Libro: Descolonizando a Juana

© Fundación Editorial El perro y la rana, 2017 (digital)
Autora: Patricia de Souza

Reseña:

¿Por qué descolonizarnos intelectualmente? ¿Por qué abogar por la liberación femenina? ¿Y por qué pensar en la colonización a través del lenguaje? A estas y otras preguntas la respuesta es la misma: porque si no, no seremos realmente libres. Patricia de Souza nos lleva a reflexionar más allá de la dominación de fondo y a ver cómo se expresa a través de las formas en que pensamos hombres y mujeres. Nos invita a reconocernos entre iguales y a trascender las barreras de género, para al fin latir al unísono y construir, desde el amor y el respeto mutuo, otro mundo, otra forma de vida más sobria y feliz.

La intención de esta serie de textos es buscar apoyos teóricos, canales de reflexión. No es tanto la búsqueda de una verdad como el gesto de mirar a través de los intersticios para aligerar la carga pesada que llevamos sobre nuestras espaldas: la historia, esa historia escrita por hombres occidentales.
¿Hasta qué punto hemos participado en esa historia hombres y mujeres (las más desposeídas, las más pobres, las menos aventajadas en este mundo del mercado capitalista) que nos deseamos libres en ella?, ¿hasta qué punto somos conscientes y cómo hemos interpretado todo lo heredado? Se trata sobre todo de pensar con otros instrumentos lo que está considerado como dado, recurrir a las ideas más independientes, menos colonizadas, más audaces,
haciendo un paréntesis de nuestra propia historia.
Las mujeres hemos llegado a este punto de la historia sin saber cómo ni por qué. Los hombres dominan y lo saben, inventan dioses y nosotras las mujeres los adoramos. No se trata de “reformar” las cosas dadas, eso implica “maquillar” una realidad que se disfraza de “deseable” o “buena” para todos y todas, tenemos que inventarnos otro lenguaje, intentar nuevas representaciones asumiendo que el idioma es un instrumento interdependiente y colectivo.

La única puerta abierta que tenemos es nuestra imaginación y por eso es el terreno más fértil, más dado a este cambio de epistemología, para usar una palabra que significa conocer, pero conocer no desde lo que somos, sino desde lo que somos después de entrar en contacto con los demás. No aceptar que dependemos de los demás sería muy canalla y algo cobarde, nuestra  vida no es nada sola, no somos nada sin los demás. Ya un filósofo dijo una vez: “Para tolerar la soledad hay que ser un dios o un monstruo”. Como mujeres, tenemos que salir de esa dominación simbólica que castiga a aquellas que buscan su propio camino, aquellas que no toleran la servidumbre. En este tiempo en que no podemos imaginarnos un futuro, la amenaza climática no discrimina;
tenemos que proponer algo nuevo, y solo será posible si sabemos de dónde venimos y quiénes somos en esta historia mundial que puede convertirse en un desastre.

Por mucho tiempo he pensado que observando terminaría por ver más claro, y no es cierto; hay que agudizar aún más la mirada, afinar el oído, hacer prueba de humildad, para entender lo que está pasando y aceptar que por más que sepamos no sabemos nada. No podemos desperdiciar nuestra creatividad para ser, a nuestro turno, dominadoras, sino seres enteros, libres. La imitación implica una dimisión interna, un silencio y casi una ofensa a la parte creativa que tenemos todas y todos. Por eso, descolonizarse es también despojarse de esa carga para lanzarse en aguas nuevas y nadar. Siempre hemos tenido esa tarea, luchar, avanzar, es el momento de seguir labrando piedra por piedra nuestra propia ruta, a ver si un día llegamos hasta nuestra playa para mirar el mar de aguas claras.

Descargar: Descolonizando_a_Juana

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