahora sinónimos absolutos en EE.UU.

La regla del capitalismo avanzado ha sido que el capital sustituye al trabajo para aumentar la productividad. Sucede que en el camino se ha apoderado del doble de ganancias que los trabajadores. La productividad aumentó 2,6% anual entre 1991 y 1996, mientras que la retribución laboral aumentó solo 1% por año.

Las transnacionales estadounidenses han sido las grandes ganadoras de la globalización, mientras que la nación americana —encabezada por los trabajadores industriales— ha sido inequívocamente la gran perdedora, tanto en lo económico como en lo social y cultural.

El “fenómeno Trump” nada tiene de casual.

Fuente:https://eju.tv/2017/06/record-de-empleo-en-eeuu/

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